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La curiosa historia de la fotografía ‘post mortem’

En los siglos XIX y XX se puso de moda la curiosa costumbre de fotografiar a los que habían
fallecido, con motivo de recordar a los que se quedaban en la Tierra como habían sido

Foto: Fuente: Oakenroad/ Flickr.

Fuente: Oakenroad/ Flickr.

Por Ada Nuño

19/08/2021 – 05:00

¡Di ‘patata’ que estás muerto! Por mucho que tratemos de acostumbrarnos a la idea de que
algún día dejaremos este mundo y nuestros huesos se convertirán en polvo y cenizas,
desapareceremos para siempre y no tendremos conciencia, no podemos. La muerte está
ligada irremediablemente a la vida, pero nos cuesta dejar a aquellos que se van antes que
nosotros y no podemos pensar en el vacío sin sentir miedo en el estómago.

Al fin y al cabo, lo que nos distingue de prácticamente todos los demás animales que habitan la
Tierra, es justamente esa constancia de que somos finitos. El hombre evolucionó cuando
comenzó a rendir honor a sus muertos, con la idea de no olvidarlos jamás y reunirse con ellos
en una hipotética próxima vida. En el Renacimiento los retratos de difuntos se conocían como
‘memento mori’ (‘recuerda que morirás’ en latín) El arte, que también nos distingue del resto
de animales y nos hace humanos, también ayudó a recordar a los que se marcharon: en el
Renacimiento los retratos de difuntos se conocían como ‘memento mori’ (‘recuerda que
morirás’ en latín). En contraposición a lo humano están los bodegones, que también nos
recuerdan que nada de lo que está en la Tierra es eterno.

Placeholder Flickr/oakenroad.

Flickr/oakenroad.

Y en relación con todo esto está la fotografía post-mortem, una práctica que quizá a día de hoy
puede sorprendernos: la de fotografiar a un fallecido reciente. La composición de retratos de
muertos, especialmente de religiosos y niños, se generalizó en Europa desde el siglo XVI, los
primeros porque consideraban que era una vanidad retratarse en vida, y en el caso de los
segundos se hacía para preservar su imagen pura. Curiosamente, aunque sabemos que los
faraones egipcios se momificaban o que en la Antigua Roma se fabricaban máscaras
mortuorias, las fotografías de muertos causan mucho más impacto, quizá porque son fallecidos
más cercanos a nosotros en el tiempo (el XIX y principios del XX fueron los siglos donde se dio
esta práctica), y los consideramos más humanos. Sea como fuere, fueron especialmente
populares en Europa y algunas zonas de América Latina. Los retratos mortuorios se hacían de
distintas maneras, o bien fingiendo estar vivo (se les fotografiaba con los ojos abiertos),
simulando estar dormido (por lo general se hacía con los niños, como si fueran a despertar de
un dulce sueño) o sin simular nada, en el lecho de muerte o el féretro. Conforme avanzaba el
tiempo, las prácticas mejoraron y algunas fueron cercanas incluso al fotoperiodismo. Los
retratos mortuorios se hacían de distintas maneras, fingiendo estar vivo (se fotografiaba con
los ojos abiertos), simulando estar dormido… La primera de las fotografías de este tipo está
fechada en agosto de 1839, con la aparición del daguerrotipo, inventado en París por Louis
Daguerre. Sirvió para democratizar la fotografía, pues los retratos habían sido históricamente
‘cosa de ricos’ y con su invento las familias con menos recursos pudieron también inmortalizar
sus imágenes.

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