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CONTAMINACIÓN ESPIRITUAL

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).

Las Escrituras proclaman que debemos seguir la santidad, no solo porque nos conduce a la
verdadera comunión con el Creador, sino también, porque es un requisito indispensable para
heredar la vida eterna.

Para experimentar la santidad ¿Qué debe hacer el creyente?

“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”
(2 Corintios 7:1).

Primero debe limpiarse de toda contaminación, porque solo así permitirá que la santidad sea
perfeccionada “en el temor de Dios” y según se detalla en esta cita, el tema de la
contaminación se clasifica en dos categorías: la “contaminación de carne” y la “de espíritu”.

¿A qué tipo de contaminación se refiere Jesús en la siguiente cita?

“Y llamando a sí a la multitud, les dijo: —Oíd, y entended: No lo que entra por la boca
contamina al hombre; pero lo que sale de la boca, esto contamina al hombre” Mateo
15:10-11.

En estas palabras, Jesús no está dando permiso para consumir cualquier clase de comida, ya
que no está refiriéndose a la contaminación orgánica o fisiológica, la frase: “lo que sale de la
boca”, se refiere a un elemento espiritual, lo cual indica que está hablando de la
contaminación de espíritu.

Y el Salvador se expresa en este contexto, porque estaba hablando en referencia a una


costumbre que los judíos practicaban para supuestamente solucionar el problema de la
contaminación espiritual.

¿Qué tradición utilizaban los judíos para eliminar la contaminación espiritual?

Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de
Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos
inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos,
aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no
comen. (Marcos 7:1-3).

Esto hacían, no por cuidado sanitario, no por evitar que alguna bacteria ingrese y contamine su
organismo, los judíos se lavaban “muchas veces” las manos porque pensaban que esto evitaba
o eliminaba la contaminación espiritual.

Comer sin lavarse las manos ¿contamina el espíritu?

“Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar
no contamina al hombre” Mateo 15:20.

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¿Qué cosas sí contaminan espiritualmente al hombre?

Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los
adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias1, las maldades, el
engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas
maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. Marcos 7:21-23.

En esencia ¿En qué se constituyen todos estos actos?

“Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora


bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley”
(Santiago 2:11).

Todos estos actos transgreden la Ley moral, es decir, se constituyen en infracciones de la Ley,
por lo tanto y según lo aseguró Jesús, lo que contamina espiritualmente al hombre es la
transgresión de la Ley.

A la multitud, y más tarde con mayor plenitud a sus discípulos, Jesús explicó que la
contaminación no proviene de afuera, sino de adentro. La pureza e impureza se
refieren al alma. Es la mala acción, la mala palabra, el mal pensamiento, la
transgresión de la ley de Dios, y no la negligencia de las ceremonias externas
ordenadas por los hombres, lo que contamina a un hombre. (El Deseado de Todas las
Gentes, página 357).

Para que un mal pensamiento se convierta en pecado ¿es necesario llevarlo a la práctica?

“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que
mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27).

No es necesario, porque se transgrede la Ley desde el instante en que se acepta el mal


pensamiento, al consentir el pecado en la mente, la persona contamina su alma y a partir de
allí, solo espera una oportunidad para cometerlo en la práctica. Por ello, de manera más
precisa, se podría definir al pecado como la aceptación mental de transgredir la Ley divina.

Cada transgresión, además de sus propias malas consecuencias, provoca el desagrado


divino. Dios discierne los pensamientos del corazón. Cuando se acarician
pensamientos impuros, no es necesario expresarlos por medio de palabras o hechos
para consumar el pecado y acarrear la condenación sobre la persona. Su pureza ya
está contaminada, y el tentador ha triunfado. (Mensajes para los Jóvenes, página
303).

¿A qué nivel debe vencerse la contaminación espiritual?

Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra
el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo. (2 Corintios 10:4-5).

1
Afán excesivo de poseer riquezas, bienes o posesiones.
2
A nivel mental se debe derribar todo tipo de argumentos que justifiquen el cometimiento de
pecado, no debe permitirse ninguna imaginación pecaminosa y todo pensamiento impuro
debe ser rechazado y llevado cautivo a la obediencia a Cristo.

“El pecado de la calumnia comienza cuando se acarician malos pensamientos. El


engaño incluye la impureza en todas sus formas. Al tolerarse un pensamiento impuro
y acariciarse un deseo no santificado, el alma se contamina y se compromete su
integridad… Para no cometer pecado, tenemos que resistir sus mismos comienzos.
Todo afecto y pasión han de sujetarse a la razón y a la conciencia. Todo pensamiento
no santificado debe ser repelido inmediatamente. Encerraos en vuestros cuartos,
seguidores de Cristo. Orad con fe y de todo corazón. Satanás procura haceros caer en
su trampa. Para escaparos de sus tretas, es preciso que recibáis ayuda de lo alto”.
(Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, página 165).

¿Cuál es la única solución efectiva para eliminar la contaminación espiritual?

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje
el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual
tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. (Isaías
55:6-7).

Es vuestro deber dominar vuestros pensamientos. Tendréis que guerrear contra una
imaginación vana. Podéis pensar que no es pecado permitir que vuestros
pensamientos divaguen sin restricción. Pero no es así. Sois responsables ante Dios por
acariciar pensamientos vanos; porque de las vanas imaginaciones nace la comisión
de pecados, la ejecución de aquellas cosas en las cuales la mente se espació.
Gobernad vuestros pensamientos, y entonces os será mucho más fácil gobernar
vuestras acciones… Se requiere de vosotros que seáis abnegados tanto en las cosas
pequeñas como en las grandes. Debéis entregaros completamente a Dios; en vuestro
estado actual no sois aprobados por él... (Joyas de los Testimonios, Tomo 1, página
298).

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