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El Amor Cortés.

El Amor a
través de la Historia.

Contenidos

1 Distintas clases de amor.


2 El Amor en la Edad Media.
2.1 Etapas de la edad Media.
2.2 El amor y las clases sociales.
2.3 Juglares y trovadores.
3 El amor cortés.
3.1 Sometimiento a su dama.
3.2 Entrega incondicional y sacrificios del
enamorado.
4 El amor cortés y el clero.
4.1 Persecución de la sexualidad.
5 Galería de imágenes.
6 Artículos relacionados.

Distintas clases de amor.

Pocas personas estarán en desacuerdo


al considerar el amor como el principal
generador de emociones en el ser
humano. El amor se manifiesta de
muchas y diversas formas. Cada una de
ellas tiene sus características propias,
pero en general todas comparten la
intensidad del sentimiento.

Pocas clases de amor pueden ser tan


intensos como el amor materno.
Siempre se ha dicho que no hay más
dolor más intenso que el de una madre
cuando muere su hijo. El amor por la
familia suele ser profundo y duradero.
Hay otras muchas clases de amor, pero
si hay una que destaca sobre las demás
por su pasión e intensidad es el amor
romántico.

El enamoramiento, el amor por nuestra


pareja, el amor romántico es un
auténtico torbellino de sentimientos
que transforma por completo a los
seres humanos.

Esta clase de amor, cuando la persona


enamorada es correspondida, da los
mayores momentos de felicidad. Por el
contrario, cuando el amor no es
correspondido, produce un dolor tan
intenso, que puede hundir a la persona
en una profunda depresión.

Ahora bien, aunque el amor es una


fuente incesante de emociones, no
siempre se ha manifestado de la misma
forma a lo largo de la historia. Cada
época tiene sus peculiaridades y a
veces, nos puede costar trabajo
entender las costumbres de los
enamorados en tiempos pasados.

El Amor en la Edad Media.

Una de las épocas, en las que el amor


aparece más mitificado es la Edad
Media. Los caballeros y damas
medievales han sido protagonistas de
numerosas historias amorosas que nos
han dejado una profunda huella.

Amor cortés, amor caballeresco,


trovadores y romanticismo, el amor
medieval sigue estando en el centro de
la concepción moderna del amor.

Cuando pensamos en la Edad Media,


poco a poco se nos va formando una
imagen. Trovadores, juglares,
caballeros, damas, dueñas, castillos e
incluso temibles dragones, todo esto es
muy romántico, ¿pero era
verdaderamente en esta atmósfera
donde florecía el amor?

El amor medieval: damas, caballeros, trovadores y


castillos.

Etapas de la edad Media.

Se suele considerar la Edad Media en


bloque, como el periodo puente entre
antigüedad y la era moderna.

Pero, en realidad, la Edad Media se


divide en tres etapas bien
diferenciadas. Del año 500 al año 1000
o 1100 sabemos muy poco. Fue un
periodo oscuro y bárbaro del que
apenas nos han quedado testimonios
escritos.

La alta edad media va del 1100 al 1300.


Ésta es la época medieval más antigua
de la que hayan llegado hasta nosotros
testimonios escritos y muestras
artísticas. El desarrollo de las artes en
este periodo fue considerable y
especialmente notable.

Finalmente, el periodo comprendido


entre 1300 el 1500 marca el declive de
la Edad Media y el inicio del
Renacimiento.

El amor y las clases sociales.

Había en la Edad Media tres clases


sociales bien diferenciadas: la nobleza,
el clero y el pueblo. Es, sobre todo, en
la primera de estas clases donde los
escritores y cineastas han encontrado
una gran fuente de inspiración para
ofrecernos películas y novelas de
ambiente medieval.

La nobleza se componía de los


caballeros, los señores y las damas. El
verano era una época llena de
festividades y de torneos para
diversión de los habitantes de los
castillos en los que el pueblo también
encontraba motivos de alegría. Durante
este periodo del año, también se
organizaban grandes partidas de caza.

Pero llegado el invierno, todo se volvía


aburrido y glacial, sobre todo en
aquellos grandes castillos de piedra.
Era el momento en que los señores y
caballeros partían a la guerra o a las
cruzadas a los países paganos para
mayor gloria de Dios. Por una u otra
razón ya tenían una buena excusa para
la aventura.

Juglares y trovadores.

Las damas y dueñas se acostumbraban


mal a estas partidas. Esta es la razón
por la que los juglares y trovadores iban
de castillo en castillo cantando las
epopeyas heroicas de los caballeros
lejanos.

A estas epopeyas se las denominaba


Cantares de Gesta. Pero, aunque esto
era del agrado y gusto de las damas, no
conseguía liberarlas de su hastío y
aburrimiento; no les alegraba el
corazón.

La leyenda dice que un famoso juglar


llegó un día al ducado de Aquitania a
cantar la gloria de los caballeros en su
lucha contra los infieles. La señora,
aburrida hasta la muerte de estas
canciones guerreras, no le ofreció sino
un pobre jergón y un poco de comida.

El juglar, para que le trataran un poco


mejor, decidió agradar a la dama
cantando sus virtudes. Ésta, que se
llamaba Leonor de Aquitania, quedó
encantada y retuvo al juglar a su
servicio. Este tipo de canción se
propagó rápidamente por todo el sur de
Francia y dio lugar a lo que se llamaría
el amor cortés.

Años más tarde, cuando Leonor de


Aquitania, que era la madre de Ricardo
Corazón de León, se instaló en el norte
de Francia, llevó con ellas a numerosos
juglares y trovadores que hicieron del
amor cortés la forma oficial del amor en
la edad media.

El Amor Cortés nació en la corte de Leonor de


Aquitania

En la poesía galaico portuguesa ocupan


un lugar destacado las cantigas de
amor, de las que aún se conservan más
de setecientas. Las cantigas de amor
tienen como protagonista a un hombre
que canta su amor por una dama.

El amor cortés.

El amor cortés se manifestaba como


una violenta emoción que embargaba al
caballero, resultado de su adoración
por una dama. Inspirado por esta
emoción, el cobarde se volvía
repentinamente valeroso y el valiente
aún más osado y decidido.

El buen caballero era una curiosa


mezcla de orgullo y venganza. Para
conquistar el amor de su señora debía
luchar sin descanso en el campo de
batalla. Se hacía con ello digno del
amor de la dama.

Pero en el momento en que se


deponían las armas para ir a reunirse
con su amada, dejaba de ser digno de
su amor puesto que había dejado de
combatir. Eran un amor sin salida: el
caballero estaba siempre en la guerra.

El amor cortés equivalía a amor


imposible e inalcanzable. Lo que por
otro lado, se ajustaba bastante a la
realidad, puesto que las damas estaban
ya casadas y los caballeros no tenía
ninguna posibilidad de materializar sus
deseos.

Durante las largas veladas de invierno,


las damas y dueñas se reunían y
hablaban de amor. Llegaron así a crear
un código de ética muy estricto al que
añadieron unos principios
fundamentales.

Sometimiento a su dama.

El caballero debía estar totalmente


sometido la dama. Ésta era superior y él
debía hacerse merecedor de ella.
Necesitaba para ello, una gran dosis de
paciencia y de sufrimiento, unido a la
realización de grandes hazañas.

Es de aquí de donde se deriva lo que


hoy entendemos por galantería: dejar
pasar a las damas primero, abrirle las
puertas, dejarles el lado interior de la
acera al caminar juntos, etc.

Seguidamente venía la cortesía. Todo


debía hacerse con gran delicadeza y
belleza. El arte de amar tenía todo un
ritual: no era el acto lo importante, sino
el sentimiento.

Las proezas guerreras del caballero se


atribuían al ardor que le inspiraba la
dama y no a su amor a la patria. Un
caballero debía, siempre, estar
dispuesto a demostrar su valor y coraje
ante la amada.

Finalmente, por supuesto hubo


adulterios, pese a que estaba
fuertemente castigado por la iglesia en
aquella época.

En realidad, a medida que el amor


cortés se desarrollaba, las relaciones
sexuales se fueron haciendo más
importantes.

Trovadores y juglares cantando al amor cortés.

Entrega incondicional y sacrificios del


enamorado.

El amor cortés es la base de la


concepción moderna del amor. Era al
mismo tiempo sensual, sentimental y
sexual. El amor cortés exigía, asimismo,
que se tuviera, cara al amor, la voluntad
de aceptarlo todo y entregarse
totalmente a él.

El caballero enamorado estaba


dispuesto a cualquier tipo de sacrificio
o renuncia, si ello servía para contentar
a su dama. Esta concepción del amor
se alimentaba de la poesía árabe. El
amor era descrito por los poetas árabes
como intoxicación emocional y era
sinónimo de pérdida de uno mismo.
Ahora bien, en la poesía árabe de la
época hay una clara permisividad de la
homosexualidad. Por el contrario, el
amor homosexual era duramente
castigado y perseguido por la Iglesia.

Cuando los caballeros no estaban en la


guerra, organizaban torneos para
complacer a las damas. Estos juegos,
para ellos de gran diversión, eran
también muy arriesgados puesto que
se ponía en peligro la vida de los
rivales. Pero los caballeros pagaban
gustosos con su vida por conseguir una
sola mirada de amor apasionado de su
señora.

El amor cortés y el clero.

El clero tuvo un papel determinante en


la evolución de la Edad Media. Era
respetado y temido, siendo la única
clase social verdaderamente erudita.

En aquellos tiempos, como ahora, la


educación era muy cara y si hoy es sólo
una parte de la población la que accede
a la universidad, la proporción en la
edad media era ínfima. A las pocas
personas que sabían leer y escribir
(algo muy complicado en la época) se
les otorgaban dotes mágicas y por
tanto ejercían una gran fascinación. El
clero, único grupo social que accedía a
la educación, era muy respetado.

La Iglesia afirmaba que todo lo


concerniente a las actividades que
pudieran conducir a un posible pecado,
eran de su competencia.
Evidentemente, el pecado principal,
aparte del de renegar de la fe, era el
pecado de la carne.

Para la iglesia el único amor permitido


era el que se manifestaba dentro del
matrimonio. El amor matrimonial tenía
como finalidad principal la procreación.
Toda actividad sexual, que no fuera
encaminada a engendrar hijos, era una
sexualidad pecaminosa.

La lujuria del clero en el arte medieval

Persecución de la sexualidad.

En una época determinada, el clero


intentó que se hicieran leyes relativas a
todo lo que concernía a “la sexualidad
desviada” (casi toda, según ellos). Este
intento fracasó porque la Iglesia no
tenía el poder suficiente. Se creó
entonces el derecho canónico que hoy
es el derecho eclesiástico.

Paradójicamente, el medio en el que la


Iglesia encontraba más dificultades
para corregir a los pecadores era el
propio clero.

En efecto, parece que las desviaciones


sexuales abundaban en el seno de la
iglesia. Los escritos de la época nos
hablan de homosexualidad, de
sodomía, de fugas nocturnas.

Había incluso códigos, en los que se


consignaban las penas a las que se
exponían los pecadores: por ejemplo,
tres años de penitencia por tener
relaciones incestuosas con la propia
madre, dos años y medio por prácticas
de bestialismo, dos años por
masturbación y un año por travestismo.

Pero, en lo que al pueblo se refiere,


estas historias les traían sin cuidado, ya
que la iglesia sólo castigaba
verdaderamente el adulterio.

La Edad Media fue también un periodo


de contrastes. El amor que era refinado
y cortés en la nobleza, se volvía vulgar
y picaresco en las otras clases sociales.
El amor cortés, que tanto cantaban
juglares y trovadores para recreo de
todos, pertenecía más bien a un plano
idealizado que real.

En última instancia, el amor cortés solo


se llevaba a cabo entre la clase
dominante: la nobleza. El clero
maldecía su práctica, mientras la
nobleza lo ensalzaba. Pero una cosa sí
era cierta: el amor, bendecido por unos,
maldecido por otros, era el centro de
todo, como lo sigue siendo hoy en día.

Galería de imágenes.

Portada: Tristan and Isolde with the


Potion, obra de John William
Waterhouse (1849–1917). Este es un
archivo de Wikimedia Commons. 

Imagen (1): Castillo, atardecer, dama.


Tomada de
enriquelopezgarre en Pixabay.

Imagen (2): Eleanor of Aquitaine,


Queen of England. Tomado de
Wikimedia Commons.

Imagen (3): Juglares, mural de la


Edad Media. Tomada  de Hans
Braxmeier en Pixabay.

Imagen (4): Canecillos de la Iglesia


de San Pedro de Cervatos, Cantabria.
Enlace.

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