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EJE 01

TITULO

Impactos psicosociales por proyectos


hidroeléctricos

RESUMEN
Autor: Katerine Ramírez Hernández

El presente trabajo consiste en una investigación en curso que pretende conocer los impactos
psicosociales de las víctimas que han sido desplazadas forzadamente por los proyectos
hidroeléctricos de Betania, zona centro del departamento del Huila en el municipio de Yaguará y
la hidroeléctrica del Quimbo, ubicada al norte, específicamente el caso de la vereda San José de
Belén del municipio del Agrado, entre los años 1981 al 2018. Es así que se examina la relación
entre el desplazamiento forzado que ocasiona la construcción de los proyectos hidroeléctricos
que generan las políticas extractivas, y los impactos psicosociales que afectan al bienestar
comunitario de las poblaciones en estos territorios; en este caso en el Huila que por su ubicación
estratégica cuenta con muchas riquezas biológicas y sociales, que se han visto amenazadas.

Palabras claves: Desplazamiento forzado, Territorio, Impactos Psicosociales, Territorialidades,


Desterritorialización.
DEL AUTOR

Psicóloga egresada de la Universidad Surcolombiana, Maestrante en Conflicto, Territorio y Cultura


de la misma Universidad. Integrante del grupo de investigación In-Sur-Gentes, donde ha trabajado
desde la línea de investigación Paces, Conflictos Socioambientales y Nuevos movimientos
Sociales. Correo: cateramirez957@gmail.com
Habitar el SUR GLOBAL con justicia Socio-Territorial
TITULO
Impactos psicosociales por proyectos
hidroeléctricos
Autor: Katerine Ramírez Hernández

La construcción de represas en todo el planeta empezó a desarrollarse durante el siglo XX, fue así
que en ese periodo los proyectos hidroeléctricos tuvieron mucha acogida. McNeill expreso que Lenin,
Franklin Rossevelt, Nehru, Deng Xiaoping impulsaron proyectos hidráulicos masivos en la URSS,
Estados Unidos, India y China. Se consideraba que fomentar la construcción de estas obras era una vía
hacia un poder o una prosperidad mayor. Fue así que entre las décadas de los setentas y los noventas,
se dio un auge en la construcción de represas en todo el planeta.

La Comisión Mundial de represas (CMR), en su informe “Represas y Desarrollo” expreso que:

“Entre 40 y 80 millones de personas habrían sido desplazadas en el mundo durante el siglo


XX a causa de las represas; tal situación constituye un lesivo impacto social, ambiental y
cultural que los empresarios de las represas y diversos gobiernos, a través de discursos y
engaños, han invisibilizado durante décadas.” (Citado en Soler y Urrea, 2007, p. 115)

La implementación del modelo neoliberal ha implicado la ampliación de las lógicas económicas, es


decir el desarrollo económico depende de la internacionalización de la misma. Este nuevo paradigma
y sus orientaciones determino el modelo de desarrollo de América latina, sin tener en cuenta sus
realidades y la de los países en “vía de desarrollo”.

“En la actualidad hay proyectadas o en construcción más de 300 grandes represas en el


hemisferio, la mayoría de las cuales están o podrían generar éstos impactos negativos… de no
aplicarse los correctivos necesarios para la planeación, construcción y desarrollo de grandes
represas, éstas podrían deteriorar la calidad de vida, aumentar los niveles de pobreza, y agravar
la situación de los derechos humanos y del ambiente para miles de personas y comunidades, en
su mayoría ya en situación de vulnerabilidad ( AIDA, 2009, p.12-13)

En el caso de Colombia en los años ochenta se extendió la concepción de que a partir de la


construcción de hidroeléctricas llegaría el desarrollo al país. A partir de entonces Colombia entra en
discusión sobre la política de inversión extrajera ya que inicia un proceso de internacionalización de
la economía. Con el gobierno del expresidente Gaviria, se da paso a la apertura económica del modelo
neoliberal de la globalización. El país se estaba articulando a las lógicas globales económicas,
implicando esto la mercantilización de la naturaleza.

Por consiguiente el modelo de desarrollo neoliberal y capitalista actual, exige la construcción de


megaproyectos, los mismos que han venido provocando desplazamientos a nivel mundial, desde el
siglo XX, hasta el momento, porque una de las características precisamente de dicho modelo es el
despojo.
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“En Colombia, las represas construidas han desplazado a miles de personas, gran parte de
las cuales ha tenido que abandonar su actividad económica tradicional para realizar formas
indignas de trabajo a fin de sobrevivir. Diversas comunidades rurales se han visto obligadas a
migrar a las grandes ciudades, engrosando las filas de desempleados o convirtiéndose en
vendedores ambulantes, obreros o personas en situación de calle. Esto se evidencia claramente
con la construcción de las hidroeléctricas Urrá I, El Quimbo e Hidrosogamoso, entre otras, tras
la cual cientos de campesinos, pescadores e indígenas debieron transformar sus costumbres,
tradiciones y proyectos de vida”. (Citado en Composto y Navarro, 2014, P. 224)

La política energética heredada por el Gobierno de Uribe enmarcadas en las locomotoras del
desarrollo, especialmente la locomotora minero energética, la incluyó también el Ex¬¬presidente
Santos en su plan de gobierno, donde le dio continuidad a dichas “Locomotoras del crecimiento”. Las
bases del Plan Nacional de desarrollo 2018-2022 del actual presidente Duque, no es extraño
encontrar propuestas de un desarrollo minero-energético con supuesta “responsabilidad ambiental y
social” que “dinamizará el sector minero energético creando las condiciones que potencien la
producción actual de recursos e impulsen el aumento de la exploración” (P.560)

Ahora en cuanto a la realidad del departamento del Huila, los proyectos hidroeléctricos de Betania
(CHB) y el Quimbo (PHQ), son las únicas que hasta el momento han sido construidas en el Huila, son
propiedad de la misma empresa “Emgesa”, desde que se adelantaba la licitación para la construcción
de Betania, se estaba tramitando los estudios de prefactibilidad para el Quimbo. (Revista Trimestral
Huila, 1980). La presente investigación se centra en ambas represas y los impactos psicosociales que
generaron estas dos obras. En el departamento además se visiona la construcción de megaproyectos,
que han sido formulados en el Plan Maestro de Aprovechamiento del Río Magdalena donde se
proponen la implementación de 50 pequeñas centrales hidroeléctricas y siete represas adicionales a
las hidroeléctricas de Betania y el Quimbo.

Para el desarrollo de esta investigación se han establecido tres categorías claves de análisis:
Territorio, desplazamiento forzado e impacto psicosocial. El territorio será entendido no
simplemente como el espacio físico en el que se materializa un proyecto, como lo plantea el sociólogo
(Morales, A. 2014)

Sino que juega un papel fundamental en la identificación de los seres humanos como
individuos pertenecientes a una historia, a un colectivo, a unas determinadas costumbres y
tradiciones. Esta noción de territorio depende en gran medida de la relación que posee una
comunidad con la naturaleza y de las experiencias sociales vividas con la misma (Ardila, 2005).
Es una noción más local que se evidencia claramente en la experiencia y en la forma en que los
campesinos viven el territorio y la territorialidad, construyendo normas y formas de vida de
acuerdo con su tradición, historia, y economía. No es una noción compatible con la que tienen
los macroproyectos en nombre del desarrollo” (P.23)

Se reconoce además que el territorio debe ser concebido como producto del movimiento
combinado de desterritorialización y de reterritorialización. Se comparte la posición de Rogério
Haesbaert, geógrafo brasileño quien examina la interrelación de territorialización y
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desterritorialización, la territorialidad y la identidad, el cual señala que;

“En general los grupos hegemónicos se territorializan más por dominación que por
apropiación, mientras que los pueblos o los grupos más subalternizados se territorializan
mucho más por apropiación que por dominación. En efecto, estos últimos pueden no tener la
dominación concreta y efectiva del territorio, pero pueden tener una apropiación más
simbólica y vivencial del espacio” (p.27)

Siguiendo esta misma línea comparto la posición del profesor Gustavo Montañez Gómez, el cual
plantea que “las territorialidades se crean, recrean y transforman históricamente en procesos
complejos de territorialización o desterritorialización, impulsados a través de mecanismos
consensuados o conflictivos, de carácter gradual o abrupto”. (Montañez. 2001. p. 22). Es así que
entiende que los procesos de territorialidad se entienden como "el grado de control de una
determinada porción de espacio geográfico por una persona, un grupo social, un grupo étnico, una
compañía multinacional, un Estado o un bloque de estados" (Montañez, 1998).

Y es que precisamente las diferentes políticas minero energéticas han provocado conflictos
socioambientales¹ debido a los intereses por la minería, la construcción de hidroeléctricas o cualquier
otra forma de exploración y explotación de la naturaleza. En los conflictos socio-ambientales
participan tres actores: Empresas (Corporaciones Trasnacionales), Estado, y actores sociales
(Fontaine, 2004), presentándose una disputa de intereses.

Colombia es el segundo país con más conflictos ecológicos (con 122 casos) a nivel mundial, sólo
después de la India (249 casos), según el Atlas Global de Justicia Ambiental. A la par estos conflictos
han generado desplazamientos en las comunidades que habitan estos territorios.

Por todo ello se ha venido generando una ruptura con la idea clásica del desplazamiento como
consecuencia del conflicto armado. Salazar, S., Barreiro, E., Fernández, M., & Vargas, M. (2012),
señalan que “debido al desarrollo que se ha venido dando en Colombia y el mundo entero el concepto
de desplazamiento debe ampliarse y reconocer también a las personas que han sido afectadas por los
procesos de industrialización en vista de nuestro sistema económico capitalista, ya que solo
reconociendo este tipo de problemas se podrán tomar medidas preventivas y de reparación” (P.44)

Asimismo, Pulido, A. (2014) destaca que “se podría afirmar que hay un desplazamiento forzado en
el proyecto hidroeléctrico El Quimbo por la situación de violación masiva de derechos humanos. Se
ha violado el derecho a la participación política, el derecho a un ambiente sano y el derecho a la
alimentación, entre otros. Aunque se han planteado mecanismos por parte del Estado, que
implicarían garantizar los derechos de las víctimas, estas garantías han sido más formales que reales”.
(P.103)

Ambos casos PHB y PHQ deben ser concebidos de la misma manera ya que “el desplazamiento

¹ “Los conflictos socio-ambientales como un tipo particular de conflicto social, caracterizado por ser dinámico, continuo, situado históricamente,
es decir temporal, que se expresan en el ámbito público y que implica acciones colectiv as en las que personas, grupos de personas y/o grupos
corporativos trasnacionales entran en disputa. (Santandreu & Gudynas, 1998) (Sabatini & Sepúlveda, 2002) (Sabatini, 1997)”
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forzado se produce desde el momento en que se anuncia la ocupación de grandes extensiones de


tierra para la instalación de los megaproyectos y su entrada en operación, obligando a la población
que habita el área de influencia del proyecto a abandonar la zona (Dussán, P.68)

En esa medida, se inicia a hablar de “relocalizaciones para el desarrollo” y no propiamente de


desplazamiento, Michael Cernea, reconocido académico que elaboró las políticas de reasentamiento
para grandes proyectos de desarrollo del Banco Mundial, dice que el desplazamiento “se trata de algo
inevitable e inherente al ‘desarrollo’, y el académico chino Shi Guoqing, plantea que el
desplazamiento a causa de los megaproyectos de desarrollo es inevitable, hay que tecnificarlo,
denominarlo ‘reasentamiento’ y llevarlo a escalas industriales” (Pulido, A. 2014.p.30). De manera
que son estas posturas que deben ser cuestionadas y replanteadas ya que bajo un discurso
desarrollista se justifica el desplazamiento, y del cual no se quiere hablar precisamente en esos
términos porque se pretende naturalizarse como un efecto del “desarrollo”.

Fuera de ello se genera desplazamiento forzado porque el Estado bajo la figura jurídica de la
“utilidad pública y el interés social” legitima la expropiación y la construcción de estas obras. Existe
violación a los DDHH y los DESCA (Derechos económicos, sociales, culturales, ambientales). El
desplazamiento forzado ha sido responsable el Estado, los desalojos fueron realizados sin garantizar
el protocolo establecido en la ley, existe un carácter arbitrario y obligatorio, se emplean medidas de
represión con el uso excesivo de la fuerza. “No se trata de simples afectados, objetos de transacciones
económicas, según las empresas, sino de “víctimas del desarrollo” debido a la destrucción de los
medios de vida y por el desplazamiento al que se someten de manera forzada”. (Dussán, P.68), la
presión a las comunidades para que vendan sus tierras.

Son muchas las consecuencias que generan en las comunidades incluso previo a la construcción de
estas obras, es por eso que esta investigación comprende que existen impactos sentidos previos a las
fases de construcción, que tienen que ser reconocidos como un impacto en sí, porque son tan
significativos como los impactos eventuales. Inclusive el anuncio mismo de la construcción de estos
proyectos genera una amenaza dramática para las poblaciones que habitan estos territorios.

Un elemento que permite identificar el impacto a nivel psicosocial, como refiere la psicóloga Gloria
Amparo Camilo de la Corporación AVRE, es:

Su incidencia en las redes familiares y sociales. El cambio a este nivel permite reconocer la
fragmentación a raíz del deterioro o las rupturas, el fortalecimiento de las relaciones
interpersonales a través del potenciamiento de lazos de solidaridad o la consolidación de
procesos organizativos (P.33)

Se parte por entender que hay que referirnos en términos de “impactos” psicosociales, en esa
medida se entenderá

que la sola palabra impacto precisa una ruptura, un cambio abrupto que produce efectos
inmediatos y a largo plazo. Cuando está unido a la palabra psicosocial, el impacto debe ser
visto en un espectro más amplio, desde lo sociocultural, como el rompimiento de redes
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sociales, canales regulares de comunicación intra y extrafamiliar, cambios en el contexto,


pérdidas y exposición a experiencias extremas, entre otros; pero también implica permear
conceptos de identidad individual y colectiva que involucran diversos aspectos emocionales .
(Jiovani; Ruiz. 2002).

Es por ello que se profundizara en las dimensiones a nivel individual, interpersonal (familiar,
colectiva y comunitaria). Salazar, S., Barreiro, E., Fernández, M., & Vargas, M. (2012). Con una
investigación que trabajo especialmente con campesinos pertenecientes a la vereda de Veracruz del
municipio de Gigante (uno de los municipios afectados por la construcción del Quimbo) “se
evidenciaron algunos síntomas como estrés, desespero, angustia y alteración del sueño, sentimientos
de melancolía y desesperanza”. (p. 97), se concluyo que no se debe seguir ignorando la condición
psicosocial y cultural de las familias víctimas de desalojo, porque “pueden presentar efectos
psicosociales que hoy se desconocen por parte de los gobernantes y los empresarios responsables de
la represa” (p.38)

Y en cuanto a la hidroeléctrica de Betania en el municipio de Yaguará reconocen que se ha dejado


por fuera “los efectos psicológicos que posiblemente se pudieron presentar por los diferentes
cambios sociales que se generaron” (P. 39) con la construcción de la represa de Betania, en esa
medida surgen preguntas como, ¿Se generaron afectaciones o impactos psicosociales? después de
más de treinta años de construida la represa, ¿actualmente la obra seguirá generando afectaciones en
las personas? y ¿cómo ha influido en la dinámica propia del municipio de Yaguará?

En esa medida, ¿Cuáles fueron los recursos de afrontamiento que elaborarían los Yaguareños
frente a la situación del desplazamiento? Si las consecuencias de Betania hicieron que la población
finalmente se adaptará, cuáles fueron sus respuestas adaptativas y cómo vivieron ese proceso,
entendiendo que la adaptación en si misma implica una afectación. ¿Existió la capacidad por parte de
la empresa de restituir las condiciones de vida de esta población? Estas dudas también aplican para
las comunidades afectadas por el Quimbo, específicamente el caso de la vereda de San José de Belén,
después de cinco años de haber sido desplazados a la vereda la Galda, cómo han afrontado la
eventualidad del desplazamiento.

Estos interrogantes y los impactos ya conocidos por la construcción de estas hidroeléctricas


resultan permitentes abordarlos para entender no sólo como el territorio se ha configurado, sino
también como las realidades de las comunidades que no han sido contadas más cercanamente han
sido transformadas. Como concluyen en su investigación Salazar, S., Barreiro, E., Fernández, M., &
Vargas, M. (2012), “no importa que a estas familias se les ofrezca restitución de la vivienda, si se
ignora su condición psicosocial y cultural, el brusco y dramático cambio en sus hábitos y prácticas
cotidianas y laborales”. (P.13) de manera que se debe seguir esclareciendo de una forma más
profunda sobre los impactos que genera este tipo de desplazamiento, comprender estas experiencias
previas para tomarlas como referentes y repensarnos como Huilenses sobre el futuro que le depara al
departamento y la posición ética y política que asumiremos con las futuras represas que han sido
proyectas construirse en nuestro territorio, y por supuesto que seamos de igual forma un referente
para las realidades mismas por las que están atravesando los demás departamentos del país.
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Aida (2009). Grandes represas en América, ¿peor el remedio que la enfermedad? Principales

BIBLIOGRAFIA
consecuencias ambientales y en los derechos humanos y posibles alternativas
Camilo, G. (2002). Impacto psicológico del desplazamiento forzado. En Efectos psicosociales y
culturales del desplazamiento. (pp.27-40). Bogotá. Universidad Nacional de Colombia.
Comisión Mundial de Represas. (2000).Represas y desarrollo, un nuevo marco para la toma de
decisiones. El reporte final de la comisión mundial de represas
Composto, C., Navarro, M. (2014). Claves de lectura para comprender el despojo y las luchas
por los bienes comunes naturales en América Latina. En Territorios en disputa despojo
capitalista, luchas en defensa de los bienes comunes naturales y alternativas
emancipatorias para América Latina. (pp. 33-75). México: Bajo tierra ediciones.
Dussán, M. (2017). El quimbo: Extractivismo, despojo, ecocidio y resistencia. Libro. Planeta
paz
Jiovani, F., Ruiz. S. (2002). Impacto psicosocial del desplazamiento forzado en jóvenes.
“Construyendo en Colombia nuevas formas de esperanza”. En Efectos psicosociales y
culturales del desplazamiento. (pp.181-208). Bogotá. Universidad Nacional de Colombia.
Montañez, G., Delgado, O. (1998). Espacio, territorio y región: conceptos básicos para un
proyecto nacional. (pp. 121-134). Revista del Departamento de Geografia. Bogotá.
Universidad Nacional de Colombia. Recuperado de:
https://acoge2000.homestead.com/files/Montanez_y_Delgado._1998.pdf
Montañez, G. (2001). Espacios y territorios. Razón, pasión e imaginarios. Bogotá. Universidad
Nacional de Colombia. Recuperado de:
http://www.bdigital.unal.edu.co/33/2/352_-_1_Prel_1.pdf
Pulido, A. (2014). Susurros del magdalena. Los impactos de los megaproyectos en el
desplazamiento forzado. Investigación de la Comisión de ayuda al refugiado en Euskadi
(Cesar-Euskadi)
Salazar, S., Barreiro, E., Fernández, M., & Vargas, M. (2012). Efectos psicosociales en personas
desplazadas por construcción del megaproyecto hidroeléctrico el Quimbo (tesis de
pregrado). Universidad Surcolombiana, Neiva, Colombia.
Soler, J., Urrea, D. (2007). Entre la inundación y el desplazamiento. Revista Ecología Política
https://www.ecologiapolitica.info/?p=5880

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