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NORMANDÍA Y SU LEGADO VIKINGO

Fermín Valenzuela Sánchez

Una de las regiones más interesante en la Historia de la Edad Media es Normandía,


situada actualmente en Francia. En esta región se formó uno de los ducados más
poderosos de toda Europa y el mundo mediterráneo, al pasó de ser un asentamiento
escandinavo en tierras francas a ser capaz de conquistar el trono inglés y crear reinos en el
sur de Italia, Sicilia y Tierra Santa. Ese origen escandinavo es el centro de interés de este
breve trabajo, donde se hablará de sus raíces vikingas, cómo fue evolucionando el ducado
al contacto con el mundo franco para formar la cultura normanda, la pervivencia de ese
origen nórdico dentro del territorio y el legado que dejó la cultura vikinga en Normandía.

Historia de Normandía

La llegada de los vikingos a Francia

Los primeros ataques vikingos a tierras galas se produjeron en la primera mitad del
siglo IX. El primer ataque continental se produjo en el año 820 en la zona del río Sena, de
acuerdo a los Annales Royales de Eginardo. En ellos se habla de que el asalto fue obra de
pueblos venidos de Nordmannia, término que referencia a Escandinavia.
En mayo del año 841, una flota remontó el río Sena y saquearon Ruan y las abadías de
Saint-Ouen y Jumièges. Éste fue el primer ataque importante a las tierras francas, aunque
ya habían sido asaltadas anteriormente por los escandinavos las islas de Ré y de
Noirmoutier, cerca de la costa gala. Sin embargo, es a partir de ese año cuando los
escandinavos iniciaron una larga serie de ataques al interior de Francia remontando el
curso de los ríos Canche en 842, el Loira en 843 y el Garona en 844.
El siguiente asalto por el río Sena, y uno de los más famosos asaltos, tuvo lugar en 845
por un jefe vikingo al mando de 5.000 hombres llamado en las crónicas posteriores
Ragneri, el cual ha sido identificado con el famoso líder vikingo Ragnarr Loðbrok. En este
ataque, los vikingos llegaron a asediar la misma ciudad de París, ante lo cual el rey franco
Carlos el Calvo tuvo que negociar un fuerte tributo para conseguir levantar el asedio, 7000
libras de plata.
Los ataques a tierras francas no dejaron de sucederse sin apenas encontrar resistencia
por parte de la población debido a la crisis que atravesaba la región después de la
desmembración del Imperio carolingio en varios reinos menores. Algunas ciudades fueron
saqueadas en numerosas ocasiones como la ya mencionada Ruan, que fue saqueada más
de cinco veces, y París, la cual se convirtió en el centro de numerosos asedios e intentos de
saqueo, más de cuatro, como el ya mencionado anteriormente y el realizado entre los años
885 y 886 a manos de un líder vikingo llamado por los francos Sigfrid y que podría haber
sido el rey de Dinamarca.
Ante esta situación se hacían necesarias tomar medidas drásticas para impedir nuevos
ataques por el Sena, el cual se había convertido en una vía fluvial muy utilizada por los
vikingos antes y después del asedio de París del 885. Aunque en Inglaterra el rey (san)
Alfredo de Wessex había conseguido frenar la conquista completa de la isla, pero sin
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poder evitar que una buena parte de la isla quedara en manos vikingas; en Francia se optó
por otra política: conceder tierras a los atacantes para que se asentaran en una región que
pasaría a llamarse Normandía.

La instalación de los vikingos: Normandía

La versión de Dudón

El cronista de los orígenes de Normandía, el clérigo Dudón de San Quintín, que vivió a
finales del siglo X y principios del siglo XI, hizo una narración de cómo se había fundado el
ducado. El rey Carlos III el Simple mandó una embajada al líder vikingo en Francia,
Rollon, llamado en las crónicas vikingas Hrólfr el Paseante. A través de esta embajada el
rey ofreció las tierras cercanas a la desembocadura del Sena, en la región conocida como
Neustria, y sus ciudades como Epte, Oise, Ruan, Évreux, Lisieux, etc. donde se convertiría
en señor feudal. Además, ofreció a su hija Gisela como esposa, aunque aún fuera casi una
niña. A cambio debería bautizarse, como ya había hecho el sitiador de París Weland en el
reinado de Carlos el Calvo, y proteger la desembocadura del Sena para que ningún barco
vikingo subiera por el río y atacara la capital franca.
Rollon aceptó la oferta y el 11 de julio del año 911, en la localidad de Saint-Clair-sur-
Epte, a medio camino entre París y Ruan, se firmó el foedus o tratado entre ambos. Sin
embargo, quien realizó el acto de besar el pie del rey como señal de vasallaje lo hizo un
compañero de Rollon, Skimir para que aquel no tuviera que hacer ese gesto humillante
para la cultura escandinava. No obstante, tuvo lugar una curiosa anécdota y es que para
besar el pie sin arrodillarse, Skimir levantó el pie de Carlos III para acercarlo a su boca.
Días después se hizo público que el nombre de cristiano de Rollon sería Roberto y también
se casó con Gisela.

La versión reconstruida a partir de las fuentes

Después de la desintegración del Imperio Carolingio, iniciada ya durante el reinado de


Ludovico Pío, sucesor de Carlomagno, el reino de los francos occidentales se encontró
fragmentado en numerosos señoríos feudales. Por encima de éstos se situaba el rey franco,
aunque su autoridad era escasa, convirtiéndose de facto en un señor feudal más. Este
momento de crisis y debilidad del reino fue bien aprovechado por los vikingos, realizando
incursiones que debilitaban aún más el poder del rey por la zona noroccidental del reino,
cerca de París. Por eso, la cesión del rey Carlos el Simple a los vikingos no fue más que el
reconocimiento de iure de una realidad, que los francos no podían resistir los ataques
escandinavos. No obstante, el rey franco conservaba cierta autoridad en la zona, pues en
905 era capaz de entregar unas tierras a su canciller.
El tratado buscaba la salvaguarda del reino frente a nuevos ataques vikingos y su
integración en el reino por medio de la cristianización. La prueba documental más cercana
en el tiempo a este pacto es una donación hecha en 918 por el rey a una abadía de tierras
procedentes de una abadía que estaba en tierras concedidas a los normandos para la
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salvaguarda del reino 1 . En ese periodo entre 905 y 918 podemos datar, por lo tanto, la
creación de Normandía por la cesión hecha por el rey Carlos el Simple a Rollon.
En el pacto entre ambos se ve claro que el rey franco quería que Rollon, y sus sucesores
defendieran el reino de posibles ataques. El monarca podría ejercer su soberanía sobre la
región, el fisco y los dominios reales y las abadías situadas dentro de sus dominios. Por su
parte, el jefe de Normandía, después de jurar fidelidad al rey, disfrutaba de toda la
soberanía en su territorio, e incluso contaba con derechos cedidos por el monarca sobre los
obispos.
Para la formalización de este acto fue fundamental la conversión de Rollon y sus
hombres al cristianismo una condición impuesta por Carlos el Simple. El bautismo de
Rollon tuvo lugar en los primeros meses del 912 y el oficiante fue el arzobispo de Ruan
Witton, quien le puso como nombre cristiano Roberto. Sobre la sinceridad de la conversión
hay algunas discrepancias entre las fuentes, pues si para el cronista Guillermo de
Jumièges, fue sinceramente cristiano hasta su muerte, Adémar de Chabannes, afirma que
al final de su vida hizo una serie de sacrificios en honor de los dioses vikingos.
A pesar de las inexactitudes de Dudón, se pueden encontrar elementos históricos y que
todos apuntan a que en estos momentos nació Normandía con el fin de proteger al reino
de los asaltos escandinavos y que su primer jefe aceptó el cristianismo para sellar el pacto.
Su nombre procede de uno de los términos con los que eran conocidos los vikingos en
Europa: northmanni, es decir, hombres del norte.

Las Normandías frustradas

Antes y después de la fundación del ducado de Normandía, hubo otros intentos de


asentamiento en tierras del reino franco por parte de los vikingos. Una primera
oportunidad se presentó en 882, cuando el emperador Lotario II ofreció la región de Frisia
a un líder vikingo llamado Godfrid y la mano de su hija, Gisela, además del bautismo. Sin
embargo éste fue asesinado al poco tiempo. Hubo otro grupo de escandinavos que buscó
asentarse en el valle del Loira, e incluso recibieron la ciudad de Nantes como capital en
921. Sin embargo, este intento tampoco no fructificó. Un último intento se produjo en el
valle del río Somme con un grupo comandado por el vikingo Weland, que aceptó
bautizarse y prestar homenaje al rey franco, y como pasó con Godfrid, fue asesinado.

La formación del ducado

Organización territorial

Rollon instaló su capital en la ciudad de Ruan, la cual, como ya se ha dicho, había sido
saqueada varias veces por los vikingos. Muy pronto fue conocida como la "ciudad de los
daneses", pues muchos de los colonos vikingos que se asentaron en Normandía procedían
justamente de Dinamarca. Los recién llegados se fueron asentando por distintas ciudades,
algunas de las cuales habían sido arrasadas anteriormente durante los saqueos de los

1"...excepto la parte de las tierras de la abadía que Nos hemos concedido a los normandos del Sena, esto es, a
Rollon y sus compañeros [comitibus], por la defensa del reino [pro tutela regni]" (Van Houts, 2000).
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vikingos y fueron reconstruidas. Aunque llegaron bastantes colonos, sin embargo eran
minoría en una región poblada por francos principalmente, y también por bretones en la
zona occidental cercana a la península de Bretaña.
Hay varias áreas en Normandía donde la presencia nórdica fue especialmente intensa.
Las más importantes son el país de Caux y el norte de la península de Cotentin, donde se
ve una colonización escandinava muy importante, en torno a las ciudades de Ruan,
Bayeux y Cherburgo. Los siguientes más ocupados por los recién llegados fueron
Roumois, los cursos bajos de los ríos Risle y Orne y la zona costera. Las áreas interiores
tuvieron una población mayoritariamente franca. Los vikingos no buscaron hacer tabla
rasa en Normandía, prefirieron adaptarse a las características ya presentes del terreno y a
los poblamientos existentes.
A nivel organizativo se ve cómo los escandinavos fueron aceptando paulatinamente el
modelo franco. En un principio, Rollon se valía de ambos modelos, de manera que ante el
pueblo vikingo aparecía como un jarl tal y cómo se concebía en Escandinavia, y ante los
francos conservaba el sistema carolingio, que aparecía más desarrollado que el primero.
Ambos modelos convivieron hasta que con Ricardo II fueron abandonados y Normandía
abrazó firmemente el feudalismo europeo. Esta conservación de la herencia carolingia hizo
que se mantuviera prácticamente intacta la división realizada en Normandía, de manera
que en la época del ya mencionado Ricardo II, recibían los nombres de Sarnes, Hagas,
Balteis, Helgeres y Rosthelnensis; y que también se mantuvieran los impuestos de época
carolingia. La aceptación de la herencia franca llevó a adoptar títulos nobiliarios y
conseguir que Normandía obtuviera la categoría de ducado.

¿Ducado, condado o marca de Normandía?

Aunque a lo largo de la comunicación se habla del ducado de Normandía, sin embargo


se trata de una imprecisión, al menos al utilizarla con respecto a las primeras décadas. El
primero en hacer uso de ese título es Ricardo I en un documento encontrado en Mont-
Saint-Michel, en el cual aparece nombrado como "Ricardus gratia Dei dux". Fue más
utilizado por aquel y su hijo, sin embargo, el título carolingio de conde de Ruan, y
posiblemente también por Rollon y Guillermo; así como el de marques, el cual mostraba el
papel que Rollon y sus sucesores como defensores del Sena frente al ataque de los
vikingos. No obstante, desde que los duques de Normandía pasaron a ostentar este título
lo aplicaron de manera retroactiva a todos sus predecesores, como muestra, por ejemplo,
la inscripción en latín que hay en el sepulcro de Rollon, donde se habla de él como primer
duque de Normandía (Normanniae ... primus dux). Se llegó a utilizar en algunas crónicas,
las sagas vikingas, el título escandinavo de jarl. Incluso en una inscripción de una tumba
se encontró una inscripción que le daba al duque Ricardo II el título de rey, aunque esto
deba ser entendido en el sentido vikingo de jefe.

La expansión de la frontera normanda

Durante los gobiernos de los dos primeros duques, Rollon y su hijo Guillermo I, se
produjo la ampliación de Normandía hasta adquirir las fronteras que tuvo durante la
conquista normanda de Inglaterra. A diferencia de la crónica presentada por Dudón,
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quien afirmaba que Rollon recibió toda la Normandía en el pacto con Carlos el Calvo, el
primer territorio normando sería más bien la región comprendida entre los ríos Epte y
Sena y el mar, la cual comprendía los pagi o provincias de Talou, Caux, Roumois y parte
de Evrecin.
La primera expansión que se hizo fue hacia el este en 924 por una cesión realizada por
el duque de Borgoña, Raúl I. Éste entregó las regiones de Lieuvin, Exmes, Séois y Bessin.
La segunda ampliación se produjo en 933, cuando los normandos consiguieron las
regiones bretonas de la península de Cotentin. Una tercera se produjo a principios del
siglo XI cuando el rey Enrique I de Francia entregó la región de Vexin. De esta manera
adquiría sus fronteras históricas, las cuales se mantenían hasta la época de la conquista
normanda de Inglaterra, tras la cual se produjo una nueva expansión el 1050 que incluyó
la región de Domfront. De esta manera Normandía incluía las siguientes regiones.
- Cotentin
- Avranchin
- Bessin
- Exmes
- Séois
- Lieuvin
- Evrecin
- Méresais
- Roumois
- País de Caux
- País de Talou
- Vexin.

Esta expansión territorial atrajo a un gran número de población, principalmente


mercaderes por la prosperidad que consiguió la región, colonos para las fértiles tierras que
allí había y una aristocracia militar. Algunos llegaron para instalarse como señores
feudales tras prestar vasallaje al señor de Normandía; otros para convertirse en
mercenarios; y otros hacían escala en sus puertos para saquear otras regiones y, más
adelante, unirse como mercenarios a otros ejércitos y partir a luchar en regiones tan
diversas como el sur de Italia y Sicilia, el Imperio Bizantino, Tierra Santa con la primera
cruzada e Inglaterra con Guillermo el Conquistador.

La tradición vikinga en Normandía

A pesar de este gran peso del mundo franco en Normandía, hay cuatro puntos sobre los
que pesó la herencia escandinava de los nuevos señores: el orden público, la familia, las
actividades marítimas y las rurales. Aunque Rollon estableció aceptó una doble legislación
franca y escandinava, la primera terminó por imponerse.
En el primer aspecto señalado, los señores normandos fueron muy estrictos en
mantener el orden en sus territorios, para lo cual se impusieron nuevas penas como el
exilio, la cual en Noruega era el castigo supremo, así como de la confiscación de los bienes.
También señalaron un nuevo delito típicamente escandinavo: la hamfara, es decir, el asalto
a una persona en el interior de su casa, y que era ignorado en el derecho franco.
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En lo que se refiere a la familia, se produjo la convivencia del matrimonio católico con la


unión more danico, la costumbre de aceptar el concubinato aunque fuera encubierto. Esto
trajo muchos quebraderos de cabeza al clero católico, que no podía aceptar semejante
costumbre. De acuerdo a esta costumbre, los hijos bastardos podían ser legitimados por su
padre y pasar a tener los mismos derechos que los hijos legítimos, como pasó con casi
todos los duques de Normandía. Los escandinavos no tuvieron grandes problemas en
casarse con mujeres francas, lo que servía para afianzar su presencia y propiciar la mezcla
con la población autóctona, visible esto en la utilización de un nombre nórdico y otro
franco dentro de la familia del duque normando. Estos matrimonios favorecieron la
integración de los nuevos habitantes en el reino franco, aunque eso no evitaría que
durante largo tiempo fueran vistos como extranjeros.
Otro campo en el que se mantuvo la herencia vikinga fue en las actividades marítimas.
Un ejemplo es el desarrollo de una legislación sobre los restos de los barcos, y más en
concreto al derecho que tuvieron los duques de reservarse los mejores objetos que llegaran
a la costa procedentes de un naufragio. También adquirieron el monopolio sobre la pesca
del esturión y de ballena, aunque ésta fuera ya una actividad practicada antes de la llegada
de los vikingos a Francia.
En el mundo rural es más difícil detectar la huella nórdica. Uno de los elementos
detectados es la utilización de una unidad de tenencia de tierras denominada mannsloth,
término que se corresponde con el nórdico mannshlutr, es decir, la parte de un hombre. El
otro elemento, más claro y de gran arraigo, fue el acre, una medida agraria utilizada hasta
el siglo XIX en Normandía que fue de origen escandinavo, akr, pero que en Inglaterra
adquirió sus características propias.

Organización militar y eclesiástica

No se tienen buenos conocimientos sobre la organización militar y naval en Normandía


en este periodo, aunque es posible detectar la realización de levas para la armada
normanda. Con respecto a las relaciones con la Iglesia tenemos más información. Es
innegable que las riquezas acumuladas en monasterios e iglesias atrajeron la atención de
los vikingos, convirtiéndose en lugares especialmente sensibles a los asaltos de aquellos.
Estos ataques provocaron incluso una profunda desorganización en la región normanda,
por ejemplo, Bayeux no pudo tener un obispo en 50 años ni Lisieux durante un siglo.
Con el bautismo de Rollon las relaciones entre ambos grupos empezaron a
normalizarse, principalmente con el clero secular al tardar más en reorganizarse la vida
monástica. El mismo Rollon realizó algunas donaciones a las iglesias de Ruan Bayeux,
Evreux y Mont-Saint-Michel, y lo mismo hizo su hijo Guillermo I. Sin embargo, se trató
más bien de restitución de tierras y bienes que había sido abandonados por los propios
clérigos por los ataques vikingos. Para finales del siglo X todos los obispos habían
retornado a sus sedes y en Ruan, por ejemplo, algunos miembros de la familia ducal se
convirtieron en arzobispos.
Sobre las prácticas religiosas en Normandía en estas primeras décadas no tenemos apenas
datos. No se han encontrado rastros de prácticas paganas aunque es probable que
hubieran sobrevivido a pesar de la conversión oficial de Rollon y de los vikingos en 912.
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Rollon

Es problemático el estudio de primer duque, Rollon. Por un lado no se conoce su


procedencia geográfica, aunque hay dos teorías al respecto: una le da un origen
escandinavo y la otra, un origen danés, esta última aceptada por la tradición de
Normandía. La primera teoría fue expuesta por el historiador islandés Snorri Sturluson,
aunque escribió entre los siglos XII y XIII. La segunda fue defendida por Dudón y el monje
cronista Guillermo de Jumièges en los siglos X-XI. Sin embargo, es prácticamente imposible
resolver este debate por las profundas discrepancias que presentan las crónicas
medievales.
No obstante, tradicionalmente se ha relacionado a Rollon con un personaje mencionado
en las sagas vikingas con el nombre del hijo de un jarl noruego llamado Rögnvaldr,
Göngu-Hrólfr o Hrólfr el Caminante, título recibido por ser, al parecer, tan alto que no
había caballo que pudiera resistir su peso. El nombre Hrólfr habría sido transcrito como
Rollon en la Europa continental, de manera que ambos personajes serían el mismo y, por
lo tanto, el fundador de Normandía. Sin embargo hay numerosas críticas por las
incoherencias en las que caen las sagas, de manera que se hace casi imposible conocer con
certeza la vida del jefe vikingo antes de aparecer en Francia.
No tenemos datos contemporáneos de las primeras décadas de su gobierno. Sin
embargo sabemos que en 924 el rey Raúl I, sucesor de Roberto I, quien había derrotado a
Carlos III el Simple, invadió Normandía, a lo cual Rollon respondió saqueando las tierras
del rey. Para lograr la paz, Raúl entregó un tributo y las regiones comprendidas entre los
ríos Charentonne y Vire. Un nuevo enfrentamiento estalló en 925 cuando los normandos
invadieron las regiones de Beauvais y Amiens, contra las cuales salió a hacer frente Hugo
el Grande, hijo del rey Roberto I, y Arnulfo I, conde de Flandes. Tampoco conocemos su
muerte, aunque habría ocurrido entre el 927 y el 932 de acuerdo a la actividad que empezó
a desarrollar su hijo Guillermo. Fue enterrado en la catedral de Ruan, en la cual se
conserva su sepulcro.

Guillermo I

El primer sucesor de Rollon fue Guillermo I Largaespada (910-942), hijo de aquel con
Poppa. En él encontramos la tensión existente entre la tradición vikinga y la franca. Por un
lado, él hablaba nórdico; aceptaba a los vikingos que venían a comerciar o a quedarse en
sus tierras y siguió la costumbre escandinava con respecto al matrimonio. Se casó con una
princesa carolingia llamada Luitgarda entre el 935 y el 940, y tomó una concubina, Sprota,
con la cual tuvo a su heredero, Ricardo.
Por otro lado, también seguía costumbres francas al declararse ya abiertamente como
cristiano y en un apartado interesante: la acuñación de monedas. Esta actividad fue
heredera de la que ya se hacía en Ruan en época del Imperio de Carlomagno antes de los
asaltos vikingos pero distinguiéndose del estilo carolingio. En ellas usó su propio nombre,
convirtiéndose en la primera vez dentro de la Francia carolingia que un noble hacía esto, a
la par que omitía el nombre del rey franco. La acuñación de moneda fue continuada por
sus sucesores, siendo a su vez una muestra del poder de Ruan y la independencia que
habían conseguido.
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Guillermo dirigió su actividad a conseguir una aceptación dentro del mundo franco.
Esto hizo que, por ejemplo, rindiera homenaje a tres reyes francos y quisiera expandir sus
tierras hacia el oeste. Como ya se ha dicho antes, A nivel político, tuvo que hacer frente a
una sublevación de algunos jefes vikingos dirigidos por un líder llamado Rioulf, aunque
consiguió acabar con ésta.
Su activa política provocó su asesinato en 942 por orden de Arnulfo I. Esto provocó una
gran conmoción entre los normandos, que llegaron a considerarlo como un santo o mártir.
Fue enterrado también en la catedral de Ruan y le sucedió su hijo de 10 años, Ricardo.

La consolidación del ducado

Ricardo I

La minoría de edad

El sucesor de Guillermo fue Ricardo I Sinmiedo (938-996), hijo encargado de consolidar


la labor realizada por sus antecesores. Con apenas diez años, tuvo que hacer frente a
amenazas internas y externas. El rey Luis IV y el duque de Francia Hugo el Grande
formaron una alianza y atacaron Normandía desde la parte norte y la parte sur, con tanto
éxito que Ricardo se convirtió en rehén del rey. Éste no supo aprovechar la oportunidad y
se ganó muy pronto la animadversión de los principales jefes normandos y la población
del lugar. Esta inestabilidad se incrementó con una nueva invasión de vikingos paganos
dirigida por un rey escandinavo llamado en las fuentes Sétric, que podría venir del
nombre Sigtryggr. Consiguió el apoyo de algunos jefes normandos como Turmod, pero
Luis IV consiguió poner en fuga a la flota vikinga que remontaba el Sena.
La situación estaba en favor del rey franco, quien llevó al joven Ricardo a su palacio en
Laon. Sin embargo la alianza entre Luis y Hugo empezó a quebrarse pues el primero se
retractó de entregarle las territorios de Evreux y Bayeux. Mientras tanto, los normandos
habían pedido la ayuda de un jefe vikingo llamado Harald, quien llegó a Normandía con
una armada aunque con el tiempo se sometió a la autoridad de los condes de Ruan.
Ambos grupos se enfrentaron y el rey acabó hecho prisionero. Éste fue intercambiado por
Ricardo gracias a la aceptación de Hugo el Grande de las exigencias de los normandos y el
joven fue reconocido como duque. Luis IV quiso resarcirse y lanzó un nuevo ataque contra
Ruan pero la ciudad resistió.

Gobierno del duque

Con un nuevo duque al frente, Normandía afianzó su independencia frente a las


injerencias de la realeza y la nobleza francesas. Como señal de los cambios que se irían
produciendo durante su gobierno y el de sus sucesores, los cuales irían marcando
distancia con la tradición escandinava, se trasladó a Fécamp, su localidad natal, que se
encontraba en una zona con una fuerte presencia escandinava y próxima al mar. Sin
embargo mantuvo los otros dos palacios: el de Ruan, por su capitalidad, y el de Bayeux,
desde donde se administraba la parte occidental de Normandía. La relevancia que
adquirió en la política franca Ricardo quedó reflejada cuando Hugo el Grande, en 956, dejo
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bajo la tutela de Ricardo a su hijo, el futuro Hugo Capeto, y le prometió la mano de su hija
Emma, con la cual se casó hacia el año 960.
Sin embargo, tuvo que hacer frente al conde de Chartres, Teobaldo I, casado con la
viuda de Guillermo I de Normandía. El conde arrebató a Ricardo la ciudad de Evreux en
962, y los normandos respondieron al ataque, para lo cual llegaron a pedir la ayuda del rey
de Dinamarca, quien atacó las tierras de Teobaldo. Esto llevó a que devolviera la ciudad
capturada en 965 y fuera reconocida la autoridad del duque sobre Normandía por parte
del rey de la Francia Occidental Lotario.
A los pocos años, al parecer Ricardo tomó una concubina, Gunnora, con quien tuvo
ocho hijos, cinco hijos y tres hija, siguiendo la costumbre vikinga. De esos hijos, uno fue su
sucesor, Ricardo II; otro arzobispo de Ruan y conde de Evreux, Roberto; y otra fue Emma,
esposa del rey Etelredo de Inglaterra. Gunnora, por su parte, pertenecía a una familia de
origen danés instalada en el país de Caux, lo que le permitió a Ricardo tener un mayor
control sobre esta parte del ducado.
Durante su largo gobierno Normandía pasó por un largo periodo de paz, aunque es
posible que hubiera algunos jefes vikingos que mantuvieran cierta independencia con
respeto al duque como muestra una moneda encontrada en Fécamp, en el cual está
acuñado el nombre de un jefe llamado Hugo el Danés. Mantuvo muy buenas relaciones
con la Iglesia, pues bajo su gobierno todas las sedes episcopales estaban de nuevo
ocupadas por sus obispos y realizó numerosas donaciones a iglesias y monasterios, los
cuales debían vivir inspirados por la regla de Cluny. Tampoco se olvidó de construir
nuevas iglesias, aunque en piedra, lo que lo distanciaba de la tradición escandinava de
construirlas en madera. No obstante, mantuvo bajo su control al clero normando.
Para afianzar sus relaciones con sus vecinos, por un lado concertó un doble matrimonio
de sus hijos, Ricardo y su hermana Havoise con los hijos del conde Conan de Bretaña,
Judith y Jorge I. Por otro lado mantuvo muy buenas relaciones con los reyes de Francia,
Hugo Capeto, e Inglaterra, Etelredo II. Con respecto al primero se convirtió en un fiel
aliado y lo asistió en algunas acciones bélicas como la lucha contra el conde Eudes de
Blois, Champagne y Chartres, hijo de Teobaldo. Con el segundo firmó un acuerdo para no
ayudar más a los vikingos daneses, que habían estado atacando las costas inglesas
continuamente.

Ricardo II

Cuando murió Ricardo I en 996 en Fécamp, donde fue enterrado en la iglesia abacial de
la Trinidad, le sucedió su hijo, Ricardo II el Bueno, quien continuó en parte la política
desarrollada por su padre. Para el momento de su ascenso estaba casado con la hija del
conde de Bretaña, con la cual tuvo tres hijos: los futuros duques Ricardo y Roberto, y
Guillermo, que se hizo monje, además de varias hijas, una de las cuales se casó con el
duque de Borgoña. Cuando su esposa murió en 1017 y Ricardo tomó una nueva mujer,
Papia, con la que tuvo dos hijos, uno de los cuales, fue arzobispo de Ruan, Mauger.
Sus primeros años estuvieron marcados por un levantamiento de los campesinos
normandos, que exigían la explotación de bosques, lagos y ciertos cursos de agua, revuelta
que aplastada por el conde de Ivry por orden de Ricardo. Éste, en sus dominios, tenía
plenos derechos y una autoridad incontestable. Al frente de las provincias puso a condes
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emparentados con la familia ducal, por vía legítima o ilegítima, especialmente en las zonas
fronterizas con el resto del reino franco: Ivry, Eu, Avranches y Exmes. Les cedió algunos
poderes pero con la posibilidad de expulsarlos y revocar su autoridad. Ruan seguía siendo
la capital, aunque Fécamp jugo también un papel muy importante para el duque.
A nivel económico, a principios del siglo XI el comercio con el mundo vikingo era muy
fluido, pues Ruan era un puerto abierto principalmente a los comerciantes nórdicos y
vikingos, quienes llegaban a a venir incluso desde el este de Europa, donde se habían
asentado numerosos grupos de varegos. La importancia del comercio queda bien
atestiguada en las monedas encontradas en Fécamp, aunque datadas del gobierno de
Ricardo I y en las normandas que se han hallado desde Inglaterra hasta Rusia. Sin
embargo al final del ducado de Ricardo II las relaciones comerciales se enfriaron pues los
normandos pasaron a preferir comerciar con el mundo mediterráneo por las
oportunidades que ofrecía, como revela el hallazgo de monedas normandas en Roma y el
sur de Italia.
También Ricardo se encargó de controlar por completo la fiscalidad directa e indirecta y
organizarla eficientemente. Esta fortaleza económica favoreció que las condiciones de vida
de la población fueran bastante buenas, pues, por ejemplo, la servidumbre no existía
dentro del ducado. Esta prosperidad también contribuyó a que el feudalismo se asentara
definitivamente en Normandía.
Dentro de la clase dirigente normanda, las grandes familias escandinavas no jugaron un
papel relevante aunque fueron muy activas en las zonas muy colonizadas por los vikingos:
el país de Caux, el norte de la península de Cotentin y los valles de los ríos Sena y Risle.
Sobrevivían también grandes familias francas anteriores a la llegada de los vikingos pero
terminaron por unirse a la nueva aristocracia escandinava.

Actividad política fuera de Normandía

El creciente prestigio de Ricardo II tuvo su eco fuera de los límites de Normandía, sobre
todo en Inglaterra y en Francia. En Inglaterra el tratado firmado por su padre y el rey se
había roto cuando los normandos permitieron a los vikingos daneses llegar a Ruan
después de haber saqueado el condado inglés de Kent. Esto activó las hostilidades entre
ambos estados hasta que Ricardo renovó el acuerdo de matrimonio de su hermana Emma
con Etelredo, que se produjo en 1002. Sin embargo, eso no impidió que el rey inglés
masacrara a daneses establecidos en la isla. El rey de Dinamarca, Sveinn, respondió
atacando Inglaterra y consiguió la alianza de Ricardo en 1003 o 1013.
En Francia, la hermana del duque, Matilde, se había casado con el mencionado Eudes,
conde de Blois, Champagne y Chartres. A la muerte de aquella en 1006 sin hijos Ricardo
aprovechó para exigir al conde la villa de Dreux, dada en dote a su hermana, por su
posición estratégica cerca de Normandía. Eudes se negó y estalló el conflicto, en el cual
tuvo que mediar el rey francés para imponer la paz. El acuerdo alcanzado entre ambas
partes hizo que Dreux quedara finalmente en manos del conde. Mientras tanto, durante
unos años Ricardo jugó un papel importante en el gobierno del ducado de Bretaña pues su
hermana Havoise había quedado viuda y con hijos menores de edad, entre ellos el futuro
duque de Bretaña Alan III.
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El proceso de paz entre Ricardo y Eudes fue acelerado por la presencia de una flota
vikinga cerca de Ruan solicitada por el duque en su ayuda. Esta expedición estaba dirigido
por un jefe vikingo llamado Lacman y el futuro rey noruego Óláfr, futuro san Olaf. Éste
había estado de expedición por las costas gala e hispana y a su vuelta visitó Normandía
para pasar el invierno. Durante su estancia Ricardo lo convenció para que abrazara el
cristianismo y consiguió que fuera bautizado por su hermano el arzobispo de Ruan,
Roberto, entre los años 1013 y 1014. Una vez más quedaba patente las todavía buenas
relaciones entre los normandos y los vikingos, hecho que volvería a quedar de manifiesto
cuando Ricardo dio la bienvenida en Ruan al skald, es decir poeta, islandés Sigvatr,
enviado al sur en una misión diplomática.
Los problemas con Inglaterra continuaban en estos momentos. Etelredo había sido
derrocado por los daneses, sus dos hijos, Alfredo y Eduardo, habían huido a Ruan, y
Emma, que había quedado viuda, se casó con el nuevo rey de Inglaterra, Canuto II el
Grande, en 1017. Las relaciones entre normandos y daneses se fueron tensando, mientras
que los hijos de Etelredo hacían buenas amistades con los hijos de Ricardo, Ricardo y
Roberto, futuros duques de Normandía.
Ricardo II seguía siendo aliado de Roberto el Piadoso, poniéndose de su lado en las
confrontaciones que tuvo éste con otros nobles como el conde de Blois, Eudes. También su
hijo y sucesor empezó a participar en las actividades políticas de su padre al intervenir en
una campaña militar realizada para vengar a su cuñado, el conde Hugo de Chalon-sur-
Saône, apresado por el conde de Borgoña.
El prestigio que consiguió Ricardo también se extendió en el campo religioso,
superando incluso a sus antecesores al conseguir establecer relaciones diplomáticas con el
papado. Consiguió que el monje y reformados italiano (san) Guillermo de Dijon viniera a
Normandía para reformar las abadías de acuerdo al espíritu de Cluny, algo que consiguió
además de lograr ponerlas bajo la autoridad directa del papa. Ricardo se mostró muy
generoso con sus donaciones a iglesias y monasterios de todo el mundo, incluso el de
Santa Catalina del Monte Sinaí. También consiguió imponer firmemente su control sobre
la importante abadía de Mont-Saint-Michel y mantener bajo su dominio al clero secular
normando gracias a su hermano.

Ricardo III y Roberto I

Ricardo III

Tras la muerte de Ricardo II en 1026, y su entierro junto a su padre en Fécamp, fue


sucedido por su hijo Ricardo III (997/1001-1027), quien apenas vivió unos meses ya que
fue envenenado. Durante su breve gobierno tuvo que hacer frente a la rebelión de su
hermano menor, quien, sin embargo, lo sucedió en el ducado con el nombre de Roberto I,
llamado el Magnífico (1004-1035). Se había casado también con la hija del rey Roberto II el
Piadoso, Adela.
462

Roberto I

Las primeras actividades de Roberto estuvieron destinadas a privar a algunos


monasterios de sus tierras provocaron que fuera excomulgado por el arzobispo de Ruan,
su tío. Tuvo que rectificar para ganarse el apoyo del clero con actividades como la
restauración del monasterio de Saint-Lô, la tercera ciudad más importante de Normandía
después de Ruan y Caen, devastado en una incursión vikinga y la construcción del
monasterio de Sainte-Trinité du Mont, cerca de Ruán, que le valieron el apelativo de "el
Piadoso". Durante su gobierno recibió en Normandía al exiliado rey Eduardo el Confesor
y ayudó al rey francés Enrique I. Finalmente, quiso hacer una peregrinación a Tierra Santa,
pero a la vuelta de ésta murió en 1035 en Nicea.

Guillermo II

Su sucesor fue su hijo bastardo Guillermo II, tenido con Arlette de Falaise. Con
Guillermo el ducado de Normandía se consolidaba como uno de los estados más
poderosos de la Edad Media. Se había ido alejando progresivamente de su origen vikingo
para adaptarse a las características del reino franco aunque desarrolló unas características
propias. Además se produjo un salto importantísimo cuando Guillermo consiguió
convertirse en rey de Inglaterra un siglo después de que Rollon tomara posesión
oficialmente de Normandía. Supuestamente había recibido del rey inglés (san) Eduardo el
Confesor, quien era su tío segundo pues la madre de éste era Emma, la hermana de
Ricardo II, la promesa de ser su sucesor, y cuando el rey Harald de Wessex se negó,
invadió y conquistó la isla. Con esto instauraba en el trono inglés la dinastía Angevina.

Legado vikingo

Aunque Normandía fue evolucionando para ir abandonando sus orígenes, el legado


vikingo consiguió pervivir por diferentes medios que ahora se pasará a exponer y que han
llegado hasta la actualidad. Este legado se puede dividir en tres campos: material, social y
lingüístico, cada uno de los cuales se irá tratando a continuación.

Legado material: los restos arqueológicos

El hallazgo de restos vikingos es complicado por su escasez y poca entidad.


Prácticamente se ciñe a armas aunque también se han detectado una construcción vikinga
y tumbas de origen escandinavo. Dentro de toda la herencia vikinga, la material es la
menos importante frente a las otras dos mencionadas.
El descubrimiento más antiguo se realizó en 1865. Se trataba de la tumba de una mujer
escandinava en Pîtres donde aparecieron dos fíbulas ovaladas de bronce. Con
posterioridad se han ido encontrando más restos de origen nórdico, muchos de ellos en el
curso bajo del Sena, en lugares como la propia Ruan, Evreux y Vernon. De entre estos
restos destacan las armas recuperadas, como por ejemplo dos espadas de hierro
encontradas a finales del siglo XIX, que presentan características vikingas del siglo X y se
encuentran en el Museo de Antigüedades de Ruan. Además contamos con otros tipo de
463

armas conservadas como hachas y lanzas, todas ellas datadas en la segunda mitad del
siglo IX y principios del siglo X. Éstos son los pocos restos arqueológicos que atestiguan las
incursiones vikingas en esta región de Francia y la virulencia que tuvieron estos asaltos.
A pesar de esta escasez, hay que destacar dos importantes yacimientos. Uno de ellos es
la fortaleza de Hague-Dike, situado en el cabo de la Hague, en el extremo de la península
de Cotentin. Aunque fue construido por los celtas que habitaban en la región entre los
siglos IX y VIII a.C., sin embargo su parte oriental fue completada por los vikingos y
utilizada, posiblemente, como base marítima en el siglo X d.C. La presencia vikinga fue tan
significativa que le dio el nombre con el que es conocido, pues la palabra Hague viene del
nórdico haka, que significa "promontorio", y Dike, de dík o dikí, los cuales se utilizan para
designar una elevación de terreno.
El segundo es la necrópolis situada en la playa de Réville, en el noreste de la península
de Cotentin. La mayoría de las tumbas son de tamaño casi rectangular, típicas de la época
franca. Sin embargo, se han encontrado otras dos tumbas con la forma del casco de un
barco; y una tercera formada por cuatro losas puestas en ángulo recto, situada en medio de
tres círculos de piedras concéntricas y con restos óseos calcinados, señalando que en este
lugar se practicó la incineración. Por sus características se ha podido constatar su origen
vikingo. Sin embargo, sólo se ha encontrado aquí un objeto, un vaso cuya forma es
semejante al de otros encontrados en Escandinavia y que actualmente se encuentra en el
museo de Caen.

Legado lingüístico: el dialecto normando

Aunque, como se acaba de ver, la presencia vikinga no ha dejado en la región de


Normandía grandes restos arqueológicos, sin embargo es detectable esa presencia por la
herencia lingüística aportada por los vikingos, especialmente en la toponimia, y que fue
asimilada dentro del langue d'oïl (la lengua de oil). Esta influencia se nota principalmente
en la fonología más que en la gramática, donde no se ve ningún influjo del antiguo
nórdico, y en el vocabulario, sobre todo en los antropónimos, topónimos y nombres
comunes. Sin embargo, no se puede conocer con exactitud el número de palabras legadas
por los escandinavos a Normandía.

Fuentes para el estudio de la lengua

Para tratar este tema es necesario conocer las fuentes en las que rastrear la lengua
normanda. Una de éstas es el conjunto de textos latinos publicados entre los siglos XI y XII
en esta región, la mayoría de los cuales son decretos de los duques de Normandía. Las
palabras del antiguo nórdico presentes apenas han sido romanzadas y su utilización da
una valiosa información sobre su significado. Además, el hecho de que los clérigos se
limitaran a adaptarlas ligeramente a las declinaciones latinas indica que se trata de
términos de uso cotidiano. En otras ocasiones mencionaban que se trataban de palabras
pertenecientes a la lengua vulgar y no al latín. Un ejemplo es la palabra fisigardum, del
sustantivo fisigard y declinado en acusativo latino; dicha palabra procede del antiguo
nórdico fiskigarðr, que significa pesquería.
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Una segunda fuente es los escritos del antiguo francés de los siglos XII y XIII, donde
aparece un gran número de palabras de origen escandinavo. Muchos de esos textos son
literarios y compuestos por historiógrafos normandos y anglo-normandos, entre los cuales
sobresale Wace, poeta normando de gran influjo en la leyenda artúrica al dar el nombre de
Excalibur a la espada del rey Arturo, con sus libros Roman de Brut y Roman de Rou. A modo
de ejemplo de términos encontrados en estos textos tenemos la palabra brant, que procede
de brandr y hace referencia a la proa del barco.
De los siglos XIV al XVI tenemos textos normandos donde se puede encontrar palabras
de origen escandinavo aunque en un número ya menor. Destaca por su representatividad
La Compte du Clos des Galées de Rouen, escrito en 1382, por la cantidad de palabras náuticas
que han pasado al francés actual como quille, derivada del sustantivo kjölr y que hace
referencia a la quilla de barco.
Son muy interesantes para este estudio las fuentes orales actuales, es decir, los dialectos
presentes en Normandía y en los cuales se ha podido detectar la presencia de decenas de
palabras de origen normando. Algunas de éstas incluso han conservado una fonética y y
un significado muy cercanos a la palabra escandinava original como el sustantivo francés
para un tipo de tiburón, ha, que deriva de hár.
La toponimia de los lugares son un indicativo muy interesante de la presencia vikinga.
Muchas palabras toponímicas aparecen precedidas por el artículo definido como Le Vicq,
que procede de vík y significa bahía, lo que indica que eran usadas corrientemente. Sin
embargo quedaron fosilizados y en algunos casos se perdieron. Sobre este tema se hablará
de manera más extensa posteriormente. Tampoco se puede olvidar el préstamo de
palabras del antiguo inglés para el mundo rural al llegar anglosajones con los
escandinavos a Normandía.

Vocabulario y fonética característicos

En el capítulo "The Linguistic Heritage of the Scandinavian in Normandy" del libro


Scandinavian and Europe 800-1350. Contact, conflict, and coexistence, la autora Elisabeth Ridel
hace una recopilación de términos de origen nórdico divididos en cuatro campos: el
marítimo, el cual es sin duda el más importante por la fuerte vinculación de los vikingos
con el mar, el relacionado con la tierra, el doméstico y el legal. De esta lista han salido los
siguientes ejemplos donde se indica en qué momento se usaba ese término para ilustrar la
huella lingüística que dejaron los vikingos en esta región francesa y que incluso ha sido
asumida por el francés actual.

Vocabulario marítimo

- isnechia y esneque [ss. XI-XII] > snekkja (barco de guerra pequeño)


- rem (dialecto actual) > rúm (cuarto para un par de remeros)
- sigle [s. XI] > segl (vela)
- havenet [dialecto actual] > hafnet (red)
- grunne [dialecto actual] > grunnr (fondo del mar)
- crique [francés actual] > kriki (cala)
- raz > rás (canal)
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Vocabulario relacionado con la tierra

- hougue > haugr (colina)


- lunda [s. XI] > lundr (arboleda)
- crax (culiblanco) > krákr (cuervo)
- delle [dialecto actual] > deild (porción de tierra)

Vocabulario doméstico

- gabber [s. XII] > gabba (burlarse)


- sairch [s. XIV] > serkr (camisa)
- heitier [dialecto actual] (estufa) > heitr (ardiente, caliente)

Vocabulario legal

- hamfara [s. XI] > heimför (ataque dentro de una casa)


- ullac (s. XI) > útlagi (criminal)

A nivel fonético encontramos algunas diferencias de pronunciación con respecto al


resto de Francia, como se muestra en los siguientes casos:
- La c latina adquirió la pronunciación [k] en lugar del sonido francés [f]. Ejemplo: cat (chat,
gato).
- Las vocales latinas ē, ĭ pasaron a tener la pronunciación [e] o [ɛ], en vez del oi francés.
Ejemplo: bère (boire, bebida).
- El sonido [ar] francés se convirtió en [er]. Ejemplo: ergile (argile, arcilla).

Breve evolución del antiguo nórdico en Normandía

Con los datos disponibles es posible conocer la evolución de la lengua escandinava en


la región normanda. Aunque los vikingos llegaron con su propio idioma y forma de
escritura, este fue perdiéndose rápidamente por su asimilación al mundo franco. Así, en lo
que respecta a las características runas escandinavas, sólo se conserva una inscripción
pero la lengua expresada con ellas es la anglosajona.
Debido a los matrimonios con mujeres francas, el idioma transmitido a los hijos fue
preferentemente langue d'oïl, dentro del cual se fueron insertando términos escandinavos
como se ha visto anteriormente. Muy pronto el antiguo nórdico cayó en desuso en
Normandía, aunque con diferencias dentro del territorio, pues si en la capital, Ruan, su
desaparición fue rápida, en Bayeux, por ejemplo, se mantuvo durante más tiempo al no
ser tan accesible a las influencias del reino franco.

Legado lingüístico: Toponimia escandinava

Cómo ya se ha dicho anteriormente, la toponimia de Normandía recoge numerosos


términos procedentes del antiguo nórdico, siendo éste un campo donde la herencia
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vikinga es especialmente rica y señalada. Además ha permitido delimitar los espacios


colonizados por los escandinavos, determinar su densidad y establecer la procedencia de
los grupos asentados. Así, se puede ver una gran concentración de topónimos
escandinavos en la península de Cotentin y en el curso bajo del río Sena, señal de una alta
concentración de población vikinga.

Características

Por lo general los nombres de lugares pueden ser de tres tipos: simples, derivados y
compuestos. Los primeros están formado por palabras que hacen referencia a elementos
naturalmente del paisaje como Bois-Guillaume, o estructuras humanas como Pont-d'Ouilly.
Los derivados están formados por una palabra y un sufijo, como "-y" en Normandía,
procedente del sufijo latino "-iacum", y que ha dado como resultados topónimos como
Brachy. En este tipo entran también los diminutivos y aquellos que tienen dos sufijos. Los
últimos, los compuestos, están formados por dos elementos, uno de los cuales al menos
hace referencia a un accidente geográfico y el otro sería un adjetivo como Grandchamp, o
incluso un antropónimo como Pont-Audemer, aunque lo frecuente es que el nombre propio
preceda al del lugar.
Para poder estudiar la toponimia es necesario encontrar las formas más antiguas
atestiguadas de denominar a un lugar para poder trazar su origen en el antiguo nórdico.
Para esto es interesante el estudio de las fuentes de la época y comprobar elementos como
las variaciones que existen al escribir el nombre de un lugar, en ocasiones por malas
transcripciones de los copistas. Estas variaciones han demostrado ser muy valiosas para la
reconstrucción de las formas originales y conocer la evolución del lenguaje. No obstante,
en todo momento hay que comprobar que el accidente geográfico encontrado en la palabra
reconstruida sea igual al accidente del lugar al que debe hacer referencia para confirmar
los resultados.

Topónimos escandinavos en Normandía

Es posible clasificar en dos grandes grupos todos los topónimos de origen nórdico para
su mejor estudio: aquellos relacionados con la naturaleza y aquellos que señalan la
presencia humana y su actividad. El primer grupo tiene su origen en la instalación y
posesión de los colonos de las nuevas tierras, a las cuales dieron nuevos nombres de
origen escandinavo, aunque sólo consiguieron mantenerse en aquellos lugares poco
poblados por francos. En el segundo grupo se encuentran aquellos términos acuñados por
los colonos escandinavos para designar un asentamiento, ya existente o de nueva creación.
Para una mejor explicación, se presentan aquí dos ejemplos ilustrativos y una breve
recopilación de términos de origen vikingo presentes en Normandía. Para una mejor
comprensión de la toponimia vikinga es recomendable la lectura del capítulo "Les
toponymes scandinaves en Normandie", del libro Les vikings y la Normandie, escrito por
Jean Renaud. En él, el autor hace una detallado estudio de la toponimia con numerosos
ejemplos y explicaciones para mostrar su procedencia escandinava.
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Bec

El término bec procede del antiguo nórdico bekkr y significa arroyo, aunque ha servido
para designar tanto a pequeños ríos como a lugares cercanos a éstos. Es frecuente
encontrarlo con el artículo determinado, como en Le Bec-Hellouin, una localidad francesa
situada en Normandía. Puede aparecer acompañada de un adjetivo como en Robec, río
afluente del Sena cerca de Ruan, que lleva la palabra escandinava rauðr, rojo. También se
encuentra unida a términos usados para otros accidentes geográficos como Daubec, situado
en el país de Caux, donde se encuentra unido a la palabra dalr, valle.

Tot

La palabra tot tiene su origen en la palabra del antiguo nórdico toft o topt con la cual se
designaba un terreno destinado a ser utilizado para construir una vivienda, aunque pasó
también a designar una casa con sus dependencias. Puede aparecer acompañada con el
artículo determinado como en Le Tot, topónimo muy extendido, y, a su vez, con adjetivos
como en Le Grand Tot. También puede encontrarse unido a un adjetivo o un apelativo
como Fritot, localidad situada en la península de Cotentin, cuyo primer elemento es el
adjetivo escandinavo friðr, bello; así como a otros elementos naturales, tal es el caso de
Ectot-l'Auber, cerca de Ruan, y que tiene el término eski, usado para hablar de un bosque
de fresnos. Es posible hallarlo con antropónimos, ya sean francos como la localidad de
Robertot, o propiamente escandinavos y daneses como Runetot, del nombre nórdico Rúni.

Ejemplos del primer grupo

Sustantivo Origen Significado Ejemplo

hogue/hougue haugr montículo La Belle-Hogue


homme/hou hólr isla/eminencia Catholme
mare marr mar/estanque Londemare
nez nes promontorio Gros-Nez
vic vík 2 bahía Sanvic

Ejemplos del segundo grupo

Sustantivo Origen Significado Ejemplo

beuf búð cabaña Daubeuf


cote kot choza Caudecotte
gard garðr cercado Auppegard
hus hús casa Etainhus
tuit Þveit claro Régnetuit

2 La palabra vikingo puede tener su origen etimológico en esta palabra, aunque es discutido todavía.
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No se puede dejar de mencionar que para el estudio de esta toponimia vikinga se han
realizado comparaciones con nombres encontrados en los países de procedencia de los
asaltantes y colonos como Dinamarca y Noruega. Si usamos los dos términos utilizados a
modo de ejemplo, se puede ver la semejanza entre topónimos normandos, escandinavos y
daneses: partiendo de la palabra bekkr tenemos en Francia el río Le Bec y en Noruega el
territorio de Bekken; y partiendo de palabra toft tenemos en el país galo la localidad de
Hautot-sur-Mer y en el país danes, Højtoft. Estas similitudes lingüísticas han sido de gran
ayuda para el estudio de este tema.

Legado social: descendencia y patronímicos

No sólo dejaron los vikingos su huella en el paisaje y el lenguaje de la región, también


en la población de la región normanda, fruto de la mezcla entre la población franca
autóctona y los vikingos que se asentaron. Este hecho ya fue detectado a finales del s. XIX
al notar, por ejemplo, la elevada proporción que había de personas con ojos claros, el pelo
rubio y la extensión del grupo sanguíneo A en la Normandía, muy abundante en
Escandinavia. Sin embargo, es un estudio delicado por la diversidad de pueblos con los
que han tenido contacto tanto los francos como los vikingos.
Este origen vikingo de parte de la población se conservó también en los patronímicos,
aunque estos no fueran establecidos oficialmente hasta el siglo XV. Mediante estudios
comparativos cómo los realizados con los estudios filológicos del dialecto normando, se
han podido señalar el origen escandinavo de algunos apellidos como los siguientes:

Anquetil > Ásketill


Hastain > Hásteinn
Quétil, Quetel, Quetier > Ketill
Thourude, Troude > Þorketill
Turmod > Þormóðr

En otros casos es más complicado reconocer el origen escandinavo de patronímicos


como Onfroy, que vendría de Unfriðr. En otros casos es imposible saber el origen al poder
ser tanto escandinavo como franco, como por ejemplo Anger podría venir del escandinavo
Ásgeirr o del franco Ansger; y Héraut y Héroult, o del franco Herold o del escadinavo
Haraldr.
Se ha detectado dentro de los patronímicos escandinavos la presencia de numerosos
nombres que empieza con "le", hasta un 30% del total, como Lepetit o Lemarchand.
También se han encontrado patronímicos basados en palabras escandinavas como Le
Vauman, del término hvalmann "barco ballenero" y Godeman, compuesto por las palabras
góðr "bueno" y maðr "hombre". Finalmente es curioso encontrar la sustitución del
patronímico por una referencia a la filiación usando el término "à" entre el nombre propio
y el del padre, o simplemente el nombre propio y el nombre paterno de tal manera que
éste se convierte en una especie de patronímico.
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BIBLIOGRAFÍA

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Renaud, J. (1989). Les Vikings et la Normandie. [Rennes]: Editions Ouest-France.
Van Hou-ts, E. (2000). The Normans in Europe. Manchester: Manchester University Press.

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