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443-456
Leonardo
Carpaccio
leza muerta con cartas, construyen los capítulos de una visual y litera-
ria historia de amor. Todavía más, Carpaccio hace ver y leer un in-
sight, en parte asumido, en parte oculto, de cambios que se producían
en la estructura intrasubjetiva e intersubjetiva del amor en el Renaci-
miento. Un insight que el analista puede resignificar y construir en el
intento de historizar la estructura de la misteriosa obra de arte de
Carpaccio. En El caballero pinta la soledad de la conciencia disponible
para avanzar en lo desconocido. En El milagro de la Sta. Croce (L 6)
hace ver lo que la fe intenta ocultar: un milagro nunca realizado. En El
sueño de Úrsula la inscripción infantia, apenas visible, pareciera alu-
dir al origen infantil del destino trágico de la pasión amorosa. No es de
extrañar que Freud comprara reproducciones de Carpaccio durante el
viaje a Venecia de 1897.
En La visión de San Agustín (L 7) el santo es interrumpido mien-
tras escribe por la visión de San Jerónimo que le anuncia su muerte.
Carpaccio no pinta la visión, ilumina el cuarto y con la intensidad de la
luz que corta las sombras del piso ingresa un efecto luminoso de insight.
Carpaccio no cubre el centro despoblado con el barroquismo de un ima-
ginario que intenta representar lo irrepresentable. Tampoco pinta la
alucinación negativa. Más bien subordina la historia, la narración y el
hilo de los acontecimientos al momento en que lo que se pierde es ab-
sorbido por lo sensible de la experiencia estética y por la construcción
creativa de un concepto.
San Agustín escucha, ve algo inédito que corta la acción de escribir
y el texto queda en suspenso. El cuadro de la Scuola de San Giorgio de-
gli Schiovani tiene una intensidad tan formidable que poco podría
agregarse al efecto estético de esta transformación del vacío traumá-
tico y de la ausencia doliente del objeto en un vacío creativo, en un si-
lencio sublimado, en un concepto, una ausencia simbólica.
El sfumato, la enigmática sonrisa leonardesca, el espacio iluminado
de Carpaccio (habría que agregar a Durero y su Melancolía) emergen
en el lenguaje artístico como un insight del cambio psíquico a fines del
Renacimiento. En tiempos en que se borran certezas religiosas, el enigma
captura el deseo de desconocido del artista humanista.
Dijo J. L. Borges: “Nadie ignora que a Edipo lo interrogó la esfinge
tebana: ¿cuál es el animal que tiene cuatro patas al amanecer, dos al
mediodía y tres a la noche? Nadie tampoco ignora que Edipo resolvió
que se trataba del hombre… quién de nosotros no percibe inmediata-
mente que el desnudo concepto de hombre es inferior a la mágica pre-
gunta que deja entrever el temible animal”.
450 MARÍA CRISTINA MELGAR
gio que pintó en la cabeza de Goliat asesinado por un joven David que
lo mira reconcentrado, podemos atribuirle la fuerza creadora del genio
que logra crear sentido al sinsentido de la pasión destructiva que re-
pite el sinsentido del trauma. Más puntualmente, a esa energía que el
trauma deja libre, extralingüística y que la repetición intenta conte-
ner. Baco enfermo, San Jerónimo escribiendo y David con la cabeza de
Goliat son los cuadros con los que construí esta interpretación que in-
tenta no separar la vida del arte ni la capacidad del artista para mirar
en la propia obra al cuerpo injuriado, en peligro de vida, marcado por
duelos y traumas, las fantasías de castración y el melancólico conflicto
identificatorio actuado en la repetición.
Caravaggio introdujo los bodegones en la pintura europea. Frutas
tiernas, coloridas, apetecibles y frutas con heridas en la piel son seña-
les de putrefacción, muestran lo efímero del placer (L 15). Es probable
que transformara la angustia aterradora de castración y muerte de Mu-
chacho picado por una lagartija (L 16) y Medusa (L 17) en una metá-
fora del costado efímero de la condición humana.
Huérfano de padre, casi sin maestro, creó el nuevo pacto entre ima-
gen, acción y pasión, entre lo desconocido e irrepresentable y la con-
quista pictórica del espacio.
El claroscuro fue un cambio en la pintura que hace ver los cambios
en el pensamiento, en la percepción, en la conducta de los hombres y
en los enigmas de la época. Sin el deseo de conquistar el espacio, de sa-
tisfacer el hambre de aventuras y alcanzar a ver con nuevos objetos óp-
ticos lo que está más allá de una realidad visible, que son característi-
cas del Barroco, Caravaggio ¿hubiera creado la técnica con que iluminó
el insight artístico de los claroscuros de su vida, de su destino y de su
obra? En todo caso, la pintura de Caravaggio dejó testimonio de que no
hay cambios en el arte sin cambios revolucionarios en la técnica. Algo
que los psicoanalistas sabemos desde que Freud descubrió el incons-
ciente, desarrolló técnicas e inventó un método abierto a nuevas expe-
riencias, a nuevos enigmas y problemáticas del psicoanálisis.
Resumen
Summary
CHIAROSCURO, THE CREATIVE ILUMINATION OF ART
This work on lights and shadows in art and psychoanalysis states that a
new way of painting means a new way of thinking, feeling and acting. It es-
tablishes relationships among arts, sciences and technologies and considers
that a work of art acquires its sign and identity through subjectivity and the
author’s creative transformation of extra linguistic passions and enigmas as-
sociated with the uncertainties and mysteries of his time. Both artists and
scientists have insight of the changes that are taking place in the symbolic
structure and individual and social imaginary, however there are not revolu-
tionary changes without original inventions in the technique.
Psychoanalytical exploration of artistic techniques is at the core of the
text. The author offers meaningful relationships between the Copernican col-
lapse of certainty that linked religion to art and science and the invention of
chiaroscuro. She deals with some conceptions about trauma, mourning and
psychic creativity and the historic emergence of the individual as protagonist
of the hunger for knowledge and representatibility. Theoretical developments
are based on Leonardo da Vinci’s sfumato, the contrast of lights and shadows
in Carpaccio and Caravaggio’s chiaroscuro techniques.
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Bibliografía