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DE LA TIERRA
GESTION : 2023
EQUILIBRIO TÉRMICO DE LA TIERRA
De la energía solar que llega a la Tierra, en forma de radiación de onda corta, casi un 30%1
es reflejada de nuevo al espacio por la superficie y la atmósfera (ver albedo), alcanzando la
superficie en promedio unos 240 W/m². La energía que logra alcanzar la superficie terrestre
es devuelta al espacio en forma de radiación infrarroja. Sin embargo, los gases de efecto
invernadero como el vapor de agua y el dióxido de carbono provocan que el grueso de esta
radiación infrarroja se emita al espacio desde unos 5 km de altitud, causando el
calentamiento de la parte baja de la atmósfera que conocemos como efecto invernadero. El
flujo neto de energía que entra y sale del sistema climático recibe el nombre de balance
energético terrestre3 o, alternativamente, balance radiativo.
La energía solar no calienta la superficie de manera uniforme, sino que lo hace en mayor
medida hacia el ecuador que hacia los polos. Este gradiente térmico en latitud trata de
compensarse mediante el acoplamiento entre la atmósfera y las circulaciones oceánicas,
conocido como motor térmico terrestre y que se mantiene en funcionamiento mediante
procesos como la evaporación, convección, precipitaciones, vientos y corrientes oceánicas
Debido a la posición de la Tierra en el Sistema Solar y la distancia idónea que tiene con
respecto al Sol, la cantidad de radiación es suficiente como para albergar temperaturas
estables. No sin la atmósfera se podría sobrevivir en este entorno, dado que los rayos
ultravioleta del Sol atravesarían los tejidos de plantas, animales e incluso la piel del ser
humano, provocando graves daños.
El ser humano ha tenido un desarrollo lento a lo largo de la historia pero que ha crecido
exponencialmente desde el descubrimiento de los combustibles fósiles. Desde la llamada
Revolución Industrial, la cantidad de dióxido de carbono que se ha emitido a la atmosfera
se ha incrementado enormemente.
El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero con capacidad para retener calor
proveniente de los rayos del sol. Mientras más cantidad de este gas esté presente en la
atmósfera, más cantidad de calor se acumulará, provocando un aumento de temperatura a
nivel global. A este fenómeno se le llama Calentamiento Global y es el causante de un
efecto desencadenante conocido como Cambio Climático.
Al alterar el dióxido de carbono una variable que compone el clima, desencadena otros
tipos de cambios como lo son las corrientes de aire y los eventos de precipitaciones. No
solo el aumento en las emisiones de dióxido de carbono es lo que está provocando estos
cambios atmosféricos a nivel global, sino que también afectan otras actividades del ser
humano como la tala de árboles, el uso de combustibles fósiles y la acumulación excesiva
de residuos. De esta forma, aunque el dióxido de carbono permanezca en baja
concentración en la atmósfera, al jugar un papel fundamental en la dinámica global,
cualquier cambio en su concentración rompe el equilibrio que hay en la atmósfera.
La hipótesis Gaia, desarrollada por el científico James Lovelock en 1969, afirma que el
planeta Tierra actúa como un ser vivo creador de su propio hábitat. Se habla de un sistema
que controla los cambios que se producen a todas las escalas. Al igual que las capas de la
Tierra están en un completo equilibrio entre destrucción y construcción de nueva corteza
continental, las capas de la atmósfera generan la estabilidad que se necesita para desarrollar
la vida.
Lovelock afirmaba la existencia de un control total sobre las variables que componían las
diferentes entidades que conocemos como biosfera, hidrosfera, litosfera y atmósfera. Sin
embargo, la acción del ser humano amenaza con alterar las zonas donde residen los
circuitos más importantes del control planetario. Se refiere a las zonas donde se encuentran
las selvas más densas, como la del Amazonas, y las plataformas continentales heladas como
lo es la Antártida y todos los glaciares del mundo.
Entre las conclusiones a las que se llegan en la mayoría de estudios se observan cambios en
la vegetación, impactos negativos en bosques a causa de enfermedades, plagas e incendios,
mayor gasto energético para refrigerar, efectos perjudiciales sobre la flora y fauna que
viven en zonas heladas como Groenlandia, reducción del permafrost y cambios en las
precipitaciones tanto de lluvia como nieve.
La consecuencia que en sí llama más la atención quizá sea la del aumento del nivel del mar
a causa del derretimiento de los casquetes polares. Se estima que para finales de este siglo
el nivel del mar habrá aumentado entre 26 y 81 centímetros, provocando un éxodo de las
ciudades costeras de todo el mundo. Además, los recursos de agua dulce se verán
mermados por la intrusión de agua marina en acuíferos de agua dulce, haciendo disminuir
su disponibilidad.