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EJE 01

TITULO

Segregación Urbana y acceso a la Cultura:


Quito

RESUMEN
Autor: Felipe Hernández Valdés

En el contexto de la economía neoliberal que domina el orden social de las ciudades


latinoamericanas, resulta relevante profundizar en el impacto de la globalización
económico-cultural sobre dicho orden, el cual provoca “una concentración en sus niveles de riqueza
y poder inéditos, siendo su contraparte constitutiva los altos índices de pobreza y miseria
urbana”(Farías 2010, 45), situación, que en este caso particular, dificulta y ralentiza cualquier
proceso de desarrollo cultural urbano debido a la segregación y limitada accesibilidad de los
sectores más desfavorecidos a la cultura como un derecho, siendo el caso de este estudio que busca
analizar las maneras en que los pobres urbanos de los sectores peri urbanos acceden y aprehenden
la cultura de su ciudad, Quito.

Palabras claves: Segregación urbana, desarrollo cultural, cultura, acceso.

Sociólogo de la Universidad de Chile con experiencia en temáticas urbano-territoriales,


DEL AUTOR

comunitarias, culturales y gestión de redes, coordinación y ejecución de proyectos sociales en


comunidades en contexto de vulnerabilidad social y económica. Experiencia en investigación,
planificación y manejo de metodología cuantitativa y cualitativa. Actualmente se encuentra
cursando la Maestría en Estudios Urbanos de FLACSO Ecuador
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TITULO
Segregación Urbana y acceso a la Cultura: Quito
Autor: Felipe Hernández Valdés

Introducción¹

El desarrollo cultural de un territorio puede contribuir al posicionamiento de una ciudad frente al


exterior mediante la creación de una imagen, identidad, actividades públicas de formación artística,
de recreación y consumo de arte, de creación y puesta en escena de imaginarios comunes que
permiten la cohesión social y la expansión de posibilidades ciudadanas de interacción y participación
colectiva. (López de Aguileta, 2000, p. 21)

Cuando nos preguntamos por el impacto posible de una política cultural implementada en un
territorio específico, no tenemos respuestas claras sobre los sistemas que vamos a impactar, tanto en
forma directa como indirecta, como tampoco la percepción ciudadana respecto al impacto que
significa para la gente poner el arte y la cultura al alcance de cualquier ciudadano.

De modo amplio se puede entender la cultura como “la transformación que ha hecho el hombre de
la naturaleza; de tal forma que todo aquello que ha construido a su alrededor, todo lo que ha mediado
su paso por el mundo la conforma”(Eagleton, 2001; Hernández Valdés, 2016, p. 6). De ahí que exista
una relación estrecha entre cultura y territorio, entendido este último como una porción de la
superficie terrestre apropiada por un grupo social con el objetivo de asegurar su reproducción y la
satisfacción de sus necesidades vitales. El territorio entonces no sólo es una determinante geográfica,
sino fundamentalmente una construcción histórica y una práctica cultural (Hernández Valdés, 2016).

En el contexto de la economía neoliberal que domina el orden social de las ciudades


latinoamericanas, resulta relevante profundizar en el impacto de la globalización económico-cultural
sobre dicho orden, el cual provoca “una concentración en sus niveles de riqueza y poder inéditos,
siendo su contraparte constitutiva los altos índices de pobreza y miseria urbana”(Farías, 2010, p. 45),
situación, que en este caso particular, dificulta y ralentiza cualquier proceso de desarrollo cultural
urbano debido a la segregación y limitada accesibilidad de los sectores más desfavorecidos a la
cultura como un derecho, pudiendo afirmar que el aislamiento social, la segmentación de la ciudad y
de la estructura social en la cual se sitúan los pobres urbanos es determinante para comprender su
incidencia en el desarrollo (o no) de capital social individual, colectivo y ciudadano de estos
(Kaztman, 2001, p. 174).

En síntesis, la ciudad cada vez más se aleja de su soporte originario que es ser el lugar de los
ciudadano/as, debido a que ésta cada día se privatiza aún más para dar respuesta a aquellos grupos
de ciudadano/as que desean una parte de la ciudad en la que puedan habitar sin problemas, sin
violencia, sin delincuencia y sin tener que relacionarse con la pobreza urbana.
1 Esta investigación fue presentada como trabajo final para el curso de Pobreza Urbana en la Maestría de Estudios Urbanos de FLACSO Ecuador en
diciembre de 2018. El documento final fue evaluado con nota 10 de un máximo de 10. No ha sido publicada en ningún medio.
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Macro Escala

La ciudad, como “cualquier recurso económico utilizado de forma intensiva”, entra


inevitablemente en una fase de rendimiento decreciente a partir de un determinado punto (Camagni,
2005, p. 38). Sobre la concentración y reproducción de clases homogéneas y polarizadas que plantea
Kaztman (2001).resulta relevante recordar el concepto de habitus de Pierre Bourdieu que explica en
su definición el origen de estas desigualdades (Bourdieu, 2002). El habitus constituye el capital de los
individuos, pero también lo limita cuando estos carecen de herramientas asociadas debido al
aislamiento social generado por la pobreza urbana en nuestras ciudades.

Norbert Lechner plantea que todas las estrategias de desarrollo están vinculadas con la cultura,
sean estas estrategias económicas, políticas, sociales, medioambientales, educacionales,
patrimoniales, etc. Su tesis central es que “las estrategias de desarrollo están insertas en determinado
contexto cultural y, a su vez, tienen impactos culturales”(Norbert, 2001, p. 10). Habitualmente la
política trata las estrategias de desarrollo únicamente en su dimensión socioeconómica. Las políticas
de crecimiento económico tienden a ser “blindadas” como supuestos imperativos técnicos. Desde
luego que la producción económica aporta el piso ineludible de todo desarrollo, pero no basta. Hay
que tener en cuenta también las experiencias subjetivas de las personas. Una estrategia de desarrollo
adquiere sustentabilidad social en el tiempo en la medida en que ella es apropiada por las personas,
en que se vuelve algo propio de la experiencia cotidiana (Hernández Valdés, 2016, p. 73).

Meso Escala

Resulta relevante en este contexto la necesidad de complementar diagnósticos sociales de diversa


índole con los de otras esferas de la vida de los pobres urbanos y que son “fuente de activos en capital
físico, humano y social, cuya activación suele estar estrechamente vinculada con los procesos de
segregación espacial de los pobres urbanos” (Kaztman & Retamoso, 2005, p. 146), emergiendo de
esta reflexión le necesidad por incorporar el desarrollo cultural (y las políticas culturales como
impulsor de ese desarrollo) como parte de los factores que determinan la vida de las personas en
cualquier espacio de nuestras ciudades.

Pierre Bourdieu construye el concepto de “espacio social” articulando la distancia física como
consecuencia directa de las “luchas entre las clases sociales por apropiarse de la ciudad como un
recurso” (Molinatti, 2013, p. 119). De esta forma “la estructura del espacio social se manifiesta, en
los contextos más diversos, en la forma de oposiciones espaciales, en las que el espacio habitado (o
apropiado) funciona como una especie de simbolización espontánea del espacio social”. (Bourdieu,
1999, p. 120). La capacidad de cada individuo por usar y apropiarse de un espacio (físico o simbólico)
y de los “bienes escasos (públicos o privados) que en él se distribuyen, depende del capital
poseído”(Molinatti, 2013, p. 119). La segregación urbana funciona, en efecto, de esta manera,
alejando a quienes no se desea en cierto espacio y acercando a quienes se quiere emular (Sabatini,
2003). En todo orden de cosas, la ciudad se constituye de esta manera, siendo la cultura y el acceso a
esta un ejemplo claro.
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Microescala

La privatización de lo público y la subsidiariedad de los derechos sociales sitúan a la cultura, entre


otros derechos, en la lógica de la oferta y demanda por ella (Janoschka, 2011, p. 121). La experiencia
constituyente que vivió Ecuador el año 2007 y que dio paso a la Constitución del Ecuador de 2008,
plantea en su preámbulo la posibilidad de constituir en el territorio “una nueva forma de convivencia
ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay”
(Constitución del Ecuador, 2008, p. 15). Históricamente se ha considerado la “democratización
cultural como la divulgación de la cultura nacional y universal” (Colombres, 1992; Ministerio de
Cultura, 2011, p. 22) saliéndose pocas veces de dicha definición de tipo hegemónica y elitista,
omitiendo el hecho de que históricamente “vastos sectores sociales no tenían acceso a los productos
y servicios de la cultura.” (Ministerio de Cultura, 2011, p. 22).

La ciudad, su oferta cultural y los espacios en que ella se reproduce constituyen un lugar
privilegiado para el encuentro y el ejercicio ciudadano, se trata de espacios de intercambio de
historias, de memoria y vida colectiva, en donde, además de disfrutar de las artes y de las
manifestaciones culturales, se piensa y construye colectivamente una mejor comunidad (Consejo de
las Culturas y las Artes, 2017, p. 6), pero, qué pasa cuando esa colectividad no está totalmente
representada, cuando importantes grupos de la ciudad se encuentran al margen de esta “construcción
colectiva”. La segregación urbana y el aislamiento social emergen como principales obstaculizadores
del acceso a la cultura de la ciudad de los pobres urbanos². Apelando a esta problemática es que el
acceso democrático a la cultura toma total relevancia en la ciudad latinoamericana actual. La cultura
como motor de desarrollo y transformación del territorio puede contribuir a revertir la segregación y
el aislamiento social de los pobres urbanos.

Resultados y Hallazgos.

A continuación, se presentan los principales resultados y hallazgos realizados en el contexto de


esta investigación.

1. Segregación Urbana

1.1. Accesibilidad y Movilidad

El sistema de transporte del DMQ es utilizado por más del 70% de la población e incluye: al
trolebús, la ecovía, el corredor Central Norte y el corredor Sur Oriental (Silva Vizcarra, 2012, p. 2) y
en su mayoría son viajes que están orientados hacia o dentro el denominado hipercentro. Ello genera
problemas de capacidad vial y todas las deseconomías asociadas”. En el caso de este estudio, dicha
información resulta relevante pues si consideramos que 8 de 10 residentes en Quito se movilizan en
buses, y que la mayoría de esos viajes se dirigen hacia el centro, de los cuales en su mayoría son
hechos por las personas de menores recursos económicos, destacando los jóvenes y las mujeres más
que los hombres (Municipalidad de Quito, 2012, p. 56).
2 En el caso ecuatoriano, el Estado oligárquico manejó históricamente un concepto elitista de cultura, definida en términos meramente estéticos;
por ende, restrictivo en términos del acceso, otra manifestación de la herencia colonial.(Ministerio de Cultura, 2011, p. 22).
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“Aquí en esta zona lo que más se usa es el trolebús, con el sistema integrado de buses, por ejemplo,
por acá en la esquina de la escuela pasa un bus integrado, eso es lo que más usan aquí, por la economía,
transporte público. El trole que conecta con Recreo, y los integrados que son los alimentadores que
también van a Recreo, hay que hacer una combinación.” (Vecino de Solanda)

Los motivos de uso del transporte son en un 32,5% por estudios, un 31,1% por trabajo/gestiones
de trabajo, un 24,3% por asuntos personales y solo un 1.6% ocio/deporte, siendo esta categoría la que
podría contener el desarrollo de actividades culturales por parte de los habitantes del Sur, la cual es
baja. (Municipalidad de Quito, 2012, p. 46). Sobre esta distribución los entrevistados comentan:

“Cuando estoy en la casa, siempre estoy allá. Hay bancos, médicos, si tenemos servicios, todo eso.
Todo tenemos ahí. Y cuando estoy en el centro pues acá, cuando se trata de hacer otras cosas, pero si
tenemos ahí (Caupiche) donde pagar impuestos, los bancos, luz, agua potable, CNT, tenemos todo”.
(Vecina de Guamaní)

“Principalmente de bancos, de cooperativas, de préstamos, ese tipo de cosas”. (Vecino de Solanda)

En general los sectores del Sur si cuentan con servicios para sus habitantes, ellos pueden realizar
gran parte de sus quehaceres en su barrio o sectores aledaños (como Recreo o Quitumbe). Ahora bien,
se reconoce que para cierto tipo de cosas el Centro es el lugar donde hay que ir, por otro lado, los
trabajos de algunos entrevistados están en dicho sector por lo que la movilización al centro es diaria.
Sobre los tiempos promedio de los recorridos urbanos, estos son de 57,23 minutos hacia el
microcentro, los alimentadores demoran en promedio 37,33 minutos hacia Terminales y conexión
con Troncales (Agéncia de Ecología Urbana de Barcelona, 2017, p. 10). Frente a estos tiempos los
relatados por los entrevistados son aún más extensos considerando el tráfico, congestión vehicular y
trasbordos³.

“Bueno, si me voy por la Simón Bolívar me demoro 50 minutos. Por la Avenida Maldonado, hora y
media, hora 40 minutos, el tráfico y la congestión por la Maldonado es bárbaro. Uso los buses de
Machachi, valen 75 centavos, hago 3 combinaciones, solo buses. Muy de vez en cuando uso taxis,
cuando estoy de apuro. En mi casa no hay automóvil, solo usamos transporte público. Y en promedio
gasto 3 horas de viaje, entre ida y vuelta.” (Vecina de Machachí)

“Normalmente es entre hora y hora media dependiendo, pero como se cogen los carros para allá se
demoran dos horas. Eso me demoro en llegar acá, todos los días, más o menos dependiendo del tráfico.
Son dos horas de ida, y dos horas de vuelta.” (Vecina de Guamanía)

Con todo, se aprecia que el transporte público de la ciudad conecta casi de manera directa a los
Espacios Culturales de la ciudad con la zona Sur de Quito. De los 5 museos de la Fundación de la
Ciudad, 3 (Museo de la Ciudad, Museo del Carmen Alto y Centro de Arte Contemporáneo) se
encuentran en el sector de hipercentro, uno en la zona sur de la ciudad (Centro Interactivo de Ciencia)
y el quinto (Museo del Agua) en la zona oriental. Todos estos espacios cuentan con transporte

3 El sistema de transporte urbano “no resuelve eficientemente la relación periférica entre la zona sur, los valles orientales y las parroquias rurales,
con la mancha urbana” (Agéncia de Ecología Urbana de Barcelona, 2017, p. 11).
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cercano y público para llegar a ellos4 (Ver Anexo 3). En su totalidad el transporte público utilizado por
los entrevistados se conecta tanto con el centro histórico de la ciudad como con los espacios
culturales antes mencionados. En general el transporte público de la ciudad conecta a los habitantes
de Quito con la infraestructura cultural de esta, la que se concentra en el sector centro norte de la
capital ecuatoriana5.

1.2. Aislamiento Social

El aislamiento social residencial resulta determinante para entender la realidad actual de los
pobres urbanos (Kaztman 2001). La segregación residencial en este caso es determinada por la
enorme distancia del centro al barrio en donde habitan los entrevistados. La accesibilidad de la ciudad
limita la vinculación de los habitantes periurbanos a la oferta cultural de esta, la que en su mayoría
ocurre en el centro. En los relatos además de destacarse los extensos tiempos de traslado se resaltan
las extensas jornadas laborales, el cansancio propio del quehacer urbano y la falta de tiempo y ánimo
para salir del cotidiano.

“Lo que veo es que la gente ya llega cansada de su trabajo, llega 7 u 8 de la noche y que hacen…
(Sobre actividades que movilizan a la gente) Principalmente las fiestas, las Fiesta de Quito, pero como
para salir e ir algo cultural en un día normal, yo creo que muy poco. La gente llega en la noche, cansados,
con sus problemas, con su stress, va a ser difícil que salgan.” (Vecino de Solanda)

La situación antes relatada habla de un factor interno asociado a la realidad de miles de pobres
urbanos de la ciudad que frente a la realidad laboral es poco lo que les queda en tiempo para realizar
otro tipo de actividades. Un factor externo que acompaña esta situación es la reconfiguración de los
habitantes de los barrios del Sur de Quito. En varios de los entrevistados, el elemento propietario v/s
arrendatario resulta esencial para entender las nuevas lógicas comunitarias que se desarrollan en el
territorio.

“Al principio era bastante unido, había más gente, a raíz de que ya se ha conseguido la mayoría de
cosas, como que eso fue un poquito desvinculando, no es que dejen todo, pero si se ha ido desvinculando,
la gente nueva a veces viene solo a arrendar y no es que sean los dueños directos, solo los dueños directos
saben lo que se ha pasado, saben todo eso, así como yo, que las pase de Caín….” (Vecina de Guamaní)

“Cuando nosotros llegamos éramos muchas más personas, yo vivo al filo de la carretera, y nos
expropiaron cuando ampliaron la carretera, entonces ahí prácticamente desapareció nuestro barrio, y
quedamos muy pocas personas de las que en realidad conformábamos el barrio, quedamos 4 o 5 familias
nada más de unas 40. Las otras familias se fueron a diferentes lugares de Machachi, pero no cercanos.
Con la gran mayoría perdimos el contacto, nos comunicamos, pero ya no es como antes, éramos muy
unidos, era muy lindo mi barrio.” (Vecina de Machachí)

4 Para efectos de esta investigación se decidió acotar la oferta e infraestructura cultural de la ciudad a la administrada por la Fundación Museos de
la Ciudad, esto debido a que la Institución es de tipo municipal, cuenta con Informes de Gestión y tiene una programación ligada a la vinculación con el
territorio y la ciudad.
5 Ver más adelante distribución de la Infraestructura cultural de Quito
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Un segundo factor externo emerge en el diagnóstico social hecho por los entrevistados sobre la
realidad actual de sus barrios, elementos como la delincuencia, realidades familiares complejas e
individualismo, son identificados como determinantes al momento de explicar la realidad actual de
sus comunidades.

“Tanto papás como mamá trabajan, se van al norte a trabajar, o se van a otro lado a trabajar
mientras aquí los niños quedan solos, salen de la escuela máximo a la 1 de la tarde y llegan a una casa
que esta sin los padres, tienen que esperar hasta las 8 de la noche que llegan los papas del trabajo, eso
hace que se cree una problemática también, como una especie de abandono de los niños, una carencia
de emocional, que la escuela trata de suplir de alguna manera”. (Vecino de Solanda)

“Solo la pura delincuencia, que es en todos los barrios. Ahí cada directiva ha ido haciendo, aunque sea
poco, cosas, se consiguió el alcantarillado, el agua potable, la pavimentación, estamos todavía en el
proceso de terminar, por un problema de una directiva que empeño la escritura global del barrio, y
ahorita estamos tratando de que se quite eso, para luego hacer las escrituras individuales de cada
persona.” (Vecina de Guamaní)

En general, el aislamiento social no solo se vincula a la conexión con la ciudad, sino también con el
entorno cercano en el que se habita. La vida cotidiana esta replegada en el mundo privado, la casa.
Frente a las nuevas lógicas de la ciudad pareciera que todo debe resolverse en ese espacio, ya no en la
comunidad.

1.3. Uso del Tiempo

¿Qué hacemos con el tiempo, cuando no trabajamos? Tener y usar el tiempo libre en nuestra
sociedad, hoy es un lujo, probablemente tanto o más que el propio dinero. En ese sentido, la clase, el
habitus y el capital social juegan un rol fundamental. De acuerdo a la Encuesta de Uso del Tiempo de
2012, los quiteños ocupan en promedio 5 horas (4:34 horas las mujeres, 5:05 horas los hombres)
(INEC, 2012) a la semana en “tiempo propio”, asociado al ocio y a no hacer nada. ¿Cuánto de ese
tiempo es ocupado en acceder a la cultura? Si bien la encuesta no especifica las actividades es posible
inferir que frente a la extensas jornadas laborales y horas en traslado de los pobres urbanos de Quito
este tiempo sea ocupado en dormir o simplemente “estar” en el hogar. Por otro lado, los quiteños
invierten 10 horas de la semana en ver televisión y menos de la mitad de ese tiempo en escuchar
radio, por ejemplo. Sobre el testimonio de los entrevistados frente a este punto se destaca lo
siguiente:

“Yo más el fin de semana, puedo dedicar o una mañana o una tarde, y en la casa siempre leo un libro,
uno 45 minutos por lo menos, depende del libro y del tema. A mí me gusta mucho biografías, y
últimamente por mi hija, todo lo que es ficción, misterio.” (Vecino de Solanda)

“¿En el día? Si le dedico 15 minutos en la actualidad, eso es mucho. Porque con todo lo que les hago
de las rutas, es cierto a veces se hace de una hora o dos horas, haciendo eso, pero al dividirlo entre todos
no es lo que debería.” (Vecina de Guamaní)
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La realidad del consumo cultural en los entrevistados es clara, y esta fundamentalmente
supeditada al tiempo, o más bien, a la ausencia de este. Los espacios para leer, por ejemplo, se dan en
los traslados del trabajo a la casa, o cuando se tiene un “tiempito” libre en el hogar. Por otro lado,
frente a la asistencia a actividades culturales ocurre una situación similar, a la que se suma la
dificultad para entender lo que en los espacios institucionales se está exhibiendo6:

“Dos (risas). Y en estas exposiciones no entendí hostia (risas). No entendí. Fueron en lo que es la
Biblioteca ahora, el Metropolitano, me llevo una amiga, era de un tema que hasta ni puedo pronunciar,
había palabras escondidas en un montón de cosas que yo movía palabras, pero no pude. Eso fue una y
la otra es que vinieron a mostrar una exposición de cultura de afuera, pero yo definitivamente si me
fregaron, porque de allá no sé porque existe eso”. (Vecina de Guamaní)

“Ninguna, no he asistido. No he podido por tiempo”. (Vecina de Machachi)

2. Desarrollo Territorial y Cultural

2.1. Cultura

A pesar de regirse por la resolución A015 sobre el enfoque de Derechos Culturales lo que le ha
significado a la Municipalidad de Quito replantearse la gestión cultural de esta, en el documento
Informe de Gestión de 2017 se destacan en su mayoría actividades de tipo “evento” que apelan a la
masividad y puntualidad de estas más que a una mirada al largo plazo de la gestión cultural
municipal7. De las actividades culturales registradas en dicho informe no se registran acciones en
sectores periurbanos, siendo destacable el trabajo realizado por cada museo de la Fundación desde
sus áreas de mediación comunitaria, la experiencia del Museo de la Ciudad es la siguiente:

“En ese momento yo me volqué a hacer otros proyectos que salen del territorio, y por eso me fui a
Solanda, a trabajar con las escuelas en procesos de educación popular, en procesos de educación más
crítica que estoy haciendo ahora (…) Lo que hicimos fue expandir las líneas. Si vamos a tratar temas de
género, cómo lo abordamos, con qué comunidad, quién quiere trabajarlo. Se va dando fuerza al trabajo
de la comunidad y el anclaje siempre con las líneas del museo, y no se pierde mucho”. (Mediadora
Comunitaria Museo de la Ciudad)

Del anterior relato se identifica cómo desde la institucionalidad emerge la necesidad por abrir
espacios en otros territorios, particularmente los más alejados de la ciudad, el ejemplo de Solanda
grafica el trabajo que ya hace varios años desarrollan los 5 museos de la Fundación. Por otro lado, de
estas experiencias se observa una real intención por generar procesos de desarrollo cultural al largo
plazo y vinculados a la realidad de cada territorio. Desde los espacios culturales de la Fundación es
posible establecer un perfil de visitantes que se vincula con la distribución de la población en la
ciudad. Si bien los Informes de Gestión no detallen el origen de los visitantes ecuatorianos a cada
Museo, desde la percepción de sus trabajadores hay un claro perfil de estos:
6 Las respuestas se hicieron frente a la pregunta de cantidad de actividades culturales a las que se asistió en los últimos 12 meses
7 Verano de las Artes Quito, Fiesta de la Luz, Quito tiene teatro, la gestión del Parque Urbano Cumandá, la inauguración del ala norte del CAC y las
exposiciones museográficas de los museos de la Fundación (Municipalidad de Quito, 2017, p. 107)
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“De Quito, la mayoría viene del norte, yo creo que es muy poca gente la que viene del sur, te lo digo por una
experiencia concreta, de la escuelita de Solanda ninguno de los padres de familia había venido, si el papá no
vino, los wawas no vienen, son 35 wawas, dos papas por cabeza, 70 personas que no saben.” (Mediadora
Comunitaria Museo de la Ciudad)

Frente a las razones de este perfil de visitantes, vuelve a surgir el relato ya antes mencionado, el
tiempo, las distancias y los costos de traslado son limitantes para los habitantes del Sur, los más
alejados del centro histórico de la ciudad.

“Conocen el centro histórico, de pasada, porque tienes que hacer compras, pero no sabes que tipos de
establecimientos o espacios hay, y si los conoces no tienes idea para qué entrar. Para qué voy, tienes 10
dólares para mi familia, en que los gasto.” (Mediadora Comunitaria Museo de la Ciudad)

En relación con la infraestructura cultural de la ciudad esta se concentra en la zona centro norte del
DMQ, siendo casi inexistentes los equipamientos en la zona sur de esta. Los entrevistados de este
estudio viven en los barrios de Solanda, Machachi y Guamaní, todos sectores que carecen tanto de
infraestructura como de oferta cultural institucional permanente. Sobre los espacios culturales
identificados por los habitantes del sur, destaca el siguiente relato:

“El mercado, las escuelas, la Casa Barrial, afuera porque ya no caen todos, las canchas deportivas,
cualquiera de las tres canchas que tenemos en los alrededores y las mismas calles cuando hay lo que hay
ahora como las Fiestas de Quito, en la Calle Principal, tiene distintos nombres, Leonidas Dubles o S52B
(risas), depende de cómo te ubiques.” (Vecina de Guamaní)

La infraestructura cultural tradicional, si bien no se reconoce en este sector, si se resignifica en


otros espacios, vinculados al comercio, encuentro comunitario y espacios públicos. La calle es sin
duda, un espacio ciudadano de encuentro y desarrollo de actividades de todo tipo, incluso culturales.
La ausencia de infraestructura cultural no es sinónimo de ausencia de actividad cultural en el
territorio, a pesar de que en concreto, el equipamiento cultural de la ciudad se concentra de manera
evidente en el Centro Histórico de la ciudad y el centro norte de esta (Parra Cáceres, 2010, p. 10).

2.2. Desarrollo Territorial

Pensar el desarrollo territorial, es pensar el cómo un territorio se constituye, la capacidad de


significar el espacio habitado es fundamental para plantear cualquier proceso tendiente al desarrollo
humano. Ya sea desde la cultura, la educación o el medioambiente es fundamental contar con una red
comunitaria de tipo solidaria y colaborativa que soporte cualquier tipo de proceso. Desde esta lógica
se evidencia por parte de los entrevistados la pérdida de esta red. La desintegración urbana responde
a las nuevas formas de vivenciar la ciudad y su cotidiano, frente a la posibilidad de poder contar con
apoyo de vecinos se comenta :

“A nadie, a ningún vecino, a algún familiar sí. No se la dejaría a ningún vecino por falta de confianza,
no los conozco, pero nunca se nos ha ocurrido si quiera decirles. Somos muy amigos, pero nunca se nos
8 Se le pregunto a los entrevistados a quienes le pediría que cuidaran su casa en caso de tener que salir por alguna emergencia
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ha cruzado por la cabeza dejarles nuestra casa, tal vez porque tenemos a nuestra familia al lado,
entonces ellos serían”. (Vecina de Machachí)

El vínculo con los vecinos es nulo o mínimo, la desconfianza se ha vuelta la manera en que los
habitantes periurbanos se relacionan. Hay un reconocimiento a aquellos vecinos de tipo “históricos”,
pero son los mínimos. En la actualidad ya no existe lo que tanto se valoraba de la vida comunitaria del
pasado, el acompañamiento comunitario en la vida familiar y barrial.

“No ha cambiado, al menos con los que le conozco no, al resto si, apenas un saludo, si es que les
saludo, porque otros no sé, serán no serán, es medio complicado porque viene gente nueva, se cambian,
no nos conocemos profundamente, con los que les conozco bien nos saludamos, vecino, vecina, si nos
encontramos en el carro vamos platicando, sigue ahí a veces las conversaciones típicas de mi hijo, tu
hija, mi marido y el ratos, esas cosas”. (Vecina de Guamaní)

“Ya no, todos han emigrado, todos se han ido, todos han salido. Han fallecido, se han ido…Ahora hay
más arrendatarios que propietarios, nosotros somos propietarios, mi mamá.” (Vecina de Machachí)

Frente al reconocimiento de la riqueza cultural de sus territorios, las respuestas son más bien
breves y con poco reconocimiento del patrimonio cultural local. Se intenta buscar en la periferia
aquello que tanto se valora del centro de Quito, elementos de la cultura oficial masivamente
reconocidos como Iglesias, Museos, etc. Sobre elementos culturales del barrio y la ciudad se destacan
a la propia gente y su solidaridad, reflejada por ejemplo en el apoyo entre vecinos:

“Han hecho esas cosas de hornado solidario, si lo hacen. En ocasiones funcionan, cuando se conocen
los vecinos.” (Vecina de Guamaní)

“Me parece que el deporte, aquí practican mucho el deporte, principalmente el volley, me parece que
eso es lo que más les une aquí, y también si hay una buena directiva barrial que se moviliza para el
desarrollo de actividades sociales como el Dia de la Mujer, de la Madre, de la Familia, y ellos organizan
cosas para poder unirse y festejar en estas fechas especiales, Navidad, Fiestas de Quito”. (Vecino de
Solanda)

“Si, cuando necesitamos, si es económicamente, o por ejemplo en algún trabajo también, estamos ahí.
Hacemos mingas.” (Vecina de Machachí)

“en las asambleas cuando hay algún problema, como lo de las escrituras, eso está uniendo bastante,
a veces se hacen mingas9, no todos se unen.” (Vecina de Guamaní)

La cultura somos todos. Esa es la frase que mejor describe la opinión de los entrevistados a pesar
de reconocer en general que la cultura ‘esta en los museos’, frente a la concepción amplia de cultura
se reconoce que el principal valor de esta es la gente, la comunidad, el “nosotros”.

9 Actividades que se hacen para el bienestar del barrio, como limpieza de calles, parques. Se hacen grupos de personas y lo realizan. A veces se
contrata una volqueta, es algo en comunidad, realizar una actividad para el bienestar del barrio
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“Toda actividad que se pueda hacer, que te identifique a ti, que identifique al barrio, a tu familia, no
es necesariamente que haya sido desde hace siglos, sino reciente, que puedas expresarlo, aunque sea con
bailes si quieres, algo moderno, no es necesariamente que tenga que ser desde antes, si a ti te gusta por
ejemplo estos bailes raros que vienen, pero si con eso expresas lo que tú eres, bien. Aunque algunos se
revienten del dolor con eso, pero es tu cultura, tu forma de expresarte, pero si va acompañada con lo de
antes, un poco de eso, es excelente”. (Vecina de Guamaní)

“Para mí cultura es todo, la vida de la gente puede estar ahí la comida, la forma de vestirse, las
tradiciones, las raíces del pueblo, también los estudios de la gente, lo que tenemos como patrimonio en
Quito, museos, iglesias, pero principalmente en la familia, yo creo que la cultura se genera en la familia.

La escuela es muy importante para eso, porque si en el hogar por la falta de tiempo es difícil que el
niño aprenda toda esta riqueza cultural de Quito, refiriéndonos a este patrimonio que tiene Quito, la
escuela es la encargada, ahí están los profes trabajando en estos temas, enseñándole a los chicos la
importante que tiene esto no.” (Vecino de Solanda)

Por otro lado, y desde la mirada institucional y oficial, la cultura aun presenta quiebres entre lo que
un ciudadano común podría entender por ella y lo que “realmente” es. Es en ese quiebre en donde,
desde lo oficial, se pueden anular miradas y otras lógicas del “hacer cultura”, lo popular, lo masivo (y
en ese sentido las dinámicas locales y culturales de los sectores periurbanos) muchas veces quedan
fuera de la definición justamente por no cumplir con los estándares que la oficialidad exige. Sobre
esto se comenta:

“Está muy escindida la visión de lo cultural entre lo que es la práctica artística y lo que es la vida
cotidiana. Es importante porque ahí visibilizas la relación con el otro, esta cuestión cultural, por
ejemplo, de cómo tomo el bus, de cómo me porto, de si le cedo o no el asiento a la señora, me entiendes
es como una cuestión de valores que se va haciendo propio de una cultura.” (Mediadora Comunitaria del
Museo de la Ciudad)

Conclusiones

Existe una relación directa en los testimonios recogidos, tanto de habitantes como de agentes
institucionales entre el acceso a la cultura (oficial) y la distancia de los espacios culturales de la
ciudad frente a los barrios de la Zona Sur de Quito. Se destacan la falta de tiempo, recursos,
conocimiento e interés por la cultura de la ciudad de parte de los habitantes periurbanos de esta.

Se constatan las miradas tradicionales de cultura, valoración de lo hegemónico por sobre lo


popular, a pesar del reconocimiento de la cultura como un “nosotros”.

Hay una baja participación, desconocimiento de agrupaciones territoriales culturales, ausencia de


oferta cultural (tanto oficial como comunitaria) más allá del “eventismo” (Fiestas de Quito). La
Política Cultural promueve el acceso a la cultura en lo discursivo, pero no se materializa en una oferta
real que garantice la cultura en toda la ciudad.
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Se destacan las pocas redes comunitarias y vínculos supeditados a la desconfianza, baja
asociatividad, poca permanencia en los barrios (extensas jornadas laborales, altas horas de traslado,
poco tiempo libre), si bien se valoran las agrupaciones barriales históricas, como eje del quehacer
comunitario del territorio, asociado principalmente a temas de seguridad, vivienda, y mejoramiento
urbano.

Si bien hay un consenso general sobre el rol de la cultura en el desarrollo de un territorio, se


desestima la real posibilidad de lograrlo en el contexto actual de la ciudad latinoamericana y sus
lógicas neoliberales de funcionamiento. En el caso de Quito, la cultura, asegurada como derecho
desde la Constitución de 2008, se traduce en lo concreto a una serie de actividades, eventos masivos
y lógicas pasivas de acercamiento a la cultura (artes escénicas y musicales preferentemente).

Por otro lado, elementos propios de la ciudad moderna emergen como factores limitantes al acceso
y desarrollo cultural de los pobres de la ciudad. Extensas distancias, aguda segregación urbana, falta
de tiempo libre, precariedad y ausencia de infraestructura cultural dificultan cualquier proceso
tendiente a la democratización de la cultura en Quito.
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