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CAPÍTULO 3 

  ■ Productividad del trabajo y ventaja comparativa: el modelo ricardiano 37

la política económica internacional, e incluso en las declaraciones de quienes se consideran ex-


pertos, que en el próximo apartado expondremos algunas de las más comunes sobre la ventaja
comparativa a la luz de nuestro modelo.

Ideas erróneas sobre la ventaja comparativa


No son pocas las ideas confusas en economía. Los políticos, los dirigentes empresariales e in-
cluso los economistas realizan a menudo declaraciones que no resisten un cuidadoso análisis
económico. Por alguna razón, este problema parece agudizarse en la economía internacional.
Si abrimos la sección de negocios del dominical de cualquier diario o revista semanal encontra-
remos probablemente algún artículo con afirmaciones absurdas sobre el comercio internacional.
Tres errores en particular han demostrado ser muy persistentes. En este apartado utilizaremos
nuestro sencillo modelo de la ventaja comparativa para examinar por qué son incorrectos.

Productividad y competitividad
Mito 1: el libre comercio solo es beneficioso si tu país es suficientemente productivo como para
resistir la competencia internacional. Este argumento le parece extremadamente creíble a mucha
gente. Por ejemplo, un historiador muy conocido criticó recientemente los argumentos en favor
del libre comercio al afirmar que es posible que no se cumplan en la práctica: «¿Qué pasa si no
hay nada que podamos producir de forma más barata o eficiente que en cualquier otro lugar, si
no es mediante una constante reducción de nuestros costes laborales?» se preguntaba2.
El problema del punto de vista de este observador es que no consiguió entender el argu-
mento esencial del modelo de Ricardo: que las ganancias del comercio dependen de la ventaja
comparativa, no de la ventaja absoluta. Le preocupa que un país no produzca nada de forma
más eficiente que cualquier otro, es decir, que no disponga de ninguna ventaja absoluta. Ahora
bien, ¿por qué sería tan terrible? En el sencillo ejemplo numérico anterior del comercio, nuestro
país tiene requerimientos unitarios de trabajo menores y, por tanto, una productividad más alta
en los dos sectores, queso y vino. Sin embargo, como hemos visto, ambos países se benefician
del comercio.
Siempre existe la tentación de suponer que la capacidad para exportar un bien depende de
que nuestro país cuente con una ventaja absoluta en productividad. Sin embargo, una ventaja
absoluta en productividad sobre otros países en la producción de un bien no es una condición
necesaria ni suficiente para disponer de una ventaja comparativa en ese bien. En nuestro modelo
de un factor resulta clara la razón por la que la ventaja absoluta en productividad en una indus-
tria no es necesaria ni suficiente para conseguir una ventaja competitiva: la ventaja competitiva
de una industria depende no solo de su productividad en relación con la industria extranjera, sino
también de la tasa salarial con respecto a la tasa salarial extranjera. La tasa salarial en un país
depende, a su vez, de la productividad relativa en otras industrias. En nuestro ejemplo numérico,
el extranjero es menos eficiente que nuestro país en la producción de vino, pero también tiene
una mayor desventaja de productividad en el queso. Debido a su menor productividad total, el
extranjero paga salarios menores que nuestro país, lo suficientemente bajos para tener menores
costes en la producción de vino. Análogamente, en el mundo real, Portugal tiene una producti-
vidad reducida en, por ejemplo, la producción textil, comparado con los Estados Unidos; pero
como la desventaja de productividad de Portugal es todavía mayor en otras industrias, sus sa-
larios son lo suficientemente bajos como para tener una ventaja comparativa en la producción
textil con respecto a la nación estadounidense.
Así pues, ¿no es en algún modo injusta la ventaja competitiva basada en salarios bajos?
Muchas personas lo creen; esta convicción se resume en nuestra segunda idea errónea.

2
Paul Kennedy, «The Threat of Modernization». New Perspectives Quarterly (invierno de 1995), pág. 31-33. Usado
con autorización de John Wiley & Sons, Ltd.

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38 PARTE 1   ■ Teoría del comercio internacional

¿SON LOS SALARIOS UN REFLEJO DE LA PRODUCTIVIDAD?

E n el ejemplo numérico que hemos utilizado


para puntualizar los errores más comunes
sobre la ventaja comparativa hemos supuesto
dido en dólares estadounidenses. Como veremos
en la segunda mitad de este texto, un indicador
más adecuado debería reflejar la productividad
que el salario relativo de los dos países refleja en la producción de los bienes comercializables.
su productividad relativa; concretamente, que la Las tasas salariales se determinan con los sala-
relación de los salarios nacionales con respecto rios en las manufacturas.
a los extranjeros está en el intervalo que otorga Si los salarios fueran exactamente proporcio-
a cada país una ventaja en costes en uno de los nales a la productividad, todos los puntos de este
dos bienes. Esta es una consecuencia necesaria gráfico se encontrarían a lo largo de la recta de
de nuestro modelo teórico. Sin embargo, mu- 45°. Como es fácil de ver, no se obtiene un mal
cha gente no queda convencida con este mode- ajuste. En concreto, los bajos salarios de China y
lo. El rápido incremento de la productividad en la India reflejan una baja productividad.
economías «emergentes», como la de China, ha La baja productividad total de China puede
preocupado a algunos observadores occidenta- parecer sorprendente, dadas todas las historias
les, que afirman que estos países pagarán sala- que se oyen de los estadounidenses que compiten
rios reducidos incluso cuando su productividad con las exportaciones asiáticas. Los trabajadores
aumente (lo que situaría a los países con salarios chinos que fabrican esas exportaciones no pa-
elevados en una posición de desventaja en cos- recen tener una productividad extremadamente
tes) y rechazan las predicciones de los econo- reducida. Sin embargo, ha de recordarse lo que
mistas ortodoxos, al afirmar que se trata de una afirma la teoría de la ventaja comparativa: los
especulación teórica alejada de la realidad. Sin países exportan los bienes en los que tienen una
considerar la lógica de esta postura, ¿cuál es la productividad relativamente elevada, así que es
evidencia empírica? de esperar que la productividad total relativa
La respuesta es que, en el mundo real, los de China esté muy por debajo del nivel de su
salarios nacionales sí reflejan las diferencias de productividad relativa en sus industrias de ex-
productividad. El gráfico adjunto compara un portación.
indicador de la productividad con uno de los Según el gráfico, la afirmación de los econo-
salarios de una serie de países en 2011 (excepto mistas ortodoxos de que los salarios nacionales
para China, cuyos datos corresponden a 2009). reflejan la productividad nacional queda, de he-
Ambos indicadores se expresan como porcentaje cho, confirmada por los datos para un año de-
de los niveles estadounidenses. Nuestra medida terminado. También es cierto que, anteriormente,
de la productividad es el PIB por trabajador me- un aumento de la productividad relativa ha dado

El argumento de los salarios paupérrimos


Mito 2: la competencia exterior es injusta y perjudica a otros países cuando se basa en salarios muy
bajos. Este argumento, a menudo denominado el argumento de los salarios paupérrimos, es uno
de los favoritos de los sindicatos que buscan protección frente a la competencia exterior. Las
personas que adoptan este punto de vista consideran que las industrias del país no tendrían que
enfrentarse a industrias extranjeras que son menos eficientes pero pagan salarios menores. Este
punto de vista está extendido y ha adquirido una influencia política considerable. En 1993, Ross
Perot, un multimillonario hecho a sí mismo y excandidato presidencial, advirtió que el libre co-
mercio entre los Estados Unidos y México, este último caracterizado por unos salarios muy in-
feriores, conduciría a un «enorme efecto de succión» al desplazarse la industria estadounidense
hacia el sur. Ese mismo año, sir James Goldsmith, otro multimillonario hecho a sí mismo e influ-
yente diputado en el Parlamento Europeo, expuso un punto de vista similar, aunque expresado
de forma menos pintoresca, en su libro La trampa, que se convirtió en un best-seller en Francia.
De nuevo, nuestro sencillo ejemplo revela la falacia de este argumento. En el ejemplo, nuestro
país es más productivo que el extranjero en ambas industrias, y el menor coste del extranjero en

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CAPÍTULO 3   ■ Productividad del trabajo y ventaja comparativa: el modelo ricardiano 39

lugar a un aumento de los salarios. Analicemos, cidos. Todavía en 1975, los salarios de Corea del
por ejemplo, el caso de Corea del Sur. En 2011, Sur se situaban en solo el 5% de los estadouni-
la productividad del trabajo de este país era denses. No obstante, los salarios aumentaron
poco menos de la mitad del nivel de los Estados cuando lo hizo la productividad de Corea del Sur.
Unidos, y su salario era ligeramente superior a En definitiva, la evidencia respalda enérgica-
esta cifra. Aunque no siempre sucedió así: en un mente la opinión, basada en los modelos econó-
pasado no muy distante, Corea del Sur era una micos, de que los incrementos de productividad
economía de baja productividad y salarios redu- quedan reflejados en aumentos salariales.

Productividad y salarios Salario por hora, como


Los salarios de un país son porcentaje del estadounidense
aproximadamente proporcionales 120
a la productividad de ese país.
Fuente: Fondo Monetario Internacional,
Oficina de Estadísticas Laborales, y The 100 Japón
Conference Board. EE. UU.

80

60
Corea del Sur

40
Brasil

20
México
Filipinas

China
0
0 20 40 60 80 100 120
Productividad, como
porcentaje de la estadounidense

la producción de vino se debe por completo a su muy inferior tasa salarial. La menor tasa sala-
rial extranjera es, sin embargo, irrelevante en la cuestión de si nuestro país gana con el comercio.
No tiene importancia si el menor coste de producción del vino en el extranjero se debe a la alta
productividad o a los bajos salarios. Lo que importa para nuestro país es que es más barato, en
términos de nuestro propio trabajo, producir queso e intercambiarlo por vino que producir nues-
tro propio vino.
La solución es perfecta para nuestro país, pero ¿y para el extranjero? ¿Es erróneo basar las
exportaciones en bajos salarios? Ciertamente no es una posición atractiva, aunque la idea de que
el comercio es bueno únicamente si somos el país con salarios elevados es nuestra falacia final.

Explotación
Mito 3: el comercio explota a un país y lo empobrece si sus trabajadores reciben unos salarios muy
inferiores a los de los trabajadores de otros países. Este argumento se expresa a menudo en tér-
minos muy emotivos. Por ejemplo, un columnista comparaba la remuneración multimillonaria

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