Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
ESCENA II
ESCENA PRIMERA
ARNOLFO: Todo resulto excelente. Estoy feliz porque han cumplido mis
órdenes con pelos y señales. El seductor barbilindo quedo confundido. Pero
recuerden que no hay que bajar la guardia. Los enamorados son verdaderos
satanes, con la garganta deseosa de placeres femeninos.
GEORGINA: Recordaremos bien tus órdenes. Ese señor nos hacía creer…
Pero ya no…
ALANO: No me tomare más del vino que usted guarda en el escaparate si ese
enamorador vuelve a entrar a la casa. ¡Es que es un aprovechado! La última
vez solo nos dio 10 billetes. ¡Nos pudo dar más!
ARNOLFO: Bueno. Bueno. Sigan con lo planeado. Tú Alano ve donde el
notario y dile que agilice los documentos, que ya voy. Georgina, dile a Inés
que baje.
ESCENA III
ACTO IV
ESCENA IV
ALANO: Señor. El notario se fue de luna de miel, recién casado, debe estar
pasándola buenísimo.
ARNOLFO: Dejemos eso para otro día. Alano, Georgina. Acérquense. Ustedes
son mis fieles, buenos y verdaderos amigos. Les advierto que desean hacerle
un mal a mi amor. Amigos imagínense que grave seria que le quitaran el
honor a su patrón. La gente los señalaría con el dedo y se burlaría de ustedes.
¡Esos son los empleados del viejo cacreco, del viejo cachón! Así que mi
dificultad también los afecta. Deben hacer guardia para que se galán de
ningún modo…
GEORGINA: Ya le probamos que hemos aprendido nuestra lección.
ARNOLFO: No se dejen convencer de sus buenas razones.
ALANO: Claro que no.
GOERGINA: Ya sabemos cómo defendernos.
ARNOLFO: Sin embargo, quisiera saber que le responderían si el bandido
llegara diciendo: ¡Alano de mi alma, apaga la languidez de mi corazón!
ALANO: Respondería: ¡Eres un desgraciado!
ARNOLFO: Bien. Y a esto otro: ¡Preciosa Georgina, eres tan dulce, divina y
buena!
GEORGINA: ¡Bellaco! ¡Tramposo!
ARNOLFO: Alano, ¡Es mi destino entrar a la habitación de Inés!
ALANO: Eres un rufián
ARNOLFO: Georgina, ¡Seguro moriré si no te compadeces de mi pena!
GEORGINA: Eres un desvergonzado.
ARNOLFO: Muy bien. Y si dice: No soy de los hombres que pretenden que las
cosas se le den gratuitamente. Cuando se me hace un favor se recompensarlo
y por eso toma Alano para un buen vino y un delicioso pan francés con queso
holandés. Y tu Georgina para un buen refajo con cerveza extranjera. (Los dos
toman el dinero) Esto es solo un adelanto y demuestra los beneficios que
puedes obtener. A cambio solo les pido que me dejen ver a su bella señora.
GEORGINA: (Golpeándolo) A otra con eso.
ARNOLFO: Bien.
ALANO: ¡Fuera de aquí!
ARNOLFO: ¡Bien!
GEORGINA: Sal de aquí sinvergüenza.
(Le dan golpes a Arnolfo)
ARNOLFO: Bueno. ¡Basta!
GEORGINA: ¿Lo hice bien?
ALANO: ¿Cómo nos vio?
ARNOLFO: Bien. Solo que no debieron agarrar el dinero.
GEORGINA: No nos acordamos de ese punto.
ALANO: ¿Quieres que lo volvamos hacer?
ARNOLFO: No. Es suficiente. Entren a la casa.
ALANO: ¿No tienes otra orden?
ARNOLFO: No. Quiero que entren a la casa. Quédense con el dinero. Ojo.
Alerta con la vigilancia.
ESCENA V
ARNOLFO: Hare la guardia en esta esquina. Para alejar a los zapateros a
domicilio, los vendedores de queques, al de las paletas, el de los bollos, el del
pescado y los vendedores de almojábanas. Esa gente siempre se presta para
favorecer los juegos amorosos. Por algo he visto el mundo y conozco todas
sus trampas. Mucha destreza habrá que tener el pelilargo para lograr meter
un billete o mensaje a la casa.
ESCENA VI
HORACIO, ARNOLFO
HORACIO: Que bien encontrarte de nuevo. Te cuento que acabo de salvarme
de una. Después que me despedí de ti. Vi a Inés sola en el balcón, me hizo
una señal para que nos viéramos en el jardín. Me abrió la puerta y me llevo a
su cuarto. Estábamos los dos solos, cuando de pronto sentimos que el viejo
celoso subía las escaleras. Ágilmente Inés me encero en su armario. Escuche
al hombre que entro al cuarto soltando refunfuños, dando golpes a la mesa, a
las paredes y hasta el gato llevo se llevó su patada. Rompió todo lo que
encontró. ¡Sin duda el viejo sabe algo! Después de soltar su rabia el
perturbado viejo cacreco salió sin decir una palabra. Inés y yo quedamos que
bien caída la noche entrare sigilosamente a los jardines de la casa. Tres
chiflidos serán la clave para que Inés me abra la ventana y lance sus sabanas
amarradas en forma de soga, por donde subiré para después ayudarla a bajar
y escapar conmigo. Te confieso todo porque eres mi amigo. Seguro celebraras
mis éxitos. Adiós. Se hace tarde y debo prepararlo todo.
ESCENA VII
ARNOLFO
ESCENA VIII
CRISALDO, ARNOLFO
ESCENA IX
ARNOLFO, ALANO, GEORGINA
ARNOLFO: Mis amigos, solicito su ayuda. Estoy muy agradecido por sus
servicios. Pero en esta ocasión los necesito concentrados. Si me ayudan
contaran con una excelente recompensa. El hombre que saben quiere
treparse esta noche hasta el cuarto de Inés. Le tenderemos una emboscada.
Cada uno agarre un garrote bien grande y cuando el peladito este llegando a
la ventana lo levantaran a golpes. Le dejaremos un recuerdo en su espalda
que le quitara las ganas de volver. ¿Tienen ganas de ayudarme? ¿Ganarse una
plática extra?
ALANO: Señor. Lo que va a recibir ese cristiano de mi parte es golpe.
GEORGINA: La espalda le va a quedar moradita.
ARNOLFO: Vuelvan adentro y no hablen esto con nadie. No hubiera en la
ciudad tantos cornudos si los maridos recibieran de esta manera a los galanes
de las mujeres.
ACTO V
ESCENA I
ARNOLFO, GEORGINA, ALANO
ARNOLFO: ¡Hay! Bastardos. ¿Qué han hecho? Por qué esa violencia.
ALANO: Hicimos lo que usted nos pidió.
ARNOLFO: No saquen excusas. Mi orden fue molerle a garrote. No matarlo.
Les dije que le pegaran en la espalda no en la cabeza. Entren. Y no digan nada
de esto. Voy a la plaza. Creo que necesito un buen trago, pensar bien lo que
debo hacer.
ESCENA II
Horacio, Arnolfo.
ESCENA III
Horacio, Inés, Arnulfo
HORACIO: No te asustes. el lugar donde van llevarte es seguro.
(Arnolfo toma la mano de Inés sin que ella lo reconozca)
INES: ¿Por qué te separas de mí?
HORACIO: Es necesario Inés.
INES: Regresa pronto. Te lo ruego.
HORACIO: Vendré lo más rápido. Es fuerte el amor que siento por ti.
INES: Cuando no te veo pierdo mi alegría.
HORACIO: Es doloroso separarme de ti.
INES: Si fuera verdad te quedarías a mi lado.
HORACIO: ¿Cómo puedes dudar de mi amor?
INES: No me amas tanto como yo a ti. (Siente que Arnolfo la aprieta) Me
están halando con fuerza.
HORACIO: Aquí corremos peligro de ser vistos. El amigo que te sujeta lo hace
para ayudarnos.
INES: Pero seguir a un desconocido…
HORACIO: Estarás muy bien en sus manos.
INES: Me encontraría mejor en las tuyas.
HORACIO: Yo también mi hermosura.
INES: (A Arnolfo) ¡Espera!
(Arnolfo se la lleva)
HORACIO: ¡Adiós!
INES: ¿Cuándo te volveré a ver?
HORACIO: Muy pronto.
INES: Me harás mucha falta.
HORACIO: Tú también.
ESCENA IV
ARNOLFO: Por aquí. Te llevo a otro lugar. Te voy a esconder en un sitio
seguro. (descubriéndose) ¡Me recuerdas!
INES: ¡Ay! ¡Huy!
ARNOLFO: ¡Bellaca! ¡Te asusta mi cara! Tu galancito está bastante lejos, así
que es inútil que pidas auxilio. Aparentas inocencia y preguntas que si los
niños se hacen por los oídos. Pero sabes dar citas nocturnas y escaparte con
tu principito. ¡Perversa! A pesar de los beneficios que te doy llegas a todo
esto.
INES: ¿Porque me insultas?
ARNOLFO: ¿Te parece poco la gran ofensa que me has hecho?
INES: Yo no veo ningún mal en lo que hago.
ARNOLFO: ¿No es maldad seguir a ese Galán?
INES: Él quiere casarse conmigo y de eso hablan tus lecciones. Tu dijiste que
el matrimonio quita todo pecado.
ARNOLFO: Pero era yo quien te quería como mi mujer. Y me parece que fui
bastante claro.
INES: Si lo fuiste. Para ser sincera, Horacio me gusta más que tú. Tus palabras
dibujan el matrimonio como una cosa espantosa. Casarme contigo sería
terrible, fastidioso, se convertiría en mi condena. Mi deseo es casarme con
Horacio, el me muestra un matrimonio lleno de placeres.
ARNOLFO: ¡Con que lo amas traidora!
INES: Si.
ARNOLFO: ¿Y tienes el descaro de decírmelo?
INES: ¿Por qué no, si es la verdad?
ARNOLFO: ¿Acaso tienes que amarle?
INES: ¿Acaso puedo dejar de amarlo? Yo no conocía el amor antes de
conocerlo.
ARNOLFO: Te va a tocar alejarte de ese pervertido deseo.
INES: ¿Cómo se puede alejar uno de lo que ama?
ARNOLFO: ¡Es que no entiendes que me ofende!
INES: No. ¿Qué daño te puede hacer?
ARNOLFO: Ámame a mí.
INES: ¿A Ti?
ARNOLFO: Si.
INES: No.
ARNOLFO: ¿Como que no?
INES: ¿Quieres que te mienta?
ARNOLFO: ¿Por qué no me amas niña insolente?
INES: Yo no tengo la culpa. ¿Por qué no procuraste hacerte amar como lo hizo
Horacio? Yo jamás te lo impedí.
ARNOLFO: Lo he tratado con toda mi fuerza. Pero no ha servido de nada mi
empeño.
INES: Entonces Horacio entiende más de eso que tú. A él no le ha costado
trabajo hacerse amar.
ARNOLFO: ¡Vea como argumenta y razona la bellaca! Bueno, Si eres tan
lucida en tus razonamientos. Entonces, ¿Para qué te he mantenido todos
estos años?
INES: Horacio te pagara hasta el último peso.
ARNOLFO: ¿Ósea que él puede pagarme las obligaciones que tú tienes
conmigo? Picara. ´
INES: No creo que sean tan grandes como dices.
ARNOLFO: Haberte criado desde chiquita con todos los cuidados. ¿No es
nada?
INES: ¡Lindo como me mandaste a educar! Me querías mantener como una
ignorante. No te agradezco lo que has hecho por mí. Gracias al cielo ya tengo
edad suficiente para seguir adelante y no pasar más por tonta.
ARNOLFO: ¿Así que te avergüenzas de toda mi ayuda y quieres seguir tras el
pendejito ese?
INES: ¡No lo dudes! Gracias a él sé que puedo llegar aprender. Y con eso le
debo más que a ti.
ARNOLFO: Palo corrió en esas batatas es lo que te voy a dar por atrevida.
INES: Si eso le complace. Hágalo.
ARNOLFO: Me desarman sus palabras. Bueno traidora. Hagamos la paz. Yo te
perdono todo. Considera el amor que tengo por ti. Recompénsame,
amándome.
INES: Con todo mi corazón te complacería. Si en mi estuviera, nada me
costaría.
ARNOLFO: Vamos mi niña. Si quieres, puedes. Escucha este suspiro de amor.
Observa mi mirada. Escucha mi voz romántica. “Lucero espiritual” Lucero,
lucero… Deja el amor que le tienes a ese mocoso. Serás cien veces más feliz
conmigo. Te voy a acariciar de día y de noche. Te abrazare, te comeré… a
besos. Harás lo que quieras. Sin discutirlo todo será como quieras. ¿Qué más
quieres? A todo lo que nos hace llegar el amor. ¿Quieres verme llorar?
¿Quieres que me reviente a golpes? ¿Quieres que me arranque los cabellos?
¿Quieres que me mate? ¡Alano! ¡Alano! (Aparece Alano) ¡Tráeme la pistola!
La pistola. (Alano sale corriendo) Si así lo quieres, estoy por demostrarte mi
amor.
(Se escucha afuera un fuerte disparo. Arnolfo brinca asustado y se esconde)
ARNOLFO: Mi madre. ¡Que paso!
GEORGINA: Señor. Alano ha matado el perro con la pistola.
ARNOLFO: Inútil. Imbécil.
Se ve Alano huyendo con una maleta y su jaula.
INES: Tus discursos no me llegan al alma. Con dos palabras Horacio hace más
que tú.
ARNOLFO: Ahora si me sacaste de quicio. No solo yo me quedare sin ti. Antes
de que amanezca te voy a sacar de este pueblo. Me vengare llevándote a la
soledad de un convento.
ESCENA V
Arnolfo, Georgina
ARNOLFO: ¡Alano! ¡Alano!
GEORGINA: Señor, recuerde que salió como alma que lleva el diablo después
de asesinar a tres gallinas de un solo tiro. Por otro lado, señor parece que
Inés y el cadáver se han ido juntos.
ARNOLFO: No, aquí está la traidora. Enciérrala con llave en mi cuarto.
Regresare antes de mediodía. Quizás lejos de aquí te cures de ese amor. Voy
por el Toyota.
Georgina sale cargando a Inés.
ESCENA VI
Horacio, Arnolfo
ESCENA VII
Enrique, Orontes, Crisaldo, Horacio, Arnolfo, Georgina
ORONTES: Oye como ha crecido Valledupar.
CRISALDO: Si. Ha crecido en parques, plazas, algunas avenidas. No hay
teatros ni museos. Pero si están construyendo grandes edificios por todas
partes. No sabemos de dónde sale la plata. Pero están echando cemento. El
desarrollo urbanístico ha llegado a Valledupar. (Ríen)
ORONTES: ¡Arnolfo!
ARNOLFO: (A Horacio) ¡Cálmate!
ARNOLFO: ¡Orontes!
ORONTES: Que placer volver a verte.
ARNOLFO: Que gran alegría.
ORONTES: Hemos venido…
ARNOLFO: Ya lo sé. No debes darme detalles.
ORONTES: No deja de haber chismosos por estas tierras.
ARNOLFO: Tu hijo no desea casarse. Pero mi consejo es que lo hagas cuanto
antes. No lo aplaces. Como padre debes hacer valer tu autoridad. A los
jóvenes de hoy hay que tratarlos con rigor. Nuestra tolerancia les hace daño.
HORACIO: ¡Traidor!
CRISALDO: Si el joven se siente mal no podemos usar la violencia. Creo que
Orontes opina lo mismo.
ARNOLFO: ¿Y que el padre se deje gobernar por el hijo? Un padre debe hacer
obedecer a su hijo. Orontes es mi amigo y su reputación es como la mía. Si ha
dado la palabra tiene que mantenerla. Se lo que hago y digo lo que debo.
ORONTES: Así se habla. Mi hijo obedecerá mis órdenes de casarse Arnolfo.
CRISALDO: Ya les conté que a nuestro amigo le molesta que lo llamen por su
nombre. Ahora le dicen señor de la Rosa.
HORACIO: (A Arnulfo) ¿Eso es verdad?
ARNOLFO: (A Horacio) Si. Ese es el misterio. No podía dejar que te burlaras
de mí. ¡Bellaco!
GEORGINA: ¡Señor! ¡Señor! Me cuesta trabajo detener a Inés. ¡Apúrese!
Quiere escapar a toda costa. Yo creo que es capaz de tirarse por la ventana.
ARNOLFO: Sácala del cuarto y tráela aquí. (A Orontes) Decide rápido el día de
la ceremonia. Me declaro uno de los padrinos.
ENRIQUE: (A Georgina) Huyy… Pero de donde salió esta belleza tropical.
Se escucha el grito de Inés lanzándose del Balcón.
GEORGINA: ¡Hay mi mama! Se mató la muchacha. Se lo dije.
Inés aparece huyendo despelucada con zapatos en las manos. Ve a Horacio y
corre a sus brazos.
ARNOLFO: (Arrebatándosela a Horacio) Ven. Dale un hasta nunca a tu galán,
no todos los enamorados satisfacen su amor.
INES: Horacio. ¿Vas a dejar que me lleven?
HORACIO: El dolor es tan fuerte que no se ni dónde estoy.
ARNOLFO: Vamos fastidiosa.
INES: No quiero irme.
ORONTES: Bueno. Explícanos que es lo que pasa aquí. ¿Cuál es el embolate?
Estamos de espectadores y no entendemos nada.
ARNOLFO: Mañana te explicare con más detenimiento. Hasta la vista.
ORONTES: ¿A donde vas?
ARNOLFO: Te aconsejo. Que diga lo que diga tu muchachito lo cases.
ORONTES: A eso venimos. Para hacerlo falta una cosa. O más bien la otra
parte. Y es que en tu casa está la futura esposa. Es la hija que hace muchos
años tuvo la amable Sara con mi amigo Enrique. Claro está, bajo vínculos
secretos. Si no sabías todo esto… ¿Por qué el discurso?
ENRIQUE: (A Georgina) Beauté du tropique (Tienes en tu cuerpo la belleza de
la mujer del trópico)
ARNOLFO: Pero.
CRISALDO: Mi hermana Sara ocultándose de la familia, se casó en secreto y
pario a su hija en secreto. Ya que las dos familias no se gustaban por que la de
enrique era conservadora y mi familia liberal.
ORONTES: (Tomando el brazo a Enrique) La comadre Sara y mi compadre
Enrique por querer hacer lo mejor le dieron a cuidar la niña a una indígena en
la sierra.
ENRIQUE: Si. Mi chiquita.
CRISALDO: Mi hermana Sara falleció. Y Enrique decide salir a correr peligro en
tierras extranjeras, buscando mejor suerte a sus dificultades económicas.
ORONTES: Tierras extranjeras que le dieron trabajo como artista y lo han
hecho ganar mucha plata. La que no se iba a ganar aquí, gracias a la envidia y
las malas habladurías. Enrique regreso y fue a buscar a su hija, donde la
indígena. Y ella con franqueza le conto que debido a su extrema pobreza te
había entregado la niña cuando tenía cuatro años.
CRISALDO: (A Arnolfo) Mañana baja la indígena de la sierra para corroborar
todo. Creo que la suerte esta vez no te acompaña mi querido amigo.
Arnolfo sale despavorido.
ORONTES: Que le pasa Arnolfo. Por qué sale como loco sin decir nada.
HORACIO: Luego te contare padre. Por ahora te presento a Inés. Es ella a la
que vienen a buscar.
ENRIQUE: Desde que ti vi Inés no tuve la menor duda de que eras mi hija.
¡Ma fille! ¡Hija mía!
CRISALDO: Bueno. ¡Festejemos! Todo salió bien. No les apetece un Whisky.
En la salida se escucha diferentes textos de todos los actores. Cuando estos
salen aparece Arnolfo como perseguido por una jauría de perros. Luego se ve
correr a Enrique detrás de Georgina. FIN