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PROBLEM AS Y RECORRIDOS
Homenaje a
Juan Ángel M agariños de M orentín
Homenaje a
Juan Ángel M agariños de M orentín
F C
S
y
H
Semiótica. Problemas y recorridos - pág. 3
Tanius Karam (ed.)
Semiótica. Problemas y Perspectivas. Homenaje a Juan Ángel Magariños de Mo-
rentín - 1a ed. - San Salvador de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.
Universitaria de Jujuy, 2013.
396 p.; 18x24 cm.
ISBN 978-950-721-435-6
© Editorial
Universidad Nacional de Jujuy
Av. Bolivia 1685 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy
(0388)4221511 - ediunju@gmail.com
El libro como tal tiene tres grandes momentos: la creación del PES y la
necesidad de organizar una ruta reflexiva, un programa académico con preguntas,
líneas, ejes que organizaran las distintas trayectorias de sus integrantes y la nece-
sidad de abrir la interlocución a otros actores dentro de la producción semiótica
del país y la región. Ciertamente algunos de sus integrantes conocían o habían
tenido contacto con Juan Magariños, por ello al morir, pensamos la posibilidad
de organizar alguna actividad que nos permitiera recuperar su pensamiento, iden-
tificarlo y ubicarlo dentro de las coordenadas de los proyectos que cada integran-
te del PES tenía, y que pudiera enriquecerse desde el diálogo con la obra de M a-
gariños.
1
Cabe señalar que M agariños en sus prim eros m ensajes que enviaba en 1999: “ Tu escri-
bes en tu idiom a y yo t e respondo en el m ío” , con lo que prom ovía “ TU ESCRIBES EN TU
IDIOM A Y YO TE RESPONDO EN EL M ÍO” . De esa form a M agariños concebía una red m ulti-
lingüe, y eso hace frecuent e que encont rem os coment arios en port ugués, it aliano.
Hay que señalar que Juan Magariños no fue ajeno a los estudios acadé-
micos de la comunicación, aunque naturalmente no fuera su área formativa, ni su
área principal de estudio. A finales de los ochenta fue director del Instituto de
Investigación de la Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata,
en donde, aparte de esta responsabilidad, desarrolló otros cargos y comisiones.
Junto a su intensa labor académica, su participación en congresos, coloquios y
seminarios fue siempre intensa y vigorosa. Muchos, de hecho, lo vimos por vez
primera o lo conocimos en algunos de estos foros; su participación fue un ref e-
rente importante dentro de una semiótica original, creativa y personal, que lo
llevó a liderar con éxito e inteligencia distintas iniciativas como la conocida
“ Universidad de la Calle” . Dentro de sus habilidades estuvieron la de formar
redes amplias de conocimiento que usaran las nuevas tecnologías; la creencia
–quizá no explícita como tal– de cómo las conversaciones electrónicas son tam-
bién parte de una construcción.
I I I . Recorridos semióticos
Este libro contiene un conjunto de trabajos que son teóricos y aplicados.
El libro abre con un texto sugerente de Carlos Vidales de la Universidad de Gua-
dalajara quien nos hace un “ corte de caja” de la semiótica y nos muestra algunas
de sus áreas emergentes, algunos de sus retos y perspectivas que por mucho están
llamadas a superar las fronteras o “ interdisciplinas” en las ciencias sociales o
humanas. El nuevo nombre de la semiótica para reflexionar sobre sus posibilida-
des a partir de lo que Paolo Fabri llamó el “ giro semiótico” ( Cf. El gir o semióti-
co, 2000) para quien esta disciplina debía de ponerse en contacto no con las
2
Bibliografía com plet a recuperada de Wikipedia (ht t p:/ / es.wikipedia.org)
Para cerrar el tercer bloque, Carlos González incluye lo que quiere ser
una biblio-hemerografía completa de Juan Magariños, que es un ejercicio para
delimitar y orientar lo que después ayude a organizar distintos trabajos críticos en
torno a la semiótica de Magariños en los varios aspectos señalados. Hay que se-
ñalar que dicha bibliografía es importante porque, al menos en México, permite
reconocer lo que no se ha podido leer, lo que editorialmente no ha llegado en
nuestros siempre erráticos flujos de información, que hoy apenas puede compen-
sar –no siempre de manera total– internet, los listados de direcciones, las redes,
los sistemas de mensajes, etc.
El último bloque del libro es quizá el más heterogéneo. Es por ello que
apelamos en su título a una especie de “ guiño” donde, por ejemplo, podemos
encontrar, en el trabajo de Luis de la Peña, las reverberaciones de su vínculo con
Magariños, y dos textos de académicas mexicanas que aborda el de Macías, una
teorización desde la semiótica de la cultura sobre la comunicación intercultural y,
más particularmente, la relación migrante-migración; y de Olga Rodríguez, un
interesante análisis de los spots políticos en las campañas presidenciales mexica-
nas de los años 2000 y 2006.
El libro cierra con un texto híbrido que ciertamente es algo más que un
opúsculo, pero es de menor extensión al conjunto del libro. El epílogo indicial-
mente marca el cierre del libro, y pretende generar un diálogo con el primero de
los trabajos. Intentamos cerrar lo que ha sido el leitmotiv del texto: las reflexio-
nes sobre los problemas semióticos, sus nuevos aportes, sus constantes posibili-
dades en el análisis de la significación y de las prácticas de producción e inter-
cambio de sentido entre los actores sociales. Este cierre, impone —lo reconoce-
mos— un sesgo por un carácter un poco más orientado a la semiótica teórica y
general, por los diálogos particulares con los estudios de comunicación social o
más propiamente entre la teoría semiótica y la de comunicación, que revela algu-
nas de las preocupaciones centrales.
I ntroducción
En su introducción a la Encyclopedia of Semi otics a finales de los años
noventa, su editor en jefe, Paul Bouissac (1998), reconocía que el estado que la
semiótica guardaba en ese momento era muy diferente de aquel que la había ca-
racterizado las décadas anteriores, una condición que podía ser considerada como
el resultado de tres grandes desarrollos. Primero, los historiadores de las ideas
habían rastreado en el pasado algunas de las nociones semióticas más básicas,
muchas de las cuales se encontraban bajo denominaciones y nombres diferentes,
pero que permitieron moverse hacia tradiciones más antiguas y ricas que no se
encontraban restringidas a aquellas producidas en las civilizaciones occidentales,
lo cual indudablemente amplió el campo de fundamentación semiótica. Al mismo
tiempo, nuevas publicaciones de los manuscritos de Peirce y Saussure revelaban
sistemas de pensamiento mucho más complejos de lo que habían vislumbrado las
interpretaciones anteriores. En segundo lugar, los modelos teóricos desarrollados
hasta el momento habían sufrido fuertes cambios tanto dentro como fuera de
cada uno de sus paradigmas. Como resultado, era posible reconocer la emergen-
cia de nuevos modelos teóricos pero también de nuevas preguntas, las cuales
implicaban una reconfiguración del campo semiótico en general hacia una postu-
1
M aest ro en Com unicación por la Universidad de Guadalajara. Licenciado en Ciencias de
la Com unicación en la Universidad Lat ina de Am érica en sept iem bre de 2005. Aut or de
varios art ículos y capít ulos de libros, t odos ellos relacionados con la semiót ica y la t eoría
de la com unicación. Scholar del “ International Comm unicology Inst itut o” (ICI), Secret ario
General de la Asociación M exicana de Est udios de Semiót ica visual. Es aut or del libro Se-
miótica y teoría de la comunicación , 2 t om os (2010, 2011), M ont errey, CAEIP.
Por otro lado, también en los años noventa, John Deely (1990) apuntaba
un cambio drástico que trastocaba tanto los fundamentos conceptuales como la
organización institucional de la semiótica y el cual podía ser caracterizado por el
tránsito de la consideración de la semiótica como método analítico a la conside-
ración de la semiótica como punto de vista, una condición que expandía casi de
manera natural el espacio de observación mucho más allá del ámbito humano
hacia todas la formas de semiosis, incluso aquellas que van de las relaciones ce-
lulares hasta la configuración misma de las formas de vida en el planeta (Hoff-
meyer, 2008). De ahí que la semiótica ya no sea entendida únicamente como la
ciencia de los signos y la significación, sino como el estudio de cómo el cerebro
humano procesa los significados creados entre los signos y la información que
codifican (Danesi, 2011). Como se puede observar, esta última consideración
implica tanto elementos biológicos como elementos cognitivos, lo mismo que
procesos sígnicos y la emergencia de la significación, lo que representa quizá una
de las consecuencias de este diálogo transdisciplinar que caracteriza a la semióti-
ca en la actualidad. ¿Pero cómo es que todo esto ha sucedido y cuáles son las
consecuencias de este desarrollo?
Por otro lado, hace más de dos décadas atrás se comenzó a gestar un se-
gundo proyecto transdisciplinario que precisamente toma como una de sus bases
a la biosemiótica para ponerla a dialogar con la cibernética de segundo orden, las
ciencias cognitivas, las ciencias de la información, la teoría de sistemas, la se-
miótica peirceana entre otras, lo cual le da nacimiento a la Cibersemiótica, una
propuesta que puede ser definida sintéticamente como la búsqueda de las rutas
biológicas, psíquicas y sociales de la necesidad humana y biológica del significa-
do y la auto-organización en sus procesos de conocer/observar el mundo y en la
formulación de las explicaciones que sobre él se hagan (Brier, 2008). Es a partir
de esta nueva integración que recientemente Marcel Danesi (2011) ha propuesto
hablar del “ giro cibersemiótico” , un giro que implica un cambio en el objeto de
estudio en la semiótica, puesto que supone el paso de la observación de los sig-
nos y los procesos de significación a la observación de cómo es que los sistemas
semióticos resultan ser sistemas autopoiéticos. Este giro cibersemiótico nace del
diálogo transdisciplinar que la semiótica ha establecido con otras disciplinas y
marcos conceptuales, y puede considerarse un segundo giro que nace más de dos
décadas después de aquel que propusiera Paolo Fabbri (2004), para quien la se-
El presente trabajo es, por tanto, un intento por poner en perspectiva al-
gunos de estos cuestionamientos y objetivar explícitamente la génesis de su na-
cimiento. Por lo tanto, es muy importante dejar en claro que no se busca en nin-
gún momento ser exhaustivo en el recuento, dado que eso es en sí mismo un tra-
bajo que demandaría todo un programa de investigación, por lo que tampoco
pretende abarcar todas las líneas, programas y sub-campos de investigación se-
miótica que hay en la actualidad, sino únicamente explorar la genealogía que
parte de Charles Sanders Peirce y se extiende hasta nuestros días en la forma de
la Bio y la Cibersemiótica, dos programas que cruzan las líneas de lo disciplinar
y las barreras propias de la semiosis. Se trata entonces de plantear un breve reco-
rrido por este desarrollo, de plantear algunas preguntas que han ido apareciendo
en el camino y, sobre todo, de aceptar las consecuencias que tienen para toda
reflexión contemporánea sobre la comunicación, la cognición, la información y
la significación una propuesta de esta naturaleza. Si la vida es coextensiva con la
semiosis como sugería Thomas Sebeok, entonces estamos viviendo las conse-
cuencias conceptuales de la superación de las barreras disciplinares que implica
la dimensión biológica de la semiosis. Se trata entonces de presentar algunas de
las preguntas que nacen a partir de la reflexión contemporánea en la semiótica, la
cual ha sido fuertemente motivada por el diálogo que ésta ha establecido con las
ciencias que estudian la cognición, la información, el lenguaje y las formas de
2
La Int ernational Encyclopedia of Unified Scienes fue un proyect o heredero del Círculo de
Viena cuyo propósit o central fue la preocupación por la lógica, la hist oria y la sociología de
la ciencia que se desarrolló desde finales de los años t reinta hast a finales de los años cin-
[…] dado que será mostrado que los signos son simplemente los obje-
tos estudiados por las ciencias biológicas y físicas relacionadas en de-
terminados procesos funcionales complejos, cualquier unificación de
las ciencias formales […] proveerá de material relevante para la unifi-
cación de estos dos grupos de ciencias […] Sin embargo, si la semióti-
ca es una ciencia co-ordinada con otras ciencias, estudiar las cosas o las
propiedades de las cosas en su función de ser observadas como signos,
es también el instrumento de todas las ciencias, dado que cada ciencia
hace uso de y expresa sus resultados en términos sígnicos (p. 80).
cuent a en que los prim eros volúmenes son publicados. Para una hist oria m ás det allada
sobre el nacimient o de la propuest a y de los int ereses centrales véase el t rabajo de Char-
les M orris tit ulado “ On t he hist ory of t he Int ernat ional Encyclopedia of Unified Science”
(M orris, 1960).
3
La biosem iótica com prende en realidad el est udio de lo antroposemiót ico , lo zoosemióti-
co y lo fit osemiótico. En est e sent ido, la « ant roposemiosis» es ent endida com o el desarro-
llo de las m odalidades sem ióticas ent re ot ros anim ales y los hum anos, del lenguaje dent ro
de las especies hum anas y consecuent em ent e de las tradiciones hist óricas y la cult ura en
general. Por su part e, la « zoosemiosis» es com prendida com o el desarrollo de las m odali-
dades sem ióticas entre anim ales, ent re veget ales y anim ales y ent re anim ales y el ent orno
físico. Por otro lado, la « fit osemiosis» es ent endida com o el desarrollo de las m odalidades
sem ióticas dent ro del reino veget al y entre veget ales y el ent orno físico. Finalment e, la
« fisiosemiosis» se refiere al entrono físico en cuant o t al, el cual puede com prender desde
la condensación inicial de los sist em as est elares hast a el desarrollo post erior de los sist e-
m as planet arios y sub-planet arios (Véase Deely, 1990).
4
Si bien el diálogo ent re la semiót ica y la biología se ha dado paulat inament e, en realidad
t odavía existen fuert es discusiones al respect o, algunas de las cuales se llevan dent ro del
cam po de la zoosem iótica, el est udio del com port amient o anim al desde el punt o de vist a
sem iótica. Para una discusión m ás punt ual de est e diálogo véase el t rabajo de Dario M ar-
t inelli tit ulado “ A crit ical companion to zoosemiotics: people, paths, ideas” (M artinelli,
2010).
Es por esto que John Deely (1990) considera que para el caso concreto de
la semiótica, su historia será la historia de los intentos por dar cuenta de aquello
que subyace a la semiosis y la hace posible partiendo de una pregunta fundamen-
tal, a saber ¿qué es un signo, tal que él hace posible la semiosis? La semiótica es
entonces ese intento por explicar teóricamente lo que distingue al signo y su en-
tendimiento como tal, de aquellos estudios que lo tienen como objeto. Es posible
entonces argumentar que toda investigación semiótica “ […] incluye, por derecho,
todas las disciplinas tradicionales en virtud de su dependencia en lo que ellas son
en cuanto estructuras de significación típicamente distintas sobre una red de rela-
ciones sígnicas que las constituyen, pero de hecho, el campo incluye aquellas
disciplinas solo en el momento que y hasta el punto de, además de ser vistas co-
mo estructuras de significación, son vistas y analizadas temáticamente en térmi-
nos de esta constitución virtualmente semiótica” (Deely, 1990: 106). Esta cuali-
dad de integración conceptual es la que posibilitó situar a la semiótica en la inter-
sección de las ciencias y la que la llevaría a preguntarse sobre las formas básicas
de la construcción de conocimiento.
En este sentido, Brier (2008) supone que una teoría consistente de la in-
formación, la cognición y la comunicación debe necesariamente comprender
tanto las ciencias sociales y las humanidades así como las ciencias biológicas y
de lo psicoquímico, una integración similar a la planteada por la Inter nati onal
Encyclopedia of Unified Sciences cinco décadas antes. Desde este marco es posi-
ble preguntarse, ¿qué es lo que sucede conceptualmente con la integración de la
cibernética de segundo orden y la semiótica peirceana?, ¿qué es lo que esta inte-
gración permite observar del mundo que antes no se podía observar?, ¿qué es lo
que le plantea a la semiótica una integración de esta naturaleza? Como se puede
observar, más que certezas lo que aparece en el horizonte es todo un programa de
investigación que busca contestar algunas de las preguntas centrales sobre la
Por ejemplo, para Kalevi Kull, “ la biosemiótica puede ser definida como
la ciencia de los signos en los sistemas vivos. Una característica distintiva y pri n-
cipal de la semiótica biológica consiste en el entendimiento de que en lo vivo, las
entidades no interactúan como cuerpos mecánicos, sino como mensajes, como las
piezas de un texto” (Kull en Martinelli, 2010: 29). Tomando como base esta con-
ceptualización de la biosemiótica, Martinelli (2010) considera que si la naturale-
za puede ser leída como un texto y además tiene significado y debe ser interpre-
Por otro lado, el mismo Martinelli (2010) apunta la diferencia que existe
entre el uso de conceptos que normalmente se asocian al campo semiótico y el
uso de teorías semióticas propiamente, dado que es posible encontrar, mucho
antes del nacimiento de la biosemiótica, conceptos en el campo de la biología
relacionados de alguna manera con el campo semiótico como el de reconoci-
miento, mensaje, señalización, etc. Sin embargo, argumenta Martinelli, más que
un interés por la semiótica, en realidad los biólogos han estado mucho más in-
teresados en la teoría de la información, un paradigma basado en las matemáticas
y el cual presupone que las entidades pueden ser medidas objetivamente, una
posición que evidentemente no podría ser aceptada por la biosemiótica. Según
Hoffmeyer (1997) una ruptura mayor de nuestro entendimiento del carácter se-
miótico de la vida fue el establecimiento en 1953 del modelo del ADN y el sub-
siguiente desciframiento del código genético. Hasta este punto, el entendimiento
Ahora bien, si se pone atención en las hipótesis que Eco plantea sobre la
cultura desde la semiótica, puede observarse una situación similar a la que Marti-
nelli puntualizaba sobre la biosemiótica, una conceptualización que pone a la
significación y los signos como el centro de la configuración cultural, lo que
inmediatamente coloca a la semiótica como una mirada totalizadora de la comu-
nicación y la cultura. Por otro lado, a la luz de los desarrollos recientes de la bio-
semiótica, es posible cuestionar los umbrales de la semiótica que Eco había con-
cebido más de cinco década atrás, dado que el umbral inferior, constituido por
una serie de signos naturales como el estímulo, la señal y la información física,
son ahora el objeto de conocimiento de la fisiosemiótica, mientras que el umbral
superior, caracterizado por la cultura, es el objeto de conocimiento de la antropo-
semiótica. ¿Cuáles son entonces hoy en día los límites de la mirada y reflexión
semiótica? Si bien Eco modificaría posteriormente su conceptualización sobre la
cultura y la comunicación, en realidad el principio básico de observación se-
miótico seguirá siendo fundamental para su trabajo, por lo que aparece con fuer-
za la mirada totalizadora de la semiótica y con ella, la crítica a los umbrales y
límites de la semiótica, los cuales han sido movidos por completo en la semiótica
contemporánea sobre todo por lo extenso del campo que hoy parece abarcar la
semiosis misma.
Parece que tenemos dos puntos de partida muy distintos para estas
teorías y ambas argumentando ser universales. La diferencia entre
ambos paradigmas es fundamental. El paradigma de la información
está basado en concepciones objetivas y cuantitativas de la infor-
Hasta este punto Brier (2008), ha señalado algunas de las principales de-
ficiencias del paradigma del procesamiento de información, por lo que es impor-
tante ahora hacer el enlace con la cibernética a través de sus principales postula-
dos. En este sentido, es Heinz von Foerster quien demuestra que si un organismo
es modelizado como una máquina, no puede ser una máquina trivial puesto que
no puede haber una descripción matemática determinista de su comportamiento,
de ahí su propuesta de referirse a los sistemas vivos como máquinas no triviales:
el sistema se organiza a sí mismo y produce sus propias partes. La habilidad para
la auto-organización en la dimensión histórica de los sistemas vivos son razones
importantes de por qué los organismos no son máquinas triviales. De esta mane-
ra, la cibernética busca describir y explicar cómo la función de la limitación es-
tructural influencia el desarrollo de los sistemas auto-organizados que son llama-
dos ahora, con el trabajo de Maturana y Varela, autopoiéticos. Es decir, un siste-
ma autopoiético es aquel que produce sus propios límites y su propia organiza-
5
ción al producir los elementos que lo componen a él mismo como sistema .
Para Brier (2008), este es un punto clave para la emergencia del signifi-
cado/sentido, puesto que cuando miramos al lenguaje en términos de informa-
ción, es claro que el significado del mundo depende de la organización del siste-
5
En palabras de M aturana, “ […] el ser vivo no es un conjunt o de m oléculas sino que una
dinámica m olecular, un proceso que ocurre com o unidad discret a y singular com o el
result ado del operar, y en el operar, de las dist int as clases de m oléculas que lo com ponen,
en un ent re juego de interacciones y relaciones de vecindad que lo especifican y realizan
com o una red cerrada de cambios y sínt esis m oleculares que producen las mim as clases
de m oléculares que la const it uyen, configurando una dinám ica que al m ism o t iem po
especifica en cada inst ante sus bordes y ext ensión. Es a est a red de producciones de
com ponent es, que result a cerrada sobre sí m ism a porque los com ponent es que produce
la const it uyen al generar las m ismas dinámicas de producciones que los produjo, y al
det erm inar su extensión com o un ent e circunscrit o a través del cual hay un cont inuo flujo
de elem ent os que se hacen y dejan de ser com ponent es según part icipan o dejan de
part icipar en esa red, a lo que llam am os aut opoiesis” (M at urana y Varela, 2003:15).
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I ntroducción
A partir de los fundamentos de la semiótica peirciana, la semiótica se ha
delineado como campo de reflexión teórica en torno al papel que adquiere el
conocimiento en las formas de interacción y reproducción del sentido a nivel
social. Es así que desde aquellos primeros años de su surgimiento a finales del
siglo XIX y su notable relación con la lingüística y los estudios literarios, en la
actualidad el ámbito de acción y reflexión de la semiótica se ha extendido hasta
la tecnología, la biología, las matemáticas, la física y otras áreas del saber tradi-
cionalmente fuera de sus lugares preferenciales que fueron la filosofía, la psico-
logía y el arte; también ha ocurrido un desplazamiento formal desde los primeros
usos procedimentales y analíticos de los cuales la teoría del arte en lo general y la
teoría literaria en particular abrevaron durante muchos años, a la reflexión y teo-
rización acerca de la semiosis como proceso de significación, y en tanto tal, en su
valor de epistemología aún por conformar, aplicable a un sinfín de saberes va-
rios, en esa especie de configuración intersectiva que como dijera Serrano “ le
pertenece a todos y a nadie” (Serrano, 1998: 8).
1
Doct ora en com unicación por la Universidad de la Habana (Cuba). Profesora de la Uni-
versidad Aut ónom a de la Ciudad de M éxico. M iem bro del Sist em a Nacional de Invest iga-
dores (nivel 1); miem bro de la Red de Invest igadores en Com unicación (REDECOM );
m iem bro de la red int ernacional de Invest igadores sobre la Front era; miem bro de la Aso-
ciación Lat inoam ericana sobre Est udios del discurso (ALED). Sus áreas de invest igación son
art e, t eorías de la com unicación, int ercult uralidad, est ét ica de la recepción, sem iótica y
análisis del discurso.
Sin dudas, lo anterior nos lleva a considerar dos puntos de partida: enten-
der la semiosis como un proceso que ocurre en el campo de lo fenomenológico,
es decir, como parte de los procesos que tienen lugar en la construcción de la
experiencia del sujeto en su praxis de vida, tanto como ser objetivado en la cultu-
ra y la historia que como ser en despliegue constante de su subjetividad y cons-
trucción personal; y entender la experiencia del arte como una experiencia que no
solo es sensible, sino también cognitiva que a su vez se da de forma diferenciada
respecto de otras experiencias que forman parte de los procesos de percepción
sensible.
Es sabido que los esfuerzos teóricos que unos años antes Umberto Eco y
Iuri Lotman realizaron para lograr traspasar la barrera estructuralista en el campo
de la investigación semiótica jugaron un papel importante en la configuración del
panorama semiótico de aquel momento, pero en lo que respecta al arte estos es-
No está de más decir que esto resulta altamente valioso para comprender
lo que sucede al interior de los procesos de percepción sensible a los que justa-
mente convoca el arte a partir de su función primordialmente estética, es decir,
fundamentalmente enfocada a la generación de emociones a través de la activa-
ción de los sentidos, ya que precisamente es gracias a su condición sensorial que
la interpretación del arte se torna en un proceso semiósico que no apunta de for-
ma directa a la significación ni a los sistemas de significación donde se inserta,
sino más bien que se enfoca en la semiosis en sí, es decir, en la manera en que se
construye la información y el sentido de la información simultáneamente, o como
Para ello nos basamos en los hallazgos teóricos y empíricos más recientes
de las ciencias cognitivas sobre los procesos de conocimiento, desarrollados por
la corriente enactista, y en las reflexiones en torno al pensamiento estético del
filósofo Wolfgang Welsh, ya que ambos pilares teóricos nos conducen a plantear
una descripción de la fenomenología de la experiencia estética desde donde es
posible no solo proponer una definición de la experiencia del arte como expe-
riencia sensible, intelectiva y volitiva del sujeto, sino también postular la necesa-
ria intervención de la semiótica como modo de conocimiento que puede explicar
la singular forma en que esta experiencia tiene lugar.
Por ello creemos que aquí se halla justamente un campo fructífero de re-
flexión en ambos sentidos y, sobre todo, un reto teórico y empírico para la inves-
tigación semiótica en los marcos del debate en torno al objeto de estudio de la
semiótica general que afortunadamente, a través de un merecido retorno a sus
orígenes, se ha comenzado a dar.
Sin embargo, es en las primeras décadas del XVIII que el filósofo alemán
Alexander Baumgarten en su obra Reflexiones filosófi cas acerca de la poesía, de
1735, acuñó por vez primera el término “ estética” para designar la ciencia del
conocimiento sensible. Él fue el primero en hablar de lo sensorial como fuente de
conocimiento a través del arte, al cual le confirió –muy ad hoc con el racionalis-
mo imperante en la época ilustrada en la que vivió– un estatus inferior con res-
pecto al conocimiento racional; no obstante ello, su legado estableció que el co-
nocimiento que un sujeto puede extraer del arte no solo es sensible, sino también
intelectual; y si bien dicho conocimiento fue entendido por Baumgarten como un
conocimiento clar o pero confuso, vinculado a los sentidos aunque no agotado en
ellos, la idea de posicionarlo como conocimiento, es decir, en función meramente
cognitiva y no contemplativa, otorgó a la Estética las bases para pensar la rela-
ción cognoscitiva entre el sujeto y el objeto del arte en su doble condición de
conocimiento sensible e intelectivo; de ahí la centralidad que otorgó a la expe-
riencia estética del sujeto como objeto de estudio de la Estética, y su énfasis en el
carácter más gnoseológico que axiológico, que fue lo que a pesar de todo, poste-
riormente, la definió.
2
Para m ayor inform ación sobre el t em a, recomendam os la obra Hist oria del Gusto , de
Galvano della Volpe, Visor, M adrid, 1987.
3
Para m ayor inform ación recom endam os la consult a de las obras: La act ualidad de lo
bello , de Hans Georg Gadam er, Barcelona, Paidós, 1991, y “ Hördelin y la esencia de la
poesía” , en M artin Heidegger Art e y poesía , Buenos Aires, FCE, 1992.
4
Los subjetivist as son aquellos t eóricos que enfat izan la act ividad del sujet o en la expe-
riencia est ét ica y niegan en consecuencia la exist encia de propiedades especiales en la
obra de art e.
5
Para m ayor inform ación respect o al t em a, consult ar las siguientes obras: Invitación a la
est ét ica (Sánchez Vázquez), Los fundamentos de la est ét ica (Lipps), The M yt h of Aest het ics
At t it ude (Dickie), El art e como experiencia (Dewey), What makes and Experiencie Aest he-
t ics? (M itias).
6
Con ello se oponen a los objet ivist as (Bell, Dant o, M it ias, Beardsley, Dufresne), quienes
convencidos de la exist encia de objet os est éticos, es decir, de objet os que poseen propie-
dades especiales que los hacen ser est ét icos, arguyen que para que t enga lugar la expe-
riencia est ética es necesaria la presencia de los mism os.
7
Preferim os a propósit o la palabra configuración a la palabra const rucción para hablar de
la em ergencia de los sent idos de las cosas en la act ividad cognit iva de los sujet os, pues la
palabra const rucción implica la idea de cim ient o com o base para el conocimient o, a part ir
del cual algo de construye o edifica, mientras que configuración se ofrece com o un tér-
m ino que permit e sugerir la idea de t ejido que, a la m anera de soport e com o condición
(m as no base), posibilit a el conocimient o. Para m ayor inform ación, recomendam os la
lect ura del text o Conocer , de Francisco Varela, referido en la bibliografía al final de est e
t rabajo.
Está claro entonces que los patrones perceptivos por sí mismos no confi-
guran el conocimiento; de hecho, retomando lo dicho por Varela, el conocimien-
to surge –emerge, en sus términos– de las regularidades que dichos patrones
comportan pues no siempre se configuran regularmente (Varela, 2005: 77-79,
100, 108), y ello es lo que posibilita la configuración del conocimiento como
aprendizaje. De esta manera, la configuración de patrones perceptivos se vincula
con la percepción como condición del ser en el mundo, y la emergencia de signi-
Como se puede observar, hay una diferencia sutil pero operativa entre los
procesos de percepción (a los cuales ya, a la luz de todo lo que hemos comenta-
do, no tiene sentido añadir el apellido de “ sensible” ) y los procesos de la expe-
riencia, ya que toda experiencia, según su propia etimología ( ex – perior
/peiraomai ) es aprender, o sea, descubrir mediante la acción de prueba o com-
probación, como un usar o practicar lo vivido que recuerda la experiencia del
conocimiento comprensivo de Agamben (2003) –de ahí precisamente su carácter
cognitivo–; pero la percepción es modo, mecanismo, dispositivo de funciona-
miento.
Como se puede notar, para nosotros, la experiencia del arte resultará en-
tonces, al igual que sucede con cualquier otra experiencia, una experiencia sensi-
ble e intelectiva por su origen, aunque no se debe soslayar que también está con-
dicionada, como dijera Dewey, por ciertas condiciones que en nuestra opinión se
vinculan con la configuración del orden social donde el arte tiene un lugar. En
ese sentido, la experiencia del arte guarda relación con lo social en tanto expe-
riencia comunicativa y de socialización.
Para desarrollar con detalle esta propuesta sobre la experiencia del arte
primero se hace necesario reflexionar en torno al fundamento semiósico de la
actividad sensoperceptiva del sujeto con el objetivo de situar la imposibilidad de
percibir sin significar, y de conocer sin percibir, en tanto ello nos permitirá suge-
rir que los procesos de la experiencia se dan al interior de un marco de significa-
8
Consult ar M andoki Kat ya, “ Fenom enología de la condición de est esis: prendam ient o y
prendimient o” en Est ét ica cot idiana y juegos de la cultura (capít ulo 8, pp. 88-96).
Pensemos, por ejemplo, que la aversión del sabor del humor de una heri-
da ulcerada resulta una actividad sensible (sensoperceptiva) que implica tanto la
movilización de estímulos provenientes de todos los órganos involucrados en el
acto de degustación (lengua, papilas gustativas, esófago, estómago, intestinos)
como los propios del sentido del gusto (boca) ya que los primeros deberán ocu-
parse de organizar la respuesta biofisiológica del organismo en términos homeos-
tásicos, mientras que el segundo se ocuparía de sentir como agradable o desagra-
dable dicha experiencia en función del sabor mismo.
Todo lo anterior tiene una alta incidencia en los procesos cognitivos toda
vez que éstos se gestan mediante un complejo mecanismo de articulación entre
signos soportados justamente en la vinculación/no vinculación de sus rasgos per-
tinentes que, a la manera de quali a, permiten al sujeto orientar su devenir cogni-
tivo. Explicamos: el color verde de una planta no puede ser percibido si no existe
al menos la planta, la luz del sol y los ojos del sujeto, pero al mismo tiempo nadie
puede intuir el verdor de la planta como quali a sin haber reconocido primero
9
Para m ayor referencia sobre est e punt o, recom endam os consult ar la obra de Lotm an La
Semiósfera I. La referencia bibliográfica se encuent ra en el apart ado de la bibliografía al
final de est e t rabajo.
Por ello, si bien –para usar una frase de Deely–, los signos son invisibles
a los sentidos (Deely, 2006), ello no significa que su valor de cambio impida al
sensorium construir información acerca de los programas de significación en los
que eventualmente se despliegan. En ese sentido, resulta incorrecto hablar de la
presencia de signos en estados de pre-cognición (si es que esto existe) como los
que sugieren los estados de sensibilidad pura o los mal llamados estados
estésicos que incluyen a la contemplación y el éxtasis o cualquier otro tipo de
actividad meramente sensible como un registro sensoperceptivo de la apreciación
estética de orden místico.
Es por ello que resulta errado y confuso cifrar la fascinación, en tanto as-
pecto relativo a la experiencia del arte, como modo estésico de percepción sola-
mente en el umbral de la sensación ya que aunque la fascinación resulta un modo
adecuado de nombrar la percepción estética en general (aceptado incluso por
todos los que se han referido a la experiencia estética, incluyendo a Mandoki),
resulta también un evento semiósico anclado en el cuerpo, o sea, en lo sensorial-
perceptual y en la medida en que se torna juego de la seducción de los sentidos
ante un fenómeno concreto lo hace justo porque ocurre –fenomenológicamente
10
Est a idea de la est et icidad int rínseca de los objet os lam ent ablem ent e ha sido referida
por la aut ora en ot ros t rabajos, aunque en ellos al igual que en ést e se habla de una esen-
cia est ésica de los mism os. Sin em bargo, para no caer en confusiones ni contradicciones,
en est e trabajo se ha preferido soslayar radicalm ente t al definición con el objet ivo de
dejar claram ente asent ado la dirección de nuest ra reflexión en t orno a la propuest a que
aquí se ensaya que, com o podrá not ar el lect or si t iene oport unidad de com parar est e
t rabajo con los ot ros ant eriores a los que hem os hecho referencia, no difiere en lo esen-
cial.
Así, queda claro que nuestra posición en torno a los objetos y fenómenos
“ estéticos” o “ fascinantes” se distancia de posturas ontológicas trascendentalistas
a lo Heidegger, y se ubica en una perspectiva materialista y fenomenológica que
implica la puesta en relación cognitiva a partir de una motivación afectiva y emo-
tiva (la fascinación) del sujeto hacia los objetos y fenómenos de nuestra realidad
que, a nuestro juicio, no se da como plantea Mandoki mediante un exceso o des-
bordamiento de la apreciación provocado por brincarse el eje semiósico de la
percepción (Mandoki, 2008: 134), sino justamente –tal y como ya mencionamos–
por atravesarlo.
11
Est o lo hem os expresado en t rabajos ant eriores sobre la dialogicidad del art e. Para
m ayor inform ación consult ar: Rom eu, Vivian (2009). “ Indet erm inación y const rucción
ident itaria. Reflexiones sobre lo est ét ico com o dimensión dialógica de lo sensible” . En
revist a Análisis, quaderns de comunicación i cult ura No. 39, Universit at Aut onom a de
Barcelona, pp. 163-178. Art ículo t ambién disponible en línea en:
ht t p/ / :w w w .raco.cat / index.php/ Analisi/ Art icle/ view / 184494
12
Nos hem os basado en el concepto de “ form a significant e” de Clive Bell, a pesar de que
nos dist anciam os de él. Para m ayor inform ación, recom endam os consult ar “ Art as Signifi-
cant Form : The Aest het ics Hypot hesis” . En George Dickie et al (Eds.) Aest het ics, a Crit ical
Ant ologhy, New York: San M artins, 1977.
De esa manera, como se podrá notar, la percepción estética que solo po-
sibilita el acceso a la percepción del “ secreto” en el objeto o fenómeno, da paso a
la experiencia estética mediante el establecimiento de una especie de conversa-
ción del sujeto con el objeto o fenómeno a través de la cual el primero pretende
descubrir el significado oculto en el secreto del segundo. Dicha experiencia se
muestra sin lugar a dudas, en tanto acto de descubrimiento, como actividad cog-
nitiva que posibilita la configuración de un nuevo enunciado sobre el objeto o
fenómeno, construyendo así conocimiento nuevo.
13
Falt aría en est e t rabajo una caract erización casi obligada del caráct er afect ivo de dicha
relación, lo que supone a su vez una reflexión m ás profunda sobre el papel del placer y la
em patía en los procesos de experiencia del art e, m ism os que al salirse de los m árgenes de
est e t rabajo lam entablem ent e debem os abonar necesariam ent e en fut uras com unicacio-
nes.
Sin embargo, debemos recordar que esto solo ocurre si el sujeto se dispo-
ne a hacerlo ya que por diversos motivos el sujeto puede negarse a esa experien-
cia simultáneamente emotiva y cognitiva, ya sea debido a su falta de interés o
curiosidad en conocer el secreto que ha percibido, ya sea por deseo o capacidad
por prolongar la percepción de fascinación, o quizá debido a su incapacidad para
indagar en dicho secreto, entre otras. Pero más importante resulta plantear que en
cualquiera de los escenarios de negación anteriores hay percepción estética mas
no experiencia, ya que ésta se da solamente como fenómeno de validación de los
sistemas cognitivos del sujeto, y no como fenómeno de aprehensión que es lo que
se circunscribe al primero. Pasar de la percepción a la experiencia estética es lo
mismo que pasar de la percepción de la fascinación a la experiencia (práctica,
uso, vivencia) de lo fascinante que es, y debe ser, necesariamente fugaz.
Solo en ese instante puede hablarse del sujeto fascinado como aquel que,
impulsado por el despliegue de su actividad emotiva o estética –que como señala
Mandoki (2008: 67, 72) resulta una actitud de apertura al mundo, diríamos, de
conocimiento– puede y quiere construir patrones perceptivos y cognitivos dife-
rentes cada vez. Por ello, la actividad cognitiva que conduce a la experiencia
14
Debem os aclarar que no se t rata de un significado referencial que alude a la representa-
ción ext erna del objet o o a su función, sino a lo que lo define, al m enos cont ingent em ente
com o objet o percept ible prim ordialment e de m odo est ético.
4. Conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos considerado a la subjetividad como ám-
bito por excelencia de la estesis, pero ello no significa que pueda hablarse de
percepción y cognición como procesos al margen de los objetos y fenómenos del
mundo ya que la posibilidad humana de sentir y percibir solo puede ser desple-
gada en la relación cognoscitiva implicante sujeto-objeto a través de la cual in-
teractúan para construir sentido sobre sí mismos como dijera Klinkenberg (2006)
y en la que intervienen como parte de la percepción del sujeto todo el abanico de
sus racionalidades (Welsh, 1998) que no son más que los modos innatos de sen-
sopercepción modelados onto y filogenéticamente.
15
En ponencia de la aut ora Secret o y metáfora en la configuración est ét ico-discursiva del
art e: dos aspect os semióticos, en VIII Encuentro ALED, M onterrey, M éxico, oct ubre 2009.
16
Para una m ayor inform ación sobre el part icular se puede consult ar el text o de la aut ora
“ Art e y reproducción cult ural” en Revist a Estudio de las Culturas Cont emporáneas,
Volum en XVII, No. 33, pp. 113-139, 2011. Universidad de Colim a. M éxico. Tam bién
disponible en htt p:/ / redalyc.uaem ex.m x/ redalyc/ pdf/ 316/ 31618563007.pdf
17
Para una m ayor inform ación acerca de est e t ópico, adem ás de la lect ura obligada de las
obras de Bourdieu La dist inción. Crit erios y bases sociales del gusto , Taurus, M adrid, 1988
y Las reglas del art e: génesis y est ruct ura del campo literario , Anagram a, Barcelona, 1995,
recom endam os consult ar el text o “ El papel del art e en la reproducción de la cult ura. Una
aproxim ación preliminar desde la sociología y la semiót ica” en Edgar Sandoval y Gabriel
M edina, Cult ura y Poder , UACM , M éxico, 2010: 159-206.
Es por ello que podemos decir que la investigación teórica y empírica so-
bre la experiencia estética en lo general y sobre la experiencia del arte en lo par-
ticular ofrece a los estudios semióticos de última generación, la posibilidad de
expandir su campo de acción epistémica, a través del diálogo con otros campos
del saber con los que no ha tenido contacto directo.
Referencias
Agamben, Giogio (2003). Infancia e historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.
Bajtin. Mijail (1990). Estéti ca de la creación verbal . México: Siglo XXI (trad. Tatiana
Bubnova).
Bourdieu, Pierre (1995). Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario.
Barcelona: Anagrama.
Iser, Wolfang (1997). “ El proceso de lectura” en José Antonio Mayoral (comp.) Estéti-
ca de la Recepción. Madrid: Arcos.
Lotman, Iuri (1996). La Semiósfera I. Semióti ca de la cul tura y del texto. Frónesis Cá-
tedra, Madrid: Universitat de Valencia.
Mandoki, Katya (2008). Estética cotidiana y juegos de la cultura. México: Siglo XXI.
Welsh, Wolfang (1998). “ Rationality and reason today” . En Dane R. Gordon and Józef
Niznik (eds.) Criticism and Defense of Rationality in Contemporary Philoso-
phy. Amsterdam: Rodopi, pp. 17-31.
1. I ntroducción
[ …] el artista siempr e escoge. Incluso cuando hace
una pintura ordinaria, siempre hay una elección: es-
coge sus colores, escoge su lienzo, escoge su tema.
Escoges todo. No existe arte, esencialmente solo exis-
te la elección.
2
Marcel Duchamp
1
M aest ro en Filosofía por la UNAM ; Licenciado en Artes Plást icas con opción fot ografía
por la Universidad Veracruzana. Profesor-Invest igador de la Academ ia de Com unicación y
Cult ura de la UACM . Desde el 2002 a la fecha ha colaborado con el Depart am ent o de
Desarrollo Académico del CENART en diversos proyect os. Ha sido profesor y coordinador
del t aller de fot ografía de la ENPEG “ La Esm eralda” , INBA; así com o profesor de semiót ica
y sociología de la cult ura en la Universidad del Claust ro de Sor Juana. Profesor de semiót i-
ca y pragm atism o en la Licenciat ura de Educación Art ística de la Escuela Superior de Artes
de Yucat án en coordinación con el Cent ro de las Art es de San Luis Pot osí, Cent enario.
2
Ent revist a a M arcel Ducham p realizada por Phillipe Collin el 21 de junio de 1967. (von
Bersw ordt -Wallrabe, 2002: 37)
3
La noción de art e en est e ensayo será usada con ciert a especificidad; con est e concept o
m e referiré, no al art e en t odas sus m anifest aciones, sino más concret am ente a la produc-
ción art íst ica de t ipo visual y plást ica que se realiza en la act ualidad y que deriva del arte
concept ual de los años 70's.
4
Est a circunst ancia t iene m ucho que ver con la mercant ilización ext rem a que vive el m un-
do del art e y la necesidad que t iene el m ercado de ofrecer y consum ir nuevos product os
art íst icos; sin em bargo, est e t em a, aunque int eresant e e im port ant e para la com prensión
de la complejidad de los procesos de producción y recepción de las art es, no será aborda-
do en est e t rabajo.
5
El térm ino agent e ha sido ut ilizado por ciert as investigaciones filosóficas cont em porá-
neas que est udian los concept os de acción, deliberación, decisión, elección, int ención,
et c., sobre t odo en el m arco de la t eoría m oral y cognit iva. Un agent e racional es un indi-
viduo capaz de ejecut ar una acción razonada. Sobre teoría del agent e ver M acmurray
(1999) y Beck (1975).
6
Peirce plant ea que cuando un int érpret e se enfrent a a un fenóm eno para el cual no
cuent a con códigos int erpret ativos est andarizados, ejecut a un proceso lógico de inferencia
que le ofrece sugerencias hipot ét icas sobre su significado. Ese proceso de producción de
hipót esis inferenciales es conocido com o abducción o hipót esis inferencial, la cual se dis-
t ingue de la deducción o de la inducción pero igualment e permit e est ablecer un ciert o
nivel de argument ación sobre las relaciones significat ivas, aunque no de m anera probat o-
ria, sim plem ent e funciona com o una sugerencia que ofrece posibilidades para solucionar
un conflict o de int eligibilidad de m anera pragm át ica: “ La abducción es el proceso de for-
m ación de una hipót esis explicat iva. Es la única operación lógica que introduce alguna idea
nueva; dado que la inducción no hace m ás que det erminar un valor y la deducción sim -
plem ent e desarrolla las consecuencias necesarias de una hipót esis. La deducción prueba
que algo debe ser; la inducción muest ra que algo es realm ent e operat ivo; la abducción
sim plement e sugiere que algo puede ser. La única just ificación [de la abducción] es que a
part ir de lo que ést a sugiere, la deducción puede derivar una predicción que, a su vez,
puede ser probada por inducción y si querem os aprender cualquier cosa de un pensa-
m ient o o comprenderlo del t odo, est o debe conseguirse por m edio de la abducción. No
puede darse razón de ella, hast a donde puedo discernir, pero la abducción no necesit a
razones ya que ofrece m eras sugerencias” (Pierce, 1931, CP 5.171) [traducción m ía].
7
En la t eoría inst it ucionalist a de George Dickie (2005), la obra es siem pre art efact o; es
decir, es siem pre una ent idad creada por el hombre con una ciert a finalidad —la de ser
usada com o m edio artíst ico en el cont ext o del m undo del art e— pero dicha entidad no
necesariament e t iene que ser pensada bajo la cat egoría de objet o físico, ya que, un poe-
m a no es un objet o como t al, pero al est ar hecho por el hom bre y al est ar hecho con la
finalidad de const it uirse en un m edio artíst ico en ciert o cont ext o del m undo del arte, es
un artefact o que tiene una unidad y est abilidad lingüíst ica.
8
Ch. S. Peirce, “ Correspondencia con William Jam es del 16 de febrero del 1909” t raducida
en (Redondo Domínguez, 2006: 335)
9
El concept o de tradición es m uy im port ant e para la hermenéut ica filosófica. Su función
es reconocer que, al ser seres hist óricos, est am os im plicados por prejuicios (verdaderos o
falsos) que nos acom pañan com o una voz de aut oridad y anónim a (pero no necesariam en-
t e aut orit aria) que m odelan nuest ro pensam ient o y nuest ra form a de act uar en el m undo.
La t radición conserva y t ransm ite los conocimient os que le son pert inent es a t oda com u-
nidad que se encuent re subsum ida en dicha t radición. “ Lo consagrado por la tradición y
por el pasado posee una aut oridad que se ha hecho anónim a, y nuest ro ser hist órico y
finit o est á det erm inado por el hecho de que la aut oridad de lo t ransmit ido, y no sólo lo
que se acept a razonadam ent e, t iene poder sobre nuest ra acción y nuest ro com port amien-
t o.” (Gadam er, 2001: 348)
10
Para poder distinguir ent re los significados derivados de la ut ilización de códigos y cat e-
gorías est andarizadas y los producidos en una inferencia hipot ét ica que pueden llegar a
t ransgredir dichos códigos y cat egorías proponiendo otras relaciones no est ándares ent re
el signo y su significado, he decidido llam ar a los primeros relaciones significativas y a los
segundos relaciones de sent ido o sent idos, en virt ud de que los primeros se producen por
m edio de relaciones paradigm át icas que ejecut a un int érpret e, m ientras los segundos
ofrecen sim plem ente posibilidad y sugerencia de ent endimient o.
11
Charles Sanders Peirce acuña la palabra pragmaticismo con la intención de diferenciar
su propuest a de análisis pragm ático y su máxima de las que consideraba m alas utilizacio-
nes de la palabra “ pragm at ism o” en ot ras corrientes t eóricas o críticas. Si bien el uso de
ese segundo concept o es t ardío (1903 en adelant e) y no m uy const ant e en la obra de
Peirce, he decidido ut ilizarlo a lo largo del t rabajo para dist inguir concret am ent e la pro-
puest a peirceana de cualquier otra teoría reconocida com o pert enecient e al pragm at ism o
filosófico —William James, F. C. S. Shiller, John Dewey, ent re ot ros— (Peirce, 1903); así
t am bién para dist inguir las referencias al pensamient o y propuest a semiót ica de Peirce de
la t eoría en Lingüíst ica pragm át ica derivada de H. P. Grice, la cual t am bién será revisada en
est a invest igación desde la visión de M arcelo Dascal.
Por el otro, la presuposición de que el arte vale por sí mismo y que de-
pendiendo del intérprete el artefacto puede alcanzar múltiples sentidos –nunca
inválidos mientras sean coherentes con los aspectos denotativos de dicho artefac-
to y con el contexto de recepción–, aun cuando dichos sentidos sean contradicto-
rios con la intención comunicativa de su autor y con los significados propuestos
por otros intérprete, deriva en una irrelevancia significativa y en una irrelevancia
comunicativa. Si una propuesta artística puede significar cualquier cosa, enton-
ces, no tiene sentido teórico preguntarse por sus posibilidades comunicativas y
expresivas: por su significado.
12
" Proferencia puede usarse com o t raducción de la palabra inglesa ut t erance, de amplia
circulación ent re filósofos del lenguaje que se han int eresado especialment e por los que
se han llamado act os lingüísticos […] Proferencia se define ent onces com o la acción de
decir, es decir, lo que se hace al proferir en el sent ido de decir o art icular palabras. Se
puede usar asimism o el t érmino decir com o sust antivación del verbo decir: el decir, un
decir y, en plural, unos decires, los decires." (Ferrat er M ora, 2001, p. 2924)
13
En la t erminología de Grice se dist ingue ent re « implicat e» —que Dascal ha traducido
com o implicit ar , verbo al que le corresponde el neologismo “ implicat ura” — e «im ply» —
im plicar—. Una implicatura conversacional es aquello que se puede implicit ar en una
conversación pero que no t iene la fuerza lógica de una im plicación y, por lo t ant o, puede
ser negada sin que exist a una cont radicción de sentido. La implicat ura requiere siem pre
de un cont ext o y de una com unidad interpret ativa. Por ejem plo, en la oración “ Juan llegó
t arde” im plica que él llegó. Si se dijera “ Juan llegó t arde pero no llegó” , se cae en una
cont radicción ya que Juan no puede llegar y no llegar al m ism o t iem po; en est e sent ido, la
oración “ Juan llegó t arde pero no llegó” im plica una cont radicción, pero puede implicitar
que él est aba t an dist raído que era com o si no hubiera llegado. En la oración “ el perro est á
sobre el t apet e” se puede, por ejem plo, implicitar , siem pre desde un det erm inado cont ex-
t o y hábit o de com prensión com unit aria, que hay que sacar al perro a orinar y es t ot al-
m ent e posible decir, sin caer en contradicción: “ el perro est á sobre el t apet e, pero ya lo
saqué a orinar” .
En ese sentido, ha sido necesaria una reflexión sobre los procesos de in-
terpretación inferencial y su capacidad de producir diversas hipótesis para resol-
ver, de un modo pragmático, los conflictos de inteligibilidad derivados de la pro-
ducción artística contemporánea que se sustentan en la categoría de la transgre-
sión, ya que se considera que todo proceso interpretativo es solo posible al inte-
rior de una estructura sígnica, en la cual el intérprete establece las correlaciones
contextuales entre los diferentes signos para obtener inteligibilidad sobre aquello
que pretende interpretar.
Referencias
Barthes, Roland (1994). “ La muerte del Autor” en El susurro del lenguaje: Más allá de
la palabra y la escritura, traducción de C. Fernández Medrano. Barcelona:
Paidós.
Beck, L. W. (1975). The Actor and the Spectator: Foundations of the Theory of Human
Action. New Haven, Yele University Press.
Dickie, George (2005). El Círculo del Arte: Una Teoría del Arte. Traducción de Sixto
J. Castro, Barcelona: Paidós.
Eco, Umberto (1992). Obra Abierta. Traducción de Roser Berdagué, Barcelona: Edito-
rial Planeta.
Hirsch, E. D. Jr. (1967). Vality in Interpretation. New Haven: Yale University Press.
Levinson, Jerrold (2006). Comtemplating Art: Essays in Aesthetics. Oxford: New York,
Clarendon Press, Oxford University Press.
Peirce, Ch. S. (1931). Coll ected Papers of Charles Sanders Peirce, vol. 5, Hartshorne,
P. Weiss (eds.), Cambridge: Harvard University Press, MA.
Peirce, Ch. S. (1998). The Essential Peir ce. Sel ected Philosophical Writings, vols. 2, N.
Houser et. al. (eds.), Indiana University Press, Bloomington, IN.
Peirce, Ch. S. (1903). “ La base del pragmaticismo en las ciencias normativas “ , traduc-
ción de Sara F. Barrena:
http://www.unav.es/gep/BasePragmaticismoCienciasNormativas.html, 6/05/09.
Tholhurst, William E. (1979). “ On What a Text is and How it Means” en The British
Journal of Aesthetics, volumen 19, No. 1, invierno, pp. 3-14.
1
Dra. en Ant ropología. Profesora-Invest igadora TC en la Academia de Com unicación y
Cult ura, UACM . Profesora HSM en el posgrado de Ant ropología Social de la ENAH. Pert e-
nece al Program a de Est udios Sem ióticos (PES) de la UACM y al Cuerpo Académ ico de
Análisis del Discurso y Semiót ica de la Cult ura ENAH.
2
Ver inform ación en “ Cum ple la Conaliteg 50 años de producir y dist ribuir 6 mil m illones
de Libros de Text o Grat uit o” art ículo recuperado el 15 de m ayo de 2009 en
ht t p:/ / w w w .revist avenam erica.com / hom e/ leer_articulo.php?cont enido=123
3
Iconosfera se define com o la unidad m ínim a de significación visual.
4
Semiosfera, de acuerdo con Lotm an (1996) es “ el espacio fuera del cual no exist e sem io-
sis” .
5
El ‘cent ro’ para Lotm an es un espacio abst ract o, com o tal debe considerarse.
6
Para Juan M agariños de M orentín “ No hay product o m ás elaborado desde la memoria ,
la ideología y el discurso que la historia. Por eso en ella se hace evident e el t rabajo com-
plejo, com pet it ivo y const ruct ivo de la facultad semiótica. A su vez, cualquier explicación
de la hist oria requiere, explícit a o im plícit ament e, de los inst rument os analít icos que cons-
t it uyen a la disciplina semiótica com o la m etodología específica para m ost rar el recorrido
seguido por un acont ecimient o para adquirir o t ransform ar el caráct er ont ológico con el
que, en cada m oment o y sociedad det erm inados, se incorpora a la hist oria. Desde la pers-
pect iva sem iót ica que sugiero, la historia no consiste en una sucesión, cronológicam ente
ordenada, de acont ecimient os, sino en la posibilidad de su enunciación y en la calidad que
adquieren en virt ud de t al enunciación. Así considerada, la historia consiste en la identifi-
cación de un cambio entre un antes y un después, a part ir del est ado y las variaciones de
los sist em as sem ióticos vigent es al tiem po de enunciar t ales acont ecim ient os” .
En Semiot icians [ht t p:/ / ww w .archivo-sem iotica.com .ar/ Textos.ht ml].
Figura 4. Portadas de los libros de texto gratuito: Ciencias Sociales y M i libro de historia de M éxico
h) Toda cultura tiene principio-fin. Este concepto está ligado al principio de al-
ternatividad que corresponde a las alteraciones de un mismo nivel. Por ejemplo,
el binomio estructural: estático-dinámico, abierto-cerrado, homogéneo-
heterogéneo, en esa dialéctica halla su funcionamiento el libro escolar, cuyo
principio es siempre la primera lección y la última representa el cierre o el fin del
libro, en la que, o se dan esperanzas de mejorar la situación económica, política y
social del país, o se responsabiliza al niño-lector de resolver todos los problemas
que le ha dejado su historia, véanse las imágenes.
7
Desde el punt o de vist a de Lotm an, la cat egoría t ext o se define com o la entretejedura de
varios códigos, por ello decidim os considerar al text o verbal com o discurso en el que se
ent ret eje la urdim bre lingüíst ica con las form aciones sociales, ideológicas, discursivas e
im aginarias, y con el t ext o visual en el que convergen los códigos de la form a, y del cont e-
nido, los colores, las líneas, los trazos, etc. Am bos t ext os verbal y visual se anclan m ut ua-
m ent e y en ese anclaje se produce el sent ido o sem iosis.
En otras palabras, para que exista el espacio semiótico, como tal, es nece-
sario el diálogo entre los diversos lenguajes y no-lenguajes, entre la cultura y la
no-cultura, entre lo heterogéneo y lo homogéneo. En esta dialéctica, lo amorfo se
vuelve formado, el no-signo se convierte en signo, el no-texto en texto, lo diverso
en la unidad. Así, Lotman destaca los diversos aspectos, que son los rasgos bási-
cos del complejo sistema semiótico que define como cultura; su principal función
es la memoria y su rasgo fundamental es la auto-acumulación.
Dentro del campo de la semiótica visual, señala Haidar tres grandes áreas
de producción de los sistemas visuales:
b) y los textos visuales, las imágenes: códices, pinturas, grabados, dibujos, foto-
grafías, líneas del tiempo y mapas que han servido para ilustrar el libro de
texto, en el entendido de que cualquier imagen visual es fuente de informa-
ción. El conjunto del texto verbal y del texto visual, da como resultado el tex-
to verbo-visual, al que hemos denominado: uni dad mínima de sentido de se-
gundo grado, de la dimensión semiótico-discursiva.
1- Iconosfera fundante.
2- Iconosfera fundada.
4- Fronteras-filtros bilingües.
Espacio-Escenario Mexica
Tiempo Conquista
(T1+E1=tiempo-espacio histórico)
(tn+en= tiempo-espacio libro escolar)
(T1-tn+E1-e1= PSD del SCC)
Lotman, Iuri (2000). La semioesfera III (Edición de Desiderio Navarro). Madrid: Cáte-
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Morin, Edgar. (1999). Los siete saberes para la educación del futuro. México:
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Sonesson, Goran (1999). “ The life of signs in society – and out of it: critique of the
communication critique” en Sign Systems Studies, Vol. 27, Estonia: Tartu Uni-
versity Press.
1. I ntroducción
2
La inclusión de Tecnologías de Información y Conocimiento (TIC) en
las escuelas secundarias públicas es un acontecimiento que pone de manifiesto
las contradicciones institucionales existentes en la concepción del conocimiento
y el aprendizaje. Esta problemática se cruza con las reflexiones teóricas desarro-
lladas en el proyecto “ La Universidad de la Calle” ( Cf. Magariños, 2010), del
cual nos nutrimos para enfocar la crítica hacia las formas y contenidos de la edu-
cación formal, ampliar conocimientos sobre la educación no formal e informal,
aportando elementos que complejicen y enriquezcan los saberes vinculados a la
“ Pedagogía de los sectores populares” (Cf. Gutiérrez Perez y Prieto Castillo,
1994).
1
Est udió en la Facult ad de Periodism o y Com unicación Social de la UNLP donde obt uvo el
t ít ulo de Profesora en Com unicación Social (2003) y Licenciada en Com unicación Social
(2005). Act ualm ent e se encuentra desarrollando est udios de Doct orado en la mism a Inst i-
t ución Académica. Desde el año 2004 se desem peña com o ayudant e diplom ada en la
Cát edra de Semiót ica, cuyo Profesor t it ular fuera el Prof. Juan A. M agariños de M orent ín
hast a su fallecim ient o. A partir del 2012 ocupa el cargo concursado de Profesora Adjunt a
de Sem iót ica en la FPyCS - UNLP. Tam bién se desem peña com o docente de nivel Secunda-
rio y Superior en est ablecim ient os de Educación Pública en la Provincia de Buenos Aires.
2
Siguiendo a Cast ells (1998), se ent iende en est e trabajo a las TIC (Tecnologías de Infor-
m ación y Conocim ient o) com o aquellas t ecnologías que al t rabajar con inform ación y
conocimient os, posibilit an nuevas form as de procesam iento, dist ribución, alm acenam ien-
t o y producción del mism o.
Las diversas pantallas con las que interactuamos en la vida diaria, en es-
pecial las jóvenes generaciones, son generadoras de aprendizajes, que pueden ser
independientes de toda formalización o sistematización. Pueden utilizarse en
cualquier momento o lugar, implican aprender comportamientos, modos de vi n-
cularse con el entorno, con otras personas, que siendo rechazados como enseñan-
zas, se constituyen sin embargo, en mediadores de aquellos sentidos vinculados a
lo gregario, lo prohibido, lo innecesario, ocioso, pero que resultan altamente sig-
nificativos en la sociedad actual.
2. Revisión de antecedentes
En una línea crítica sobre la SIC, Rosalía Winocur advierte que la forma co-
mo se plantea el tema por parte de los Estados en América Latina se encuentra
ligada a la responsabilidad de generar políticas de inclusión digital y especular
sobre su impacto social, político, cultural y económico como estrategia de desa-
rrollo. Según la autora, prevalecen interpretaciones plagadas de supuestos erró-
neos sobre el acceso y apropiación de las TIC que operan tanto en los programas
de alfabetización digital como en parte de la producción académica sobre el te-
ma. Dichos abordajes se relacionan más con el pronóstico que con el diagnóstico,
panorama que restringe las posibilidades de investigación y estudio de las apro-
piaciones cotidianas de las TIC en diversas realidades socio-culturales y en inter-
acción con las políticas vigentes. Sostenemos en este trabajo que el acceso a las
TIC se ve mediado por las representaciones sociales de cada grupo o segmento
social que resignifica la experiencia por otras formas de socialización tecnológica
[...] 1) no hay semántica sin sintaxis (lo que no implica afirmar la equi-
valencia entre una y otra); 2) todo lo efectivamente dicho se correspon-
de con una posibilidad de decirlo preexistente (esto equivale a decir
que todo texto proviene de un sistema pertinente, el cual, al menos
desde un punto de vista lógico, antecede a dicho texto), por lo que, a
partir de lo efectivamente dicho puede inferirse el sistema sintáctico-
semántico de donde procede, y 3) que estas posibilidades de decir no
son individuales sino que se comparten con la comunidad a la que per-
3
M iem bros del equipo: Dir. M . Luján Barrionuevo. Docentes Invest igadores: M art ín Ba-
rrionuevo y M arcos Rodríguez. Est udiant e colaboradora: Anahy Palom eque.
4
Juan A. M agariños de M orent ín. M anual operat ivo para la elaboración de " context uales"
y " redes cont rastant e" . w ww .cent ro-de-sem iotica.com .ar
Otro aspecto negativo tiene que ver con profesores que en sus prioridades
está el factor económico antes que el educativo, esto se aprecia en enunciados
como: “ hay profesores que van por el sueldo y se dedican a contar sus vi das en
un aula en vez de enseñar” (Estudiante de 1° año, Prof. de Educación primaria,
18 años).
Si bien prevalecen sentidos que destacan el poco uso de las TIC dentro de
la escuela, afirmando a veces directamente que no se usan, también se señala la
falta de promoción o estímulo del uso fuera de la escuela para realizar tareas
educativas como buscar información o producir diversos tipos de textos.
“ En el nivel superior creo que se usa un poco más las TIC que en el se-
cundario, ya que por ahí hay que hacer algún trabajo a través de ellas” .
(Estudiante de 1° año, Prof. de Educación primaria, 21 años).
4. I nterpretación de resultados
La actuación docente se torna central para los estudiantes al momento de
hablar sobre sus experiencias en la escuela; tanto en lo que respecta a aspectos
positivos –en términos de experiencias de aprendizaje o vínculos– como a aspec-
tos negativos de similar orden. Dicha centralidad no se refiere a un lugar divini-
zado del profesor, como monopolizador del saber o como único protagonista
activo en los procesos escolares de enseñanza-aprendizaje, sino como agente
directo y decisivo en el éxito o fracaso de lo que sucede día a día en las aulas.
Al realizar una lectura general del rol docente y las significaciones que sobre
el mismo construyen los estudiantes, consideramos que las innovaciones pedagó-
gicas planteadas en los diseños curriculares y en las políticas educativas, en gran
medida dependen de las prácticas docentes y la capacidad reflexiva sobre las
mismas. De aquí que la inclusión de las TIC puede consistir en una modificación
realmente sustantiva, en tanto y en cuanto, sean los profesores mediadores de
dichos cambios. De lo contrario, puede que las TIC, lejos de potenciar nuevos
lenguajes y subjetividades, corran el riesgo de quedar relegadas, negadas, en el
currículum real constituyendo nuevos elementos del currículum oculto.
5
Cf . Gabriel Salom ón “ Diversas influencias de la t ecnología en el desarrollo de la m ent e”
en Infancia y Aprendizaje, 58: 143-159.
5. Conclusiones
Las formas propias de la modernidad de concebir el conocimiento, se
imprimen fuertemente en las prácticas escolares, prescribiendo modos de interac-
ción y uso de las TIC subordinados a las lógicas en las que tradicionalmente se
utilizó el libro impreso (Martín Barbero, 2002), es decir como un dispositivo
ordenador de los saberes legítimos, de modo que las nuevas formas hipertextua-
les y los lenguajes multimediales pueden percibirse como desordenamientos dis-
ruptivos o amenazantes. Ese temor que experimentan muchos docentes al desor-
den en sus múltiples formas: lingüística, institucional, de los escenarios y tiem-
pos educativos (Orozco, 2002), lleva en muchos casos a optar directamente por el
no uso de las TIC en la enseñanza, tal como referencian gran parte de los estu-
diantes entrevistados.
Referencias
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Tesdesco, Juan Carlos y Tenti Fanfani, Emilio (2002). “ Nuevos tiempos y nuevos
docentes” . Buenos Aires: UNESCO IIPE (Sede Regional del Instituto
Internacional de Planeamiento de la Educación).
1
Licenciado en Com unicación Social, con Orient ación en Planificación Com unicacional.
Docent e de la Cát edra de Sem iótica en la Facult ad de Periodism o y Com unicación Social
de Universidad Nacional de la Plat a (Argent ina). Docent e en áreas de Gest ión local de los
M unicipios y capacit ación en M edia Coaching, Polít ica y M edios y Cam pañas Políticas en
cursos dest inados a em pleados públicos y agent es gremiales, de la Escuela de Gobierno –y
Jefat ura de Gabinet e– Provincia de Buenos, Argent ina. Aut or de los cursos virt uales de
Opinión Pública y Cam pañas Polít icas, organizados por la Dirección Provincial de Fort ale-
cim ient o Instit ucional y de la dem ocracia – Jefat ura de Gabinet e – Provincia de Buenos
Aires.
En este sentido se debe expresar que todo texto (desde un sentido laxo y
no desde el específico sentido que se le propone a partir de la semiótica cogniti-
va, que guía la confección de este trabajo), que versa sobre el proceso de la plani-
ficación, implica, al momento de describirlo, la utilización de los términos inter-
vención, racionalidad y transformación. En efecto, ya desde la naturaleza crea-
cional (si se me permite la expresión) de la mencionada tarea se deja en claro que
la misma se trata sobre un tipo de intervención, que regida por la implementación
de determinada racionalidad de acción, al partir de una serie de actividades, me-
dios y recursos, se dirige a la transformación de determinada realidad, de una
determinada Institución (Ander-Egg, 1995: 24-25).
Ahora bien, la presente definición resulta vaga para los fines analíticos
que se llevarán a cabo aquí. Por lo tanto, buscando mayor precisión expositiva,
debe decirse que: a) hablar de racionalidad o economía de acciones implica nece-
sariamente referirse a relaciones o ejercicios de poder (Foucault, 1999: 112-125),
que atraviesan dichas acciones para b) mediante una estrategia, introducir cohe-
rencia, jerarquización, dirección y gobierno (pensados estos como métodos para
que ciertas acciones puedan estructurar el campo de otras acciones) sobre objetos
y comportamientos de sujetos (Cf. Foucault, 1983), con lo cual: c) se pretende
2
En est e t rabajo la operat ividad del concept o de met abolism o para explicar el m odo en
que son transform adas las form as significant es, funciona m et afóricament e, pero refor-
zándose expositiva al respet ar el concept o biológico del m ism o, que incluye t om ar de ést e
las definiciones de los procesos anabólicos y cat abólicos.
En est e sent ido es preciso m anifest ar que El m et abolism o t iene dos propósit os fundamen-
t ales: la generación de energía para poder realizar funciones vit ales para el organism o y la
sínt esis de m oléculas biológicas. Para conseguirlo, el m et abolism o consist e en dos proce-
sos diferenciados que no son exclusivos, el anabolism o y el catabolism o. Los procesos
anabólicos son los que por regla general requieren el aporte de energía m ient ras que los
procesos cat abólicos son los procesos que aport an energía.
El cat abolism o es la degradación oxidat iva de m oléculas nutrientes complejas (carbohidra-
t os, lípidos, prot eínas) obtenida del am biente o de las reservas celulares. La rot ura de
est as m oléculas en el m et abolism o resulta en la form ación de m oléculas m ás sencillas
t ales com o el lact at o, el et anol, el CO2, la urea, el am oniaco, et c. Las reacciones cat abóli-
cas son norm alm ente exoergónicas y norm alment e la energía liberada se recoge en forma
de ATP. Ya que t am bién es oxidación, ot ros t ipos de m oléculas donde se conserva la ener-
gía son m oléculas reducidas, es decir, NADH o NADPH. Est as m oléculas t ienen dos funcio-
nes dist int as. M ient ras que el NAD+ participa en reacciones cat abólicas, el NADP+ part ici-
pa en reacciones anabólicas. La energía del NADH est á acoplada a la form ación de ATP en
células aeróbicas, m ientras que el NADPH es la fuent e de poder reduct or para las reaccio-
nes biosint ét icas.
El anabolism o es un proceso sint ético en el que las biom oléculas son ensam bladas a part ir
de sus precursores. Tales biosínt esis envuelven la form ación de enlaces de t ipo covalente
y por lo t ant o se necesit a energía para poder realizar est e tipo de biosínt esis. Est a energía
proviene del ATP form ado durant e el cat abolism o. A pesar de sus papeles divergent es, el
anabolism o y el cat abolism o com part en m uchos int ermediarios ent re ellos.
De est a m anera, es decir, conservando, en t érminos de funcionam ient o, las definiciones
concept uales de t ales procesos, es com o debe com prenderse la lect ura de las et apas ana-
bólicas y cat abólicas en la t ransform ación y form ación de significados sociales, según los
he t rabajado aquí.
Por esto mismo, entiende que debe comprender como válido todas las
enunciaciones que surgen como explicación de lo que sucede en la organización,
y no subestimar las semiosis expositivas que provienen de los espacios no jerár-
quicos. Asimismo, relativiza el valor absoluto del saber científico, aunque lo
considera preponderante frente a otros conocimientos dentro de la organización.
Y aunque se crea que las cosas, en este caso la realidad, existe indepen-
dientemente de quien la construya, ella resulta imperceptible para la raza huma-
na, y solo es inteligible en el momento en el cual un humano se la comunica a
otro, por lo tanto, la nombra, construye y deferencia. En sí, no existe más reali-
dad que aquella que los hombres constituyan, signifiquen y validen colectiva-
mente, de acuerdo a cierto momento histórico (teniendo en cuenta en esta cons-
trucción, claro está, los acuerdos, las desavenencias, las imposiciones, las pujas,
los choques, las luchas de poder, etc.) (Foucault, 1992: 7-31).
Sin embargo, aún con el trabajo del acuerdo político y el desarrollo en-
dógeno de los grupos que conviven en la organización, se descuida, o se recae, en
ese acuerdo, como algo más o menos estable y no se tiene en cuenta sus propias
transformaciones, futuras oposiciones y diferenciaciones, sin olvidar que, en la
mayoría de las oportunidades, se fuerza dicho acuerdo político, sobre la base de
lo que ha conceptuado quien o quienes llevan a cabo la intervención, quien o
quienes, en definitiva, han establecido cuáles son los problemas que atraviesan a
la organización.
Como entiendo que no se puede disociar una postura teórica (el estudio
de la facultad semiótica y de los significados que su aplicación produce, interpre-
ta y transforma) de las metodologías de acción que se ejercen para un análisis
(esto es, la aplicación de métodos metasemióticos para el abordaje y estudio de
los fenómenos sociales, y los modos de construcción con los cuales los constitu-
yen, a aquellos, los grupos sociales) es que abarcaremos el aporte más específico
de este trabajo desde el mismo punto, es decir, al ir diseñando la propuesta se-
miótica de intervención iremos observando como aparece en el mismo, la facul-
tad semiótica humana (M agariños, 2008: 48), en esta clase de procesos.
3
El signo argum ent o “ Constit uye el sist ema de normas o valores convencionales efectiva-
ment e vigent es en una det erminada comunidad, del cual el product or ext rae las conven-
ciones a las que ident ificará com o el o los Legisignos con los que producirá el Sím bolo, y a
cuyo conocimient o el intérpret e acudirá (m em oria asociativa) para comprender y valorar
el Sím bolo propuest o por el product o” (M agariños, 2008: 96)
4
Al m om ent o de realizar este t rabajo, no se había producido la expropiación por part e del
Est ado Argentino de la em presa Repsol-YPF, ocurrida en el m es Abril de 2012, y, por t al
m ot ivo, no se tiene en cuent a en est e análisis. No obst ant e, la m ayorit aria aprobación
nacional que hubo de dicho proceso de apropiación puede explicarse por lo sost enido en
est as líneas, funcionando así com o una com probación m ás de las ideas propuest as en est e
escrit o.
Es decir, solo desde aquello que está en los bordes y aún subsiste como
pensable válido, creíble, es que puede producirse significación transformadora.
Allí las herramientas teórico-metodológicas, de la semiótica como disciplina,
deben actuar para localizar y explicar, mediante mapas contextuales que detallen,
de las significaciones vigentes (Magariños, 2008: 174-186), cuáles son las for-
mas efectivamente agotadas (o que están agotándose) y qué persiste de ellas,
desde los bordes de las mismas, desde aquellos elementos que han sobrevivido y
han sido la causa, como germen del cataforismo degenerativo, de las formas sig-
nificativas ya no válidas, ya no creíbles. Solo desde dicha localización (de cuáles
formas están agotadas) y explicación (por qué lo están), se pueden construir nue-
vas semiosis diferenciales e identificatorias, que generen sustitución y superación
(Magariños, 2008: 27-28) en términos de Marca-Argumento, en términos de
su(s) novedad(es), en términos de nuevas propuestas de conocer e identificar una
Marca Argumento.
Procedimiento analítico
1. Análisis del discurso icónico, indicial y simbólico, o aquel que resulte de sus
posibles combinatorias, del grupo o sector social al que se dirige discursiva-
mente la Marca-Argumento que se pretende crear y/o modificar.
4. Recuperación histórica con los significados sociales que dicho grupo o sector
social en estudio, ha construido o relacionado con la Marca-Argumento que
pretende crear y/o modificar.
Procedimiento metodológico
Como dije en el caso anterior, solo el trabajo de las formas agotadas con-
lleva la transformación; en otras palabras, la contradicción y/o la crisis, surgen a
raíz de las consecuencias de las formas agotadas, que, asimismo, dan lugar, o le
permiten la emergencia a la transformación. Cualquier otro tipo de trabajo es,
Procedimiento analítico
Referencias
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aerolineas-argentinas
1
Licenciado en Com unicación Social (Facult ad de Hum anidades y Ciencias Sociales. Uni-
versidad Nacional de Jujuy). Doct orando en Com unicación por la Facult ad de Periodism o y
Com unicación Social (Universidad Nacional de La Plat a). Becario CONICET-UNJu para for-
m ación doct oral. Part icipa del proyect o de invest igación “ Cem enterios Urbanos. Com uni-
dad, Ideología y M odos Funerarios” (FCNyM . UNLP), y “ La producción social del conoci-
m ient o. La Universidad de la calle 2” (FHyCS. UNJu). Sus principales t rabajos t ienen com o
objet o a la com unicación organizacional abordada desde la sem iót ica peirceana, y la se-
m iótica com o m etodología.
Algunas preguntas básicas orientan las reflexiones que aquí vertimos. Por
ejemplo, ¿es posible interpretar un signo producido por una cultura de la que solo
existe evidencia material? ¿Es posible acceder, a partir de esa materialización, a
los mundos interpretativos posibles que lo han producido?, ¿ese ejercicio inter-
pretativo, el cual el ser humano por naturaleza no puede dejar de generar espon-
táneamente, es diferente al de interpretar un signo producido en contemporanei-
dad con quien intenta interpretarlo?, ¿cuál es la diferencia entre una y otra ins-
tancia?, ¿cuáles son las posibilidades de responder estas preguntas desde la se-
miótica?
2
Part e de est as discusiones pueden encont rarse en el foro de discusión “ Sem ioticians” ,
creado por M agariños, y que reúne la palabra aut orizada de especialist as de t odos los
cont inent es. Puede accederse al foro en: ht tp:/ / ar.groups.yahoo.com / group/ semiot icians/
En este sentido, para poder explicar mejor la importancia del signo (y,
por supuesto, su relación con el proceso de interpretación) consideramos apro-
piado revisar sus principales categorías en torno a su producción, y considerarlo
luego en relación a esas dos instancias: la de la arqueología por un lado, y la de la
comunicación organizacional por el otro.
3
M agariños ut iliza la palabra “ fundamento” para la traducción de “ ground” .
4
Eco ut iliza las referencias est andarizadas entre los est udiosos de Peirce, para referir a los
Collect ed Papers (CP). Los núm eros que se incluyen corresponden al volum en (5 en el caso
cit ado) y el núm ero de parágrafo correspondiente (484).
5
Si bien sost ener que el “ Objet o Inmediato es int erno” es un concept o válido, y propuesto
por Peirce, la cit a de Eco es equívoca, pues no exist e el parágrafo 8.534, dado que la obra
Si hay algo real (esto es, algo cuyas características sean verdaderas de
ello independientemente de si tú o yo, o cualquier hombre o número de
hombres las pensamos como siendo características suyas o no) que se
corresponda suficientemente con el objeto inmediato (el cual, puesto
que es una comprensión, no es real), entonces, ya sea identificable con
el Objeto estrictamente así llamado o no, debería denominarse y nor-
malmente se denomina, “ objeto real” del signo. Por alguna clase de
causación o influencia debe haber determinado el carácter significante
del signo (Peirce, 2008:82).
Collect ed Papers ha sido edit ada en 8 volúm enes, y finaliza en 8.388. Hem os revisado
varias veces el t ext o de Eco que cit am os, y const at am os que no lo est am os recuperando
m al.
En otro lugar (Cf. González Pérez, 2012) hemos trabajado con mayor
profundidad las maneras en las que Magariños ha presentado a la semiótica como
ciencia o como metodología a lo largo de su obra escrita. Sin embargo conside-
ramos apropiado hacer alguna breve mención aquí al respecto. Él sostiene explí-
citamente que la semiótica no puede ser una ciencia, al menos, desde la perspec-
tiva peirceana, porque si todo es signo (como se interpreta a partir de la obra de
Peirce) entonces “ todo” sería objeto de esta ciencia, y con este razonamiento
nada podría constituirse en objeto de estudio, diferencial y específico, que le
permita lograr una autonomía particular y el estatuto de ciencia. Por ello, y de
manera más cautelosa, la propone como una metodología. Recurre a dos argu-
mentos para justificar que todo es signo desde la propuesta peirceana: la defini-
ción de recurrencia de las partes integrantes del signo (que a su vez son conside-
radas como signos), y la capacidad de que un signo cree otro nuevo, y de que en
su comunicación genere tantos interpretantes como aquellos que puedan llegar a
incorporarlo, creciendo. Estos dos aspectos están implícitos en el concepto de
6
“ semiosis ilimitada” de Peirce. Siguiendo a Magariños, como la semiótica pro-
porciona un enfoque y un conjunto de instrumentos específicos y pertinentes, se
sitúa como un método adecuado para explicar los procesos de significación en las
ciencias sociales y cómo esos significados se producen, se comunican y se trans-
forman. Este es otro motivo que lo impulsó a proponerla como una metodología.
6
La problem át ica ha sido am pliam ent e discut ida. Por ejem plo en Eco, 1997.
Pero lo que aquí nos interesa decir, antes aún del desarrollo de una semiótica
específica o particular que permitiera analizar esas imágenes de manera específi-
ca, es que el signo cumple una función de anclaje entre diferentes aspectos (tem-
porales, espaciales, materiales, sociales, etc.) que precisan ser explicados por la
arqueología a partir de una interpretación, que intentará aproximarse a aquella
que pudieran haberle asignado sus productores en el momento de su creación.
Sostenemos que esta interpretación no puede ser otra cosa más que una hipótesis.
Fundamentamos:
7
La sem iótica de la im agen visual apunta a lograr una explicación de la significación pro-
ducida por im ágenes m at eriales visuales plást icas, figurat ivas, concept uales, o aquellas
que resulten de la com binat oria de alguna o de t odas las enum eradas (M agariños de M o-
rent ín, 2008:219-329). Las ot ras dos sem iót icas particulares a considerar, pero no en est e
t rabajo, son: la sem iót ica sim bólica, o de enunciados (M agariños de M orent ín, a part ir de
1996, y luego 2008) y la semiót ica indicial (M agariños de M orent ín, 2003, 2008).
8
Nos referim os a las et apas consideradas en la Guía element al para diseñar un proyect o
de invest igación : descripción del t em a y plant eam ient o del problem a; elaboración del
m arco t eórico pert inent e; form ulación de hipót esis t eóricas; m et odología (con su corres-
pondiente m arco t eórico m et odológico, planteo de un corpus necesario y pert inent e y de
las operaciones que permit irán su abordaje); la bibliografía que se ut iliza; y las conclusio-
nes. Est a guía ha sido plant eada por M agariños de M orentín (2008:62-89), y el esquem a
subyace a casi t oda su propuest a sem iót ica.
Identificación
9
La traducción es nuestra. Incluim os la versión original a los fines de comparación del
lect or o de la lect ora: “ An Iconic Sinsign […] is any object of experience in so far as some
qualit y of it m akes it det ermine t he idea of an object ” (CP 2.255).
10
La t raducción es nuest ra, del original: “ A Qualisign is any qualit y in so far as it is a sign
[…] a qualit y can only denot e an object by virt ue of som e com m on ingredient or sim ilarity;
so t hat a Qualisign is necessarily an Icon” (CP 2.254).
11
La t raducción es nuest ra, del original: “ An Iconic Legisign […] is any general law or t ype,
in so far as it requires each inst ance of it t o em body a definit e qualit y w hich renders it fit
t o call up in t he mind t he idea of a like object . […] Being a Legisign, it s m ode of being is
t hat of governing single Replicas […]” (CP 2.258).
12
La traducción es nuest ra del original: “ […] is sim ply a cont our t hat m arks a discont inuity
in dept h […]” (M arr, 1982:218).
13
“ A sym bol, once in being, spreads among t he peoples. In use and in experience, its
m eaning grow s. Such w ords as force, law , w ealth, m arriage, bear for us very different
m eanings from t hose t hey bore t o our barbarous ancest ors” (CP 2.302).
14
Y en tant o t ales, con la posibilidad de est ar at ravesadas por diferent es rasgos inst it ucio-
nales (siguiendo a Schvarst ein, 2004).
De manera que, en esta corta historia semiótica (en unas semanas que
pudiera llevar un diagnóstico organizacional, o en el brevísimo lapso que nos
llevó escribir este párrafo), ya ha transcurrido tiempo, y, por lo tanto, se ha in-
corporado la posibilidad de transformación de las significaciones vigentes. Inme-
diatamente enunciado, el fenómeno referido (el diagnóstico organizacional o lo
referido en la cita de Magariños de Morentín) ya no es el mismo. La operación de
interpretación en relación a los fenómenos comunicacionales en una organización
consistirá en describir los comportamientos que ésta involucra y en explicar (la
intervención y el resultado de) esos comportamientos. En el ejemplo que veni-
mos desarrollando, el de la comunicación en una organización determinada, esta
interpretación se realizará a partir de lo que esté propuesto para un destinatario, a
partir de imágenes, comportamientos y objetos, y palabras (escritas y en manifes-
tación oral), o la combinación generada entre ellas. Quien investigue la comuni-
cación de una empresa, de un ámbito gubernamental, de un museo, o de la orga-
nización que fuere, deberá aproximarse a la descripción y entendimiento de los
objetos (nos referimos a una concepción más próxima a la idea de objeto dinámi-
co peirceano) que permiten (o “ motivan” en palabras de Peirce) la creación de
los signos vigentes en esa determinada organización, en un momento determina-
do. Por lo tanto, al igual que en arqueología, la interpretación en las organizacio-
nes estará vinculada a la aproximación de los mundos semióticos posibles a partir
de un fenómeno organizacional (su comunicación, por ejemplo).
Identificación
15
Ret om ando a M agariños de M orent ín (2008) direm os que los elem ent os est rict amente
sim bólicos son com ponentes de las im ágenes m at eriales visuales que no poseen ninguna
referencia figurat iva, t ales com o letras o palabras, núm eros, flechas, líneas (continuas o
punt eadas com o en el caso de las im ágenes que analizam os), ent re ot ras que se pudieran
ident ificar.
Reconocimiento
5. Conclusiones
En el planteo de cómo pensar la interpretación, en cuanto una operación
específica, hemos presentado esas posibilidades en relación, primero, a la arqueo-
logía, y luego a la comunicación en las organizaciones, de manera de reflexionar
sobre dos alternativas diferentes. Sin embargo, en cada instancia hemos conveni-
do en la necesidad de generar hipótesis para su explicación, considerando a la
interpretación como operación, y a la importancia del objeto. Pensamos en la
abducción, concretamente, cuando nos referimos a generar hipótesis.
16
La traducción es nuestra del original: “ (…) Namely, w e have t o dist inguish the Immediate
Object , w hich is the Object as the Sign it self represent s it , and w hose Being is t hus depend-
ent upon t he Representat ion of it in the Sign, from the Dynamical Object , w hich is the Real-
it y w hich by some means cont rives t o det ermine the Sign to it s Represent ation” (CP 4.536).
6. Referencias
Baldini, Marta y González Pérez, Carlos Federico (2012). “ Exploración interdisciplina-
ria de los diseños Aguada Portezuelo desde la semiótica de la imagen material
visual” en 10° Congreso de la Asociación Internacional de Semiótica Visual.
Dilemas contemporáneos de lo visual . AISV-IAVS 2012. Buenos Aires, Ar-
gentina. 04 al 08 de septiembre de 2012.
González Pérez, Carlos Federico (2012). “ Semiótica como ciencia o como metodolo-
gía: aspectos de la postura de M agariños de Morentín” en Revista Nuestro
Noa, N°3; Año 2. Jujuy, Argentina: Facultad de Humanidades y Ciencias So-
ciales de la Universidad Nacional de Jujuy.
Marr, David (1982). Vision. A computational Investigation into the Human Representa-
tion and Processing of Visual Information. New York: Freeman and Company.
Kulemeyer, Jorge Alberto (1995). Arqueología. Algunas cuestiones relati vas a la reco-
lección y presentación de hallazgos. Jujuy: CICNA, FHyCS, UNJu.
Magariños de Morentín, Juan Ángel (2003). Hacia una semiótica indicial. Acerca de la
interpretación de los objetos y los comportami entos. A Coruña: Ediciós do
Castro.
Magariños de Morentín, Juan Ángel (2007). “ Los mundos semióticos posibles de las
imágenes visuales” , en Agüero, Rubén; Arrueta, Julio César; Burgos, Ramón
(Comps.). Sobresentidos. Estudios sobre comunicación, cultura y sociedad. Ju-
juy: Ediunju. Pp. 131-149.
Magariños de Morentín, Juan Ángel (2008). La semiótica de los bordes. Córdoba: Co-
municarte.
Ruiz, Marta y Chorolque, Domingo (2007). Arte rupestre del Pukara de Rinconada:
una larga historia visual. Jujuy: EdiUnju.
Winchkler, Giovanna (1994). “ Una triple semiosis para la representación de los objetos
líticos en arqueología” en 5° Congreso de la International Association for Se-
miotic Studies, jun. 12-18, 1994, Berkeley, Estados Unidos. Disponible en:
http://www.winchkler.com.ar/Berkeley.htm (Accedido el 26/09/2010).
1
Docent e invest igadora de la Universidad Nacional de Sant iago del Est ero, Facult ad de
Hum anidades Ciencias Sociales y de la Salud. Se encuent ra en la fase final de elaboración
de su t esis doct oral en Semiót ica, Cent ro de Est udios Avanzados de la Universidad Nacio-
nal de Córdoba (CEA – UNC). Es M agíst er en Com unicación Social y Licenciada en Sociolo-
gía. Desem peña la función de Direct ora en proyect os de invest igación del CICyT-UNSE. Ha
publicado diversos art ículos en revist as cient íficas y part icipado en un gran núm ero de
congresos int ernacionales y nacionales. M uest ra inquiet ud por la línea de invest igación
sem iótica y cult ura.
2
Juan M agariños de M orent ín entiende “ m undo” com o: “ los fenóm enos o ent idades del
ent orno según el m odo com o se han hecho semiót icamente percept ibles” . Y al “ ent orno”
com o “ t odo lo que rodea a un organism o, t ant o lo percibido com o lo no percibido” (M aga-
riños, 2009).
3
“ La hum anidad, la facult ad sem iót ica y la hist oria del ent orno” . Ponencia present ada por
Juan M agariños de M orentín, en el VIII Congreso Nacional y II Congreso Int ernacional de la
Asociación Argentina de Semiót ica. 7-10 de noviem bre del 2007. Rosario, Argentina.
4
El borde sem iótico se constit uye “ a partir del cam po propio const ruido con la explicación
del significado de los fenóm enos sociales (est ado vigente de represent ación/ interpret a-
ción). Se alcanzan sus bordes com o delim it ación originada a part ir del lím ite a la vigencia
de las operaciones de producción, int erpret ación y transform ación en el cam po propio de
las significaciones disponibles” (w w w.m agarinos.com.ar).
5
El t ext o es “ Discurso sin sem ántica [….] fenóm eno exist encial o percibible de relaciones
sint áct icas” (M agariños, 2008).
3. El sujeto y su identidad
Desde la Semiótica de los Bordes (2008), en el sujeto productor e intér-
prete converge pensamiento, semiosis y mundo, elementos que en su dinámica
proyectan el pasado, presente y futuro esperado. El folklorista afirma que su pro-
ducción deviene de sus experiencias y emociones fundamentalmente por eso –
parafraseando a Magariños- el significado resulta de situaciones en el tiempo y
espacio, lo que permite reconocer al sujeto en “ instancia de tránsito” . Por lo tan-
to, ayuda para el análisis del sujeto productor comentar algunos datos biográficos
que, de alguna manera, enmarcan trayectorias discursivas que se objetivan en la
Elsa Corvalán
Felipe Rojas
‘ Cuti’ Carabaj al
Pedro Navarrete
Enrique Marquetti
Marcelo Mitre
“ Tacko” Juárez
Horacio Banegas
“ Toño” Rearte
Tiene mucho que ver en ello el ambiente familiar en donde, quizás sin
intención alguna, se orientó un don natural, manifiesto desde la infancia durante
las veladas en el campo, espacio de socialización y, a veces, único, de entreteni-
miento, o en las tardes y noches de guitarreadas en patios recién regados. Pero,
principalmente, es el sentido musical el determinante para que, aún siendo niños,
desplieguen su capacidad cantando y hasta construyendo sus propios instrumen-
tos como la escala de botellas y el primer violín de don Sixto o la guitarra sache-
6
ra de Elpidio Herrera .
Esa misma fuerza impulsora es la que hará vencer los diferentes tipos de
dificultades como las relacionadas con el trabajo, la familia, lo económico que
puede ocasionar la interrupción de la carrera artística o demorarla por falta de
apoyo o incidir en la calidad de las obras y según sea el contexto, políticamente
democrático o autoritario.
6
En 1971, Elpidio Herrera crea la sachaguitarra que reúne los sonidos del charango, violín
y guit arra.
7
Las expresiones en cursiva y entre comillas son concept os ext raídos de los propios agen-
t es, en el m oment o de la entrevist a. Las frases entre corchet es y en cursiva son agregados
de la redact ora del artículo.
Al leer con atención los conceptos que anidan en el mundo del pensa-
miento de nuestros mediadores de cultura santiagueña se puede diferenciar en el
estadio de la palabra, el tiempo de la razón en filosofía de vida (arte popular, ser
uno mi smo) integrado con el tiempo de la creencia (tradición, religión, idiosin-
crasia); tiempos mediados por la experiencia y un sentido ‘ sacro’ de lo propio,
percepción unida a sociedades pre-modernas. El efecto emocional traducido en
8
ontopatía se hace presente en el tiempo de la memoria del santiagueño. A nte la
distancia temporal se reconstruye una imagen utópica de lo vivido que rememora
la infancia, el barrio, la familia, etc. En ese pasado parece encontrar su identidad.
8
M agariños ent iende por ont opatía: “ la const at ación em ocional de la presencia del m un-
do que exist e para nosot ros, com o sent im ient o; sólo podrem os com partirlo, en una pe-
queña part e, configurando nuevos lenguajes no-convencionales” (op. cit. 2009: 7).
Lo que significa llevar el folklore en la sangre. Vos, yo, todos los inte-
grantes de este bioma llamado Santiago del Estero, tenemos en nuestras
partículas atómicas […] átomos de chañar, de algarroba, de la tierra,
del salitre, del río, de la fauna y flora. La tierra habla con nosotros. Y
nos seguimos aferrando a la chacarera, al ritmo. No se ha perdido todo.
Por más que los colonos con su gran cruz católica han querido cambiar
todo y no han podido. La tierra ha seguido cantando con una determi-
nada voz (Barraza, Dito).
La chacarera es una hermana mía, un hermano mío. Amo tanto eso que
siento que una chacarera es un decir, […] un contar de cosas muy ínti-
mas mías, muy emparentadas conmigo. La chacarera es una parte fun-
damental en mi vida. La chacarera es lo que más nos identifica, aunque
la vidala es más vieja según dicen (Mitre, Marcelo).
Se la concibe como una parte fundamental del folklore que expresa una
filosofía de vida práctica, que habla de cosas profundas, asociadas al mito y la
religión. Histórica y musicalmente se la liga a ritmos africanos por lo que se dice
que tiene una cadencia étnica, esa medida del sonido que regula el movimiento
de la persona que danza, cuyo ritmo nos representa y la constituye en la preferida
de los bailarines. Si bien su origen es incierto, puede decirse que proviene del
cancionero popular anónimo. En su evolución toma elementos quichuas para su
letra, africanos para su ritmo y español para sus movimientos dancísticos. Su
expansión y difusión se produjo desde zonas rurales de la provincia por eso los
santiagueños se consideran responsables de la misma. El solo oírla despierta
emociones entrañables que activan los sentidos y la memoria del cuerpo reno-
vando el sentimiento de pertenencia al lugar donde uno ha nacido, a un hogar, a
los valores aprendidos en su seno, que se conjugan en la dualidad tristeza/alegría.
Se puede decir que la chacarera es una composición única que define un rasgo
esencial de un pueblo que a través de ella quiere hacerse comprender, sintetizan-
do drama y alegría.
Las chacareras de los años 50’ y 60’ son’ más regionales testimoniales,
picarescas, ese tipo de chacareras se ha ido perdiendo (petizo, almamu-
la) [en la escucha, paso de moda] (Rearte, Toño).
9
Básicam ente, la nanohist oria “ est á const ruida por la relación ent re percibir y adquirir un
significado que se origina en las posibilidades inherent es a las sem iót icas disponibles” (op.
cit . 2009, p.5).
10
Un est udio explorat orio de canciones folklóricas realizado por Tasso y Canevari en el
2001, adviert e com o result ado del análisis de la letra de 65 canciones de dist int os ritm os
m usicales (chacareras, gat os, escondidos, zam bas) escrit as durant e 1960 y 1990 que: -la
referencia a diferent es figuras fem eninas es explícit a en las let ras, considerando que es el
varón quien habla de sí y de su sent im ient o. La im agen de la m ujer se expresa iconográfi-
cam ent e, en algunos casos y en ot ros, los m ás, rem it en a m ujeres que han sido am adas y
luego perdidas porque abandonaron al varón, la dist ancia se int erpuso con dudas, celos.
Los t ipos ideales plantean la bipolaridad m ujer pura y perfect a / m ujer culpable y t raidora.
Para mí es muy importante por todo lo que dice. Me identifico con ella
por el mensaje que tiene añoranza: dolor, inquietud. Es un padre nues-
tro (Barraza, Dito).
Yo tengo una canción con Julio Fontana que habla de esa necesidad, de
ese deseo, de pegar la vuelta. Y bueno, porque uno ha andado tanto, ha
caminado tanto, es que está buscando de vuelta ese recuerdo, esos luga-
res, la familia, “ el pueblo azul que ha dejado la infancia” como dice
uno de los versos en “ Las ciudades invisibles” de Ítalo Calvino.
11
En la t esis doct oral se analiza un corpus de chacareras, que m uest ra est e result ado par-
cial.
Referencias
Bauman, Richard (1995 [1974]). “ Identidad diferencial y base social del Folklore” en
Blache, Marta (Comp.) Narrativa Folklórica II. Bs. As.: FADA, pp. 19-37.
Ben–Amos, Dan (1995). “ Hacia una definición del folklore en contexto” en Blache,
Marta (Comp.) Narrativa Folklórica II. Buenos Aires: FADA, pp. 38-60.
Di Lullo, O. (1947). La razón del folklore. Santiago del Estero, Argentina: Secretaría de
Estado, Educación y Cultura de la provincia de Santiago del Estero.
1. Nota introductoria
Inicio estas líneas haciendo referencia a aquellas sensaciones que me
atraviesan y movilizan para su escritura. De esta manera estaré intentando poner
en palabras algunos sentimientos y pasiones, los que en conjunto remiten a esa
semiosis privada que el propio Magariños (2008) formuló, a partir del concepto
de lenguaje privado de Wittgenstein (1953), y que relacionó con los qualia de
Peirce (por ejemplo en CP 6.222; 6.230; 6.237; entre otros), que tienen de común
aquella cualidad de ser intransferibles. En este primer párrafo estoy convirtiendo
en ontológico aspectos de lo ontopático (Magariños, 2009), racionalizándolos,
pero no explicándolos sino generando una metáfora. Necesito realizar esta acla-
ración porque el trabajo de Magariños se concentró en el desarrollo de semióticas
particulares (semiótica icónica, indicial y simbólica) y operaciones específicas
para poder analizar, con la pertinencia correspondiente, aquellas producciones
semióticas que se presentan a los sentidos y para su interpretación con esas parti-
cularidades: la imagen, las palabras, las emociones, los sonidos, los comporta-
mientos, etc. Así, para analizar la interpretación que se genera a partir de una
imagen puedo recurrir a operaciones de la semiótica icónica (Magariños, 2008:
220-246): a su identificación (plástica, figurativa o conceptual), y a su reconoci-
miento (a partir de ejes, marcas y atractores) que permitan caracterizar la inter-
pretación (en relación al efecto de mostración de cada imagen). O si me intereso
por enunciados, podré recurrir a las operaciones analíticas de la semiótica simbó-
lica (Magariños, op. cit.: 172-218), tales como la normalización, la segmenta-
ción, la elaboración de definiciones contextuales y la elaboración de ejes y redes
conceptuales y contrastantes. De igual manera, Magariños desarrolló operaciones
3. I ntento de biblio-hemerografía
1972. Semi ología, Afasia y Discur so Psicótico. Buenos Aires: Rodolfo Alonso
(113 ps.).
1973. Cur so de Semi ología Estr uctur al . Fasc I. Buenos Aires: ILAE (ps.: 1-85).
1975. Curso de Semiol ogía Estructur al. Fasc II. Buenos Aires: ILAE (ps.: 86-
167).
1976a. Curso de Semi ología Estructur al. Fasc III. Buenos Aires: ILAE (ps.: 168-
501).
1976b. Semi ología del Pensamiento Científico (en col. con Abel Kivilevich).
Buenos Aires: ILAE (169 ps.).
1981. El cuadro como texto. Aportes para una semiología de la pintura. Buenos
Aires: Tres Tiempos (108 ps.).
1983. El Si gno. Las fuentes teóricas de l a semi ología: Saussure, Peirce, Morris.
Buenos Aires: Hachette (197 ps.).
1984a. Del caos al lenguaje. Buenos Aires: Tres tiempos (223 ps.).
1991b. Esbozo semi ótico par a una metodología de base en cienci as sociales (y
col.). La Plata: IICS, Universidad Nacional de La Plata (68 ps.).
1993. Análisis semiótico del discurso político (y col.). La Plata: IICS, Universi-
dad Nacional de La Plata (48 ps.).
3.2. Artículos
1986a. "Logic Foundation of Semiotics", en Semi oti sche Berichte, N° 10, 1/2:
141 a 159; Wien.
1990a. "Future Scenarios and Possible Semiotic Worlds", en Semioti sche Berich-
te nº 14: 15-25; Wien.
1991a. "El contexto de la actuación en la narrativa folklórica" (en col. con Mart-
ha Blache), en Memorias de las Segundas Jornadas de Estudio de la Na-
rrativa Folklórica: 1-17; Santa Rosa: INA y Subsecretaría de Cultura y
Comunicación Social de La Pampa. Reimpreso en Revista de Investi gacio-
nes Folklóricas nº 8: 23-28 (1993); Buenos Aires.
1994a. "El código folklórico en la narrativa oral", en Revista de Investi gaci ones
Folklóricas nº 9: 14-17; Buenos Aires.
1997a. "Semiotics of spatial configuration in architecture" (en col. con José Luis
Caivano), en Semiotics ar round the World: Synthesis in Diversity; Pro-
ceedings of the Fifth Congress of the IASS, 515-519; Berlin/New York:
Mouton de Gruyter
1997b. "Semiosis visual versus semiosis verbal; dos operaciones cognitivas dife-
renciales", en Cuader nos de l a forma, 1: 37-47; SEMA, Sociedad de Estu-
dios Morfológicos de la Argentina, Buenos Aires.
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semiótica de la imagen visual” ; subido a Internet en enero, 1999 (última
actualización: mayo, 1999), http://www.magarinos.com.ar
2000e. “ The (Many) Semiotics of the Visual Image” , en S. European Jour nal for
Semiotic Studies, Vol. 12 (4), ps.: 665-695. IASS, Wien, diciembre.
2002c. (en prensa) “ Semántica visual de las imágenes simbólicas” , en Visio, Re-
vista de la Asociación Internaci onal de Semiótica Visual ; Vol. 9, Nº 2-3
(Coordinadora: Marie Carani); previsto para el verano de 2005.
4. Referencias
Magariños de M orentín, Juan Á ngel (2003). Hacia una semiótica indicial. A
Coruña: Ediciós do Castro.
Magariños de Morentín, Juan Ángel (2008). La semi ótica de l os bor des. Córdo-
ba: Comunicarte.
In memoriam
Juan Magariños de Morentín
y Carlos Monsiváis
1
M aest ro en Filosofía por la Universidad Nacional Aut ónom a de M éxico y licenciado en
Lingüíst ica por la Escuela Nacional de Antropología e Hist oria (ENAH). Profesor de las li-
cenciat uras en Lingüíst ica y en Et nología de la ENAH, donde ha im part ido, entre otros, los
siguient es cursos: Teoría del discurso, Teoría de las ideologías y Lingüíst ica y etnología. Ha
invest igado sobre el discurso zapatist a y algunos de sus trabajos sobre est e t em a aparecen
referidos y cit ados en t esis y art ículos en países com o Argent ina, Uruguay, Brasil, España y
Francia.
Creo que la invitación a continuar se debió a que una de las primeras dis-
cusiones, en 2004, se centró en el título “ Universidad de la calle” , nombre que
estaba constituido por dos metáforas y un oxímoron, y yo le envié algunos men-
sajes a “ Semioticians” para intervenir y opinar sobre el tema del oxímoron, al
que anteriormente me había referido en otras participaciones en relación con el
discurso zapatista (con respecto a ello, me atreví a mandarle posteriormente un
trabajo mío sobre ese tema: “ Somos el silencio que habla” : del oxímoron a la
retórica del silencio en el discurso zapatista” , que no sé si tuvo oportunidad de
leer).
Dicha figura del personaje (que algunos pueden confundir con la del
mismo Jesucristo, de quien el santo era primo, según se consigna en las “ vidas de
santos” ) se representa ataviada con un manto verde que cubre a la túnica blanca,
además de que toca con una mano un medallón dorado que lleva en el pecho y
con la otra sostiene un mazo (o garrote) que en ocasiones tiene la apariencia de
un báculo; asimismo, de la cabeza del santo surge una pequeña llama o flama en
medio de su aureola (Ver al final de este trabajo las imágenes de San Judas Ta-
deo). De esta combinación de elementos y colores (verde, amarillo y blanco,
principalmente) se conforman las diversas imágenes y objetos que se ofertan en
los improvisados puestos que se instalan en las cercanías de la iglesia; lo que
provoca, junto con la afluencia de los fieles, que en ese día se cierre el tránsito
vehicular en la esquina en la que se encuentra el templo de San Hipólito.
Como ya se mencionó, una mayoría de los fieles son muy jóvenes (algu-
nos casi niños o adolescentes) por lo que su “ look” es muy atractivo: en los hom-
bres pueden verse cortes de pelo extremadamente cuidadosos, teñidos o a la
“ brosh” (Véanse Fotos 2 y 3), incrustaciones o piercing en los labios y la nariz,
argollas y pequeños artes en las orejas, cejas depiladas o delineadas, y hasta al-
gún tipo de intervención con trozos de cintas adhesivas en el tabique de la nariz
con el fin de afilarla. No hay contradicción entre ser un devoto y la apariencia
moderna y desfachatada: algunas jóvenes lucen amplios escotes, visten “ tops”
que dejan al desnudo los hombros, ajustados pantaloncillos o minifaldas, utilizan
peinados extravagantes o grandes flecos en la frente y se maquillan el rostro con
colores llamativos, mientras que varios jóvenes (hombres y mujeres) tienen gra-
bado en alguna parte del cuerpo un tatuaje de San Judas (Véase Foto 3). Existe
una exuberancia y sensualidad a flor de piel, a tal grado que hay quienes aprove-
chan la situación para “ ligar” y establecer nuevas relaciones.
Se diría que no hay sufrimiento, sino un placer por estar ahí y formar par-
te de un conglomerado cuyos individuos cotidianamente se enfrentan aislados a
múltiples problemas, pero que en su conjunto constituyen una fuerza que atrae
como el magnetismo de un imán gigantesco. Esa fuerza les otorga, sin quizá ellos
La imagen de San Judas del altar mayor es muy diferente a la que todos
conocen, el pelo del también apóstol es más corto y los colores de sus ropas no
aparecen del mismo modo: la túnica es verde con motivos dorados pero el manto
es púrpura, aun así los creyentes lo reconocen y le manifiestan fervor y le rezan.
La fuerza de su simbolismo es tal que ha dado origen a relatos que por más que
puedan parecer inverosímiles atrapan a quien los oye o lee por su feliz conclu-
sión.
Son muchos y curiosos los testimonios dados acerca de los milagros rea-
lizados por el santo, de los que aquí narraré uno que supe por tratarse de un caso
familiar: “ en una ocasión le fue robado el automóvil a una tía, que al llegar de-
sesperada a casa le contó el hecho a mis abuelos y a mi tía abuela, con quienes
vivía. Ésta, al ver a mi tía tan agobiada, le rezó a San Judas y le pidió ayuda para
recuperar el auto; cuál no sería la sorpresa de mi tía cuando al ir a denunciar el
robo a la Delegación de policía encontró en el trayecto el auto abandonado por
los ladrones” . Como éste, abundan los testimonios que cuentan experiencias que
van desde haberle salvado la vida a alguien, recuperar la salud o haber ayudado a
otro más a conseguir trabajo.
Este uso de la red ha generado una profusa iconografía de San Judas tan-
to en videos de música rap, de reggeatón o corridos dedicados al santo, como de
imágenes que han sido creadas o intervenidas a modo de una parodia o de crítica
a los jóvenes “ chacas” que profesan este culto (en muchas ocasiones, estos ata-
ques son llevados a cabo de forma racista y clasista).
Esta situación de una crisis “ crónica” con la que crecen los individuos en
una sociedad como la nuestra, pese a los discursos oficiales acerca de una recu-
peración económica y la creación continua de empleos, es el motor que genera la
existencia de familias desintegradas, de adicciones en las personas sin recursos y
que viven en la calle, y de otros tantos problemas sociales que si no se les da una
solución radical de poco sirven las acciones para remediar con simples paliativos.
La miseria a que se ven empujados amplios componentes de las clases bajas, y
hasta de las medias, es el triste horizonte sobre el que se proyecta la fe puesta en
los milagros. El “ derecho” a la felicidad que todos los seres humanos deben tener
es la única premisa para creer en ellos: es posible alcanzar la felicidad y la justi-
cia en este mundo pero para lograrlo hay que creer en algo o alguien que de mo-
do trascendente lo motive.
La imaginación juega aquí un papel fundamental, pues, más que ser una
representación “ deformada” o “ falsa” de la “ realidad” , ella constituye un comple-
jo entramado de significaciones que permite representar la propia existencia y la
de los otros: un universo de relaciones sensoriales y afectivas que tiene una “ ló-
gica” compleja, si bien ésta parece poco “ racional” . El sujeto (los sujetos) que
Referencias
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Peirce, Charles Sander (1965). Collected Papers of Ch. S. Peirce. Cambridge : The
Belknap Press of Harvard University Press.
Fotografías e imágenes
http://www.ligasanjudas.org
Foto 1: Una creyente a las afueras del templo de San Hipólito carga una reproducción en yeso de
la figura de San Judas Tadeo que se encuentra adornada con collares y escapularios.
1. I ntroducción
Son muchas las circunstancias que llevan a una persona a dejar su país, o
su territorio original; unos salen voluntariamente, otros se ven forzados a hacerlo
por amenazas o razones políticas; otros van en busca de mejores oportunidades
laborales, económicas o de estudios. Para algunos todo comienza como una aven-
tura, conocer personas nuevas, nuevos lugares, otra cultura, idioma y entorno
social y para ellos puede ser excitante, pero después de un tiempo la ilusión de lo
nuevo pasa; algunas personas pueden experimentar síntomas depresivos, de an-
siedad y sicosomáticos ante la adaptación al nuevo entorno social y cultural.
1
Licenciada en Ciencias de la Com unicación por la Universidad Int ercontinent al, Especiali-
dad en M ercadot ecnia Estrat égica por el Centro de Est udios en Ciencias de la Com unica-
ción y M aest ría en Filosofía de la Cult ura por la Universidad Int ercont inent al, cursando
doct orado en Pensam ient o y Cult ura de Am érica Lat ina - IPECAL. Act ualm ente profesora-
invest igadora de la Academ ia de Com unicación y Cult ura de la Universidad Aut ónom a de
la ciudad de M éxico. Líneas de invest igación: Ident idad cultural y migración, filosofía inter-
cult ural, Sem iótica de la cultura, publicidad, com unicación organizacional, m arketing polí-
t ico.
Los "iguales", los que sí comparten identidad, con los que conserva una rela-
ción constante, ya sea porque también han migrado y se encuentran o reúnen en
el nuevo territorio, o porque mantienen algún tipo de vínculo o comunicación
frecuente con el lugar de origen por cualquier medio, inclusive si éste solamente
2
Est e proceso consist e en el hecho de que el individuo en la m edida en que vive t iene una
serie de experiencias que lo ayudan a conform ar una part e de su ident idad y t am bién para
est e m ism o fin se apropia de experiencias t radicionales en las que en m uchas ocasiones
no t iene elección, com o sería el caso del lenguaje, la fam ilia, la condición genética, et c.
Est a const rucción de la ident idad individual incide en la conduct a social de los individuos y
es así com o se da su participación dent ro del proceso de la cult ura.
Debemos aclarar que este proceso no es compartido por todos los indivi-
duos en la misma medida y existen personas que lo asumen con extrema pasivi-
dad, por lo que es conveniente establecer que la construcción como individuo
genera afectaciones dentro del ámbito cultural en diferentes niveles, que pueden
ir del reforzamiento de ideas al cambio de las mismas.
Este proceso vive el migrante; no vive una realidad estática, viene de una
cultura que le brinda cosmovisión para luego enfrentarse a otra cultura, con gran
diferencia en sus significados y requiere de un proceso de traducción que le ayu-
de a su proceso en un inicio de adaptación y más delante de integración, pero no
es un proceso simple, es un proceso complejo. Para L otman cultura es “ inteligen-
cia colectiva” y “ memoria colectiva” , la “ cultura es la información no hereditaria
que recogen, conservan y transmiten las sociedades humana expresada en un
La cultura, los textos –de acuerdo con Lotman (1996)– cumplen dos fun-
ciones básicas: la de transmisor adecuado de los significados y generador de
nuevos sentidos.
Para tener contacto entre una cultura y otra, el migrante tiene pasar a tra-
vés de los filtros, para poder ser traducido al lenguaje de su cultura de origen; la
frontera une dos esferas de la semiosis, desde la posición de la autoconciencia
semiótica. Lotman hace la división del espacio cultural entre centro y periferia y
plantea que la zona de la periferia es la zona más sensible a los cambios, debido a
su inestabilidad fronteriza y a la carencia de normas rígidas que la guíen; por el
contrario, en el centro existe una constante hiper-estructuralidad. Como resultado
de esta situación, el cambio proviene casi siempre de esta zona periférica por su
mayor impredictivilidad. La dialéctica del campo cultural y de la semiosfera se
da en el continuo movimiento entre centro y periferia.
3
Corrient e antropológica que considera que t oda cult ura dada m odela una personalidad
individual t ípica, una est ruct ura psicológica, un com port am ient o, unas ideas y una m ent a-
lidad part icular La corrient e cult uralist a es esencialment e nort eam ericana, y la represen-
t an sobre t odo los t rabajos de la escuela llam ada Cult ura y Personalidad, en la que se
agruparon durant e el período de entreguerras Abram Kardiner, Rut h Benedict (1887-
1948), M argaret M ead, Ralph Lint on (1893-1953) y Cora Dubois, en t orno a un t rabajo
colect ivo de antropología cult ural centrado en dos grandes nociones: el patt ern y la per-
sonalidad básica. Por pat t ern, concept o que introdujo Rut h Benedict en 1934, se ent iende
la form a específica que t om a una cult ura para singularizarse con relación a ot ra; la perso-
nalidad básica, idea post ulada en 1939 por Lint on y Kardiner, rem it e a los elem ent os cons-
t it ut ivos de una sociedad dada.
Por lo que puede verse, las comunidades inmigrantes operan en los dife-
rentes niveles y campos sociales que componen la reproducción social de las
comunidades. De esa forma, en cada campo social, se establecen y reconstruyen
redes basadas en costumbres ya conocidas, a través de las cuales los miembros de
las comunidades interactúan y desarrollan sus actividades sociales, culturales,
económicas y políticas. A simismo, la práctica de estas acciones e intercambios
en contextos transnacionales fortalece las propias redes, y permite la expansión
territorial de los ámbitos de reproducción de la propia comunidad.
5. Conclusiones
Para Lotman, el proceso de integración del emigrante implicaría las si-
guientes funciones del texto en el proceso de integración del emigrante a la cultu-
ra receptora.
c) El trato del lector consigo mismo. El texto es un espejo del destinatario y re-
fleja parte de su propia configuración. El migrante tiene su propia cosmovi-
sión, los significados que el migrante trae consigo sobre la realidad son cons-
truidos y que lo que dice o interpreta, ya sea en pensamiento o acción, forma
d) El trato del lector y del autor con el texto. El texto no solo es mediador entre
destinador y destinatario; sino también establece grados de interacción con el
autor y el lector, en los que se pone en juego la memoria histórica de la cultu-
ra de origen del emigrante, relacionado con el grado de avance y de profundi-
dad del proceso de acomodación antes desarrollado.
Referencias
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electrónica. 2005. http://graceguevara.blogspot.mx/2012/06/la-semiosfera-del-
maiz.html
1. I ntroducción
En la construcción de estrategias en las campañas políticas, los consulto-
res políticos toman en cuenta todos los elementos significativos como puede ser
parte del sistema de creencias sobre un asunto social y/o la percepción que tienen
sobre un político. Estos elementos significativos en la construcción del mensaje
no son gratuitos, el propósito es representar contextos, actos, así como interac-
ción de los personajes proyectados a través del uso de la imagen, texto y audio
con el propósito de obtener mayor eficacia persuasiva. Estos códigos semióticos
buscan generar intencionalidad en el destinatario, en ellos se pueden hallar hue-
llas ideológicas de cómo pensar y actuar sobre determinado asunto.
1
Profesora Invest igadora de la Universidad Aut ónom a de la Ciudad de M éxico (UACM ),
pert enece a la Academia de Com unicación y Cult ura, Eje Com unicación Aplicada. Part icipa
dent ro del grupo colegiado de posgrado en est udios sem iót icos. Doct ora en Ciencias So-
ciales, Com unicación y Polít ica.
2
El concept o de est rategia es int roducido en el año 1944 en el cam po económico y aca-
démico por Von Newm an y M orgerst ern con la t eoría de los juegos, en am bos casos la
idea básica es la com pet encia, con el propósit o de obt ener el m áxim o de efectividad y
eficiencia en la adm inist ración de t odos los recursos.
La función apelativa de Karl Bühler (1985) busca influir por medio de las
palabras en la actitud y conducta del interlocutor, la función representativa se
relaciona con el referente que se enuncia o se observa en la escena discursiva o
visual. Al igual que Bühler, Roman Jakobson considera que la “ función expresi-
va o emotiva crea en el destinador una impresión de la emoción, ya sea ésta real
o fingida” (1987: 354). Con el desarrollo de las funciones discursivas puestas en
escena en la argumentación, Christian Plantin resalta que se pone de manifiesto a
los sujetos portadores de intereses, pasiones y valores (Plantin, 1998a: 51). Por su
parte, Michel Adam dice que esta función emotiva está encaminada en el hacer-
creer y que tiene como fin hacer-hacer al auditorio (Adam, 1992: 69).
Combs y Nimmo argumentan que los anuncios cumplen con una función
estratégica al ser emitidos:
3
Tony Schw art z (1923-2008), conocido com o el padre del anuncio de la bom ba at óm ica:
Daisy Spot , el spot de La margarita producido en 1964 para la cam paña presidencial de
Lyndon B. Johnson, es reconocido com o el primer anuncio t elevisivo de tipo negativo.
Aut or del libro Theresponsivechord.
Montague Kern señala que los anuncios políticos utilizan técnicas elegia-
cas para crear un efecto de ojo-nublado, es decir, están encaminados a resaltar el
lamento sobre algo o alguien. El efecto del ojo nublado consiste en que se pierde
de vista la esencia de la resolución del problema por la utilización de un discurso
emocional con lo cual se generan orientaciones de cómo pensar un tema y cómo
4
actuar .
4
El est udia los spot s polít icos de los años ochent a y novent a.
5
Los analist as explot an un esquem a que t om an prest ado del crítico Kennet Burke para
clasificarlos.
[…] bastaría ahora probar su poder moral para afectar a nuestros sen-
timientos. [...] Nada más influyente que el ritmo y los cantos para imi-
tar la cólera, la bondad, el ánimo, la sabiduría [...] La música es eviden-
temente una imitación de los sentimientos morales (Aristóteles, 1951:
71).
Algunos autores que hablan del ethos social como Romagnoli (2005), lo
identifican y definen con el “ Ethos social del estado” , como un conjunto de ideas
y creencias que se dan al interior del sistema político administrativo, respecto de
su ética de responsabilidad social. John Roemer (2009) y Sune Lægaard (2011)
se refieren al ethos social como un sistema de creencias y responsabilidad com-
partida. También se le identifica con las características que tiene una comunidad,
un país sobre su forma de pensar y de actuar, en el cual se refleja su cultura. Es-
tos son rasgos distintivos que tienen que ver con la escala de valores, normas y
hábitos que distinguen a sectores sociales y países por sus estilos de vida. El et-
hos social es un término utilizado para describir la forma de ser de un pueblo y el
cual se refleja en su conducta ( Cf. Sznajder Mario y Luis Roniger, 2001).
En nuestro trabajo retomamos únicamente los spots que tenían el eje rec-
tor de apelar y reconfigurar la memoria histórica para despertar esperanza sobre
el cambio, la motivación de satisfacer necesidades y deseos de los ciudadanos en
el caso de la campaña de Vicente Fox en el año 2000. En contraposición, la me-
Cuadro 1
En principio, hay que decir que en los lemas se pretende que sean frases
breves y fáciles de recordar, además de manifestar un pensamiento que sirve de
guía para la acción. En este caso son utilizados para denunciar las promesas que
no cumplieron los adversarios priistas de Fox. Los sl ogans no cumplidos por los
ex mandatarios están ubicados debajo de cada una de sus fotografías en blanco y
negro con grano reventado y fuera de foco. Al cambiar la imagen, cae hacia ade-
lante y se escucha el sonido de una guillotina. A esto se superpone el discurso
auditivo que versa: “ Acaso creen que no tenemos memoria, que vamos a tragar-
nos un sexenio más la sopa que tanto daño nos ha hecho, porque los mexicanos
que estamos dispuestos a despertar somos mayoría. Por el nuevo México el de la
gente de verdad” . Al principio de la oración se da una suposición del narrador, en
forma irónica, al sugerir que existe la creencia, por parte de un grupo político, de
pensar que la sociedad mexicana todavía no está preparada para cambios y que es
incapaz de recordar el pasado. Pues bien, en la mayoría de los casos los seres
humanos recordamos cosas que tienen que ver con nuestra experiencia inmediata,
y ponemos menos atención a cuestiones de la política. Por ello la importancia de
hablar directamente en el spot sobre la memoria, presentarle al espectador foto-
grafías distorsionadas y poner en cuestionamiento las promesas de los ex presi-
dentes priistas.
Hay que subrayar que la utilización del color en los spots tiene la función
de exagerar las situaciones y a los personajes, además de poseer una dimensión
sensorial y simbólica que modifica el valor de una imagen. Ana Meléndez, teóri-
Sin duda, no hay que perder de vista que los spots que atacan al Partido
Revolucionario Institucional van a tener como particularidad el uso de fotogra-
fías blanco y negro, que van a ser reforzadas por un discurso auditivo que se re-
fiere a las imágenes, pero no en un sentido provocador para el receptor, sino en
una dirección de aliento, tal es el caso del spot “ A DIOS” : “ Adiós al rezago educa-
tivo. Adiós a la marginación de los indígenas. A diós a las masacres como las de
Acteal y Aguas Blancas. Adiós a la violencia en las calles. Adiós a la corrupción
y a la narcopolítica. Adiós a los fraudes electorales, Adiós al PRI” (Ver Cuadro
2).
Cuadro 2
SPOT : ADI ÓS
PERSONAJES DI SCURSO PERSONAJES DI SCURSO PERSONAJES DI SCURSO
VERBAL VERBAL VERBAL
30”
Narra-dor Adiós a las Narrador 1: Adiós a las Narrador 1: Adiós al
1: masacres como masacres como rezago educa-
la de Acteal y la de Acteal y tivo.
Aguas Blancas. Aguas Blancas.
Adiós a la Adiós a la
corrupción y a corrupción y a
la narcopolítica. la narcopolítica.
Por otro lado, y ya para finalizar, identificar al candidato con los ciuda-
danos, va a darle identidad histórica, en este caso a Fox, y el uso del color en el
“ recuerdo” va ser modificado cuando se habla de algún personaje panista o se
hace referencia al blanquiazul. Esto se demuestra sencillamente con el spot de
CLOUTHIER. Los creativos de la imagen buscaron identificar a Fox con un pasado
6
inmediato y anclarlo a un personaje como Manuel Clouthier (Maquío) que en las
elecciones de 1988 fue uno de los candidatos presidenciales por el PAN, algunos
consideran que fue uno de los líderes más fuertes de ese partido, además de ser
un luchador social que murió creyendo en sus ideales (Véase Cuadro 3).
Cuadro 3
SPOT: CLOUTHI ER
DI SCURSO VERBAL
Fox: Recuerdo bien al M anuel Clouthier lleno de verdad adentro, nos enseñó a
todos los mexicanos a hablar derecho y a luchar por nuestro país.
-Oye Fox, –me dijo– todos en este país vivimos quejándonos del gobierno
corrupto, de la falta de oportunidades, sin embargo, no hacemos nada...
Él me lanza el reto y yo le lanzaría a todos los mexicanos a la gente y a los
ciudadanos tenemos que construir un país exitoso y triunfador a la entrada
del siglo XXI.
6
M anuel Clout hier del Rincón, nacido en Sinaloa, fue uno de los principales líderes del
Part ido Acción Nacional, cont endió en las elecciones presidenciales de 1988 junt o con
Cuauht ém oc Cárdenas Solorzano quien represent aba a los part idos de izquierda en M éxi-
co y t am bién part icipó el priist a Carlos Salinas de Gort ari, quien ganó la elección presiden-
cial. El Part ido Revolucionario Inst it ucional (PRI) gobernó por m ás de 70 años a la Repúbli-
ca M exicana, perdió por primera vez en el año 2000 y por segunda ocasión en el 2006, sin
em bargo para las elecciones del año 2012 volvió a recuperar la silla presidencial.
CAMPAÑA NEGATIVA
PADRE DE FAM ILI A
Sr.: Por fin nos hicimos de nuestra propia casa, un coche, una lavadora, un refri-
gerador.
López Obrador va a endeudar a México. Los intereses que pago van a subir y
no los voy a poder pagar. Voy a perder mi patrimonio como lo perdieron mis
papás.
El discurso verbal de este promocional está constituido por una sola se-
cuencia, en ésta se ve la representación de un hombre joven perteneciente al nivel
social D (clase media baja), que es padre de familia y manifiesta sus preocupa-
ciones y miedos. Se observa en el discurso escrito la firma de quien patrocina ese
audiovisual. El recurso de la presentación del tema es la reflexión que hace el
hombre por los logros obtenidos por su trabajo como son los objetos domésticos
y el temor de perder su patrimonio si llegase a la presidencia AMLO, con estas
aseveraciones el protagonista del audiovisual buscó desacreditar la imagen del
7
candidato haciendo uso de la falacia ad hominem . Estos anuncios producidos por
el PAN durante la campaña presidencial de Felipe Calderón, toca de manera re-
currente el tema de la crisi económica en México, la cual es expresada a través de
su protagonista quien siente inquietud frente a la posible victoria de A ndrés M a-
nuel López Obrador (principal candidato opositor del PAN) como presidente en
los comicios del 2006, pues considera que el abanderado de la CPBT conducirá
al país a una crisis inminente, perdiendo así su patrimonio. La acción de este spot
tiene lugar en el interior de un domicilio de clase media baja. La comunicación
no verbal es manifiesta cuando el sujeto se lleva la mano a su rostro en señal de
preocupación, tiene un momento de introspección y se escucha la enunciación en
off: “ López Obrador va a endeudar a México, los intereses que pago van a subir y
no los voy a poder pagar” . Al unísono se mira en la sala de la casa cómo van
desapareciendo lentamente la tv, las bocinas, la computadora y la laptop; con lo
que se observa un claro juego de figuras retóricas visuales para añadir significa-
ción al discurso como es la pérdida del patrimonio. Con esta figura retórica vi-
sual se contribuye a añadir dramatismo a la acción reflexiva.
7
Un argum ent o ad hominem tiene la apariencia de razonam ient o, sin embargo busca
descalificar al adversario.
Por otro lado, este anuncio guarda relación con otro spot: “ Padre de Fa-
milia: Vivienda” , ya que el tópico es el patrimonio familiar, el tipo de dramatiza-
ción que se emplea es similar al anuncio arriba analizado, sin embargo, en este
spot se resalta la parte positiva: “ nosotros hemos hecho realidad ese sueño. Ahora
8
sé que mis hijos podrán cumplir sus propios sueños.”
8
Est e prom ocional form a parte de una serie de audiovisuales que m uest ran la propuesta
de gobierno y son reconocibles por el t ipo de int ervención que realiza Calderón: “ Est oy
cont igo” y por la narradora que culm inan el prom ocional diciendo: “ Con Felipe Calderón
president e, vam os por m ás vivienda” .
Finalmente, el miedo que busca establecer este spot hace que se piense
que con determinado gobierno, en este caso el de L ópez Obrador se perderá el
patrimonio construido con trabajo y esfuerzo. Esto lleva a su vez a mostrar an-
gustia por lo que pueda venir, lo que denota es que la oposición en ese momento
pensaba en que AMLO tenía una posición de ventaja respecto de Felipe Calderón
y el medio para hacer cambiar al votante era a través de la desesperanza. El ma-
nejo de las emociones en este spot es evidente, en tanto que genera, al menos,
incertidumbre sobre lo que podría ocurrir. El miedo, la angustia y la desesperan-
za son las emociones que prevalecen e intentan, por estas tácticas, guiar al votan-
te.
12. Conclusiones
Podemos concluir que varias son las tácticas desarrolladas en los spots
audiovisuales políticos, por ejemplo, la utilización del logos, ethos y pathos den-
tro de la estructura argumentativa, así como la convivencia de diferentes soportes
comunicativos como la música y efectos sonoros, la imagen y la palabra, los cua-
les son factores determinantes dentro de una estrategia persuasiva.
En este sentido, Bronislaw Baczko señala que por medio del imaginario
se pueden alcanzar las aspiraciones, los miedos y las esperanzas de un pueblo. En
él, las sociedades esbozan sus identidades y objetivos, detectan sus enemigos y,
aún, organizan su pasado, presente y futuro. Se trata de un lugar estratégico en
que expresan conflictos sociales y mecanismos de control de la vida colectiva. El
imaginario social se expresa por ideologías y utopías y también por elementos
culturales: símbolos, alegorías, rituales, mitos (1984: 54). Y como lo denomina
Castoriadis es producto de significaciones imaginarias colectivas.
9
Es así como estos estímulos configuraron, reconstruyeron y recrearon el
imaginario social para mantener unida la compleja urdimbre de significaciones
9
Exist en dos t ipos de est ím ulos: verbales y no verbales. Los est ím ulos verbales son: la voz,
la m úsica o el t ext o. En los no verbales resalt a la im agen, la cual tiene cinco categorías así
definidas por Brem beck y How ell. Kinesística : incluye t odos los m ovim ient os del cuerpo
que añaden significado al lenguaje oral, com o son la expresión facial o los gest os con las
m anos. Proxémica : el uso de espacio y las relaciones físicas en la comunicación interper-
sonal: la dist ancia que separa al emisor del recept or, el contact o visual, act it udes corpora-
les com o inclinarse hacia el audit orio. Háptica : que es la part e de la com unicación no ver-
bal que se logra a t ravés del t act o y el cont act o físico; pero no debem os olvidar que ver a
En este rubro, la eficacia del uso del imaginario social dependió, por un
lado, del modo en el que los equipos de los candidatos panistas se apropiaron del
imaginario con el uso de los símbolos, creencias, necesidades, deseos, sueños y
esperanzas que manifestó el colectivo y, los cuales fueron plasmados en imáge-
nes verosímiles que recrearon el imaginario en anuncios audiovisuales para que
tuvieran el reconocimiento social.
Es por ello que el dominio del imaginario social se fundó en los elemen-
tos constantes, exhibiendo un conjunto de rasgos sociales que otorgaron cierta
identidad a determinadas comunidades para dar sentido de importancia a su par-
ticipación en ese momento climático como era la elección presidencial; y en
donde el imaginario social se vio reflejado en la pantalla chica al mostrar eviden-
cias en los promocionales que los hacían verosímiles, pero con un discurso falaz
y que al ser investidos por un discurso emocional también se invisten conflictos e
intereses ideológicos (Ansart, 1983: 36).
Referencias
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Polarize the Electorate. Cambridge: Free Press.
los candidat os estrechando m anos e incluso abrazando y besando a la gent e puede t ener
un efect o persuasivo cuando lo vem os en pant alla. Paralenguaje: uso de la voz que afecta
las respuest as de la audiencia al m ensaje (un com unicador puede dar a las m ism as pala-
bras un significado com plet am ente opuest o con t an sólo variar el t ono de su voz). Nerván-
t ica : son los tics nerviosos, m ovim ient os im pacient es y repet it ivos, gest os involunt arios.
Calsamiglia, Helena y Tusón, Amparo (2007). Las cosas del decir, Manual de análisis
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1
Doct or en Ciencias de la Inform ación por la Universidad Com plutense. Profesor-
invest igador de la Universidad Aut ónom a de la Ciudad de M éxico Es co-aut or del libro 100
libros hacia una comunicología posible (2005, UACM ), com pilador del libro M irada a la
ciudad desde la comunicación y la cultura (2006, UACM ), Comunicología en const rucción
(2008, UACM ) El campo académico de la comunicación, una mirada reflexiva y práct ica
(Universidad de Colim a, 2008). Es fundador de la Red de Estudios en Teorías de Com unica-
ción (REDECOM ), coordina al grupo de “ semiót ica, discurso y lenguaje” en la Asociación
M exicana de Semiót ica Visual y del Espacio (AM ESVE) y en la Asociación Lat inoamericana
para Est udios del Discurso (ALED).
De los varios méritos del texto de Vidales, uno fundamental es que nos
permite una nueva mirada lófica entre estas dos áreas (o campos), que por otra
parte, han vivido una relación desde hace varias décadas, al grado que, como el
propio Vidales lo ha afirmado, se asoma la posibilidad de que la semiótica pueda
dar respuesta a las grandes preguntas de epistemología en comunicación. En otro
orden, los semiotistas han encontrado en la comunicación un espacio fértil de
reflexión. En muchos planes y programas de estudio en comunicación (con todo
ese ramillete de denominaciones que tiene) se encuentran cursos vinculados con
semiótica, significación, ciencias del lenguaje que aluden centralmente a los pro-
blemas de la semiótica y que frecuentemente son impartidos por profesores que
no provienen de la comunicación. Sobre esta relación “ natural” podemos leer,
por ejemplo, en los dos primeros capítulos del Manual de semi ótica gener al de
Klinkenberg (2006), que inserta en sus primeros capítulos el problema de la co-
municación; o bien la conocida primera parte de La estructura ausente, de Um-
berto Eco (1968). A un mayor nivel de abstracción puede pensarse que esas pre-
guntas sobre la difusión, la expresión, la interacción no las podría responder la
comunicación sin el concurso de la semiótica.
(c) El tercer momento tiene el claro reto de conciliarlas dentro un modelo epis-
temológico, es decir, es la propuesta por una “ semiótica de la comunicación”
y que toma como punto de partida no a la semiótica de la cultura sino a la
biosemiótica, la cual ha hecho emerger en el centro de su programa la nece-
sidad de reflexionar sobre la comunicación.
2
Lo que ha llevado a algunos a pensar en la posibilidad de una “ ciencia de la com unica-
ción” donde algunos com o Abraham M oles o su discípulo M art ín Serrano han respondido
afirm at ivament e. Hem os debat ido est e t em a de m anera am plia en Karam , Tanius (2007)
“ Epist em ología y Com unicación. Not as para un debat e” en Andamios 7, M éxico, CHYCS-
UACM , t am bién en línea, disponible en ht tp:/ / redalyc.uaem ex.m x/ src/ inicio/ Art PdfRed.
jsp?iCve=62840705.
3
Dicho sea de paso, llam a la at ención, por ejemplo en algunas universidades españoles
esa út il diferencia entre las clases de teoría de la inform ación (cent ralment e abocadas al
est udio de la inform ación y los m edios m asivos), de las de teoría de com unicación, aboca-
das a una reflexión m ás amplia de los int ercam bios expresivos en el m undo social, pero
t am bién nat ural (véase por ejemplo M artín Serrano et al, Teoría de la Comunicación. I
Epist emología y análisis de referencia , 2ª ed. M adrid, UCM , 1982)
4
Vidales refiere (p. 12, t . I) cóm o en los cincuent a se dio una fam osa discusión entre Ber-
nard Berelson (1959), para quien el cam po de la com unicación m oría y Wilbur Schramm y
sus colegas (1959), para quienes el cam po de la com unicación recién est aba naciendo.
Vidales cit a a John Durham Pet ers quien a finales de los ochent a resum ía la discusión se-
ñalando que el problem a es que la com unicación ha sido definida administ rat ivament e
pero no conceptualmente, por lo que la t eoría fracasa como principio de definición, com o
fracasa el intent o por det erm inar a la com unicación com o un objet o distint o.
5
M ientras que la prim era es una const rucción aut ónom a que posee m odalidades de exis-
t encia t otalm ent e abst ract a, independiente de cualquier posible act o de com unicación
que las act ualice; por el cont rario, la “ semiót ica de la comunicación” presupone un sist e-
m a de significación com o condición propia necesaria. Es posible hablar de una sem iótica
de la significación independient e de una semiót ica de la com unicación, lo que sería im po-
sible de forma inversa. Est a dist inción fundam ent al produce dos enfoques diferentes con
líneas met odológicas diferent es que requieren adem ás aparat os cat egoriales diferent es.
Referencias
Fuentes Navarro, Raul y Vidales, Carlos (2011). Fundaciones y fundamentos del estu-
dio de la comunicación. Monterrey: CECyTE NL-CAEIP, Colección Altos Es-
tudios. También disponible en http://www.portalcomunicacion.com/download/
fuentes_vidales.pdf
Los bordes semi óticos. Acerca de una meta-semiótica del cambio: Una renova-
da lectur a/pr opuesta sobre los procesos de intervenci ón en or ganizaciones.
Juan Manuel Vaioli 175
La funci ón del objeto en l a interpretación: de la ar queología a las
organizaciones
Carlos Federico González Pérez 210