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César Vallejo parte del Modernismo, Los heraldos negros se publica en 1918, en ese momento
todavía se viene del Modernismo, aunque hay un cansancio que deriva en un posmodernismo donde
todavía hay rasgos modernistas que pretenden distanciarse, por lo que es una propia ironía contra el
modernismo, utiliza rimas sarcásticas e inesperadas. César Vallejo defiende la expresión de la
inefabilidad y la necesidad de decir en un lenguaje propio, en Los heraldos negros hay un
posmodernismo y un juego con la inefabilidad del lenguaje, que lo veremos de forma clara en
Trilce. En Los heraldos negros nos invita a una nueva reflexión sobre quién es el hombre, cuál es el
sufrimiento, las constantes del dolor, la relación entre el hombre y la familia, el sexo, el amor y la
religión (teología negativa). En César Vallejo nos encontramos con la definición de Ortega y Gasset
de «yo soy yo y mi circunstancia», en él son las circunstancias las que hacen el yo, estas fueron
eminentemente dolorosas, desde que nació estuvo condenado a padecer, a sufrir y sentir esa
angustia de la que solo emergió gracias a un sentimiento de solidaridad, la salida de la soledad a la
solidaridad, sobre todo después de los poemas que escribe en París.
OBRA
Hay dos etapas temáticas.
La primera llega hasta 1923, que viaja a París en libertad condicional, de donde ya no volverá.
En esta etapa previa están Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922), donde encontramos temas
como el erotismo vinculado a la muerte, más bien «erotanatismo», porque la relación amorosa
nunca alcanza la satisfacción pretendida; la familia, porque fueron importantes las muertes de su
hermano y su madre, con las que dice que nace al dolor; la religión, vinculada a la teología de la
liberación, movimiento que surge en América latina y que se centra en la figura del pobre y el
desfavorecido, ligada a la ideología marxista, fundamental también porque realizará tres viajes a la
URSS. En Trilce encontramos el tema de la cárcel, tras ser acusado de instigar intelectualmente una
serie de revueltas en las fiestas de Santiago de Chuco, su localidad natal; tema fundamental que le
dejará otro nuevo golpe en la vida.
INFLUENCIAS
Américo Ferrari, gran especialista «vallejiano», nos habla del contexto cultural en que publica la
edición prínceps de Los heraldos negros, que debe considerarse una manifestación tardía del
Modernismo, es decir, posmodernista, momento de transición hacia la radicalización del lenguaje
poético. En 1916, Vicente Huidobro publica El espejo del agua y Adán, y en 1917 su primer libro
en francés, Horizon carré. En el Perú, el poeta Alberto Hidalgo publicará su Panoplia lírica, esta es
la primera manifestación poética de vanguardia que se registraba en el país. Luego, habla de las
referencias culturales y poéticas que estaban leyendo los jóvenes trujillanos, leen las revistas del
momento gracias a las traducciones.
Espejo Asturrizaga, primer biógrafo de César Vallejo, dice que sus lecturas eran en ese momento
Rubén Darío, Amado Nervo, pero también Maeterlinck, Verlaine, Baudelaire, Rimbaud, Unamuno,
Valle-Inclán, Ortega y Gasset, etc. Leen la literatura más actual; en España, a la Generación del 98
y en Europa, el Simbolismo francés. Dentro de las lecturas filosóficas hay dos fundamentales:
Kierkegaard y el filósofo alemán Nietzsche. Nos interesa el concepto de la superación de los valores
tradicionales occidentales, sobre todo cristianos, de Nietzsche, quien toma la conciencia
preexistencialista, la sensación de angustia y desesperación, trabaja con elementos bíblicos como el
sacrificio de Isaac por su padre Abraham. Llegan revistas como la revista ultraísta Cervantes donde
leen a un autor trascendental, que será Mallarmé, autor de un poema extraño cósmico y existencial,
«Un golpe de dados», que habla de la relación entre el azar y el destino, es importante porque César
Vallejo lo leerá y hay un eco de la lectura en «Los dados eternos».
Este poema procede de «Lo fatal» de Rubén Darío, el «no saber adónde vamos ni de dónde
venimos» como colectivo, César Vallejo lo convierte en parte esencial de su ser, lo lleva al yo
existencial y lo transfiere al yo poético. No encuentra el segundo término de la comparación
(tan…como) por la intensidad tan fuerte del golpe, hay un grado de inefabilidad, surge la manera de
romper el discurso poético y reconocer que no encuentra palabras, solo un grito, un lamento, un no
saber.
Utiliza una estrofa que no es perfecta como en el Modernismo, opta por romper. Está escrito en
alejandrinos rotos, que toma de la tradición medieval, ya no nos sirve la belleza, el dramatismo es
más importante. Como consecuencia de esta ruptura, surge un lenguaje descoyuntado, empieza a
quebrarse el sentimiento y, por ende, el lenguaje: «¡Yo no sé!», la inefabilidad poética, el no saber
es un tema cercano a la poética del silencio. Reconoce las limitaciones de la expresión poética, ya
no es modernista, y da lugar a la lírica del canto existencial, desesperado o canto solidario. Sin
embargo, el poema nos presenta imágenes relacionadas con el golpe, con lo profundo y lo oscuro, y
la inefabilidad. Es muy importante como utiliza Vallejo la poética del punto suspensivo.
˗ «Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!»: lo repite como epifonema, cierra el círculo.
Los golpes son los mensajeros de la muerte, de la muerte que experimentamos cuando se muere
alguien cercano y la que nos tocará vivir en primera persona.
˗ «Golpes como del odio de Dios; […]»:es el dios que se identifica como creador de un mundo
donde existe el dolor, el mal y la desesperación.
˗ «[…] se empozara en el alma…»: es muy importante lo profundo y lo oscuro, solo puede llegar
la luz de la poesía, pero tiene un límite que es el de no saber.
˗ «[…]… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte»: las zanjas no se
abren en la tierra, sino en el cuerpo humano, juega con lo material y lo inmaterial, una imagen
expresionista, ¿dónde se abren las zanjas? En los rostros, las arrugas, y en los lomos.
˗ «Son las caídas hondas de los Cristos del alma […]»: los golpes son las caídas hondas de los
cristos del alma, imagen de la caída de Jesús portando la cruz hacia el calvario.
˗ «[…] de algún pan que en la puerta del horno se nos quema»: la imagen del horno remite a lo
profundo y oscuro, este horno no tosta el pan, sino que lo está quemando, el heraldo negro
imposibilita el alimento, el pan también relacionado con la Eucaristía, nos alimenta física y
espiritualmente.
˗ «[…]el hombre […] Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
[…]»: la palmada la dan los heraldos negros, quiere decir que vienen sin previo aviso y son
nefastos.
˗ «[…], y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada»: la mirada se muestra
como un pozo y un charco, agua sucia, un charco de culpa, conciencia de culpa que procede de
nuestra educación religiosa, conciencia existencial.
˗ «Destino» y «Muerte»: rasgo estilístico.
El poeta ya no se puede quedar en la torre de marfil, estamos en la poética de la soledad del uno.
La numerología tiene una importancia en poesía, el 1 significa la conciencia de finitud, de soledad;
el 2 se puede interpretar positivamente porque es la pareja, el amor, en Vallejo nos salva porque es
la combinación de dos 1, pero no nos saca de su aislamiento, por eso su experiencia amorosa y
sexual fue tan frustrante; y el 3 es un número liberador para él, porque es la apertura a los otros. De
ahí viene Trilce, que es el experimento poético sobre ese ensayo de apertura que todavía no se
puede dar. En cuanto al título, es un neologismo, reconoció a Georgette, su última pareja
sentimental, que surgió experimentando fonéticamente con el tres. En Trilce hay una especie de
idiolecto propio.
«Ágape»
Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.
No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!
En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada...
Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.
He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!
Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.
Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!
«Ágape» nos habla de un sentimiento que para él es positivo, pero nos habla de la ausencia del
ágape, el no ágape. Ágape en griego es amor, el amor entendido como alimento que se comparte.
Las primeras comunidades cristianas se reunían para compartir el alimento, porque así compartían
el amor, se daban unos a otros el alimento y compartían el sentimiento de amor y solidaridad, un
amor universal. Aquí César Vallejo utiliza el paratexto en el título del ágape cristiano, en el texto
nos encontramos la inexistencia del ágape porque no hay nada que dar al otro, porque el otro no ha
pedido nada.
- «Hoy no ha venido nadie a preguntar; ni me han pedido esta tarde nada»: se puede resumir en
«Hoy no nadie ni nada», ‘hoy’ se refiere a esa inminencia poética, el poema se presenta en el
presente inmediato, lo que está sucediendo aquí y ahora.
- «Perdóname, Señor: qué poco he muerto!»: lírica de la paradoja, la manifestación de morir para
uno es darse al otro y, por tanto, es vivir, y no morir para uno, no darse al otro, sería estar
muerto; nadie le da la oportunidad de que muera para el otro, pide perdón, lo siente como una
culpa.
- «[…], y algo ajeno se toma el alma mía»: es importante el adjetivo ajeno porque es un
sentimiento de alienación, la alienación es un estado de inconsciencia, no estar capacitado para
discernir, entender e interpretar; falta total de consciencia para ser, para estar vivo, que es morir
para el otro.
Poema de sinceridad que manifiesta el sentimiento del individuo que está solo entre tantos y
ninguno de esos tantos se acercan a pedir, y si no se acercan a pedir, no puede dar, y si no puede
dar, no puede compartir. El sujeto es el que da el todo para sí, empozado en el alma sin posibilidad
de comunicación auténtica con el otro. Poema estructurado en torno a un sentimiento de negatividad
e inminencia poética de la deixis, de indicar aquí y ahora.
«Espergesia»
Yo nací un día Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo. que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo, Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben que mastico... Y no saben
del diciembre de ese enero. por qué en mi verso chirrían,
Pues yo nací un día oscuro sinsabor de féretro,
que Dios estuvo enfermo. luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
Hay un vacío
preguntona del Desierto.
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar: Todos saben... Y no saben
el claustro de un silencio que la luz es tísica
que habló a flor de fuego. y la Sombra gorda...
Yo nací un día
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que Dios estuvo enfermo.
que él es la joroba
Hermano, escucha, escucha... musical y triste que a distancia denuncia
Bueno. Y que no me vaya el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
sin llevar diciembres,
Yo nací un día
sin dejar eneros.
que Dios estuvo enfermo,
grave.
Poema con que se cierra Los heraldos negros. Forma parte de la sección «Canciones del hogar»,
donde habla del hermano y de la madre…, este es un autorretrato. En cuanto al título del poema,
críticos como Larrea lo han relacionado con la esperanza, el génesis, el nacimiento o la tierra; otros
lo han interpretado como palabra que procede de la antigua retórica y que significa dar una
explicación detallada de lo que se ha adelantado o avanzado en un discurso, el poema intenta
explicar algo que se dice al comienzo. Identifica el nacimiento del sujeto con el día en que Dios
estuvo enfermo, sacrílega manera de señalar que hay una ineficiencia del sujeto que procede de la
deficiencia del Señor. No es un dios infalible, no solamente estaba enfermo, sino que estaba grave,
así explica su existencia. Nacimiento a la vida, al dolor y a la vida colectiva, solidaria.
˗ «[…] y no saben del diciembre de ese enero»: correlación de meses, no saben lo que precede
(diciembre) a lo que vemos (enero), esto tiene la causa de ser como soy, la enfermedad de dios.
˗ «Hay un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar: […]»: existe un vacío en su aire
metafísico al que el otro no puede llegar.
˗ «[…] habló a flor de fuego»: voz poética.
˗ «Hermano, escucha, escucha...»: sensación de abrirse al otro, pero el hermano no puede
escuchar.
˗ «Y no saben por qué en mi verso chirrían, oscuro sinsabor de féretro, […]»: lo que procede de la
muerte, conciencia de la mortalidad que ha ido experimentando a través de los golpes en su
vida.
˗ «[…], luyidos vientos […]»: aliteración de fricativas.
˗ «[…] desenroscados de la Esfinge preguntona del Desierto»: vientos del desierto, referencia al
mundo de Egipto.
˗ «[…] que la luz es tísica, […]»: está enferma, luz identificada con emanación divina.
˗ «[…], y la Sombra gorda…»: prevalece la sombra sobre la luz, la muerte, metáfora de la
oscuridad, lo irracional, lo indefinible, lo que está frente al logos.
˗ «[…] él es la joroba musical y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a
las Lindes»: demarcación territorial, paso de la joroba triste del desierto, indica el momento en
que se atraviesa, pasamos de un espacio geográfico (linde) al espacio existencial (Linde).
«A mi hermano Miguel»
In memoriam
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos a esta hora, y que mamá
nos acariciaba: "Pero, hijos…".
Ahora yo me escondo
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores,
después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar
hermano, en aquel juego.
Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya cae
sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes
en salir. Bueno? puede inquietarse mamá.
Conversación íntima con el hermano que apreciamos en el tono de la composición. Le pide que
salga del escondite, pero no puede salir porque ha muerto, «gemelo corazón» porque eran hermanos
muy cercanos. En estilo directo se reproduce la voz de la madre, recrea la palabra de la madre que
nos introduce en esa atmósfera del momento pasado y junto a este plano del pasado nos hallamos en
el presente, donde también juegan al escondite, pero es diferente, porque el hermano se ha
escondido para siempre, está escondido en la sombra de la muerte. El hermano no puede salir y le
solicita que aparezca, por eso el final cobra tanta fuerza, mamá tampoco puede inquietarse porque
está muerta. Es un juego que deviene trágico y choca más en su intensidad porque vemos el pasado
en un presente donde ya no puede suceder. Este poema tiene relación el poema «LXI» de Trilce,
donde nos encontramos con otra escena de ambientación familiar doméstica.
Se inicia con un vocativo a la amada. Se trata de un poema amoroso, pero un amor cercano a la
muerte, por tanto, poema «erotanático». La amada se presenta en el poema a través de la
iconografía cristina católica («crucificado», «dos maderos», «Jesús», «viernesanto»). La relación
amorosa aparece descrita en los dos cuartetos del soneto mediante imágenes de un expresionismo
violento, como en «[…] sobre los dos maderos curvados de mi beso […]», y en los tercetos se
produce la purificación del amor, que se resuelve en la imagen fraternal que aparece al final: «[…],
como dos hermanitos». Relación amorosa que no ayuda al hombre a salir de su soledad, no da vida,
sino que mata.
Se trata otro tema importante en Los heraldos negros, la familia. Trata de presentizar el pasado,
trae los recuerdos al presente a través de una poética de la deixis temporal. Aparece el presente
vinculado con adjetivos como «dulce» y «cerca», frente al pasado vinculado con adjetivos como
«amargo» y «lejos», presentiza un camino lejano porque es un recuerdo a través de la escritura.
Resulta fundamental en Vallejo el «no saber», ese afán por expresar a través del lenguaje lo que
siente a menudo acaba en la inefabilidad, los puntos suspensivos. La dulzura y apacibilidad de los
primeros versos se rompen con el golpe de realidad que se inicia al final de la última estrofa, «[…],
y que baja y que cruje, […]», el poeta que se está rompiendo, el polisíndeton con la conjunción «y»
retarda el momento.
La deixis espacial se ve entre la dos primeras estrofas, que muestran una deixis espacial de
interior, calor del hogar, frente a las dos últimas que serían el exterior, y consigue la melodía a
través de la repetición de estructuras, «si hay algo». La madre se vincula al alimento, imagen propia
de la iconografía cristiana católica, «[…], saboreando un sabor ya sin sabor».
TRILCE (1922)
«LXXV»
Estáis muertos.
Estáis muertos.
(Trilce, 1922)
Nos encontramos con un poema célebre y muy duro. Se trata de un ágape universalizado y como
una crítica que lo podemos llevar al terreno personal, político, social, laboral, familiar, etc.
Sensación de que prevalece la muerte sobre la vida. Es como una llamada de atención, indicando
aquello en lo que no estamos cumpliendo con un destino mejor, estar muerto es el no ágape, el no
dar, el encerrarse en sí mismo quedando en la muralla del 1. El «ser una hora seca sin haber sido
verde jamás» quiere decir haber llegado a la muerte sin vivir, vivir como si estuvieras muerto, como
si no te contaminaras de la vida, refiriendo las relaciones interpersonales. La imagen del cadáver en
el poema es una falsa imagen porque los cadáveres murieron de vida, pero nosotros morimos de
nuestra propia muerte, de nuestra imposibilidad de darnos.
«XIII»
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
Odumodneurtse!
(Trilce, 1922)
Regresa a caballo hasta la casa familiar donde vivía, se baja del caballo y se da cuenta de que
está vacía. Aparece una escena de soledad, en donde César Vallejo está en la casa vacía, donde ya
no hay vida y se encuentra con su «adolorida infancia». Hay un silencio donde el sentimiento de
incertidumbre del poeta se transfiere del humano al caballo que relincha y espera, como si el animal
sintiera ese temor, ese temblor, esa tensión de ver qué está sucediendo dentro de la casa, ambos
esperan que se abra la puerta, pero la puerta está cerrada, porque están el hermano y la madre
muertos: «Todos están durmiendo para siempre, […]». Es un salto en el vacío. Finalmente, es el
caballo el que empieza a caer en el letargo, aceptando esa realidad, ese silencio, esa soledad,
diciendo «[…], que todo está muy bien».
«XVIII»
Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.
(Trilce, 1922)
Nos transmite la sensación de soledad entre las cuatro paredes de la celda, el 4 tiene que ver con
los cuatro puntos cardinales; en este caso, es un espacio opresor, vivimos entre cuatro paredes
físicas o simbólicas, siempre estamos presos en un estado. La soledad, la desesperación, se
convierten en un sentimiento de orfandad, la ausencia de liberación posible, la liberación es tener a
alguien que le lleve el alimento y la posibilidad de sentirse en conexión y no totalmente aislado.
Se siente inválido porque no está la mano de la madre, la madre esta vista como «Amorosa
llavera de innumerables llaves, […]», le dice que si estuviera ahí también tendría las llaves de la
celda, vemos una llamada a la madre mientras él se siente aislado entre las cuatro paredes de la
celda. Hay una imagen onírica y expresionista en la que las dos paredes blancas tienen «algo de
madre que por bromurados declives» (de bromuro, por tanto, tienen algo de tóxico) llevan a un niño
de la mano cada una, ya muertas. Se trata de un poema con gran capacidad evocadora, paredes
laterales alargadas y convertidas en madres, pero la amorosa llavera no puede llegar y se presenta
levantando la mano y ese 2, imposible porque la madre no está, lo transfiere al 3 porque es el
número de la otredad, el de la salvación posible, de la solidaridad, que se podría vincular con la
salvación de lo divino.
(Trilce, 1922)
«II»
Tiempo Tiempo.
Era Era.
Nombre Nombre.
(Trilce, 1922)
Algunos críticos hablan del nacimiento del «trilcismo» como una iniciación a la vanguardia, pero
no es un vanguardismo programático ni intencional, como en Huidobro, Vallejo solo pretende
expresarse y acabar con la cárcel de las palabras. Aparece un conceptismo de origen metafísico en
que se mezclan conceptos abstractos de difícil compresión con una realidad que el lector debe
descodificar, hay una síntesis, una condensación del significado. Vemos un lenguaje dislocado,
faltas de ortografía voluntarias con las que quiere transmitir algo. La cárcel como tema, la cárcel por
cuestiones biográficas se convierte en un tema esencial ligado al tiempo.
Este poema trata el tema del tiempo que en la cárcel pasa despacio, lingüísticamente se ve a
través de las repeticiones que suenan a hastio y aburrimiento. Aparecen neologismos. «Gallos
cancionan escarbando en vano», los gallos cantan en vano porque no saben cuál es el anochecer ni
el amanecer, los días se le amontonan. «Bomba aburrida del cuartel achica tiempo tiempo tiempo
tiempo», aquí achica el tiempo que le sobra. Con «Lomismo» todo junto alude al tiempo,
juntándolo, lo personifica, el tiempo es «Lomismo», un compañero de la cárcel.
En la primera versión del poema delante de «eriza» estaba «hoy», de ahí «heriza», que puede
proceder de erizar y de hoy, nuevo neologismo que utiliza con su afán por la expresividad.
«VI»
El traje que vestí mañana
no lo ha lavado mi lavandera:
lo lavaba en sus venas otilinas,
en el chorro de su corazón, y hoy no he
de preguntarme si yo dejaba
el traje turbio de injusticia.
Y si supiera si ha de volver;
y si supiera qué mañana entrará
a entregarme las ropas lavadas, mi aquella
lavandera del alma. Que mañana entrará
satisfecha, capulí de obrería, dichosa
de probar que sí sabe, que sí puede
¡CÓMO NO VA A PODER!
azular y planchar todos los caos.
(Trilce, 1922)
Las tareas como lavar tienen un valor espiritual, Otilia es lavandera no solo de ropa, sino del
alma, en «[…], mi aquella la bandera del alma», tenemos un calambur, podemos leer «lavandera»
como «la bandera» del alma, que ondea; lavandera también es un pájaro. En «[…], en mis falsillas
encañona el lienzo para emplumar, […]», «emplumar» referido a la labor que hace de escribirle y a
las plumas del ave.
Ese afán no llega nunca, siempre hay una vertiente de la culpa, al final de la primera estrofa, se
siente culpable de la ruptura amorosa. En el sintagma «su trigueña bondad», hay un desplazamiento
por el que personifica a Otilia en la bondad, hipálage, ruptura gramatical que vemos en el
dislocamiento emocional del poeta, gramatical y lingüística. En «En el traje que vestí mañana […]»
hay una paradoja, hay una presentizacion.
Sabemos que Otilia fue la primera mujer con quien tuvo una relación, que derivó en un aborto
favorecido por el propio César Vallejo, lo que producirá cierto oscurecimiento a la figura del tú en
el número 2.
«LXXVI»
De la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.
(Trilce, 1922)
Hay un claro deseo amoroso, insatisfacción porque la ebullición de los cuerpos se ve truncada a
través de las «99 burbujas», la ebullición nunca llega a los 100 grados. En «En nombre della que no
tuvo voz ni voto, […]» refiere el hecho de que aunque ella hubiera querido, la relación estaba
abocada al fracaso desde el inicio, porque siempre es una cárcel en Vallejo. «Llave» y «chapa» son
metáforas del hombre y la mujer.
POEMAS EN PROSA
«Voy a hablar de la esperanza»
«Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni
como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como
ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no
fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no
fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro
solamente.
Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa.
¿Qué sería su causa? ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su
causa; nada ha podido dejar de ser su causa. ¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es
del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del
viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi
dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.
Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de
quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo
el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!
Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he
aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le
sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en
una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente»
Tenía un marxismo no militante, más bien ideológico que programático y ligado a la religión.
En este poemario, junto con Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, encontramos
una proyección hacia el hombre como colectividad, pasa a ser un sujeto político, la poesía debe
despertar una sensibilidad política en nosotros, esto remite a la teología de la liberación, el afán de
conseguir que el pobre rompa sus cadenas.
Se trata de un poema paradójico, el título anuncia que va a hablar de la esperanza, pero habla del
dolor. El dolor es esencial, no circunstancial, el dolor humano que es intrínseco al hombre, hay
claras alusiones a la deixis temporal con repetición hasta en ocho ocasiones de «hoy». En el último
verso, «Hoy sufro solamente», vemos la salida del yo, apertura a la poética de la solidaridad,
humanización y universalización del dolor. La culpa es un tema recurrente, en este caso, es la de
haber nacido. Con «Miro el dolor del hambriento […] al menos», alude al hecho de que viviría más
muriendo por el otro que quedándose encerrado en sí.
«Hallazgo de la vida»
«¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a
ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de
la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.
Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia
de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me
hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la
vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y
correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.
Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha
habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, les diría que yo no le
conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet?
Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como
si no me conociera, es decir, por la primera vez.
Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve
de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo
conoce y le sorprendería tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: uién sabe
no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo
absolutamente inconocido.
¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para
contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el
día apenas cabe en mí!
Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del
boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: «Si la
muerte hubiera sido otra...». Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas de Sacre-
Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino
ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.
POEMAS HUMANOS
El título tiene significación, la más evidente es la lápida sobre la tumba, además, en Santiago de
Chuco, de donde es el poeta, se marcaban los entierros poniendo una piedra negra sobre una blanca.
En este poema está siendo testaferro de toda la humanidad, la piedra tiene el valor de la eternidad,
de la durabilidad, compromiso con el difunto que pretende ser recordado eternamente.