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¿Qué es el cambio climático?

1. Introducción

1.1. ¿Qué es el clima?


El clima es la estadística del tiempo atmosférico. Se mide evaluando los patrones de
variación en temperatura, humedad, presión atmosférica, viento, precipitación, cantidad de
partículas atmosféricas y otras variables meteorológicas en una región dada sobre períodos
largos de tiempo. El periodo habitual para hacer la media de estas variables es de 30 años,
según lo define la Organización Meteorológica Mundial.

1.2. A qué se llama cambio climático


Atendiendo a la definición del quinto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (a partir de ahora IPCC), un cambio climático es una variación
del estado del clima, identificable (por ejemplo, mediante pruebas estadísticas) en las
variaciones del valor medio o en la variabilidad de sus propiedades (por ejemplo, más o
menos fenómenos meteorológicos extremos), que persiste durante largos períodos de
tiempo, generalmente decenios o períodos más largos. El cambio climático puede deberse a
procesos internos naturales o forzamientos externos tales como modulaciones de los ciclos
solares (que suponen variaciones en la radiación solar recibida por la Tierra), erupciones
volcánicas o cambios antropogénicos persistentes de la composición de la atmósfera o del
uso del suelo.

En el contexto de la política medioambiental, el término se usa para referirse


específicamente al cambio climático antropogénico. La Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en su artículo 1, define el cambio
climático como "cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana
que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del
clima observada durante períodos de tiempo comparables ". La CMNUCC diferencia, pues,
entre el cambio climático atribuible a las actividades humanas que alteran la composición
atmosférica y la variabilidad climática atribuible a causas naturales.

2. Causas del cambio climático


Un cambio en la emisión de radiaciones solares, en la composición de la atmósfera, en la
disposición de los continentes, en las corrientes marinas o en la órbita de la Tierra puede
modificar la distribución de energía y el equilibrio térmico, alterando así profundamente el
clima cuando se trata de procesos de larga duración. Estas influencias se pueden clasificar
en externas e internas a la Tierra.

2.1. Causas externas


También reciben el nombre de forzamientos, dado que normalmente actúan de forma
sistemática sobre el clima, aunque también los hay aleatorias como es el caso de los
impactos de meteoritos.

• Irradiación o intensidad solar: La temperatura media de la Tierra depende, en gran


medida, del flujo de radiación solar que recibe y la luminosidad solar se mantiene
prácticamente constante a lo largo de millones de años. Sin embargo, las variaciones en el
campo magnético solar y, por tanto, en las emisiones de viento solar (y su influencia sobre
los rayos cósmicos que llegan a la Tierra) fluctúan periódicamente y son importantes, ya
que la interacción del alta atmósfera terrestre con las partículas provenientes del Sol puede
generar reacciones químicas en un sentido u otro, modificando la composición del aire y de
las nubes así como la formación de estas. Se les atribuye una acción importante sobre
diferentes componentes del clima como las diversas oscilaciones oceánicas, los fenómenos
del Niño y La Niña, las corrientes de chorro polares, la oscilación casi bianual de la
corriente estratosférica sobre el ecuador , etc.

• Variaciones orbitales: la órbita terrestre oscila periódicamente, haciendo que la cantidad


media de radiación que recibe cada hemisferio fluctúe a lo largo del tiempo, y estas
variaciones provocan las pulsaciones glaciares a modo de veranos e inviernos de largo
período. Son los llamados periodos glaciares e interglaciares.

• Impactos de meteoritos de gran tamaño: un evento de tipo catastrófico que pueda


cambiar la faz de la Tierra se produce raramente (el último sucedió hace 65 millones de
años). Estos fenómenos pueden liberar grandes cantidades de CO 2, polvo y cenizas a la
atmósfera: la atmósfera cambiaría rápidamente, al igual que la actividad geológica del
planeta y, incluso, sus características orbitales.

2.2. Causas internas


En las causas internas se encuentran una mayoría de factores no sistemáticos o caóticos.

• La deriva continental: es un proceso sumamente lento, por lo que la posición de los


continentes fija el comportamiento del clima durante millones de años: por poner un
ejemplo, si las masas continentales están situadas en latitudes bajas habrá pocos glaciares
continentales y, en general, temperaturas medias menos extremas.

• Atmósfera terrestre: la atmósfera ha ido cambiando a lo largo del tiempo y esto ha


supuesto variaciones en el clima. La atmósfera primitiva perdió sus componentes más
ligeros, el hidrógeno diatómico (H2) y el helio (He), dando lugar a una atmósfera de
segunda generación. con gases procedentes de las emisiones volcánicas del planeta o sus
derivados, especialmente dióxido de carbono (CO2), con efecto de calentamiento y óxidos
de azufre (SO, SO2 y SO3) y aerosoles con efecto de enfriamiento. Del equilibrio entre
ambos efectos resulta un balance radiativo determinado.
Con la aparición de la vida en la Tierra, los organismos autótrofos por fotosíntesis o
quimiosíntesis capturaron gran parte del abundante CO2 al tiempo que empezaba a
acumular oxígeno (a partir del proceso abiótico de la fotólisis del agua). Aparece la
fotosíntesis oxigénica que realizan las cianobacterias y sus descendientes, los plastos. La
fotosíntesis oxigénica dio lugar a una presencia masiva de oxígeno (O2), lo que propició la
aparición de formas de vida nuevas, aeróbicas. Aumentó así el consumo de O2 y disminuyó
el consumo neto de CO2 llegándose al equilibrio o clímax, y formándose así la atmósfera
de tercera generación actual.

• Las corrientes oceánicas: las corrientes oceánicas, o marinas, son factores reguladores
del clima que actúan como moderador calentando o enfriando las regiones por las que
pasan.

• Campo magnético terrestre: del mismo modo que el viento solar puede afectar el clima
directamente, las variaciones en el campo magnético terrestre pueden afectarlo de manera
indirecta. Se ha comprobado que en épocas pasadas hubo inversiones de polaridad y
grandes variaciones en su intensidad. Se sabe también que los polos magnéticos, si bien
tienden a encontrarse próximos a los polos geográficos, en algunas ocasiones se han
aproximado al Ecuador. Estos sucesos influyeron la llegada del viento solar en la atmósfera
terrestre.

• Masas de hielo: Un aumento de la masa helada incrementa la reflexión de la radiación


directa y, por tanto, amplifica el enfriamiento. Por otra parte, un planeta sin casquetes
polares permite una mejor circulación de las corrientes marinas, sobre todo en el hemisferio
norte, y disminuye la diferencia de temperatura entre el ecuador y los Polos.

• Erupciones volcánicas: Los aerosoles emitidos durante las erupciones volcánicas afectan
a los balances de radiación en la estratosfera, la troposfera y la superficie de la Tierra. Estos
aerosoles tienen la capacidad de reflejar la luz solar y absorber tanto la radiación de onda
corta como la de onda larga. En el primer caso se produce enfriamiento y en el segundo
calentamiento. Las erupciones volcánicas enfrían la superficie pero calientan la estratosfera,
de esta manera calentamiento es mayor en el trópico que en latitudes altas.
Muchos de los cambios climáticos importantes se dan por pequeños desencadenantes
causados por los factores que se han citado, ya sean forzamientos sistemáticos o sucesos
imprevistos. Estos desencadenantes pueden formar un mecanismo que se refuerza a sí
mismo (retroalimentación o «feedback positivo») amplificando el efecto. Asimismo, la
Tierra puede responder con mecanismos moderadores ( «feedbacks negativos») o con los
dos fenómenos a la vez.

2.3. causas antropogénicas


El IPCC ha publicado cinco informes que confirman la evidencia de los cambios en el
clima y la correlación directa con la actividad humana debido, fundamentalmente, de las
emisiones de gases de efecto invernadero (a partir de ahora GEI) provocados por el uso de
combustibles fósiles y las alteraciones en el uso del suelo.

El reciente informe del IPCC de 6 de octubre de 2018 (Calentamiento global de 1.5°C.


Informe especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global) estima que las
actividades humanas han causado aproximadamente 1.0 ° C de calentamiento global por
encima de los niveles preindustriales. Es probable que el calentamiento global alcance 1.5 °
C entre 2030 y 2052 si continúa aumentando al ritmo actual de unos 0.2°C por década. En
muchas regiones terrestres se está experimentando un calentamiento superior a la media
anual global (sería el caso de la mediterránea).

El incremento de temperaturas se asocia al incremento del llamado "Efecto invernadero".


Algunos gases presentes en la atmósfera - vapor de agua, dióxido de carbono, metano,
ozono, óxidos de nitrógeno ...) permiten el paso de radiación solar de onda corta (visible y
ultravioleta), pero retrasan la salida de la radiación de onda larga (infrarroja, es decir, calor)
emitida por la superficie terrestre en retener y devolver parte de este calor de nuevo a la
superficie. Esto se traduce en un aumento de la temperatura que se conoce con el nombre
de efecto invernadero, proceso natural que ha hecho posible el desarrollo de la vida en
nuestro planeta y que provoca que la temperatura media de la Tierra sea de 15ºC y que las
diferencias de temperatura entre el día y la noche sean menos acusadas. En ausencia de
tales gases, se calcula que la temperatura media en la superficie terrestre sería de unos -18
ºC (33º C menos).

Los cambios experimentados por las concentraciones de los GEI y aerosoles en la


atmósfera, por la cubierta terrestre y por la radiación solar, alteran el balance de energía del
sistema climático y son factores que originan el cambio climático. Afectan la absorción, la
dispersión y la emisión de radiación en la atmósfera y en la superficie de la Tierra. Los
cambios positivos o negativos del balance de energía por efecto de estos factores se
expresan en términos de forzamiento radiativo, que es la magnitud utilizada para comparar
las influencias de naturaleza térmica sobre el clima mundial. El forzamiento radiativo o
forzamiento climático es la diferencia entre la insolación (luz solar) absorbida por la Tierra
y la energía irradiada de vuelta al espacio. El forzamiento radiativo se cuantifica en la
tropopausa o en la parte superior de la atmósfera en unidades de vatios por metro cuadrado
de la superficie de la Tierra. El forzamiento positivo (energía entrante que excede la energía
saliente) calienta el sistema, mientras que el forzamiento negativo (energía saliente que
excede la energía entrante) lo enfría. El término «forzamiento radiativo» ha sido utilizado
por el IPCC con el sentido específico de una perturbación externa impuesta al balance
radiativo del sistema climático de la Tierra, que puede conducir a cambios en los
parámetros climáticos.

Las actividades humanas generan emisiones de cuatro GEI de larga permanencia: dióxido
de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y halocarbonos (grupo de gases que
contienen flúor, cloro o bromo). Las concentraciones de GEI en la atmósfera aumentan
cuando las emisiones son superiores en magnitud a los procesos de detracción.

Las concentraciones actuales de CO2 y CH4 en la atmósfera exceden considerablemente el


intervalo de valores naturales de los últimos 650.000 años (los valores preindustriales se
determinan mediante el análisis de núcleos de hielo acumulados durante miles de años). El
CO2 domina el forzamiento total. El CH4, el N2 y los clorofluorocarbonos (CFC) se han
convertido, con el tiempo, en contribuyentes relativamente más pequeños al forzamiento
total. En todo caso, los cinco principales gases de efecto invernadero (CO 2, CH4, N2O, CFC-
12 y CFC-11) representan alrededor del 96% del balance de radiación directo por el
aumento de los gases de efecto invernadero de larga vida desde 1750. El 4% restante es
aportado por los 15 gases halogenados menores:

• Se calcula que el dióxido de carbono (CO2) es el responsable del 63% del calentamiento
global causado por el hombre, con una fuerza irradiativa de 1,85 W / m2 (el vapor de agua
produce más efecto invernadero pero no se tiene en cuenta cuando se habla del
calentamiento global ni del aumento del efecto invernadero porque se supone constante no
interviniendo en el calentamiento global, ya que el agua precipita limitando su cantidad en
la atmósfera ). Su concentración en la atmósfera supera actualmente un 40% el nivel
registrado al comienzo de la industrialización (de 280ppm 1750 a 407ppm en 2018). Se
libera de forma natural desde el interior de la Tierra a través de fenómenos tectónicos,
vulcanismo y a través de la respiración, procesos de suelos, combustión de compuestos con
carbono y la evaporación oceánica.
El aumento mundial de las concentraciones de CO 2 se debe principalmente al uso de
combustibles de origen fósil y la quema de madera (se estima que un 70% se debe a este
factor), con una aportación menor, aunque perceptible, los cambios de uso de la tierra, la
intensa deforestación, la transformación de la caliza en cemento...
La concentración de CO2 disminuye de forma natural por la fotosíntesis y sobre todo por los
océanos que lo disuelven y queda atrapado en gran cantidad formando carbonato cálcico en
los fondos marinos, por ejemplo en los caparazones de corales. Estos procesos naturales no
son capaces de compensar las emisiones antropogénicas constantes que se producen de este
gas.

• Se calcula que el metano (CH4) es responsable del 19% del calentamiento global de
origen humano, con un. Se produce naturalmente a través de la descomposición de materia
orgánica en condiciones anaeróbicas, también en los sistemas digestivos de termitas y
rumiantes. Su concentración ha aumentado de 0,7 ppm en 1750 a 1,85 ppm en 2018, debido
principalmente a los cultivos de arroz, el aumento de rumiantes como fuente de carne, las
fugas de los oleoductos, los vertederos de residuos sólidos y la combustión de biomasa.

• Se calcula que el óxido nitroso (N2O) es responsable del 6% del calentamiento global de
origen humano. Es producido por procesos biológicos en océanos y suelos, su y
concentración se había mantenido constante en unas 0,27 ppm en los últimos 100.000 años.
Su aumento ha sido constante desde principios del siglo XX, llegando a 0,33 ppm en 2018,
debido principalmente a las actividades agrícolas (Los fertilizantes con nitrógeno producen
emisiones de óxido nitroso). Otras fuentes antropogénicas son la producción de nylon y
ácido nítrico, automóviles con convertidores catalíticos de tres vías, quema de biomasa y
combustibles, etc.

• Los Clorofluorocarbonos (Halocarbonos o CFC) son compuestos mayormente de


origen antrópico, que contienen carbono y halógenos como cloro, bromo, flúor y, a veces,
hidrgen´p. Empezaron a producirse en los años 30 para refrigeración. Posteriormente se
usaron como propulsores para aerosoles, en la fabricación de espuma, etc. Existen fuentes
naturales en que se producen compuestos relacionados, como los metilhaluros. Por la larga
vida que poseen son gases de efecto invernadero miles de veces más potentes que el CO 2,
pero se encuentran en concentraciones mucho menores (en unidades de ppt).
No existen sumideros para los CFC en la troposfera y por motivo de su casi inexistente
reactividad son transportados a la estratosfera donde se degradan por acción de los UV,
momento en el que liberan átomos libres de cloro que destruyen efectivamente el ozono.
Los hidroclorofluorocarbonos (HCFCs) y hidrofluorocarbonos (HFCs) están usandose
como sustitutos de los CFCs, porque se degradan en la troposfera por acción de
fotodisociación sin afectar la capa de ozono, pero si producen efectos de gas invernadero.

• El ozono (O3) en la estratosfera filtra los rayos ultravioletas (UV) nocivos para las
estructuras biológicas, es también un gas de efecto invernadero que absorbe de manera muy
efectiva la radiación infrarroja. Se forma a través de reacciones fotoquímicas que
involucran la radiación solar, una molécula de O 2 y un átomo solitario de oxígeno. También
puede ser generado por complejas reacciones fotoquímicas relacionadas con emisiones
antropogénicas y constituye un potente contaminante atmosférico en la tropósfera
superficial. De hecho, el Ozono estratosférico tiene balance de radiación negativo mientras
la fuerza irradiativa del ozono troposférico es de 0,35 W / m 2, superior a la del NO2. El
ozono troposférico ha pasado de 0,025 ppm en 1.750 a 0,034 ppm en 2012.
Los científicos consideran que un aumento de 2 ºC respecto a la temperatura de la era
preindustrial es el límite más allá del cual hay un riesgo mucho mayor de que se
produzcan cambios peligrosos y catastróficos para el medio ambiente global. Por esta
razón, la comunidad internacional ha reconocido la necesidad de mantener el calentamiento
por debajo de 2 ºC.

3. Efectos del cambio climático

El riesgo de los impactos relacionados con el clima resulta de la interacción de los peligros
asociados propiamente con el clima (incluyendo los eventos extremos y tendencias de
cambio) con la vulnerabilidad y la exposición de los sistemas humanos y naturales. Los
cambios, tanto en el sistema climático como en los procesos socioeconómicos, incluidos la
adaptación y la mitigación, las formas de gobernanza y las diferentes opciones de desarrollo
socioeconómico, son los que determinan los peligros, la exposición y la vulnerabilidad de
la sociedad y el medio ambiente.

El Quinto Informe de Evaluación de IPCC, aprobado en marzo de 2014, determina que los
impactos producidos como consecuencia del cambio climático son generalizados y
sustanciales. En las últimas décadas, el cambio climático ha afectado a los sistemas
naturales y humanos en todos los continentes y en los océanos. La mayoría de los impactos
del cambio climático son atribuidos al calentamiento y / o los cambios en los patrones de
precipitación, pero también hay evidencias recientes de impactos vinculados con la
acidificación del océano.

El término "impactos" se emplea principalmente para describir los efectos sobre los
sistemas naturales y humanos de episodios meteorológicos y climáticos extremos y del
cambio climático. A continuación resumo los principales impactos (o efectos) observados
en los sistemas naturales y humanos:

3.1. Impactos observados en sistemas naturales


• Recursos hídricos

Los glaciares siguen disminuyendo en todo el mundo, aunque con variaciones regionales.
Las observaciones realizadas in situ y por satélite indican que, en el hemisferio norte, la
superficie cubierta por la nieve en primavera ha disminuido un 8% desde 1922.

El cambio climático es la causa principal de la fusión del permafrost, tanto en latitudes altas
como en regiones de alta montaña. Además de pérdida de recursos hídricos, la reducción de
permafrost genera impactos en los ecosistemas de tundra, oxidación de materia orgánica
con emisiones de CO2, y el aumento de los peligros naturales como deslizamientos,
hundimientos, etc.

Disponibilidad de agua dulce y su calidad: se han registrado cambios en los caudales de los
ríos, que han disminuido en el sur y el este, incrementándose, pero, al norte. Las
alteraciones en la estabilidad térmica del agua también están afectando su calidad. Se ha
observado, en concreto, un aumento de la eutrofización y una disminución del oxígeno
disuelto, un aumento de la salinidad, un mayor contenido de nutrientes y de carbono
orgánico disuelto y una menor dilución de contaminantes durante las sequías.

• Ecosistemas terrestres y acuáticos continentales

Expansión o contracción del área que ocupan, alteraciones en la fenología (significativos en


muchas especies de anfibios, aves, mamíferos y plantas) y variaciones en la producción
primaria.

El área de distribución de muchas especies terrestres ha cambiado recientemente: se han


confirmado desplazamientos, de media global y por década, de unos 17 kilómetros hacia
los polos y ascensos en altitud de 11m. Las especies con ciclos de vida cortos y alta
capacidad de dispersión - como las mariposas - acoplan su área de distribución al ritmo del
cambio climático más rápidamente que las especies de ciclo de vida largo o aquellas con
dispersión más limitada.

Los ecosistemas de tipo mediterráneo se encuentran entre los más vulnerables al cambio
climático debido al incremento de la temperatura, del cambio en las precipitaciones, del
aumento de las sequías y del mayor riesgo de incendios.

• Zonas costeras

En las zonas costeras, el cambio climático incide especialmente sobre 3 variables:

- el nivel del mar,

- la temperatura del océano

- y la acidificación del agua del mar.

Los impactos asociados al aumento del nivel del mar se experimentarán a largo plazo,
debido a la inercia en su respuesta a la temperatura. Las temperaturas de la superficie del
mar han aumentado significativamente durante los últimos 30 años en más del 70% de las
costas del mundo, con amplias variaciones espaciales y estacionales.

En los últimos 30 años, los arrecifes de coral en todas las costas han sufrido un aumento del
blanqueamiento masivo y de la mortalidad. Además, la acidificación del océano reduce la
tasa de calcificación de los corales y otros organismos.
El calentamiento del océano ha contribuido a los cambios observados en la distribución de
hábitats costeros, como los humedales, manglares y praderas submarinas y en las praderas
submarinas, y ha provocado un desplazamiento de los límites y rangos de distribución de
muchas especies intermareales.

• Océanos

El cambio climático altera las propiedades físicas, químicas y biológicas de los océanos. La
salinidad, las corrientes, la temperatura, el CO 2, el oxígeno, los nutrientes y la luz afectan a
la fisiología de los seres vivos y determinan la composición, estructura y funcionamiento de
los ecosistemas marinos.

Las propiedades físicas y químicas de los océanos (incluyendo la extensión de hielo marino
del Ártico) han cambiado de manera significativa durante las últimas décadas. Desde 1970,
la temperatura de los océanos ha aumentado alrededor de 0,1 ° C por década en la capa
superficial de los 75 m superiores. El flujo de CO 2 de la atmósfera en el océano ha reducido
el pH medio del agua del mar en unas 0,1 unidades durante el siglo pasado, sobre todo en
latitudes altas.

Los organismos marinos pertenecientes a un amplio conjunto de grupos taxonómicos


(desde el fitoplancton los predadores), en todas las regiones geográficas (desde las costas en
el mar abierto, desde los polos a los trópicos) han respondido al cambio climático,
modificando su distribución ( se han desplazado hacia latitudes más altas, han cambiado su
distribución en profundidad), fenología y abundancia. El calentamiento observado en el
Mediterráneo se ha asociado con eventos de mortalidad masiva, así como con invasiones y
propagación de nuevas especies de aguas cálidas, lo que provoca una "tropicalización" de la
fauna.

3.2. Impactos observados en los sistemas humanos


Existen pruebas sustanciales de la sensibilidad de los sistemas humanos al cambio
climático. Los impactos del cambio climático sobre los sistemas humanos están a menudo
dominados por los efectos de otros cambios sociales y económicos.

• Agricultura, pesca y medio rural

En diversos cultivos y regiones, se ha documentado una gran sensibilidad negativa de los


rendimientos de las cosechas a las temperaturas diurnas extremas (alrededor de 30ºC)
durante la temporada de crecimiento. Las evidencias confirman los efectos estimulantes del
CO2 y los efectos perjudiciales de las concentraciones elevadas de ozono troposférico en
los rendimientos de los cultivos.
Las tendencias climáticas están afectando a la abundancia y distribución de las capturas
pesqueras, tanto de especies marinas como de agua dulce, y los sistemas de producción de
acuicultura en diferentes partes del mundo.

Las características distintivas de las zonas rurales las hacen especialmente vulnerables a los
impactos del cambio climático debido a una mayor dependencia de la agricultura y los
recursos naturales, que hace que sean muy sensibles a la variabilidad del clima, los
fenómenos climáticos extremos y el cambio climático.

• Salud humana

El cambio climático afecta a la salud de tres maneras:

1. Directamente, sobre la mortalidad y la morbilidad, debido a las olas de calor,


inundaciones y otros fenómenos extremos relacionados con el cambio
climático. El incremento de la temperatura global es, por ejemplo, un factor de
agravamiento de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
2. Indirectamente, a través de impactos sobre los ecosistemas que provocan, por
ejemplo, modificaciones en los patrones de las enfermedades transmitidas por
mosquitos y garrapatas, o el aumento de las enfermedades transmitidas por el
agua, debido a condiciones más cálidas y cambios en las precipitaciones y la
escorrentía. Se incrementan determinados vectores de transmisión de
enfermedades infecciosas, que ven alterada su distribución geográfica.
Además, las mayores concentraciones de polen y otros alérgenos pueden
suponer un aumento del asma y otras enfermedades alérgicas.
3. Indirectamente, a partir de impactos sobre los sistemas sociales, en aspectos
tales como la seguridad alimentaria, la capacidad laboral, la salud mental, el
desplazamiento de la población y otros efectos sobre los sistemas de atención
de la salud

Todo ello afecta de manera desigual a los diferentes grupos sociales, implicando una mayor
vulnerabilidad para las personas mayores, los colectivos más desfavorecidos, la población
infantil y las personas con enfermedades crónicas. Según la Organización Mundial de la
Salud, el cambio climático causará anualmente unas 250.000 defunciones adicionales entre
2030 y 2050, 38.000 por exposición de personas de edad avanzada al calor.

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