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Productividad y competitividad
Mito 1: el libre comercio solo es beneficioso si tu país es suficientemente productivo como para
resistir la competencia internacional. Este argumento le parece extremadamente creíble a mucha
gente. Por ejemplo, un historiador muy conocido criticó recientemente los argumentos en favor
del libre comercio al afirmar que es posible que no se cumplan en la práctica: «¿Qué pasa si no
hay nada que podamos producir de forma más barata o eficiente que en cualquier otro lugar, si
no es mediante una constante reducción de nuestros costes laborales?» se preguntaba2.
El problema del punto de vista de este observador es que no consiguió entender el argu-
mento esencial del modelo de Ricardo: que las ganancias del comercio dependen de la ventaja
comparativa, no de la ventaja absoluta. Le preocupa que un país no produzca nada de forma
más eficiente que cualquier otro, es decir, que no disponga de ninguna ventaja absoluta. Ahora
bien, ¿por qué sería tan terrible? En el sencillo ejemplo numérico anterior del comercio, nuestro
país tiene requerimientos unitarios de trabajo menores y, por tanto, una productividad más alta
en los dos sectores, queso y vino. Sin embargo, como hemos visto, ambos países se benefician
del comercio.
Siempre existe la tentación de suponer que la capacidad para exportar un bien depende de
que nuestro país cuente con una ventaja absoluta en productividad. Sin embargo, una ventaja
absoluta en productividad sobre otros países en la producción de un bien no es una condición
necesaria ni suficiente para disponer de una ventaja comparativa en ese bien. En nuestro modelo
de un factor resulta clara la razón por la que la ventaja absoluta en productividad en una indus-
tria no es necesaria ni suficiente para conseguir una ventaja competitiva: la ventaja competitiva
de una industria depende no solo de su productividad en relación con la industria extranjera, sino
también de la tasa salarial con respecto a la tasa salarial extranjera. La tasa salarial en un país
depende, a su vez, de la productividad relativa en otras industrias. En nuestro ejemplo numérico,
el extranjero es menos eficiente que nuestro país en la producción de vino, pero también tiene
una mayor desventaja de productividad en el queso. Debido a su menor productividad total, el
extranjero paga salarios menores que nuestro país, lo suficientemente bajos para tener menores
costes en la producción de vino. Análogamente, en el mundo real, Portugal tiene una producti-
vidad reducida en, por ejemplo, la producción textil, comparado con los Estados Unidos; pero
como la desventaja de productividad de Portugal es todavía mayor en otras industrias, sus sa-
larios son lo suficientemente bajos como para tener una ventaja comparativa en la producción
textil con respecto a la nación estadounidense.
Así pues, ¿no es en algún modo injusta la ventaja competitiva basada en salarios bajos?
Muchas personas lo creen; esta convicción se resume en nuestra segunda idea errónea.
2
Paul Kennedy, «The Threat of Modernization». New Perspectives Quarterly (invierno de 1995), pág. 31-33. Usado
con autorización de John Wiley & Sons, Ltd.
lugar a un aumento de los salarios. Analicemos, cidos. Todavía en 1975, los salarios de Corea del
por ejemplo, el caso de Corea del Sur. En 2011, Sur se situaban en solo el 5% de los estadouni-
la productividad del trabajo de este país era denses. No obstante, los salarios aumentaron
poco menos de la mitad del nivel de los Estados cuando lo hizo la productividad de Corea del Sur.
Unidos, y su salario era ligeramente superior a En definitiva, la evidencia respalda enérgica-
esta cifra. Aunque no siempre sucedió así: en un mente la opinión, basada en los modelos econó-
pasado no muy distante, Corea del Sur era una micos, de que los incrementos de productividad
economía de baja productividad y salarios redu- quedan reflejados en aumentos salariales.
80
60
Corea del Sur
40
Brasil
20
México
Filipinas
China
0
0 20 40 60 80 100 120
Productividad, como
porcentaje de la estadounidense
la producción de vino se debe por completo a su muy inferior tasa salarial. La menor tasa sala-
rial extranjera es, sin embargo, irrelevante en la cuestión de si nuestro país gana con el comercio.
No tiene importancia si el menor coste de producción del vino en el extranjero se debe a la alta
productividad o a los bajos salarios. Lo que importa para nuestro país es que es más barato, en
términos de nuestro propio trabajo, producir queso e intercambiarlo por vino que producir nues-
tro propio vino.
La solución es perfecta para nuestro país, pero ¿y para el extranjero? ¿Es erróneo basar las
exportaciones en bajos salarios? Ciertamente no es una posición atractiva, aunque la idea de que
el comercio es bueno únicamente si somos el país con salarios elevados es nuestra falacia final.
Explotación
Mito 3: el comercio explota a un país y lo empobrece si sus trabajadores reciben unos salarios muy
inferiores a los de los trabajadores de otros países. Este argumento se expresa a menudo en tér-
minos muy emotivos. Por ejemplo, un columnista comparaba la remuneración multimillonaria