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SUMA DE
TEOLOGÍA
II
PARTE I-II
COLABORADORES
Ángel Martínez • Donato González • Luis
López de las Heras • Jesús M. Rodríguez
Arias • Rafael Larrañeta • Victorino Rodrí-
guez • Antonio Sanchís • Esteban Pérez • An-
tonio Osuna • Niceto Blázquez • Ramón Her-
nández
SEGUNDA EDICIÓN
34. Cf. ARISTÓTELES, Phys. 8 c.8 n.10 (BK 264b28): S. TH., lect.19. 35. § 2: MG
3,180. 36. ARISTÓTELES, la c.1 n.5 (BK 993b30): S. TH., 1.2 lect.3. 37. Lib. de causis 3;
S. TH., lect.3; AVICENA, Metaph. tr.9 c.4 (104 v); De an. p.5 c.6 (26va). 38. § 3: MG
3,1001.
C.3 a.8 ¿Qué es la bienaventuranza? 67
e Después de complementar con temas adyacentes el a.4 (en los arts. 5-7), Santo Tomás
plantea un artículo conclusivo.
En éste intenta dar ante todo la denominación justa del acto intelectual por el que el hom-
bre consigue la bienaventuranza: es la visión. Se opone así este «nombre» al acto normal del
conocimiento humano, que se llama ciencia, y al acto propio de los «viatores» en las cuestiones
sobrenaturales, que se denomina fe. La visión es una forma de «conocimiento» de Dios, ya en
la eternidad, que posee todas las cualidades de lo sobrenatural.
Por ello insistirá el Santo en el carácter propio de esta visión de Dios. Por el entendimiento
natural, el hombre conoce, como mucho, la existencia de Dios. Por la revelación de fe, el ser
humano penetra ya en los misterios propios de Dios. Pero nada de eso es suficiente para sentir-
se perpetuamente feliz. Sólo la «posesión» de la esencia divina por parte del hombre en el acto
de visión le dará la verdadera bienaventuranza.
Se marcan así las diferencias entre los actos de la inteligencia humana respecto de Dios. Se
recuerda con pertinencia la índole humana de la bienaventuranza celestial. Y se pone un acen-
to: puesto que las fuerzas humanas son insuficientes para aprehender tan grande misterio de la
esencia misma de Dios, el hombre se ve necesitado de una ayuda. De esta «ayuda» nos hablará
en la c.5, aunque ya estaba desarrollado en la Suma teológica I q.4-5, donde le da el nombre de
«lumen».
Santo Tomás cita con frecuencia en esta cuestión a San Agustín, quizás porque fue uno de
los teólogos que más trató de la vida «beata» y de la contemplación de Dios. No faltan tampo-
co, según hemos observado, las alusiones a Aristóteles. En el fondo, el tratamiento dado a la
felicidad aquí no anda muy lejos, si le añadimos el «bautismo» teológico, del que nos presenta
el Estagirita en su Ética Nicomaquea (libro 10 c.8).
68 Tratado de la bienaventuranza C.3 a.8
objeto, en lo único en que consiste la mismo el fin de la naturaleza superior
bienaventuranza del hombre, como ya se que el de la inferior, incluso el de todas
dijo (a.1 y 7; q.2 a.8). las cosas, como allí mismo se dijo. El
Respuesta a las objeciones: 1. A la otro, como la consecución de esta cosa;
primera hay que decir: Dionisio habla del y así es distinto el fin de la naturaleza
conocimiento que tienen los viadores, superior y el de la inferior, según su dis-
los que se dirigen a la bienaventuranza. tinta relación con la cosa. Así, pues, la
2. A la segunda hay que decir: Como bienaventuranza de Dios, al comprehen-
hemos dicho (q.1 a.8), el fin puede en- der con el entendimiento su esencia, es
tenderse de dos modos. Uno, como la más alta que la del hombre o la del án-
cosa misma que se desea; y así, es el gel, que ven, pero no comprehenden.
C.5 a.3 La consecución de la bienaventuranza 81
14,2: En la casa de mi Padre hay muchas dice Agustín en V Confess.8: Quien te co-
moradas, que, como señala Agustín6, sig- noce a Ti y las otras cosas, no es más bien-
nifican distintas dignidades de méritos en la aventurado por las otras cosas, sino que es bien-
vida eterna. Pero la dignidad de vida eter- aventurado por Ti solo.
na, que se da por los méritos, es la bien-
aventuranza misma. Luego hay diversos ARTÍCULO 3
grados de bienaventuranza, y no todos
tienen igual bienaventuranza. ¿Puede alguien ser bienaventurado
Solución. Hay que decir: Como se dijo en esta vida?
antes (q.1 a.8; q.2 a.7), en la razón de In Sent. 4 d.43 a.1 q.a1; d.49 q.1 a.1 q.a4; Cont. Gen-
bienaventuranza se incluyen dos cosas: tes 3,48; In Ethic. 1 lect.10.16.
el fin último, que es el bien sumo, y la
consecución o fruición de este bien. En Objeciones por las que parece que
cuanto al bien, que es objeto y causa de puede tenerse la bienaventuranza en esta
la bienaventuranza, no puede haber una vida.
bienaventuranza mayor que otra, porque 1. Se dice en Sal 118,1: Bienaventura-
no hay más que un bien sumo, Dios, dos los de conducta intachable, porque caminan
con cuya fruición los hombres son bien- en la ley del Señor. Pero esto sucede en
aventurados. Pero en cuanto a la conse- esta vida. Luego alguno puede ser bie-
cución o fruición de este bien, uno pue- naventurado en esta vida.
de ser más bienaventurado que otro, 2. Además, la participación imper-
pues cuando más disfruta de este bien, fecta del bien sumo no quita razón de
más bienaventurado es. Ahora bien, su- bienaventuranza; de lo contrario, uno no
cede que uno puede disfrutar de Dios sería más bienaventurado que otro.
más perfectamente que otro, porque está Pero, en esta vida, los hombres pueden
mejor dispuesto u ordenado a su frui- participar del bien sumo, conociendo y
ción. Y de acuerdo con esto, uno puede amando a Dios, aunque sea imperfecta-
ser más bienaventurado que otro. mente. Luego el hombre puede ser bien-
aventurado en esta vida.
Respuesta a las objeciones: 1. A la 3. Además, lo que afirman muchos
primera hay que decir: La unidad del dena- no puede ser del todo falso, pues parece
rio significa la unidad de la bienaventu- que es natural lo que hay en muchos, y
ranza por parte del objeto. Pero la di- la naturaleza no falla del todo. Pero mu-
versidad de mansiones significa la diver- chos encuentran la bienaventuranza en
sidad de bienaventuranza según el diverso esta vida, como se demuestra por lo que
grado de fruición. dice Sal 143,15: Llamaron bienaventurado
2. A la segunda hay que decir: Se afir- al pueblo que tiene esto, es decir, los bienes
ma que la bienaventuranza es el bien de la vida presente. Luego alguno puede
sumo, en cuanto que es la posesión o ser bienaventurado en esta vida.
fruición perfecta del bien sumo.
3. A la tercera hay que decir: A nin- En cambio está lo que se dice en Job
gún bienaventurado le falta algún bien 14,1: El hombre nacido de mujer vive poco
que pueda desear, pues tiene al mismo tiempo y se llena de miserias. Pero la bien-
bien infinito que es el bien de todo bien, aventuranza excluye la miseria. Luego
como dice Agustín 7 . Pero se dice que en esta vida no se puede ser bienaventu-
uno es más bienaventurado que otro por rado.
la distinta participación en este bien. Sin Solución. Hay que decir: En esta vida
embargo, la adición de otros bienes no se puede tener alguna participación de la
aumenta la bienaventuranza, por eso bienaventuranza b, pero no se puede te-
b Se aborda, por fin, de forma directa el tema de la felicidad en esta vida. Como se excluye
su plenitud, se le llama «imperfecta» (a.3 ad 2).
Santo Tomás defiende, por tanto, que en esta existencia terrena pueda darse la felicidad. Si-
guiendo sus categorías cristianas, el Santo la considera ontológicamente como «participación»
de la bienaventuranza divina. Pero su razonamiento expresa nada más que un típico análisis de
82 Tratado de la bienaventuranza C.5 a.3
ner la bienaventuranza perfecta y verda- primera hay que decir: Se llama a algunos
dera. Y esto se puede comprender de bienaventurados en esta vida, bien por
dos modos. En primer lugar, por la mis- la esperanza de conseguir la bienaventu-
ma razón común de bienaventuranza, ranza en la vida futura, según Rom 8,24:
pues la bienaventuranza excluye todo En esperanza hemos sido salvados; o bien
mal y colma todo deseo, por ser el bien por alguna participación de la bienaven-
perfecto y suficiente (cf. nota 5). Pero la turanza, según alguna fruición del sumo
vida presente está sometida a muchos bien.
males que no pueden evitarse: tanto la 2. A la segunda hay que decir: La par-
ignorancia por parte del entendimiento, ticipación de la bienaventuranza puede
como el deseo desordenado por parte ser imperfecta de dos modos. Uno, por
del apetito, y múltiples penalidades por parte del objeto mismo de la bienaven-
parte del cuerpo, que enumera minucio- turanza, al que ciertamente no se ve se-
samente Agustín en XIX De civ. Dei9. gún su esencia. Y esta imperfección qui-
Igualmente tampoco el deseo de bien ta la razón de verdadera bienaventuran-
puede saciarse en esta vida, pues el hom- za. De otro modo, puede ser imperfecta
bre desea naturalmente la permanencia por parte del mismo que participa, quien
del bien que tiene. Pero los bienes de la ciertamente llega a alcanzar el objeto
vida presente son transitorios, puesto mismo de la bienaventuranza, es decir, a
que la vida misma pasa y la deseamos Dios, pero imperfectamente, en compa-
naturalmente, queremos que permanezca ración con el modo como Dios disfruta
sin interrupción, porque el hombre re- de sí mismo. Y esta imperfección no
húye naturalmente la muerte. Por consi- quita la verdadera razón de bienaventu-
guiente, es imposible tener en esta vida ranza, porque, al ser la bienaventuranza
la verdadera bienaventuranza. una operación, como se dijo (q.3 a.2), se
En segundo lugar, si se considera considera la verdadera razón de biena-
aquello en lo que consiste especialmente venturanza a partir del objeto, que da la
la bienaventuranza, es decir, la visión de especie al acto, pero no a partir del su-
la esencia divina, que no puede ocurrirle jeto.
al hombre en esta vida, como se demos- 3. A la tercera hay que decir: Los
tró en la primera parte (q.12 a.2). Según hombres consideran que en esta vida
esto, queda claro que nadie puede conse- hay alguna bienaventuranza por alguna
guir la bienaventuranza verdadera y per- semejanza con la bienaventuranza verda-
fecta en esta vida. dera. Y así no se equivocan del todo en
Respuesta a las objeciones: 1. A la su apreciación.
9. C.4: ML 41,628.
la experiencia humana, que conoce la fragilidad de la dicha humana y los enormes obstáculos
que la acompañan.
Otro asunto es la relación de esa felicidad humana con la moral. Siguiendo a Aristóteles,
hace consistir esa felicidad en la actividad del alma conforme a la virtud. Una vida virtuosa es
fuente de dicha. En el ejercicio de la virtud consiste la felicidad. Cuanto más virtuoso es un
hombre, más feliz será y más durará su gozo. Son expresiones repetidas una y otra vez por am-
bos autores. Ética y felicidad quedan así bien ensambladas y unidas.
Desde esta vertiente humana, la filosofía y teología han querido recuperar el tema de la feli-
cidad para la ética. Se vuelve a proponer, con aquellos grandes maestros, que el ejercicio moral
lleva a la felicidad y que, si no es así, algo falla en la vida. Es cierto que se ofrecen muchos
matices para esta «recuperación», como restarle el tono excesivamente «intelectual» a la felici-
dad aristotélica y hacer más hueco al placer corporal; pero ahí queda una buena herencia para
la actualidad.
Desde el ámbito cristiano se ha resucitado la felicidad como modo de vida desde el sermón
de las bienaventuranzas. Se trata de actuar conforme al seguimiento de Jesucristo, pero sin per-
der esa serenidad existencial, tan apacible y tan feliz, que reflejan las palabras de Jesús cuando
llama bienaventurados a los suyos. La ética creyente, sin olvidar las paradojas de la cruz, debe
ser una ética de felicidad.
CUESTIÓN 18
Bondad y malicia de los actos humanos en general
A continuación se debe estudiar la bondad y malicia de los actos huma-
nos (cf. q.6 introd.)a. En primer lugar, cómo es buena o mala una acción
humana; después, las consecuencias de la bondad y de la malicia de los actos
humanos, como mérito o demérito, pecado y culpa (q.21).
Acerca de lo primero se presentan tres reflexiones: sobre la bondad y
malicia de los actos humanos en general, sobre la bondad y malicia de los
actos interiores (q.19) y sobre la bondad y malicia de los actos exteriores
(q.20).
Sobre la bondad y malicia de los actos humanos en general se plantean
once problemas:
1. ¿Es toda acción buena o hay alguna mala?—2. Las acciones del
hombre, ¿son buenas o malas por su objeto?—3. ¿Lo son por las circuns-
tancias?—4. ¿Lo son por el fin?—5. ¿Alguna acción del hombre es bue-
na o mala en su especie?—6. ¿Los actos tienen la especie de bien o de mal
por el fin?—7. ¿La especie que procede del fin está contenida en la especie
que procede del objeto, como en su género, o al revés?—8. ¿Hay algún
objeto indiferente según su especie?—9. ¿Algún acto individualizado es
indiferente?—10. ¿Alguna circunstancia constituye al acto moral en la es-
pecie de bien o de mal?—11. Toda circunstancia que aumenta la bondad
o malicia, ¿constituye al acto moral en la especie de bien o de mal?
a Esta parte, que corresponde estrictamente a la moralidad de los actos, la separa con niti-
dez de las demás cuestiones. Quizás lo hace por su complejidad, o por el deseo metodológico
de diferenciarlas unas de otras. En todo caso estamos ya de manera explícita ante el problema
de la moralidad, de sus fuentes, de sus normas, de sus determinaciones concretas.
La gran división que señala es desigual, como puede notarse. Primero se estudian los ele-
mentos especificantes de la bondad-maldad de las acciones (q. 18-20); después (q.21) las conse-
cuencias derivantes.
Conviene hacer una aclaración terminológica. Santo Tomás emplea con mucha frecuencia
la palabra «moral», y ciertamente jamás utiliza el vocablo abstracto de «moralidad». Esto pudie-
ra dar la impresión de una deficiencia y un olvido lamentable o arcaico. Pero no es así. Sola-
mente existe otro tipo de lenguaje: lo que hoy denominamos «moralidad» es conocido como
«distinción de bondad y malicia de los actos humanos». Fácilmente puede comprobarse la se-
mejanza de los contenidos. Otra cosa sería discutir si esa «distinción» según la bondad o mali-
cia es tal, si puede aplicarse al campo moral y si conviene sólo a los actos o a toda la persona
humana.
178 Tratado de los actos humanos C.18 a.1
acto: la potencia en cuanto se perfeccio- falta algo para la plenitud de ser que les
na por el acto es bien, como se dice en es debida. Por ejemplo: para la plenitud
el XI Metaphys.2 Luego nada obra en del ser humano se requiere que sea un
cuanto es mal, sino sólo en cuanto es compuesto de alma y cuerpo, que tenga
bien. Luego toda acción es buena y nin- todas las potencias e instrumentos del
guna mala. conocimiento y del movimiento; por
3. Además, el mal sólo puede ser consiguiente, si algo de esto le falta a un
causa accidentalmente, como demuestra hombre, le falta algo integrante de la
Dionisio en el capítulo 4 de De div. plenitud de su ser. Por tanto, tiene de
nom.3 Pero toda acción tiene de suyo un bondad cuanto tiene de ser, y en la me-
efecto. Luego ninguna acción es mala, dida en que le falta plenitud de ser, le
sino que toda acción es buena. falta bondad, que se llama mal; así, un
hombre ciego tiene de bondad que vive,
En cambio está lo que dice el Señor
y de mal, que carece de visión. Si, por el
en Jn 3,20: Todo el que obra mal, odia la
contrario, no tuviera nada de bondad o
luz. Luego alguna acción del hombre es
de entidad, no podría decirse que fuera
mala.
bueno ni malo. Pero porque pertenece a
Solución. Hay que decir: Hay que ha- la razón de bien la plenitud de ser, si a
blar del bien y del mal en las acciones alguien le falta algo de la plenitud debi-
igual que del bien y del mal en las cosas, da de ser, no se llamará absolutamente
porque todas las cosas producen accio- bueno, sino bajo algún aspecto, en cuan-
nes semejantes a ellas. Ahora bien, en las to es ente; aunque se podría decir que es
cosas todo tiene de bien cuanto tiene de absolutamente ente y bajo algún aspecto
ser, pues el bien y el ente se convierten, no ente, como se dijo en la primera par-
como se dijo en la primera parte (q.5 te (q.5 a.1 ad 1).
a.1.3; q.17 a.4 ad 2). Pero sólo Dios tie- Por consiguiente, hay que decir que
ne toda la plenitud de su ser en unidad toda acción tiene tanto de bondad cuan-
y simplicidad, mientras que todas las de- to tiene de ser, pero, en la medida que le
más cosas tienen la plenitud de ser que falta algo de la plenitud de ser que se
les es conveniente con diversidad. Por debe a una acción humana, en esa medi-
eso sucede en algunas cosas que en un da le falta bondad, y así se dice que es
aspecto tienen ser y, sin embargo, les mala b ; por ejemplo, si le falta una canti-
2. ARISTÓTELES, 1.8 c.9 n.16 (BK 1051a4; a29): S. TH., lect.10. 3. § 20: MG 3,717; § 32:
MG 3,732; S. TH., lect. 16.22.
4. C.12: ML 34,73.
cial» del Lombardo no posee implicaciones morales; como dijimos, sólo tiene carácter entitati-
vo. Y establece en seguida una clara distinción: existe una primera bondad del acto que proce-
de de su forma genérica; esta bondad ex genere la obtiene el acto de su propio objeto. Pero hay
además una bondad ulterior, que proviene de las «circunstancias» del acto, y especialmente de
la más importante de ellas (ya vimos cómo sobrepasa tal categoría accidental), que es el fin; fi-
nalmente, queda una bondad de perfección que se da cuando esa acción surge de un hábito vir-
tuoso.
180 Tratado de los actos humanos C.18 a.3
modo con que llamamos género humano a del acto, como existiendo fuera de él, se-
toda la especie humana. gún se dijo (q.7 a.1). Pero el bien y el mal
Respuesta a las objeciones: 1. A la están en las cosas mismas, como se dice en
primera hay que decir: Aunque las cosas VI Metaphys.5 Luego una acción no tie-
exteriores sean buenas en sí mismas, no ne bondad o malicia por las circunstan-
siempre guardan la debida proporción cias.
con una u otra acción. Por eso, en la 2. Además, la bondad o malicia de
medida en que se las considera como un acto son estudiadas principalmente
objetos de tales acciones, no tienen ra- por la doctrina moral. Pero las circuns-
zón de bien. tancias, por ser accidentes de los actos,
2. A la segunda hay que decir: El obje- quedan fuera del estudio de un arte, por-
to no es la materia de la que está hecha la que ningún arte considera lo que es por acci-
acción, sino sobre la que versa; y tiene de dente, como se dice en el VI Metaphys.6
algún modo razón de forma, en cuanto Luego la bondad o malicia de una ac-
que da la especie. ción no dependen de las circunstancias.
3. A la tercera hay que decir: No siem- 3. Además, a una cosa no se le atri-
pre el objeto de una acción humana es buye por un accidente cualquiera lo que
objeto de una potencia activa, pues la le conviene por su propia sustancia.
potencia apetitiva es de algún modo pa- Pero el bien y el mal convienen a una
siva, por cuanto es movida por lo apete- acción por su sustancia, porque una ac-
cible, y, sin embargo, es el principio de ción puede ser buena o mala por género,
los actos humanos. Tampoco los objetos como se dijo (a.2). Luego ser buena o
de las potencias activas tienen siempre mala no conviene a una acción por las
razón de efecto, sino cuando han sido ya circunstancias.
transformados; por ejemplo, el alimento En cambio está lo que dice el Filóso-
transformado es efecto de la potencia fo en el libro Ethic.7, que el virtuoso
nutritiva, pero el alimento aún no trans- obra como se debe, cuando se debe y de acuer-
formado se relaciona con la potencia nu- do con las demás circunstancias. Luego, al
tritiva como materia sobre la que obra. contrario, el vicioso, según cada vicio,
Ahora bien, del hecho de que el objeto obra cuando no se debe, donde no se
es de algún modo efecto de una potencia debe, etc. Luego las acciones humanas
activa, se sigue que es término de su ac- son buenas o malas según las circunstan-
ción y, por consiguiente, que le da la cias.
forma y la especie, pues un movimiento
recibe la especie del término. Y aunque Solución. Hay que decir: En las cosas
tampoco la bondad del efecto causa la naturales, toda la plenitud de perfección
bondad de la causa, sin embargo, se que se debe a una cosa no procede de la
puede llamar buena una acción precisa- forma sustancial, que le da la especie,
mente porque puede inducir un efecto sino que se añade mucho con los acci-
bueno; y, así, la proporción misma de la dentes que sobrevienen, como en el
acción con el objeto es la razón de su hombre, con el color, la figura, etc.; si
bondad. falta alguno de éstos para una compos-
tura decente, se origina un mal. Lo mis-
mo ocurre también en la acción, pues la
ARTÍCULO 3 plenitud de su bondad no reside toda en
Las acciones humanas, ¿son buenas o su especie, sino que se añade algo con
malas por las circunstancias? las cosas que sobrevienen como acciden-
tes; y así son las circunstancias debidas.
In Sent. 2 d.26 a.5; De malo q.2 a.4 ad 5. Por consiguiente, si falta algo de lo que
Objeciones por las que parece que se requiere para las debidas circunstan-
una acción no es buena o mala por las cias, la acción será mala.
circunstancias. Respuesta a las objeciones: 1. A la
1. Las circunstancias están alrededor primera hay que decir: Las circunstancias
5. ARISTÓTELES, 1.5 c.4 n.1 (BK 1027b25): S. TH., 1.5 lect.4. 6. ARISTÓTELES, 1.5 c.2
n.1 (BK 1026b4): S. TH., 1.5 lect.2. 7. ARISTÓTELES, 1.2 c.3 n.5 (BK 1104b26): S. TH.,
lect.3.
C.18 a.4 Bondad y malicia de los actos humanos 181
están fuera de la acción por cuanto no Solución. Hay que decir: Las cosas se
son de su esencia; sin embargo, están en disponen igual en la bondad que en el
la acción misma como accidentes. Del ser. En efecto, hay cosas cuyo ser no de-
mismo modo que también los accidentes pende de otra cosa, y en ellas basta con-
que están en las sustancias naturales, es- siderar su mismo ser absolutamente.
tán fuera de sus esencias. Pero hay cosas cuyo ser depende de
2. A la segunda hay que decir: No to- otra, por lo que es necesario considerar-
dos los accidentes se relacionan acciden- las en relación con la causa de la que de-
talmente con sus objetos, sino que algu- penden. Por otra parte, la bondad de
nos son accidentes propios; y éstos son una cosa depende del fin, igual que el
estudiados en todo arte. Así se estudian ser de una cosa depende del agente y de
las circunstancias de los actos en la doc- la forma. Por eso, en las divinas perso-
trina moral. nas, que no tienen una bondad que de-
3. A la tercera hay que decir: Por con- penda de otra cosa, no se considera nin-
vertirse el bien con el ente, igual que el guna razón de bondad procedente del
ente se dice por sustancia y por acciden- fin. Pero las acciones humanas, y las
te, también el bien se atribuye a algo otras cosas cuya bondad depende de
tanto según su ser esencial como según otra, tienen razón de bondad que proce-
el ser accidental, lo mismo en las cosas de del fin del que dependen, además de
naturales que en las acciones morales. la bondad absoluta que hay en ellas.
Así, por consiguiente, en una acción
humana puede considerarse la bondad
ARTÍCULO 4 en cuatro niveles: 1) por el género, en
cuanto es acción, pues tiene tanta bon-
Las acciones humanas, ¿son buenas dad como acción y entidad, según se
o malas por el fin? dijo (a.1); 2) por la especie, que se recibe
In Sent. 2 d.36 a.5. según el objeto conveniente; 3) por las
circunstancias, como accidentes que son;
Objeciones por las que parece que el 4) por el fin, según su relación con la
bien y el mal en los actos humanos no causa de la bondad.
proceden del fin.
1. Dice Dionisio, en el capítulo 4 de Respuesta a las objeciones: 1. A la
De div. nom.8, que nada obra mirando al primera hay que decir: El bien al que uno
mal. Por tanto, si derivara del fin que mira cuando obra, no siempre es un
una acción fuera buena o mala, no ha- bien verdadero, sino que unas veces es
bría ninguna acción mala. Y esto es cla- bien verdadero y otras aparente. Y de
ro que es falso. acuerdo con éste se sigue una acción
2. Además, la bondad de un acto es mala del fin.
algo que existe en él. Pero el fin es una 2. A la segunda hay que decir: Aunque
causa extrínseca. Luego una acción no se el fin sea una causa extrínseca, la debida
dice buena o mala según el fin. proporción al fin y la relación con él son
3. Además, sucede que alguna ac- inherentes a la acción.
ción buena se ordena a un fin malo, 3. A la tercera hay que decir: Nada
como cuando uno da limosna por vana- impide que a una acción que tenga una
gloria, y al revés, que una acción mala de dichas bondades, le falte otra. Según
se ordena a un fin bueno, como cuando esto, puede suceder que una acción que
uno roba para dar a un pobre. Luego no es buena según su especie o según las
procede del fin el que una acción sea circunstancias, se ordene a un fin malo y
buena o mala. al revés. No obstante, no hay una acción
completamente buena si no concurren
En cambio está lo que dice Boecio todas las bondades, pues cualquier defecto
en Topic.9, que aquello cuyo fin es bueno, es singular causa un mal; en cambio, el bien nace
ello mismo bueno; y aquello cuyo fin es malo, de una causa íntegra, como dice Dionisio
también ello mismo es malo. en el capítulo 4 de De div. nom.10
11. ARISTÓTELES, 1.2 c.3 n.8 (BK 998b22): S. TH., 1.3 lect.8. 12. ARISTÓTELES, c.1 n.7
(BK 1103b21): S. TH., lect.1.
sino que es la plenitud de todo lo real. Tampoco es algo que contenga en sí únicamente ele-
mentos entitativos y metafísicos. El bien provoca en el individuo un verdadero cambio gozoso,
y por ello se identifica con naturalidad el bien con la felicidad objetiva; gran y primera identifi-
cación que nunca debía olvidarse: el bien y todo lo que tiene categoría de bien participado es,
a la vez, objeto felicitante. Felicidad, objeto moral y bien entitativo, coinciden en su cúspide.
Nunca debiera haberse separado la felicidad del bien, y mucho menos en el terreno moral. San-
to Tomás se confiesa aquí plenamente eudemonista. Kant aparece a esta luz como la contradic-
ción pura y simple de su moral.
Pero el bien resulta ser el objeto preferido del apetito humano y, elevado a categorías abso-
lutas, el último fin del deseo humano. Así pues, el bien que es la felicidad se convierte ahora
en objetivo máximo de toda la vida humana. Esta concepción finalista, felicitante y tendente
hacia el bien del hombre, constituye sin duda el tipo de análisis antropológico-moral de Santo
Tomás. Puede negarse este análisis, pero no podrá ponerse en duda que existen fundamentos
en la realidad para justificar esta visión del hombre. Los ideales de la vida moral se formarán
a partir de estos presupuestos fundamentales, y así tendremos el actuar moral concebido como
un camino hacia el bien y la felicidad.
El dinamismo y la operatividad subjetiva debe corresponderse con este primer esquema de
lo real. Las acciones concretas van haciendo bueno al hombre. Por eso, al operar habitual del hom-
bre bueno lo llamamos con un nombre diferente de la operación circunstancial: lo denomina-
mos virtud. El hombre que obra habitualmente conforme al bien es reconocido como un hom-
bre virtuoso.
Algo paralelo comprobamos en el tema de la felicidad moral. El hombre que obra bien está
forjando cada día su felicidad. Aquí resalta el papel tan preponderante de la fruición; la frui-
ción como prototipo de lo que le sucede al hombre en todas sus operaciones morales. El hom-
bre goza en la conquista del bien. Si ese gozo, si ese descanso pleno de la potencia en su objeti-
vo no existiera, tampoco existiría una completa acción humana, tampoco una similitud verda-
dera con el orden entitativo, donde el bien aparece unido a la felicidad. A este gozo del apetito
en el bien conseguido lo llama Santo Tomás de distintas maneras, pero en todas ellas deja no-
tar su presencia esencial dentro del acto moral, dentro del acto plenamente humano.
Como para confirmar más claramente su tesis, Santo Tomás propone el ejercicio de la vida
virtuosa como la verdadera felicidad. Con esto se declara buen discípulo de Aristóteles. Y con
ello ambos hacen de ese obrar moral bueno y habitual que llamamos virtud, la clave de la feli-
cidad humana. Uno de los consejos aristotélicos y tomistas para la felicidad sana será el ejerci-
cio de la virtud, pues en ella alcanza el hombre en esta tierra una dicha real y auténtica.
Esta doctrina se presta, por supuesto, a deformaciones. No todo lo que conduce a la felici-
dad ni todo lo que es considerado como felicidad es moral y bueno. Acaso por desproporción
con el modo de ser de un hombre concreto, o acaso por el desconocimiento de sus circunstan-
cias personales; acaso por error de la razón. Contra lo que dice Kant, esto es tan elemental,
que justamente para evitarlo se propone todo el sistema ético de reglas racionales que conduce
al descubrimiento del verdadero bien.
En todo caso cabe preguntarse hasta qué punto una concepción del bien moral separada de
la realidad, separada de las aspiraciones más íntimas del hombre, separada de la felicidad y se-
parada de la virtud, pueden atribuirse a Santo Tomás. Y, sin embargo, esta doctrina tan clara
en el Maestro recibirá interpretaciones rigoristas que separarían casi todo placer y toda la felici-
dad humana de la virtud moral. Una y otra vez han recordado los discípulos estrictos del Santo
que él nunca negó la identidad entre bien moral y felicidad. Una y otra vez se ha dicho que
Santo Tomás no considera malo o incurablemente herido el dinamismo humano y las fuerzas
primordiales de sus apetitos. Una y otra vez se ha repetido que esos dinamismos pueden pro-
ducir en el hombre satisfacción, felicidad y bondad, y que ese «producto conjunto» es la virtud.
Pero pese a todas estas llamadas, la moral práctica del catolicismo tendió en no pocos momen-
tos a separar la virtud y el bien, del gozo y de la satisfacción del hombre bueno. Es un exceso
que no debe atribuirse a Santo Tomás.
184 Tratado de los actos humanos C.18 a.6
diferencias de por sí (per se) diversifican de objeto. Luego el bien y el mal que
la especie. proceden del fin no diversifican la espe-
Respuesta a las objeciones: 1. A la cie del acto.
primera hay que decir: También en las co- 2. Además, lo que es por accidente
sas naturales el bien y el mal, que es se- no constituye la especie, como se dijo
gún la naturaleza o contra la naturaleza, (a.5). Pero es accidental a un acto estar
diversifican la especie natural, pues un ordenado a un fin determinado, como
cuerpo muerto y un cuerpo vivo no son dar limosna por vanagloria. Luego los
de la misma especie. De modo semejan- actos no se diversifican según especie
te, el bien, en cuanto que es según la ra- por el bien y el mal que procede del fin.
zón, y el mal, en cuanto que está fuera 3. Además, actos diversos según la
de la razón, diversifican la especie especie pueden ordenarse a un mismo
moral. fin; por ejemplo, al fin de vanagloria
2. A la segunda hay que decir: El mal pueden ordenarse actos de distintas vir-
implica una privación no absoluta, sino tudes y de distintos vicios. Luego el
relativa a una potencia determinada, bien y el mal que toman según el fin no
pues se llama malo un acto según su es- diversifican la especie de los actos.
pecie, no porque no tenga un objeto, En cambio está lo que se señaló an-
sino porque tiene un objeto no conve- tes (q.1 a.3), que los actos humanos reci-
niente con la razón, como quitar lo aje- ben la especie del fin. Luego el bien y el
no. Por eso, en cuanto que el objeto es mal que se toman según el fin diversifi-
algo positivamente, puede constituir la can la especie de los actos.
especie de un acto malo. Solución. Hay que decir: Unos actos se
3. A la tercera hay que decir: El acto llaman humanos porque son voluntarios,
conyugal y el adulterio, en cuanto se re- como se dijo (q.1 a.1). Ahora bien, en
lacionan con la razón, difieren en especie un acto voluntario se da un acto doble:
y tienen efectos diferentes en especie, un acto interior de la voluntad y un acto
porque uno de ellos merece alabanza y exterior; y cada uno de ellos tiene su ob-
premio, y el otro, vituperio y pena. Pero jeto propio. Pero el objeto del acto inte-
en cuanto se relacionan con la potencia rior voluntario es propiamente el fin,
generativa, no difieren en especie, y así mientras que el objeto de la acción exte-
tienen un mismo efecto según la especie. rior es aquello sobre lo que versa. Pues
4. A la cuarta hay que decir: Las cir- bien, lo mismo que el acto exterior reci-
cunstancias se toman a veces como dife- be la especie del objeto sobre el que ver-
rencia esencial del objeto, en cuanto se sa, el acto interior de la voluntad recibe
relacionan con la razón, y entonces pue- su especie del fin, como de su propio
den dar especie al acto moral. Y es nece- objeto.
sario que esto ocurra siempre que las Ahora bien, igual que lo que procede
circunstancias cambien un acto bueno o de la voluntad se comporta como formal
malo, pues las circunstancias no podrían con respecto a lo que procede del acto
hacer un acto malo si no se opusieran a exterior, porque la voluntad utiliza para
la razón. obrar los miembros como instrumentos,
también los actos exteriores sólo tienen
ARTÍCULO 6 razón de moralidad en cuanto que son
voluntarios. Por tanto, la especie de un
¿Los actos tienen la especie de bien acto humano se considera formalmente
o de mal por el fin? según el fin, y materialmente según el
In Sent. 2 d.40 a.2 objeto del acto exterior. Por eso dice el
Filósofo en el V Ethic. 14 que quien roba
Objeciones por las que parece que el para cometer adulterio es, hablando propia-
bien y el mal que proceden del fin, no mente, más adúltero que ladrón.
diversifican la especie de los actos. Respuesta a las objeciones: 1. A la
1. Los actos reciben la especie del primera hay que decir: También el fin tiene
objeto. Pero el fin está fuera de la razón razón de objeto, como se dijo (a.6).
15. ARISTÓTELES, 1.6 c.12 n.5 (BK 1038a9): S. TH., 1.7 lect.12.
186 Tratado de los actos humanos C.18 a.8
rresponde a un agente más universal: la 2. A la segunda hay que decir: El fin es
victoria, por ejemplo, que es el último lo último en la ejecución, pero lo prime-
fin de un ejército, es el fin perseguido ro en la intención de la razón, según la
por el jefe máximo, mientras que orde- cual se toman las especies de los actos
nar una u otra sección es el fin que per- morales.
sigue uno de los jefes inferiores. Y de 3. A la tercera hay que decir: La dife-
esto se sigue que la diferencia específica rencia se relaciona con el género como
que procede del fin es más general, y la forma con la materia, por cuanto hace
que la diferencia que procede de un ob- que el género esté en acto. Pero también
jeto ordenado de por sí a ese fin es espe- al género se le considera más formal que
cífica respecto a él; pues la voluntad, la especie, porque es más absoluto y me-
cuyo objeto propio es el fin, es lo moti- nos contracto. Por eso también las par-
vo universal de todas las potencias del tes de una definición se reducen al géne-
alma, cuyos objetos son los de los actos ro de la causa formal, como se dice en el
particulares. libro Physic.16 Y, de acuerdo con esto, el
Respuesta a las objeciones: 1. A la género es la causa formal de la especie,
primera hay que decir: Según su sustancia, y será tanto más formal cuanto más
una cosa no puede estar en dos especies, común.
de las cuales una no esté ordenada a la
otra. Pero según los accidentes, una cosa
puede estar contenida en diversas espe- ARTÍCULO 8
cies, por ejemplo, esta manzana está ¿Hay algún acto indiferente según
contenida en la especie de blanco según su especie?
el color y en la de perfumado, según el
olor. De modo similar, un acto que se- In Sent. 2 d.40 a.5; De malo q.2 a.5.
gún su sustancia está en una especie de
naturaleza, según las condiciones mora- Objeciones por las que parece que
les que son accidentes, puede estar refe- no hay ningún acto indiferente según su
rido a dos especies, como se dijo (q.1 a.3 especied.
ad 3). 1. El mal es una privación de bien, se-
d Comienza así el estudio de la «indiferencia de los actos humanos», que continúa en el a.9.
Aparentemente es un problema de índole menor, pero tiene su importancia por la radicalidad
de la postura de Abelardo y por sus implicaciones en moral.
Odón Rigaud es, después de Abelardo, la figura mayor en este asunto. Él distingue la pala-
bra de los restantes actos. A la palabra le niega la indiferencia, porque aplica literalmente el pa-
saje evangélico de Mt 12,36; pero los actos humanos, como comer o pasear, pueden ser indife-
rentes.
San Buenaventura rechaza las distinciones de O. Rigaud y establece una nueva: actos referi-
dos positivamente a Dios y actos que carecen de tal referencia; de los primeros dice que son
buenos, pero de los segundos no todos son malos, pues sería demasiado pedir a la naturaleza
humana que dirijamos explícitamente todos nuestros actos a Dios. Dios nos deja libres, y mu-
chos actos son moralmente indiferentes. La diversificación entre natural-sobrenatural es inmen-
sa: no se condena lo natural, pero tampoco se le confiere categoría moral si sus actos no están
informados por la caridad sobrenatural.
San Alberto Magno distingue mejor lo filosófico de lo teológico. En el primer plano puede
haber un acto indiferente, pues no existe ninguna virtud humana que oriente nuestros actos a
Dios. En el segundo no hay actos indiferentes, porque la caridad, aunque sea de manera implí-
cita, ha de guiar nuestras acciones a Dios.
Santo Tomás se separa de todos. No existe tal distinción entre natural-sobrenatural para de-
terminar la bondad de nuestros actos. Los actos deliberados son necesariamente buenos o ma-
los, porque el fin que se propone el agente está conforme o disconforme con la regla moral.
Esta primera aclaración se expone inicialmente en el Comentario a las Sentencias.
Ahora, en la Suma y en estas cuestiones, perfila más el asunto. Todos los actos humanos
son conformes o disconformes con la razón. Pero hay importantes salvedades: 1) Puede existir
algún acto indiferente en cuanto «su objeto» lo es (c.18 a.8). 2) La ordenación al fin de los ac-
tos humanos y por la cual nunca son indiferentes (c.18 a.9) no es preciso que esté explicitada
C.18 a.9 Bondad y malicia de los actos humanos 187
17
gún Agustín . Pero la privación y el privado, que lo quita todo, no deja nada;
hábito son opuestos inmediatos según el por ejemplo, la ceguera quita totalmente
Filósofo18. Luego no hay ningún acto la vista; las tinieblas, la luz; la muerte, la
que, según su especie, sea indiferente, vida. Entre esta privación y el hábito
que esté en el medio entre el bien y el opuesto no puede haber algo medio en
mal. cuanto a la propiedad afectada. Pero hay
2. Además, los actos humanos reci- otra privación que consiste en estar siendo
ben su especie del fin o del objeto, privado, por ejemplo, la enfermedad es
como se dijo (a.6; q.1 a.3). Pero todo privación de salud, no porque haya sido
objeto y todo fin tienen razón de bien o quitada toda la salud, sino porque es
de mal. Luego todo acto humano se- como una vía para la total sustracción
gún su especie es bueno o malo; luego de la salud, que realiza la muerte. Por
ninguno es indiferente según su especie. consiguiente, esta privación, al dejar
3. Además, como se dijo (a.1), se algo, no siempre es inmediata con el há-
llama acto bueno al que tiene la debida bito opuesto. Y de este modo es el mal
perfección de bondad, y malo al que le privación de bien, como dice Simplicio
falta algo de eso. Pero es necesario que en Commento super librum Praedic.20, por-
todo acto tenga toda la plenitud de bon- que no quita todo el bien, sino que deja
dad o que le falte algo. Luego es necesa- algo; por lo que puede haber algo inter-
rio que todo acto sea bueno o malo se- medio entre el bien y el mal.
gún su especie y que ninguno sea indife- 2. A la segunda hay que decir: Todo
rente. objeto y todo fin tiene alguna bondad y
En cambio está lo que dice Agustín malicia, al menos la natural, pero no
en el libro De serm. Dom. in monte19, que siempre conllevan bondad o malicia mo-
hay algunos hechos medios, que pueden hacerse ral, que se aprecia en la relación con la
con buen ánimo o con malo, acerca de los cua- razón, como se dijo (a.8). Y de esta bon-
les es temerario juzgar. Luego hay algunos dad o malicia se trata ahora.
actos indiferentes según su especie. 3. A la tercera hay que decir: No todo
lo que tiene un acto pertenece a su espe-
Solución. Hay que decir: Todo acto re- cie. Por eso, aunque en la razón de su
cibe su especie del objeto, como se dijo especie no esté contenido cuanto perte-
(a.2.5), y el acto humano o moral recibe nece a su bondad, no por eso es malo
su especie del objeto referido al princi- por su especie, ni tampoco bueno; así,
pio de los actos humanos, que es la ra- un hombre por su especie no es ni vir-
zón. Por eso, si el objeto del acto inclu- tuoso ni vicioso.
ye algo conveniente al orden de la ra-
zón, será un acto bueno según su es-
pecie, como dar limosna a un pobre; ARTÍCULO 9
pero si incluye algo que se opone al or-
den de la razón, será un acto malo según ¿Algún acto individual es
su especie, como robar, que es tomar indiferente?
cosas ajenas. No obstante, puede suceder In Sent. 1 d.1 q.3 ad 3; 2 d.40 a.5; 4 d.26 q.1 a.4; De
que el objeto de un acto no incluya nada malo q.2 a.5.
perteneciente al orden de la razón, como
levantar una brizna del suelo, salir al Objeciones por las que parece que al-
campo, y cosas semejantes; estos actos gún acto individualizado es indiferente.
son indiferentes según su especie. 1. No hay ninguna especie que no
Respuesta a las objeciones: 1. A la contenga o pueda contener algún indivi-
primera hay que decir: Hay dos clases de duo. Pero algún acto es indiferente se-
privación. Una que consiste en haber sido gún su especie, como se dijo (a.8). Lue-
17. Enchir. c.11: ML 40,236; De civit. Dei l.11 c.9: ML 41,325. 18. ARISTÓTELES, Cat.
c.8 n.16 (BK 12b26). 19. L.2 c.18: ML 34,1296. 20. In Cat. 10 (CG 8,388.7).
en cada uno de ellos (q.19 a.10). 3) El hombre define, en su ámbito propio, qué es la «razón
próxima», el contenido de su elección hacia el bien o hacia el mal, y «en general» hay una cierta
«indiferencia» (indeterminación) hacia el bien a elegir.
188 Tratado de los actos humanos C.18 a.9
go algún acto individual puede ser indi- cambio, si se ordena al fin debido, con-
ferente. viene con el orden de la razón, por lo
2. Además, a partir de actos indivi- que tiene razón de bien. Ahora bien, es
duales se producen hábitos conformes necesario que se ordene o no al fin debi-
con ellos, como se dice en el II Ethic.21 do. Por consiguiente, es necesario que
Pero algún hábito es indiferente, pues todo acto del hombre que procede de la
dice el Filósofo en el IV Ethic.22 de al- razón deliberativa, considerado indivi-
gunos, como los plácidos y los pródi- dualmente, sea bueno o malo.
gos, que no son malos y, no obstante, Pero si no procede de la razón delibe-
consta que no son buenos, porque se rativa, sino de una imaginación, como
apartan de la virtud; por tanto, son indi- cuando uno se frota la barba o mueve
ferentes en cuanto al hábito. Luego al- una mano o un pie, ese acto no es pro-
gunos actos individuales son indiferen- piamente moral o humano, pues esto lo
tes. recibe de la razón. Por tanto, será indife-
3. Además, el bien moral pertenece rente, pues queda fuera del género de
a la virtud, y el mal moral, al vicio. Pero los actos morales.
sucede que a veces uno no ordena a un Respuesta a las objeciones: 1. A la
fin virtuoso o vicioso un acto que por primera hay que decir: Un acto puede ser
su especie es indiferente. Luego sucede indiferente según su especie de muchos
que algún acto individual es indiferente. modos. Uno, porque deba ser indiferen-
En cambio está lo que dice Gregorio te por su especie. Y en este sentido pro-
en una homilía23: Es palabra ociosa la que cede la objeción, pero ningún acto es así
carece de la utilidad de la rectitud o no está indiferente por la especie, pues no hay
motivada por una necesidad justa o utilidad ningún objeto de un acto humano que
piadosa. Pero una palabra ociosa es mala, no pueda ordenarse al bien o al mal me-
porque de ella darán razón los hombres en el diante el fin o las circunstancias. Otro
día del juicio, como se dice en Mt 12,36. modo por el que puede decirse indife-
Por otra parte, si está motivada por una rente según la especie, es porque no re-
necesidad justa o por utilidad piadosa, es cibe de ella el ser bueno o malo. Por
buena. Luego toda palabra es buena o tanto, puede llegar a ser bueno o malo
mala. Por la misma razón, por tanto, por alguna otra cosa; así, el hombre no
cualquier acto es bueno o es malo. Lue- debe a su especie el ser blanco o negro,
go ningún acto individual es indiferente. tampoco el no serlo, pues la blancura o
Solución. Hay que decir: A veces un la negrura le pueden sobrevenir al hom-
acto es indiferente según la especie y, sin bre de otro origen distinto de los princi-
embargo, es bueno o malo considerado pios de la especie.
individualmente; precisamente porque el 2. A la segunda hay que decir: El Filó-
acto moral, como se dijo (a.3), no recibe sofo24 afirma que se llama propiamente
la bondad sólo de su objeto, sino tam- malo a quien es nocivo para los demás
bién de las circunstancias, que son como hombres, y es según esto como dice25
accidentes. Igual que algo conviene a un que el pródigo no es malo, porque no
hombre individual en virtud de acciden- daña a nadie más que a sí mismo. Y lo
tes individuales, que no le conviene al mismo de todos los que no son nocivos
hombre bajo la razón de especie. Y es para sus prójimos. Pero nosotros llama-
necesario que todo acto individual tenga mos comúnmente malo a todo lo que se
alguna circunstancia que lo acerque al opone a la recta razón. Y según esto,
bien o al mal, al menos desde la inten- todo acto individual es bueno o malo,
ción del fin; porque, como es propio de como se dijo (a.9).
la razón ordenar, el acto que procede de 3. A la tercera hay que decir: Todo fin
la razón deliberativa, si no está ordena- pretendido por la razón deliberativa per-
do al fin debido, por eso mismo se opo- tenece al bien de alguna virtud o al mal
ne a la razón y tiene razón de mal; en de algún vicio, pues todo lo que uno
21. ARISTÓTELES, c.1 n.7 (BK 1103b21): S. TH., lect.1. 22. ARISTÓTELES, c.1 n.31 (BK
1121a26): S. TH., lect.1. 23. In Evang. 1.1 homil.6: ML 76,1098. 24. ARISTÓTELES, Eth.
1.4 c.1 n.32 (BK 1121a29): S. TH., lect.1. 25. ARISTÓTELES, Eth. l.4 c.1 n.31 (BK 1121a26):
S. TH., lect.1.
C.18 a.10 Bondad y malicia de los actos humanos 189
hace ordenadamente para sostenimiento el proceso de la razón no está determi-
o reposo de su cuerpo, se ordena al bien nado a algo único, sino que, dada una
de la virtud en quien ordena su cuerpo cosa, puede proceder más allá. Por eso,
al bien de la virtud. Y lo mismo vale en lo que en un acto se toma como circuns-
los otros casos. tancia accidente del objeto que determi-
na la especie del acto, puede ser tomada
de nuevo por la razón y ser ordenada
ARTÍCULO 10 como condición principal del objeto que
determine la especie del acto. Por ejem-
¿Alguna circunstancia constituye al plo: tomar lo ajeno recibe la especie de
acto moral en la especie de bien la razón de ajeno y, por eso, se constitu-
o de mal? ye en la especie de hurto; y si se consi-
Supra a.5 ad 4; infra q.73 a.7; In Sent. 4 d.16 q.3 a.2 dera además la razón de lugar o de tiem-
q.a3; De malo q.2 a.6.7. po, el lugar y el tiempo estarán en razón
de circunstancias. Pero porque la razón
Objeciones por las que parece que puede ordenar también acerca del lugar,
una circunstancia no puede constituir la del tiempo y de cosas semejantes, puede
especie de un acto bueno o malo. suceder que la condición de lugar refe-
1. La especie de un acto procede del rente al objeto se tome como contraria
objeto. Pero las circunstancias son dis- al orden de la razón; por ejemplo, la ra-
tintas del objeto. Luego las circunstan- zón ordena que no hay que ultrajar un
cias no dan la especie del acto. lugar sagrado. Según esto, tomar algo
2. Además, las circunstancias se rela- ajeno de un lugar sagrado añade una es-
cionan con el acto moral como sus acci- pecial oposición al orden de la razón y,
dentes, según se dijo (a.7 a.1). Pero un en consecuencia, el lugar, que antes era
accidente no constituye la especie. Lue- considerado como circunstancia, pasa
go la circunstancia no constituye ningu- ahora a ser considerado como condición
na especie de bien o de mal. principal del objeto que se opone a la
3. Además, una cosa no tiene mu- razón. Y así, todas las veces que una cir-
chas especies. Pero un acto tiene muchas cunstancia se refiere a un orden especial
circunstancias. Luego las circunstancias de la razón, a favor o en contra, es nece-
no constituyen un acto moral en una es- sario que la circunstancia dé la especie al
pecie de bien o de mal. acto bueno o malo.
4. ARISTÓTELES, c.4 n.3 (BK 1105a31): S. TH., lect.4. 5. ARISTÓTELES, c.5 n.4.6 (BK
1140b4, 1140b20); c.13 n.5 (BK 1144b27): S. TH., lect.4. 6. ARISTÓTELES, Eth. 1.6 c.12 n.10
(BK 1144a36): S. TH., lect.10. 7. C.15: ML 32,1322.
C.56 a.3 Sobre el sujeto de la virtud 429
8. ARISTÓTELES, Eth. l.2 c.6 n.2 (BK 1106a15): S. TH., lect.6. 9. ARISTÓTELES, c.3 n.1
(BK 1139b16); c.2 n.6 (BK 1139b13): S. TH., lect.2.3. 10. ARISTÓTELES, c.3 n.1 (BK
1139b16): S. TH., lect.2.
a El sentido de la distinción entre virtud simpliciter y virtud secundum quid, que traduzco
aquí por virtud absolutamente y virtud parcialmente tal, es claro en la exposición del artículo y
en la respuesta a las objeciones. La contraposición de los adverbios simpliciter y secundum quid,
tan frecuente en Santo Tomás, implica matices distintos en las diversas cuestiones. Aquí es vir-
tud simpliciter la que implica no sólo capacidad de bien obrar (aspecto parcial de la virtud), sino
también propensión o inclinación actual al ejercicio (aspecto completivo). Más adelante llamará
virtud simpliciter a la virtud que ordena al último fin sobrenatural, absolutamente último, mien-
tras que las virtudes completas de orden natural serán virtudes secundum quid nada más.
430 Tratado de las virtudes en general C.56 a.4
que impulsa a obrar bien en acto, y no lativo como en el orden práctico, se lla-
se reduce a mera facultad para ello, ha ma virtud.
de residir o en la misma voluntad o en 3. A la tercera hay que decir: La obje-
otra potencia en cuanto que es movida ción procede de tomar la virtud en su
por la voluntad. sentido absoluto.
Pero sucede que el entendimiento es
movido por la voluntad, lo mismo que ARTÍCULO 4
las demás potencias: pues uno considera
algo en acto porque quiere. Y por eso, ¿Son el apetito concupiscible y el
el entendimiento, en cuanto que dice or- apetito irascible sujeto de virtud?
den a la voluntad, puede ser sujeto de Infra a.5 ad 1; In Sent. 3 d.33 q.2 a.4 q.a2; De verit.
virtud absolutamente dicha. De este q.24 a.4 ad 9; De virtut. a.4; a.10 ad 5.
modo el entendimiento especulativo o la
razón es sujeto de la fe, pues el entendi- Objeciones por las que parece que el
miento es movido por el imperio de la apetito concupiscible y el apetito irasci-
voluntad a asentir a las verdades de la ble no pueden ser sujeto de virtud.
fe, ya que nadie cree si no es queriendo 11. Y 1. Estas potencias nos son comunes
el entendimiento práctico es sujeto de la a nosotros y a los animales. Pero aquí
prudencia, pues al ser la prudencia la tratamos de la virtud en cuanto que es
recta razón de lo agible, para que exista propia del hombre, pues por eso se lla-
la prudencia se requiere que el hombre ma virtud humana. Por consiguiente, las
esté bien dispuesto respecto de los prin- potencias concupiscible e irascible, que
cipios de esta razón de lo agible, que son partes del apetito sensitivo, según se
son los fines, respecto de los cuales está ha dicho en la primera parte (q.81 a.2),
bien dispuesto el hombre por la rectitud no pueden ser sujeto de virtud humana.
de la voluntad, como lo está para los 2. El apetito sensitivo es una poten-
principios especulativos por la luz natu- cia que usa de órgano corporal. Pero el
ral del entendimiento agente. bien de la virtud no puede residir en el
Por consiguiente, así como el sujeto cuerpo del hombre, conforme dice San
de la ciencia, que es la recta razón de lo Pablo, Rom 7,18: Sé que no hay en mi car-
especulable, es el entendimiento especu- ne cosa buena. Luego el apetito sensitivo
lativo en orden al entendimiento agente, no puede ser sujeto de virtud.
así el sujeto de la prudencia es el enten- 3. San Agustín prueba, en el libro
dimiento práctico en orden a la recta vo- De moribus Eccles.12, que la virtud no
luntad. está en el cuerpo, sino en el alma, por el
hecho de que el cuerpo es regido por el
Respuesta a las objeciones: 1. A la alma; de donde resulta que, si uno usa
primera hay que decir: Las palabras de San bien del cuerpo, todo se atribuye al
Agustín han de entenderse de la virtud alma: como se debe totalmente a mí el que el
absolutamente dicha; y no porque toda cochero rija bien los caballos que conduce, si lo
virtud así entendida sea esencialmente hace atendiendo a mis indicaciones. Ahora
amor, sino porque depende de algún bien, así como el alma rige al cuerpo, así
modo del amor, en cuanto que depende la razón rige al apetito sensitivo. Por
de la voluntad, cuyo primer efecto es el consiguiente, el que el apetito irascible y
amor, según se ha dicho anteriormente concupiscible sean rectamente regidos se
(q.25 a.1.2.3; q.27 a.4; 1 q.20 a.1; infra debe totalmente a la parte racional. Lue-
q.62 a.2 ad 3). go, como la virtud es por la que se vive rec-
2. A la segunda hay que decir: El bien tamente, según se ha dicho anteriormente
de cada cosa es su propio fin. Por eso, (c.55 a.4), la virtud no se da en el apeti-
como la verdad es el fin entendimiento, to irascible y concupiscible, sino única-
conocer la verdad es el acto bueno del mente en la parte racional.
entendimiento. Por eso, el hábito que 4. El principal acto de la virtud moral
perfecciona al entendimiento para cono- es la elección, según se dice en el libro
cer la verdad, tanto en el orden especu- VIII Ethic.13 Pero la elección no es acto
11. S. AGUSTÍN, In Ioann. tract. XXVI sobre 6,44: ML 35,1607. 12. C.5: ML 32,1314.
13. ARISTÓTELES, c.13 n.11 (BK 1163a22): S. TH., lect.13.
C.56 a.4 Sobre el sujeto de la virtud 431
14. ARISTÓTELES, c.10 n.1 (BK 1117b23): S. TH., lect.19. 15. ARISTÓTELES, c.2 n.11
(BK 1254b4): S. TH., lect.3. 16. ARISTÓTELES, Pol. l.1 c.2 n.11 (BK 1254b5): S. TH., lect.3.
17. ARISTÓTELES, c.13 n.5 (BK 1144a6): S. TH., lect.10. 18. L.2 c.53 (DD 1,165).
19. ARISTÓTELES, c.1 n.1 (BK 1103a14): S. TH., lect.1. 20. ARISTÓTELES, c.1 n.4 (BK
1138b35): S. TH., lect.1. 21. ARISTÓTELES, c.2 (BK 452a27): S. TH., lect.5.6. 22. L.2
c.53 (DD 1,165).
voluntad sobre las facultades inferiores (cf. Suma de teología 1 q.81 a.3 ad 2; 1-2 q.9 a.2 ad 3;
q.17 a.7; q.58 a.2; q.74 a.2 ad 3; In Polit. 2 lect.3). Sobre la interferencia interna de voluntad
y razón, de que se habla en el artículo tercero, se volverá a tratar más ampliamente más adelan-
te, al definir la prudencia (q.58 a.4-5).
C.56 a.6 Sobre el sujeto de la virtud 433
como predisponer para el conocimiento apetece naturalmente su propio bien; y
intelectual. Por eso, en estas facultades la virtud, según dice Tulio Cicerón en su
no se dan las virtudes por las que se co- Rhetorica 25, es un hábito conforme a la razón
noce la verdad; sino más bien en el en- a modo de naturaleza. Por tanto, la volun-
tendimiento o razón. tad no es sujeto de virtud.
Respuesta a las objeciones: 1. A la 2. Toda virtud es o intelectual o
primera hay que decir: El apetito sensitivo moral, según se dice en el libro I 26 y en
está respecto de la voluntad, que es el el libro II Ethic.27 Ahora bien, la virtud
apetito de la razón, en relación de movi- intelectual tiene por sujeto el entendi-
do por ella. De ahí que la actividad de la miento y la razón, no la voluntad; y la
potencia apetitiva se consume en el ape- virtud moral tiene por sujeto el apetito
tito sensitivo; y por eso el apetito sensi- irascible y el apetito concupiscible, que
tivo es sujeto de virtud. En cambio, las son racionales por participación. Luego
facultades sensitivas de conocimiento ninguna virtud tiene a la voluntad por
son más bien motoras respecto del en- sujeto.
tendimiento, ya que las imágenes son 3. Todos los actos humanos, a los
respecto del alma intelectiva lo que los que se ordenan las virtudes, son volun-
colores respecto de la vista, según se tarios. Por consiguiente, si respecto de
dice en el libro III De anima 23. Por eso algunos actos humanos se da alguna vir-
la actividad cognoscitiva termina en el tud en la voluntad, por igual razón se
entendimiento. Y esa es la razón de que dará en ella virtud respecto de todos los
las virtudes cognoscitivas están en el en- actos humanos. Por lo tanto, o en nin-
tendimiento mismo o razón. guna otra potencia se dará virtud algu-
2. A la segunda hay que decir: Por lo na, o a un mismo acto se ordenarán dos
dicho resulta manifiesta la respuesta a la virtudes, lo cual parece inaceptable. Lue-
segunda objeción. go la voluntad no puede ser sujeto de
3. A la tercera hay que decir: La me- virtud.
moria no se pone como parte de la pru- En cambio se requiere mayor perfec-
dencia, al modo como la especie es parte ción en el motor que en lo movido.
del género, como si la memoria fuese Pero es la voluntad la que mueve al ape-
una virtud de por sí, sino en el sentido tito irascible y concupiscible. Luego con
de que una buena memoria es una de las mucha más razón ha de darse la virtud
cosas que se requieren para la prudencia; en la voluntad que en el apetito irascible
y de este modo puede considerarse y concupiscible.
como una parte integral de la misma. Solución. Hay que decir: Puesto que
por el hábito es perfeccionada la poten-
ARTÍCULO 6 cia para obrar, entonces precisamente
necesita la potencia de hábito perfectivo
¿Puede ser la voluntad sujeto de para obrar bien, que es el hábito de la
virtud? virtud, cuando para ello no basta la pro-
pia naturaleza de la potencia. Ahora
In Sent. 3 d.23 q.1 a.4 q.a1; d.27 q.2 a.3 ad 5; De ve-
rit. q.24 a.4 ad 9; De virtut. a.5; De carit. a.2. bien, la naturaleza propia de cualquier
potencia se considera en orden al objeto.
Objeciones por las que parece que la Siendo, pues, el objeto de la voluntad el
voluntad no es sujeto de virtud alguna. bien de la razón proporcionado a la vo-
1. Para aquello que conviene a la luntad, según se ha dicho anteriormente
potencia por razón de la potencia misma (q.19 a.3), para tender a él no necesita la
no se requiere hábito alguno. Pero de la voluntad de virtud perfectiva. Pero si a
razón misma de la voluntad, por existir la voluntad del hombre se le ofrece un
en la razón, según el Filósofo, en el li- bien que excede su proporción, bien sea
bro III De anima 24, es que tienda a lo respecto de toda la especie humana,
que es bueno según la razón, a lo que se como el bien divino, que trasciende los
ordena toda virtud, porque cada cosa límites de la naturaleza humana, bien sea
23. ARISTÓTELES, c.7 n.3 (BK 431a14): S. TH., lect.12. 24. ARISTÓTELES, c.9 n.3 (BK
432b5): S. TH., lect.14. 25. L.2 c.53 (DD 1,165). 26. ARISTÓTELES, c.13 n.20 (BK
1103a4): S. TH., lect.20. 27. ARISTÓTELES, c.1 n.1 (BK 1103a14): S. TH., lect.1.
434 Tratado de las virtudes en general C.56 a.6
respecto del individuo, como es el bien apetito irascible y concupiscible, sino to-
del prójimo, entonces la voluntad nece- talmente, es decir, universalmente, lo ape-
sita de virtud. Por consiguiente, estas titivo, como se dice en el libro I Ethic.28;
virtudes que ordenan el afecto del hom- y dentro de lo apetitivo está comprendi-
bre a Dios o al prójimo, tienen por suje- da la voluntad. Por consiguiente, si hay
to la voluntad, como son la caridad, la alguna virtud en la voluntad, será una
justicia y otras así. virtud moral, a no ser que sea teológica,
según se verá posteriormente (q.58 a.3
Respuesta a las objeciones: 1. A la ad 3; q.62 a.3).
primera hay que decir: Esa razón es válida 3. A la tercera hay que decir: Algunas
respecto de la virtud que ordena al bien virtudes se ordenan al bien de la pasión
propio de la misma persona, como es el moderada, que es propio de este o de
caso de la templanza y de la fortaleza, aquel hombre, y en estos casos no es ne-
que versan sobre las pasiones humanas, cesario que exista virtud alguna en la
y de otras semejantes, según consta por voluntad, ya que para esto le basta su
lo dicho anteriormente (q.25 a.6 ad 3; 1 naturaleza, según queda dicho (sol.).
q.21 a.1 ad 1; q.59 a.4 ad 3). Ello es únicamente necesario tratándose
2. A la segunda hay que decir: Racional de aquellas virtudes que se ordenan a al-
por participación lo es, no solamente el gún bien extrínseco.
13. ARISTÓTELES, c.6 n.1 (BK 1140b25): S. TH., lect.5. 14. ARISTÓTELES, c.5 n.1 (BK
1140a25): S. TH., lect.4. 15. ARISTÓTELES, c.3 n.8 (BK 1112b3): S. TH., lect.7. 16. ARIS-
TÓTELES, c.3 n.1 (BK 1139b16); c.5 n.3.7 (BK 1140b2; 1140b21): S. TH., lect.4. 17. ARIS-
TÓTELES, 1.8 c.8 n.9 (BK 1050a30): S. TH., 1.9 lect.8. 18. ARISTÓTELES, c.8 n.4 (BK
440 Tratado de las virtudes en general C.57 a.5
que la prudencia es una virtud distinta go tampoco la prudencia es necesaria al
del arte. hombre para vivir bien una vez que ha
Respuesta a las objeciones: 1. A la llegado a ser virtuoso, sino, a lo sumo,
primera hay que decir: Los diversos géne- para llegar a serlo.
ros de obras de arte son todas exteriores 2. La prudencia es por la que nos aconse-
al hombre, y, por eso, no dan lugar a di- jamos bien, según se dice en el libro VI
versas razones de virtud. Pero la pru- Ethic.20 Pero el hombre puede obrar con
dencia es la recta razón de los actos hu- buen consejo, no sólo con el propio,
manos mismos, y, por eso, en ella hay sino también con el ajeno. Luego, para
una razón de virtud diversa, según que- vivir bien no es necesario que uno mis-
da dicho (sol.). mo tenga prudencia, sino que le basta
2. A la segunda hay que decir: La pru- seguir el consejo de los prudentes.
dencia es más afín al arte que los hábitos 3. La virtud intelectual es la que ca-
especulativos en cuanto al sujeto y a la pacita al hombre para decir siempre la
materia, porque una y otra residen en la verdad y nunca la falsedad. Pero parece
parte opinativa del alma y versan sobre que esto no sucede según la prudencia,
lo contingente. Pero el arte es más afín pues no es humano no errar nunca al
a los hábitos especulativos que a la pru- deliberar sobre lo que se ha de hacer,
dencia en la razón de virtud, según dado que el obrar humano es sobre ma-
consta por lo dicho (en la sol. y en el teria variable. De ahí que se diga en el
a.3). libro de la Sabiduría 9,14: los pensamientos
3. A la tercera hay que decir: Pertene- de los mortales son inseguros, y nuestros cálcu-
ce a la prudencia aconsejar bien sobre los muy aventurados. Luego no parece que
las cosas que pertenecen a toda la vida la prudencia deba ponerse como virtud
del hombre y al fin último de la vida intelectual.
humana. Pero el consejo que se da en al- En cambio, en el libro de la Sabidu-
gunas artes se refiere a los fines propios ría 8,7, se enumera entre las virtudes ne-
de ellas. De ahí que aquellos hombres cesarias para la vida humana, al decir de
que aconsejan bien en los asuntos béli- la divina sabiduría: enseña la templanza y
cos o náuticos se llamen prudentes cau- la prudencia, la justicia y la fortaleza, las
dillos o prudentes capitanes, pero no virtudes más provechosas para los hombres en
simplemente hombres prudentes, sino la vida.
que esto es propio de aquellos que acon- Solución. Hay que decir: La prudencia
sejan bien respecto de las cosas que afec- es la virtud más necesaria para la vida
tan a toda la vida. humana. Efectivamente, vivir bien con-
siste en obrar bien. Pero, para que uno
ARTÍCULO 5 obre bien no sólo se requiere la obra
que se hace, sino también el modo de
¿Es la prudencia una virtud necesaria hacerla, esto es, que obre conforme a
al hombre? recta elección, y no por impulso o pa-
2-2 q.51 a.3 ad 3; De virtut. a.6. sión. Mas como la elección es respecto
de los medios para conseguir un fin, la
Objeciones por las que parece que la rectitud de la elección requiere dos co-
prudencia no es una virtud necesaria sas, a saber: el fin debido y el medio
para vivir bien. convenientemente ordenado al fin debi-
1. Lo que es el arte respecto de lo do. Ahora bien, respecto del fin debido,
factible, cuya recta razón constituye, lo el hombre se dispone convenientemente
es la prudencia respecto de la agible, se- mediante la virtud que perfecciona la
gún lo cual se considera la vida del parte apetitiva del alma, cuyo objeto es
hombre, por ser la prudencia su recta ra- el bien y el fin; y respecto del medio
zón, según se dice en el libro VI Ethic.19 adecuado al fin debido, necesita el hom-
Pero en las cosas factibles el arte no es bre disponerse directamente mediante el
necesaria al no ser para que se hagan, hábito de la razón, ya que el deliberar y
sino después que han sido hechas. Lue- elegir, que versan sobre los medios, son
19. ARISTÓTELES, c.5 n.4 (BK 1140b3): S. TH., lect.4. 20. ARISTÓTELES, c.5 n.1 (BK
1140a25); c.7 n.6 (BK 1141b9).
C.57 a.6 Distinción de las virtudes intelectuales 441
actos de la razón. Por consiguiente, es la conformidad del entendimiento con la
necesario que en la razón exista alguna cosa conocida; y como el entendimiento
virtud intelectual que la perfeccione con- no puede conformarse infaliblemente
venientemente respecto de los medios a con las cosas contingentes, sino tan sólo
elegir para la consecución del fin, y tal con las necesarias, por eso ningún hábi-
virtud es la prudencia. La prudencia, to especulativo de las cosas contingentes
pues, es una virtud necesaria para vivir es virtud intelectual, sino que ésta versa
bien. únicamente sobre lo necesario. En cam-
Respuesta a las objeciones: 1. A la bio, la verdad del entendimiento prácti-
primera hay que decir: El bien del arte se co se obtiene por la conformidad con el
considera no en el mismo artista, sino apetito recto; conformidad que no tiene
más bien en la misma obra de arte, ya lugar en las cosas necesarias, que no de-
que el arte es la recta razón de lo facti- penden de la voluntad humana, sino tan
ble, y la producción que se plasma en sólo en las cosas contingentes, que pue-
una materia exterior, no es perfección den ser hechas por nosotros, bien se tra-
del productor, sino de la obra hecha, te de lo agible interior, bien se trate de
como el movimiento es acto del sujeto lo factible exterior. Por eso, la virtud del
móvil; y el arte versa sobre lo factible. entendimiento práctico no se da más que
El bien de la prudencia, en cambio, se sobre las cosas contingentes: el arte so-
considera en el mismo agente, cuya per- bre lo factible, y la prudencia sobre lo
fección es el obrar mismo, pues la pru- agible.
dencia es la recta razón de lo agible, se-
gún se ha dicho (a.4). De ahí que para el ARTÍCULO 6
arte no se requiera que el artista obre
bien, sino que haga una obra buena. Se ¿Son la eubulia, la synesis y la
requeriría, más bien, que el producto del gnome virtudes anejas a la
artífice obrase bien; por ejemplo, que el prudencia?
cuchillo cortase bien o que la sierra se- 2-2 q.48 y 51; In Sent. 3 d.33 q.3 a.1 q.a3; In Ethic.
rrase bien, si estos instrumentos fuesen 6 lect.8 y 9; De virtut. a.12 ad 26; De virt. card. a.1.
capaces de actuar por sí, y no más bien
de ser movidos, ya que no tienen domi- Objeciones por las que parece que
nio de su acto. Por tanto, el arte no es no está bien hecha la anexión de la eubu-
necesario para que viva bien el mismo lia, la synesis y la gnome a la prudencia.
artífice, sino tan sólo para hacer una 1. La eubulia es el hábito por el que nos
buena obra de arte y conservarla. La aconsejamos bien, según se dice en el libro
prudencia, en cambio, es necesaria no VI Ethic.22 Pero aconsejar bien pertenece a
sólo para que el hombre sea bueno, sino la prudencia, según se dice en el mismo
para que viva bien. libro 23 . Luego la eubulia no es una virtud
2. A la segunda hay que decir: Cuando aneja a la prudencia, sino que es más
el hombre obra el bien, no dirigido por bien la misma prudencia.
la propia razón, sino movido por el con- 2. Es propio del superior juzgar de
sejo de otro, su operación no es aún to- los inferiores. Luego la virtud cuyo acto
talmente perfecta en cuanto a la direc- es el juicio parece ser la virtud suprema.
ción de la razón y en cuanto a la moción Pero el juzgar bien es propio de la syne-
del apetito. Por eso, aunque obre el sis. Luego la synesis no es una virtud ane-
bien, no obra bien absolutamente, que ja a la prudencia, sino más bien virtud
es vivir bien. principal.
3. A la tercera hay que decir: La ver- 3. Así como son diversas las cosas
dad del entendimiento práctico se toma de que se ha de juzgar, también son di-
en sentido distinto que la verdad del en- versas las cosas de que se ha de tomar
tendimiento especulativo, según se dice consejo. Pero sobre todas las cosas que
en el libro VI Ethic.21 La verdad del en- son materia de consejo se pone una sola
tendimiento especulativo se obtiene por virtud, a saber, la eubulia. Luego, para
21. ARISTÓTELES, c.2 n.3 (BK 1139a26): S. TH., lect.2. 22. ARISTÓTELES, c.9 n.4 (BK
1142b16): S. TH., lect.8. 23. ARISTÓTELES, Eth. 1.6 c.5 n.1 (BK 1140a25); c.7 n.6 (BK
1141b9).
CUESTIÓN 61
Sobre las virtudes cardinales
A continuación se ha de tratar de las virtudes cardinales (cf. q.58 in-
trod.). Y son cinco los problemas a atender:
1. Las virtudes morales, ¿deben llamarse cardinales o principales?—
2. El número de las mismas.—3. ¿Cuáles son?—4. ¿Difieren entre
sí?—5. ¿Se dividen convenientemente en virtudes políticas, purgativas, de
alma purificada y ejemplares?
1. ARISTÓTELES, c.10 n.3 (BK 14b33). 2. In Luc. 1.5 sobre 6,20: ML 15,1738.
5. ARISTÓTELES, c.3 n.4 (BK 1123B30): S. TH., lect.8. 6. In Evang. 1.1 hom. 7: ML
76,1103. 7. L.2 c.53-54 (DD 1,165). 8. Cf. S. AMBROSIO, De off. minist. 1.1 c.36: ML
16,82; S. AGUSTÍN, De mor. Eccl. cathol. 1.1 c.15: ML 32,1322; S. GREGORIO, Moral. 1.22 c.1:
ML 76,212. 9. Cf. SÉNECA, Ad Lucilium epist. 67 (DD 651).
466 Tratado de las virtudes en general C.61 a.4
placeres del tacto; y se llama fortaleza a que es la recta razón de lo agible; la se-
la que causa firmeza ante los peligros de gunda, esto es, el elegir, parece pertene-
muerte. cer a la templanza, por la que uno no
Y así cesan también todas las objeciones: obra por pasión, sino por elección, re-
porque si otras virtudes pueden ofrecer frenando las pasiones; la tercera, el que
otros modos de principalidad, éstas, sin uno obre por el fin debido, alude a una
embargo, se llaman principales por ra- cierta rectitud, que parece pertenecer a
zón de la materia, según queda dicho la justicia; la última, esto es, la firmeza e
(sol.). inmovilidad, pertenece a la fortaleza.
Luego cualquiera de estas virtudes es
ARTÍCULO 4 condición general de todas las virtudes.
Luego no se distinguen entre sí.
¿Se distinguen entre sí las cuatro En cambio, dice San Agustín, en el
virtudes cardinales? libro De moribus Eccles.14, que la virtud es
In Sent. 3 d.33 q.1 a.1 q.a3; In Ethic. 2 lect.8; De vir- cuádruple debido al efecto vario del amor, y a
tut. a. 12 ad 23; De virt. card. a.1 ad 1. continuación habla de las cuatro antedi-
chas virtudes. Luego esas cuatro virtu-
Objeciones por las que parece que
des son distintas entre sí.
las cuatro antedichas virtudes no son
virtudes diversas ni distintas entre sí. Solución. Hay que decir: Según se ha
1. Dice San Gregorio, en el libro dicho anteriormente (a. 3), las antedichas
XXII Moral.10, que la prudencia no es ver- cuatro virtudes son tomadas en dos
dadera si no es justa, templada y fuerte; ni es acepciones por los diversos autores.
perfecta la templanza si no es fuerte, justa y Unos 15 las toman en cuanto significan
prudente; ni es íntegra la fortaleza si no es ciertas condiciones generales del alma
prudente, templada y justa; ni es verdadera la humana, que se encuentran en todas las
justicia si no es prudente, fuerte y templada. virtudes, de modo que la prudencia no
Pero esto no ocurriría si las dichas cua- es otra cosa que cierta rectitud de discre-
tro virtudes fuesen distintas entre sí, ción en toda clase de actos y de mate-
pues las diversas especies de un mismo rias; la justicia, cierta rectitud de alma
género no se denominan mutuamente. por la que el hombre obra lo que debe
Luego dichas virtudes no se distinguen en cualquier materia; la templanza, cierta
entre sí. disposición del alma que modera cual-
2. Tratándose de cosas distintas en- quier pasión u operación, para que no
tre sí, lo que es propio de una no se traspasen los límites debidos; la fortale-
atribuye a otra. Pero lo que es de la za, cierta disposición del alma por la que
templanza se atribuye a la fortaleza, pues se afianza en lo que es conforme a la ra-
dice San Ambrosio, en el libro I De of- zón frente a cualquier ímpetu pasional o
fic. 11: Con razón se habla de fortaleza cuando al cansancio de las operaciones. Ahora
cada uno se vence a sí mismo, y no se deja bien, estas cuatro condiciones distingui-
ablandar y doblegar por ningún atractivo. Y das de este modo no importan diversi-
de la templanza también dice 12 que guar- dad de hábitos virtuosos en cuanto a la
da la medida u orden en todas las cosas que justicia, la templanza y la fortaleza. En
juzgamos que han de ser hechas o dichas. efecto, a cualquier virtud moral, por el
Luego parece que estas virtudes no son hecho de ser hábito, le corresponde cier-
distintas entre sí. ta firmeza, para no dejarse mover en
3. Dice el Filósofo, en el libro II contrario, lo cual se ha dicho que perte-
Ethic.13, que para la virtud se requieren nece a la fortaleza. Por ser virtud, ha de
estas cosas: primero, que sepa lo que hace; ordenarse al bien, en lo cual va implícita
segundo, que elija, y que elija por un fin deter- la razón de rectitud o débito, que se de-
minado; tercero, que se mantenga firme e in- cía pertenecer a la justicia. Por ser vir-
móvil en el obrar. Pero la primera condi- tud moral que participa de la razón ha
ción parece pertenecer a la prudencia, de mantener el modo de la razón en
10. C.1: ML 76,212. 11. C.36: ML 16,82. 12. C.24: ML 16,62. 13. ARISTÓTE-
LES, c.4 n.3 (BK 1105a31): S. TH., lect.4. 14. C.15: ML 32,1322. 15. A esta opinión se
refiere S. ALBERTO MAGNO, Summa de bono, quien la atribuye a Felipe Canciller.
C.61 a.5 Sobre las virtudes cardinales 467
todo sin extralimitarse, que se decía per- para mantenerse firme frente a los ímpe-
tenecer a la templanza. Tan sólo el tener tus de las delectaciones, pues, como dice
discreción, que se atribuía a la pruden- Tulio Cicerón, en el libro I De offic.17,
cia, parece distinguirse de las otras tres no es razonable que quien no se doblega por el
condiciones, en cuanto que esto pertene- miedo, sea vencido por la concupiscencia; ni
ce a la misma razón por esencia, mien- que sea vencido por el placer quien se muestra
tras que las otras tres condiciones im- invicto en el trabajo.
portan cierta participación de la razón, a 2. A la segunda hay que decir: Por lo
modo de cierta aplicación a las pasiones dicho ya es clara la respuesta a la segun-
u operaciones. Así, pues, según esto, la da objeción, pues la templanza guarda la
prudencia sería virtud distinta de las moderación en todo, y la fortaleza man-
otras tres; mas las otras tres no serían tiene el ánimo inflexible contra el atrac-
virtudes distintas entre sí, pues es claro tivo de los placeres, bien en cuanto que
que una misma e idéntica virtud es hábi- estas virtudes significan ciertas condicio-
to y es virtud y es moral. nes generales de las virtudes, bien por
Otros16, en cambio, con más acierto, redundancia, según queda explicado.
toman estas cuatro virtudes en su deter- 3. A la tercera hay que decir: Aquellas
minación a materias especiales, de modo cuatro condiciones generales de las vir-
que cada una de ellas se concreta en una tudes que señala el Filósofo no son pro-
materia en la que es de alabar principal- pias de las virtudes de que estamos ha-
mente aquella condición general que da blando, aunque pueden apropiarse a
nombre a la virtud, conforme se ha di- ellas conforme se ha explicado (sol.).
cho anteriormente (a.3). Y en este aspec-
to es manifiesto que dichas virtudes son
hábitos diversos, distintos según la di- ARTÍCULO 5
versidad de objetos. ¿Se dividen convenientemente las
Respuesta a las objeciones: 1. A la virtudes cardinales en virtudes
primera hay que decir: San Gregorio habla políticas, purgativas, de alma
de las cuatro virtudes mencionadas se- purificada y ejemplares?
gún la primera acepción. O también In Sent. 3 d.33 q.1 a.4 ad 2; d.34 q.1 a.1 obj.6; De
puede decirse que estas cuatro virtudes verit. q.26 a.8 ad 2.
se intercambian la denominación por
cierta redundancia, pues lo que es pro- Objeciones por las que parece que
pio de la prudencia redunda en las otras estas cuatro virtudes no se dividen con-
virtudes en cuanto que están dirigidas venientemente en virtudes ejemplares,
por la prudencia. Y cada una de las de- de alma purificada, purgativas y políti-
más redunda en las otras en el sentido cas.
de que quien puede lo que es más difícil 1. Según dice Macrobio, en el libro
puede también lo que es menos difícil. I Super somnium Scipionis18, las virtudes
De ahí que quien puede refrenar las con- ejemplares son las que existen en la misma
cupiscencias de los placeres del tacto mente divina. Pero dice el Filósofo, en el
para que no se excedan en el modo, lo libro X Ethic.19, que es ridículo atribuir a
que es dificilísimo, se habilita por lo Dios justicia, fortaleza, templanza y pruden-
mismo para refrenar la audacia de cara a cia. Luego estas virtudes no pueden ser
los peligros de muerte, para que no aco- ejemplares.
meta inmoderadamente, lo cual es mu- 2. Se llaman virtudes de alma purifi-
cho más fácil, y en este sentido se habla cada las que existen sin pasiones, pues
de fortaleza temperada. A su vez, se dice dice Macrobio 20 que es propio de la tem-
que la templanza es fuerte por la redun- planza de alma purificada no reprimir las
dancia de la fortaleza en ella, en el senti- concupiscencias terrenas, sino olvidarlas total-
do de que quien tiene, por la fortaleza, mente; y de la fortaleza, ignorar las pasiones,
el ánimo firme frente a los peligros de no vencerlas. Ahora bien, se ha dicho an-
muerte, cosa dificilísima, está habilitado teriormente (q.59 a.5) que estas virtudes
16. ARISTÓTELES, Eth. 1.2 c.7 n.2 (BK 1107a33); cf. también CICERÓN, De iuvent. l.2 c.53
(DD 1,165). 17. C.20 (DD 4,441). 18. C.8 (DD 33). 19. ARISTÓTELES, c.8 n.7 (BK
1178b10): S. TH., lect.12. 20. In somn. Scipion. l.1 c.8 (DD 33).
C.94 a.2 De la ley natural 731
esto último puede decirse que la ley na- ley natural no comprende muchos pre-
tural es un hábito. Pasa como con los ceptos, sino solamente uno.
principios indemostrables del orden es- 1. Como ya vimos (q.92 a.2), la ley
peculativo, que no son el hábito mismo pertenece al género del precepto. Luego
de los principios, sino el objeto o conte- si hubiera muchos preceptos en la ley
nido de este hábito c . natural se seguiría que también serían
Respuesta a las objeciones: 1. A la muchas las leyes naturales.
primera hay que decir: El Filósofo trata en 2. La ley natural es algo consiguien-
el lugar citado 4 de establecer la nota ge- te a la naturaleza humana. Mas la natu-
nérica de la virtud. Y como la virtud es, raleza humana, aunque es una considera-
a todas luces, un principio de operación, da como un todo, es múltiple en sus
sólo menciona lo que es principio de los partes. Por eso, la ley natural, o bien
actos humanos; a saber; las potencias, consta de un solo precepto por la uni-
los hábitos y las pasiones. Pero además dad de la naturaleza humana como un
de estos tres principios hay en el alma todo, o bien consta de muchos por la
otras cosas, como son los actos —por multiplicidad de la naturaleza humana en
ejemplo, el querer y el conocer en quien sus partes. Pero en este caso también las
conoce y quiere—, las propiedades na- inclinaciones de la parte concupiscible
turales del alma —por ejemplo, la in- deberían pertenecer a la ley natural.
mortalidad—, y otras cosas semejantes. 3. La ley, como ya vimos (q.90 a.1)
2. A la segunda hay que decir: Se dice es cosa de la razón. Pero la razón en el
que la sindéresis es ley de nuestro enten- hombre es una sola. Luego la ley natural
dimiento, porque es un hábito que con- sólo tiene un precepto.
tiene los preceptos de la ley natural que En cambio consta que los preceptos
son principios primeros del obrar hu- de la ley natural son en el orden práctico
mano. lo que son los primeros principios en el
3. A la tercera hay que decir: El argu- orden de la demostración. Pero estos
mento concluye que la ley la poseemos primeros principios son muchos. Luego
de manera habitual, y esto lo concede- también son múltiples los preceptos de
mos. la ley natural.
Sobre el argumento en contrario, adviérte- Solución. Hay que decir: Como ya diji-
se que, debido a algún impedimento, no mos (q.91 a.3), los principios de la ley
siempre podemos hacer uso de lo que natural son en el orden práctico lo que
poseemos de manera habitual, como no los primeros principios de la demostra-
puede el hombre sumido en el sueño ción en el orden especulativo, pues unos
servirse del hábito de la ciencia. De la y otros son evidentes por sí mismos.
misma manera, tampoco puede el niño Ahora bien, esta evidencia puede enten-
servirse del hábito de los primeros prin- derse en dos sentidos: en absoluto y en
cipios o del de la ley natural, por falta relación a nosotros. De manera absoluta
de edad. es evidente por sí misma cualquier pro-
posición cuyo predicado pertenece a la
ARTÍCULO 2 esencia del sujeto; pero tal proposición
La ley natural, ¿comprende muchos puede no ser evidente para alguno, por-
preceptos o uno solamente? que ignora la definición de su sujeto.
In Sent. 4 d.33 q.1 a.1 Así, por ejemplo, la enunciación «el
hombre es racional» es evidente por na-
Objeciones por las que parece que la turaleza, porque el que dice hombre dice
c El problema tratado aquí es el modo como la ley natural está en la razón humana. Y su
tesis es que la ley es un acto de la razón práctica (opus rationis) y no un hábito de la conciencia,
como pretendían muchos contemporáneos (Pedro de Tarantasia, por ejemplo). La ley natural
son los primeros principios de la ley moral que el hombre conoce desde el inicio de sus razona-
mientos prácticos. Pero, como acto de la razón, es generada por una disposición habitual en
la razón, a la que se le llama sindéresis o hábito por el que la razón práctica se perfecciona para
enunciar los principios de la ley natural (ad 2). Pero la ley no debe confundirse nunca con el
principio psicológico que la produce.
732 Tratado de la ley en general C.94 a.2
9. De fide orth. c.4: MG 94,876; c.30: MG 94,976; 1.4 c.20: MG 94,1196. 10. GRACIA-
NO, Decretum p.1 dist.1. Prol. 11. ARISTÓTELES, c.1 n.12 (BK 1129b12): S. TH., lect.2.
12. ARISTÓTELES, Eth. 1.5 c.7 n.4 (BK 1134b32).
g Uno de los preceptos primarios de la ley natural es «obrar según la razón», según se dice
en el a.2 (cf. también 1-2 q.54 a.3; 2-2 q.47 a.7). Y no otra cosa es el concepto de virtud, la
cual se especifica siempre por un bien conforme a la razón. Con esta explicación se da cumpli-
da razón al texto del Damasceno que decía que las virtudes son naturales (cf. sed cont.).
h En la moral escolástica, al pecado de homosexualidad se le denomina pecado contra natu-
ram, significando con ello no sólo que es contra la ley natural —todo pecado lo es—, sino
que viola directamente los preceptos de la naturaleza (genérica) del hombre, es decir, aquellas
inclinaciones que el hombre tiene de común con los animales, como es la tendencia a la unión
procreativa de sexos distintos.
C.94 a.4 De la ley natural 735
raleza. Mas no todos los hombres tienen lares de la razón especulativa, la verdad
las mismas inclinaciones, sino que unos es la misma para todos los hombres,
apetecen el placer, otros el honor, etc. pero no todos la conocen igualmente.
Luego no hay en todos una única ley Así, por ejemplo, que los ángulos del
natural. triángulo son iguales a dos rectos es ver-
En cambio está lo que dice San Isi- dadero para todos por igual; pero es una
verdad que no todos conocen. Si se tra-
doro en Etymol.13: El derecho natural es
común a todas las naciones. ta, en cambio, de las conclusiones par-
ticulares de la razón práctica, la verdad o
Solución. Hay que decir: Como ya vi- rectitud ni es la misma en todos ni en
mos (a.2.3), pertenece a la ley natural aquellos en que es la misma es igual-
todo aquello a lo cual el hombre se en- mente conocida. Así, todos consideran
cuentra naturalmente inclinado, dentro como recto y verdadero el obrar de
de lo cual lo específico del hombre es acuerdo con la razón. Mas de este prin-
que se sienta inclinado a obrar conforme cipio se sigue como conclusión particu-
a la razón. Ahora bien, según consta por lar que un depósito debe ser devuelto a
I Physic.14, es propio de la razón el pro- su dueño. Lo cual es, ciertamente, ver-
ceder de lo común a lo particular. dadero en la mayoría de los casos; pero
Aunque de diferente manera, según se en alguna ocasión puede suceder que sea
trate de la razón especulativa o de la ra- perjudicial y, por consiguiente, contrario
zón práctica. Porque la primera versa a la razón devolver el depósito; por
principalmente sobre cosas necesarias, ejemplo, a quien lo reclama para atacar a
que no pueden comportarse más que la patria. Y esto ocurre tanto más fácil-
como lo hacen, y por eso tanto sus con- mente cuanto más se desciende a situa-
clusiones particulares como sus princi- ciones particulares, como cuando se es-
pios comunes expresan verdades que no tablece que los depósitos han de ser de-
admiten excepción. La razón práctica, en vueltos con tales cauciones o siguiendo
cambio, se ocupa de cosas contingentes, tales formalidades; pues cuantas más
cuales son las operaciones humanas, y condiciones se añaden tanto mayor es el
por eso, aunque en sus principios comu- riesgo de que sea inconveniente o el de-
nes todavía se encuentra cierta necesi- volver o el retener el depósito.
dad, cuanto más se desciende a lo par- Así, pues, se debe concluir que la ley
ticular tanto más excepciones ocurren. natural, en cuanto a los primeros princi-
Así, pues, en el orden especulativo, la pios universales, es la misma para todos
verdad es la misma para todos, ya sea en los hombres, tanto en el contenido
los principios, ya en las conclusiones, como en el grado de conocimiento. Mas
por más que no sea conocida por todos en cuanto a ciertos preceptos particula-
la verdad de las conclusiones, sino sólo res, que son como conclusiones deriva-
la de los principios llamados «concepcio- das de los principios universales, tam-
nes comunes»15. Pero en el orden prácti- bién es la misma bajo ambos aspectos en
co, la verdad o rectitud práctica no es la la mayor parte de los casos; pero pueden
misma en todos a nivel de conocimiento ocurrir algunas excepciones, ya sea en
concreto o particular, sino sólo de cono- cuanto a la rectitud del contenido, a cau-
cimiento universal; y aun aquellos que sa de algún impedimento especial (como
coinciden en la norma práctica sobre lo también en algunos casos fallan las cau-
concreto, no todos la conocen igual- sas naturales debido a un impedimento);
mente. ya sea en cuanto al grado del conoci-
Por tanto, es manifiesto que, en lo to- miento, debido a que algunos tienen la
cante a los principios comunes de la ra- razón oscurecida por una pasión, por
zón, tanto especulativa como práctica, la una mala costumbre o por una torcida
verdad o rectitud es la misma en todos, disposición natural. Y así cuenta Julio
e igualmente conocida por todos. Mas, César en VI De bello gallico16 que entre
si hablamos de las conclusiones particu- los germanos no se consideraba ilícito el
13. L.5 c.4: ML 82,199. 14. ARISTÓTELES, c.1 n.2 (BK 181a16): S. TH., lect.1. 15. La
expresión «communes conceptiones» es de BOECIO, en De hebdomadibus: ML 64,1311: S. TH.,
lect.1. 16. L.6 c.23 (DD 270).
736 Tratado de la ley en general C.94 a.5
17. Decretum p.1 d.1. Pról. 18. ARISTÓTELES, Eth., 1.5 c.1 n.12 (BK 1129b12). 19. Glossa
ordin. (III 403 E); RÁBANO MAURO, In Eccli. 1.4 c.5, sobre 17,9: ML 109,876. 20. L.5 c.4:
ML 82,199.
i Esta doctrina es muy importante para entender la índole propia del razonamiento moral.
Hasta aquí hemos visto un perfecto paralelismo entre el orden especulativo y el práctico. Aho-
ra se nos muestra una diferencia importante: la verdad del orden práctico, al depender de la
condición subjetiva del agente y darse en acciones particulares, puede tener excepciones y no
verse cumplida en todos los casos por igual. Esto es lo peculiar de la verdad moral: que sus
normas son válidas en situaciones ordinarias (ut in pluribus), pero caben situaciones concretas
fuera de la norma moral (ut in paucioribus). En el caso de la ley natural esto no acaecerá en los
principios básicos del orden natural, pero sí en muchas de sus conclusiones racionales e históri-
cas (principios secundarios). Esta doctrina es muy importante para el estudio de la ignorancia
de la ley moral natural y del condicionamiento histórico del derecho natural, el cual aquí, y por
boca de S. Isidoro (sed cont.), se identifica con la ley natural. La «depravación» que puede cau-
sar esa ignorancia a que se refiere el autor, hay que entenderla sobre todo en el orden social,
a saber, el peso social de las costumbres y condicionamientos históricos de los pueblos que di-
ficultan un discurso limpio de la razón sobre el bien moral. Por lo demás, lo que aquí Santo
Tomás llama «preceptos comunes» y «conclusiones particulares» lo llamó en otros sitios —y
será la terminología más difundida— preceptos primarios y secundarios de la ley natural
(cf. 1-2 q.100 a.11).
C.94 a.5 De la ley natural 737
cambiado por las leyes humanas. Luego natural, bien porque viene a completar
parece que la ley natural es mudable. lo que faltaba a la ley natural, bien por-
En cambio está lo que se dice en el que la ley natural se había corrompido
Decreto, dist.521: El derecho natural nace parcialmente en el corazón de algunos,
con la criatura racional; y no cambia con el que llegaron a considerar como bueno
tiempo, sino que permanece inmutable. lo que es malo por naturaleza, y tal co-
rrupción necesitaba corrección.
Solución. Hay que decir: El cambio de 2. A la segunda hay que decir: En prin-
la ley natural puede concebirse de dos cipio todos los hombres mueren de
maneras. Primero, porque se le añade muerte natural, tanto los inocentes como
algo. Y en tal sentido nada impide que los culpables. Y esta muerte es infligida
la ley natural cambie, pues de hecho son por el poder divino a causa del pecado
muchas las disposiciones útiles para la original, según la expresión de Re 2,6:
vida humana que se han añadido a la ley El Señor da la muerte y la vida. Debido a
natural, tanto por la ley divina como, in- lo cual, por mandato divino se puede
cluso, por las leyes humanas. dar la muerte a cualquier hombre, ino-
En segundo lugar, cambiaría la ley cente o culpable, sin ninguna injusticia.
natural por vía de sustracción, es decir, A su vez, el adulterio es la unión carnal
porque algo que antes era de ley natural con una mujer que, si pertenece a otro,
deja de serlo. En este sentido, la ley na- es en virtud de una ley establecida por
tural es completamente inmutable en lo Dios. Y, en consecuencia, el hombre no
que se refiere a los primeros principios comete adulterio ni fornicación cualquie-
de la misma. Mas en lo tocante a los ra que sea la mujer a que se una por
preceptos secundarios, que, según diji- mandato de Dios. La misma razón vale
mos (a.4), son como conclusiones más también para el robo, que consiste en
determinadas derivadas inmediatamente apropiarse lo ajeno. Pues cualquier cosa
de los primeros principios, también es que se tome como propia por mandato
inmutable en cuanto mantiene su validez de Dios, que es dueño de todas las co-
en la mayoría de los casos, pero puede sas, ya no se toma, como en el robo,
cambiar en algunos casos particulares y contra la voluntad de su dueño. Y esto
minoritarios por motivos especiales, que no sucede sólo en las cosas humanas,
impiden la observancia de tales precep- donde lo que Dios manda es, por eso
tos, según lo ya dicho (a.4)j. mismo, obligatorio, sino también en el
Respuesta a las objeciones: 1. A la orden físico, donde todo lo que Dios
primera hay que decir: Se dice que la ley hace es en cierto modo natural, según se
escrita fue dada para corrección de la ley expuso en la Parte I (q.105 a.6 ad 1) k .
j El modo como Santo Tomás explica los cambios de la ley natural permite hablar de una
cierta historicidad de la ley y el derecho natural. Cabe, en primer lugar, un desarrollo y conoci-
miento más explícito de las inclinaciones naturales y del bien propio de la naturaleza humana.
La acertada comprensión de este desarrollo, que aquí sólo está sugerido, podría explicar mu-
chos capítulos de la historia de la ley y el derecho natural. Y cabe, en segundo lugar, una mu-
tación de la materia o del contenido a que afecta esa ley natural; así se explicaría, por ejemplo,
el cambio de la doctrina moral del préstamo a interés, que no tiene el mismo significado en
una economía de trueque que en una economía capitalista. Para ambos casos, el autor sostiene
una inmutabilidad formal de los principios comunes de la ley natural y un amplio margen de
relativismo en lo referente a las conclusiones o principios secundarios.
k Los casos que la Biblia recoge como justificados por Dios, siendo materialmente una
violación de la ley natural (matanza de inocentes como castigo bélico, adulterios, hurtos) cons-
tituían un verdadero quebradero de cabeza para los moralistas. ¿Acaso no se acaba de decir que
los primeros principios de la ley natural son inmutables? Santo Tomás explica estas excepciones
porque Dios puede alterar la índole de la materia de estos preceptos, en razón del dominio so-
berano que ejerce, tanto sobre las cosas materiales que puso a disposición de los hombres,
como sobre los preceptos del Decálogo entregado a su pueblo, como también sobre la vida
misma de cada hombre. Es decir, se recurre a un principio teológico que podría enunciarse así:
«todo lo que Dios hace en las creaturas es conforme a la naturaleza de éstas», de modo que,
incluso sustrayendo un ser a la ley natural, la acción de Dios es conforme a la naturaleza de
738 Tratado de la ley en general C.94 a.6
ese ser, por el principio metafísico de la potencia obediencial de la creatura para su Creador.
Sin embargo, y a pesar del valor filosófico de esta explicación, este argumento no nos dice
nada, pues leemos la Biblia con otros criterios. Las injusticias y violaciones de la ley natural
que en ella leemos no eran dispensas otorgadas por Dios, sino comportamientos reales de un
pueblo que, como otros pueblos contemporáneos, no percibieron la injusticia de tales acciones
por el estadio primitivo de su desarrollo moral y, en consecuencia, veían como justa la vengan-
za ejercida sobre el vencido, aceptaban como válida la institución de la poligamia y hasta ejer-
cieron los sacrificios humanos. Y es que la historia del pueblo de Israel está inserta en una lar-
ga historia de la humanidad que sólo lentamente ha ido tomando conciencia de los valores mo-
rales. La historia y la etnografía modernas nos han abierto horizontes amplios sobre ese
progreso, que antiguamente les era desconocido, y por ello no acertaban a explicar las abun-
dantes lesiones de la ley natural que narra la Biblia y que atribuye a decretos especiales de
Dios. El mismo Santo Tomás varió algo la explicación de estos problemas, que, en un princi-
pio, iba más en la línea de dispensas circunstanciales dadas por Dios a su pueblo (cf. In Sent.
4 d.33 q.2 a.2 qla.4s; De malo q.3 a1 ad 17; 1-2 q.108 a.8).
l No es el momento ahora de hablar del derecho de propiedad como un derecho natural,
ni menos de la esclavitud. Estos temas saldrán más directamente en 2-2 q.57 a.3, donde Santo
Tomás los cita como ejemplo del ius gentium. Aquí sólo se dice que la ley natural no determina
positivamente el modo de división de los bienes (en propiedad privada o en posesión común),
pero tampoco es contraria a esa división. Más adelante se ampliará el significado de esta
opinión.
ll Este artículo conecta con el artículo 4. Se trata ahora de explicar un texto de S. Agustín
(sed cont.), que fue muy comentado por los teólogos, y donde se dice que la ley natural está
impresa indeleblemente en el corazón humano. Para explicar la indelebilidad de la ley natural,
Santo Tomás repite su doctrina de las dos clases de preceptos naturales: los comunes y univer-
sales (praecepta communia; communissima; omnibus nota; eadem apud omnes) y los derivados o con-
clusiones (conclusiones principiorum; secunda praecepta; secundaria praecepta magis propria), a los que
después corrientemente se les llama secundarios. Pues bien, no cabe pérdida o ignorancia de los
primeros principios de la ley moral —esto equivaldría a la pérdida del sentido moral—, pero
sí cabe ignorancia en la aplicación de aquellos primeros principios a sectores particulares de la
vida moral o a conclusiones derivadas. Y la causa de tal pérdida de la ley natural reside en una
actitud culpable por parte del mismo individuo (malas persuasiones; pravas consuetudines et habitus
corruptos; vitia contra naturam), pero no se alude a otras causas que hoy conocemos mejor, como
pueden ser el influjo de la mala educación, la presión social, la laxitud de la moral pública, etc.
C.71 a.6 Los vicios y pecados en sí mismos 557
sión es con un acto interior, como cuan- mente con el pecado de omisión. Mas el
do uno quiere no ir a la iglesia. Mas a juicio sobre las cosas ha de darse según
veces, sin ningún acto, interior o exte- aquello que es esencial, y no según lo
rior, como cuando uno, a la hora en que accidental. En consecuencia, se puede
tiene que ir a la iglesia, no piensa ni en decir con más verdad que algún pecado
ir ni en no ir. puede darse sin acto ninguno. En otro
Pero si en el pecado de omisión se caso, los hechos y las ocasiones circuns-
consideran las causas u ocasiones de la tantes pertenecerían también a los otros
misma, entonces sí es necesario que en pecados actuales.
el pecado de omisión haya un acto. No Respuesta a las objeciones: 1. A la
hay pecado de omisión sino cuando uno primera hay que decir: Para el bien se re-
pasa por alto lo que puede hacer y no quieren más cosas que para el mal: por-
hace. Mas que uno se incline a no hacer que el bien resulta de la perfecta integridad
lo que puede hacer y no hacer, no es de la causa; mas el mal, de cualquier defecto
sino por alguna causa u ocasión conco- singular, como dice Dionisio, en el capí-
mitante o precedente. Si esa causa no tulo 4 De div. nom.27 Y así el pecado
está en la facultad de la persona, la omi- puede acontecer ya por hacer uno lo que
sión no tiene razón de pecado: como no debe, ya por no hacer lo que debe.
cuando uno, por enfermedad, pasa por Mas el mérito no puede darse a no ser
alto el ir a la iglesia. Mas, si la causa u que uno haga voluntariamente lo que
ocasión de omitirlo está en la facultad de debe. Por eso el mérito no puede darse
la voluntad, la omisión tiene razón de sin (algún) acto; mientras el pecado, sí.
pecado: y entonces esta causa, en cuanto 2. A la segunda hay que decir: Una
es voluntaria, siempre debe ir con algún cosa se dice voluntaria, no sólo porque
acto voluntario, interior por lo menos. recae sobre ella un acto de la voluntad,
Este acto a veces se refiere directa- sino porque está en nuestra facultad el
mente a la omisión misma, v.gr., cuando que se haga o no, como se dice en el li-
uno no quiere ir a la iglesia, evitando la bro III de los Éticos28. De donde tam-
molestia. Y entonces tal acto pertenece bién se sigue que el mismo querer puede
esencialmente a la omisión: pues la vo- decirse voluntario, en cuanto está en la
luntad de cualquier pecado pertenece facultad del hombre querer y no querer.
esencialmente al pecado en cuestión, por- 3. A la tercera hay que decir: El peca-
que de la esencia del pecado es el ser vo- do de omisión va contra un precepto
luntario. afirmativo, que obliga siempre, pero no
Mas a veces el acto de la voluntad se (a cumplirlo) en todo momento. Y por
refiere directamente a otra cosa, por la eso peca uno solamente cuando no pone
que la persona es impedida del acto de- el acto en el tiempo en que obliga dicho
bido; ya que aquello a lo que tiende la precepto afirmativo.
voluntad, sea concomitante a la omisión,
v. gr., si quiere jugar cuando debe ir a
la iglesia; ya también que lo preceda, ARTÍCULO 6
v. gr., si uno quiere trasnochar, de lo
cual se sigue que a la mañana no vaya a ¿Se define adecuadamente el pecado
la iglesia. Entonces este acto, interior o diciendo que es «un dicho, hecho o
exterior, se ha accidentalmente respecto deseo contra la ley eterna»?29
de la omisión, puesto que la omisión se In Sent. 2 d.35 a.2; De malo q.2 a.1.
sigue sin intentarla. Y decimos ser acci-
dental lo que está fuera de la intención, Objeciones por las que parece que
como se demuestra en el libro II de los no se define adecuadamente el pecado
Físicos26. Por lo tanto, es evidente que cuando se dice que el pecado es un dicho,
entonces el pecado de omisión conlleva hecho o deseo contra la ley eterna.
algún acto unido o precedente, que, sin 1. El dicho, hecho o deseo implica
embargo, está relacionado accidental- algún acto. Pero no todo pecado implica
26. ARISTÓTELES, c.5 n.3 (BK 196 b 23): S. TH., lect.8.9 n.211-216 y 218s.225. 27. § 30:
MG 3,729; S. TH., lect.22 n.572; cf. supra q.18 a.4 ad 3; q.19 a.7 ad 3. 28. ARISTÓTELES,
c.5 n.6 (BK 1113b20): S. TH., lect.11 n.496-502. 29. S. AGUSTÍN, Contra Faust. l.22 c.27:
ML 42,418.
558 Tratado de los vicios y pecados C.71 a.6
algún acto, como se ha dicho (a.5). Lue- cosa está prohibida por ser contraria a la
go esta definición no incluye todo pe- ley. Pero no todos los pecados son ma-
cado. los por estar prohibidos, sino que algu-
2. Además, dice Agustín, en el libro nos están prohibidos porque son malos.
De duabus animab.30, que el pecado es la vo- No se debió, pues, poner en la defini-
luntad de retener o conseguir lo que prohíbe la ción común del pecado que sea contra la
justicia. Pero la voluntad está incluida ley de Dios.
bajo la concupiscencia, en cuanto que la 5. Y también: Pecado significa un
concupiscencia en un sentido amplio acto malo del hombre, como consta por
equivale a todo apetito. Luego bastaría lo dicho (a.1; q.21 a.1). Mas el mal del
haber dicho: pecado es el deseo contra la ley hombre es ser contra la razón, como dice
eterna; y no debió añadirse dicho o hecho. Dionisio en el capítulo 4 De div. nom.33
3. Más aún: El pecado parece consis- Luego se debió decir que el pecado es
tir propiamente en apartarse del fin, contra la razón, más bien que contra la
pues el bien y el mal se consideran prin- ley de Dios.
cipalmente por orden al fin, como cons-
En cambio basta la autoridad de
ta por lo dicho anteriormente (q.18 a.6).
Agustín.
De ahí que también Agustín, en el libro
I De lib. arb.31, defina el pecado por re- Solución. Hay que decir: Como es cla-
lación al fin, diciendo que pecar no es otra ro por lo dicho (a.1), el pecado no es
cosa que, despreciadas las cosas eternas, seguir otra cosa que un acto humano malod.
las temporales; y en el libro Octoginta Mas que un acto sea humano, le viene
trium quaestion.32 dice que toda perversidad por ser voluntario, según consta por lo
humana está en usar de las cosas que han de dicho anteriormente (q.1 a.1): ya sea vo-
gozarse y gozar de las que han de usarse. Mas luntario, como elícito de la voluntad; ya
en la definición propuesta no se hace (lo sea) como imperado por la misma,
mención ninguna de la aversión al fin cual los actos exteriores, bien del hablar,
debido. Luego define insuficientemente o del obrar. Y al acto humano le viene
el pecado. el ser malo por carecer de la debida me-
4. Todavía más: Se dice que una dida e. Ahora bien; toda medida de cual-
30. C.11: ML 42,105. 31. C.16: ML 32,1240. 32. Q.30: ML 40,19. 33. § 32:
MG 3,733; S. TH., lect.22 n.592.
quier cosa se toma por referencia a una en la definición de pecado algo corres-
regla, de la cual, si se separa, se dice des- pondiente a los actos exteriores.
arreglado. Mas la regla de la voluntad f 3. A la tercera hay que decir: La ley
humana es doble: una próxima y homo- eterna primero y principalmente ordena
génea, esto es, la misma razón humana; al fin, mas consiguientemente hace que
y otra, la regla primera, esto es, la ley éste se haya bien respecto de los medios.
eterna, que es como la razón de Dios. Y Y por eso al decir contra la ley eterna toca
por eso Agustín, en la definición del pe- la aversión del fin y todos los otros des-
cado, puso dos cosas: una que pertenece órdenes.
a la sustancia del acto humano, lo cual 4. A la cuarta hay que decir: Cuando
es como material en el pecado: cuando se afirma que no todo pecado es malo
dijo dicho, hecho o deseo; y otra que perte- por estar prohibido, se entiende de la
nece a la razón de mal, lo cual es como prohibición hecha por el derecho positi-
formal en el pecado: cuando dijo contra vo. Mas, si se refiere al derecho natural,
la ley eterna. que está contenido primariamente en la
Respuesta a las objeciones: 1. A la ley eterna y sólo secundariamente en la
primera hay que decir: La afirmación y la facultad de juicio de la razón humana,
negación se reducen al mismo género: entonces todo pecado es malo porque
como en las (procesiones) divinas engen- está prohibido: repugna al derecho natu-
drado y no engendrado, al (género) de la re- ral por el hecho mismo de ser desorde-
lación, según dice Agustín en el libro V nado.
De Trinit.34 Por eso hay que tomar por 5. A la quinta hay que decir: Los teó-
lo mismo dicho y no dicho, hecho y no hecho. logos consideran el pecado principal-
2. A la segunda hay que decir: La pri- mente en cuanto es una ofensa contra
mera causa del pecado está en la volun- Dios; mas el filósofo moral lo considera
tad, la cual impera todos los actos vo- en cuanto contraría a la razón. Por ello
luntarios, en los cuales solamente se da Agustín define el pecado por el hecho
el pecado; y por eso Agustín, a veces, de que es contra la ley eterna más con-
define el pecado sólo por la voluntad. venientemente que porque lo sea contra
Mas, como los mismos actos externos la razón: sobre todo ya que por la ley
pertenecen a la sustancia del pecado, eterna nos regimos en muchas cosas que
siendo malos en sí, como se ha dicho exceden a la razón humana, como (suce-
(q.18 a.6), fue necesario poner también de) en las cosas de la fe.
nuestro lenguaje actual, la idea de una reglamentación dada y estable, una especie de recetario
preciso y concreto de lo bueno y lo malo; o quizá una concepción de la naturaleza humana
cuya presencia en la razón facilita una lectura interpretativa clara y simple. Para Tomás, el «or-
den de la razón» tiene, por el contrario, un sentido dinámico: indica un proceso. Efectivamen-
te, a la razón no se le dan las cosas hechas. La vida humana es rica en situaciones cambiantes;
para un mismo objetivo concurren una pluralidad de medios; y éstos, por su parte, son de tal
forma ambivalentes, que provocan intencionalidades diversas y elecciones u opciones similares.
Todo ese mosaico necesita ser unificado. La razón humana es la llamada a poner orden. Ella
no inventa el orden; sólo lo descubre. Es lógico que los medios se orienten a los fines u objeti-
vos pertinentes; su razón de ser consiste en ser «medios», y si la pierden, se desnaturalizan y
se malean. Es lógico, además, que la conducta humana se realice dentro de un conjunto de cir-
cunstancias cuya razón de ser consiste en «arropar» la acción, pues se realiza siempre en el
tiempo, el espacio y la convivencia; y si dejan de «arropar» a la acción y la desvían de su obje-
tivo connatural, la desnaturalizan y la malean.
«El orden de la razón» significa, por lo menos, tres cosas: a) la acción de orientar los me-
dios hacia el fin pertinente; b) ordenar las circunstancias conforme a la realización global de
fines y medios de la acción humana; c) la acción ordenadora deriva en unas exigencias éticas,
esto es, en una jerarquía de valores y preferencias y en unas pautas de acción auténticamente
humanizadoras.
Sobre esta base se afirma que el pecado es la acción humana contraria al orden y medida
de la razón.
f Cf. nota a.
C.61 a.1 Partes de la justicia 511
ARTÍCULO 1 ticia, y dice que una es la que dirige las dis-
tribuciones y otra las conmutaciones.
¿Se distinguen convenientemente dos
especies de justicia, es decir, la Solución. Hay que decir: Como ya se
justicia distributiva y conmutativa? ha dicho (q.58 a.7; cf. a.5), la justicia
particular se ordena a una persona priva-
1 q.21 a.1; In Sent. 3 d.33 q.3 a.4 q.a5 ad 2; 4 d.46 da, que en relación con la comunidad es
q.1 a.1 q.a1; In Ethic. 5 lect. 4.6
como la parte al todo. Ahora bien: cual-
Objeciones por las que parece que quier parte puede ser considerada en una
no se distinguen convenientemente dos doble relación; una, en la de parte a par-
especies de justicia: la distributiva y la te, a la que corresponde el orden de una
conmutativa: persona privada a otra, y este orden lo
1. No puede haber una especie de dirige la justicia conmutativa, que con-
justicia que perjudique a la multitud, ya siste en los cambios que mutuamente
que la justicia se dirige al bien común. tienen lugar entre dos personas. La otra
Ahora bien: distribuir los bienes comu- relación considerada es la del todo res-
nes entre muchos perjudica al bien co- pecto a las partes; y a esta relación se
mún de la multitud, ya porque se agotan asemeja el orden al que pertenece el as-
las riquezas comunes, ya también porque pecto de la comunidad en relación con
se corrompen las costumbres de los cada una de las personas; este orden,
hombres, pues dice Tulio, en el libro De ciertamente, lo dirige la justicia distribu-
offic. 1, que el que recibe se hace peor y está tiva, que es la que distribuye proporcio-
más presto a esperar siempre lo mismo. Lue- nalmente los bienes comunes. De ahí
go la distribución no pertenece a ningu- que sean dos las especies de justicia: la
na especie de justicia. distributiva y la conmutativa.
2. Más aún: el acto de la justicia es Respuesta a las objeciones: 1. A la
dar a cada uno lo que es suyo, como se primera hay que decir: Que así como en la
ha dicho anteriormente (q.58 a.2). Pero liberalidad de las personas privadas se
en la distribución no se le da a uno lo recomienda la moderación y, por el con-
que era suyo, antes bien se le apropia de trario, es reprendida la prodigalidad, así
algo nuevo que era de la comunidad. también en la distribución de los bienes
Luego esto no pertenece a la justicia. comunes debe observarse moderación,
3. Y también: la justicia no sólo está en lo cual lleva la dirección la justicia
en el príncipe, sino también en los súb- distributiva.
ditos, como se ha señalado antes (q.58 2. A la segunda hay que decir: Que
a.6); mas el distribuir pertenece siempre como la parte y el todo son en cierto
al príncipe. Luego la distribución no modo lo mismo, así lo que es del todo
pertenece a la justicia. es en cierta forma de la parte; y de este
4. Todavía más: según se dice en V modo, cuando se distribuye algo de los
Ethic. 2, lo justo distributivo es lo propio de bienes comunes entre cada uno de los
los bienes que se reparten. Pero los bienes individuos, recibe cada cual en cierta
comunes pertenecen a la justicia legal. manera lo que es suyo.
Luego la justicia distributiva no es espe- 3. A la tercera hay que decir: Que el
cie de la justicia particular, sino de la acto de la distribución, que es propio de
justicia legal. los bienes comunes, pertenece solamente
5. Incluso aún: la unidad y la multi- al que está al frente de los bienes comu-
plicidad no diversifican la especie de vir- nes; pero la justicia distributiva se halla
tud. Mas la justicia conmutativa consiste también en los súbditos a quienes se les
en el hecho de dar algo a uno; y, por el distribuyen aquéllos, en cuanto que, sin
contrario, la distributiva, en el hecho de duda, están contentos con la justa distri-
dar algo a muchos. Luego no existen es- bución. Aunque también se hace a veces
pecies diferentes de justicia. la justa distribución de los bienes comu-
En cambio está el Filósofo, en V nes, no para una ciudad, sino para una
Ethic. 3, que establece dos clases de jus- sola familia, cuya distribución puede ha-
1. CICERÓN, De off. 2 c.15 (DD 4,476). 2. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.4 n.2 (BK
1131b27): S. TH., lect.6. 3. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.2 n.12 (BK 1130b31): S. TH., lect.4.
512 División de la justicia C.61 a.2
cerse por la autoridad de una persona En cambio está el Filósofo, en V
privada. Ethic. 4, que dice que en la justicia distri-
4. A la cuarta hay que decir: Que los butiva se determina el medio según pro-
movimientos reciben su especie del tér- porción geométrica; en cambio, en la con-
mino final, y, por tanto, a la justicia le- mutativa, según la aritmética.
gal pertenece ordenar al bien común las
cosas que son propias de las personas Solución. Hay que decir: Como ya se
ha dicho (a.1), en la justicia distributiva
privadas; mas, por el contrario, ordenar
el bien común a las personas particulares se da algo a una persona privada, en
cuanto que lo que es propio de la totali-
a través de la distribución es propio de
la justicia particular. dad es debido a la parte; lo cual, cierta-
mente, será tanto mayor cuanto esta par-
5. A la quinta hay que decir: Que la
te tenga mayor relieve en el todo. Por
justicia distributiva y la conmutativa no
esto, en la justicia distributiva se da a
sólo se distinguen según lo uno y lo
una persona tanto más de los bienes co-
múltiple, sino según la diversa razón de
débito; pues de un modo se debe a al- munes cuanto más preponderancia tiene
dicha persona en la comunidad. Esta
guien lo que es común, y de otro modo
preponderancia se determina en la co-
lo que le es propio.
munidad aristocrática por la virtud; en
la oligárquica, por las riquezas; en la de-
ARTÍCULO 2 mocrática, por la libertad, y en otras, de
otra forma. De ahí que en la justicia dis-
¿Se determina del mismo modo tributiva no se determine el medio se-
el medio en la justicia distributiva gún la igualdad de cosa a cosa, sino se-
y en la conmutativa? gún la proporción de las cosas a las per-
In Sent. 3 d.33 q.1 a.3 q.a2; In Ethic. 5 lect. 4-7 sonas, de tal suerte que en la medida
que una persona exceda a otra, así tam-
Objeciones por las que parece que se bién la cosa que se le dé a dicha persona
considera de igual modo el medio en la exceda a la que se dé a la otra persona.
justicia distributiva y en la conmutativa: Y por esto, dice el Filósofo 5, que tal
1. Una y otra se contienen bajo la medio es según la proporcionalidad geomé-
justicia particular, como se ha dicho trica, en la que la igualdad se establece
(a.1). Pero el medio se determina del no según la cantidad, sino según la pro-
mismo modo en todas las partes de la porción; como si dijéramos que así
templanza y de la fortaleza. Luego tam- como seis es a cuatro, así tres es a dos,
bién debe ser determinado del mismo porque en ambos lugares se tiene una
modo en la justicia distributiva y en la proporción sesquiáltera, en la que el nú-
conmutativa. mero mayor contiene íntegro al menor y
2. Más aún: la forma de la virtud su mitad; más no hay igualdad de exceso
moral consiste en un recto medio, que según la cantidad, puesto que seis exce-
se determina según la razón. Ahora de a cuatro en dos; en cambio, tres exce-
bien: puesto que de cada virtud hay sólo de a dos en uno.
una forma, parece que en ambas especies Pero en los cambios se da algo a una
debe ser determinado el medio del mis- persona particular en razón de la cosa de
mo modo. dicha persona que se ha recibido, como,
3. Y también: en la justicia distribu- sobre todo, se manifiesta en la compra-
tiva se determina el término medio aten- venta, en la que se halla primeramente la
diendo a la distinta dignidad de las per- noción de cambio. Por eso es preciso
sonas. Pero la dignidad de las personas igualar cosa a cosa, de modo que cuanto
se tiene en cuenta también en la justicia éste tenga más de lo suyo, otro tanto
conmutativa, como en los castigados; restituirá a aquel a quien pertenece. Y
pues más castigado es el que hiere al de este modo se realiza la igualdad se-
príncipe que el que hiere a una persona gún la media aritmética, que se determina
privada. Luego del mismo modo se de- según un excedente cuantitativo igual:
termina el medio en una y otra justicia. así, el número 5 es medio entre 6 y 4,
4. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.3 n.8 (BK 1131a29): c.4 n.3 (BK 1121b32): S. TH.,
lect.4.5.7. 5. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.3 n.8 (BK 1131a29).
C.61 a.3 Partes de la justicia 513
pues excede y es excedido en la unidad. tenece a la justicia distributiva, es propia
Pues si al principio ambas partes tenían del dinero, los honores u otras cosas cuales-
5, y una de ellas recibe 1 de lo que es quiera que puedan repartirse entre los que for-
propio de la otra, una, es decir, la que man parte de una ciudad, como se dice en
recibe, tendrá 6, y a la otra le quedarán V Ethic. 6; también el cambio de todas
4. Habrá, pues, justicia si se reduce a estas cosas se da recíprocamente entre
ambas al término medio, de modo que las personas, lo cual pertenece a la jus-
se quite 1 a la que tiene 6 y que se dé a ticia conmutativa. Luego no es diversa
la que tiene 4; pues de este modo tendrá la materia de la justicia distributiva y la
cada una 5, que es el medio. de la conmutativa.
Respuesta a las objeciones: 1. A la 3. Y también: si es una la materia de
primera hay que decir: Que en las otras la justicia distributiva y otra la de la
virtudes morales se determina el medio conmutativa, dado que éstas difieren en
según la razón y no según la cosa; pero especie, donde no haya diferencia de es-
en la justicia se considera el medio real, pecie no deberá haber diversidad de ma-
y por esto, según la diversidad de las co- teria. Ahora bien: El Filósofo establece 7
sas, se determina de modo distinto el una sola especie de justicia conmutativa,
medio de las mismas. que tiene, sin embargo, materia múlti-
2. A la segunda hay que decir: Que la ple. Luego no parece ser distinta la ma-
forma general de la justicia es la igual- teria de estas especies.
dad, en lo que coincide la justicia distri- En cambio está el hecho que se dice
butiva con la conmutativa; sin embargo, en V Ethic. 8 que una especie de justicia es
en la primera se encuentra la igualdad la que dirige en las distribuciones y otra en los
según la proporcionalidad geométrica, y cambios.
en la segunda, según la proporcionalidad Solución. Hay que decir: Según se ha
aritmética. dicho anteriormente (q.58 a.8.10), la jus-
3. A la tercera hay que decir: Que en ticia trata sobre ciertas operaciones exte-
las acciones y pasiones, la condición de riores, es decir, la distribución y la con-
la persona influye en la cantidad de la mutación, que consisten en el uso de
cosa, puesto que mayor es la injuria si se realidades exteriores: cosas, personas u
hiere al príncipe que si se hiere a una obras. De las cosas, cuando uno, por
persona privada; y de este modo, la con- ejemplo, quita o restituye a otro un ob-
dición de la persona, en la justicia distri- jeto suyo; de las personas, cuando al-
butiva, es considerada por sí misma; mas guien comete una injuria contra la per-
en la conmutativa lo es en cuanto que sona misma de un hombre, por ejemplo,
por ella se diversifica la realidad. hiriéndole o afrentándole, o también
cuando le tributa reverencia; y de las
ARTÍCULO 3 obras, cuando alguno exige de otro lo
que es justo o presta a otro algún servi-
¿Es diversa la materia de una y otra cio. Pues, si consideramos como materia
justicia? de una y otra justicia aquellas cosas cuyo
In Ethic. 5 lect.4 uso son las operaciones, la materia de la
justicia distributiva y la de la conmutati-
Objeciones por las que parece que la va es la misma, porque las cosas pueden
materia de una y otra justicia no es di- ser retiradas de lo común y distribuidas
versa: a los particulares, o pueden ser cambia-
1. La diversidad de la materia realiza das de uno a otro, y también existe cier-
la diversidad de la virtud, como es ma- ta distribución e intercambio de los tra-
nifiesto en la templanza y en la fortaleza. bajos penosos.
Pues si la materia de la justicia distribu- Pero si tomamos como materia de
tiva y la de la conmutativa fueran diver- una y otra justicia las mismas acciones
sas, parece que no se contendrían bajo principales, por las cuales nos servimos
una misma virtud, a saber: la justicia. de las personas, de las cosas y de las
2. Más aún: la distribución, que per- obras, entonces en una y otra justicia ha-
6. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.2 n.12 (BK 1130b31): S. TH., lect.4. 7. ARISTÓTELES, Ethic.
5 c.2 n.13 (BK 1131a1). 8. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.2 n.12 (BK 1130b31).
514 División de la justicia C.61 a.4
liaremos diversa materia, porque la dis- suceder de tres modos: primero, cuando
tributiva dirige la distribución y la con- alguien transmite simplemente una cosa
mutativa es la que dirige los cambios suya a otro en compensación de una
que pueden darse entre dos personas. propiedad del otro, como sucede en la
De estas conmutaciones, unas son in- compraventa. Segundo, cuando alguien
voluntarias, mas otras voluntarias. Invo- entrega a otro alguna cosa propia, con-
luntarias, cuando alguien usa de las co- cediéndole el uso de ella con la obliga-
sas de otro, o de su persona, o de su ción de devolverla; si se concede el uso
obra, contra su voluntad, lo que aconte- de la cosa gratuitamente, se llama usu-
ce a veces ocultamente, por fraude, y fructo en las cosas que algo producen, o
otras abiertamente, por la violencia; y lo simplemente mutuo o comodato en las
uno y lo otro puede suceder, sin embar- que no producen, como son el dinero,
go, en las cosas, en la propia persona o vasijas y cosas semejantes. Pero si ni aun
en la persona de un allegado. Primero, este uso se concede gratuitamente, se
en las cosas, si uno sustrae las de otro tiene locación y arrendamiento. Tercero,
ocultamente, lo que se llama hurto; pero cuando alguien entrega una cosa como
si lo hace públicamente, entonces se de- para recuperarla y no por razón de su
nomina rapiña o robo. Segundo, en la uso, sino de su conservación, como en
misma persona, en cuanto que es atacada el depósito, o a título de obligación,
ya en su existencia, ya en su dignidad. como cuando uno entrega una cosa suya
En cuanto a la existencia de la persona, en prenda o sale fiador de otro.
ésta es atacada ocultamente hiriéndola, En todas las acciones de este género,
matándola con alevosía o envenenándo- ya voluntarias, ya involuntarias, existe
la; en cambio, abiertamente, matándola un mismo módulo para determinar el
públicamente, encarcelándola, azotándo- término medio, según la igualdad de la
la o mutilándole algún miembro. En compensación, y por esto todas estas ac-
cuanto a la dignidad, es dañado alguien ciones pertenecen a una sola especie de
ocultamente por falsos testimonios o de- justicia, es decir, la conmutativa.
tracciones, con que se le priva de su Respuesta a las objeciones: Con
reputación; y manifiestamente, por la todo lo dicho quedan claras las respues-
acusación en juicio o cubriéndole de in- tas a las objeciones.
jurias. Tercero, en cuanto a la persona
allegada, si uno puede ser dañado en su
esposa, la mayoría de las veces secreta- ARTÍCULO 4
mente por medio del adulterio, y en el
siervo, cuando alguien soborna a éste Lo justo, ¿es simplemente lo mismo
para que se separe de su amo; cosas es- que la reciprocidad?
tas que también pueden ejecutarse con In Ethic. 5 lect.8
publicidad. Y la misma razón existe res-
pecto de otras personas allegadas, contra Objeciones por las que parece que lo
las que también pueden realizarse inju- justo es simplemente lo mismo que la re-
rias de todas las clases, como también ciprocidad:
contra la persona principal. Pero el adul- 1. El juicio divino es absolutamente
terio y la seducción del siervo, si bien justo; ahora bien: una fórmula del juicio
son propiamente injurias frente a estas divino es que cada uno sufra según lo
personas, sin embargo, puesto que el que hubiera hecho, según el texto evan-
siervo es cierta posesión del señor, tal gélico de Mt 7,2: Con el juicio con que juz-
violación de la justicia se reduce al gareis seréis juzgados, y con la medida con que
hurto. midiereis seréis medidos. Luego lo justo es,
Las conmutaciones se llaman volunta- en absoluto, lo mismo que lo padecido
rias cuando una persona transfiere a otra en compensación.
voluntariamente lo que es suyo. Si le 2. Más aún: en una y otra especie de
transmite simplemente la cosa suya sin justicia se da algo a una persona según
débito, como en la donación, no hay un cierta igualdad: en la justicia distributi-
acto de justicia, sino de liberalidad. Mas va, respecto a la dignidad de las perso-
la transferencia voluntaria pertenece a la na, que parece valorarse, sobre todo,
justicia en tanto en cuanto hay algo en atendiendo a las obras con las que algu-
ella por razón de débito, lo cual puede nos sirven a la comunidad; y en la jus-
C.61 a.4 Partes de la justicia 515
ticia conmutativa, respecto a la cosa en tendría lugar siempre esa igualdad si al-
que uno fue perjudicado. Mas, en una y guien experimentase la misma especie de
otra igualdad, cada cual sufre en recipro- mal que a su vez hizo, porque, en pri-
cidad a lo que hizo. Luego parece que lo mer lugar, cuando uno ofende injuriosa-
justo en absoluto es lo mismo que lo pa- mente a la persona de otro de más alta
decido en reciprocidad. categoría, es mayor la acción que la pena
3. Y también: parece, sobre todo, de la misma especie que él habría de pa-
que no es oportuno que uno sufra en decer en retribución; por lo cual, al que
proporción a lo que ha hecho, por la di- hiere al príncipe no sólo debe infligírsele
ferencia entre lo voluntario y lo invo- igual daño, sino que, además, debe ser
luntario; pues el que ha injuriado invo- castigado más severamente. Igualmente
luntariamente es castigado con menor también, cuando alguien perjudica a
pena. Pero lo voluntario y lo involunta- otro en sus bienes sin su consentimien-
rio, que se considera por nuestra parte, to, mayor es la acción que sería la retri-
no modifican el medio de la justicia, que bución si solamente se le quitase aquella
es medio real y no subjetivo. Luego pa- cosa que él arrebató, pues el que dañó a
rece que lo justo es en absoluto lo mis- otro en lo suyo en nada propio quedaría
mo que lo recibido en reciprocidad. perjudicado; y por esto se le castiga a
que restituya una mayor cantidad, por-
En cambio está el Filósofo, en V que no sólo perjudicó a una persona pri-
Ethic. 9, que aprueba que no todo lo jus- vada, sino al Estado, violando la seguri-
to es lo recibido en reciprocidad. dad de su tutela. Tampoco, asimismo,
Solución. Hay que decir: Lo recibido en en las transacciones voluntarias la retri-
retribución implica igualdad de compensa- bución sería siempre igual si uno diera
ción entre lo que se recibe y la acción cosa suya recibiendo la de otro, porque
precedente; lo cual se dice que tiene lu- tal vez ésta sea mucho mayor que la
gar con máxima propiedad en las accio- suya. Por eso es preciso en los cambios
nes injuriosas con que alguno hiere a la igualar la contraprestación a la acción,
persona del prójimo; como, por ejem- según cierta medida proporcional, por lo
plo, si un hombre golpea a otro, que sea cual se inventaron las monedas 10. De
golpeado a su vez. En la ley mosaica se este modo, la reciprocidad en las presta-
determina esta especie de justicia: Paga- ciones es lo justo conmutativo.
rás vida por vida, ojo por ojo... (Ex 21,23). Mas, en la justicia distributiva, esto
Mas, puesto que quitar una cosa del no tiene lugar, puesto que en ésta no se
otro es realizar una acción injusta, por determina la igualdad según la propor-
ello, secundariamente, también se puede ción de cosa a cosa, o de acción a pasión
hablar de cumplir la reciprocidad, es de- —de ahí que se llame contrapasión—,
cir, en cuanto que cualquiera que haga sino según la proporcionalidad de cosas
daño a otro en sus bienes ha de ser, a su a personas, como ya se ha dicho (a.2).
vez, perjudicado; y esta justicia también Respuesta a las objeciones: 1. A la
es recogida en la ley antigua: Si alguien primera hay que decir: Que aquella fórmu-
hubiere hurtado buey u oveja y los matare o la del juicio divino ha de considerarse
vendiere, restituirá cinco bueyes por un buey y según la razón de la justicia conmutativa,
cuatro ovejas por una oveja (Ex 21,37). Se es decir, según que equipare los premios
aplica en tercer lugar esta denominación a los méritos y los castigos a las culpas.
de recibido en reciprocidad a los cam- 2. A la segunda hay que decir: Que si a
bios voluntarios, en los que hay por una uno que sirviese a la comunidad se le re-
y otra parte acción y pasión; pero la vo- tribuyera algo por el servicio prestado,
luntariedad disminuye aquí por razón de esto no sería propio de la justicia distri-
pasión, como se ha dicho (q.59 a.3). butiva, sino de la conmutativa, pues en
Pero, en todos estos casos, debe ha- la justicia distributiva no se determina la
cerse, según la naturaleza de la justicia igualdad de lo que alguien recibe con lo
conmutativa, la compensación conforme que ha prestado, sino en relación con lo
a la igualdad, es decir, de modo que la que debe recibir, según la condición de
reacción sea igual a la acción. Pero no ambas personas.
9. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.5 n.2 (BK 1132b23): S. TH., lect.8. 10. Cf. ARISTÓTELES,
Ethic. 5 c.1 n.14.15: S. TH., lect.9.
C.64 a.1 El homicidio 529
pecto a la forma misma del juicio, o sea, ción de personas, puesto que la misma
en cuanto el juez, aun en la misma jus- diferencia de la persona produce, en re-
ticia conmutativa, quita a uno algo y da lación a este caso, una diferencia objeti-
a otro, y esto pertenece a la justicia dis- va, como antes se ha dicho (q.58 a.10 ad
tributiva. Y según esto en cualquier jui- 3; q.61 a.2 ad 3).
cio puede tener lugar la acepción de per- 3. A la tercera hay que decir: Que el
sonas. hombre debe amparar en el juicio al po-
2. A la segunda hay que decir: Que bre cuanto le sea posible, pero sin detri-
cuando uno es castigado más gravemen- mento de la justicia; de lo contrario, es
te a causa de la injuria cometida contra aplicable la frase de Ex 23,3: Ni aun del
persona más elevada, no se comete acep- pobre tendrás compasión en el juicio.
CUESTIÓN 64
El homicidio
Corresponde a continuación tratar de los vicios opuestos a la justicia
conmutativa (cf. q.63 introd.), acerca de los cuales trataremos primero de
los pecados que se cometen con ocasión de las transacciones involuntarias,
y en segundo lugar de los que se cometen en las transacciones voluntarias
(q.77). Se cometen pecados en las transacciones involuntarias en cuanto se
perjudica al prójimo contra su voluntad, lo cual puede hacerse de dos mane-
ras, a saber: o de obra o de palabra (q.67). De obra, cuando se hiere al pró-
jimo en su propia persona o en la de sus allegados (q.65) o en sus bienes
(q.66). De estas cosas trataremos por orden, comenzando por el homicidio,
por el que se perjudica más gravemente al prójimo.
Acerca de esto se formulan ocho preguntas:
1. ¿Es pecado matar a los animales brutos y destruir las plantas?—
2. ¿Es lícito matar al pecador?—3. ¿Está permitido esto a una persona par-
ticular o solamente a una pública?—4. ¿Lo está a un clérigo?—5. ¿Es lícito
a alguien suicidarse?—6. ¿Es lícito quitar la vida a un hombre justo?—
7. ¿Es lícito a alguien matar a un hombre en defensa propia?—8. El homi-
cidio casual, ¿es pecado mortal?
2. ARISTÓTELES, Pol. 1 c.3 n.7 (BK 1256b15): S. TH., lect.6. 3. SAN AGUSTÍN, De civ.
Dei 1 c.20: ML 41,35. 4. SAN AGUSTÍN, Contra mendac. c.7: ML 40,528. 5. ARISTÓTE-
LES, Ethic. 2 c.6 n.18 (BK 1107a14): S. TH., lect.7. 6. ARISTÓTELES, Ethic. 9 c.4 n.1 (BK
1166a4): S. TH., lect.4.
C.64 a.3 El homicidio 531
como lo imperfecto se ordena a lo per- la razón, y por ello decae en su digni-
fecto. Pues toda parte se ordena al todo dad, es decir, en cuanto que el hombre
como lo imperfecto a lo perfecto, y por es naturalmente libre y existente por sí
ello cada parte existe naturalmente para mismo; y húndese, en cierto modo, en la
el todo. Y por esto vemos que, si fuera esclavitud de las bestias, de modo que
necesaria para la salud de todo el cuerpo puede disponerse de él en cuanto es útil
humano la amputación de algún miem- a los demás, según aquello del Sal 42,21:
bro, por ejemplo, si está podrido y pue- El hombre, cuando se alzaba en su esplendor,
de inficionar a los demás, tal amputación no lo entendió; se ha hecho comparable a las
sería laudable y saludable. Pues bien: bestias insensatas y es semejante a ellas; y en
cada persona singular se compara a toda Prov 11,29 se dice: El que es necio servirá
la comunidad como la parte al todo; y, al sabio. Por consiguiente, aunque matar
por tanto, si un hombre es peligroso a la al hombre que conserva su dignidad sea
sociedad y la corrompe por algún peca- en sí malo, sin embargo, matar al hom-
do, laudable y saludablemente se le quita bre pecador puede ser bueno, como ma-
la vida para la conservación del bien co- tar una bestia, pues peor es el hombre malo
mún; pues, como afirma 1 Cor 5,6, un que una bestia y causa más daño, según afir-
poco de levadura corrompe a toda la masa. ma el Filósofo en I Polit. 8 y en VIII
Respuesta a las objeciones: 1. A la Ethic.9
primera hay que decir: Que el Señor man- ARTÍCULO 3
dó que se abstuvieran de arrancar la ci-
zaña por evitar que se arrancara el trigo, ¿Es lícito a una persona particular
esto es, los buenos, lo que ocurre cuan- matar al hombre pecador?
do no puede matarse a los malos sin que
Infra q.65 a.1 ad 2; In Sent. 2 d.44 q.2 a.2 ad 5;
al mismo tiempo sean muertos también 4d.37a.2a.1
los buenos, ya porque estén ocultos en-
tre éstos, ya porque tengan muchos se- Objeciones por las que parece que es
cuaces, de modo que no puedan ser su- lícito a un simple particular matar al
primidos sin peligro para los buenos, hombre pecador:
como observa Agustín en Contra Par- 1. En la ley divina no se manda nin-
men. 7 Por eso el Señor enseña que vale guna cosa ilícita. Mas Moisés mandó en
más dejar vivir a los malos y reservar la Ex 32,27: Cada uno mate a su hermano, a
venganza hasta el juicio final, que hacer su amigo y a su prójimo por haber adorado
perecer al mismo tiempo a los buenos. al becerro de oro. Luego es lícito, aun a
Pero cuando la muerte de los malos no las personas particulares, matar al pe-
entraña un peligro para los buenos, sino cador.
más bien seguridad y protección, se pue- 2. Más aún: el hombre, a causa del
de lícitamente quitar la vida a aquéllos. pecado, es comparable a las bestias, como
2. A la segunda hay que decir: Que se ha dicho anteriormente (a.2 ad 3);
Dios, según el orden de su sabiduría, pero matar la bestia salvaje que causa
arrebata, algunas veces inmediatamente, mucho daño es lícito a cualquier persona
la vida de los pecadores para liberar a particular. Luego por igual razón le será
los buenos; pero otras veces les concede lícito matar al hombre pecador.
tiempo de arrepentirse, si prevé que es 3. Y también: es laudable que el
conveniente para sus elegidos. También hombre, aunque sea una persona priva-
en esto le imita la justicia humana según da, realice lo que es útil al bien común.
su posibilidad, pues hace morir a los que Ahora bien: quitar la vida a los malhe-
son funestos para los demás, pero reser- chores es útil al bien común, como se ha
va a los que pecan sin perjudicar grave- demostrado (a.2). Luego es laudable que
mente a otros, para que hagan peni- incluso las personas privadas maten a los
tencia. malhechores.
3. A la tercera hay que decir: Que el En cambio está Agustín, en I De civ.
hombre, al pecar, se separa del orden de Dei 10, que dice: El que matare a malhechor
7. SAN AGUSTÍN, Contra Epist. Parmen. 3 c.3: ML 43,101. 8. ARISTÓTELES, Pol. 1 c.1
n.12 (BK 1253a32): S. TH., lect.1. 9. ARISTÓTELES, Ethic. 7 c.6 n.7 (BK 1150a7). 10. Cf.
GRACIANO, Decretum p.2 causa 23 q.8 can.33: Qui percutit (RF I 965).
532 División de la justicia C.64 a.4
sin tener administración pública, será juzgado dir qué se debe quitar a las partes para
como homicida, y tanto más cuanto que no te- la salvación del todo.
mió usurpar una potestad que Dios no le ha-
bía concedido. ARTÍCULO 4
Solución. Hay que decir: Como hemos
dicho (a.2), es lícito matar al malhechor ¿Es lícito a los clérigos matar a los
en cuanto se ordena a la salud de toda la malhechores?
comunidad, y, en consecuencia, el reali- In Sent. 4 d.25 q.2 a.2 q.a2
zarlo le compete sólo a aquel a quien
esté confiado el cuidado de conservar la Objeciones por las que parece que es
comunidad, igual que al médico le com- lícito a los clérigos matar a los malhe-
pete amputar el miembro podrido cuan- chores:
do le fuera encomendada la curación de 1. Los clérigos, principalmente, de-
todo el cuerpo. Pero el cuidado del bien ben cumplir lo que les dice el Apóstol
común está confiado a los príncipes, que en 1 Cor 4,16: Sed mis imitadores, como yo
tienen la autoridad pública. Por consi- lo soy de Cristo; por lo cual nos estimula
guiente, solamente a éstos es lícito matar a que imitemos a Dios y a sus santos.
a los malhechores; en cambio, no lo es a Ahora bien: el mismo Dios, al que ado-
las personas particulares. ramos, mató a los malhechores, según
Respuesta a las objeciones: 1. A la dice Sal 135,10: Hirió a Egipto en sus pri-
primera hay que decir: Que realmente rea- mogénitos: También Moisés hizo que fue-
liza una acción aquel por cuya autoridad ran muertos por los levitas veintitrés mil
o mandato se hace, como expresa Dioni- hombres por adorar al becerro de oro,
sio en el c.3 De cael, hier. 11; y por esto como se relata en Ex 32,28. El sacerdote
escribe Agustín, en I De civ. Dei 12, que Finees mató a un israelita que se había
no mata aquella persona que cumple su minis- unido a una madianita, según se relata
terio de obedecer al que manda, de quien es en Núm 25,6ss; Samuel mató a Agag,
instrumento, como una espada en manos del rey de Amalee (1 Sam 15,33); Elías, a
que se sirve de ella. Por consiguiente, los los sacerdotes de Baal (1 Re 18,40), y
que mataron a los parientes y amigos Matatías dio muerte al que iba a idola-
por mandato del Señor no parece que trar (1 Mac 2,24); y, en el Nuevo Testa-
ellos mismos lo hayan hecho, sino, antes mento, Pedro a Ananías y Safira (Act
bien, aquel a cuya autoridad obedecían, 5,3). Luego también parece que es lícito
como un soldado mata al enemigo por a los clérigos matar a los malhechores.
orden del príncipe y el verdugo al la- 2. Más aún: la potestad espiritual es
drón por autoridad del juez. mayor que la temporal y más unida a
2. A la segunda hay que decir: Que la Dios. Pero el poder secular mata lícita-
bestia es por su naturaleza distinta del mente a los malhechores, como ministro
hombre, y, por consiguiente, sobre este de Dios, de acuerdo con lo que se dice en
punto no se requiere juicio alguno de si Rom 13,4. Luego, con mucha más ra-
hay que matarla si es salvaje; pero, si es zón, los clérigos, que son ministros de
doméstica, se requiere un juicio, no por Dios y tienen potestad espiritual, pueden
ella misma, sino por el perjuicio del due- lícitamente matar a los malhechores.
ño. Mas el hombre pecador no es por 3. Y también: cualquiera que legíti-
naturaleza distinto de los hombres jus- mamente acepta algún cargo puede ejer-
tos; por consiguiente, habrá necesidad cer lícitamente lo que a aquel cargo con-
de un juicio público para decidir si se le cierne. Mas es función del príncipe tem-
debe matar en atención al bien común. poral matar a los malhechores, como se
3. A la tercera hay que decir: Que ha- ha demostrado (a.3). Luego los clérigos,
cer algo en servicio del bien común, que que son príncipes de la tierra, pueden
a nadie perjudique, es lícito a cualquier matar lícitamente a los malhechores.
persona particular; pero si es con perjui- En cambio está 1 Tim 3,2-3, que
cio de otro, no debe hacerse sino según dice: Es necesario que el obispo sea irrepren-
el juicio de aquel a quien pertenece deci- sible, no dado al vino, no violento.
11. Ps. DIONISIO AREOPAGITA, De cael, hier. c.13 par.4: MG 3,305. 12. SAN AGUSTÍN,
De civ. Dei 1 c.21: ML 41,35.
C.64 a.5 El homicidio 533
Solución. Hay que decir: No es lícito a ARTÍCULO 5
los clérigos matar, y eso por dos razo-
nes: primera, porque son elegidos para ¿Es lícito a alguien suicidarse?
el servicio del altar, en el que se repre- Supra q.59 a.3 ad 2; infra q.124 a.1 ad 2; In Sent. 4
senta la pasión de Cristo sacrificado, el d.49 q.5 a.3 q.a2 ad 6; In Hebr. 11 lect.7; In Ethic. 5
lect.17; De duob. praecept.
cual, a pesar de ser maltratado, no maltrata-
ba, como declara 1 Pe 2,23; y, por consi- Objeciones por las que parece que a
guiente, no conviene que los clérigos alguien le es lícito suicidarse:
hieran o maten, porque los ministros de- 1. El homicidio solamente es pecado
ben imitar a su señor, según Eclo 10,2: en cuanto es contrario a la justicia. Mas
Como sea el juez del pueblo, así sus minis- nadie puede hacerse a sí mismo injus-
tros. ticia, como se prueba en V Ethic. 13 Lue-
La segunda razón es porque a los clé- go nadie peca suicidándose.
rigos les está encomendado el ministerio 2. Más aún: matar a los malhechores
de la nueva ley, en la cual no se estable- es lícito al que tiene pública potestad.
ce ninguna pena de muerte o de mutila- Pero algunas veces el que tiene pública
ción corporal. Por tanto, para que sean potestad es malhechor. Luego le está
ministros idóneos del Nuevo Testamento (2 permitido darse muerte.
Cor 3,6), deben abstenerse de tales cosas. 3. Y también: es lícito que uno se
Respuesta a las objeciones: 1. A la exponga espontáneamente a un peligro
primera hay que decir: Que Dios realiza menor por evitar el peligro mayor,
universalmente en todos los seres las co- como también es lícito que uno se am-
sas que son rectas; sin embargo, en cada pute un miembro podrido para salvar
uno según su naturaleza, y así cada cual todo el cuerpo. Pero a veces uno, dán-
debe imitar a Dios en lo que le concier- dose muerte a sí mismo, evita mayor
ne especialmente a él. Por eso, aunque mal, como sería una vida miserable o la
Dios pueda suprimir la vida corporal de torpeza de algún pecado. Luego es lícito
los malhechores, no conviene, sin em- a algunos suicidarse.
bargo, que todos le imiten en esto. Pe- 4. Todavía más: Sansón se dio
dro no mató por propia autoridad, o muerte, según se tiene en Jue 16,30; y,
por su mano, a Ananías y Safira, sino sin embargo, se le enumera entre los
más bien promulgó la sentencia divina santos, como es manifiesto (Heb 11,32).
sobre su muerte. Respecto de los sacer- Luego es lícito a alguno suicidarse.
dotes o los levitas del Antiguo Testa- 5. Incluso aún: en el libro de 2 Mac
mento, éstos eran ministros de la antigua 14,41ss se cuenta que Razías se dio
ley, según la cual se establecían penas muerte, prefiriendo morir noblemente antes
corporales, y, por consiguiente, también que caer en manos de pecadores y sufrir inju-
podían matar a alguien por su propia rias indignas de su linaje. Pero nada que se
mano. haga noblemente y con valor es ilícito.
Luego no es ilícito darse muerte.
2. A la segunda hay que decir: Que el
ministerio de los clérigos está ordenado En cambio está Agustín, en I De civ.
a unos fines más elevados que el de las Dei 14, que dice: Sólo nos queda aplicar al
ejecuciones corporales, es decir, a aque- hombre este precepto: No matarás. Ni a tu
llas cosas que pertenecen a la salvación prójimo ni a ti, porque el que se mata, mata
espiritual; y, por consiguiente, no deben a un hombre.
inmiscuirse en otros menesteres inferio- Solución. Hay que decir: Es absoluta-
res. mente ilícito suicidarse por tres razones:
3. A la tercera hay que decir: Que los primera, porque todo ser se ama natural-
prelados de las Iglesias reciben el oficio mente a sí mismo, y a esto se debe el
de príncipes de la tierra no para que que todo ser se conserve naturalmente
ellos mismos ejerzan por sí sentencia de en la existencia y resista, cuanto sea ca-
muerte, sino para que por su autoridad paz, a lo que podría destruirle. Por tal
se ejerza a través de otros tribunales. motivo, el que alguien se dé muerte va
13. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.11 n.1,4,6 (BK 1138a4; a14; a26): S. TH., lect.17; cf. Ethic. 5
c.6 n.9 (BK 1134b9): S. TH., lect.11. 14. SAN AGUSTÍN, De civ. Dei 1 c.20: ML 41,35.
534 División de la justicia C.64 a.5
contra la inclinación natural y contra la hombre, sino a la potestad divina; y por
caridad por la que uno debe amarse a sí esta razón no es lícito al hombre darse
mismo; de ahí que el suicidarse sea siem- muerte para pasar a otra vida más di-
pre pecado mortal por ir contra la ley chosa.
natural y contra la caridad. Tampoco lo es el que rehúya ciertas
Segunda, porque cada parte, en cuan- miserias de la vida presente, puesto que
to tal, pertenece al todo; y un hombre la muerte es el último de los males de esta
cualquiera es parte de la comunidad, y, vida y el más terrible, como se muestra
por tanto, todo lo que él es pertenece a por el Filósofo en III Ethic. 16 Por consi-
la sociedad. Por eso el que se suicida guiente, suicidarse para evitar otras mi-
hace injuria a la comunidad, como se serias de esta vida es preferir un mayor
pone de manifiesto por el Filósofo en V mal por evitar uno menor.
Ethic.15 Ni tampoco es lícito darse muerte por
Tercera, porque la vida es un don di- algún pecado cometido, ya porque con
vino dado al hombre y sujeto a su divi- esto se causa uno a sí mismo un perjui-
na potestad, que da la muerte y la vida. cio máximo, puesto que se priva del
Y, por tanto, el que se priva a sí mismo tiempo necesario para la penitencia, ya
de la vida peca contra Dios, como el que también porque no es lícito matar al
mata a un siervo ajeno peca contra el se- malhechor sino mediante juicio de la pú-
ñor de quien es siervo; o como peca el blica potestad.
que se arroga la facultad de juzgar una Ni igualmente es lícito a la mujer dar-
cosa que no le está encomendada, pues se muerte para no ser violada, ya que no
sólo a Dios pertenece el juicio de la debe cometer un crimen mayor, que es el
muerte y de la vida, según el texto de suicidio, para evitar un delito menor aje-
Dt 32,39: Yo quitaré la vida y yo haré vivir. no; pues la mujer violada a la fuerza no
peca si no da su consentimiento, porque
Respuesta a las objeciones: 1. A la el cuerpo no se mancha sino por el consenti-
primera hay que decir: Que el homicidio es miento del alma, como dijo Santa Lucía 17.
pecado, no sólo porque es contrario a la Mas consta que es notoriamente menor
justicia, sino también porque es contra- pecado la fornicación o el adulterio que
rio a la caridad que debe tener uno con- el homicidio y, sobre todo, que el suici-
sigo mismo; y en este concepto el suici- dio, el cual es gravísimo, porque el
dio es pecado contra uno mismo; pero, hombre se causa a sí mismo un daño,
además, respecto a la sociedad y a Dios, debiéndose un máximo amor, y también,
tiene también razón de pecado por opo- es pecado peligrosísimo, pues no queda
sición a la justicia. tiempo para expiarlo por la penitencia.
2. A la segunda hay que decir: Que el Finalmente, tampoco es lícito darse
que ejerce pública potestad puede matar muerte por temor a consentir en el peca-
lícitamente al malhechor, por cuanto do, puesto que no deben realizarse males
puede juzgarle; pero nadie es juez de sí para que sobrevengan bienes (Rom 3,8) o
mismo, y, por consiguiente, no es lícito para evitar otros males, sobre todo me-
al que ejerce pública potestad darse nores y menos ciertos. Y es incierto si
muerte a sí mismo, cualquiera que sea su uno consentirá más adelante en el peca-
pecado; pero sí le es lícito someterse al do, puesto que Dios puede librar del pe-
juicio de otros. cado al hombre en cualquier tentación
3. A la tercera hay que decir: Que el que le asalte.
hombre se constituye en señor de sí mis- 4. A la cuarta hay que decir: Que,
mo por el libre albedrío, y, por tanto, como dice Agustín, en I De civ. Dei 18, el
puede lícitamente disponer de sí mismo que Sansón se sepultara con sus enemigos entre
en lo que pertenece a esta vida, la cual las ruinas del templo sólo se excusa por algu-
se rige por el libre albedrío del hombre. na secreta intimación del Espíritu Santo, que
Pero el tránsito de esta vida a otra más obraba milagros por su medio. El mismo ra-
feliz no está sujeto al libre albedrío del zonamiento aduce Agustín 19 respecto de
15. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.11 n.3 (BK 1138a11): S. TH., lect.17. 16. ARISTÓTELES,
Ethic. 3 c.6 n.6 (BK 1115a26): S. TH., lect.14. 17. Cf. J. DE VORÁGINE, Legenda Aurea c.4
par.1 (GR 31); MOMBRITIO, Sanctuarium Passio S. Luciae virginis et martyris (2,108.38). 18. S. AGUS-
TÍN, De civ. Dei 1 c.21: ML 41,35. 19. S. AGUSTÍN, De civ. Dei 1 c.26: ML 41,39.
C.64 a.6 El homicidio 535
ciertas santas mujeres que se dieron inocente convicto, sin embargo, por fal-
muerte en tiempo de persecución y cuya sos testigos; y, del mismo modo, el ver-
memoria celebra la Iglesia. dugo que mata al injustamente condena-
5. A la quinta hay que decir: Que per- do obedeciendo al juez. Luego puede al-
tenece a la virtud de la fortaleza el que guien, sin cometer pecado, matar al
alguien no rehúse que le maten por otro inocente.
a causa del bien de la virtud y para evi- En cambio está Ex 23,7 22, que dice:
tar el pecado. Pero el que uno se suicide No quitarás la vida al inocente ni al justo.
para evitar sufrimientos penales sólo tie-
ne una apariencia de fortaleza, por lo Solución. Hay que decir: Se puede
que algunos se quitaron la vida a sí mis- considerar a un hombre de dos modos:
mos creyendo que obraban valerosamen- en sí mismo y por comparación a otro.
te, entre los que se enumera el caso de Considerando al hombre en sí mismo,
Razías; pero no es verdadera fortaleza, no es lícito quitar la vida a nadie, puesto
sino más bien cierta flojedad del alma, que en todo hombre, aun pecador, debe-
que es incapaz de soportar padecimien- mos amar la naturaleza, que Dios ha he-
tos penales, como ponen de relieve el cho y que por la muerte se destruye.
Filósofo en II Ethic. 20, y Agustín en Pero, según se ha expuesto (a.2), la occi-
I De civ. Dei 21. sión del pecador sólo es lícita en aten-
ción al bien común, que se destruye por
el pecado. Pero la vida de los justos
ARTÍCULO 6 mantiene y promueve el bien común, ya
que ellos son la parte más importante de
¿Es lícito en algún caso matar
la sociedad. Por esta razón, de ningún
a un inocente?
modo es lícito matar al inocente.
1-2 q.94 a.5 ad 2; q.100 a.8 ad 3; In Hebr. 11 lect.4;
De pot. q.1 a.6 ad 4 Respuesta a las objeciones: 1. A la
primera hay que decir: Que Dios es Señor
Objeciones por las que parece que es de la muerte y de la vida, pues por dis-
lícito en algún caso matar a un inocente: posición suya mueren los pecadores y
1. Por medio del pecado no se ma- los justos. Por consiguiente, el que por
nifiesta el temor de Dios, sino que más mandato de Dios mata al inocente, no
bien el temor de Dios expulsa el pecado, peca, como tampoco Dios, de quien es
como consigna Eclo 1,27. Ahora bien: ejecutor. Y manifiesta que teme a Dios
es alabado Abrahán porque, temiendo al al obedecer sus mandatos.
Señor, quiso matar a su hijo inocente 2. A la segunda hay que decir: Que, en
(Gén 22,12). Luego puede alguien matar la apreciación de la gravedad del pecado,
a un inocente sin incurrir en pecado. se debe considerar más lo que es esencial
2. Más aún: en el género de pecados que lo que es accidental. Por eso el que
que se comete contra el prójimo, tanto mata a un justo peca más gravemente
mayor parece que será un pecado cuanto que el que mata al pecador: primero,
más daño se haga a aquel contra quien porque perjudica a alguien a quien debe
se peca. Pero la occisión causa más daño amar más y, de este modo, quebranta
al pecador que al inocente, quien por la más la caridad; segundo, porque infiere
muerte pasa de la miseria de esta vida a injuria al que menos la merece y, así,
la gloria celestial. Luego, siendo lícito viola más la justicia; tercero, porque pri-
en algún caso matar al pecador, mucho va a la sociedad de un bien mayor; cuar-
más lo será matar al inocente o al justo. to, porque desprecia más a Dios, según
3. Y también: lo que se hace según aquello de Lc 10,16: El que a vosotros des-
el orden de la justicia no es pecado. precia, a mí me desprecia. Que el justo
Pero algunas veces, según este mismo muerto sea llevado por Dios a la gloria,
orden de la justicia, se ve uno obligado es accidental al homicidio.
a matar al inocente; por ejemplo, cuando 3. A la tercera hay que decir: Que el
un juez, que debe juzgar según lo alega- juez, si sabe que alguien convicto por
do, condena a muerte al que sabe que es falsos testigos es inocente, debe exami-
20. ARISTÓTELES, Ethic. 3 c.7 n.13 (BK 1116a12): S. TH., lect.15. 21. SAN AGUSTÍN, De
civ. Dei 1 c.22: ML 41,36; c.23: ML 41,37. 22. Cf. Dan 13,53.
536 División de la justicia C.64 a.7
nar a éstos con mayor diligencia, para pecto a aquellos clérigos de quienes me consul-
encontrar ocasión de librar al inocente, taste, que defendiéndose mataron a un pagano,
como lo hizo Daniel (Dan 13,51); pero, sobre si, enmendados después por la peniten-
si esto no le fuera posible, debe remitir- cia, pueden volver al estado antiguo o ascender
lo al juicio de un tribunal superior. Mas, a otro más elevado, sabed que Nos no les
si esto no pudiera, no peca sentenciando aceptamos pretexto ni les otorgamos licencia
según lo alegado, porque no es él el que alguna para matar, de cualquier manera que
mata al inocente, sino aquellos que ates- sea, a ningún hombre. Y como los clérigos
tiguan que es culpable. En cuanto al y los laicos están obligados indistinta-
verdugo o agente del juez que ha conde- mente a guardar los preceptos morales,
nado al inocente: si la sentencia contiene tampoco a los laicos es lícito matar a na-
un error intolerable, no debe obedecer; die defendiéndose.
de lo contrario se excusaría a los verdu- 4. Todavía más: el homicidio es pe-
gos que mataron a los mártires; pero, si cado más grave que la simple fornica-
la sentencia no contiene injusticia mani- ción o el adulterio. Pero a nadie es lícito
fiesta, no peca ejecutando el mandato; cometer simple fornicación, o adulterio,
porque no está en sus manos discutir la o cualquier otro pecado mortal para la
sentencia del superior, ni tampoco mata conservación de la propia vida, porque
él mismo al inocente, sino el juez, cuyas la vida espiritual debe ser preferida a la
órdenes ejecuta. corporal. Luego a nadie es lícito en de-
fensa propia matar a otro para conservar
ARTÍCULO 7 la vida.
5. Incluso aún: si el árbol es malo,
¿Es lícito a alguien matar a otro el fruto lo es también, como se dice en
en defensa propia? Mt 7,17-18. Pero la misma defensa pro-
In Sent. 4 d.25 q.2 a.2 q.a2 ad 3 pia parece ser ilícita, según aquello de
Rom 12,19: No os defendáis, queridos míos.
Objeciones por las que parece que a Luego la muerte de un hombre, por este
nadie es lícito matar a otro en defensa motivo, es ilícita.
propia:
En cambio está Ex 22,1, que dice: Si
1. Dice Agustín en Ad Publicolam 23:
fuere hallado un ladrón forjando o socavando
No me parece bien aconsejar a nadie que mate
una casa, y siendo herido muriese, el que le hi-
a otros hombres, aun en defensa propia, a no
rió no será reo de la sangre vertida. Pero es
ser que sea soldado o que a ello le obligue su
mucho más lícito defender la vida pro-
función pública, de manera que no actúe por sí
pia que la casa propia. Luego también,
mismo, sino por otros y una vez recibida la
si uno mata a otro en defensa de su
potestad legítima, si ésta es adecuada a su
vida, no será reo de homicidio.
persona. Pero el que, defendiéndose, mata
a alguien, le mata para no ser asesinado Solución. Hay que decir: Nada impide
por él. Luego parece que esto es ilícito. que de un solo acto haya dos efectos, de
2. Más aún: se dice en I De lib. los cuales uno sólo es intencionado y el
arb. 24: ¿Cómo están libres de pecado ante la otro no. Pero los actos morales reciben
divina providencia los que por estos bienes, que su especie de lo que está en la intención
deben ser despreciados, han vertido sangre hu- y no, por el contrario, de lo que es aje-
mana?; y añade que deben ser desprecia- no a ella, ya que esto les es accidental,
das aquellas cosas 25 que los hombres pueden como consta de lo expuesto en lugares
perder contra su voluntad, siendo principal- anteriores (q.43 a.3; 1-2 q.72 a.1). Ahora
mente una de ellas la vida corporal. Lue- bien: del acto de la persona que se de-
go, por conservar la vida corporal, a na- fiende a sí misma pueden seguirse dos
die es lícito cometer homicidio. efectos: uno, la conservación de la pro-
3. Y también: el papa Nicolás for- pia vida; y otro, la muerte del agresor.
mula la siguiente resolución 26, también Tal acto, en lo que se refiere a la conser-
consignada en el Decreto d.50 27: Con res- vación de la propia vida, nada tiene de
23. SAN AGUSTÍN, Epist.47 Ad Publicolam: ML 33,186; cf. GRACIANO, Decretum p.2 causa
23 q.5 can.8: De occidendis (RF 1 932). 24. SAN AGUSTÍN, De lib. arb. 1 c.5: ML 32,1228.
25. Ibid. 26. Epist.138 Ad Osbaldum: ML 119,1131. 27. GRACIANO, Decretum p.1 d.50
can.6: De his clericis (RF I 179).
C.64 a.8 El homicidio 537
ilícito, puesto que es natural a todo ser condena a muerte a alguien con justicia;
conservar su existencia todo cuanto pue- igualmente el clérigo, si al defenderse
da. Sin embargo, un acto que proviene mata a alguien, incurre en irregularidad,
de buena intención puede convertirse en aunque no tuviera intención de matarle,
ilícito si no es proporcionado al fin. Por sino de defenderse a sí mismo.
consiguiente, si uno, para defender su 4. A la cuarta hay que decir: Que el
propia vida, usa de mayor violencia que acto de fornicación o de adulterio no se
la precisa, este acto será ilícito. Pero si ordena necesariamente a la conservación
rechaza la agresión moderadamente, será de la propia vida, como se ordena un
lícita la defensa, pues, con arreglo al de- acto del que algunas veces se sigue el
recho 28, es lícito repeler la fuerza con la homicidio.
fuerza, moderando la defensa según las necesi- 5. A la quinta hay que decir: Que allí
dades de la seguridad amenazada. No es, se prohíbe la defensa que va mezclada
pues, necesario para la salvación que el con deseo de venganza. De ahí que diga
hombre renuncie al acto de defensa mo- la Glosa 29: No os defendáis, esto es, no devol-
derada para evitar ser asesinado, puesto váis al adversario el mal que os ha hecho.
que el hombre está más obligado a mirar
por su propia vida que por la vida ajena. ARTÍCULO 8
Mas, puesto que no es lícito matar al
hombre sino por autoridad pública y a El que mata casualmente a un
causa del bien común, como consta por hombre, ¿incurre en delito de
lo expuesto (a.3), es ilícito que un hom- homicidio?
bre se proponga matar a otro simple- In Sent. 4 d.25 q.2 a.2 q.a2 ad 3
mente para defenderse a sí mismo, a me-
nos que tenga autoridad pública el que Objeciones por las que parece que el
se defiende, el cual, al proponerse matar que mata casualmente a un hombre in-
a otro en su propia defensa, lo hace con curre en delito de homicidio:
vistas al bienestar público, como ocurre 1. Se lee, en Gén 4,23-24, que La-
con el soldado que pelea contra los ene- mec, creyendo matar a una bestia, mató
migos y con el agente del juez que com- a un hombre, y que le fue reputada esta
bate contra los ladrones; aunque tam- acción como homicidio. Luego es reo de
bién pecan ambos si son movidos por homicidio el que casualmente mata a un
pasión personal. hombre.
Respuesta a las objeciones: 1. A la 2. Más aún: se dice en Ex 21,22-23:
primera hay que decir: Que el argumento Si alguien hiriese a una mujer preñada y ésta
de autoridad de Agustín debe interpre- abortase y se siguiese su muerte, pagará vida
tarse con referencia al caso en el que al- por vida. Pero eso puede suceder sin in-
guien tenga intención directa de matar a tención de matar. Luego el homicidio
un hombre para librarse él mismo de la casual encierra reato de homicidio.
muerte. 3. Y también: en los Decretos d.50 30
A este mismo argumento se constriñe se halla que se castigan los homicidios
también el otro argumento de autoridad, casuales. Ahora bien: las penas no deben
del libro De libero arbitrio, aducido en la ser tomadas sino como culpas. Luego el
objeción; de ahí que diga precisando: por que accidentalmente incurre en culpa de
estos bienes, con lo que designa la inten- homicidio es reo de homicidio.
ción de homicidio. En cambio está Agustín, en Ad Pu-
2. A la segunda hay que decir: Que de blicolam, que dice 31: Cuando hacemos ciertas
aquí se deduce la contestación a la se- cosas para un fin bueno y legítimo, pero por
gunda objeción. ellas sobreviene algún mal a alguien contra
3. A la tercera hay que decir: Que el nuestra voluntad, no debe imputársenos dicho
acto del homicidio, aunque sea sin cul- mal. Mas algunas veces sucede que,
pa, entraña una irregularidad (canónica), cuando obramos en atención a un bien,
como es claro en el caso del juez que se sigue fortuitamente un homicidio.
28. Decretal. Gregor. IX 5 tit.12 c.18: Significati (RF II 801). 29. Glossa de PEDRO LOM-
BARDO, super Rom 12,19: ML 191,1502; cf. Glossa interl. super Rom 12,19 (6,27v). 30. GRA-
CIANO, Decretum p.1 d.50 can.4: Miror minus, hasta el can.8: Si quis viduam (RF I 178-
180). 31. SAN AGUSTÍN, Ad Publicolam epist.47: ML 33,187.
C.66 a.7-8 El hurto y la rapiña 549
ARTÍCULO 7 al sostenimiento de los pobres, por lo
cual Ambrosio 28, y en el Decreto 29 se
¿Es lícito al hombre robar en estado consigna también, dice: De los hambrien-
de necesidad? tos es el pan que tú tienes; de los desnudos, las
Supra q.32 a.7 ad 3; In Sent. 4 d.15 q.2 a.1 q.a4 ad 2; ropas que tú almacenas; y es rescate y libera-
Quodl. 5 q.9 a.1 ad 1 ción de los desgraciados el dinero que tú escon-
des en la tierra. Mas, puesto que son mu-
Objeciones por las que parece que a chos los que padecen necesidad y no se
nadie es lícito robar en estado de nece- puede socorrer a todos con la misma
sidad: cosa, se deja al arbitrio de cada uno la
1. No se impone, en efecto, peniten- distribución de las cosas propias para so-
cia sino al que peca. Mas en Extra De correr a los que padecen necesidad. Sin
furtis 25 está prescrito que si alguno, por embargo, si la necesidad es tan evidente
necesidad de hambre o desnudez, hubiera hur- y tan urgente que resulte manifiesta la
tado alimento, vestido o ganado, ha de hacer premura de socorrer la inminente necesi-
penitencia durante tres semanas. Luego no dad con aquello que se tenga, como
es lícito hurtar por necesidad. cuando amenaza peligro a la persona y
2. Más aún: dice el Filósofo, en II no puede ser socorrida de otro modo,
Ethic. 26, que hay cosas que en su mismo entonces puede cualquiera lícitamente
nombre implican una idea de malicia, entre satisfacer su necesidad con las cosas aje-
las que cita el hurto. Pero lo que en sí nas, sustrayéndolas, ya manifiesta, ya
mismo es malo no puede hacerse bueno ocultamente. Y esto no tiene propiamen-
por ningún buen fin. Luego no puede te razón de hurto ni de rapiña.
nadie robar lícitamente para proveer a
su necesidad. Respuesta a las objeciones: 1. A la
3. Y también: el hombre debe amar primera hay que decir: Que la decretal allí
al prójimo como a sí mismo. Ahora citada trata del caso en que la necesidad
bien: no es lícito hurtar para socorrer al no es urgente.
prójimo con una limosna, como escribe 2. A la segunda hay que decir: Que el
Agustín en el libro Contra mendacium 27. usar de la cosa ajena ocultamente sus-
Luego tampoco es lícito hurtar para cu- traída en caso de extrema necesidad no
brir la necesidad propia. tiene razón de hurto propiamente ha-
blando, puesto que por tal necesidad se
En cambio está el hecho de que en hace suyo lo que uno sustrae para sus-
caso de necesidad todas las cosas son co- tentar su propia vida.
munes, y, de este modo, no parece que 3. A la tercera hay que decir: Que en
sea pecado si uno toma una cosa de el caso de una necesidad semejante tam-
otro, porque la necesidad la hace bién puede uno tomar clandestinamente
común. la cosa ajena para socorrer así al prójimo
Solución. Hay que decir: Las cosas que indigente.
son de derecho humano no pueden de-
rogar el derecho natural o el derecho di- ARTÍCULO 8
vino. Ahora bien: según el orden natural
instituido por la divina providencia, las La rapiña, ¿puede realizarse sin
cosas inferiores están ordenadas a la sa- cometer pecado?
tisfacción de las necesidades de los hom- In Sent. 4 d.15 q.2 a.1 q.a4 ad 2
bres. Por consiguiente, por la distribu-
ción y apropiación, que procede del de- Objeciones por las que parece que la
recho humano, no se ha de impedir que rapiña puede realizarse sin cometer pe-
con esas mismas cosas se atienda a la ne- cado:
cesidad del hombre. Por esta razón, los 1. Siempre la presa o botín se arre-
bienes superfluos, que algunas personas bata con violencia, lo cual parece perte-
poseen, son debidos por derecho natural necer a la naturaleza de la rapiña, según
25. Decretal. Gregor. IX 5 tit.18 c.3: Si quis (RF II 810). 26. ARISTÓTELES, Ethic. 2 c.6
n.18 (BK 1107a9). 27. SAN AGUSTÍN, Contra mendac. c.7: ML 40,528. 28. SAN AMBRO-
SIO, Serm. de Temp. serm.81 (sive 64), Domin.8 post Pentecosten, super Luc. 12,18 (3,380; cf.
ML 17,613-614); y es tomado de SAN BASILIO, hom.3 In Luc. 12,16, según interpreta Rufino:
MG 31,1752. 29. GRACIANO, Decretum p.1 d.47 can.8: Sicut hi (RF I 171).
550 División de la justicia C.66 a.8
lo expuesto (a.4). Ahora bien: es lícito malhechores. El hecho de que por tal
arrancar a los enemigos el botín, pues violencia se despoje no tiene razón de
dice Ambrosio, en el libro De Patriar- rapiña, puesto que no va contra la jus-
chis 30: Cuando el botín caiga en poder del ven- ticia. Pero si, en contra de la justicia, al-
cedor, la disciplina militar exige que se le gunos, a través de la autoridad pública,
conserve íntegro al rey para que él lo distri- arrebatan violentamente las cosas de
buya. Luego la rapiña es lícita en algún otras personas, obran ilícitamente, come-
caso. ten rapiña y están obligados a la restitu-
2. Más aún: es lícito quitar a otro lo ción.
que no es suyo. Mas las cosas que tienen
los infieles no son propias de ellos, Respuesta a las objeciones: 1. A la
como les dice Agustín en la epístola Ad primera hay que decir: Que acerca del bo-
Vinc. Donatist. 31: Llamáis falsamente vues- tín es preciso distinguir. Puesto que, si
tras las cosas que no poseéis justamente y que los que saquean a los enemigos hacen
deben seros quitadas, según las leyes de los re- guerra justa, aquellas cosas que por vio-
yes de la tierra. Luego parece que se pue- lencia adquieren en la guerra se convierten
de lícitamente arrebatar a los infieles al- en suyas propias; en esto no hay razón de
guna cosa. rapiña y, por consiguiente, no están obli-
3. Y también: los príncipes de la tie- gados a la restitución. Sin embargo, aun
rra arrancan violentamente muchas cosas estos que hacen una guerra justa pueden
de sus súbditos, lo cual parece pertene- pecar por codicia al apoderarse del botín
cer a la naturaleza de la rapiña. Mas pa- si es mala su intención, es decir; si pe-
rece grave decir que pecan al hacer esto, lean no por la justicia, sino principal-
pues entonces casi todos los príncipes se mente por el botín; pues dice Agustín,
condenarían. Luego la rapiña es lícita en en el libro De verb. Dom. 32, que combatir
algún caso. por el botín es pecado. Y si los que toman
el botín lo hacen en una guerra injusta,
En cambio está el hecho de que se cometen rapiña y están obligados a la
puede hacer a Dios un sacrificio o una restitución.
ofrenda de todo lo adquirido lícitamen- 2. A la segunda hay que decir: Que al-
te; mas no puede hacerse del fruto de la gunos infieles poseen injustamente sus
rapiña, según el texto de Is 61,8: Yo soy cosas sólo en cuanto las leyes de los príncipes
el Señor, que amo la justicia y aborrezco holo- de la tierra ordenan que las pierdan; y, por
caustos de rapiña. Luego no es lícito apo- consiguiente, pueden serles quitadas por
derarse de alguna cosa por la rapiña. la fuerza, mas no por autoridad privada,
Solución. Hay que decir: La rapiña im- sino por autoridad pública.
plica cierta violencia y coacción por la 3. A la tercera hay que decir: Que si
que se arrebata a un hombre contra toda los príncipes exigen a los súbditos lo
justicia lo que es suyo. Mas en la socie- que conforme a justicia se les debe para
dad de los hombres nadie puede emplear conservar el bien común, no cometen
la coacción a no ser por pública potes- rapiña, aunque empleen la violencia.
tad; por tanto, quienquiera que arrebata Pero si indebidamente les arrancan algo
violentamente algo a otro, si es persona por la fuerza, incurren en rapiña y tam-
particular y no utiliza la pública potes- bién en latrocinio. Por eso exclama
tad, obra ilícitamente y comete rapiña, Agustín, en IV De civ. Dei 33: Sin la jus-
como sucede en los ladrones. ticia, ¿qué son los reinados sino grandes pandi-
A su vez, a los príncipes está enco- llas de ladrones? ¿ Y qué son las pandillas de
mendada la autoridad pública para que bandidos sino pequeños reinados? Y Ez 22,27
sean los guardianes de la justicia; y, por dice: Sus príncipes están en medio de ellas
consiguiente, no les es lícito emplear como los lobos que arrebatan la presa. Por
violencia y coacción sino con arreglo a consiguiente, están obligados a la res-
las exigencias de la justicia, y esto ya titución lo mismo que los ladrones; y
contra los enemigos en el combate, ya pecan tanto más gravemente que los la-
contra los ciudadanos castigando a los drones cuanto más peligrosos son sus
30. SAN AMBROSIO, De Abraham 1 c.3: ML 14,449. 31. SAN AGUSTÍN, Epist.93 Ad
Vincent. c.12: ML 33,345. 32. Dentro de las obras de SAN AGUSTÍN, Serm. Suppos. serm.82:
ML39,1904. 33. SAN AGUSTÍN, De civ. Dei 4 c.4: ML 41,115.
C.67 La injusticia del juez en los procesos 551
actos y más quebrantan la justicia públi- Solución. Hay que decir: La rapiña y el
ca, de la que han sido constituidos guar- hurto tienen razón de pecado, como se
dianes. ha expuesto antes (a.4), a causa de la in-
voluntariedad que existe por parte de
ARTÍCULO 9 aquel a quien se le quita algo; con la di-
ferencia, sin embargo, de que en el hur-
El hurto, ¿es pecado más grave que to la involuntariedad se produce por ig-
la rapiña? norancia, pero en la rapiña se origina
Infra q.83 a.3 ad 2; q.116 a.2 ad 1; q.144 a.2 ad 4;
por violencia. Y más involuntario es
In Ethic. 5 lect. 4 algo causado por la violencia que por la
ignorancia, porque la violencia se opone
Objeciones por las que parece que el más directamente a la voluntad que la
hurto es pecado más grave que la ra- ignorancia. Por consiguiente, la rapiña
piña: es pecado más grave que el hurto.
1. El hurto, además de la sustrac- Hay también otra razón, puesto que
ción de la cosa ajena, aúna el fraude y el por la rapiña no sólo se infiere daño a
dolo, lo que no ocurre en la rapiña. Y el alguno en sus bienes, sino que también
fraude y el dolo tienen por sí mismos redunda en cierta ignominia o injuria de
naturaleza de pecado, como ya se ha ex- la persona; y esto sobrepasa al fraude y
puesto (q.55 a.4.5). Luego el hurto pare- al dolo, que pertenecen al hurto.
ce ser pecado más grave que la rapiña. Respuesta a las objeciones: 1. A la
2. Más aún: la vergüenza es el temor
primera hay que decir: Que de lo expuesto
respecto a un acto repulsivo, como se se deduce la contestación a la primera
afirma en IV Ethic. 34 Pero más se aver- objeción.
güenzan los hombres del hurto que de la
rapiña. Luego el hurto es más repulsivo 2. A la segunda hay que decir: Que los
que la rapiña. hombres, apegados a las cosas sensibles,
3. Y también: un pecado parece ser se glorían más de la fuerza exterior, que
tanto más grave cuanto mayor es el nú- se manifiesta en la rapiña, que de la vir-
mero de personas a quienes perjudica. tud interior, que es destruida por el pe-
Pero por el hurto puede perjudicarse a cado; y, por consiguiente, se avergüen-
grandes y pequeños, mas por la rapiña zan menos de la rapiña que del hurto.
sólo a los impotentes, a los que se puede 3. A la tercera hay que decir: Que
inferir violencia. Luego parece ser más aunque se puede perjudicar a mucha
grave el pecado de hurto que el de ra- gente más por el hurto que por la rapi-
piña. ña, sin embargo se pueden causar más
En cambio está el hecho de que las graves perjuicios por la rapiña que por
leyes castigan más gravemente la rapiña el hurto. De ahí que también por eso es
que el hurto. más detestable la rapiña.
CUESTIÓN 67
La injusticia del juez en los procesos
Corresponde a continuación tratar de los pecados opuestos a la justicia
conmutativa que se cometen por medio de las palabras con que es ofendido
el prójimo (cf. q.64 introd.). En primer lugar se estudiarán los que tienen
lugar en el juicio; y en segundo término, los perjuicios causados por pala-
bras proferidas fuera del juicio (q.72).
Sobre lo primero se presentan cinco consideraciones: primera, sobre la
injusticia del juez al juzgar; segunda, sobre la injusticia del acusador en su
acusación (q.68); tercera, sobre la injusticia por parte del reo en su defensa
34. ARISTÓTELES, Ethic. 4 c.9 n.1; 4 (BK 1128b11; b22): S. TH., lect.17.
CUESTIÓN 73
La detracción
Corresponde a continuación tratar la detracción (cf. q.72 introd.).
Acerca de esto se plantean cuatro problemas:
1. ¿Qué es la detracción?—2. ¿Es pecado mortal?—3. Su comparación
con otros pecados—4. ¿Peca una persona por escuchar la difamación?
2. Glossa ordin. (3,332 B); RÁBANO MAURO, In Prov. 2 super 24,21: ML 3,759. 3. Entre
las obras de SAN AGUSTÍN, Serm. Suppos. serm.104: ML 39,1947. 4. Glossa ordin. (6,6 A);
Glossa de PEDRO LOMBARDO: ML 191,1335.
582 División de la justicia C.73 a.3
sea tan grave que perjudique notable- pués. Por esto parece que la detracción es
mente la fama de alguien, sobre todo en un pecado más grave que el homicidio,
lo relativo a la honestidad de la vida, en la medida en que es más grave matar
pues entonces, por la calidad de las pala- el alma que matar el cuerpo. Ahora
bras, habría razón de pecado mortal. bien: el homicidio es el más grave de los
Y está obligado uno a la restitución pecados que se cometen contra el próji-
de la fama del mismo modo que se ha mo. Luego la detracción es el pecado
de restituir cualquier cosa robada, en la más grave de todos.
forma ya expuesta (q.62 a.2 ad 2) al tra- 2. Más aún: la detracción parece ser
tar de la restitución. un pecado más grave que la contumelia,
Respuesta a las objeciones: 1. A la puesto que el hombre puede repeler la
primera hay que decir: Que revelar un pe- contumelia, pero no la detracción oculta.
cado oculto del prójimo, ya denuncián- Mas la contumelia, a su vez, parece ser
dolo para lograr su enmienda, ya formu- mayor pecado que el adulterio, ya que el
lando acusación por el bien de la justicia adulterio une dos personas en una sola
pública, no es difamar, como hemos ex- carne, mas la contumelia divide en mu-
puesto (en la sol.). chos aspectos a los que están unidos.
2. A la segunda hay que decir: Que la Luego la detracción es mayor pecado
Glosa citada 5 no dice que la detracción que el adulterio, el cual, sin embargo,
se encuentre en todo el género humano, tiene mucha gravedad entre los otros pe-
sino que añade casi, ya porque se dice: cados que se cometen contra el prójimo.
Es infinito el número de los necios (Eclo 3. Y también: la contumelia nace de
1,15), y son pocos los que caminan por la ira, y la detracción, de la envidia,
la vía de la salvación, ya también porque como señala Gregorio en XXXI Moral. 7
son pocos o ninguno los hombres que Ahora bien: siendo la envidia un pecado
alguna vez no digan, por ligereza de es- mayor que la ira, la detracción será peca-
píritu, algo con que se lesione ligera- do más grave que la contumelia, y, por
mente la fama de alguna persona en al- tanto, resulta lo que anteriormente he-
gún punto, pues, como se dice en Sant mos dicho.
3,2, el que no ofende de palabra, es varón per- 4. Todavía más: un pecado es tanto
fecto. más grave cuanto más grave defecto
3. A la tercera hay que decir: Que produce. Mas la detracción causa un
Agustín habla del caso en que una per- gravísimo defecto, a saber: la ceguera de
sona revele una falta leve de otra sin in- la mente, pues dice Gregorio 8: ¿Qué otra
tención de perjudicarla, pero sólo por li- cosa hacen los detractores sino soplar en el
gereza de espíritu o por descuido de polvo, llenándose con él los ojos, de manera
lengua. que, mientras más difaman, menos ven la ver-
dad? Luego la detracción es el pecado
más grave de todos los que se cometen
ARTÍCULO 3 contra el prójimo.
La detracción, ¿es el pecado más En cambio está el hecho de que es
grave de los que se cometen contra más grave pecar de obra que de palabra.
el prójimo? Y la detracción es pecado de palabra,
mientras que el adulterio, el homicidio y
Objeciones por las que parece que la el hurto son pecados de obra. Luego la
detracción es el pecado más grave de los detracción no es más grave que los de-
que se cometen contra el prójimo: más pecados que se cometen contra el
1. Sobre la frase de Sal 108,4: En vez prójimo.
de amarme, hablan mal de mí, dice la Glo-
sa 6: Más daño causan a Cristo los que le di- Solución. Hay que decir: Los pecados
faman en sus miembros, pues matan las almas cometidos contra el prójimo deben cali-
de los que habían de creer, que los que crucifi- ficarse esencialmente según el daño que
caron su carne, que habría de resucitar des- le causan, puesto que de ello deriva su
5. Glossa ordin. super Prov 24 (3,332 B); RÁBANO MAURO, In Prov. 2 super 24,21: ML
3,759. 6. Glossa ordin. (3,249 E); Glossa de PEDRO LOMBARDO: ML 191,988; SAN AGUSTÍN,
Enarr. in Psalm. ps.108 super vers.4: ML 32,1433. 7. SAN GREGORIO, Moral. 31 c.45: ML
76,621. 8. SAN GREGORIO, Registrum 11 indict.4 epist.2 Ad Palladium: ML 77,1120.
C.73 a.3 La detracción 583
culpabilidad. Ahora bien: tanto mayor es 2. A la segunda hay que decir: Que es
el daño cuanto mayor es el bien que se pecado más grave la contumelia que la
destruye. Pero, ya que son de tres clases detracción, en cuanto que entraña mayor
los bienes del hombre: los del alma, los desprecio del prójimo; igual que la rapi-
del cuerpo y los de las cosas exteriores; ña es pecado más grave que el hurto, se-
el bien del alma, que es el más excelso, gún se ha expuesto (q.66 a.9). Mas la
no puede ser destruido por otra persona contumelia no es pecado más grave que
sino indirectamente; por ejemplo, por el adulterio, ya que la gravedad de éste
un mal consejo que no influye necesaria- no se juzga por la unión de los cuerpos,
mente; por el contrario, las otras dos sino por el desorden que se produce en
clases de bienes, es decir, los del cuerpo la generación humana. Y el contumelio-
y las cosas exteriores, pueden sernos so no es causa suficiente de la enemistad
arrebatados violentamente por otro. Y entre otras personas, sino que tan sólo
puesto que el bien del cuerpo es supe- separa ocasionalmente a los que están
rior al de las cosas exteriores, son más unidos, es decir, en cuanto que por el
graves los pecados por los que se infiere hecho de difundir los defectos de al-
perjuicio al cuerpo que aquellos otros guien aleja a otros hombres, en lo que
que producen daños en las cosas exterio- puede, de la amistad de aquél, aunque a
res. Por consiguiente, entre los pecados ello no sean constreñidos por sus pala-
que se cometen contra el prójimo, el bras. Así, también el detractor es ocasio-
más grave es el homicidio, por el que se nalmente un homicida, es decir, en cuan-
destruye la vida del prójimo ya en acto to por sus palabras da a otro ocasión
existente; sigue a continuación el adulte- para odiar o despreciar al prójimo. Por
rio, que va contra el orden legítimo de lo cual, en una carta de Clemente 9 se
la generación humana, por la que se en- consigna que los detractores son homicidas,
tra en la vida. Están finalmente, los bie- es decir, indirectamente, pues el que abo-
nes exteriores, entre los que la reputa- rrece a su hermano es homicida, como se
ción vale más que las riquezas, porque dice en 1 Jn 3,15.
es más afín a los bienes espirituales, por 3. A la tercera hay que decir: Que,
lo que se lee en Prov 22,1: Mejor es el puesto que la ira busca una venganza abier-
buen nombre que grandes riquezas. Por con- ta, como observa el Filósofo en II
siguiente, la detracción, según su géne- Rhet. 10, por eso la detracción, que se
ro, es pecado más grave que el hurto; en realiza en secreto, no es hija de la ira,
cambio, menos que el homicidio o el como la contumelia, sino más bien de la
adulterio. Sin embargo, puede existir envidia, que procura por todos los me-
otro orden por las circunstancias agra- dios disminuir la gloria del prójimo. Sin
vantes o atenuantes que concurran. embargo, de ahí no se sigue que la de-
Accidentalmente se valora la gravedad tracción sea más grave que la contume-
del pecado en relación con el delincuen- lia, porque de un vicio menor puede
te, el cual comete un pecado más grave provenir mayor pecado, y así de la ira
si peca por deliberación que si peca por nace el homicidio y la blasfemia. El ori-
debilidad o imprevisión; y, con arreglo a gen, pues, de los pecados se determina
esto, los pecados de palabra pueden te- por su inclinación a un fin, lo que se
ner cierta levedad en cuanto que fácil- produce por apego a los bienes perece-
mente proceden de un descuido de la deros; sin embargo, la gravedad del pe-
lengua sin gran premeditación. cado se determina más bien en razón del
Respuesta a las objeciones: 1. A la alejamiento de los bienes verdaderos.
primera hay que decir: Que los que difa- 4. A la cuarta hay que decir: Que
man a Cristo, obstaculizando la fe de sus puesto que el hombre se complace en la sen-
miembros, atentan a su divinidad, sobre tencia de su boca, como dice Prov 15,23,
la que descansa la fe. Por consiguiente, síguese que el que difama comienza a
no cometen una simple detracción, sino amar y creer más aquello que dice, y,
una blasfemia. por consiguiente, a odiar más al prójimo
9. Cf. Ps. CLEMENTE ROMANO, epist. Decretal 1 Ad Iac. (MA 1,105). Véase también GRA-
CIANO, Decretum p.2 causa 23 q.3: De poenit., d.1 can.24: Homicidiorum (RF I 1164). 10. ARIS-
TÓTELES, Rhet. 2 c.2 n.1 (BK 1378a31); cf. c.4 n.31.
584 División de la justicia C.73 a.4
y a separarse así cada vez más del cono- bién los que aprueban a los que los cometen,
cimiento de la verdad. Sin embargo, este lo cual puede acontecer de dos modos:
efecto puede derivarse también de otros primero, directamente, esto es, cuando
pecados cometidos por odio al prójimo. uno induce a otro a pecar o se complace
en el pecado; segundo, indirectamente,
ARTÍCULO 4 cuando no se impide pudiendo impedir-
lo, y esto sucede algunas veces no por-
El que oye y tolera al detractor, que se complazca con el pecado, sino
¿peca gravemente? por cierto temor humano. Debe, pues,
In Ps., ps.14
decirse que, si alguien escucha las difa-
maciones sin rechazarlas, parece que
Objeciones por las que parece que el consiente con el detractor, y por ello se
que oye y tolera al detractor no peca hace partícipe de su pecado. Si le induce
gravemente: a difamar o solamente se complace en la
1. Nadie está obligado a hacer por difamación por odio a aquel a quien se
otro más que por sí mismo. Ahora bien: denigra, no peca menos que el detractor,
es laudable que el hombre tolere pacien- y a veces peca más. De ahí que escriba
temente a sus detractores, pues escribe Bernardo 14: No me resulta fácil decir cuál
Gregorio, en la homilía 9 Super Ezech. 11: de estas dos cosas es más punible: difamar o
Del mismo modo que no debemos provocar in- escuchar al detractor. Pero si el que escu-
tencionadamente las conversaciones de los de- cha no se complace en el pecado, sino
tractores, a fin de que ellos no perezcan, tam- que sólo por temor, negligencia e inclu-
bién debemos soportar con ecuanimidad las so, por cierta vergüenza, se abstiene de
suscitadas por su malicia, para que se acre- rechazar al detractor, peca ciertamente,
ciente el mérito en nosotros. Luego no se pero mucho menos que el detractor, y la
peca si no se rechazan las detracciones mayoría de las veces su pecado es venial.
de los demás. Puede, a veces, incurrirse también aquí
2. Más aún: se lee en Eclo 4,30: No en pecado mortal, ya porque a uno co-
contradigas nunca una palabra de verdad. rresponda por su cargo corregir al de-
Mas algunas veces se comete detracción tractor, ya por algún peligro consiguien-
diciendo palabras verdaderas, como se te, ya por la raíz de aquella abstención,
ha expuesto (a.1 ad 3). Luego parece es decir, por el respeto humano, que
que no siempre está obligado el hombre puede ser algunas veces pecado mortal,
a rechazar a los detractores. como se ha expuesto (q.19 a.3).
3. Y también: nadie debe impedir lo Respuesta a las objeciones: 1. A la
que redunda en utilidad del prójimo. primera hay que decir: Que nadie oye las
Ahora bien: la detracción frecuentemen- propias difamaciones que le afectan, por-
te redunda en utilidad de aquellos contra que las cosas malas que se dicen de al-
quienes se dirige, pues dice el papa guien estando presente no son detrac-
Pío 12: Algunas veces la detracción se concita ción propiamente hablando, sino contu-
contra los buenos para humillar a los que la melias, como se ha expuesto (a.1 ad 2).
adulación de sus familiares o el favor de las Sin embargo, las detracciones hechas
demás gentes habían exaltado demasiado. contra alguien pueden llegar a su cono-
Luego no se deben impedir las detrac- cimiento por los relatos de otras perso-
ciones. nas, y entonces a su arbitrio le compete
En cambio está Jerónimo, que tolerar el detrimento de su reputación, a
dice 13: Vigila para que no tengas la lengua o no ser que esto redunde en peligro de
el oído con comezón; esto es, no difames a otros, como se ha dicho (q.72 a.3). Por
otros ni oigas a los que difaman. consiguiente, puede ser elogiada en este
punto su paciencia, puesto que soporta
Solución. Hay que decir: Según el con resignación las propias difamaciones
Apóstol, en Rom 1,32, son dignos de muer- que le afectan. En cambio, no queda a
te no sólo los que cometen pecados, sino tam- su arbitrio tolerar el daño de la fama aje-
11. SAN GREGORIO, In Ezech. 1 hom.9: ML 76,877. 12. Cf. GRACIANO, Decretum p.2
causa 6 q.1 append. ad can.9: Oves (RF I 557). 13. SAN JERÓNIMO, Epist.52 Ad Nepotia-
num: ML 22,538. 14. SAN BERNARDO, De consider. 2 c.13: ML 182,756.
600 División de la justicia C.78 a.1
precio de su trabajo, a pesar de que pue- 3. A la tercera hay que decir: Que los
de proponerse lícitamente el lucro mis- clérigos no sólo deben abstenerse de rea-
mo, no como fin último, sino en orden lizar cosas que son malas en sí mismas,
a otro fin necesario u honesto, como an- sino también las que implican una apa-
tes se ha dicho (en la sol.). riencia de mal; y esto realmente ocurre
2. A la segunda hay que decir: Que no con el ejercicio del comercio, ya porque
es negociante todo el que vende una se encamina a un lucro terrenal que los
cosa más cara de lo que la compró, sino clérigos deben despreciar, ya también
sólo el que la compra con el fin de ven- por los frecuentes vicios de los nego-
derla más cara. En efecto, si una persona cios, puesto que, como se dice en Eclo
compra una cosa no para venderla, sino 26,28, difícilmente se libra el mercader de los
para conservarla, y después, por algún pecados de la lengua. Hay, además, otra
motivo, quiere venderla, no hay comer- causa, y es que el comercio ata demasia-
cio, aunque la venda a mayor precio. do el espíritu a las cosas temporales y,
Esto puede hacerlo lícitamente, ya por- por consiguiente, lo retrae de las espiri-
que hubiera mejorado la cosa en algo, ya tuales; por eso se lee en 2 Cor 2,4: Nadie
porque el precio de ésta haya variado se- que milite en el servicio de Dios debe embara-
gún la diferencia de lugar o de tiem- zarse con los negocios del siglo. Sin embar-
po, ya por el peligro al que se expone go, es lícito a los clérigos realizar, con
al trasladarla de un lugar a otro o al ha- actos de compra o de venta (cf. la sol.),
cer que sea transportada. En estos su- aquella primera especie de cambio que
puestos, ni la compra ni la venta son se ordena a satisfacer las necesidades de
injustas. la vida.
CUESTIÓN 78
El pecado de usura a
Corresponde a continuación tratar sobre el pecado de usura, que se co-
mete en los préstamos (cf. q.77 introd.).
Acerca de esto se formulan cuatro preguntas:
1. ¿Es pecado recibir dinero como interés de un préstamo monetario, lo
que constituye la usura?—2. ¿Es lícito, cuando menos, recibir en tal caso
alguna utilidad como compensación del préstamo?—3. ¿Hay obligación de
restituir lo que legítimamente se ha constituido como lucro de un dinero
prestado?—4. ¿Es lícito recibir en préstamo dinero con usura?
a. La Biblia, los autores griegos y romanos, los Santos Padres y el Magisterio de la Igle-
sia, todos expresaron unánimemente su repugnancia por el préstamo de dinero a interés. Para
entender este consenso basta con hacerse cargo de su punto de vista: quien pedía dinero, o era
un pobre, o estaba afligido por algún infortunio. A un hombre en esa situación se le debe ayu-
dar y no explotar. La teoría de Aristóteles, recordada aquí por Santo Tomás, de que es contra
naturaleza hacer fructificar al dinero, dio soporte científico a este sentimiento humanitario.
Cuando, en cambio, se atendía a otros aspectos, la actitud frente a la llamada usura era menos
rigurosa.
C.78 a.1 El pecado de usura 601
2. Más aún: tal como se dice en el de lo que no existe, con lo que manifies-
Sal 18,8: La ley del Señor es inmaculada, tamente se produce una desigualdad que
porque prohíbe el pecado. Ahora bien: es contraria a la justicia. Para su eviden-
en la ley divina se autoriza algún interés, cia, debe recordarse que hay ciertos ob-
según el texto de Dt 23,19-20: No exigi- jetos cuyo uso consiste en su propia
rás a tu hermano interés, ni por préstamo en consumición; así consumimos el vino
dinero, ni en granos, ni en otra cosa cualquie- utilizándolo para la bebida y el trigo al
ra, sino solamente al extranjero. Y lo que es emplearlo para la comida. De ahí que en
más, incluso se promete en Dt 28,12 estos casos no deban computarse separa-
como recompensa a la fidelidad en la damente el uso de la cosa y la cosa mis-
observancia de la ley: Harás préstamo con ma, sino que a todo aquel a quien se
interés a muchas gentes, y tú no tendrás que concede el uso se le concede también la
tomar lo de nadie. Luego el percibir un in- cosa misma. De ahí que, tratándose de
terés no es pecado. tales objetos, el préstamo transfiere la
3. Y también: en los asuntos huma- propiedad de los mismos. Luego si al-
nos, la justicia se determina por las leyes guien quisiera vender de una parte el
civiles; mas según éstas se permite reci- vino y de otra el uso del vino, vendería
bir interés. Luego no parece ser ilícito. dos veces la misma cosa o vendería lo
4. Todavía más: el no seguir los que no existe; y por esta razón comete-
consejos evangélicos no obliga a pecado. ría manifiestamente un pecado de injus-
Ahora bien: entre otros consejos, Lc ticia. Por igual motivo comete una in-
6,35 consigna el siguiente: Haced présta- justicia el que presta vino o trigo y exi-
mos sin esperar nada por ello. Luego no es ge dos pagos: uno, la restitución del
pecado percibir intereses. equivalente de la cosa, y otro, el precio
5. Incluso aún: recibir un pago por de su uso, de donde el nombre de usura.
lo que uno no está obligado a hacer no Hay, por el contrario, otros objetos
parece entrañar por sí necesariamente cuyo uso no implica su propia consumi-
pecado. Mas la persona que tiene dinero ción; así, la utilización de una casa es ha-
no está obligada en cualquier circunstan- bitar en ella, no destruirla, y, por consi-
cia a prestarlo al prójimo. Luego le es lí- guiente, tratándose de esta clase de co-
cito algunas veces percibir por ese prés- sas, se pueden conceder por separado
tamo un beneficio. ambos elementos, como cuando se cede
6. Más aún: la plata acuñada y la a otra persona la propiedad de una casa,
otra de que se fabrican vasos y otros ob- reservándose para sí el uso durante un
jetos no difiere en especie. Ahora bien: cierto tiempo; o a la inversa, cuando se
es lícito recibir un precio por el présta- le concede el uso de la casa, reservándo-
mo de vasos de plata. En consecuencia, se para sí su dominio. De ahí que se
también es lícito cobrar algo por el prés- pueda lícitamente recibir un pago por el
tamo de plata acuñada. Luego el interés uso de un inmueble y reclamar después
no es de suyo pecado. la devolución del edificio prestado,
7. Y además: cualquier persona pue- como ocurre en el alquiler y arrenda-
de lícitamente recibir la cosa que volun- miento de casas.
tariamente le fue entregada por el due- Mas el dinero, según el Filósofo, en
ño. Pero quien recibe el préstamo paga V Ethic. 1 y en I Polit. 2, se ha inventado
voluntariamente un interés. Luego el principalmente para realizar los cambios;
prestamista puede lícitamente recibirlo. y así, el uso propio y principal del dine-
En cambio está Ex 22,25, que dice: ro es su consumo o inversión, puesto
Si dieres prestado dinero a alguien de mi pue- que se gasta en las transacciones. Por
blo, el pobre que mora contigo, no le apremia- consiguiente, es en sí ilícito percibir un
rás como un recaudador ni le oprimirás con precio por el uso del dinero prestado,
intereses. que es lo que se denomina la usura. Y
del mismo modo que el hombre ha de
Solución. Hay que decir: Recibir inte- restituir las demás cosas injustamente
rés por un préstamo monetario es injus- adquiridas, también ha de hacerlo con el
to en sí mismo, porque implica la venta dinero que recibió en calidad de interés.
1. ARISTÓTELES, Ethic. 5 c.5 n.10ss (BK 1133a20): S. TH., lect.9. 2. ARISTÓTELES, Pol.
1 c.3 n.13,14 (BK 1257a35): S. TH., lect.7.
602 División de la justicia C.78 a.1
Respuesta a las objeciones: 1. A la pedir las utilidades de muchos. De ahí
primera hay que decir: Que la usura de la que, en el mismo derecho civil 3, se esta-
que se habla allí se toma en sentido me- blezca que las cosas que se consumen por el
tafórico por la superabundancia de bie- uso no son susceptibles del usufructo, ni por la
nes espirituales que Dios exige, ya que razón natural ni por el derecho civil, y que 4
quiere que progresemos siempre en el el Senado no instituyó el usufructo de esas co-
empleo de los bienes que de Él hemos sas, pues no podía hacerlo, sino que autorizó
recibido, lo cual redunda en utilidad sobre ellas un cuasi usufructo; en otras pala-
nuestra y no suya. bras: toleró el interés. Y el Filósofo,
2. A la segunda hay que decir: Que fue guiado por la razón natural, escribe en
prohibido a los judíos cobrar un interés I Polit. 5 que la adquisición de dinero a título
a sus hermanos, esto es, a otros judíos por usurario está totalmente fuera del orden de la
lo que se nos da a entender que es de naturaleza.
suyo malo exigir interés a cualquier 4. A la cuarta hay que decir: Que el
hombre, puesto que debemos tener a hombre no está siempre obligado a otor-
todo hombre como prójimo y hermano nues- gar un préstamo, y, por consiguiente,
tro (Sal 34,14), sobre todo bajo la ley del esto ha sido incluido entre los actos de
Evangelio, a la que toda la humanidad un consejo. En cambio, el que el hom-
es llamada. Por esta razón, en el Sal bre no exija lucro de sus préstamos cae
14,5, sin restricción alguna, se dice: No bajo la naturaleza del precepto. Podría,
dio a usura su dinero, Y en Ez 18,17 está sin embargo, no verse en ello más que
escrito: No recibió interés por su préstamo. un consejo, en relación con la teoría de
Ahora bien, el poder los judíos exigir los fariseos, que consideraban que era lí-
interés a los extranjeros no les fue con- cita una módica percepción de interés,
cedido como algo lícito, sino más bien en igual sentido que el amar a los ene-
como algo tolerado para evitar mayores migos tiene valor de consejo (cf. Mt
males; es decir, para que, a causa de su 5,43-44). Incluso se puede tratar en el
avaricia, a la que eran propensos, según texto no de la expectación de lucro usu-
observa Is 56,11, no recibieran intereses rario, sino de la esperanza que se pone
de otros judíos, adoradores de Dios. en un hombre, pues no debemos dar di-
Respecto a la recompensa prometida en nero a préstamo o hacer cualquier obra
el Deuteronomio: Darás préstamo con inte- buena en espera de una recompensa del
rés a muchas gentes..., nótese que la pala- hombre, sino de una recompensa de
bra préstamo se toma aquí en sentido Dios.
lato, por el préstamo puro y simple, en 5. A la quinta hay que decir: Que el
el sentido en el que es necesario inter- hombre que no está obligado a prestar y
pretar también Eclo 29,10: Muchos, por lo hace, puede recibir una compensación
esto, dejaron de prestar con interés, esto es, por lo que ha hecho, pero no debe exi-
dejaron de dar en préstamo. Se promete, en gir más. Quedará recompensado en igual-
efecto, a los judíos, en calidad de recom- dad de justicia si se le devuelve tanto
pensa, abundancia de riquezas que les cuanto prestó. Por consiguiente, si exige
permita, en caso oportuno, prestar a algo más por el usufructo de una cosa
otros. que no tenga otro uso sino el de la con-
3. A la tercera hay que decir: Que las sumición de la sustancia, reclama el pre-
leyes humanas dejan impunes algunos cio de lo que no existe, y, por tanto, su
pecados debido a la condición de hom- exacción es injusta.
bres imperfectos, pues se privaría a la 6. A la sexta hay que decir: Que el
sociedad humana de una multitud de be- uso principal de los vasos de plata no es
neficios si se reprimieran con rigor to- su consumición, y por ello puede ven-
dos los pecados aplicando penas a cada derse lícitamente el uso de los mismos,
uno de ellos. Y, por esto, la ley humana conservando la propiedad de la cosa. En
toleró los préstamos con interés, no cambio, el uso principal de la plata acu-
como considerando que estuviesen aco- ñada es la inversión del dinero en los
modados a la justicia, sino para no im- cambios. Por consiguiente, no es lícito
3. Instit. 2 tit.4 par.2: Constituitur autem (KR I 13b). 4. Instit. 2 tit.4 par.2: Constituitur
autem. Cf. Dig. 7 tit.5 leg.1: Senatus censuit (KR I 138a); leg.2: Sed de pecunia (KR I
138a). 5. ARISTÓTELES, Pol. 1 c.3 n.23: S. TH., lect.8.
C.78 a.2 El pecado de usura 603
vender su uso y además que se quiera la como comenta la Glosa 8 sobre aquel tex-
devolución de lo que se ha prestado. to de Is 33,15: Bienaventurado quien sacude
Ha de notarse, sin embargo, que un sus manos para librarse de todo regalo. Y si
uso secundario de los vasos de plata es lícito aceptar un servicio, o también
puede ser el cambio, en cuyo caso no la alabanza, será lícito recibir cualquier
está permitido vender tal uso. Del mis- otra recompensa.
mo modo, puede existir algún otro uso 4. Todavía más: parece existir igual
secundario de la plata amonedada, por relación de un don a otro don que de un
ejemplo, si se entregan a alguien mone- préstamo a otro préstamo. Mas es lícito
das de plata para ostentación o en garan- aceptar una cantidad de dinero por otra
tía pignoraticia. Tal uso del dinero pue- cantidad que se haya dado. Luego es lí-
de ser lícitamente vendido por el cito recibir la compensación de otro
hombre 6. préstamo por el dinero prestado.
7. A la séptima hay que decir: Que el 5. Incluso aún: más se enajena de su
prestatario que paga interés no lo hace dinero el que, al prestarlo, transfiere su
con absoluta libertad, sino obligado por propiedad que el que lo confía a un co-
cierta necesidad, en cuanto precisa tomar merciante o a un artesano. Ahora bien:
dinero a préstamo, que el prestamista no es lícito obtener una ganancia del dinero
quiere darlo sin recibir un interés. confiado al comerciante o al artesano.
Luego también está permitido percibir
ARTÍCULO 2 un beneficio por el dinero prestado.
6. Y además: el hombre, por un
¿Es lícito exigir algún otro beneficio préstamo pecuniario, puede recibir una
por el dinero prestado? cosa en prenda, cuyo uso podría ser
vendido en algún precio, como cuando
De regim. iudaeor. q.5; De malo q.13 a.4 ad 13.
se pignora un campo o la casa que se
Objeciones por las que parece que es habita. Luego es lícito obtener algún lu-
lícito exigir algún otro beneficio por el cro sobre el dinero dado en préstamo.
dinero prestado: 7. Finalmente: sucede a veces que
1. Cada uno puede lícitamente pro- una persona venda más caras sus propias
curar indemnizarse de sus daños. Ahora cosas o compre más baratas las que son
bien: a veces se sufre un perjuicio por ajenas en virtud de un préstamo; o tam-
prestar dinero. Luego es lícito pedir e bién que eleve el precio por razón de
incluso exigir alguna cosa más sobre el una demora o lo disminuya si se adelan-
dinero prestado en concepto de indem- ta el pago. En todos estos casos parece
nización. darse una cierta compensación como a
2. Más aún: toda persona está obli- favor del préstamo de dinero. Ahora
gada por cierto deber de honestidad a bien: esto no aparece manifiestamente
dar alguna compensación a quien le haya hecho ilícito. Luego parece que está permitido
un favor, como se dice en V Ethic. 7 Mas recibir o aun exigir algún provecho por
el que presta dinero a un hombre que se el dinero prestado.
encuentra en estado de necesidad le hace En cambio está Ez 18,17, que señala,
un favor, y por él se le debe gratitud. entre otras cualidades del hombre justo,
Luego quien recibe está obligado por la siguiente: No percibirá interés ni adita-
imperativo natural a dar un cierto resar- mento.
cimiento. Pero no parece que sea ilícito
obligarse a algo a lo que uno por dere- Solución. Hay que decir: Según el Fi-
cho natural está obligado a hacer. Luego lósofo, en IV Ethic. 9, se considera como di-
tampoco parece que sea ilícito si una nero todo aquello que puede ser estimado a
persona, al prestar dinero a otra, la obli- precio de dinero. En consecuencia, del mis-
ga a una cierta compensación. mo modo que si uno, en resarcimiento
3. Y también: así como hay regalos de un préstamo de dinero o de cualquier
ofrecidos con la mano, así hay otros que se otra cosa que se consume con el uso
hacen por palabras y por medio de servicios, mismo, recibe dinero en virtud de pacto
6. Cf. Dig. 1 tit.1 leg.28: Numismatum aureorum (KR I 131a). 7. ARISTÓTELES, Ethic. 5
c.5 n.7 (BK 1133a4): S. TH., lect.8. 8. Glossa interl. (4,61 r). SAN GREGORIO, In Evang. 1
hom.4: ML 76,1092. 9. ARISTÓTELES, Ethic. 4 c.1 n.2 (BK 119b26): S. TH., lect.2.
CUESTIÓN 110
1. C.3: ML 40,489. 2. C.7 n.4 (BK 1127a24): S. TH., lect.15. 3. PEDRO LOMBARDO,
Sent. 3 d.38. 4. C.3: ML 40,489. 5. C.4: ML 40,491.
diente de la intención con que obra la vo- Por todo lo cual es evidente que la men-
luntad. Por otra parte, el objeto propio de tira se opone directa y formalmente a la
tal manifestación o enunciación, o es verda- verdad.
dero o es falso. Y, a su vez, son dos las Respuesta a las objeciones: 1. A la
intenciones posibles en la voluntad desor- primera hay que decir: Que de las cosas se
denada: una de ellas, expresar algo falso; la juzga por lo que en ellas es lo formal y
otra, engañar a alguien, lo cual es efecto esencial, más que atendiendo a lo que hay
propio de tal falsedad. Luego si se dan a la de material u ocasional. Y así, es más opues-
vez estas tres condiciones —enunciación de to a la verdad, como virtud moral, el que
algo falso, voluntad de decir lo que es falso uno diga algo verdadero intentando decir
e intención de engañar—, en este caso hay algo falso, que el que se diga algo falso
falsedad material por ser el dicho falso; fal- intentando decir la verdad.
sedad formal, porque se dice voluntaria- 2. A la segunda hay que decir: Como ense-
mente lo que es falso, y falsedad efectiva ña San Agustín, en II De Doctr. Christ. 7, las
por la voluntad de engañar. Sin embargo, lo palabras ocupan el puesto principal entre
esencial en la definición de la mentira se los signos. Por tanto, cuando afirmamos
toma de su falsedad formal, es decir, de la que la mentira es la falsa significación de las
voluntad deliberada de proferir algo falso c. palabras, entendemos que todo signo es pa-
De ahí la etimología de la palabra mentira: labra. Por eso, quien valiéndose de gestos
mentira es lo que se dice contra la mente 6. tuviera intención de expresar con ellos algo
Según esto, si uno enuncia algo falso falso, mentiría.
creyendo que lo que dice es verdad, habrá 3. A la tercera hay que decir: El deseo de
en ello falsedad material, no formal, porque engañar es elemento integral de la mentira;
no se tenía intención de decir nada falso. pero no es lo que la especifica; como tam-
Falta aquí, por tanto, la razón formal per- poco el efecto pertenece a la esencia de su
fecta del concepto de mentira, porque lo no causa.
intencionado es meramente accidental y, en
consecuencia, no puede constituir la dife- ARTÍCULO 2
rencia específica. Pero quien dice una false-
dad con voluntad de decirla, aunque resulte ¿Es suficiente la división de la mentira
que lo que dice es verdad, su acto en cuanto en oficiosa, jocosa y perniciosa? d
voluntario y moral de suyo es falso, y sólo In Sent. 3 d.38 a.2.5; In Psal. ps.5; De duob. praec. V I I I
casualmente resulta verdad. Esto es, por praec.
tanto, por lo que se especifica la mentira. Objeciones por las que parece que peca
Sin embargo, el intento de falsear el pensa- de insuficiente la división de la mentira en
miento de otro engañándolo no es lo que oficiosa, jocosa y perniciosa.
especifica la mentira, por más que resulte 1. La división debe hacerse atendiendo
ser complemento de la misma. De igual a lo específico en la cosa, como consta por
modo que, en las cosas naturales, la especie lo que dice el Filósofo en VII Metaphys. 8.
se obtiene por la adquisición de la forma, Pero la intención de lograr un efecto no es
aun en el caso de que no se siga el efecto lo específico del acto moral, sino algo acci-
de la misma. Tal ocurre, por ejemplo, en los dental, razón por la cual de un solo acto
cuerpos pesados, mantenidos a la fuerza en pueden seguirse diversos efectos. Ahora
lo alto para que no caigan conforme a su bien: esta división de la mentira se hace
propensión natural. atendiendo al efecto intentado, pues la jo-
6. GULLERMO ALTISIOD., Summa Aurea p.3 tr.18 c.1 q.2. 7. C.3: ML 34,37. 8. L.6c.12
n.5.7 (BK 1038a9; a25): S. TH., l.7 lect.12.
c. Téngase presente esta precisión sobre la razón formal de la mentira para comprender mejor la
tesis sostenida por el autor en el a.3.
d. En el prólogo a esta q.110 el autor enuncia este artículo preguntándose por las «especies de
mentira». Al abordar ahora el tema, en el encabezamiento del artículo parece plantear la cuestión en
torno a la división tripartita de la mentira en oficiosa, jocosa y perniciosa. Punto de vista que es ratificado
en el argumento «sed contra». En el cuerpo del artículo, en cambio, justifica los tres tipos de división
que aparecen en las objeciones. Obviamente, la respuesta del autor es más amplia y completa de lo
que se pronostica en el enunciado del artículo.
C.110 a.2 Los vicios opuestos a la verdad 247
cosa es la que se dice para divertirse; la dice el Filósofo en IV Ethic. 12. Esta es la
oficiosa, por su utilidad, y la perniciosa, con división propia de la mentira, porque la
la intención de hacer daño. Luego esta di- mentira en cuanto tal se opone a la verdad,
visión no está bien hecha. conforme a lo dicho (a.1), y la verdad no es
2. Más aún: San Agustín, en su libro otra cosa que cierta igualdad a la que de
Contra mendacium 9, enumera ocho clases de suyo se oponen lo más y lo menos.
mentira. La primera es la mentira en la El segundo modo posible de dividir la
enseñanza de la religión; la segunda, la que mentira es por razón de su culpabilidad, y
no aprovecha a nadie y daña a alguno; la se hace atendiendo a lo que, por parte del
tercera, la que aprovecha a uno dañando a fin intentado, agrava en ella o disminuye la
otro; la cuarta es aquella en que se miente culpa. Ahora bien: se agrava la culpa de la
únicamente por el placer de mentir y enga- mentira si se profiere con la intención de
ñar; la quinta es la que se dice por el deseo perjudicar a otro, y recibe el nombre, en
de agradar; la sexta es aquella que, sin per- este caso, de mentira perniciosa. Y, en cam-
judicar a nadie, aprovecha a alguno para bio, se disminuye si la mentira se ordena a
asegurar sus bienes de fortuna; la séptima conseguir algún bien, ya se trate de un bien
es la que no daña a nadie y aprovecha a deleitable, lo que daría lugar a la mentira
alguno para librarse de la muerte; la octava, jocosa; ya se pretenda un bien útil, lo que
la que no hace daño a nadie y sirve a alguien daría lugar a la mentira oficiosa e, con la que
como defensa contra la impureza corporal. unas veces se intenta ayudar a otro y otras
Por tanto, la primera división de la mentira librarle de un mal. Tal es la división tripar-
es, al parecer, insuficiente. tita de que antes hemos hablado (arg.1).
3. Todavía más: el Filósofo, en IV La tercera división de la mentira, más
Ethic. 10, divide la mentira en dos clases: la universal, es la que se hace por razón del
jactancia, que peca contra la verdad por fin con que se dice, sea que aumente o no,
exceso, exagerándola, y la ironía, que se por este motivo, o disminuya o no, su
aparta de ella quedándose corta. Pero estos culpabilidad. Según esto, se la divide en los
dos vicios no figuran en ninguno de los ocho miembros antes mencionados (arg.2).
miembros de la división propuesta. Luego De éstos, los tres primeros se hallan com-
parece que se trata de una división mal prendidos en el concepto de mentira perni-
hecha. ciosa: mentira que o bien se dice contra
Dios, que es adonde apunta el primer
En cambio está el que sobre aquellas
miembro de la serie, que es la mentira en la
palabras del Sal 5,7: Tú perderás a todos los que
enseñanza de la religión; o contra los hombres:
mienten, dice la Glosa 11 que hay tres géneros de
unas veces con la única intención de hacer
mentiras: unas, que son saludables o provechosas
daño a otro, y tenemos ya la segunda men-
para alguien: otras, que se dicen en bromas, y una
tira enumerada, la que a nadie aprovecha y daña
tercera clase, en las que se miente por malicia. A
a alguien; otras, con la intención de que
la primera de éstas la llamamos oficiosa; a
aproveche uno del daño que se hace a otro,
la segunda, jocosa, y a la tercera, perniciosa.
y tenemos la tercera, la ventajosa para uno y
Luego la mentira se divide en las tres clases
nociva para otro. La primera de estas tres es
antes mencionadas.
la más grave, porque siempre los pecados
Solución. Hay que decir: La división de la contra Dios implican mayor gravedad, co-
mentira puede hacerse de tres modos. Pri- mo antes dijimos (q.94 a.3; 1-2 q.73 a.3). La
mero, atendiendo al concepto de mentira segunda es, a su vez, más grave que la
en cuanto tal, y ésta es la división propia y tercera, cuya gravedad queda atenuada por
esencial. Según esto, la mentira se divide en la intención de favorecer a otro. Después
dos: por exceso, en jactancia, que consiste en de estos tres miembros de la división, que
sobrepasar las lindes de la verdad; y en acrecientan la culpabilidad, llegamos al
ironía, que, por carta de menos, queda lejos cuarto, en el que la mentira tiene, ni más ni
de la verdad, como nos consta por lo que menos, la dosis de culpa que le es propia:
9. C.14: ML 40,505. 10. C.7 n.2.6 (BK 1127a20; a28): S. TH., lect.15. 11. LOMBARDI:
ML 191,97; cf. Glossa ordin. 3,93B. 12. C.7 n.2.6 (BK 1127a20; a28): S. TH., lect.15.
e. Sobre esta división del bien en honesto, útil y deleitable, véase la Summa Theol. 1 q.5 a.6; y la 2-2
q.145 a.3.
248 Tratado de las Virtudes Sociales C.110 a.3
tal es la mentira que se dice únicamente por el de otra, de donde parece deducirse que
placer de mentir, la que procede del hábito alguno de ellos no ha dicho la verdad.
contraído. Por lo que, a este propósito, dice Luego no toda mentira es pecado.
el Filósofo en IV Ethic. 13 que el mentiroso en 2. Más aún: Dios no recompensa a na-
cuanto tal, debido a la mala costumbre de mentir, die por haber cometido un pecado. Pero
se goza en la misma mentira. En cambio, los Dios recompensó a las parteras de Egipto
cuatro modos de mentir que siguen dismi- por decir mentiras, pues leemos en Ex 1,21
nuyen la culpa de la mentira. Pues el quinto que dio prosperidad a sus hogares. Luego la
modo es la mentira jocosa, la que se dice en mentira no es pecado.
bromas. Los tres últimos se reducen a la 3. Por otra parte: se narran en la Sagrada
mentira oficiosa, en la cual lo que se intenta Escritura los hechos ilustres de los santos
es hacer bien a otro, ya se trate de bienes para aleccionamiento de la vida humana.
exteriores, y para esto está la sexta entre Pero de algunos varones santísimos se nos
estas mentiras, la que le ayuda a conservar los dice que mintieron. Abraham, por ejemplo
bienes de fortuna; ya de lo útil para el cuerpo, (Gén 12,13-19; 20,2-5), dijo que su esposa
y he aquí otra mentira, la séptima, mediante era su hermana; y Jacob mintió asimismo
la cual se pretende librar a otro de la muerte; ya diciendo que era Esaú, y, con eso y todo,
de lo que contribuye al esplendor de la obtuvo la bendición (Gén 27); y Judit tam-
virtud, y tenemos la octava de estas menti- bién es alabada, a pesar de haber mentido
ras, con la que se intenta impedir el pecado de a Holofernes. Luego no toda mentira es
impureza corporal. Por otra parte, está claro pecado.
que cuanto mayor es el bien intentado al 4. Todavía más: se debe elegir el mal
mentir tanto menor es la culpa de la men- menor para evitar un mal mayor, como el
tira. Según esto, si bien se considera, el médico amputa un miembro para que no se
orden segundo en dicha enumeración no es corrompa todo el cuerpo. Pero el introducir
otro que el que, por razón de su mayor o en el pensamiento de alguien falsas opinio-
menor culpabilidad, se da en este caso entre nes es menor daño que el asesinar o ser
mentira y mentira: pues el bien útil es pre- asesinado. Luego el hombre puede mentir
ferible al deleitable; la vida corporal, a las lícitamente para evitar que uno cometa un
riquezas, y la honradez, a la vida del cuerpo. homicidio y para salvar a otro de la muerte.
Respuesta a las objeciones: Resulta 5. Y también: miente quien no cumple
evidente por lo que acabamos de decir f. lo prometido. Pero no todas las promesas
deben cumplirse, pues, según dice San Isi-
doro 14: Debes faltar a la palabra dada cuando
ARTÍCULO 3 lo prometido es algo malo. Luego no toda men-
g
tira ha de evitarse.
¿Toda mentira es pecado? 6. Por último: la mentira, según parece,
es pecado porque el hombre con ella enga-
Supra q.69 a.1.2; In Sent. 3 d.38 a.3; In Boet. «De Trin».
q.3 a.1; Quodl. 8 q.6 a.4; In Eth 4 lect.15 ña al prójimo. De ahí lo que dice San
Agustín en su libro Contra mendacium 15:
Objeciones por las que parece que no Quien opina que hay mentiras que no son pecado
toda mentira es pecado. se engaña miserablemente a sí mismo, al pensar que
1. Es evidente que los evangelistas, al procede honestamente engañando a los demás.
escribir el evangelio, no pecaron. Pero pa- Ahora bien: no toda mentira se dice para
rece que dijeron cosas falsas, pues frecuen- engañar, pues con la mentira jocosa no se
temente relatan las palabras de Cristo y las engaña a nadie. En efecto, esta clase de
de los demás unos de una manera y otros mentiras no se dicen para que alguien se las
13. C.7 n.12 (BK 1127b15): S. TH., lect.15. 14. Synonym. l.2 n.58: ML 83,858. 15. Cf.
De mendac. c.21: ML 40,516.
f. En efecto, los puntos de vista expresados en las objeciones o bien son reductibles al punto de
vista razonado en el cuerpo del artículo, o se complementan.
g. Este es uno de los artículos de la Suma que ha suscitado más discusiones a lo largo de la historia
del tomismo. El autor plantea la cuestión siguiendo el orden de las Sentencias de Pedro Lombardo
(3 d.28) y responde en la línea estricta de Aristóteles y San Agustín, afirmando que la mentira es
intrínsecamente mala. Y no por el derecho a la verdad del que escucha, sino por la naturaleza misma
del lenguaje, cuyo destino natural es la comunicación de la verdad.
C.110 a.3 Los vicios opuestos a la verdad 249
crea, sino en bromas, por pura diversión: 2. A la segunda hay que decir: Que las
por lo que incluso en la Sagrada Escritura se parteras no recibieron recompensa por ha-
encuentran a veces frases hiperbólicas. Lue- ber mentido, sino por su temor de Dios y
go no toda mentira es pecado. por su benevolencia, que es de donde pro-
vino el que mintiesen. Por eso se nos dice
En cambio está lo que se dice en Eclo
expresamente en Ex 1,2: Por haber temido a
7,14: Guárdate de toda clase de mentiras.
Dios las parteras, El dio prosperidad a sus hoga-
Solución. Hay que decir: Lo que es intrín- res. La mentira, en cambio, que de ahí se
seca y naturalmente malo no hay modo siguió no fue meritoria.
posible de que sea ni bueno ni lícito, porque 3. A la tercera hay que decir: Como dice
para que una cosa sea buena se requiere que San Agustín 20, en la Sagrada Escritura se
todo en ella lo sea; pues, como dice Dioni- relatan las hazañas de algunos personajes
sio en el capítulo 4 De Div. Nom. 16, el bien como ejemplos de virtud perfecta, y no
requiere el concurso de todas sus causas, para el debe pensarse de ellos que dijeron mentiras.
mal, en cambio, basta un defecto cualquiera. Aho- Si, a pesar de todo, algo de lo que dijeron
ra bien: la mentira es mala por naturaleza, parece que lo es, debe entenderse como
por ser un acto que recae sobre materia dicho en sentido alegórico y profético. De
indebida, pues siendo las palabras signos ahí lo que dice San Agustín en su libro
naturales de las ideas, es antinatural e inde- Contra mendacium 21: Hemos de creer que todos
bido significar con palabras lo que no se los dichos y hechos de aquellos hombres que desem-
piensa. Por lo cual dice el Filósofo en IV peñaron un papel importante en la época del profe-
Ethic. 17 que la mentira es por sí misma mala y tismo, y están recogidos en la Sagrada Escritura,
vitanda; la verdad, en cambio, es buena y laudable. los dijeron e hicieron actuando como profetas.
Por tanto, toda mentira es pecado, como Abraham, por su parte, como escribe San
afirma también San Agustín en su libro Agustín en Quaest. Genes. 22, al decir que Sara
Contra mendacium 18 h. era su hermana, quiso ocultar la verdad, no
mentir; puesto que la llama hermana porque
Respuesta a las objeciones: 1. A la era hija de su hermano. Así se deduce de lo
primera hay que decir: No se puede lícitamente que el mismo Abraham dice en Gén 20,12:
opinar que los Evangelios o algún otro libro Ella es de verdad mi hermana: hija de mi padre,
canónico contiene algo falso, ni que quienes aunque no de mi madre; porque efectivamente
los escribieron dijeron mentiras; pues esto el parentesco le venía por parte del padre. A
echaría por tierra la certeza de la fe, que se su vez, Jacob declaró alegóricamente que él
apoya en la autoridad de la Sagrada Escritura. era Esaú, primogénito de Isaac, porque era
No hay mentira tampoco por el hecho de verdad que el derecho de primogenitura se
que en el Evangelio y en los demás libros de le debía en justicia a él. Se acostumbra a
la Sagrada Escritura se refieren de distinta hablar así bajo el impulso del espíritu profé-
manera los dichos de éste o el otro. De ahí tico para indicar que se trata de un misterio:
lo que San Agustín escribe en el libro De porque es lo cierto que un pueblo menor, el
consensu evangelist. 19: Juzga que no debe preocupar de los gentiles, había de suplantar al primo-
esta dificultad quien comprende que lo necesario génito, o sea, al pueblo judío (Gén 25,23).
para el conocimiento de la verdad es el significado Otros, en cambio, son alabados en la
preciso de lo que se dice, por diferentes que sean las Escritura no por ser dechados de virtud,
palabras con que se expresa. Y no cabe la menor sino por ciertos destellos de virtud, en
duda, según esto, conforme añade allí mismo, cuanto que aparecían en ellos sentimientos
de que no debemos dar por hecho que se miente nobles que los impulsaban a hacer lo que
porque varios de los que recuerdan un suceso que no debían. Es así como se alaba a Judit, no
han visto u oído no lo refieran de igual modo o con por sus mentiras a Holofernes, sino por su
las mismas palabras. deseo de salvar a su pueblo, por lo cual
16. §30: MG 3,729: S. TH., lect.22. 17. C.7 n.6 (BK 1127a28): S. TH., lect.15. 18. C.1:
ML 40,519; c.21: ML 40,547; cf. Enchir. c.18: ML 40,240; c.12: ML 34,1090. 19. L.2 c.12: ML
34,1090. 20. De mendac. c.5: ML 40,491. 21. Cf. De mendac. c.5: ML 40,492. 22. Quaest. in
Heptat. l.1 q.26 super Gen. 12,12: ML 34,554; cf. Contra mend, c.10: ML 40,533.
arrostró los peligros. Aunque pudiera decir- jocosa contiene por naturaleza lo típico del
se también que, en sentido místico, hay engaño, aunque por parte del que la dice no
verdad en sus palabras. haya intención de engañar, ni se engañe a
4. A la cuarta hay que decir: La mentira no nadie por el modo de decirla. Nos ocurre algo
sólo es pecado por el daño que causa al semejante con las expresiones hiperbólicas o
prójimo, sino por lo que tiene de desorden, figurativas que encontramos en la Sagrada Es-
como acabamos de decir (en la solución). critura, porque, como enseña San Agustín en
Pero no se debe usar de un medio desor- su libro Contra mendacium 25, las frases o acciones
denado e ilícito para impedir el daño y faltas simbólicas no son mentiras. Porque todo enunciado
de los demás; lo mismo que no es lícito debe referirse a lo que con él se expresa; y toda frase
robar para dar limosna (a no ser en caso de o acción figurativa expresa lo que simbólicamente da
necesidad, en que todo es común). Por a entender a aquellos a quienes va dirigida.
tanto, no es lícito mentir para librar de
cualquier peligro a otro. Se puede, no obs- ARTÍCULO 4
tante, ocultar prudentemente la verdad con
cierto disimulo, como dice San Agustín en ¿Es pecado mortal toda mentira? i
Contra mendacium 23. Supra q.70 a.4; In Sent. 3 d.38 a.4; In Psal. p.5; De
5. A la quinta hay que decir: Aquel que duob. praec. c. de VIII praec.
promete algo, si tiene intención de cumplir- Objeciones por las que parece que toda
lo, no miente, porque no hay contradicción mentira es pecado mortal.
entre lo que habla y lo que piensa. Pero si 1. Dice el salmo 5,7: Tú perderás a todos
no pone por obra lo que ha prometido, en los que hablan mentiras; y en el libro de la Sab
este caso parece que falla a la fidelidad, por 1,11: La boca embustera da muerte al alma. Pero
cambiar de propósito. Sin embargo, se le la perdición y la muerte del alma sólo las
puede eximir de culpa por dos razones: la causa el pecado mortal. Luego toda mentira
una, si lo prometido es manifiestamente es pecado mortal.
ilícito, ya que entonces pecó al hacer esta 2. Más aún: todo lo que se opone a los
promesa y hace bien al cambiar de propó- preceptos del decálogo es pecado mortal.
sito; la segunda, si han cambiado las condi- Pero la mentira se opone al precepto: No
ciones personales o las del negocio en cues- dirás falso testimonio (Ex 20,16). Luego toda
tión. Pues, conforme dice Séneca en su mentira es pecado mortal.
libro De Benefic. 24, para que uno esté obli- 3. Todavía más: San Agustín dice en I
gado a cumplir lo prometido se requiere el De Doct. Christ. 26 que ningún mentiroso, por el
que ninguna circunstancia haya cambiado. hecho de mentir, guarda la fidelidad debida a su
De no ser así, ni se fue mentiroso al pro- palabra, pues lo que pretende es que la persona a
meter, por haberlo hecho sinceramente, y la que miente dé crédito a lo que él, por su parte,
en el supuesto de que se mantendrían las puesto que miente, no cree. Pero todo transgresor de
debidas condiciones, ni tampoco se es infiel la fidelidad debida a la palabra es inicuo. Y a
por no cumplir lo prometido si las condi- nadie se le llama transgresor infiel o inicuo
ciones ya no son las mismas. Por tanto, por un pecado venial. Luego ninguna men-
tampoco mintió el Apóstol al no haber ido tira es pecado venial.
a Corinto, adonde prometió que había de 4. Y también: el premio eterno no se
ir, como leemos en 2 Cor 1,15; 16,5, por las pierde si no es por el pecado mortal. Pero
dificultades que sobrevinieron. por la mentira se pierde la recompensa
6. A la sexta hay que decir: Una acción eterna, conmutada en algo temporal, pues
puede considerarse atendiendo a dos cosas: la dice San Gregorio 27 que en la recompensa de
primera, a su propia naturaleza; la segunda, al las parteras se nos da a entender lo que la culpa
sujeto que la realiza. Así, pues, la mentira de la mentira merece. Puesto que el premio a su
23. C. 10: ML 40,553; cf. De mendac. c. 10: ML 40,501. 24. L.4 c.35: DD 203. 25. Cf.
De mendac. c.5: ML 40,492. 26. C.36: ML 34,34. 27. Moral l.18 c.3: ML 76,41.
i. En el prólogo a esta q.110 el autor se preguntó «si la mentira es siempre pecado mortal». Ahora,
en la formulación del a.4, matiza así: «si toda mentira es pecado mortal». El planteamiento del problema
es el mismo que aparece en Pedro Lombardo (Sent.3 d.38 a.4), el cual se había inspirado a su vez en
el Contra Mendacium de San Agustín. Santo Tomás responde negativamente, con lo cual clarifica más
la lacónica conclusión del artículo precedente. Nótese el rigor con que cita los diversos lugares
teológicos.
C.40 a.1 La guerra 337
confusión de encontrarse separados les distintas medicinas cuando una no es efi-
induce a veces a penitencia. caz. Por eso la Iglesia, cuando algunos
3. A la tercera hay que decir: Las pe- no desisten lo suficiente por la excomu-
nas de esta vida son medicinales; por nión, aplica la corrección del brazo secu-
eso, cuando no es suficiente una para lar. Pero si es suficiente una pena, no se
corregir al hombre, se añade otra; al le impone otra.
igual que los médicos recetan también
CUESTIÓN 40
La guerra
Viene a continuación el tema de la guerra (cf. q.39 introd.) a. Sobre ella
se formulan cuatro preguntas:
1. ¿Hay alguna guerra lícita?—2. ¿Es lícito a los clérigos entrar en gue-
rra?—3. ¿Es lícito a los combatientes usar estratagemas?—4. ¿Es lícito
combatir en días festivos?
1. Epist.138 ad Marcellinum c.2: ML 33,531. Cf. GRACIANO, Decretum p.2 causa 23 q.1 can.2:
Paratus (RF 1,891).
a. El pecado más característico contra la paz es la guerra, o sea el conflicto armado entre
naciones. Si en el cristianismo primitivo —Tertuliano, p. ej.— fue muy problematizada la par-
ticipación de los cristianos en los ejércitos y en la guerra, en tiempos de Santo Tomás, y desde
mucho antes, la guerra y la participación de los cristianos en ella era un hecho aceptado por
la conciencia cristiana, y lo que hace Santo Tomás es estudiar las condiciones de su licitud. El
artículo fundamental es el primero.
338 Tratado de la caridad C.40 a.1
tencia para convocar a la colectividad, radores de Dios, las mismas guerras son pací-
cosa necesaria para hacer la guerra. Aho- ficas, pues se promueven no por codicia o
ra bien, dado que el cuidado de la repú- crueldad, sino por deseo de paz, para frenar a
blica ha sido encomendado a los prínci- los malos y favorecer a los buenos. Puede, sin
pes, a ellos compete defender el bien pú- embargo, acontecer que, siendo legítima
blico de la ciudad, del reino o de la la autoridad de quien declara la guerra y
provincia sometidos a su autoridad. justa también la causa, resulte, no obs-
Pues bien, del mismo modo que la de- tante, ilícita por la mala intención. San
fienden lícitamente con la espada mate- Agustín escribe en el libro Contra
rial contra los perturbadores internos, Faust. 5: En efecto, el deseo de dañar, la
castigando a los malhechores, a tenor de crueldad de vengarse, el ánimo inaplacado e
las palabras del Apóstol: No en vano lleva implacable, la ferocidad en la lucha, la pasión
la espada, pues es un servidor de Dios para de dominar y otras cosas semejantes, son, en
hacer justicia y castigar al que obra mal justicia, vituperables en las guerras.
(Rom 13,4), le incumbe también defen- Respuesta a las objeciones: 1. A la
der el bien público con la espada de la primera hay que decir: Según San Agustín
guerra contra los enemigos externos. en el libro II Contra Manich. 6, quien em-
Por eso se recomienda a los príncipes: puña la espada sin autoridad superior o legíti-
Librad al pobre y sacad al desvalido de las ma que lo mande o lo conceda, lo hace para
manos del pecador (Sal 81,41), y San Agus- derramar sangre. Mas el que con la autori-
tín, por su parte, en el libro Contra dad del príncipe, o del juez, si es perso-
Faust. 2 enseña: El orden natural, acomoda- na privada, o por celo de justicia, como
do a la paz de los mortales, postula que la por autoridad de Dios, si es persona pú-
autoridad y la deliberación de aceptar la gue- blica, hace uso de la espada, no la empu-
rra pertenezca al príncipe. ña él mismo, sino que se sirven de la
Se requiere, en segundo lugar, causa que otro le ha confiado. Por eso no in-
justa. Es decir, que quienes son atacados curre en castigo. Tampoco quienes blan-
lo merezcan por alguna causa. Por eso den la espada con pecado mueren siem-
escribe también San Agustín en el libro pre a espada. Mas siempre perecen por
Quaest. 3: Suelen llamarse guerras justas las su espada propia, porque por el pecado
que vengan las injurias; por ejemplo, si ha ha- que cometen empuñando la espada incu-
bido lugar para castigar al pueblo o a la ciu- rren en pena eterna si no se arrepienten.
dad que descuida castigar el atropello cometido 2. A la segunda hay que decir: Este
por los suyos o restituir lo que ha sido injusta- tipo de mandamientos, como dice San
mente robado. Agustín en el libro De Serm. Dom. in
Se requiere, finalmente, que sea recta b Monte 7, han de ser observados siempre
la intención de los contendientes; es de- con el ánimo preparado, es decir, el
cir, una intención encaminada a promo- hombre debe estar siempre dispuesto a
ver el bien o a evitar el mal. Por eso es- no resistir, o a no defenderse si no hay
cribe igualmente San Agustín en el libro necesidad. A veces, sin embargo, hay
De verbis Dom. 4: Entre los verdaderos ado- que obrar de manera distinta por el bien
2. L.22 c.75: ML 42,448. 3. Quaest. in Heptat. 6 q.10 super Jos 8,2: ML 34,781. 4. Cf.
GRACIANO, Decretum p.2 causa 23 q.1 can.6: Apud veros (RF 1,839). Véase SAN AGUSTÍN, De
civ. Dei 19 c.12: ML 41,637. 5. L.22 c.74: ML 42,447. 6. Contra Faust. 22 c.70: ML
42,444. 7. L.1 c.19: ML 34,1260; cf. epist.138 ad Marcellinum c.2: ML 33,531.
b. Es clásico este artículo, cuya doctrina inspiraría a los famosos teólogos juristas españoles
del siglo XVI, entre los que descuella Francisco de Vitoria. Tres condiciones son necesarias para
que la guerra, estudiada entre los pecados contra la caridad, resulte lícita:
1. La autoridad del príncipe, como representante del bien común e instancia última para re-
solver los conflictos. Naturalmente, hoy por príncipe podría entenderse el parlamento; quizá
un día, una autoridad supranacional en la medida en que las organizaciones y tribunales inter-
nacionales garanticen el orden internacional. 2. Causa justa; sólo puede serlo el reparar agra-
vios y restablecer el orden justo y pacífico que ha sido turbado. 3. Intención recta, promover
el bien y remediar el mal. No pueden perseguirse objetivos distintos al de restaurar el orden
justo ni tomar pretexto del agravio recibido para hacer valer el espíritu de venganza o el afán
de destruir al adversario.
C.40 a.2 La guerra 339
común o también por el de aquellos con miendo para sí el peligro, no osa hacer frente
quienes se combate. Por eso, en Epist. a la injusticia. En consecuencia, a los
ad Marcellinum 8, escribe San Agustín: obispos y a los clérigos les es lícito pe-
Hay que hacer muchas cosas incluso con quie- lear.
nes se resisten, a efectos de doblegarles con 2. Más aún: San León papa escri-
cierta benigna aspereza. Pues quien se ve des- be 12: Como muchas veces vengan de tierra de
pojado de su inicua licencia, sufre un útil des- sarracenos noticias adversas diciendo algunos
calabro, ya que nada hay tan infeliz como la que con vigilia y a hurtadillas iban a dar en
felicidad del pecador, con la que se nutre la el puerto de Roma, mandamos congregar a
impunidad penal; y la mala voluntad, como nuestro pueblo y bajar al litoral. Por tanto,
enemigo interior, se hace fuerte. es lícito a los obispos proceder a la
3. A la tercera hay que decir: También guerra.
quienes hacen la guerra justa intentan la 3. Y también: Parece que hay el
paz. Por eso no contrarían a la paz, sino mismo motivo para hacer una cosa y
a la mala, la cual no vino el Señor a traer para consentir que otro la haga, según el
a la tierra (Mt 10,34). De ahí que San testimonio de la Escritura: Son dignos de
Agustín escriba en Ad Bonifacium 9: No muerte no sólo los que tales cosas practican,
se busca la paz para mover la guerra, sino sino los que aprueban a los que las cometen
que se infiere la guerra para conseguir la paz. (Rom 1,32). Pues bien, por una parte da
Sé, pues, pacífico combatiendo, para que con grandes muestras de aprobación quien
la victoria aportes la utilidad de la paz a induce a otro a realizar alguna cosa; por
quienes combates. otra, es lícito a los obispos y a los cléri-
4. A la cuarta hay que decir: Los ejer- gos inducir a guerrear, a tenor del si-
cicios militares no están del todo prohi- guiente testimonio de que por exhortacio-
bidos, sino los desordenados y peligro- nes y súplicas de Adriano, obispo de la ciudad
sos, que dan lugar a muertes y pillajes. romana, tomó Carlos a su cargo la guerra
Entre los antiguos tales prácticas no im- contra los lombardos 13. Por consiguiente,
plicaban esos peligros, y por eso se les también les es lícito pelear.
llamaba simulacros de armas, o contiendas 4. Todavía más: Lo que es honesto
incruentas, como conocemos por San Je- y meritorio en sí mismo no es ilícito
rónimo en una de sus cartas 10. para los obispos y los clérigos. Ahora
bien, combatir resulta a veces no sola-
ARTÍCULO 2 mente honesto, sino también necesario,
a tenor de este testimonio: Si alguno fuere
¿Les es lícito combatir a los obispos muerto por la verdad de la fe, la salvación de
y clérigos? la patria y en defensa de los cristianos, recibi-
rá de Dios premio celeste 14. Por tanto, está
Objeciones por las que parece que a permitido a obispos y clérigos ir a la
los obispos y clérigos les es lícito com- guerra.
batir:
1. Las guerras son lícitas y justas, En cambio está el hecho de que en la
como acabamos de ver (a.1) en la medi- persona de Pedro se ordena a obispos y
da en que defienden a los pobres y a clérigos: Envaina la espada (Mt 26,52).
toda la república contra las injurias de Por tanto, no les es lícito pelear.
los enemigos. Ahora bien, esto parece Solución. Hay que decir: Hay muchas
que incumbe sobre todo a los prelados, cosas necesarias para el bien de la socie-
según expone en una homilía 11 San Gre- dad humana. Pues bien, la diversidad de
gorio: El lobo se lanza sobre las ovejas cuan- funciones está mejor atendida por varias
do un injusto raptor oprime a algún fiel o a personas que por una sola, como de-
algún sencillo. Él que parecía pastor y no lo muestra el Filósofo en su Política 15. Hay,
era, abandona las ovejas y huye. En efecto, te- además, ciertos negocios incompatibles
8. Epist.137 c.2: ML 33,531. 9. Epist.189: ML 33,856. 10. VEGETIO, Instit. rei mi-
litari 1 c.9 usque ad 28 (DD 664-672); 2 c.23 (DD 684). 11. In Evang. 1 hom.14: ML
76,1128. 12. GRACIANO, Decretum, p.2 causa 23 q.8 can.7: Igitur (RF 1,954). Cf. LEÓN IV,
epist. ad Ludovicum Augustum (MA 14,888). 13. GRACIANO, Decretum p.2 causa 23 q.8
can.10: Hortatu (RF 1,955). 14. GRACIANO, Decretum p.2 causa 23 q.8 can.9: Omni timore
(RF 1,955). 15. ARISTÓTELES, I c.1 n.5 (BK 1252b3): S. TH., lect.1.
CUESTIÓN 154
Nos toca ahora tratar de las partes de la lujuria. Sobre ello se plantean doce
problemas:
1. ¿Cómo se dividen las partes de la lujuria?—2. ¿Es la simple fornicación
un pecado mortal?—3. ¿Es el pecado más grande?—4. ¿Puede existir pecado
mortal en los tocamientos, besos y actos semejantes?—5. ¿Es pecado mortal la
polución nocturna?—6. El estupro.—7. El rapto.—8. El adulterio.—9. El
incesto.—10. El sacrilegio.—11. El pecado contra la naturaleza.—12. El or-
den de gravedad en estas especies de pecado.
1. GRACIANO, Decretum, P.II causa 31 q.1, append. ad can.2 Lex illa (FR I 1288).
C.154 a.1 Las especies de la lujuria 471
acto venéreo. Y así, si se impide la genera- oponerse a la recta razón, como ya dijimos
ción de la prole, se da el vicio contra la (In corp.).
naturaleza, como en todo acto venéreo del 2. A. la segunda hay que decir: Puede admi-
que no puede seguirse la generación. Y si tirse que en un mismo acto se den torpezas
se impide la debida y digna educación de la propias de varios vicios, como se dijo antes
prole, hay fornicación simple, de hombre (1-2 q.18 a.7). Por eso el adulterio cae bajo
libre con mujer libre. la lujuria y la injusticia. Y la torpeza de la
La materia en la que se busca el acto injusticia no es, en absoluto, accidental a la
venéreo puede estar en disconformidad con lujuria, pues ésta se hace más grave cuando
la razón bajo otro aspecto, en relación con conduce a un grado tan alto de concupis-
otros hombres. Esto es posible por un cencia que incluye también injusticia.
doble capítulo. Primero, por parte de la 3. A la tercera hay que decir: La mujer que
mujer con la que se peca, al no guardarse el promete continencia se desposa, de algún
respeto que se le debe. A esto responde el modo, con Dios. Por eso el sacrilegio co-
incesto, que es el abuso de una mujer unida metido al violar a una mujer en esta condi-
por consanguinidad o afinidad. En segundo ción es un adulterio espiritual. De igual
lugar, si tenemos en cuenta aquella persona manera, los demás modos de sacrilegio se
bajo cuya autoridad está la mujer. En efec- reducen a otros modos de lujuria.
to, si está bajo la autoridad del esposo, se 4. A la cuarta hay que decir: El casado no
comete adulterio; si está bajo la autoridad peca con su mujer a causa de una materia
paterna, se comete o bien estupro, si no se indebida, sino por otras circunstancias que
emplea violencia, o rapto, si se hace uso de no constituyen una especie moral del acto,
violencia. como dijimos antes (In corp.; cf. 1-2 q.18
a.2).
Las especies se diversifican por parte de
la mujer más que por parte del hombre, ya 5. A la quinta hay que decir: Como dice
que en el acto venéreo la mujer desempeña la Glosa 2 en el lugar citado, la inmundicia
equivale a la lujuria contra naturaleza. Por
el papel de elemento pasivo, mientras que
el hombre actúa como principio activo, y ya su parte, la impudicicia es la que comete el
hombre con mujeres libres, y parece reducirse
dijimos que las especies se diversifican por
al estupro. Puede decirse, también, que la
razón de la materia a.
impudicicia comprende ciertos actos que
Respuesta a las objeciones: 1. A la acompañan al acto venéreo, como besos,
primera hay que decir: la diversidad de materia tocamientos, etc.
lleva consigo la diversidad formal de objeto, 6. La lujuria designa toda clase de excesos,
que se toma de los diversos modos de como dice la Glosa en el mismo lugar 3.
2. Glossa LOMBARDI, Super 2 Cor 12,21: ML 192,89; cf. Glossa interl., Super 2 Cor. 12,21 (VI 77v).
3. Glossa interl., Super Gal 5,19 (VI 87v); Glossa LOMBARDI, Super Gal. 5,19: ML 192,159.
a. Santo Tomás recibe de Graciano una clasificación de los pecados de lujuria, que él explica y
justifica como especies del género de lujuria. Pero la altera algo: añade la especie de sacrilegio y detalla
formas del pecado contra la naturaleza que no estaban en aquél. Estas especies se encuentran ya
expuestas en De Malo q.15 a.3. En cambio, en el Comentario a las Sentencias seguía la enumeración de
Pedro Lombardo, quien nada decía de la lujuria contra naturam, en la que el Aquinatense percibía
especies distintas que, por lo mismo, «no deben omitirse en confesión» (In IV Sent. d.41 a.4 q.a1s).
Las especies se toman de las diversas razones formales que se detectan en el bien de la razón, que
es el uso de la facultad sexual en vistas a procrear y asumir la necesaria educación de la prole.
Podríamos preguntarnos cuál es el valor de esta exhaustiva enumeración de las especies de lujuria.
Si atendemos al éxito obtenido en la historia de la teología moral, diríamos que es definitivo, pues
en adelante no se hará más que repetir la doctrina de estas páginas. Pero, si se pretende una
enumeración exhaustiva, se aprecia que falta el sacrilegio y que no se enumeran las formas de pecado
contra la naturaleza. Y es discutible el extremo de que algunas de estas especies se diversifican más
por parte de la mujer que del hombre, como aquí se dice. Salvo mejor opinión, nos parece que aquí
no se hace una clasificación exhaustiva, sino una justificación congruente de un texto autoritativo que
él acepta como base de sus explicaciones.
Sobre los artículos siguientes, en que se explica cada una de esas formas en particular, el lector
sabrá percibir todo lo que hay de reflexión doctrinal y lo que hay de deuda a conocimientos
periclitados de la biología y la psicología. De todos modos, se ve que los conceptos aquí explicados
no coinciden exactamente con los que hoy usa la moral y el derecho.
472 Tratado de la Templanza C.154 a.2
4. Glossa Ordin. (VI 120E); Glossa LOMBARDI: ML 192,348. AMBROSIASTER, in 1 Tim., super 4,8:
ML 17,500. 5. C.16: ML 40,385. 6. GRACIANO, Decretum, P. II causa 22 q.1, can.17
Praedicandum (RF I 866). 7. Glossa Ordin. (I 358 A). S. AGUSTÍN, Quaest. in Heptat., L.V q.37,
Super Deut. 23,7: ML 34,814.
C.154 a.2 Las especies de la lujuria 473
los animales entre los que la hembra se los otros vicios que se enumeran allí, los
basta para la educación del feto, entre los judíos los reprobaban por una costumbre
cuales se da un trato carnal indiscriminado: de convivencia legal. De ahí que los Após-
tales son los perros y otros similares. Ahora toles se los prohibieran a los gentiles no
bien: es evidente que para la educación del porque fueran ilícitos en sí mismos, sino
hombre se requiere no sólo el cuidado de por ser reprobables para los judíos, como
la madre que lo alimenta, sino mucho más ya dijimos antes (1-2 q.103 a.4 ad 3).
el del padre, que debe educarlo, defenderlo 2. A la segunda hay que decir: La fornica-
y guiarlo. Por eso es contrario a la natura- ción es considerada como pecado en cuanto
leza humana el que el hombre practique que se opone a la recta razón. Y la recta
indiscriminadamente el trato carnal, siendo razón humana se guía por la voluntad divi-
preciso, por el contrario, que sea marido de na, que es la regla primera y principal. Por
una determinada mujer, con la que ha de eso lo que hace el hombre por voluntad de
permanecer no durante un corto período de Dios, obedeciendo a su mandato, no va
tiempo, sino por mucho tiempo, incluso contra la recta razón, aunque parezca que
durante toda la vida. Por eso los padres se opone al orden común de la razón, del
tienen obligación de preocuparse de la se- mismo modo que no va contra la naturaleza
guridad de la prole como exigencia de su lo que se opera milagrosamente mediante el
misma naturaleza, para educarla convenien- poder divino, aunque se oponga al curso
temente. Esta seguridad desaparecería si se ordinario de sus leyes. De ahí que, así como
admitiera un trato carnal no definido. Esta Abrahán no pecó al querer sacrificar a su hijo
concreción de una mujer se llama matrimo- inocente, ya que obedeció a Dios, aunque
nio, y por eso se dice que es de derecho ello, considerado en sí mismo, suele ser
natural. Pero dado que el comercio carnal opuesto a la rectitud de la razón humana,
se ordena al bien de todo el género huma- tampoco pecó Oseas al fornicar cumplien-
no, y los bienes comunes están sujetos a la do un precepto divino, ni tal comercio
determinación de la ley, como se vio antes carnal debe llamarse propiamente fornica-
(1-2 q.90 a.2), es lógico que esta unión del ción, aunque se llame así según el lenguaje
macho y de la hembra, llamada matrimonio, ordinario. Por eso dice San Agustín en III
esté sujeta a alguna ley. Cómo está determi- Confess. 8: Cuando Dios ordena algo contrario a
nada entre nosotros se verá en la tercera cualquier costumbre o pacto, aunque no se haya
parte (Suppl. q.1), cuando hablemos del ma- hecho nunca, hay que hacerlo. Y añade: Puesto
trimonio como sacramento. De aquí se de- que, así como en el orden humano el superior puede
duce que, siendo la fornicación un contacto ordenar al inferior, así Dios puede mandar sobre
indeterminado, al no darse dentro del ma- todos los seres.
trimonio, va contra el bien de la educación 3. A la tercera hay que decir: Abrahán y
de la prole y es, por ello, pecado mortal. Jacob, al usar de las esclavas, no cometieron
Y no obsta a lo dicho el que, en algún fornicación, como diremos más adelante al
caso, se provea a la educación de la prole, hablar del matrimonio (Suppl. q.65 a.5 ad 2).
ya que lo que viene determinado por una A Judá no es necesario eximirlo de pecado,
ley se juzga conforme a lo que sucede más puesto que también vendió a su hermano
comúnmente y no según lo que puede su- José.
ceder en un caso particular. 4. A la cuarta hay que decir: La fornica-
Respuesta a las objeciones: 1. A la ción simple va contra el amor al prójimo en
primera hay que decir: La fornicación se nom- cuanto que se opone al bien de la prole,
bra con los otros vicios, no porque tenga la como ya dijimos (In corp.), ya que no engen-
misma razón de gravedad que ellos, sino dra conforme a lo que es conveniente para
que, si se juntan, es más bien porque de ésta.
todos ellos podría originarse disensión entre 5. A la quinta hay que decir: Las obras de
judíos y gentiles, rompiendo así la armonía piedad hacen que el que ha cometido peca-
en que debían vivir. Los gentiles no consi- do carnal se libre de la perdición eterna, en
deraban la fornicación simple como ilícita, cuanto que, mediante ellas, se dispone a
debido a la corrupción de su razón natural. conseguir la gracia del arrepentimiento, y en
Los judíos, en cambio, instruidos en la ley cuanto que satisface por los pecados carna-
divina, la consideraban ilícita. En cuanto a les cometidos. Pero esto no quiere decir
8. C.8: ML 32,689.
474 Tratado de la Templanza C.154 a.3
que, si sigue cometiendo pecado carnal sin guiente, la fornicación es el pecado más
arrepentirse hasta la muerte, se libre me- grave.
diante estas obras de piedad.
6. A la sexta hay que decir: De una sola En cambio está el hecho de que San
relación carnal puede nacer un hombre. Por Gregorio dice 10 que los pecados carnales
eso la relación carnal desordenada, que im- son menos graves que los espirituales.
pide el bien de la prole que puede nacer, es Solución. Hay que decir: La gravedad del
pecado mortal en sí misma y no sólo por el pecado puede medirse bajo dos aspectos:
desorden de la concupiscencia. En cambio, en sí mismo y por las circunstancias que lo
por el abuso o desorden de una sola comida rodean. Considerado en sí mismo, se mide
no se impide el bien de la vida entera del su gravedad por razón de su especie, la cual
hombre. Por ello, el pecado de gula no es, se considera por el bien al que el pecado se
en sí mismo, mortal. Lo sería, no obstante, opone. La fornicación va contra el bien del
si se tomara, a sabiendas, un alimento que hombre que ha de nacer, y por eso, en su
originara la pérdida de la condición huma- especie, es un pecado más grave que los que
na, como en el caso de Adán (cf. Gén 2,17). se oponen a los bienes externos, como son
Pero no se sigue que la fornicación sea el el hurto y otros similares; pero menos grave
pecado menos grave dentro de los de luju- que los pecados que van directamente con-
ria. Es menos grave el contacto venéreo
tra Dios y que el pecado contra un hombre
con la propia esposa hecho por puro placer.
ya nacido, como es el homicidio.
Respuesta a las objeciones: 1. A la
ARTÍCULO 3 primera hay que decir: La sensualidad que hace
¿Es la fornicación el pecado más grave? al pecado más grave es la que se da en la
inclinación de la voluntad. Pero la sensuali-
Cont. Gentes 3,122; De Malo q.2 a.10; q.15 a.2 ad 6 dad que se da en el apetito sensitivo hace
más leve al pecado, dado que, cuanto más
Objeciones por las que parece que la leve es la pasión que mueve al hombre a
fornicación es el más grave de los pecados. pecar, tanto más leve es el pecado. Así
1. Parece que un pecado es tanto más considerada, la sensualidad de la fornica-
grave cuanto procede de una mayor sensua- ción es la más grave. Por eso dice San
lidad. Ahora bien: la mayor sensualidad se Agustín, en su obra De Agone Christiano 11,
da en la fornicación, ya que en la Glosa a 1
que entre todos los combates del cristiano los más
Cor 6,18 9 se dice que el ardor de la sensua-
duros son los referentes a la castidad, en los que se
lidad es máximo en la lujuria. Parece, pues,
lucha diariamente y se triunfa raras veces. Y San
que la fornicación es el pecado más grave.
Isidoro, en su obra De Summo Bono 12, dice
2. Aún más: tanto más gravemente peca
el hombre cuanto recae sobre una materia que por la lujuria de la carne se hace el género
más próxima a él. Así, peca más gravemente humano más esclavo de Satanás que por ningún
quien golpea a su padre que el que golpea otro pecado, porque es más difícil vencer la
a un extraño. Pero, como se dice en 1 Cor vehemencia de esta pasión.
6,8, el que fornica peca contra el propio cuerpo, que 2. A la segunda hay que decir: Se dice que
es lo más allegado al hombre. Por tanto, el que fornica peca contra su cuerpo, no
parece que la fornicación es el pecado más sólo porque el deleite de la fornicación se
grave. consuma en la carne, lo cual también se
3. Y también: cuanto más excelente es cumple en la gula, sino también porque
un bien, tanto más grave parece ser el obra en contra del bien de su propio cuer-
pecado cometido contra él. Ahora bien: el po, en cuanto que lo satisface indebidamen-
pecado de fornicación parece ir contra el te y lo mancha y mezcla con otro cuerpo.
bien de todo el género humano, como que- De ello no se sigue, sin embargo, que la
da demostrado por lo dicho ya (a.2). Va fornicación sea el pecado más grave, ya que,
también contra Cristo, según lo que leemos en el hombre, la razón es más importante
en 1 Cor 6,15: ¿Convertiré los miembros de que el cuerpo y, por tanto, será más grave
Cristo en miembros de una meretriz? Por consi- el pecado que más se oponga a la razón.
9. Glossa Ordin. (VI 41F); Glossa LOMBARDI: ML 191,1584. 10. Moral., l.33 c.12: ML 76,688.
11. Entre las obras de SAN AGUSTÍN, Sem. Suppos. CCXCIII: ML 39,2302. 12. Sent., l.II c.39:
ML 83,642.
CUESTIÓN 54
La negligencia
CUESTIÓN 55
1. ARISTÓTELES, c.5 n.3 (BK 1105b31): S. TH., lect.5. 2. De fide orth. c.4.30: MG 94,876.976.
3. C.7 n.7 (BK 1115b26): S. TH., lect.15. 4. Ethic. l.2 c.5 n.3 (BK 1105b31): S. TH., lect.5.
a. La palabra temor, en esta cuestión, no significa la pasión psicológica (I-II q.23 a.4; q.41 a.1) ni
el temor virtuoso regulado por la virtud de la fortaleza y otras virtudes (cf. q.125 a.2 ad 1), sino el
temor desordenado o no controlado por la razón, que es la timidez injustificada, vicio opuesto a la
fortaleza (q.125 a.2). Sólo cuando el mal es irresistible o no hay razón moral para ello, no hay por
qué reprimir la huida temerosa.
332 Tratado de la Fortaleza C.125 a.2
portan en su ira o temor ordenada o de- más bien a la esperanza, como hemos indi-
sordenadamente. cado anteriormente (q.20 a.1; 1-2 q.40 a.4).
2. A la segunda hay que decir: El temor que Luego tampoco el pecado de temor se opo-
recomienda el Apóstol es conforme a la ne a la fortaleza.
razón, es decir, el siervo debe temer apar- En cambio está el que el Filósofo, en
tarse de los deberes que debe prestar al II 8 y III 9 Ethic., contrapone la timidez a la
amo. fortaleza.
3. A la tercera hay que decir: La razón
manda huir de los males a los que el hom- Solución. Hay que decir: Como hemos
bre no puede hacer frente y de cuya resis- dicho (q.19 a.3; 1-2 q.43 a.1), todo temor
tencia no se deriva ningún bien. Y por eso procede del amor, pues sólo se teme lo
el temor de tales males no es pecado. contrario de lo que se ama. Ahora bien: el
amor no está circunscrito a un género con-
creto de virtud o de vicio, sino que el amor
ordenado se incluye en toda virtud; así,
ARTÍCULO 2
todo hombre virtuoso ama el bien propio
¿El pecado de temor se opone de la virtud, lo mismo que el amor desor-
a la fortaleza? denado se incluye en todo pecado, ya que
de tal amor surge el apetito desordenado.
Objeciones por las que parece que el De modo semejante, el temor desordenado
pecado de temor no se opone a la fortaleza. se incluye en todo pecado; por ejemplo, el
1. La fortaleza recae sobre los peligros avaro teme la pérdida del dinero, el volup-
de muerte, como se ha dicho (q.123 a.4). tuoso la pérdida del placer, y así sucesiva-
Pero el pecado de temor no siempre dice mente. Pero el temor principal es el de los
relación a los peligros de muerte, pues co- peligros de muerte, según se prueba en II
mentando el salmo 127,1: Dichosos todos los Ethic. 10. Y por eso el desorden de tal temor
que temen al Señor, dice la Glosa 5 que el temor se opone a la fortaleza, que se ocupa de los
humano es aquel por el cual tememos padecer los peligros de muerte. Por eso se dice por
peligros de la carne o perder los bienes de este antonomasia que la timidez se opone a la
mundo. Y al glosar 6 el texto de Mt 26,44: oró fortaleza.
por tercera vez diciendo aún las mismas palabras, Respuesta a las objeciones: 1. A la
etcétera, dice que hay un triple temor malo, primera hay que decir: Los argumentos de
a saber: el temor a la muerte, el temor al menos- autoridad aducidos se refieren al temor de-
precio y el temor al dolor. Por tanto, el pecado sordenado tomado en general, el cual puede
de temor no se opone a la fortaleza. oponerse a distintas virtudes.
2. Más aún: lo que más se alaba en la 2. A la segunda hay que decir: Los actos
fortaleza es el exponerse a los peligros de humanos se conocen sobre todo por el fin,
muerte. Pero sucede a veces que uno se como se prueba por lo antedicho (1-2 q.1
expone a la muerte por temor a la esclavi- a.3; q.18 a.6). Y propio del fuerte es expo-
tud o a la deshonra, según San Agustín, en nerse a los peligros de muerte por un bien,
I De Civ. Dei 7, refiere de Catón, que se dio pero el que se expone a ellos para huir de
muerte por no ser esclavo de César. Luego la esclavitud o de algo costoso, se deja
el pecado de temor no se opone a la forta- vencer por el temor, y esto es contrario a
leza, sino que más bien tiene algo en común la fortaleza. De ahí que diga el Filósofo en
con ella. III Ethic. 11 que el morir por huir de la pobreza
3. Todavía más: toda desesperación di- o de la necesidad o de la tristeza no es propio del
mana de un temor. Sin embargo, la deses- fuerte, sino del tímido, ya que huir de la dificultad
peración no se opone a la fortaleza, sino es debilidad b.
5. Ordin. 3,282B; Glossa LOMBARDI: ML 191,1161; cf. CASIODORO, Expos. in Psal. ps.127,1: ML
70,931. 6. Glossa ordin. 5,80E; S. AGUSTÍN, Quaest. Evang. l.1 q.47 super Mt. 26,44: ML 35,1332.
7. C.24: ML 41,37. 8. C.7 n.2 (BK 1107b3): S. TH., lect.8. 9. C.7 n.10.12 (BK 1115b34;
1116a4): S. TH., lect.15. 10. ARISTÓTELES, c.6 n.6 (BK 1115a26): S. TH., lect.14. 11. C.7 n.13
(BK 1116al2): S. TH., lect.14.
b. La motivación moral es clave esencial para valorar la opción por la muerte: si es acto virtuoso
de fortaleza o es más bien una timidez viciosa con apariencia de fortaleza, como es el caso del que
opta por la muerte por no soportar la esclavitud, el dolor, el fracaso, el desengaño.
334 Tratado de la Fortaleza C.125 a.4
14. Dig. l.4 tit.2 leg.6 Metum autem: KR 1,80a. 15. C.6 n.4 (BK 1115a17): S. TH., lect.14
16. GRACIANO, Decretum, p.2 causa 1 q.1 can.111 Constat: RF 1,401. 17. Ethic. l.3 c.1 n.4.4 (BK
1110a4; a11): S. TH., lect.1. 18. L.2 c.19: ML 32,1267.