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Instituto Superior de Arte

Seminario de Historia del teatro

Massiel Rubio Hernández

Especialidad: Dramaturgia

Introducción

La familia como tema principal atraviesa la dramaturgia cubana de nuestros días, vista

desde innumerables aristas: la familia como núcleo de conflictos generacionales, como


motivo de desarraigo, como semilla, identidad y causa de la existencia, como unidad y

como rompimiento. La familia también como mito y como supervivencia.

A pesar de haberse convertido en el tema más recurrente de nuestra dramaturgia

moderna, no fue centro en nuestras primeras obras fundacionales del siglo XlX. Sin

embargo podemos percibir en esos primeros textos el tema de la familia subyacente bajo

otros, agazapado y con grandes vestigios de paradigmas europeos al igual que el resto

de nuestra producción literaria decimonónica.

Nuestras obras nacieron como copia y traslación de los modelos europeos, de la misma

manera que los temas y argumentos no provenían de una cultura propia, el tema de la

familia también nos llegó bajo condiciones culturales ajenas a las nuestras, en una patria

que se estaba formando, pero que culturalmente era aún española.

Los paradigmas de una cultura católica de imposición, que defendía los preceptos del

matrimonio, la fidelidad, la defensa del hogar, el patriarcado, la sumisión por parte de la

mujer a roles preestablecidos, la valía del primer hijo varón a preservar el patrimonio y la

protección y conquista de la dama, nos llegan junto a la literatura europea que nuestros

intelectuales estudiaron y copiaron, tanto en lo estilístico como en lo argumental. Por lo

tanto, la temática familiar que observamos en una buena parte de nuestra dramaturgia

se encuentra contaminada de esta visión.

Desarrollo

Análisis del tema de la familia en la dramaturgia cubana del siglo XlX

Como un antecedente a la producción dramatúrgica del siglo XlX, que contiene el tema

de la familia subyacente bajo códigos europeos se encuentra la obra fundacional El


príncipe jardinero y el fingido Cloridano, de Santiago Pita, en la cual el acercamiento se

da desde los dogmas del matrimonio, principio unificador y germen de la familia, bajo un

panorama caballeresco de príncipes y princesa en un ambiente griego, con personajes

que tienen nombres hispanos. Se conoce a partir de los estudios de José Juan Arrom y

Rine Leal, de la lealtad al argumento original en italiano Il príncipe giardiniero de

Giacinto Andrea Cicognini, así como otros referentes: Cervantes, Lope de Vega,

Calderón, Moreto y Sor Juana Inés de la Cruz.

El motivo principal del conflicto radica en que el asesinato por parte del protagonista del

hermano de la dama de la cual se ha enamorado, con lo cual se le da preponderancia a

la relación de sangre y a las consecuencias lamentables de dañar a un familiar, visto

sobre todo desde los diálogos del rey, padre del asesinado, ante la necesidad de vengar

la muerte de su hijo. El resto de las relaciones familiares dentro de la obra se ven

empañadas por estos preceptos caballerescos de defender el decoro de la dama ante la

huida de esta con el amante, de casarla con el mejor postor a la fuerza haciendo valer

las necesidades del padre. De igual manera ocurre con el resto de las bodas que se dan

como desenlace de la obra, cada una arreglada bajo regalías irrechazables que ofrece el

príncipe Fadrique al rey, con lo que son el honor y el dinero los móviles para la

constitución de la familia. Este principio prevaleció en una buena parte de nuestro teatro

posterior como veremos.

Cuando la intensidad romántica llegó a Hispanoamérica, fue recibida por grupos de

jóvenes que reunidos en tertulias y periódicos declararon caducas las normas

precedentes y buscaron un nuevo estilo para expresar sus realidades, este fenómeno se

desarrolló con mayor éxito en Argentina y Cuba, país donde se reunieron estos

esfuerzos alrededor del mecenazgo de Domingo del Monte, quién regresara de Europa
en 1829 con la más reciente información sobre la producción literaria. De esta forma el

Romanticismo se convierte en la década del treinta en el tema central de numerosas

polémicas.

Más que un estilo literario el Romanticismo se convirtió en una forma de vida, ya que se

le asoció en nuestro país a la idea de libertad y sirvió para reafirmar la conciencia

nacional desde autores que lo asumieron como una posición ante la situación colonial de

la isla. Tuvo un carácter cosmopolita, y constituyó un arma de lucha contra el injusto

orden político-social. Sin embargo, este primer atisbo de conciencia no permitió lograr

soltar las amarras totalmente, y nuestras ansias se continuaron reflejando bajo el

estándar de una cultura colonizadora.

La cualidad de ser un pionero en alguna faceta conlleva la carga del experimento fallido,

en el caso de Heredia según Rine Leal, esta condición no solo se dio en su carácter

Romántico, que significó la entrada de Cuba en la literatura hispanoamericana, sino que

también se notó en su condición de intelectual unido a conspiraciones y en su destierro,

que eleva este romanticismo a una categoría poética de gran intensidad producida por el

odio, el desarraigo, la pérdida. Es por eso que desde sus primeras traducciones Heredia

conectó la realidad clásica a la de su patria, y esto lo llevó a evolucionar desde estas

hacia adaptaciones y obras propias.

En su obra Los últimos romanos, la unidad familiar se muestra desde la igualdad de

ideales y el sinsentido de la existencia ante la ausencia de los otros, que es también la

ausencia de la Patria al ser dominada por un extraño. Esta unidad de pensamiento se

observa fundamentalmente en el personaje de Porcia, esposa de Bruto, quien tras la

derrota y muerte de este y sus hombres decide suicidarse antes de ser convertida en
esclava por sus enemigos. En ambos personajes, el ser histórico y sus ideales se

encuentran por encima del ser individual y familiar. Pero no siempre fue así.

Al transcurrir los años esta mirada hacia el tema de la familia tomó nuevos matices en la

dramaturgia nacional, y ya en 1838 nos encontramos con El Conde Alarcos, de José

Jacinto Milanés, donde, a diferencia del texto anterior, la defensa de la familia si tiene un

carácter primordial para el protagonista. En este caso, la necesidad de Milanés de hablar

sobre una Patria sometida encontró un camino más humano y menos evidente que el de

Heredia, quizás influido por el clima tenso y la censura desmedida. El enemigo es ahora

una sola persona, el rey, y la Patria, es toda una familia, la libertad, no es solo la libertad

de la Patria, es la protección de la familia y la necesidad del libre albedrío.

Dato curioso es el que revela que Milanés, el poeta romántico de más significación en

Cuba, a diferencia de autores que se centraron en una dramaturgia más política y

heroica, no tuvo familia que sirviera como referente a su inspiración, mientras que

Heredia y Martí sí.

Por primera vez encontramos un personaje cuya significación mayor no solo se

encuentra en su sentido caballeresco y heroico, sino también en ser un digno padre de

familia, a quien le aqueja separarse de su esposa Leonor e hijos, y sobre los cuales se

encuentra la sombra de un mal presagio a partir del viaje de regreso de Alarcos a París,

como si estuvieran sometidos a una terrible fatalidad. Es tanta la importancia de este

hecho, que Milanés dedica largas tiradas al sufrimiento de esta primera separación,

primero con Alarcos contando a su amigo Pelayo la tristeza que le causa, después con

la propia Leonor.

Leonor: Hoy es el día primero


que te separas de mí

y al notar que me pareces

triste, callado, sombrío

temo en el alma, bien mío

que aún he de llorar más veces.1

Y al final se repite nuevamente esta misma reflexión, pero en un monólogo del

protagonista.

Alarcos: Qué incansable es el rigor

del astro que me maldijo

pues sin besar a mi hijo

ni abrazar a mi Leonor,

¡tanto me urge el tiempo!, debo

partir…2

Entran en pugna el deseo de Alarcos y el honor, su necesidad de una vida tranquila

junto a su familia y la obligación de volver a Francia a cumplir la promesa hecha al rey.

En ese momento la princesa Blanca le impide salir, Alarcos lucha por mantener en

secreto la relación que ambos tuvieron, pero Blanca cuenta la verdad a Leonor y

presenta al conde frente al rey. Otro ejemplo del tema familiar se da en la solicitud que

Alarcos hace al rey de volver a su tierra Sevilla, el lugar que lo vio nacer y donde está su

madre enferma y anciana.

1
El Conde Alarcos, Antología de Teatro Cubano tomo l, Editorial Pueblo y educación, La Habana 1989.
2
Ibíden
De igual forma se da la relación entre el rey y su hija, respaldando los planes de Blanca,

y defendiendo su honor ante la pérdida de la honra de su hija, a manos de Alarcos. Cada

uno, protagonista y antagonista, defiende de maneras diversas los intereses familiares

con igual tesón, solo que el rey tiene el poder para ejecutar su defensa de la forma más

despiadada. Es por ello que el final trágico llega de forma inevitable. Nada puede

contener la ira de Blanca, ninguna súplica detendrá la venganza, ningún ruego, ningún

chantaje.

Alarcos: Si en tu conciencia triste

la voz del amor existe… si no ignoras los prolijos

y cándidos regocijos/ de un padre, y cuan dulce cosa

es abrazar a una esposa,

y acariciar a unos hijos.3

El final trágico es precedido de una cena familiar en la que Alarcos no deja de llorar ante

el miedo de no poder huir del mal que se avecina. El verdugo llega a cumplir la orden

que se le ha impuesto, después de este el Capitán de la Guarda, Leonor se niega a huir

sin el conde, y pide a este la muerte antes de que la ejecuten otras manos, pero Alarcos

no puede asesinar a quién ama a pesar de varios intentos.

La imposibilidad de vivir sin la esposa, la defensa de la familia a toda costa, las

sucesivas escenas de sufrimiento hacen que el final sea aún más terrible. Ante un último

intento de conmover al capitán y conseguir tiempo Leonor pide por sus hijos un último

minuto para amamantar al pequeño y abrazarlos, pero se le niega. La muerte de Leonor

se ejecuta, mientras Alarcos desde afuera escucha.

3
Ibíden
En el caso de Gertrudis Gómez de Avellaneda, otra de nuestras románticas, a pesar de

lo discutido de su nacionalidad, el tema de la familia se encuentra de modo recurrente en

varias de sus obras. Entre los rasgos fundamentales de su dramaturgia se encuentra:

una profunda inclinación hacia la tradición española cristiana, visto en los personajes

construidos a partir de figuras bíblicas, la recurrencia a los grandes temas del pasado,

una inquietud permanente en cuanto a la situación femenina en la sociedad y la

presencia del amor como fuerza suprema que en muchas ocasiones se ríe de las

diferencias sociales. Sus obras pudieran agruparse en torno a estas características, y en

la mayor parte el tema familiar en un permanente. Como su producción literaria es muy

amplia nos referiremos brevemente a la manera de tocar el tema familiar en algunas de

sus obras más relevantes.

Al menos tres de sus piezas teatrales tocan el tema del amor entre parientes, Leoncia

(1840), La hija de las flores y El donativo del diablo, ambas del año 1852. En todo el

parentesco es el de hermanos, y el descubrimiento repentino de esta verdad lejos de

alejar a los personajes de su objetivo, refuerza la idea de este, por lo que culminan en el

logro de la felicidad de la pareja.

En El príncipe de Viana (1844), el acercamiento al tema se da en temas de herencia,

como otra de los principios de la tradición española, los derechos y bienes del padre,

deben ser heredados por el primogénito, en este caso se encuentra el personaje de

Carlos, quien desea una vida tranquila dedicada a la escritura, la cual le es ofrecida por

su madrastra ante la solicitud de que renuncie a sus derechos para favorecer a

Fernando, su hijo. Para conseguir que Carlos no tome el trono, la reina lo envenena y

después lo libera. Vuelve a ser predominante la injusticia ante la ambición y defensa de

los intereses de los hijos y los propios, como se viera en Alarcos.


Igual sucede con Alfonso Munio (1844), donde un padre vuelve a estar sometido al

concepto del honor, y debe resolver de modo propio el problema de la honra que cree

mancillada en su hija Fronilde. Su propia imagen de caballero español ante la sociedad

es puesta en juego y la solución que encuentra el padre es dar muerte a la hija, ya que

no puede dar muerte al supuesto ofensor por ser de la realeza. Munio se encuentra

sobrepasado por un conflicto social más que personal, la defensa del honor por encima

del amor paterno.

De forma contraria se da la relación de padre e hija en La hija del rey René (1855),

mediante la imagen de un padre amoroso y protector que ha creado un mundo especial

para su hija ciega donde la visión no es necesaria.

La tradición como barrera que impide que los protagonistas logren su objetivo vuelve a

aparecer en Egilona (1845), esta vez es el matrimonio, Egilona se encuentra casada con

Rodrigo, rey visigodo, a quien ha dejado de amar tras muchas traiciones, y quien cree

muerto. Esta se une a Abdalasis, emir del califato de Damasco en España, enemigo

directo quien la ha tenido cautiva, pero de quien se enamora. Sin embargo ante el

regreso del verdadero rey, liberado por su enemigo que da a su amada una prueba de

magnanimidad, Egilona se debate entre el deber del matrimonio y con su pueblo y sus

sentimientos hacia Abdalasis, que renuncia a ella, dándole la posibilidad de que siga a

su primer esposo. Al elegir al emir, los condena a ambos, que son vistos como

traicioneros, al estado, al pueblo, a sus religiones y al matrimonio. Este es asesinado,

mientras ella se suicida.

Pero sus mayores éxitos en el teatro los obtuvo con el dramas bíblico: Baltasar (1858),

considerada su obra cumbre en el ámbito dramático y su protagonista el primer

existencialista del teatro cubano. Se establecen varios modelos de relación entre padres
e hijos, una entre Joaquín y Elda , ejemplo notable del amor aun cuando no los unen

lazos de sangre, de igual manera entre el mismo Joaquín y su nieto Rubén, y entre

Daniel, tío de estos, a los cuatro personajes los unen no solo el amor, sino la igualdad de

religión y pensamiento , son el símbolo de la unión y la fraternidad familiar, unidos

intentan evitar que Baltasar cumpla sus caprichos.

Otra relación diferente se da entre Nictocris y Baltasar, basada en la exigencia del

cumplimiento de las obligaciones que tiene como monarca, obligada a cumplir con las

tareas de su hijo y deseosa de tener el modo de hacer feliz a un hijo, a quien nada le

satisface.

Tú mandas cuando el rey calla,

cuando él se duerme tú velas,

y tu gloria se engrandece

4
cuanto más la suya amengua.

Entre Baltasar y su padre Nabucodonosor se establece también un nexo simbólico, pues

el nuevo rey es reflejo del anterior:

De Nabucodonosor,

/aquel tirano opresor

de la triste humanidad,

nació el déspota que al mundo

postrado a sus plantas mira5,


4
Baltasar, Tragedias, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Editorial Letras Cubanas, La Habana 1985.

5
Ibíden
Se dan referencias a la educación recibida por el padre dentro del marco familiar:

Todo lo tuvo al nacer,

de todo pudo abusar,

poseyó sin desear

y disfrutó sin placer6.

Contrario a sus primeros dramas, donde los amantes se descubren hermanos, aquí la

trama se mueve por derroteros diferentes, pues el protagonista cree hermanos a los que

realmente son amantes, Elda y Rubén.

Elda intercede por Joaquín, y ante el interés de Baltasar consigue la libertad de todos,

hasta que este descubre que la mujer que desea ya es de otro. Nitocris, renuncia a los

poderes que le ha otorgado su hijo horrorizada ante los crímenes de este, sin embargo,

en el momento de su muerte ella se arroja sobre su cadáver y sucumbe con él.

Con Joaquín Lorenzo Luaces conseguimos al más completo de nuestros dramaturgos

románticos, pues consiguió hacerse valer en todos los géneros. Luaces, el culto, el

romántico de El mendigo rojo, el clasista de Aristodemo, el popular de sus comedias,

nos da la clave de nuestro teatro. El desconocido de ayer, el enigma de hoy, se nos

descubre de pronto como la llave fundamental del siglo XlX. 7

Sus dos obras más estudiadas y representativas en cuanto a los géneros que desarrolló

afrontan de manera diversa el tema familiar, El becerro de oro (1859) y Aristodemo

(1867).

6
Ibíden
7
La selva oscura. Rine Leal, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1975.
Con El becerro de oro Luaces parte de la comedia para lograr un auténtico espejo crítico

de la realidad, mediante el descubrimiento de los falsos valores familiares y la muestra

de costumbres y prototipos culturales. La familia se desenvuelve entre dos objetivos, el

primero, la obtención de bienes económicos mediante matrimonios de conveniencia, y el

segundo derivado del primero, la afición desmedida por la ópera. Este último les permitía

a los dos personajes femeninos protagonistas, doña Luciana y Belén, madre e hija,

mantener una apariencia de estatus que supuestamente las llevaría a dar con el

pretendiente indicado.

Belén: ¿Por qué?

Porque basta que un cualquiera

sea rico, aunque sea una fiera,

para que le guste a usted.

Doña Luciana: Y a todo el mundo querida,

que el brillo de los doblones

da talento, distinciones

y hasta cuna esclarecida.

¿A hacerte la niña vienes

con razonar infecundo?

¡El dinero es el rey del mundo!

¡Tanto vales, cuanto tienes!8

8
El becerro de oro, Joaquín Lorenzo Luaces, Antología de Teatro Cubano, tomo ll, Editorial Pueblo y
Educación, La Habana 1989.
Todo en esta familia es falso, todo es pura apariencia, desde el supuesto amor hacia los

pretendientes, Baltazar en el caso de doña Luciana, y Narciso y Liborio para su hija

Belén, hasta la afición por la ópera. La familia se compone sobre esta falsedad y es por

ello que reciben el castigo merecido, el burlador termina siendo burlado, ya que la propia

mentira se vuelve contra los dos personajes. Baltazar, a quien Doña Luciana creía rico,

no es más que otro cazafortunas como ella, y Baltazar, para probar el amor

desinteresado de Belén, le tiende una redada en donde coloca a su criado Liborio

haciéndose pasar por un hombre rico que la pretende, esta cede ante el impulso del

dinero y es descubierta por el joven pretendiente que ha pasado bajo la norma

aparentando ser pobre. Todos los personajes entran el mismo juego de apariencias, no

solo Doña Luciana y Belén, nadie es quien dice ser.

En Aristodemo, el sacerdote Theón es quien mueve los hilos de la intriga trágica y

manipula los destinos de la familia. El amor paternal se ve puesto en juego ante la

decisión de sacrificar una hija por el bien del pueblo, que necesita el sacrificio de una

virgen para ganar la guerra.

El amor vuelve a ser el móvil fundamental, Theón está enamorado de Aretea que a su

vez ama a Cleonte, a quienes ha casado en secreto el propioTheon. También el amor

entre padre e hija se muestra desde las primeras escenas, provocando que el final sea

aún más triste y dramático.

Aristodemo: ¡Hija del corazón! (La estrecha en sus brazos con efusión)

Aretea.¡Padre mío!

Qué horas tan largas las de tu ausencia son!...

Antes de verte
Y de besar tu mano venerada,

me parece que brilla sin colores

la refulgente luz de las mañanas.9

El respeto al padre, la necesidad de confianza, es otro de los resortes que angustia a

Aretea, quien no ha podido confesar a su padre la unión con Cleonte, por haberse

opuesto este a tal matrimonio. Vuelve a ser la conveniencia el móvil de Aristodemo al

negarse a los deseos de la hija, pero esta vez, no por causas de dinero como en El

becerro de oro, sino por leyes que obligan a proteger al pueblo, a encontrar alianzas que

acaben con la guerra.

Al no obtener a la dama el sacerdote fuerza la situación para colocarla ante la muerte

como último y desesperado intento de lograr sus deseos. Aristodemo pierde la batalla, y

se convierte en rey de Mesenia. Se avizora el final desde un sueño de Aristodemo, quien

se ve a sí mismo como el asesino de su hija, el alabado del pueblo y la aprobación

mediante una sonrisa de Theón. Se sirve para cumplir su plan de un aliado Melas, quien

en el último momento se arrepiente de decir en sorteo en nombre de Aretea, sin

embargo el padre será informado por Theón de que su hija será la designada con lo que

se prolonga la angustia del protagonista

Aristodemo: ¿Imaginas que está mi pecho fuerte

contra el filial amor amurallado?

No es tan duro mi pecho en mis hogares

como en las lides mi robusto brazo.10

9
Aristodemo, Antología de Teatro Cubano tomo l, Editorial Pueblo y educación, La Habana 1989.

10
Ibiden
La virgen seleccionada en el sorteo huye con su padre, momento que aprovecha Theón

para finalmente llevar a cabo su plan. De esta manera el padre es prácticamente

obligado por el pueblo a matar de forma voluntaria a su hija por el bien de la Patria, con

lo cual el sueño será realidad, el amoroso padre quedará convertido en asesino de su

hija, quien muere sin confesar su carente virginidad, atravesada por la espada de su

padre cuando intenta matar a su esposo. El dolor de la pérdida lo domina por lo que este

se deja caer sobre su espada dándose muerte.

Con Martí, cerramos el ciclo en el siglo XlX, su primera y más estudiada obra es a la vez

la más inmadura, Abdala. Considerada como una obra de teatro político, es sin embargo

la obra que a mi juicio refleja con mayor claridad el tema de la familia, aunque este no

sea un punto de vista explotado por los investigadores de su obra.

Una madre que despide a un hijo. Una hermana colocada en el centro de su amor, en

lucha constante entre su dolor y comprensión. Un héroe que abandona a la familia y al

cual lo sobrepone un amor superior que posiblemente no comprenderían las

generaciones nacientes. En resumen, una familia que se deshace ante la agresión de un

enemigo mayor que el que trae la guerra, que es , el coraje de un hijo dispuesto a

entregarlo todo por defender la Patria.

Martí, no solo nos coloca frente al héroe de Nubia, la Patria agredida, la defensa de la

libertad y los ideales de justicia, sino también frente al hijo que no piensa en el

sufrimiento de la madre y el futuro de las mujeres del hogar, ante la madre que exige

una reciprocidad en sus afectos y preocupaciones, ante la hermana que descubre un

final terrible a sus posturas, y ante la familia que se destruye persiguiendo un ideal.

Es en el personaje de la madre donde se coloca la defensa de los valores familiares,

como opuesto a la defensa de la patria:


Espirta: ¿Y tanto amor a este rincón de tierra?

¿Acaso él te protegió en su infancia?

¿Acaso amante te llevó en su seno?

¿Acaso fue él quien engendró tu audacia

Y tu fuerza? Responde! ¿O fue tu madre?

¿Fue la Nubia?11

Se coloca en contra de los ideales de sus hijos, y por ello desprecia las razones que

mueven a Abdala a la guerra, y a la guerra misma que arrebata hijos a sus madres.

Espirta: ¿Qué no llore me dices? ¿Y tu vida

Alguna vez me pagará la patria?12

Si nos colocamos en la vida del autor, ya no serían Espirta y Abdala, sino José Julián y

Leonor, un hijo adolescente que descuida a su familia por defender ideales que cree

mayores, y una madre que exige a su único hijo varón que vele por el hogar y que se

quede junto a ella y su hermana. Un hijo que se siente criollo y parte de algo propio y

más grande que lo que le han enseñado sus padres, y una madre canaria, para quién la

patria y la nacionalidad no eran otra cosa que la familia que protegió y cuidó.

Hasta qué punto el espíritu y reclamo de la madre son los de Leonor, y el objetivo de

escribir la obra no fue también hacer comprender a una madre los ideales de un hijo que

se debate entre lo que quiere y lo que debe hacer, entendiendo por querer, la defensa

de la patria, y entendiendo por deber, la defensa del hogar.

11
Abdala, José Martí, Obras completas, Edición crítica tomo l, Centro de Estudios Martianos, La Habana,
2000.
12
Ibiden
Conclusiones

Si bien después de analizar una serie de obras del período se ve claramente que el tema

medular de la mayor parte no era el familiar, si se puede notar que este se encontraba

como subtrama, agazapado tras otros, y que en la medida en que fue avanzando el siglo

cobró mayor importancia y se vislumbró con mayor fuerza gracias al desarrollo en la

complejidad de los argumentos y en la construcción de los personajes.

De la misma manera que la estética y formas dramáticas fueron copia de modelos

europeos y principalmente españoles, las normas y conductas familiares también,

resultado es te de una sociedad que aún no se encontraba consigo misma como un

destino independiente de la metrópoli. ¿Qué era la familia? No más que otra copia de un

modelo exportado.
Para poder llegar a una comprensión mayor de este asunto tendríamos que analizar

todas las obras del siglo y no solo una parte de ella, tendría además que ser un análisis

más detallado y profundo. Este trabajo solo corresponde una pequeña muestra de lo que

pudiera ser un tema a mi juicio importante de ver su evolución en la dramaturgia cubana,

puesto que se ha convertido en la pieza medular de nuestro teatro contemporáneo.

Bibliografía

 Tragedias, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Editorial Letras Cubanas, La Habana 1985.

 Antología de Teatro Cubano, tomo l, Editorial Pueblo y Educación, La Habana 1989.

 Antología de Teatro Cubano, tomo ll, Editorial Pueblo y Educación, La Habana 1989.

 La selva oscura, Rine Leal, tomo l, Editorial Arte y Literatura, La Habana 1975.

 Historia de la Literatura Cubana, tomo l, Editorial Letras Cubanas, La Habana 2005.

 Calzar el coturno americano, Elina Miranda Cancela, Ediciones Alarcos, La Habana

2006.

 Obras completas, Edición crítica tomo l, José Martí, Centro de Estudios Martianos, La

Habana, 2000.

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