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COMENTARIO DE LA SENTENCIA
DEL TRIBUNAL SUPREMO
DE 11 DE SEPTIEMBRE DE 2013 (5269/2013)
SUCESIONES
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5.2. Breve examen de las teorías que se han mantenido para determinar a
quién sucede el transmisario
hecho de entender que en el artículo 1006 del Código Civil se producen dos
pasos de bienes, en lugar de uno, por lo que las consecuencias derivadas de la
aceptación de la herencia del primer causante por parte de los transmisarios se
despliegan en la herencia del transmitente, en nada altera el ius delationis, ni
rompe la unidad orgánica y funcional del fenómeno sucesorio del causante de
la herencia. La verdadera alteración del ius delationis se produce con el cam-
bio de titularidad del mismo que supone una modificación en la identidad de
los herederos del primer causante.
Uno de los principales argumentos de los partidarios de la teoría de la
adquisición directa para sostener que los transmisarios, aceptada la herencia
del transmitente y ejercitado positivamente el ius delationis, suceden directa-
mente al primer causante, es el del efecto retroactivo de la aceptación de la
herencia, a que se refiere el artículo 989 del Código Civil, al momento de la
muerte del primer causante, sin pasar por tanto por la herencia del transmi-
tente. Pero, sin duda, éste también es uno de los principales obstáculos para la
defensa de la teoría, ya que existe la posibilidad de que el sucesor directo del
primer causante (transmisario) no exista a la muerte de éste.
No hay duda de que, cualquiera que sea la teoría que se siga de las expues-
tas, el transmitente ha de ser capaz para suceder al primer causante para que
se pueda producir, en palabras del Tribunal Supremo, el mero efecto transmi-
sivo del ius delationis y tampoco hay duda para la teoría moderna, de que el
transmisario ha de ser capaz, no sólo para aceptar la herencia del transmitente
como exigen los partidarios de la teoría clásica, sino también para aceptar la
del primer causante, requisito éste que, para su cumplimiento, exigiría la exis-
tencia de los transmisarios a la muerte de éste.
Sin embargo, el artículo 1006 del Código Civil sólo exige que los transmi-
sarios sean herederos del transmitente y, por tanto, que existan al fallecimien-
to de éste y no en el momento de la muerte del primer causante.
El Tribunal Supremo, reiterando el fundamento central de su doctrina,
indica que la inalterabilidad o subsistencia del ius delationis hace que, cum-
plidos ya los requisitos de capacidad sucesoria por el transmitente y, por tanto,
existiendo la posibilidad de transmitir el derecho, la capacidad necesaria de
los herederos transmisarios en la herencia del primer causante deber aprecia-
da cuando éstos acepten la herencia del fallecido transmitente.
Es decir, basta con que el transmisario exista al fallecer el transmitente
y sea capaz para sucederle para que, por ley, quede legitimado para ejercitar
el ius delationis y, si lo ejercita positivamente, para ser heredero directo del
primer causante, y todo ello con fundamento en la inalterabilidad o subsis-
tencia del ius delationis, que determina que no existan dos derechos a acep-
tar o repudiar la herencia, sino uno sólo que pasa del heredero transmitente
al heredero transmisario. El transmisario recibe respecto de la herencia del
primer causante la misma delación que el transmitente, pasando a ocupar en
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Los transmisarios han de ser capaces, como hemos visto, para suceder al
transmitente y al primer causante, y han de colacionar las donaciones recibi-
das del primer causante en su herencia y en la herencia del transmitente las
donaciones recibidas de éste. Se trata de dos sucesiones distintas de dos perso-
nas diferentes.
La sentencia del Tribunal Supremo no se pronuncia sobre las consecuen-
cias que su doctrina tiene para la protección de los legitimarios y acreedores
del transmitente. La verdad es que esta cuestión no fue objeto de litigio, pero
tampoco se planteó en él cuestión alguna sobre el momento de apreciar la
capacidad del transmisario que, sin embargo, el Tribunal creyó procedente
aclarar.
La Dirección General, aplicando la teoría clásica (resolución de 22 de oc-
tubre de 1999, entre otras) exigió para la inscripción de la partición de heren-
cia del primer causante, la intervención en ella del cónyuge viudo del transmi-
tente como heredero forzoso del mismo y partícipe, por ello, en la comunidad
hereditaria. Ello es así porque, en definitiva, según la Dirección General, el
transmisario se limita a ejercer el derecho del transmitente, de suerte que ha
de seguirse la misma consecuencia práctica que si hubiese sido él (transmiten-
te) quien lo hubiera ejercitado. Si el transmitente pudiera haber aceptado la
herencia del primer causante, los bienes que le corresponderían se integra-
rían en su propia herencia y su valor habría de tenerse en cuenta para fijar
la legítima del viudo, quien, por ello, tiene que intervenir en la partición del
primer causante como titular de la cuota legal usufructuaria en la herencia del
transmitente.
La Dirección General ha cambiado su doctrina en aplicación de la formu-
lada por el Tribunal Supremo.
El cónyuge viudo del transmitente, dice ahora, no ha de intervenir en la
partición de herencia del primer causante, salvo que sea nombrado heredero
del transmitente (resoluciones de la D.G.R.N. de 26 de marzo, 11 de junio y 6
de octubre de 2014, 2 de marzo y 9 de junio de 2015) En esta última resolución,
la Dirección General dice expresamente: “En las operaciones divisorias de la
herencia del primer causante, en la que concurra derecho de transmisión, no
es necesaria la intervención del cónyuge del transmitente y sí tan solo la de los
transmisarios. No es necesaria la intervención del cónyuge viudo del transmi-
tente, pues su condición de legitimario de éste sólo afecta a su herencia”.
Veamos ahora un supuesto práctico, que ya se ha dado en la realidad:
Una persona fallece casada con dos hijos a los que nombra herederos.
Uno de los hijos fallece con posterioridad al causante bajo testamento en
el que lega la legítima a su único hijo y nombra heredero universal a un ex-
traño. El heredero nombrado acepta la herencia del hijo del primer causante
fallecido (transmitente) y acepta la herencia del primer causante, y, por ello,
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5.5. Conclusión
El artículo 1006 del Código Civil evita la extinción del ius delationis no
ejercitado por el transmitente. Es la ley la que establece que, en este caso, pase
a los herederos del transmitente el mismo derecho que él tenía. La discusión
de si hay sucesión en el mismo derecho y, por tanto, de si el transmisario es
sucesor del transmitente o si sólo hay sucesión en la titularidad del derecho
que el transmisario ejercita en nombre propio sucediendo directamente al pri-
mer causante, ha dado origen a las dos teorías expuestas, defendidas las dos
por insignes juristas. Las consecuencias prácticas de adoptar una u otra son
importantes.
La sentencia del Tribunal Supremo abre, sin argumentos decisivos, varios
interrogantes que se solucionaban, en gran medida, aplicando la teoría clásica.
La doctrina del Tribunal Supremo puede producir la consecuencia de que no
se respete la voluntad del primer causante y que no queden debidamente pro-
tegidos los derechos de los legitimarios y de los acreedores del transmitente.
Parece prudente recomendar, a partir de esta sentencia, a quienes otor-
guen testamento con la idea clara de fijar el destino de sus bienes y sobre todo
la identidad de sus destinatarios, que no sólo hagan previsiones para el caso de
premoriencia, renuncia o incapacidad, sino también para el supuesto de post-
moriencia de uno de sus herederos.
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6. Bibliografía utilizada