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TITULO
RESUMEN
El objetivo principal de este documento es identificar las nociones sobre hábitat, entendido
como un sistema de estructuras y de interrelaciones entre los humanos, el medio, y los otros
seres, mientras se establece un programa de reasentamiento. Dando énfasis a los espacios con
nuevas subjetividades sociales en contextos locales, ligados a las transformaciones urbanas
particularmente en las zonas de riesgo por inundación. Para lo cual, el texto se divide en
identificar los conceptos del hábitat en la gestión del riesgo y reasentamiento; luego, hace un
recorrido por la incidencia de los fenómenos de origen natural y la gestión de riesgo en Colombia;
en un tercer apartado se da lugar al estudio de caso, dividido en un diagnóstico y
recomendaciones a través de un proyecto urbano; finalmente, se establecen algunas
conclusiones.
A partir de este abordaje, surgen conclusiones asociadas a que para la realización de políticas
públicas es fundamental la comprensión del hábitat como constructo social, determinado por
condiciones y dinámicas naturales, culturales, socio- político y económico. De acuerdo con
(Echeverría, 2009) no solo se vive, se habita, se construyen lugares imaginarios y símbolos de
pertenencia, individuales y sociales, por cuanto es necesario abordar los contextos donde se
desarrollan las relaciones sobre el territorio, teniendo en cuenta la consolidación de
asentamientos informales sobre el riesgo pues es allí donde se plantean escenarios que se
contraponen a lo formal, pero que por el hecho de no pertenecer a la normatividad no deben ser
obviados.
Colombia.
Habitar el SUR GLOBAL con justicia Socio-Territorial
TITULO
Reasentamiento colectivo postdesastre
Autor: Jeison Andrés Hincapié Rodríguez
Introducción
Los espacios donde se desarrolla la vida urbana en Colombia presentan niveles medios y altos de
vulnerabilidad por amenazas de origen natural, como inundaciones y deslizamientos, las cuales se
han visto potenciadas por características antrópicas, utilización de suelo para vivienda, prácticas de
agricultura, entre otras, las cuales cumplen con una función social, económica y que tejen modos de
habitar, pero a su vez convierten el suelo en uno menos resistente y consolidado debido a la
infiltración de agua; además, algunos planes de ordenamiento territorial permiten que la se construya
sobre los valles de inundación de los ríos, promoviendo así que el afluente socave y ponga en un
mayor riesgo en la medida en que se presentan fuertes lluvias.
Entonces, quienes habitan han asumido el riesgo mientras se ubican las viviendas en zonas que
permiten ser parte de la dinámica urbana, pero conjugándose con la pobreza y el desconocimiento
racional del riesgo, todo ello asociado a factores determinantes para la construcción de vivienda en
zonas de riesgo. Al respecto, (Chardón, 2002) asegura que en una situación de riesgo intervienen dos
componentes, el fenómeno natural que puede generar daños y la sociedad amenazada susceptible de
sufrir afectaciones, que, a partir de sus relaciones cotidianas, genera modos de habitar que se
involucran con el hecho generador de la amenaza.
Así mismo, los patrones y tendencias en torno a la configuración y dinámicas de uso del territorio,
se manifiestan a través de los cambios morfológicos, la definición de tipologías de crecimiento del
municipio, los procesos de urbanización, construcción del tejido social, las concepciones de riesgo, la
disposición de equipamientos públicos, percepciones, entre otras. Por lo mencionado, es necesario
abordar las dinámicas que han modelado la forma de expansión ya que, al ampliar el perímetro
urbano, se enfrentan a un proceso de densificación y segregación, ocasionando un mayor déficit
cuantitativo de vivienda y la reiterada ocupación de zonas de riesgo a partir de procesos de
autoconstrucción.
Ello permite plantear la hipótesis de que los procesos de reubicación por encima del
reasentamiento, no tienen en cuentas las lógicas de trasformación territorial y sociales que se han
tejido en el tiempo, cambiando el medio a pesar de una declaratoria de riesgo. Por lo que el proceso
se realiza de manera desarticulada, generando una desconexión, dejando en vulnerabilidad a los
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habitantes, en tal medida, el abordaje del caso, permitirá relacionar los escenarios del
reasentamiento con la importancia de la comprensión holística y multidisciplinar de los eventos, lo
que en últimas generaría en algunos sectores estudiados un fenómeno de especulación y rupturas de
la construcción social del hábitat.
Con el fin de desarrollar lo anterior, la primera sección del documento realiza un abordaje sobre la
ocurrencia de desastres de origen natural y la relación entre el hábitat y la gestión de riesgo. Como
cuarta sección, se desarrolla el estudio de campo en Yotoco, Valle del Cauca, desde un ámbito
cronológico en el que se expondrá una breve reseña del evento que tuvo lugar en el municipio y de
cómo actúa la administración en materia de reasentamiento. Finalmente se elaboran unas
conclusiones generales sobre el abordaje teórico-práctico.
Además, (Contreras y Beltrán, 2010) afirman que los desastres originan daños y destrucción de la
infraestructura, equipamiento y tejido social, por lo que desarticulan las redes familiares, de vecindad
y territoriales. Por lo que se dificulta la posibilidad de una recomposición de las relaciones
socio-espaciales a partir de un programa de reasentamiento, pues surgen cuestionamientos con
respecto a la posibilidad de ocupar un espacio postdesastre, y de cómo evitar la utilización del suelo
por segundos ocupantes.
El espacio y el territorio son transformados por los humanos, afirma (Montañez, 2001) para
convertirlo en su casa, acoplándose a las necesidades, evolucionando ellos mismos, por lo que
quienes habitan han generado mecanismos de defensa ante los episodios de deslizamiento y riesgos
asociados. De esta manera cambian los entornos y aprovechan los recursos que provee el medio, lo
cual incluye interacciones culturales y los procesos históricos de territorialidad que generan la
producción, incorporación, integración y apropiación social de estructuras e intencionalidades a
partir del levantamiento de viviendas, sin importar si estas se ubican sobre rondas de cuerpos hídricos
y/o pendientes.
Los modos de habitar se convierten en un elemento clave en la disposición de los roles, de las
relaciones económicas y percepciones sociales de acuerdo a la ubicación, participación en la
construcción y sostenimiento del asentamiento. Es así como el concepto de hábitat pasa a adquirir
una significación muy amplia representando la suma del contexto geográfico y cultural, así como las
dimensiones sociales, económicas y políticas de la vida tanto individual, como en comunidad, lo que
(Ortiz, 2004) considera como la vivencia y percepción del individuo.
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Por ello, el problema del reasentamiento se genera en la medida en que tiene una postura
físico-técnica por parte de las instituciones, omitiendo las relaciones entre el territorio y la
comunidad, desconociendo el hábitat construido, las formas de acceso a la vivienda previo al desastre
y las prácticas que se generan en los espacios públicos-privados. Entonces, la comprensión desde un
paradigma sistémico-complejo involucra el reasentamiento, la construcción social del territorio e
impedir que se caiga en un círculo vicioso de ocupar y reconstruir, por medio de repensar la
planeación, para reducir la vulnerabilidad y el riesgo frente a nuevos escenarios.
Aproximaciones al reasentamiento
Menciona (Arrieta, 2005) que las zonas declaradas como de alto riesgo, al ser ocupadas quedan
cargadas simbólicamente, por lo que sacar a las personas implica vaciar los significados que se
construyeron en torno al hábitat, vivienda, medio ambiente, y demás componentes en el espacio.
Ante lo anterior, existen diversas posturas frente al reasentamiento, como la de (Partridge, 2000)
quien ve que el reasentamiento no es solo físico en cuanto a la vivienda, infraestructura o adecuación
del espacio, por el contrario, implica la recuperación del sentido comunitario, el valor humano, las
formas culturales de producción y, sobre todo, de la esperanza de vida, lo que implica entonces un
cambio en las relaciones que se tejieron frente a un espacio habitacional.
Mientras que autoras como, (Echeverria y Rincon, 2000) ven que en el territorio se identifican
proyectos de desarrollo urbano asociados a los metros cuadrados requeridos, sin que se tengan en
cuenta la condición de quienes allí habitan, ni sus vidas, ni sus miedos, por lo que no se identifica el
territorio desde los códigos de quienes lo interpretan. En este sentido, el desplazamiento y cambio de
lugar habitacional, responde a órdenes de normalización y de control, tal como sucede en el
municipio, por lo que estas perspectivas son ajenas a las comunidades que se ubican sobre el riesgo y
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que se materializan en la construcción de viviendas, formuladas en el esquema de ordenamiento
territorial, el cual ya cumple algunos años, lo que implica cambios en el marco temporal y espacial.
Al respecto de lo anterior, (Serje y Anzellini, 2001) plantean que el reasentamiento es una práctica
constitutiva de un proyecto político y económico particular, así mismo, más que un problema técnico
y administrativo, es un proceso social y cultural, en la medida en que sea bien recibido por los
“beneficiarios”, pues el desarraigo es un fenómeno que se consolida. Por lo que en el reasentamiento
se abarcan diferentes dimensiones de la vida en comunidad, ampliando la perspectiva que se dispone
desde la ley 388 de 1997, en la que no se hace mayor referencia para el proceso, más que la
concepción física y administrativa.
Postdesastre: reconstrucción del tejido social y cambio en las dinámicas de uso del suelo en
Yotoco
En esta apartado, se hace una relación entre las declaratorias de riesgo y su mitigación, como
manera de habilitar suelo para uso urbano. El espacio se convierte en un elemento clave en el análisis
de los roles, de las relaciones económicas y percepciones sociales de acuerdo a la diferenciación de
ubicación y clases social. Efectivamente, el paisaje urbano por medio del hábitat ha sido el resultado
de características físicas del medio natural en el que se inscribe y de la transformación humana.
De acuerdo con (Leff, 2002), el medio es soporte físico y trama ecológica, pero también de
simbolizaciones que configuran identidades vecinales de la población que por uso cotidiano del
espacio las apropia. Materializados en la división funcional del espacio urbano y su consideración
frente a escenarios de riesgos naturales, pues hay una relación entre la estructura socio-espacial y la
estructura socio-económica y política que moldea finalmente el territorio, por lo que no deben
disociarse tales factores.
Se observa que la nueva pieza urbana representada en el barrio “Nueva Amanecer” en el municipio
de Yotoco, no se encuentra dentro de las transformadoras de la realidad, pues siguen asignando roles
a la sociedad, lo cual promueve la continuidad en la segregación espacial, pudiendo evidenciarse en la
disposición de la misma y en el manejo de las cuencas que produjeron el escenario de desastre en
años anteriores a este escrito, así como unas posibles fronteras invisibles, que tenderían a reducir los
términos de habitabilidad.
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Lo anterior se respalda con la entrevista realizada al represéntate de la secretaria de planeación y
vivienda del municipio, el cual comento que, a partir del contexto de riesgo y reubicación, las
personas quieren todas viviendas, por lo que algunos sacan provecho de ayudas humanitarias,
paternalismo y la administración. Sin embargo, el presupuesto no es suficiente, pues para la dotación
de tantas viviendas, “por ejemplo le dimos en el 2015 a 80 familias vivienda en el barrio Nueva
Esperanza en Media canoa, y ahora ultimo a 8 en el barrio Nuevo Amanecer”. Entrevista realizada al
encargado de la secretaria de planeación y vivienda. (Alex Ceballos, 2018).
Sin embargo, esta posición es contrastada con el modelo de provisión de estas ayudas, pues los
entes territoriales se encargan de proveer el predio, mientras que el ministerio de Vivienda, ciudad y
territorio construye las unidades habitacionales por lo que sí existe un manejo de usos de suelo y
especulación que no permite generar acciones integrales y para subsanar las 356 viviendas totales
que se encuentran en riesgo por inundación de acuerdo con el artículo 170 del esquema de
ordenamiento territorial.
Teniendo en cuenta esta postura, al interior del municipio de Yotoco se desarrolla una red urbana
segmentada, constituida por sectores de alto y bajo valor en el precio del suelo, lo cual modificaría los
imaginarios, estigmas y el diario vivir a partir del programa de reubicación. Esto potenciado por la
incapacidad de la administración pública a la hora de resolver los problemas de conflicto en el
municipio, por lo que el alejamiento resulta una salida rápida y una manera de “controlar” los
asentamientos informales, desarrollados actualmente en el sector conocido como “La Inmaculada” y
“Barrio de lata”.
En este punto es necesario ahondar en la producción social del espacio, en este sentido, (Raffestin,
1993) entiende las relaciones con el territorio como las manifestaciones espaciales de poder con la
presencia de actores, acciones e instituciones, las que se convierten en símbolos de la construcción,
de manera que el territorio se genera a partir del espacio y de las acciones que las personas
construyen en torno a este, por consiguiente y, como se constató el impacto del proceso de
especulación afecta las dimensiones sociales y el desarrollo urbano, evidenciado en las brechas
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sociales separadas por cuadras y calles menores y, el tipo de crecimiento de la vivienda lo cual
determinan el modelo de expansión urbana, además de potenciar la sensibilidad ante un nuevo
fenómeno extremo asociado a inundaciones súbitas, potenciadas por la ocupación del suelo.
En este sentido, el paso del rio Yotoco genera una relación con el territorio a la hora de delimitarlo
y ordenarlo, por ejemplo, al momento de construir los imaginarios urbanos del espacio que interviene
el rio. Así, a lo largo del recorrido del río, se observan viviendas en la cercanía, zonas más bajas que la
cota del rio, tuberías insuficientes y un agravante particular de asentamientos en zonas de riesgo,
como lo es la reducción del cauce del afluente, a partir del vertimiento de escombros al lecho. De
acuerdo a este panorama, las inundaciones que suceden en el municipio se deben, entre otras,
taponamiento de los canales de agua, ocupación de los caudales y sobre utilización del suelo, es decir
desastres socio-naturales.
Con lo anterior, se pone en evidencia que Yotoco no ha tenido una definición, ni una proyección
ambiental clara e integral que incluya la cuenca hidrográfica del rio, porque el territorio no tiene una
planeación prospectiva en cuanto a su ordenamiento y delimitación; además, prevalece el
utilitarismo y la percepción antropocéntrica del medio natural, el cual puede ser utilizado sobre una
“racionalidad habitacional” en pro de conseguir un techo, evidenciado en las viviendas construidas y
las obras ejecutadas por la administración que tienden hacia un mejoramiento barrial, saltándose la
legalización y sostenibilidad, así como legitimando la ocupación de estas viviendas, lo cual refuerza
los imaginarios de quienes hacen uso de este suelo, aunque la gestión se hay realizado para mejorar
la calidad de vida de estos.
El impacto de la relación entre la dinámica urbana y el territorio de la cuenca del rio Yotoco es
notoria y marca la definición funcional del crecimiento del municipio. De ese sistema hídrico
dependen sectores de la agroindustria, cultivos, vivienda etc. Por lo que los barrios “La Inmaculada,
Centenario y Diego Rengifo Salazar” se ven considerablemente afectados por el fenómeno de
inundación, recurrente a partir del régimen bimodal climático que caracteriza esta zona del país.
Al respecto de la inmaculada es de recordar un relato de una pobladora, ello con el fin de sostener
que los barrios están inmersos de unas lógicas de apropiación, además que ven el riesgo desde otras
perspectivas, asociadas al grado de consolidación territorial y a los contextos que se han vivido:
(…) hace más o menos cuarenta años llegamos con mi papá y mi mamá y esto era puro monte, mi
papá lo ayudó a quemar y compró un lote, al mismo tiempo lo hicieron más familias, por lo que esto
se empezó a poblar. En ese momento el rio no estaba tan sucio por lo que con baldes sacábamos agua
para cocinar y bañarnos. Para la luz teníamos velas y lámparas de gasolina, lo que era un peligro, pues
esas vainas se podían incendiar.
De allí, comenzó una lucha con la alcaldía para que nos reconocieran y nos dieran los servicios, la
luz fue fácil, pero al día de hoy no tenemos acueducto porque dicen que estamos en zona de riesgo;
sin embargo, en estos años no nos ha pasado algo tan grave y nosotros hemos resistido ante el rio que
se crece y le da por molestar. Hay otra cosa que si nos molesta y son los gallineros que nos dejan ese
olor tan feo y que botan cosas al rio, lo que a veces nos ponen en vilo. Pero de resto esta casa es mi
vida y me siento muy bien acá, además la gente no es peligrosa como les dijeron allá abajo, entre
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todos nos cuidamos. Entrevista a habitante del barrio La Inmaculada. María Orozco (2018).
Otra postura una habitante del barrio Diego Rengifo sostiene que:
(…) Vivo en esta casa, que no es mía, hace 7 años, pues me he desplazada de Calí, luego de
Media Canoa y llegué aquí porque no tenía a donde más ir, de estos lugares que le cuento el
agua me ha sacado. Acá vivía medio bien, pero hace dos años el rio se complicó y se me metió
por el patio y me daño algunas cositas. Yo sí tengo miedo de que se crezca o se tapone más
arriba, por allá en la Inmaculada y cuando baje me tape la casa. Entrevista a habitante del barrio
Diego Rengifo Salazar. Yolanda Pereza (2018).
De otra parte, una de los últimos sucesos importantes en el municipio se generó en mayo de 2016,
según cifras de la alcaldía se produjeron inundaciones en la Inmaculada, Santa Cruz, Diego Rengifo y
Centenario, en las que se encontraron varios damnificados, viviendas destruidas y perdida de enseres.
Así mismo, en el barrio Centenario la inundación produjo la ruptura de un tubo de agua, lo que
provocó el desabastecimiento del mismo en toda la cabecera municipal; finalmente, el evento generó
la ruptura de un puente vehicular, afectando la comunicación con las veredas.
Así mismo el plan municipal de gestión del riesgo hace mención a las medidas de reducción del
riesgo, en cuanto a intervención prospectiva, a manera de reasentamiento de población ubicada sobre
la franja del rio, así como la desmarginalización social y económica de la población reubicada, lo que
muestra cómo se combinan los dos términos de manera indiscriminada como si implicaran el mismo
trato.
Así mismo, debido a que Yotoco se está convirtiendo en un polo de desarrollo, y por estar cerca de
Calí jugando un papel centrifugador, ha significado que la cuenca se altere debido a las condiciones
geomorfológicas, hidrometereologicas y antrópicas de la utilización de suelos en su inmediaciones,
obviando la estrecha relación con el territorio de la cuenca, ya que este, además de ser fuente
proveedora, soporta las actividades productivas e integra las dinámicas socioculturales y de
construcción del territorio, en la medida en que condiciona el hábitat humano.
Para el municipio, el rio incide de acuerdo a la época del año, en situación como el exceso de
sequías, se promueven los incendios forestales y el desabastecimiento del líquido que provee al
acueducto local; y el aumento de pluviosidades, con las crecientes de quebradas alternas que afectan
el cauce del rio y rige los riesgos de avalanchas, deslizamientos y destrucción del medio natural, así
como el aumento de amenaza para habitantes en zonas vulnerables.
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Es decir, se destacan los nexos entre las fluctuaciones de orden económico, físico y social que
complejizan la gestión del riesgo como instrumento que opera en las comunidades y que debe
abordarse, sin perder de vista el carácter físico de la amenaza y vulnerabilidad antes escenarios de
fenómenos naturales, pretendiendo un hábitat para albergar, construir sus proyectos de vida.
Nuevas vías en el barrio “Nueva Amanecer”, lo que contraste con la tipología del barrio de origen
informal de enfrente. Construido post-desastre, así mismo se observa el encerramiento al cual se
someterá el área, lo que puede provocar fronteras invisibles. Fuente: este documento, 2018.
La configuración del territorio por parte de las comunidades fue influenciada por las necesidades y
las cambiantes lógicas de asentamiento que dependieron de la coyuntura de aquel momento. Para el
caso de estudio gran parte de este problema fue generado por el desplazamiento interno de grupos
poblacionales, quienes se apostaron sobre la cuenca del rio descrito como una forma rápida de
solucionar las demandas de vivienda. Por ejemplo “Barrio de lata” o la inmaculada de origen informal,
el cual se erigió con materiales precarios en suelos incompetentes sobre el caudal, lo cual
complementa la “ecuación” de la vulnerabilidad, pero que define las formas de habitar.
De acuerdo con (Janoschka, 2014) a partir de dichos movimientos inmobiliarios, se afectaron las
dimensiones sociales y el desarrollo urbano, evidenciado en el cambio de capas sociales, típico del
modelo de expansión urbana y de hábitat, además de potenciar la sensibilidad ante un nuevo
fenómeno extremo potenciadas por la ocupación del suelo, como un factor antrópico, para clases con
menor capacidad adquisitiva que fueron reasentados luego del desastre, pero que el suelo donde se
encontraban era susceptible de mitigación y posterior ocupación a un mayor precio, por medio de
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la intervención en el uso del suelo y de obras de ingeniería para la contención de inundaciones.
Vivienda entregada para reasentamiento, lo visible en la imagen son los utensilios recuperados de
la antigua vivienda demolida, lo cual demuestra los fuertes lazos con el espacio. Fuente. Este
documento, 2018.
Como apéndice, el hábitat es una integración de la vida familiar con las formas en sociedad,
comprendiendo también condiciones climáticas, geográficas, morfológicas, históricas, políticas, etc.,
lo cual se relaciona con la vivienda en cuanto al espacio, pues este representa la calidad de vida y la
identidad del habitante. Así pues, el impacto del proceso migratorio al interior de la ciudad y su
posterior evolución no se limitó solo a la explosión demográfica y económica, sino que afectó las
dimensiones sociales y el desarrollo urbano, evidenciado en la especulación, la cual ha determinado
el modelo de expansión urbana en el municipio.
Conclusiones
La gestión del riesgo por medio del reasentamiento modifica los modos de habitar humanos que
expresan tanto valores culturales, como unos ideales respecto a las pretensiones de los habitantes, la
vivienda y la calidad del espacio próximo, pues es a partir de la población que se tejen las distintas
categorías socio-espaciales, también del crecimiento mismo de la ciudad y de la cual la
administración vela por su mantenimiento de fronteras y provisión de servicios.
Teniendo en cuenta lo anterior, las diversas situaciones que se asocian a la ubicación geográfica,
social y económica, inciden de manera trasversal en la adopción de alternativas frente al riesgo, como
se resaltó anteriormente, en las formas de adecuar el espacio y construir las viviendas, lo cual puede
coincidir con la tipología espacial de los asentamientos y las relaciones que establece cada lugar con
los centros urbanos próximos, es decir las conexiones intra e inter urbanas, ya que la construcción
social del hábitat plantea las relaciones y maneras de cohesión para la disposición de viviendas y vida
en comunidad.
De acuerdo a lo presentado a lo largo del documento, se plantea una reflexión sobre las dinámicas
endémicas del territorio, las relaciones sociales y administrativas, lo que terminan por moldear las
percepciones del riesgo e imaginarios urbanos. Para el caso de estudio, las influencias del modelo de
construcción y provisión de vivienda ha marcado el rumbo en las zonas afectadas por la inundación,
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pues se traslapa con las percepciones diferenciales sobre los riesgos que tienen los habitantes, así, se
enfrentan a problemas de vulnerabilidad social, con asentamientos en zonas de amenazas por
inundación y remoción en masa, asumiendo además la posición que la vivienda per se y de manera
autónoma produce hábitat y en otras se da mayor cabida a las economías locales, pero también
obviando las relaciones e imaginarios sociales.
Entonces, la gestión local debe entender los imaginarios y procesos socio-históricos que han
ocurrido en el territorio, por ejemplo, en las visitas a campo, para algunos habitantes el riesgo no
existe, porque el fenómeno no es amenazante y porque su vida ha girado en torno a esa porción del
espacio. Por lo cual, se debe generar empoderamiento de la organización y la apropiación del
territorio, y procesos de corresponsabilidad para el monitorio y diseño de alertas, así mismo tener un
enfoque interdisciplinario que reconozca las múltiples relaciones físicas y poblacionales, una
concepción de la naturaleza con sus dinámicas particulares y la posibilidad de un nuevo conocimiento
sobre el territorio con proyección hacia la construcción de procesos resilientes.
Ahora bien, con el incremento de la población sumado a los errores de planificación en los
proyectos de vivienda se ha constituido un problema crítico para la administración, lo cual se
pretende mitigar. No obstante, aún no hay una intervención acorde a las dinámicas de las ubicaciones
geográficas y las especificidades del territorio, dado que el crecimiento urbano trae consigo el
incremento en el número de habitantes, gasto público, saturación del suelo y otras externalidades
que dificultan aún más el actuar del Estado.
Finalmente, el abordaje amplio sobre el territorio, sus características y las formas de acción sobre
éste y la población, permitirán lograr una gestión prospectiva del suelo urbano, comprendiendo las
dinámicas poblacionales y generación de hábitat previa y posterior a la ocurrencia de un fenómeno
natural; teniendo en cuenta cómo eran las características en la ocupación y tenencia, así como los
periodos de recurrencia y retorno del fenómeno, para considerar si es viable o no el reasentamiento,
teniendo en cuenta los factores que se congregan con el hábitat humano (Yori, 2015) entiendo este
último como el medio geofísico donde habita una comunidad.
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