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Laboratorio Interdisciplinario

Redes Sociales y Condiciones de Vida:


Las organizaciones sociales en acción

Ficha de lectura Nº 1

La problemática de la Región Metropolitana


de Buenos Aires (RMBA)

La primera versión de esta ficha fue realizada por Ana Luz Abramovich y Marisa
Fournier en el 2005. Se incorporaron al trabajo de actualización en sucesivas
versiones Carolina Barnes, Lorena Bottaro, Victoria Deux y Gonzalo Vázquez.
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Laboratorio “Redes sociales y condiciones de vida: las organizaciones sociales en acción”

Introducción

La intención de esta primera ficha de trabajo en el marco del Laboratorio Interdisciplinario Redes
Sociales y Condiciones de Vida: “Las organizaciones sociales en acción” es mostrar ciertos rasgos
históricos y actuales que permiten caracterizar a la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) y
presentar algunas de las problemáticas centrales que afectan a sus habitantes. Esto nos ayudará a
contextualizar el espacio de acción de las organizaciones sociales con las que vamos a trabajar en
esta materia.

Estas organizaciones tienen su campo de acción en Partidos cercanos a la Universidad (Malvinas


Argentinas, José C. Paz, San Miguel, Tigre, Moreno, Hurlingham, Morón, entre otros). Todos estos
partidos comparten características comunes entre ellos y con los demás partidos que conforman la
RMBA.

1. La Región Metropolitana de Buenos Aires: definición conceptual y operativa

Siguiendo a Kralich (1995) definimos la RMBA usando un criterio basado en los movimientos que
diariamente realizan las personas para satisfacer sus necesidades, principalmente laborales, pero
también educativas, de salud y de consumo, que guardan a su vez cierta correspondencia con la
estructura de transporte de la región.

Esta clasificación incluye 46 partidos, siendo su límite exterior aquellos en los que se encuentran las
cabeceras de las líneas de ferrocarril y de transporte automotor de pasajeros que llegan a la ciudad
de Buenos Aires. Desde esta perspectiva la RMBA está conformada por:

a) El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que comprende a la Ciudad Autónoma de


Buenos Aires (CABA) y a los 24 partidos del agregado denominado Gran Buenos Aires (GBA),
también usualmente conocido como Conurbano Bonaerense, y

b) Otros partidos de la provincia de Buenos Aires ubicados fuera del AMBA, pero que tienen
fuertes interrelaciones con el resto de la metrópoli.

Por lo tanto, la RMBA en esta definición está constituida por los siguientes partidos (en orden
alfabético): Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Berisso, Brandsen, Campana, Cañuelas,
Ensenada, Escobar, Esteban Echeverría, Ezeiza, Exaltación de la Cruz, Florencio Varela, Gral. Las
Heras, Gral. Rodríguez, Gral. San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz, La Matanza, La Plata,
Lanús, Lobos, Lomas de Zamora, Luján, Marcos Paz, Malvinas Argentinas, Mercedes, Merlo, Moreno,
Morón, Navarro, Pilar, Pte. Perón, Quilmes, San Fernando, San Isidro, San Miguel, San Vicente, Tigre,
Tres de Febrero, Vicente López y Zárate3 (Kralich, 1995).

La RMBA concentra así en algo más de 18.000 km2 (el 0,7% del territorio argentino) a más de un
tercio (37,4%) de la población del país (aproximadamente 14,8 millones de habitantes), así como una
gran parte del Producto Bruto Interno (PBI) y del empleo industrial.

3
Entre 1993 y 1994 se dividieron tres partidos del Gran Buenos Aires: General Sarmiento se subdividió en José
C. Paz, Malvinas Argentinas y San Miguel; Morón se subdividió en Hurlingham, Ituzaingó y Morón; y Esteban
Echeverría, se subdividió en Ezeiza y Esteban Echeverría. Además, se creó el nuevo partido de Pte. Perón
comprendiendo parte del territorio de San Vicente, Esteban Echeverría y Florencio Varela.
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A grandes rasgos, el proceso de urbanización de la RMBA se caracteriza por un movimiento


progresivo de crecimiento poblacional que va desde el centro hacia la periferia, movimiento que
estuvo ligado al trazado de las redes de transporte ferroviario y de transporte automotor que
oficiaron de “soporte tecnológico” para la localización de la población que habita la región y su
movilidad territorial. El resultado de la urbanización de la RMBA se traduce en una configuración
“tentacular” (en forma de tentáculos que van del centro hacia fuera) que presenta áreas de diversa
densidad de población; de niveles marcadamente heterogéneos de infraestructura urbana y de redes
de servicios públicos (agua, cloacas, gas, teléfono, etc. con provisión y cobertura más consolidada en
el centro y más precaria o fragmentada en las periferias); y de gran desigualdad en las condiciones
socioeconómicas predominantes en sus habitantes.

La centralidad y relevancia (demográfica, socio-política, económica, cultural) de la RMBA como tal en


el contexto nacional ha sido fruto de un largo proceso histórico. Proceso de urbanización y
complejización de la trama urbana que, como veremos, se liga directamente con los diferentes
modelos de desarrollo por los cuales atravesó nuestro país. Dado que las organizaciones sociales con
las que trabajaremos están ubicadas en el Conurbano Bonaerense nos concentraremos en la
caracterización de dicho espacio territorial, teniendo en cuenta que existen importantes diferencias
hacia adentro de los partidos que conforman este territorio.

Para la construcción de datos estadísticos el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), utiliza el
concepto de AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), que incluye a la Ciudad Autónoma de Buenos
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Aires (CABA) y a 24 partidos del Gran Buenos Aires (GBA). Es decir, de los partidos incluidos en nuestra
definición de la RMBA, entran sólo aquellos espacialmente más cercanos a la CABA. Los datos estadísticos
con los que trabajaremos sólo describen la situación de este conjunto de partidos.

A continuación presentamos algunos datos que permiten observar la magnitud del AMBA en términos de
habitantes y también cómo se distribuyen éstos entre los diferentes partidos, su distribución según
género y por edades y algunas características de la conformación de los hogares.

Cuadro 1. Población censada en 1991, 2001 y 2010 y variación inter-censal.


Ciudad de Buenos Aires y 24 Partidos del Gran Buenos Aires.

Partido Población Variación Variación


1991-2001 2001-2010
1991 2001 2010 % %
Ciudad de Buenos Aires 2.965.403 2.776.138 2.891.082 -6% 4%
24 Partidos del Gran
7.952.624 8.684.437 9.910.282 9% 14%
Buenos Aires
Almirante Brown 450.698 515.556 555.731 14% 8%
Avellaneda 344.991 328.980 340.985 -5% 4%
Berazategui 244.929 287.913 320.224 18% 11%
Esteban Echeverría (1) 198.335 243.974 298.814 23% 22%
Ezeiza (2) 75.298 118.807 160.219 58% 35%
Florencio Varela (3) 254.940 348.970 423.992 37% 21%
General San Martín 406.809 403.107 422.830 -1% 5%
Hurlingham (4) 166.935 172.245 176.505 3% 2%
Ituzaingó (5) 142.317 158.121 168.419 11% 7%
José C. Paz (6) 186.681 230.208 263.094 23% 14%
La Matanza 1.121.298 1.255.288 1.772.130 12% 41%
Lanús 468.561 453.082 453.500 -3% 0%
Lomas de Zamora 574.330 591.345 613.192 3% 4%
Malvinas Argentinas (7) 239.113 290.691 321.833 22% 11%
Merlo 390.858 469.985 524.207 20% 12%
Moreno 287.715 380.503 462.242 32% 21%
Morón (8) 334.301 309.380 319.934 -7% 3%
Quilmes 511.234 518.788 580.829 1% 12%
San Fernando 144.763 151.131 163.462 4% 8%
San Isidro 299.023 291.505 291.608 -3% 0%
San Miguel (9) 212.692 253.086 281.120 19% 11%
Tigre 257.922 301.223 380.709 17% 26%
Tres de Febrero 349.376 336.467 343.774 -4% 2%
Vicente López 289.505 274.082 270.929 -5% -1%
Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población y Vivienda 1991 y Censo Nacional, de Población, Hogares y Viviendas 2001, Censo Nacional de
Población, Hogares y Viviendas 2010. Nota: con el fin de posibilitar la comparación entre los Censos 1991 y 2001, los datos que
corresponden al año 1991 fueron reprocesados según la división político – administrativa vigente al año 2001.

(1) Partido cuya superficie ha sido modificada, cede tierras a los partidos de Cañuelas y San Vicente y para la creación de los partidos de
Ezeiza y Presidente Perón. Leyes provinciales 11.550 del 20/10/1994 y 11.480 del 25/11/1993. (2) Se crea con tierras del partido de Esteban
Echeverría. Ley provincial 11.550 del 20/10/1994. (3) Partido cuya superficie ha sido modificada, cede tierras para la creación del partido
de Presidente Perón. Ley provincial 11.480 del 25/11/1993. (4) Se crea con tierras del partido de Morón. Ley provincial 11.610 del
28/12/1994. (5) Se crea con tierras del partido de Morón. Ley provincial 11.610 del 28/12/1994. (6) Se crea con tierras del partido de
General Sarmiento. Ley provincial 11.551 del 20/10/1994. (7) Se crea con tierras del partido de General Sarmiento e incorpora un sector
del partido de Pilar. Ley provincial 11.551 del 20/10/1994. (8) Partido cuya superficie ha sido modificada, cede tierras para la creación de
los partidos de Hurlingham e Ituzaingó. Ley provincial 11.610 del 28/12/1994. (9) Se crea con tierras del partido de General Sarmiento. Ley
provincial 11.551 del 20/10/1994.
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De los datos del Cuadro 1, los invitamos a analizar específicamente cómo ha crecido la población de
los partidos de la zona cercana a la UNGS, en mayor proporción que la población para el total del
AMBA e incluso del GBA.

Algunos datos más acerca de la evolución de la población del conurbano entre 1991, 2001 y 2010
(ver Cuadro 2) nos muestran el “ensanchamiento” de la pirámide poblacional, es decir la disminución
del porcentaje de población en los segmentos de menor y mayor edad y el crecimiento en los de
edades medias. Otro dato interesante es el cambio en las jefaturas de hogar masculinas y femeninas.
También es significativa la disminución de los tamaños de los hogares, ya que son cada vez menos
frecuentes los hogares numerosos y más frecuentes los hogares unipersonales.

Cuadro 2. Indicadores demográficos de los partidos del GBA 1991-2001-2010

1991 2001 2010


Género
Varones 47.9 48.9 48,6
Mujeres 52.1 51.1 51,4
Grupos de edad
0-9 19.0 17.6 16.7
10-19 20.0 18.1 16.9
20-29 13.8 16.4 16.3
30-39 13.0 13.1 14.7
40-49 12.3 12.5 11.5
50-59 8.9 9.9 9.9
61-69 7.7 6.2 7.3
70 y más 5.4 6.2 6.8
Jefes de hogar
Varones 81.1 75.8 65,7
Mujeres 18.9 24.2 34,3
Tamaño del hogar
Unipersonal 10.0 12.8 14,8
1 a 4 personas 59.8 59.9 62,2
5 y más personas 30.2 27.3 23,0

Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 1991, 2001 y 2010

Analicemos ahora los indicadores de población en situación de pobreza e indigencia. ¿Qué podemos
decir acerca de las diferencias existentes hacia adentro del AMBA?

Cuadro 3. Personas en situación de Pobreza e Indigencia en áreas geográficas seleccionadas


(1º semestre de 2013)

% de personas
Área Geográfica Pobres Indigentes
Total 31 aglomerados urbanos (país) 4,7 1,4
Aglomerados urbanos del interior 3,6 1,3
Área Metropolitana de Bs. Aires 4,7 1,6
Ciudad de Buenos Aires 2,4 1,1
Partidos del GBA 5,4 1,7

Fuente: EPH- INDEC


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Si analizamos por separado los datos de los Partidos del GBA, podemos comprobar cómo la situación
es peor que en el resto de los aglomerados urbanos del país, y especialmente diferente de las cifras
de la CABA. Gráficamente se ve aún más claro…

Gráfico 1. Indicadores de pobreza en distintos aglomerados urbanos (1º semestre de 2013)

6 6
5 5
4 4
3 3
2 2
1 1
0 0
Total 31 Aglomerados Área
Área
aglomerados del interior Metropolitana de Bs.
Metropolitana de Ciudad de Buenos Partidos del GBA
urbanos Aires
Bs. Aires Aires

Fuente: EPH, INDEC


Cabe aclarar que en 2016 el INDEC ha realizado nuevas estimaciones sobre Pobreza (con importantes
cambios metodológicos) que estiman que en el AMBA habría un 30,9% de las personas debajo de la
línea de pobreza, pero lamentablemente dicho estudio no distingue entre la población de la CABA y
los partidos del GBA.
Para ofrecer otros indicadores que muestran las enormes diferencias entre CABA y GBA, podemos
analizar los siguientes datos de 2016 sobre Desocupación y empleo no registrado:

Cuadro 4. Tasa de desocupación y tasa de empleo no registrado, en Ciudad


Autónoma de Buenos Aires y en 24 Partidos del Conurbano Bonaerense.
2do trimestre 2016

Tasa de desocupación Tasa de empleo no registrado


Conurbano C.A.B.A Conurbano C.A.B.A
11,2% 8,5% 38,0% 19,6%

Fuente: Observatorio del Conurbano (ICO-UNGS) en base a datos de la Encuesta Permanente de


Hogares (INDEC)

En estos datos nuevamente se observan que los problemas de empleo se manifiestan con mucha
mayor gravedad en el Conurbano que en el centro de la RMBA.

Para seguir caracterizando la RMBA y en particular al Conurbano, les sugerimos que visiten el sitio
web del “Observatorio del Conurbano” que construimos en el ICO/UNGS, y exploren los diversos
indicadores e informaciones que allí se ofrecen. http://observatorioconurbano.ungs.edu.ar/

2. El proceso histórico de conformación de la RMBA y su relación con los modelos de desarrollo

Las organizaciones sociales desarrollan sus acciones en un determinado territorio que presenta un
conjunto de problemas sociales (económicos, culturales, políticos) que se construyen históricamente.
Nuestra hipótesis al respecto es que existe una estrecha vinculación entre dichos problemas sociales
y los modelos o etapas del desarrollo que atravesaron a nuestro país, que a su vez se expresaron en
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un determinado desarrollo territorial de la RMBA. En otras palabras, un determinado modelo de


desarrollo construye un cierto tipo de ciudad, en la cual se producen un conjunto de problemas
sociales que impulsan el accionar de diverso tipo de organizaciones sociales.

Para la periodización del proceso de conformación de la RMBA nos basamos en los desarrollos de
Calello (2000) y Torres (1993). El primer autor construye una periodización distinguiendo cuatro
etapas clave que se encuentran en íntima relación con los modelos de desarrollo predominantes. El
segundo realiza un análisis minucioso acerca de cómo el desarrollo metropolitano se vio afectado por
los grandes cambios económicos, políticos y demográficos, centrando su atención en la ciudad de
Buenos Aires y los distritos que la circundan. Desde este enfoque Torres arriba a la construcción del
“Mapa Social de Buenos Aires” entre 1940 y 1990. La lectura articulada de ambos textos y el análisis
de los datos socio-espaciales y económicos de la RMBA inspiran la construcción de una tipología de
ciudad o metrópoli que guarda íntima relación con los cambios en los modelos de desarrollo que
signaron el proceso.

Para referirnos a los modelos de desarrollo que tuvieron lugar en nuestro país les sugerimos revisar
el texto “Introducción a los modelos de desarrollo en la Argentina” de los docentes Ana Luz
Abramovich y Gonzalo Vázquez, publicado en el libro de la materia Problemas Socioeconómicos
Contemporáneos (PSEC). Allí se adopta un esquema analítico que plantea que desde 1880 hasta la
actualidad en la Argentina se fueron sucediendo diferentes “modelos de desarrollo”1: entre 1880-
1930 se impulsó claramente un Modelo Agroexportador (MAE), seguido por un modelo de
Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI) que fue impulsado claramente desde 1945 e
interrumpido drásticamente por la Dictadura de 1976, que sentó las bases para establecer el Modelo
Neoliberal que se profundizó en los noventa y estalló en diciembre de 2001. Si bien entre 2003 y
2015 durante los gobiernos kirchneristas se impulsaron una gran cantidad de políticas públicas con
una orientación diferente y en muchos casos contraria al neoliberalismo, el gobierno de Macri ha
vuelto a retomar el programa neoliberal con gran intensidad desde diciembre de 2015.

Entonces, articulando estos elementos, nuestra hipótesis es que podemos establecer que a cada
modelo de desarrollo le corresponde un tipo de ciudad particular:
a) la ciudad aristocrática (1880- 1940)
b) la ciudad de masas (1940-1975)
c) la ciudad fragmentada (1976 en adelante)

a) La ciudad aristocrática (1880- 1940)

En este período se sientan las bases para la construcción de la metrópoli que tendrá a la
ciudad/puerto de Buenos Aires como el centro económico, financiero y administrativo más dinámico
a nivel país. El modelo agroexportador liderado por la oligarquía terrateniente y acompañado por la
elite gobernante se basó en la producción agrícola ganadera (en la Pampa Húmeda y el Litoral)
destinada, fundamentalmente a la exportación hacia Europa.

1
Hablamos de modelo de desarrollo para referirnos a un determinado momento histórico de un país, en el que
se configuran de manera relacionada: a) un patrón o régimen de acumulación dominante, que marca el
funcionamiento de las actividades y los actores económicos; b) un conjunto de relaciones políticas y de poder
entre diversos grupos/bloques de intereses; c) una forma de intervención del Estado; d) una estructura social y
e) unas normas culturales en la sociedad; f) en el marco de un particular contexto mundial en el que nuestro
país está inserto. (Abramovich y Vázquez, 2012)
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La condición de puerto de la ciudad de Buenos Aires y las posibilidades de comercialización de


productos agropecuarios que ofrecía el mercado mundial indujo al tendido de las vías del ferrocarril
que, partiendo desde el puerto, posibilitaban el traslado de los bienes destinados a la exportación.
Los ferrocarriles oficiaron de instrumento clave para la posterior expansión de la ciudad emergente.

Otra de sus características distintivas fue que la oligarquía terrateniente se asentaba en la ciudad,
cuestión que se expresó en la construcción de grandes mansiones, petit hotel y otros edificios
públicos ostentosos que imitaban la estética edilicia europea (Romero, 2004).

En forma concomitante, el dinamismo económico de la ciudad y la promoción de la migración por


parte de los países europeos y del Estado nacional recientemente consolidado, atrajo a millones de
inmigrantes europeos, individuos y familias que llegaron a superar en número a la población nativa,
que se instalaban en inquilinatos, bodegones y conventillos en búsqueda de la prosperidad
económica y el ascenso social que la Europa de aquel entonces no podía garantizar. Así el mapa
social de Buenos Aires mostraba “una ciudad que había crecido en los primeros años del siglo
acompañada por la inescapable presencia de enclaves proletarios en pleno centro” [J.C. Torres
(1983) citado en Horacio Torres (1993:10)].

El modelo agroexportador acentuó el desarrollo centralizado en la ciudad-puerto que extendió su


tejido urbano de 24 Km2 en 1880, a 85 Km2 en 1895, concentrando el 20% de la población del país.
Ya en el siglo XX, la inmigración europea (iniciada en el siglo anterior) incrementó la población
metropolitana (que concentraba el 26% de la población de todo el país en 1914) y contribuyó a la
expansión territorial y la consolidación del tejido urbano; la superficie urbanizada llegó a los 640 Km2
en 1940 (Festa, 1998).2

En este marco, junto a las actividades económicas directamente vinculadas con la construcción de la
infraestructura y el sistema de servicios urbanos necesarios para la exportación de bienes
agropecuarios (ferrocarriles, sistema financiero, sistema administrativo, etc.) comienza a
desarrollarse la producción artesanal y comercial que exigía el funcionamiento interno de la
metrópoli en construcción. No obstante, la calidad de vida de los sectores populares urbanos era
altamente precaria. El 60 % de las familias obreras de Capital vivían hacinadas a razón de una familia
por cuarto3. La alta precariedad habitacional que padecía la clase obrera en este período, lejos estaba
de circunscribirse a la cuestión de la vivienda. La precariedad se extendía a los diferentes aspectos de
la vida urbana: salud, educación, servicios sanitarios, empleo, salarios, etc. Esta cadena de carencias
debían ser afrontadas sin ayuda estatal sistemática e integral. Situación de desamparo estructural en
una ciudad emergente y urbanizada a ritmos acelerados que generó la autoorganización de la
población en asociaciones de ayuda mutua nucleadas a partir de intereses y necesidades comunes4.

b) La ciudad de masas (1940-1975)

Durante la década de 1930/40, bajo los efectos de la guerra mundial, se produce una transformación
en los términos de intercambio a nivel internacional y se asiste a la finalización del modelo

2
Citado en: Miraglia, Herrero, Cassano (2003) Informe preliminar del Partido de Ituzaingó, Laboratorio
Diagnóstico ambiental. ICO-UNGS
3
El dato fue extraído del libro Resistencia e Integración, escrito por el historiador británico Daniel James. Ver:
Daniel James: James, D (1988) Resistencia e Integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-
1976. Sudamericana, Buenos Aires
4
Para un estudio en profundidad de las organizaciones sociales que surgieron en este período ver: Romero, L,
A (2002) y Sabato, H (2002)
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agroexportador, resistida por la oligarquía terrateniente a lo largo de la década infame de 1930. De


este modo se pasa de un modelo de desarrollo basado en la exportación de bienes primarios y la
importación de bienes manufacturados a otro modelo cuyo eje será puesto en la sustitución de
importaciones a partir del desarrollo de una economía industrial orientada a satisfacer las
necesidades del mercado interno.

El acelerado crecimiento industrial (entre 1944 y 1948 la producción industrial aumentó un 40%) fue
dando forma a un “nuevo mapa social de la metrópoli”, siendo la clase trabajadora la que irá
poblando y expandiendo la ciudad hacia la periferia urbana. Horacio Torres califica a este período de
suburbanización, que va de 1940 a 1960 como “un movimiento popular hacia la periferia,
protagonizado fundamentalmente por los trabajadores urbanos” (1993:7). Asimismo el origen de
estos trabajadores cambia sustancialmente respecto del modelo anterior: los nuevos allegados a la
ciudad no eran ya inmigrantes europeos, sino que, en su gran mayoría, provenían del interior del
país.

Esta explosión urbana fue acompañada por una decidida intervención estatal en los ejes centrales
que hicieron al desarrollo de la “ciudad de masas”. En la década de 1940 se nacionalizaron los
ferrocarriles, los servicios de teléfono, luz, gas y seguros, el banco central y el puerto; se creó el IAPI
(organismo estatal encargado de comercializar la producción primaria y redirigir la renta agraria
hacia la industria local) y se sancionaron una serie de leyes de protección del trabajo que mejoraron
significativamente la calidad de vida de la clase obrera5.

Motivados por la oferta de lotes económicos, la existencia de créditos subsidiados para la compra de
terrenos y construcción de viviendas y la red de servicios de transporte ferrocarril y automotor
subsidiados por el Estado, los trabajadores se asentaron en la periferia, adquiriendo en muchos casos
la “casa propia”6. Sin embargo este proceso de sub-urbanización no fue acompañado por la necesaria
extensión de servicios de infraestructura básicos tales como pavimento, telefonía, agua, cloacas, etc.
La falta de planificación estatal en este punto es caracterizado como “urbanización salvaje” por
Horacio Torres (1993). La densidad de población, de infraestructura urbana y de dotación de
servicios decrecían desde los ejes centrales (marcados fundamentalmente por las redes de
transporte ferrocarril) hacia los espacios intersticiales (situación que aún no ha sido modificada
totalmente) (Calello, 2000).

Hacia 1960 el 60% de la industria nacional se concentraba en la RMBA, espacio en el que vivían
6.700.000 personas, es decir el 30 % de la población total del país. El crecimiento demográfico en la
RMBA se dio en un contexto de fuerte desarrollo industrial, casi pleno empleo y una situación socio-
política basada en la alianza entre los trabajadores sindicalizados7, el Estado y la burguesía local,

5
Entre 1940 y 1948 el ingreso de los trabajadores creció del 30 al 50%. Palomino, H; Schvarzer, J.(1996) “El
mercado de trabajo en la Argentina. Del pleno empleo al colapso” En: Encrucijadas. Revista de la Universidad
Nacional de Buenos Aires. Año II, Nº 4, mayo. Asimismo este proceso fue acompañado por una fuerte
sindicalización obrera y la firma de nuevos convenios colectivos de trabajo que regulaban la relación entre las
empresas y los trabajadores (escalas salariales, condiciones y jornada laboral; como así también vacaciones
pagas, licencia por enfermedad, licencia por maternidad, entre otras).
6
Entre 1940 y 1960 el mercado de alquileres es desplazado por la propiedad de la vivienda como forma
predominante de tenencia residencial. En Gran Buenos Aires se pasa de 43.3% de propietarios en 1947 a un
67.2 en 1960. En la Capital Federal el incremento de propietarios es más espectacular se pasa del 17 % al 45,6
%. (Torres, 1993).
7
Hacia 1950 más del 40% de los asalariados del país estaba afiliado a una central sindical. Ver: Palomino, H;
Schvarzer, J. (1996) “El mercado de trabajo en la Argentina. Del pleno empleo al colapso” En: Encrucijadas.
Revista de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Año II, Nº 4, mayo.
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alianza que se irá debilitando en la medida en la que el modelo de sustitución de importaciones y la


política del Estado peronista como agente central en la distribución del ingreso a favor de los
trabajadores comienza a mostrar signos de resquebrajamiento. Este proceso, que se inicia a
mediados de los 50, es puesto en crisis por razones diversas, entre las que se destacan las pujas
distributivas entre sectores y los conflictos políticos que habían generado.

La conformación de la región adopta formas particulares: en la periferia los protagonistas son los
sectores de menores ingresos, mientras que la clase media se radica principalmente en la Capital
(Torres, 1993). Se trata de una ciudad de masas tendiente a la integración social de las mayorías en
un marco de desigualdad estructural no superada.

Marginalmente, a partir de los ‘40 empiezan a instalarse algunos asentamientos informales o “villas
miseria” por parte de trabajadores con relaciones laborales precarias e inestables que por esta razón
quedaban fuera del mercado inmobiliario formal. Estos asentamientos marginales, se ubicarán tanto
en pequeños enclaves de Capital Federal como en el Gran Buenos Aires.

En definitiva, al amparo del modelo de sustitución de importaciones (en sus versiones populista
(1945/1955) y desarrollista (1955/1975)8, la RMBA se extendió de la ciudad capital hacia el
Conurbano Bonaerense, dando lugar un mapa social erigido sobre una compleja articulación de
actores sociales entre los que se destacan la burguesía industrial, la clase trabajadora organizada y el
Estado.

c) La ciudad fragmentada (1976 en adelante)

La Dictadura 76-83 como punto de quiebre

El golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 buscó ponerle fin al modelo de industrialización y al
tipo de sociedad que ese modelo estaba construyendo. Los acontecimientos de esa época fueron
denominados de varias maneras por diversos historiadores, economistas y sociólogos: “Proceso de
Transformación destructiva” (Barbeito y Lo Vuolo, 1993), de “Ajuste caótico” (Palomino, Schvarzer,
1996), de “Revancha oligárquica” (Azpiazu et al, 1998), entre otros. Todas estas denominaciones
hacen referencia a cambios estructurales que se generaron en ese momento, transformaciones que
implicaron un vuelco total con respecto al modelo de desarrollo anterior.

Según Azpiazu, Basualdo y Khavise (1998) la Dictadura 76-83 tuvo por objetivo “refundar
estructuralmente la sociedad argentina, tanto en términos económico-sociales, como políticos,
consolidando un nuevo proyecto dominante”. Las cinco dimensiones centrales de cambio estructural
consistieron en: a) el predominio del capital financiero por sobre el productivo, b) un proceso de
concentración y desindustrialización del aparato productivo; c) un avance de la terciarización de la

8
El modelo de sustitución de importaciones que lideró el proceso de desarrollo entre 1940 y mediados de los
´70, puede, a su vez ser dividido en dos fases: a) Nacional/popular: liderada por el capital industrial nacional,
dirigida al mercado interno. Esta etapa fue promovida por el Estado peronista que actuaba promoviendo la
pequeña y mediana empresa, a la vez que garantizando los mecanismos legales para la distribución de ingreso
a favor de los trabajadores asalariados); b) Desarrollista: Liderada por el desarrollo de la industria pesada y de
producción de bienes durables. Comienzan las inversiones extranjeras. Se proscribe el peronismo y comienza
un puja entre el capital y el trabajo, tensión que se sostiene hasta el golpe de Estado de 1976. Asimismo a
partir del debilitamiento del modelo nacional popular comienzan a desmantelarse las políticas de subsidio que
caracterizaron al gobierno peronista. Maristella Svampa; Danilo Martucelli (1997). La plaza vacía. Las
transformaciones de peronismo. Bs. As., Losada, Buenos Aires .
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economía (predominio del sector servicios); d) un inusitado control y disciplinamiento social; y e) la


redefinición y reorientación del rol del Estado9.

En términos socioeconómicos los rasgos centrales del nuevo modelo fueron la concentración
económica, el incremento de la pobreza urbana y su traducción en desigualdades sociales crecientes.
Los grupos económicos beneficiados fueron tanto grandes grupos nacionales como empresas
transnacionales. En la visión de Azpiazu et al (1998), lo que se produjo fue una desindustrialización
selectiva, acompañada por una política de cambio de la localización de la actividad industrial por
fuera de la RMBA. El nuevo mapa tendrá como polos dinámicos de la acumulación a las grandes
corporaciones en detrimento de las pequeñas y medianas empresas. Las principales actividades
productivas serán la producción manufacturera de bienes derivados de actividades extractivas
(petróleo, minerales, etc.) y de bienes de origen agropecuario.

La mencionada concentración económica en pocas manos implicó una permanente redistribución de


ingresos desde los asalariados hacia los capitalistas favoreciendo a los que dominaban los flujos
financieros. Los principales mecanismos utilizados para efectivizar dicha redistribución durante el
gobierno militar fueron: la caída del salario real (inflación + congelamiento salarial), el deterioro de
las condiciones de trabajo (flexibilización, extensión de la jornada, precarización, etc.), el estímulo a
la especulación financiera, la desinversión por parte del Estado en bienes y servicios de consumo
masivo, particularmente aquellos destinados a los sectores de bajos ingresos (educación, salud,
vivienda) y un endeudamiento externo sin precedentes. Claro está que estas transformaciones
fueron posibles en un escenario en el que la acción sindical y política estaban prohibidas y eran
brutalmente reprimidas, a la vez que se había extendido un sistema de control planificado en todos
los niveles que hacen a la vida cotidiana y pública.

Durante la dictadura 76-83 el Estado disminuye sus acciones y responsabilidades en rubros de


bienestar social: salud, educación, acción social, cultura, etc. Ello supuso la destrucción de complejos
circuitos de subsidio a la vida urbana que se habían ido tejiendo a través de sucesivas intervenciones
del Estado frente a las demandas de fuerzas sociales. El resultado fue un encarecimiento de la vida
en la ciudad y una honda alteración en la configuración del modo de vida de los sectores urbanos.

Los villeros fueron expulsados de la Capital Federal por una gestión municipal autoritaria, centrada
en una visión elitista y especulativa del espacio urbano. Los inquilinos asistieron a la finalización de
las políticas de vivienda subsidiada, al mismo tiempo que los planes de vivienda otorgados por el
Estado casi desaparecieron. El legado de esta política en el Gran Buenos Aires es extremadamente
grave y se refleja sobre todo en los rubros de vivienda, hacinamiento y en la falta de infraestructura
urbana que sufren los sectores populares desplazados hacia la periferia (Bombal, 1988).

El impacto en la RMBA en los años posteriores

La RMBA sufre el impacto de estas transformaciones. Finalizado el modelo de sustitución de


importaciones se detiene el crecimiento poblacional de la CABA en los 70 y decrece en los 90. En un
contexto de estabilización demográfica y deterioro creciente en la calidad de vida de las mayorías, se
producen cambios y reacomodamientos significativos en la ciudad. Básicamente se trata de: a) la

9
El gobierno militar disciplinó a los sectores populares, no solo a través de medidas tendientes a debilitar su
situación económica (procesos inflacionarios crecientes en un marco de congelamiento salarial), sino
fundamentalmente a través del uso de la violencia física, el robo y la desaparición de personas. Según los datos
de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) creada con la recuperación democrática
el 47,8 % de los desaparecidos eran Obreros y empleados y el 31,7 % Profesionales y estudiantes. Ver Nunca
Más, informe CONADEP, 1984.
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formación de nuevos asentamientos populares en el segundo cordón (partidos más alejados de la


Capital) que comienzan a desarrollarse a principios de los años ´80 en la zona sur del Gran Buenos
Aires (Quilmes- San Francisco Solano, entre otros) y a mediados de la misma década en los partidos
de la zona oeste del Gran Buenos Aires (La Matanza-General Sarmiento, entre otros); b) se produce
hacia fines de los ´80 el inicio de la expansión de barrios cerrados o countries, tendencia que se
profundizará en la década del ´90; c) y crecen y se densifican las villas en la Capital.

Si bien en términos generales el ritmo de urbanización de la metrópoli tiende a decrecer, en su


interior se producen nuevos desplazamientos que van del centro a la periferia (decrecimiento de la
población asentada en Capital y leve crecimiento en los distritos más alejados del centro). Lo típico
de la suburbanización en este período es su carácter diferencial en función de las condiciones socio
económicas de los nuevos habitantes de la periferia: por un lado, algunos sectores de mayores
ingresos pertenecientes a las clases altas y medias–altas comienzan a asentarse en barrios cerrados
(con sistemas privados de seguridad y servicios y espacios de recreación común para sus miembros);
por otro lado, algunos sectores de ingresos bajos pertenecientes a los sectores populares que en
décadas anteriores no habían tenido acceso al terreno y vivienda propia o que vivían en situaciones
habitacionales muy precarias comienzan a organizarse para la toma colectiva de tierras. Los primeros
realizan sus operaciones económicas dentro del mercado inmobiliario, mientras que los segundos se
encuentran por fuera del mercado de tierras, siendo la ocupación ilegal pero organizada, uno de los
modos en el que los sectores populares se asientan en el Conurbano.

A los ojos del sociólogo Denis Merklen la toma colectiva de tierras y la creación de asentamientos10
manifiestan la pugna de los más desfavorecidos por ocupar un lugar en el proceso de urbanización,
es decir, para mejorar sus condiciones de vida. Entre los factores más importantes a tener en cuenta
en el proceso de construcción de los asentamientos urbanos podríamos señalar: las condiciones de
hábitat y pobreza de la población que llevará adelante la toma de tierras; la coyuntura política (la
vuelta a la democracia); las grandes inundaciones que se producen en los ´80 en el Gran Buenos
Aires, que deterioran aún más las condiciones de vida de esta población (Merklen, 1991).

El doble proceso de suburbanización se vio facilitado (en el caso de los countries) y empujado (para
los asentamientos) por algunas medidas adoptadas por los gobiernos tales como: la desregulación
total de los precios de los alquileres, la erradicación (por decreto) de las villas de emergencia de
Capital, la creación de nuevas autopistas y del Cinturón Ecológico.

En definitiva, desde esta época se observa un movimiento de relocalización de la población que se


asienta en las zonas más alejadas de la capital, tanto de la clase media acomodada como de los
pobres urbanos, configurando un mapa social heterogéneo en el que se yuxtaponen nuevos grupos
poblacionales, cada uno de ellos con características particulares en términos de empleo, calidad de
vida, acceso a bienes, etc.

Asimismo el centro se ve afectado por la nueva situación: reaparecen los conventillos y se generan
nuevas viviendas colectivas “los hoteles y pensiones” (lugares donde se alojan migrantes recientes y
personas solas) y las casas tomadas. A decir de Torres se produce cierto “deterioro central”, que lo
retrotrae a las imágenes del Buenos Aires de principios de siglo (aquella que se configuró en el
contexto del modelo agroexportador).

10
A diferencia de las villas miseria, los asentamientos urbanos se caracterizan por estar planificados: mientras
que en las villas no existe amanzanamiento ni trazado de calles, en los asentamientos sí. Por otro lado la
creación de asentamientos populares fue acompañado por organizaciones sociales (fundamentalmente ligadas
a la iglesia) y por la posibilidad de regularizar posteriormente la situación dominial.
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Vemos de este modo como las transformaciones macroeconómicas, sus impactos en las condiciones
de vida de los habitantes de la ciudad, tuvieron su expresión espacial. La creciente desigualdad
económica se traduce en segregación espacial, proceso que se profundiza en los 90 y se expresa
contundentemente en nuestros días.

Consolidación del modelo neoliberal y de la ciudad fragmentada en los años 90

En la década de 1990 se profundizan y agravan las tendencias que venimos describiendo. A la vez que
se consolidan las tendencias previas, las transformaciones antes acontecidas comienzan a mostrar
claros efectos en relación a las condiciones de vida de las mayorías en la RMBA. Desempleo,
precarización laboral, informalidad son algunas de las características que asume el mercado de
trabajo en la región. En forma simultánea, el Estado restringe y acota las políticas universales (salud,
educación seguridad social) y extiende las políticas de asistencia focalizada en la pobreza extrema.

Podemos encontrar un nuevo punto de inflexión en la hiperinflación y los saqueos de 1989. Los
acontecimientos de ese momento tienen un poder simbólico y estructural en tanto cuestionan la
imagen (y las expectativas sociales) de una sociedad integrada o en vías de integración. La
hiperinflación del `89, contribuye a la instalación pública de una idea de “crisis”, a la vez que de la
necesidad de transformaciones de fondo y radicales. Esto facilitó la adopción de un discurso de
matriz neoliberal que planteaba como necesario que la Argentina se integrara en el mundo
globalizado para así entrar en una fase de crecimiento económico que -una vez logrado- abriría
nuevas sendas de desarrollo. Con el neoliberalismo en el poder, personalizado en las figuras del
presidente Menem y su ministro Cavallo, se acusó al Estado como principal responsable de la crisis.

Una de las primeras acciones de este gobierno fue la venta y privatización de las empresas estatales
de servicios públicos urbanos (teléfono, gas, agua, ferrocarriles), la desregulación y apertura de la
economía. Se habilitó el ingreso de capitales extranjeros centralmente en los sectores infraestructura
y comunicaciones. El 25 % de las inversiones globales que se realizaron en el país se concentraron en
la RMBA. Asimismo los capitales globales invierten en sectores con alta rentabilidad y sin tener en
cuenta las necesidades de empleo y/o consumo de la región en a que se inscriben (Calello, 2000).

En el año 1991 se lanza el Plan de Convertibilidad cuya paridad cambiaria 1 dólar = 1 peso contribuyó
al ingreso de mercancías importadas baratas, asfixiando una vez más a la producción industrial
nacional. Algunas de las ramas productivas que quebraron en forma masiva fueron las de electrónica,
de consumo y textiles mientras que otras despidieron proporciones significativas de trabajadores. A
esto debe agregársele el despido masivo de empleados públicos, tanto provenientes de las empresas
que habían sido privatizadas, como de la estructura administrativa del Estado.

Desde la aplicación del Plan de Convertibilidad la desocupación no dejó de crecer pasando del 6% en
1991, al 18 % en el año 1995. Sin embargo, el fenómeno del desempleo es sólo una de las
consecuencias del modelo. El proceso de disminución de los trabajadores asalariados fue
acompañado por una creciente precarización del empleo, el crecimiento del subempleo y la
sobreocupación. La precarización del empleo (tanto en empresas privadas como en el Estado) estuvo
garantizada por las leyes de “reforma laboral” (o de flexibilización laboral) cuyas implicancias puede
ser sintetizadas con la frase “trabajo a cualquier precio y en cualquier condición” (Grassi, 2003).

Numerosos estudios han analizado los efectos de estos cambios sobre la estructura social y las
condiciones de vida de la población en los años ´90, y han mostrado que el principal efecto se
produjo en la distribución del ingreso, dando por resultado un proceso de creciente polarización
social. Por un lado, las disparidades de ingresos dentro de los sectores trabajadores ocupados y
desocupados producen una diversificación de las situaciones de pobreza; por otro lado se observa
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una creciente concentración de oportunidades de ingreso en los sectores mejor posicionados. La


brecha que separa a los sectores mejor y peor posicionados en la escala de ingresos se profundizó en
los años ´90 (Bayón y Saraví, 2002).

En la RMBA, más claramente desde los años 90, tienden a diferenciarse ciertos espacios territoriales
sobre la base de la homogeneidad socioeconómica de quienes lo habitan. En este sentido se
configura una espacialidad urbana altamente fragmentada y segmentada: en un mismo territorio se
observan countries (cercados con sistema de servicios y vigilancia propia), barriadas empobrecidas y
asentamientos populares (con pocos servicios, poca seguridad pública, etc.).

La ola privatista de los noventa se expresa a nivel territorial en la expansión de las urbanizaciones
cerradas y barrios privados, la creación de centros de comercio y recreación protegidos (los
shoppings, malls y show-center). Se trata de grandes inversiones económicas que se realizaron en la
periferia de la RMBA y cuentan con el soporte de las redes de autopistas privatizadas (ampliación del
Acceso Norte y del Acceso Oeste, construcción de Autopista Buenos Aires-La Plata). Las autopistas
son verdaderos circuitos de circulación automotor que conectan las viviendas con los centros de
consumo de los sectores de ingresos altos y medios a la vez que se les garantiza un acceso rápido y
“seguro” a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En forma simultánea se genera un profundo
deterioro de los servicios de ferrocarril urbano que conectan el centro de la ciudad con la periferia
integrada por los distritos del Gran Buenos Aires.

De forma simultánea se producen fenómenos de segregación urbana de envergadura a partir de la


constitución de espacios territoriales donde la pobreza se encuentra concentrada. El desempleo y la
falta de ingresos monetarios generó un progresivo “proceso de insularización”: un creciente refugio
forzado e involuntario de los sectores más empobrecidos en sus espacios más inmediatos (el barrio).
Al no tener dinero se restringe la posibilidad de los habitantes de barrios empobrecidos de
trasladarse por fuera de estas fronteras mínimas (tomar un colectivo) cuestión que retroalimenta y
consolida la situación de vulnerabilidad estructural de esta población que, en el mejor de los casos,
es asistida políticas estatales (Fournier, Soldano, 2001).

En síntesis, una característica central de la época es que los movimientos hacia la periferia de la
RMBA ya no son encabezados por la población de menores ingresos, más bien abarca a categorías
amplias de sectores socioeconómicos que pasan a formar el nuevo mapa social de la región. El
desarrollo tentacular que iba del centro de Buenos Aires hacia la periferia, de zonas más favorecidas
a menos favorecidas, convive con la multiplicación de los barrios cerrados, enclaves cuya proximidad
territorial con los más desfavorecidos construye una “sociedad de archipiélagos”. Instaladas en zonas
de una anterior urbanización popular, “estas nuevas comunidades dibujan un inmenso archipiélago
formando barrios poco integrados al resto del territorio y entre los cuales se entrelazan relaciones
privilegiadas y, ciertamente, exclusivas” (Prevot Shapira, 2000).

Asimismo en la ciudad de Buenos Aires las “villas miseria” crecieron en densificación a partir de la
construcción en altura y excepcionalmente en la ampliación del suelo ocupado. Las cifras del
aumento son imprecisas pero giran alrededor del 100% según datos oficiales, y 200% según datos de
organizaciones villeras (Cravino, Wagner y Varela, 2002).

En conclusión, desde los años 90 hasta el 2002 se asistió a una brutal degradación de la calidad de
vida para las mayorías urbanas acompañada por un fuerte crecimiento de las desigualdades sociales,
procesos que se expresan territorialmente en la RMBA. La primacía del capital privado en la gestión
de lo urbano, junto a la retracción de Estado como agente de redistribución hacia los más
desfavorecidos ha generado un mapa social de enorme heterogeneidad.
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3. Los problemas de la RMBA hoy

Rupturas y continuidades con el neoliberalismo durante los gobiernos kirchneristas (2003-2015)

El período 2003-2015 presenta algunas continuidades con ciertos rasgos del modelo neoliberal, pero
también notables rupturas. Pero los procesos urbanos de transformación territorial tienen una fuerte
inercia y requieren períodos más largos para tener efectos visibles. Sin embargo, consideramos que
es posible identificar una serie de transformaciones, que permiten reflexionar acerca de la
continuidad o no del modelo neoliberal en la Argentina. Los invitamos a realizar su propio análisis
crítico al respecto.11

Entendemos que es posible afirmar la existencia de un cambio en relación al patrón de acumulación


predominante y de significativas modificaciones en el papel del Estado desde 2003 hasta 2015.
Durante los primeros años de los gobiernos kirchneristas se sostuvo un esquema económico de dólar
alto (lo que generó una “protección cambiaria” para la producción nacional en relación con los
productos importados) y una tasa de interés baja. Esta variación en los “precios relativos” de la
economía (tipo de cambio, tasa de interés) llevó a un importante aumento de la rentabilidad
productiva, por encima de la rentabilidad financiera, razón por la cual se puede hablar del fin del
patrón de acumulación basado en la valorización financiera vigente entre 1976 y 2001 (Basualdo y
otros, 2010).

La economía comienza a crecer fuerte y sostenidamente desde los inicios del gobierno de Néstor
Kirchner (2003-2007) y continúa durante el primer gobierno de Cristina Fernández (2007-2011): se
trata del período de mayor crecimiento económico en más de un siglo, con tasa de aumento del PIB
de 8% anual promedio. Pero el patrón de crecimiento es diferente al de los 90: en lugar de estar
basado en los servicios, se apoya en la producción de bienes, especialmente industriales. Es
necesario destacar que el crecimiento durante el período 2003-2011 no se debe principalmente al
aumento de las exportaciones de commodities como la soja (más allá del contexto favorable para
nuestro país en los mercados de granos, con aumentos de precios y de cantidades demandadas), sino
que se explica en mayor medida por el aumento de la demanda interna, es decir por la inversión y el
consumo nacional que en este período representaron el 90% del total de la demanda agregada
(Basualdo y otros, 2010).

Además, este nuevo patrón de crecimiento tiene un claro sesgo trabajo-intensivo, es decir que a
diferencia del modelo anterior genera gran cantidad de empleos (entre 2003 y 2012 se crearon
aproximadamente 5 millones de nuevos puestos de trabajo), por el protagonismo del sector de
industria manufacturera (en gran medida compuesto por pymes). Inicialmente esto fue favorecido
por la caída de los salarios reales de los trabajadores luego de la salida de la convertibilidad, lo que
significó un abaratamiento del costo relativo de la mano de obra en comparación con otros costos de
la producción. Cabe también destacar que, por otro lado, la proporción de empleos precarios o “en
negro” se viene reduciendo en los últimos años, llegando actualmente a un valor cercano al 33%,
mientras que en 2003 superaba el 45% del total de empleos. Esta reducción del trabajo en negro
puede parecer escasa e insuficiente, pero rompe una tendencia de varias décadas de aumento en la
precarización del empleo asalariado: entre 2004 y 2010, de los nuevos puestos de trabajo creados 8
de cada 10 fueron empleos asalariados en blanco (Álvarez, Fernández y Pereyra, 2011).

11
Los párrafos que siguen se basan en el texto de Abramovich y Vázquez, “Introducción a los modelos de
desarrollo de la Argentina, publicado en Luzzi, M (comp) Problemáticas socioeconómicas de la Argentina
contemporánea, UNGS, 2012
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Otro aspecto que podemos mencionar refiere a una revitalización del papel del Estado en la
economía, que se ha manifestado en varios planos desde 2003 hasta 2015, pero que tal vez sea más
evidente en las estatizaciones de algunas empresas de servicios públicos (aguas, aerolíneas, YPF,
ferrocarriles, etc.) y en la recuperación del sistema público de previsión social (con la eliminación de
las AFJP), así como en la extensión de la cobertura y los montos de las jubilaciones y las asignaciones
familiares. “El Estado nacional ganó autonomía relativa en relación con el período previo sobre la
base de la política económica desplegada: recuperó márgenes de acción en la política monetaria, la
cambiaria, la gestión de la deuda pública y de las reservas de divisas y la regulación de los sectores de
infraestructura, que le permitieron enfrentar la crisis [internacional iniciada en 2008] con mayor
fortaleza.” (Forcinito y Tolón Estarelles, 2008: 104).

Conviene recalcar -por su valor político, pero también por su fuerte impacto económico- la
implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) a fines del año 2009, como parte de un
conjunto de medidas que buscaban moderar el impacto de la crisis internacional sobre nuestra
economía. La AUH amplió significativamente la cobertura en comparación con el sistema de
asignaciones familiares preexistente, incluyendo a los hijos de los trabajadores desocupados o con
empleos informales. El impacto fue importante, dada la recepción de sumas mensuales de dinero por
parte de los sectores más vulnerables y de menores ingresos, que impulsa adicionalmente la
demanda de consumo. La medida contribuyó a disminuir la desigualdad existente en la sociedad,
aunque lejos de los niveles de equidad alcanzados durante el modelo de industrialización.

En el marco de este contexto de crecimiento económico, un problema que volvió a cobrar relevancia
es el de la inflación. Existen fuertes controversias en relación con la determinación de sus causas y
sus posibles soluciones. Por un lado, un punto de vista ortodoxo plantea que los aumentos de precios
se deben a un excesivo “recalentamiento” de la demanda, agravado por aumentos salariales y
emisión monetaria. Ante este diagnóstico, la receta ortodoxa indica “enfriar” la demanda, contener
los aumentos de sueldos y aumentar las tasas de interés, es decir aplicar clásicas medidas de ajuste
(las que se comenzaron a aplicar desde el gobierno de Macri). Una visión más heterodoxa señala que
la inflación es generada principalmente por otras causas: el aumento de los precios internacionales
de los alimentos y otras materias primas que se transmiten al mercado local; y sobre todo una
estructura de mercados locales fuertemente concentrados en pocas empresas grandes (oligopolios)
que aumentan los precios de sus productos para acrecentar sus ganancias, disminuyendo de esa
forma los ingresos reales (la capacidad de compra) de los trabajadores12. Las medidas adecuadas
para contener la inflación, desde esta perspectiva, son: aplicación de retenciones a las exportaciones
de materias primas (para desacoplar el precio local ante aumentos en los precios internacionales),
mejorar la capacidad estatal para controlar los precios y promover una mayor desconcentración y
regulación de los mercados (CENDA, 2008).

Si bien el sector industrial creció fuertemente entre 2003 y 2015, lo hizo sin avanzar en un cambio
estructural hacia una industria más autónoma tecnológicamente, y se encuentra aún demasiado
dependiente y centrada en el procesamiento de recursos naturales y el ensamblaje de partes. “[E]n
2010 alrededor de dos terceras partes de la producción industrial provenían de las industrias
alimenticia, química, de acero y aluminio, de derivados de petróleo y automotriz. En general, se trata
de industrias con débiles eslabonamientos internos (en materia productiva y ocupacional), asociadas

12
Esto muestra que los sectores capitalistas mantienen una capacidad de apropiación del ingreso claramente
superior a la de los trabajadores, quienes vuelven a estar organizados y con posibilidad de realizar reclamos,
pero aún sin la fuerza que tuvieron en otros tiempos. Uno de los campos en el que se dirime esta lucha es en
las negociaciones salariales, ya que en un contexto de inflación los trabajadores solicitan aumentos tales que
les permitan mantener su poder de compra (su “salario real”). A pesar de la recuperación de las negociaciones
colectivas, los salarios reales promedio no han podido recuperar sus niveles históricos de la ISI.
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a una inserción pasiva y subordinada en el mercado mundial, para las que los salarios pesan mucho
más como costo empresario que como factor de la demanda, y caracterizadas por mercados
altamente concentrados, en su mayoría por parte de capitales extranjeros” (Schorr, 2011).

Desde aquí en adelante, les proponemos poner el foco en cómo se han ido modificando las
condiciones de vida en la RMBA desde 2003 hasta la actualidad. Para ello, con el apoyo de los breves
textos seleccionados en el Dossier que tienen para leer, analizaremos la evolución y la persistencia de
algunos de los principales problemas que afectan a los habitantes de nuestra región.

Podemos afirmar que el principal problema que afecta a una porción significativa de los habitantes
de la RMBA es la dificultad de vivir dignamente. Por supuesto, el vivir dignamente abarca una
cantidad enorme y variada de factores, vinculados con el acceso a recursos (satisfactores) materiales
(alimentación, abrigo, vivienda, salud, infraestructuras), así como los vinculares (sociales, familiares,
institucionales) y culturales. El ser humano, como sujeto corporal, natural se enfrenta a una
cantidad de necesidades, que no se reducen a las fisiológicas (aquellas que garantizan la subsistencia
física biológica de la especie), sino también las antropológicas (materiales, afectivas y espirituales)
(Hinkelammert y Mora, 2009).

Mercado de trabajo, ingresos y pobreza

Uno de los indicadores más utilizados para describir las situaciones en las que no pueden alcanzarse
esos niveles de vida, es el de pobreza por ingresos. Sobre la base de considerar que la parte más
relevante de los satisfactores de esas necesidades pueden adquirirse a través del mercado con
dinero, se construyen los indicadores de Pobreza e Indigencia13.

Como consecuencia de la crisis que se venía desarrollando desde 1998 y que tuvo su explosión hacia
finales de 2001 y comienzos de 2002, en el año 2003 la pobreza en el Área Metropolitana de Buenos
Aires alcanzó un pico de 54,7% (lo que significa que más de la mitad de la población de ese área era
pobre, vivía en hogares cuyos ingresos resultaban insuficientes para cubrir una canasta básica
alimentaria y no alimentaria). A partir de este año el indicador se redujo de manera significativa
hasta llegar en el primer semestre de 2013 al 4,7% (según mediciones oficiales14). Una tendencia
similar siguió la Línea de Indigencia, que se redujo del 26,3% al 1,6% en el mismo período. Existe
actualmente una fuerte discusión en torno a las estimaciones de pobreza, ya que el gobierno de

13
Estas cifras indican que los ingresos que obtienen los hogares son insuficientes para cubrir una canasta
básica. El indicador Línea de Pobreza muestra que los ingresos del hogar no cubren una canasta básica
alimentaria y no alimentaria (salud, educación, transporte). Los hogares indigentes, por su parte, son aquellos
cuyos ingresos no les permiten cubrir siquiera una casta básica únicamente de alimentos. Queda claro que
están considerados únicamente cierto tipo de satisfactores, aquellos que efectivamente se compran en el
mercado. Y que además se trata de una relación hipotética entre ingresos de los hogares y posibles gastos a los
que se dirigen esos ingresos; puesto que cada familia puede decidir en qué tipo de bienes y servicios gastará
efectivamente sus ingresos. A modo de ejemplo, un hogar puede tener ingresos en hipótesis suficientes para
cubrir los gastos de calefaccionarse en invierno. Sin embargo, puede darle un valor tan importante a la
educación que priorice el pago de una escuela para sus hijos a la calefacción del hogar. Sin embargo, en
términos generales, y a muy grandes rasgos, las variaciones en estos indicadores dan un primer elemento para
ilustrar las condiciones de vida de una población particular.
14
Estas cifras, que son las mediciones oficiales divulgadas por el INDEC, presentaron sesgos vinculados a las
dificultades existentes en la forma de medición de la inflación que realizó el INDEC durante el kirchnerismo. Sin
embargo, más allá del valor específico que resulta superior con otras metodologías, lo relevante es la fuerte
tendencia a la baja que fue mostrando desde el 2003.
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Macri cambió la metodología y estima valores mucho más altos (30,9% de pobreza y 6,2% de
indigencia en el AMBA para 2016).

Las mejoras que se verifican a partir del 2003 en los ingresos de los hogares, están asociadas -en
primer lugar- a cambios en el mercado de trabajo, específicamente a una fuerte reducción de la tasa
de desempleo; como veremos más adelante. Sin embargo, estos cambios no lograron revertir
plenamente el proceso de empeoramiento de las condiciones de empleo verificado durante la
década de los 90. El segundo factor que ha contribuido durante el kirchnerismo a la mejora en los
ingresos de los hogares está asociado a la recomposición de los salarios reales. Por último, también
juegan un papel el aumento de las transferencias otorgadas a las familias, especialmente a niños y
adultos mayores, por parte del Estado nacional.

Luis Beccaria y Roxana Maurizio (2013), en su análisis de lo ocurrido en el mercado de trabajo entre
2003 y 2013, concluyen que “la consolidación del proceso de crecimiento económico, así como el
efecto de ciertas políticas, llevaron a un crecimiento del empleo agregado muy significativo-incluso
comparado con el nivel de actividad- que estuvo, a su vez, acompañado de cierta mejora en la
calidad de las ocupaciones generadas, así como en las remuneraciones y en la desigualdad de sus
distribución”.

En el trabajo y en la regulación del empleo se han dado, precisamente, unos de los cambios más
significativos de este último ciclo, a favor de condiciones de “trabajo decente” (formal y protegido).
Más allá del reinicio del crecimiento económico y de la recuperación de las industrias y de las
economías regionales, una serie de medidas de política laboral específicamente dirigidas a preservar
los puestos incidieron favorablemente en el nivel de empleo (Grassi, 3013). A lo largo del todo el
período, además, el empleo creado ha sido en mayor proporción pleno y formal15; fuertemente
favorecido por políticas públicas, como un mayor control sobre el trabajo y medidas para incentivar
la registración. En la misma dirección, el nivel de los salarios se recuperó en general, en el marco de
un mejor desempeño del empleo y ayudado por las activas políticas de mejora del salario mínimo y la
promoción de la negociación colectiva; factores todos que ayudaron a mantener las actualizaciones
nominales de las remuneraciones. Las remuneraciones de los asalariados no cubiertos por la
seguridad social y de los trabajadores por cuenta propia también mejoraron, probablemente debido
al aumento en el empleo (Beccaria y Maurizio, 2013).

Grassi (2013) plantea entonces que “en el contexto de esta evolución del empleo y del salario, la
existencia de esa población viviendo en condiciones de pobreza se comprende en coincidencia con
el empleo no registrado y las actividades de subsistencia por las que sobreviven muchos hogares. Ese
piso superior al 30% de los asalariados no registrados en la seguridad social y que, por lo tanto, no
gozan de sus protecciones, constituye aún-como reconocen con buen criterio las autoridades
laborales-, un problema de proporciones para la política laboral”.

Pero más allá de la dificultad para vivir dignamente que generan estas situaciones del mercado de
trabajo y los ingresos que obtienen gran parte de las familias por su participación en él, existen otras
problemáticas que afectan la calidad de vida de los habitantes de la región que no pueden medirse
con indicadores concretos, aunque sí pueden mencionarse, conocerse y estudiarse. Al comienzo de
este apartado nos referimos a las condiciones sociales y vinculares en las que viven los habitantes de
la región. A modo de ejemplo, pueden mencionarse las situaciones de violencia, tanto dentro de las
familias (violencia de género, violencia sexual, violencia de los padres a los hijos, violencia entre
padres), como fuera de ellas (robos y otros actos de vandalismo, violencia policial, discriminación,

15
En términos de regulaciones y protecciones del trabajo deben destacarse especialmente el Nuevo Estatuto
del Peón Rural y el Régimen de Contrato del Personal Doméstico
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exposición a las drogas- consumo y participación en las redes de venta). En lo que sigue, abordamos
dos cuestiones que tienen alta “visibilidad” en este momento: la cuestión de género y la inseguridad.
Luego abordamos otros problemas específicamente urbanos, los problemas vinculados con el
hábitat. Siguiendo un texto de Catenazzi, incluido en el Dossier, mencionamos los problemas de
acceso a la tierra y vivienda, y a las redes de aguas y saneamiento. Por último, planteamos un
problema político administrativo específico de la RMBA.

La cuestión de género

El crecimiento de los movimientos sociales de mujeres y de diversidad sexual junto con el desarrollo
reciente de nuevos marcos legales han impactado en la mayor visibilidad de los problemas asociados
a la discriminación sexual y la violencia de género, en el incremento de la demanda de intervenciones
en este campo de problemas y en la puesta en agenda de esta cuestión. La agenda ligada a la
desigualdad de género y discriminación sexual con énfasis en la opresión de las mujeres se estructura,
centralmente, a partir de 5 dimensiones problemáticas:
1) Violencia de género y hacia la mujer (incluye la agresión física, psicológica, económica,
institucional, entre otras);
2) Identidad / identidades sexuales (ligadas a todas las formas de discriminación sexual, en los planos
educativos, mediáticos, institucionales, culturales centrados en estereotipos que no se ajustan a los
deseos, experiencias y proyecciones personales, vinculares y colectivas y se traducen en verdaderos
actos de violencia para aquellas personas que no se sienten identificadas en la división binaria
varón/mujer y los atributos culturalmente asignados a los sexos);
3) Trabajo y economía (brechas salariales, mayor precarización del empleo femenino, inexistencia de
políticas de conciliación entre empleo y trabajo reproductivo, falta de reconocimiento del trabajo
reproductivo y de cuidados, la existencia de “techos de cristal” que impiden la ubicación de puestos
jerárquicos, entre otros);
4) Salud sexual y reproductiva (falta de aplicación del programa nacional de SSyR, embarazos no
deseados, muertes producidas por abortos clandestinos, entre otras);
5) Trata y tráfico de Mujeres y niñas/os con fines de explotación sexual.

Si bien existen colectivos de distinto tipo (de mujeres, feministas, por la diversidad sexual, entre
otros), intelectuales, legisladoras/es, periodistas y avances sustantivos en la legislación nacional en
pos de la igualdad de género, las situaciones de desigualdad y vulneración de derechos son una
realidad insoslayable, realidad que afecta centralmente a las mujeres de sectores populares. Los
avances son claros pero insuficientes. Entendemos que un mayor debate público junto con el
fortalecimiento de las iniciativas existentes puede potenciar la agenda pública en el sentido de la
igualdad y justicia de género, con mayores posibilidades de incidencia en las agendas
gubernamentales

Inseguridad

Según Mariano Ciafardini (2012), en las últimas décadas la violencia interpersonal vuelve a tomar
envergadura principalmente en las zonas urbanas evocando la del primer capitalismo salvaje que se
desarrolló hasta el siglo XIX con altas tasas de bandidaje y violencia y una brutal represión por parte
del poder público. Bajo el modelo de globalización neoliberal se acrecentaron los delitos de
contenido económico como los robos y hurtos, pero también los circuitos de comercios ilegales. “La
decadencia del capitalismo tiene pocos emergentes más demostrativos de su fracaso que la
alienación generalizada en vastos sectores sociales, particularmente de jóvenes encerrados entre el
hastío y la angustia de un mundo superficial, utilitarista al extremo, mercantilista que condena al
encierro individualista y a la tensión competitiva permanente, en fin, una selva invisible en la que,
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como no podía ser de otra manera, las únicas salidas, en términos individuales, son la violencia o la
evasión y muchas veces ambas combinadas. En este fértil terreno se ha propagado como una
epidemia particularmente entre las clases medias y también bajas de los países más desarrollados el
consumo de estupefacientes. Así la venta de drogas se ha transformado en un negocio
multimillonario generando estructuras mafioso-empresariales de gran poder económico y de alta
influencia política.” (Ciafardini, 2012)

Frente al aumento de la violencia y criminalidad urbana la propuesta más usual es la de aplicar la


represión penal lisa y llana, abandonando toda consideración a las causas. “Mediante un artificio
ideológico que pretende que todos estamos en las mismas condiciones de obedecer las leyes y
tenemos los m ismos recursos para vivir dignamente y elegir opciones de vida atractivas y con futuro
(justamente cuando la realidad de las distancias sociales indica todo lo contrario), las estrategias
frente al delito agrupadas bajo el slogan de “tolerancia 0”, proponen que lo que debe hacerse es
reprimir lo más severamente posible hasta la más mínima falta y poblar las cárceles con los
infractores de las leyes. Con ello se asegura la reproducción de las desigualdades y la fractura social,
la estigmatización de las clases bajas y pone a las clases medias en una situación de desesperación
permanente y de consecuente expectativa sobre las acciones ‘protectoras’ del Estado.” (Ciafardini,
2012).

Les proponemos reflexionar sobre ésta y otras formas de comprender el tan mentado “problema de
la inseguridad” a partir de la lectura del breve artículo de los investigadores Rodríguez Games y
Fernández (2012), titulado con intencionalidad polémica “El problema de la inseguridad no existe”.

Problemas del hábitat

En la RMBA hay un porcentaje importante de los hogares de sectores populares que sufren algún
tipo de déficit habitacional, lo que significa falta de acceso o acceso inadecuado a: tierra urbana no
inundable, vivienda digna, servicios básicos (agua potable, cloacas, electricidad, gas, teléfono, etc.),
transporte público, calles transitables, limpias y alumbradas, servicios públicos de seguridad, salud y
educación.

Con respecto a la cobertura de servicios, según el Censo del 2010, los únicos servicios que cubren a
más del 90 % de la población del AMBA son los de energía eléctrica, alumbrado público y recolección
de residuos. También es alto el porcentaje de hogares cubiertos por los servicios de teléfono público
(81 %) y transporte público (84%), así como los hogares en cuyo frente hay pavimento. Estos datos
duros, sin embrago, no reflejan la realidad de condiciones de vida de la población. El problema de
transporte, por ejemplo, es significativo para una cantidad importante de los habitantes de la Región,
que vive en zonas en las que no llega el colectivo, o llega una sola línea con una muy baja frecuencia.
Lo mismo sucede con la recolección de residuos, en muchas zonas los camiones pasan pero no todos
los días y no pueden acceder en días de lluvia, por ejemplo.

Es un poco más bajo el porcentaje de hogares al que llega la red de gas (78%). En no contar con gas
de red, un insumo también esencial para calentarse y cocinar, implica para las familias una serie de
gastos importantes en la compra de gas en chancha o garrafa; que aún subsidiado es mayor que el de
el gas de red Los porcentajes más bajos de cobertura se dan en dos servicios que son vitales. El agua
de red llega al 75% de los hogares, mientras que el desagüe a red (cloaca) únicamente al 50%. Si bien
ha habido una fuerte inversión en ampliar la cobertura de servicios en el Conurbano Bonaerense, la
misma continúa siendo insuficiente y deja sin cobertura a una parte importante de una población
que también ha crecido.
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El texto de Andrea Catenazzi (investigadora del ICO/UNGS) que les estamos dejando para leer
plantea que estos déficits y los trastornos que cada día les imponen a las personas que habitan el
conurbano, son problemas antiguos y bien concretos. Y señala la dificultad de que puedan ser
resueltos si no se supera la “sectorialización” de la acción política local.

La autora caracteriza y dimensiona ciertos problemas. Por ejemplo, el 10% de la población del
Conurbano vive en villas o asentamientos, en situación precaria y al margen de la legalidad. Frente a
esta situación, son enormes los esfuerzos de autoorganización para acceder a la tierra y a la vivienda,
o en otros términos, a un “hábitat justo”. Algunos de estos procesos y luchas son sintetizados en el
texto. (Catenazzi, 2013). A esto se suma un número significativo de familias que habita en viviendas
consideradas inadecuadas, aunque no ubicadas necesariamente en villas o asentamientos.

Con respecto al agua, la misma investigadora señala que en el Conurbano bonaerense el 71,6% de los
hogares recibe agua por red pública y sólo el 41,3% accede a la red de desagüe cloacal y “estas redes
se han extendido mucho más lentamente que la urbanización y, en ese proceso fueron delimitadas
áreas conectadas a la ciudad metropolitana y áreas desconectadas asociadas a la periferia, a lo
inacabado, a lo autourbanizado.” Ahora bien, dado este problema estructural, los gobiernos locales y
las organizaciones sociales pueden gestionar los (siempre escasos) recursos sectoriales disponibles
con una lógica de integración (en todo sentido) que reduzca las desigualdades, o pueden continuar
construyendo y expandiendo la ciudad fragmentada. Los casos de San Fernando y Tigre ofrecen
ejemplos de las dos maneras de gestionar lo urbano. (Catenazzi, 2013)

“La búsqueda de un terreno donde construir la vivienda, las reuniones entre vecinos para extender
las redes de agua, las horas transcurridas en trenes y colectivos para llegar al trabajo, son fragmentos
de una experiencia metropolitana que repiten en forma cotidiana millones de hombres y mujeres del
Conurbano bonaerense. No son experiencias nuevas ni problemas difusos. Por el contrario, son
problemas clásicos, identificados por la lógica técnica de las políticas sectoriales de vivienda, agua y
saneamiento y transporte. Los gobiernos locales procesan de manera variable estas demandas
territoriales que los obligan a componer de alguna manera el rompecabezas de la ciudad
metropolitana. Pero es justamente en ese pasaje de experiencia metropolitana a política sectorial de
gobiernos locales frente a problemas regionales, que la gestión de lo metropolitano adquiere la
etiqueta de ‘problema técnico’, y en esa operación se despolitiza la construcción de una ciudad
atravesada por procesos de fragmentación urbana más visibles, pero a la vez, menos cuestionados”
(Catenazzi, 2013).

Si bien hemos planteado que se da un proceso de creciente fragmentación espacial dentro de cada
territorio/partido, no es menos cierto que existen partidos dentro del Conurbano que concentran en
forma mayoritaria las carencias a las que venimos haciendo referencia en todo este texto.

La RMBA como sistema político-institucional

Existe una especificidad más que se agrega a la problemática de esta región metropolitana, a
diferencia de otras del país, que tiene que ver con la RMBA como sistema político-institucional16

En términos generales podemos decir que “la ciudad de día” no es la misma que “la ciudad de
noche”: quienes viven en el Conurbano consumen bienes y servicios de la ciudad durante la jornada
de trabajo, pero también los fines de semana (espacios verdes, bienes y servicios culturales). Buena

16
Lo que sigue se basa en Badía, G. (2005) “Aproximándonos a la Región Metropolitana de Buenos Aires como
sistema político” en Badía, G y Pereyra, E. Aportes a la cuestión del gobierno en la Región Metropolitana de
Buenos Aires. UNGS- Ediciones Al margen
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parte de la población del Conurbano Bonaerense concurre además hospitales públicos de la Ciudad
de Buenos Aires.

Se plantea una tensión permanente entre la lógica de desarrollo de la ciudad metropolitana y los
límites institucionales existentes. La división política administrativa de la región y el reparto de
competencias entre las distintas jurisdicciones no “contienen” las tendencias estructurales por las
que la ciudad se produce y reproduce.

La RMBA es una ciudad sin gobierno, en tanto que tiene muchos gobiernos. La ciudad en tanto tal no
se gobierna, sino que se gobiernan algunos de sus segmentos territoriales.

La cuestión de lo metropolitano se plantea entonces de hecho e introduce tensiones en el esquema


institucional, que no tiene previstos figuras ni mecanismos claros de asignación de responsabilidades
sobre ese espacio.

Esquema de las relaciones interjurisdiccionales involucradas en la


Región Metropolitana de Buenos Aires

E STADO
N A C IO N A L
R E G IM E N
FEDERAL C IU D A D D E B U E N O S
A IR E S

O T R AS
P R O V IN C IAS
R E G IO N
M E T R O P O L IT A N A

P R O V IN C IA D E
B U E N O S A IR E S

M M M M

M U N IC IP IO S D E L C O N U R B AN O
B O N AE R E N S E

R E G IM E N
P R O V IN C IA L O T R O S M U N IC IP IO S D E
L A P R O V IN C IA D E
B U E N O S A IR E S

Si se analiza a la región en sus aspectos estructurales y de flujo de circulación de factores, la


“contraparte natural” de la ciudad de Buenos Aires son los municipios del CB. Sin embargo, la
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organización del sistema federal (y el régimen municipal específico de la Provincia) hace que de
hecho la contraparte política sea el gobierno de la provincia. Luego, se da una relación mediada.
La autonomía de la ciudad no resuelve el problema, sino que le da un giro aún más conflictivo: no hay
figura institucional vigente en el régimen federal argentino para encuadrar el status de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.

El gobierno y la administración provincial se reservan la concepción y diseño de las políticas públicas,


descansando en los municipios su ejecución y/o fiscalización.

El aparato gubernamental nacional tiene a su cargo los sistemas de redes (agua y cloacas, energía y
gas), los transportes interjurisdiccionales y del ferrocarril. Las comunicaciones, la red vial nacional, la
ecuación terciaria y universitaria, una parte (menor) del sistema de salud.

La dinámica de la Región en términos de gobierno se explica fundamentalmente por la lógica de


estructuración y desarrollo de los sistemas políticos existentes en cada una de las jurisdicciones.

Cerrando y abriendo…

Esta ficha pretende presentar la compleja problemática del Conurbano y la Región Metropolitana de
Buenos Aires, desde diversas miradas y enfoques, pasando por lo demográfico, histórico, económico,
social y político. Estos problemas que hemos analizado son lo que han dado impulso a innumerables
organizaciones sociales que han buscado dar alguna respuesta frente a ellos. Por esa razón nos
parece fundamental que dediquemos tiempo a comprender mejor la raíz histórica y el desarrollo
multidimensional de estos problemas sociales, para poder comprender el accionar de tantas
organizaciones y acciones colectivas que luchan cotidianamente por mejorar la calidad de vida de
millones de personas en el Conurbano.

Esperamos que la lectura de esta ficha y de los breves artículos seleccionados para el Dossier, les
aporten nuevos elementos a ustedes, estudiantes universitarios de la región, para comprender mejor
y comprometerse con esta realidad.

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