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TEMA 4.

EL «DOLORIDO SENTIR» DE CÉSAR VALLEJO


CÉSAR VALLEJO. PRESENTACIÓN
El propósito de César Vallejo es indagar en el fondo de sí mismo, entrar en lo más oscuro y
profundo. Se deja introducir, sumergir (inmersión/ sumersión), para encontrar las palabras justas,
verdaderas y sinceras que expresen ese sentimiento inefable. El poeta es un hombre perdido y un ser
sufriente que tiene que dar cauce expresivo a ese sentimiento intentando ser lo más fiel posible con
la mayor libertad expresiva para decir lo que siente, muchas veces el lenguaje tradicional no le sirve
y tiene que crear una nueva forma de decir, siendo fiel a su modo de sentir.

César Vallejo parte del Modernismo, Los heraldos negros se publica en 1918, en ese momento
todavía se viene del Modernismo, aunque hay un cansancio que deriva en un posmodernismo donde
todavía hay rasgos modernistas que pretenden distanciarse, por lo que es una propia ironía contra el
modernismo, utiliza rimas sarcásticas e inesperadas. César Vallejo defiende la expresión de la
inefabilidad y la necesidad de decir en un lenguaje propio, en Los heraldos negros hay un
posmodernismo y un juego con la inefabilidad del lenguaje, que lo veremos de forma clara en
Trilce. En Los heraldos negros nos invita a una nueva reflexión sobre quién es el hombre, cuál es el
sufrimiento, las constantes del dolor, la relación entre el hombre y la familia, el sexo, el amor y la
religión (teología negativa). En César Vallejo nos encontramos con la definición de Ortega y Gasset
de «yo soy yo y mi circunstancia», en él son las circunstancias las que hacen el yo, estas fueron
eminentemente dolorosas, desde que nació estuvo condenado a padecer, a sufrir y sentir esa
angustia de la que solo emergió gracias a un sentimiento de solidaridad, la salida de la soledad a la
solidaridad, sobre todo después de los poemas que escribe en París.

OBRA
Hay dos etapas temáticas.

La primera llega hasta 1923, que viaja a París en libertad condicional, de donde ya no volverá.
En esta etapa previa están Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922), donde encontramos temas
como el erotismo vinculado a la muerte, más bien «erotanatismo», porque la relación amorosa
nunca alcanza la satisfacción pretendida; la familia, porque fueron importantes las muertes de su
hermano y su madre, con las que dice que nace al dolor; la religión, vinculada a la teología de la
liberación, movimiento que surge en América latina y que se centra en la figura del pobre y el
desfavorecido, ligada a la ideología marxista, fundamental también porque realizará tres viajes a la
URSS. En Trilce encontramos el tema de la cárcel, tras ser acusado de instigar intelectualmente una
serie de revueltas en las fiestas de Santiago de Chuco, su localidad natal; tema fundamental que le
dejará otro nuevo golpe en la vida.

De la poética de la soledad pasamos a la de la solidaridad, la etapa parisina, con Poemas en


prosa, Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz. El único poemario de estos que dejó
maquetado antes de morir fue España aparta de mí este cáliz, mientras que los otros dos no los
preparó y se publicaron en un único volumen que englobaba todos los poemas que no estaban en
España aparta de mí este cáliz. En definitiva, se produce el cambio hacia la poética de la
solidaridad frente a la cárcel del hombre, en la que nos abrimos al hombre y la ideología será
fundamental.

INFLUENCIAS
Américo Ferrari, gran especialista «vallejiano», nos habla del contexto cultural en que publica la
edición prínceps de Los heraldos negros, que debe considerarse una manifestación tardía del
Modernismo, es decir, posmodernista, momento de transición hacia la radicalización del lenguaje
poético. En 1916, Vicente Huidobro publica El espejo del agua y Adán, y en 1917 su primer libro
en francés, Horizon carré. En el Perú, el poeta Alberto Hidalgo publicará su Panoplia lírica, esta es
la primera manifestación poética de vanguardia que se registraba en el país. Luego, habla de las
referencias culturales y poéticas que estaban leyendo los jóvenes trujillanos, leen las revistas del
momento gracias a las traducciones.

Espejo Asturrizaga, primer biógrafo de César Vallejo, dice que sus lecturas eran en ese momento
Rubén Darío, Amado Nervo, pero también Maeterlinck, Verlaine, Baudelaire, Rimbaud, Unamuno,
Valle-Inclán, Ortega y Gasset, etc. Leen la literatura más actual; en España, a la Generación del 98
y en Europa, el Simbolismo francés. Dentro de las lecturas filosóficas hay dos fundamentales:
Kierkegaard y el filósofo alemán Nietzsche. Nos interesa el concepto de la superación de los valores
tradicionales occidentales, sobre todo cristianos, de Nietzsche, quien toma la conciencia
preexistencialista, la sensación de angustia y desesperación, trabaja con elementos bíblicos como el
sacrificio de Isaac por su padre Abraham. Llegan revistas como la revista ultraísta Cervantes donde
leen a un autor trascendental, que será Mallarmé, autor de un poema extraño cósmico y existencial,
«Un golpe de dados», que habla de la relación entre el azar y el destino, es importante porque César
Vallejo lo leerá y hay un eco de la lectura en «Los dados eternos».

LOS HERALDOS NEGROS (1918)


Los heraldos negros aparece con un paratexto bíblico: «Quién puede entender que entienda»,
que recuerda a «Quien tenga oídos para oír, que escuche» del Evangelio. El título remite a la figura
simbólica del heraldo, que en la tradición griega era el mensajero que portaba noticias trágicas,
asimismo, es importante el color negro, el heraldo podría ser una figura modernista, pero lo tiñe
todo de negro. Los heraldos son los portadores de noticias negras que nos provocan dolor con sus
golpes. El golpe fatal será el de la muerte de la madre en 1918, acontecimiento después del que
escribe el primer poema del libro.

«Los heraldos negros»

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras


en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma


de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como


cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

(Los heraldos negros, 1918)

Este poema procede de «Lo fatal» de Rubén Darío, el «no saber adónde vamos ni de dónde
venimos» como colectivo, César Vallejo lo convierte en parte esencial de su ser, lo lleva al yo
existencial y lo transfiere al yo poético. No encuentra el segundo término de la comparación
(tan…como) por la intensidad tan fuerte del golpe, hay un grado de inefabilidad, surge la manera de
romper el discurso poético y reconocer que no encuentra palabras, solo un grito, un lamento, un no
saber.

Utiliza una estrofa que no es perfecta como en el Modernismo, opta por romper. Está escrito en
alejandrinos rotos, que toma de la tradición medieval, ya no nos sirve la belleza, el dramatismo es
más importante. Como consecuencia de esta ruptura, surge un lenguaje descoyuntado, empieza a
quebrarse el sentimiento y, por ende, el lenguaje: «¡Yo no sé!», la inefabilidad poética, el no saber
es un tema cercano a la poética del silencio. Reconoce las limitaciones de la expresión poética, ya
no es modernista, y da lugar a la lírica del canto existencial, desesperado o canto solidario. Sin
embargo, el poema nos presenta imágenes relacionadas con el golpe, con lo profundo y lo oscuro, y
la inefabilidad. Es muy importante como utiliza Vallejo la poética del punto suspensivo.

˗ «Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!»: lo repite como epifonema, cierra el círculo.
Los golpes son los mensajeros de la muerte, de la muerte que experimentamos cuando se muere
alguien cercano y la que nos tocará vivir en primera persona.
˗ «Golpes como del odio de Dios; […]»:es el dios que se identifica como creador de un mundo
donde existe el dolor, el mal y la desesperación.
˗ «[…] se empozara en el alma…»: es muy importante lo profundo y lo oscuro, solo puede llegar
la luz de la poesía, pero tiene un límite que es el de no saber.
˗ «[…]… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte»: las zanjas no se
abren en la tierra, sino en el cuerpo humano, juega con lo material y lo inmaterial, una imagen
expresionista, ¿dónde se abren las zanjas? En los rostros, las arrugas, y en los lomos.
˗ «Son las caídas hondas de los Cristos del alma […]»: los golpes son las caídas hondas de los
cristos del alma, imagen de la caída de Jesús portando la cruz hacia el calvario.
˗ «[…] de algún pan que en la puerta del horno se nos quema»: la imagen del horno remite a lo
profundo y oscuro, este horno no tosta el pan, sino que lo está quemando, el heraldo negro
imposibilita el alimento, el pan también relacionado con la Eucaristía, nos alimenta física y
espiritualmente.
˗ «[…]el hombre […] Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
[…]»: la palmada la dan los heraldos negros, quiere decir que vienen sin previo aviso y son
nefastos.
˗ «[…], y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada»: la mirada se muestra
como un pozo y un charco, agua sucia, un charco de culpa, conciencia de culpa que procede de
nuestra educación religiosa, conciencia existencial.
˗ «Destino» y «Muerte»: rasgo estilístico.

El poeta ya no se puede quedar en la torre de marfil, estamos en la poética de la soledad del uno.
La numerología tiene una importancia en poesía, el 1 significa la conciencia de finitud, de soledad;
el 2 se puede interpretar positivamente porque es la pareja, el amor, en Vallejo nos salva porque es
la combinación de dos 1, pero no nos saca de su aislamiento, por eso su experiencia amorosa y
sexual fue tan frustrante; y el 3 es un número liberador para él, porque es la apertura a los otros. De
ahí viene Trilce, que es el experimento poético sobre ese ensayo de apertura que todavía no se
puede dar. En cuanto al título, es un neologismo, reconoció a Georgette, su última pareja
sentimental, que surgió experimentando fonéticamente con el tres. En Trilce hay una especie de
idiolecto propio.

«Ágape»
Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.
No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!
En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada...
Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.
He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!
Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.
Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!

(Los heraldos negros, 1918)

«Ágape» nos habla de un sentimiento que para él es positivo, pero nos habla de la ausencia del
ágape, el no ágape. Ágape en griego es amor, el amor entendido como alimento que se comparte.
Las primeras comunidades cristianas se reunían para compartir el alimento, porque así compartían
el amor, se daban unos a otros el alimento y compartían el sentimiento de amor y solidaridad, un
amor universal. Aquí César Vallejo utiliza el paratexto en el título del ágape cristiano, en el texto
nos encontramos la inexistencia del ágape porque no hay nada que dar al otro, porque el otro no ha
pedido nada.

- «Hoy no ha venido nadie a preguntar; ni me han pedido esta tarde nada»: se puede resumir en
«Hoy no nadie ni nada», ‘hoy’ se refiere a esa inminencia poética, el poema se presenta en el
presente inmediato, lo que está sucediendo aquí y ahora.
- «Perdóname, Señor: qué poco he muerto!»: lírica de la paradoja, la manifestación de morir para
uno es darse al otro y, por tanto, es vivir, y no morir para uno, no darse al otro, sería estar
muerto; nadie le da la oportunidad de que muera para el otro, pide perdón, lo siente como una
culpa.
- «[…], y algo ajeno se toma el alma mía»: es importante el adjetivo ajeno porque es un
sentimiento de alienación, la alienación es un estado de inconsciencia, no estar capacitado para
discernir, entender e interpretar; falta total de consciencia para ser, para estar vivo, que es morir
para el otro.
Poema de sinceridad que manifiesta el sentimiento del individuo que está solo entre tantos y
ninguno de esos tantos se acercan a pedir, y si no se acercan a pedir, no puede dar, y si no puede
dar, no puede compartir. El sujeto es el que da el todo para sí, empozado en el alma sin posibilidad
de comunicación auténtica con el otro. Poema estructurado en torno a un sentimiento de negatividad
e inminencia poética de la deixis, de indicar aquí y ahora.

«Espergesia»
Yo nací un día Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo. que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo, Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben que mastico... Y no saben
del diciembre de ese enero. por qué en mi verso chirrían,
Pues yo nací un día oscuro sinsabor de féretro,
que Dios estuvo enfermo. luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
Hay un vacío
preguntona del Desierto.
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar: Todos saben... Y no saben
el claustro de un silencio que la luz es tísica
que habló a flor de fuego. y la Sombra gorda...
Yo nací un día
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que Dios estuvo enfermo.
que él es la joroba
Hermano, escucha, escucha... musical y triste que a distancia denuncia
Bueno. Y que no me vaya el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
sin llevar diciembres,
Yo nací un día
sin dejar eneros.
que Dios estuvo enfermo,
grave.

(Los heraldos negros, 1918)

Poema con que se cierra Los heraldos negros. Forma parte de la sección «Canciones del hogar»,
donde habla del hermano y de la madre…, este es un autorretrato. En cuanto al título del poema,
críticos como Larrea lo han relacionado con la esperanza, el génesis, el nacimiento o la tierra; otros
lo han interpretado como palabra que procede de la antigua retórica y que significa dar una
explicación detallada de lo que se ha adelantado o avanzado en un discurso, el poema intenta
explicar algo que se dice al comienzo. Identifica el nacimiento del sujeto con el día en que Dios
estuvo enfermo, sacrílega manera de señalar que hay una ineficiencia del sujeto que procede de la
deficiencia del Señor. No es un dios infalible, no solamente estaba enfermo, sino que estaba grave,
así explica su existencia. Nacimiento a la vida, al dolor y a la vida colectiva, solidaria.
˗ «[…] y no saben del diciembre de ese enero»: correlación de meses, no saben lo que precede
(diciembre) a lo que vemos (enero), esto tiene la causa de ser como soy, la enfermedad de dios.
˗ «Hay un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar: […]»: existe un vacío en su aire
metafísico al que el otro no puede llegar.
˗ «[…] habló a flor de fuego»: voz poética.
˗ «Hermano, escucha, escucha...»: sensación de abrirse al otro, pero el hermano no puede
escuchar.
˗ «Y no saben por qué en mi verso chirrían, oscuro sinsabor de féretro, […]»: lo que procede de la
muerte, conciencia de la mortalidad que ha ido experimentando a través de los golpes en su
vida.
˗ «[…], luyidos vientos […]»: aliteración de fricativas.
˗ «[…] desenroscados de la Esfinge preguntona del Desierto»: vientos del desierto, referencia al
mundo de Egipto.
˗ «[…] que la luz es tísica, […]»: está enferma, luz identificada con emanación divina.
˗ «[…], y la Sombra gorda…»: prevalece la sombra sobre la luz, la muerte, metáfora de la
oscuridad, lo irracional, lo indefinible, lo que está frente al logos.
˗ «[…] él es la joroba musical y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a
las Lindes»: demarcación territorial, paso de la joroba triste del desierto, indica el momento en
que se atraviesa, pasamos de un espacio geográfico (linde) al espacio existencial (Linde).

«A mi hermano Miguel»
In memoriam
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos a esta hora, y que mamá
nos acariciaba: "Pero, hijos…".
Ahora yo me escondo
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores,
después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar
hermano, en aquel juego.
Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya cae
sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes
en salir. Bueno? puede inquietarse mamá.

(Los heraldos negros, 1918)

Conversación íntima con el hermano que apreciamos en el tono de la composición. Le pide que
salga del escondite, pero no puede salir porque ha muerto, «gemelo corazón» porque eran hermanos
muy cercanos. En estilo directo se reproduce la voz de la madre, recrea la palabra de la madre que
nos introduce en esa atmósfera del momento pasado y junto a este plano del pasado nos hallamos en
el presente, donde también juegan al escondite, pero es diferente, porque el hermano se ha
escondido para siempre, está escondido en la sombra de la muerte. El hermano no puede salir y le
solicita que aparezca, por eso el final cobra tanta fuerza, mamá tampoco puede inquietarse porque
está muerta. Es un juego que deviene trágico y choca más en su intensidad porque vemos el pasado
en un presente donde ya no puede suceder. Este poema tiene relación el poema «LXI» de Trilce,
donde nos encontramos con otra escena de ambientación familiar doméstica.

«El poeta a su amada»


Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.
En esa noche rara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrá tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

(Los heraldos negros, 1918)

Se inicia con un vocativo a la amada. Se trata de un poema amoroso, pero un amor cercano a la
muerte, por tanto, poema «erotanático». La amada se presenta en el poema a través de la
iconografía cristina católica («crucificado», «dos maderos», «Jesús», «viernesanto»). La relación
amorosa aparece descrita en los dos cuartetos del soneto mediante imágenes de un expresionismo
violento, como en «[…] sobre los dos maderos curvados de mi beso […]», y en los tercetos se
produce la purificación del amor, que se resuelve en la imagen fraternal que aparece al final: «[…],
como dos hermanitos». Relación amorosa que no ayuda al hombre a salir de su soledad, no da vida,
sino que mata.

«Los pasos lejanos»


Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce…
si hay algo en él de amargo, seré yo.
Hay soledad en el hogar; se reza;
y no hay noticias de los hijos hoy.
Mi padre se despierta, ausculta
la huida a Egipto, el restañante adiós.
Está ahora tan cerca;
si hay algo en él de lejos, seré yo.
Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,
tan ala, tan salida, tan amor.
Hay soledad en el hogar sin bulla,
sin noticias, sin verde, sin niñez.
Y si hay algo quebrado en esta tarde,
y que baja y que cruje,
son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.

(Los heraldos negros, 1918)

Se trata otro tema importante en Los heraldos negros, la familia. Trata de presentizar el pasado,
trae los recuerdos al presente a través de una poética de la deixis temporal. Aparece el presente
vinculado con adjetivos como «dulce» y «cerca», frente al pasado vinculado con adjetivos como
«amargo» y «lejos», presentiza un camino lejano porque es un recuerdo a través de la escritura.

Resulta fundamental en Vallejo el «no saber», ese afán por expresar a través del lenguaje lo que
siente a menudo acaba en la inefabilidad, los puntos suspensivos. La dulzura y apacibilidad de los
primeros versos se rompen con el golpe de realidad que se inicia al final de la última estrofa, «[…],
y que baja y que cruje, […]», el poeta que se está rompiendo, el polisíndeton con la conjunción «y»
retarda el momento.

La deixis espacial se ve entre la dos primeras estrofas, que muestran una deixis espacial de
interior, calor del hogar, frente a las dos últimas que serían el exterior, y consigue la melodía a
través de la repetición de estructuras, «si hay algo». La madre se vincula al alimento, imagen propia
de la iconografía cristiana católica, «[…], saboreando un sabor ya sin sabor».

TRILCE (1922)
«LXXV»
Estáis muertos.

Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo


estáis. Pero, en verdad, estáis muertos, muertos.

Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, péndula del


zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la
sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que
la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.

Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se


está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes
enfrentados y se doblan y doblan, entonces os transfiguráis y creyendo
morir, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.
Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría
que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros
sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino el no haber
sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás.
Orfandad de orfandades.

Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una


vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.

Estáis muertos.

(Trilce, 1922)

Nos encontramos con un poema célebre y muy duro. Se trata de un ágape universalizado y como
una crítica que lo podemos llevar al terreno personal, político, social, laboral, familiar, etc.
Sensación de que prevalece la muerte sobre la vida. Es como una llamada de atención, indicando
aquello en lo que no estamos cumpliendo con un destino mejor, estar muerto es el no ágape, el no
dar, el encerrarse en sí mismo quedando en la muralla del 1. El «ser una hora seca sin haber sido
verde jamás» quiere decir haber llegado a la muerte sin vivir, vivir como si estuvieras muerto, como
si no te contaminaras de la vida, refiriendo las relaciones interpersonales. La imagen del cadáver en
el poema es una falsa imagen porque los cadáveres murieron de vida, pero nosotros morimos de
nuestra propia muerte, de nuestra imposibilidad de darnos.

«XIII»
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.

Pienso en tu sexo, surco más prolífico


y armonioso que el vientre de la Sombra,
aunque la Muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.

Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.


Oh estruendo mudo.

Odumodneurtse!

(Trilce, 1922)

El poema se construye a partir de la contraposición entre seso y sexo, lo sexual y lo racional. La


conciencia es lo que separa al hombre del resto de los animales y convierte un acto instintivo como
el sexo en seso, algo que está en la conciencia, frente al «[…] bruto libre que goza donde quiere,
donde puede», aquí hay una reflexión sobre la sexualidad, pienso en tu sexo. Sentimiento antiguo,
ancestral, degenerado en seso, se convierte en un pensamiento, contrapone la noción de lo erótico
en el hombre a la noción de lo erótico en los animales. Pasarlo todo por el tamiz de la razón.
- «[…], surco más prolífico y armonioso que el viento de la Sombra, […]»: compara eros y
tánatos, une los conceptos de amor y muerte.
- «[…], aunque la Muerte concibe y pare de Dios mismo»: de la muerte surge la vida y de la vida
se deriva la muerte.
- «[…], escándalo de miel de los crepúsculos»: orgasmo.
- «Oh estruendo mudo»: oxímoron, contraposición semántica.
- «Odumodneurtse!»: «estruendo mudo» al revés, palíndromo. Como si ponemos «estruendo
mudo» ante un espejo, que tiene que ver con el acto sexual de que nos habla.
Vemos la diferencia entre Los heraldos negros y Trilce, donde queda todo mucho más concentrado
en el lenguaje.
«LXI»
Esta noche desciendo del caballo, Las hermanas, canturreando sus ilusiones
ante la puerta de la casa, donde sencillas, bullosas,
me despedí con el cantar del gallo. en la labor para la fiesta que se acerca,
Está cerrada y nadie responde. y ya no falta casi nada.
Espero, espero, el corazón
El poyo en que mamá alumbró un huevo en su momento, que se obstruye.
al hermano mayor, para que ensille
lomos que había yo montado en pelo, Numerosa familia que dejamos
por rúas y por cercas, niño aldeano; no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
el poyo en que dejé que se amarille al sol puso en el ara para que volviéramos.
mi adolorida infancia... ¿Y este duelo
que enmarca la portada? Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el
Dios en la paz foránea, animal
estornuda, cual llamando también, el bruto; relincha, relincha más todavía.
husmea, golpeando el empedrado. Luego
duda, Todos están durmiendo para siempre,
relincha, y tan de lo más bien, que por fin
orejea a viva oreja. mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
Ha de velar papá rezando, y quizás que está bien, que todo está muy bien.
pensará se me hizo tarde.
(Trilce, 1922)

Lo deíctico en Vallejo es muy importante: «Esta noche […]».

Regresa a caballo hasta la casa familiar donde vivía, se baja del caballo y se da cuenta de que
está vacía. Aparece una escena de soledad, en donde César Vallejo está en la casa vacía, donde ya
no hay vida y se encuentra con su «adolorida infancia». Hay un silencio donde el sentimiento de
incertidumbre del poeta se transfiere del humano al caballo que relincha y espera, como si el animal
sintiera ese temor, ese temblor, esa tensión de ver qué está sucediendo dentro de la casa, ambos
esperan que se abra la puerta, pero la puerta está cerrada, porque están el hermano y la madre
muertos: «Todos están durmiendo para siempre, […]». Es un salto en el vacío. Finalmente, es el
caballo el que empieza a caer en el letargo, aceptando esa realidad, ese silencio, esa soledad,
diciendo «[…], que todo está muy bien».

«XVIII»
Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.

Criadero de nervios, mala brecha,


por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.

Amorosa llavera de innumerables llaves,


si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora!

Ah las paredes de la celda.


De ellas me duele entretanto, más
las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una.

Y sólo yo me voy quedando,


con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo,
esta mayoría inválida de hombre.

(Trilce, 1922)

Nos transmite la sensación de soledad entre las cuatro paredes de la celda, el 4 tiene que ver con
los cuatro puntos cardinales; en este caso, es un espacio opresor, vivimos entre cuatro paredes
físicas o simbólicas, siempre estamos presos en un estado. La soledad, la desesperación, se
convierten en un sentimiento de orfandad, la ausencia de liberación posible, la liberación es tener a
alguien que le lleve el alimento y la posibilidad de sentirse en conexión y no totalmente aislado.

Se siente inválido porque no está la mano de la madre, la madre esta vista como «Amorosa
llavera de innumerables llaves, […]», le dice que si estuviera ahí también tendría las llaves de la
celda, vemos una llamada a la madre mientras él se siente aislado entre las cuatro paredes de la
celda. Hay una imagen onírica y expresionista en la que las dos paredes blancas tienen «algo de
madre que por bromurados declives» (de bromuro, por tanto, tienen algo de tóxico) llevan a un niño
de la mano cada una, ya muertas. Se trata de un poema con gran capacidad evocadora, paredes
laterales alargadas y convertidas en madres, pero la amorosa llavera no puede llegar y se presenta
levantando la mano y ese 2, imposible porque la madre no está, lo transfiere al 3 porque es el
número de la otredad, el de la salvación posible, de la solidaridad, que se podría vincular con la
salvación de lo divino.

- «[…], esta mayoría inválida de hombre»: inválida porque no tiene el 2 de la madre ni el 3 de la


salvación, por lo que se queda con la mano tendida sin obtener respuesta.
«LIX»
La esfera terrestre del amor y se afila hasta querer perderse;
que rezagóse abajo, da vuelta gira forjando, ante los desertados flancos,
y vuelta sin parar segundo, aquel punto tan espantablemente conocido,
y nosotros estamos condenados a sufrir porque él ha gestado, vuelta
como un centro su girar. y vuelta,
el corralito consabido.
Pacifico inmóvil, vidrio, preñado
de todos los posibles. Centrífuga que sí, que sí,
Andes frío, inhumanable, puro. que Sí,
Acaso. Acaso. que sí, que sí, que sí, que sí: NO!
Y me retiro hasta azular, y retrayéndome
Gira la esfera en el pedernal del tiempo, endurezco, hasta apretarme el alma!
y se afila,

(Trilce, 1922)

Contraposición entre el amor terrestre y la búsqueda de un amor más trascendente, en lo que se


detiene César Vallejo es en un amor más visual y geográfico, que es lo que llama el amor terrestre.
Situado en un promontorio de los Andes desde el que observa la esfera terrestre del amor y el
movimiento giratorio de esta, algo que nos domina y que no podemos controlar. Un amor que se
mueve sin que podamos controlarlo no es un amor que podamos trascender, estamos inmersos en él
y no podemos separarnos. Este poema también juega con las fuerzas de la tierra, la fuerza
centrífuga, lo que se mueve hacia dentro y no puede salir, y centrípeta. El movimiento giratorio es
visto como algo dramático y trágico. El alma queda congelada, azulada, sinónimo de frío, ante la
visión de la esfera terrestre del amor que gira y gira y no la podemos detener ni podemos controlar
nuestras emociones, pasiones y sentimientos.

«II»
Tiempo Tiempo.

Mediodía estancado entre relentes.


Bomba aburrida del cuartel achica
tiempo tiempo tiempo tiempo.

Era Era.

Gallos cancionan escarbando en vano.


Boca del claro día que conjuga
era era era era.
Mañana Mañana.

El reposo caliente aún de ser.


Piensa el presente guárdame para
mañana mañana mañana mañana

Nombre Nombre.

¿Qué se llama cuanto heriza nos?


Se llama Lomismo que padece
nombre nombre nombre nombrE.

(Trilce, 1922)

Algunos críticos hablan del nacimiento del «trilcismo» como una iniciación a la vanguardia, pero
no es un vanguardismo programático ni intencional, como en Huidobro, Vallejo solo pretende
expresarse y acabar con la cárcel de las palabras. Aparece un conceptismo de origen metafísico en
que se mezclan conceptos abstractos de difícil compresión con una realidad que el lector debe
descodificar, hay una síntesis, una condensación del significado. Vemos un lenguaje dislocado,
faltas de ortografía voluntarias con las que quiere transmitir algo. La cárcel como tema, la cárcel por
cuestiones biográficas se convierte en un tema esencial ligado al tiempo.

Este poema trata el tema del tiempo que en la cárcel pasa despacio, lingüísticamente se ve a
través de las repeticiones que suenan a hastio y aburrimiento. Aparecen neologismos. «Gallos
cancionan escarbando en vano», los gallos cantan en vano porque no saben cuál es el anochecer ni
el amanecer, los días se le amontonan. «Bomba aburrida del cuartel achica tiempo tiempo tiempo
tiempo», aquí achica el tiempo que le sobra. Con «Lomismo» todo junto alude al tiempo,
juntándolo, lo personifica, el tiempo es «Lomismo», un compañero de la cárcel.

En la primera versión del poema delante de «eriza» estaba «hoy», de ahí «heriza», que puede
proceder de erizar y de hoy, nuevo neologismo que utiliza con su afán por la expresividad.

«VI»
El traje que vestí mañana
no lo ha lavado mi lavandera:
lo lavaba en sus venas otilinas,
en el chorro de su corazón, y hoy no he
de preguntarme si yo dejaba
el traje turbio de injusticia.

A hora que no hay quien vaya a las aguas,


en mis falsillas encañona
el lienzo para emplumar, y todas las cosas
del velador de tánto qué será de mí,
todas no están mías
a mi lado. Quedaron de su propiedad,
fratesadas, selladas con su trigueña bondad.

Y si supiera si ha de volver;
y si supiera qué mañana entrará
a entregarme las ropas lavadas, mi aquella
lavandera del alma. Que mañana entrará
satisfecha, capulí de obrería, dichosa
de probar que sí sabe, que sí puede
¡CÓMO NO VA A PODER!
azular y planchar todos los caos.

(Trilce, 1922)

Poema erótico, amoroso, de amor-desamor.

Las tareas como lavar tienen un valor espiritual, Otilia es lavandera no solo de ropa, sino del
alma, en «[…], mi aquella la bandera del alma», tenemos un calambur, podemos leer «lavandera»
como «la bandera» del alma, que ondea; lavandera también es un pájaro. En «[…], en mis falsillas
encañona el lienzo para emplumar, […]», «emplumar» referido a la labor que hace de escribirle y a
las plumas del ave.

Ese afán no llega nunca, siempre hay una vertiente de la culpa, al final de la primera estrofa, se
siente culpable de la ruptura amorosa. En el sintagma «su trigueña bondad», hay un desplazamiento
por el que personifica a Otilia en la bondad, hipálage, ruptura gramatical que vemos en el
dislocamiento emocional del poeta, gramatical y lingüística. En «En el traje que vestí mañana […]»
hay una paradoja, hay una presentizacion.

Sabemos que Otilia fue la primera mujer con quien tuvo una relación, que derivó en un aborto
favorecido por el propio César Vallejo, lo que producirá cierto oscurecimiento a la figura del tú en
el número 2.

«LXXVI»
De la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.

En nombre de esa pura


que sabía mirar hasta ser 2.

En nombre de que la fui extraño,


llave y chapa muy diferentes.

En nombre della que no tuvo voz


ni voto, cuando se dispuso
esta su suerte de hacer.

Ebullición de cuerpos, sinembargo,


aptos; ebullición que siempre
tan sólo estuvo a 99 burbujas.

¡Remates, esposados en naturaleza,


de dos días que no se juntan,
que no se alcanzan jamás.

(Trilce, 1922)

Hay un claro deseo amoroso, insatisfacción porque la ebullición de los cuerpos se ve truncada a
través de las «99 burbujas», la ebullición nunca llega a los 100 grados. En «En nombre della que no
tuvo voz ni voto, […]» refiere el hecho de que aunque ella hubiera querido, la relación estaba
abocada al fracaso desde el inicio, porque siempre es una cárcel en Vallejo. «Llave» y «chapa» son
metáforas del hombre y la mujer.

POEMAS EN PROSA
«Voy a hablar de la esperanza»
«Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni
como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como
ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no
fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no
fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro
solamente.

Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa.
¿Qué sería su causa? ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su
causa; nada ha podido dejar de ser su causa. ¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es
del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del
viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi
dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.

Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de
quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo
el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!

Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he
aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le
sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en
una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente»

Tenía un marxismo no militante, más bien ideológico que programático y ligado a la religión.

En este poemario, junto con Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, encontramos
una proyección hacia el hombre como colectividad, pasa a ser un sujeto político, la poesía debe
despertar una sensibilidad política en nosotros, esto remite a la teología de la liberación, el afán de
conseguir que el pobre rompa sus cadenas.

Se trata de un poema paradójico, el título anuncia que va a hablar de la esperanza, pero habla del
dolor. El dolor es esencial, no circunstancial, el dolor humano que es intrínseco al hombre, hay
claras alusiones a la deixis temporal con repetición hasta en ocho ocasiones de «hoy». En el último
verso, «Hoy sufro solamente», vemos la salida del yo, apertura a la poética de la solidaridad,
humanización y universalización del dolor. La culpa es un tema recurrente, en este caso, es la de
haber nacido. Con «Miro el dolor del hambriento […] al menos», alude al hecho de que viviría más
muriendo por el otro que quedándose encerrado en sí.

«Hallazgo de la vida»
«¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a
ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de
la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.

Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia
de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me
hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la
vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y
correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.

Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha
habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, les diría que yo no le
conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet?
Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como
si no me conociera, es decir, por la primera vez.

Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve
de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo
conoce y le sorprendería tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: uién sabe
no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo
absolutamente inconocido.

¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para
contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el
día apenas cabe en mí!

Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del
boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: «Si la
muerte hubiera sido otra...». Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas de Sacre-
Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino
ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.

¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte»

Se inicia con un vocativo: «¡Señores!». Hay dos alusiones a la colectividad en «señores» y


«ustedes». Nos dice que es la primera vez que se da cuenta de la presencia de la vida, no sabemos si
se refiere al descubrimiento de los valores políticos de la poesía. Habla de epifanía inmarcesible, es
un redescubrimiento, una revelación que nunca cambia. Hablamos de un tercer nacimiento:
nacimiento biológico, nacimiento al dolor con la muerte de su madre y el nacimiento a la
colectividad, cada día es una nueva vida para ayudar al prójimo. Se interpela a otras personas y
aparecen otros personajes. Por otro lado, se repiten estructuras que funcionan a modo de estribillo
como «Hoy es la primera vez», «la presencia de la vida», «mi gozo viene de» y «Nunca, sino
ahora». «[…] La vida me ha dado ahora toda mi muerte», morir de tiempo es la muerte definitiva, si
me doy al hombre muero de una manera que me aporta vida. Hay una gradación in crescendo del
tono y de la expresividad del poema.

POEMAS HUMANOS

«Piedra negra sobre piedra blanca»


Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…
Juegos de la temporalidad, presentización del futuro en el presente, recuerda el tiempo futuro, lo
vemos claro en la estructura externa del poema, es un soneto. En los dos cuartetos vemos la
intuición de la muerte, habla en primera persona de su muerte, la recuerda en primera persona, y la
ruptura antes de los dos tercetos que supone un lapso temporal, en donde se habla de la muerte de
César Vallejo, ya no habla él, sino una tercera persona. En la última estrofa, se recolectan los
sustantivos que han apoyado a César Vallejo en la primera parte, uso de la diseminación-
recolección. El lenguaje coloquial, sencillo, aparecen tres estructuras lingüísticas: «y no me corro»,
«a la mala» y «le daban duro».

El título tiene significación, la más evidente es la lápida sobre la tumba, además, en Santiago de
Chuco, de donde es el poeta, se marcaban los entierros poniendo una piedra negra sobre una blanca.
En este poema está siendo testaferro de toda la humanidad, la piedra tiene el valor de la eternidad,
de la durabilidad, compromiso con el difunto que pretende ser recordado eternamente.

En España, la ideología marxista se afianza y aparece la teología de la liberación, que utiliza la


simbología de la guerra, por ejemplo, la figura del miliciano, a través de la iconografía cristiana
católica, para expresar que estos están hechos a imagen y semejanza de Dios. El hombre es un
símbolo, la obra trasciende toda ideología política. Tomar conciencia de la política por medio de la
poesía.

ESPAÑA APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ


«Masa»
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,


clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,


con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra


le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
Este poemario resume el paso de la poética de la soledad a la de la solidaridad, llevado al grado
máximo de las posibilidades expresivas y de la imaginación. El tema de este poema es también una
introducción en la muerte y en el tema de la resurrección posible, lo más importante es qué
sucedería si todos los hombres y mujeres de la tierra nos pusiéramos de acuerdo para conseguir
algo. El título, «Masa», también se relaciona con el marxismo.

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