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Proyecto de Investigación.
1
La historia contemporánea de los diversos países del mundo está marcada, a lo largo de
todo el siglo XIX, principalmente por la introducción del capitalismo como el nuevo
sistema estructurador de las relaciones económicas y sociales de los mismos.
En el caso particular de los países de Asia, medio oriente y África, el mismo fue
impuesto a través de una serie de transformaciones profundas e irreversibles que
modificaron las bases sobre las que se asentaban sus antiguas tradiciones y formas de
organización. Durante el periodo confluyen en estas regiones, a grandes rasgos y
exceptuando las particularidades pertinentes de las mismas, una serie de elementos tanto
externos como internos, que entran en juego y permiten la incursión del capitalismo
como el nuevo sistema económico. Vemos así como el capital se convierte en el
elemento central, imponiéndose sobre la fuerza de trabajo y convirtiéndose en la base de
la riqueza, integrando las economías regionales al mercado mundial.
2
Alrededor del siglo XII, surge en Japón, un nuevo sistema de gobierno de tinte
netamente militar a cargo de un Shogun, una nueva autoridad para-imperial, que era la
que ostentaba el verdadero poder en Japón. De manera progresiva el sistema Shogunal
va adquiriendo características cada vez más similares a las del feudalismo europeo, con
la salvedad de que en Japón prevaleció el lazo personal entre el señor y su vasallo, sobre
el lazo económico que este ostentaba con la tierra.
A lo largo del periodo, existieron tres Shogunatos al frente del Japón. El Shogunato de
Kamakura (1185-1333), el Ashikaga (1336-1573) y el Tokugawa (1603-1867). A lo
largo del periodo comprendido por los últimos dos Shogunatos, es donde se produce la
plena feudalizacíon de la sociedad nipona y del sistema político. Se abolió la autonomía
de la corte imperial, se restringen las atribuciones de la administración civil, los shugo
se convierten cada vez más en señores feudales, exigiendo prestaciones en trabajo y
reteniendo parte de los ingresos. Periodo que finaliza cuando Tokugawa Ieyasu derrota
a sus rivales y da inicio a un nuevo Shogunato. El mismo se extendió a lo largo de 250
años y uno de los principales pilares de su supervivencia y estabilidad fue el aislamiento
y cierre del Japón ante cualquier contacto con el exterior. El gobierno Tokugawa se
basó en un equilibrio entre el poder shogunal y los de los gobiernos autónomos de los
Daimyo en sus feudos locales. Es decir, se da una combinación entre el gobierno
ejercido por el Bakufu y el ejercido por los Han o casas señoriales.
Por su parte, la población fue dividida en cuatro órdenes cerrados: nobles, campesinos,
artesanos y comerciantes. Los bushi son separados de las aldeas y congregados en
ciudades castillos de sus Daimyo, como hombres de armas especializados a los que se
les prohíbe participar del comercio, los campesinos son despojados de armas, atados a
sus tierras y obligados a entregar dos tercios de su producción al señor. A los
comerciantes, por su parte, se les niega la posibilidad de adquirir tierras.
En los siglos XVIII y XIX, el shogunato se vio inmerso en una fuerte crisis económica.
Ante los altos costos que implicaban mantener el sistema, los señores se ven obligados a
monetarizar las rentas que recibían, creando las condiciones para la expansión del
comercio y el capital mercantil, provocando así un fuerte desgaste de la economía rural.
Una vez integrados a la economía monetaria, los censos se incrementaron, provocando
el empobrecimiento del campesinado. Ante la posibilidad de expandirse a través del
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comercio internacional, el capital se vio frenado por la dependencia parasitaria de la
nobleza feudal, eliminando la posibilidad de una transición hacia el capitalismo.
Podemos ver cómo el shogunato se vio inmerso en una fuerte crisis económica y un
clima de descontento social. El aumento de la corrupción en su extensa burocracia, la
debilidad fiscal que le imposibilitaba afrontar los importantes gastos que el sistema
conllevaba, el descontento de la clase comerciante ante las confiscaciones sufridas y la
falta de regularización de su actividad, etc., serían las principales causas de la crisis. El
sistema feudal sobre el cual se asentaban las bases de la estabilidad económica y social
entró en crisis, una crisis que se acentuará aun más a causa de las presiones externas de
las potencias imperialistas, que buscan la apertura del Japón al mercado mundial. Ante
la imposibilidad de hacer frente a la amenaza externa y de resolver los problemas
internos, el Bakufu se ve sumido en una situación que no podrá revertir. La oposición de
la corte y del emperador, sumada al descontento de los Daimyos, desencadena una
revolución a la que el Shogunato no podrá hacer frente. En enero de 1868, el estado
Tokugawa cae y el emperador Meiji toma el control del país, dando inicio a lo que se
conoce como las reformas Meiji.
Las reformas Meiji son el punto de arranque de este proceso, acaban con el antiguo
régimen feudal e introducen a Japón en el sistema capitalista. Considero de vital
importancia centrarme en ellas, los efectos que tienen sobre la sociedad y la economía y
la nueva posición que pasa a ocupar Japón en el plano mundial.
El trabajo se circunscribe espacialmente al territorio del actual Japón. Dará inicio con
los últimos años del Shogunato Tokugawa e inicios del periodo Meiji, tomándolo como
un punto de quiebre en la historia del Japón, que rompe con la antigua estructura feudal
y se introduce en la economía capitalista mundial. Y concluirá cuarenta y cinco años
después, en 1912, con la muerte del emperador Meiji, momento en que considero que
4
este proceso modernizador ya fue concluido y Japón se encuentra reposicionado en un
primer plano entre las potencias a nivel mundial.
Luego de los 200 años de “la gran paz” Tokugawa, el Japón entra en el siglo XIX, con
una clara conciencia de dos procesos que lo comenzarían a afectar de forma progresiva.
La amenaza de los grandes imperios occidentales y su expansión se hace latente, a partir
de la década del cuarenta, las expediciones de estas potencias en los alrededores del
Japón se hicieron más frecuentes1, de aquí en adelante sería imposible pensar en el
desarrollo de un Japón aislado de los intereses de las grandes potencias. Por otra lado
las diversas tenciones y desajustes, políticos, sociales y económicos, surgidos a lo largo
de todo el periodo Tokugawa, se acentúan aun mas, generando un fuerte descontento en
1
AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,
1977. Pag 89.
5
algunos sectores de la población. El sentimiento de crisis general se apodera de la
nación, tomando las palabras textuales de Hall, “pocos japoneses podían escapar al
doloroso sentimiento de una consumición dinástica”2.
Siguiendo los planteos expuestos por Hall3, considero de vital importancia para poder
desarrollar una explicación más clara y precisa del problema a analizar, distinguir dos
procesos claramente diferenciados. El autor reniega claramente del término
“occidentalización”, alegando que el mismo implica una connotación totalmente pasiva
del Japón frente a las influencias extranjeras, desligándose literalmente de su cultura
tradicional, la cual sería reemplazada por las exportadas desde occidente. En su lugar
utiliza el término “modernización”, mirando así al Japón como un agente activo y
participativo de dicho proceso. De esta forma se da una fusión, donde aparece una
sociedad moderna que conserva su propia identidad.
2
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. Pág. 214.
3
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. Pág. 223.
4
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. pág. 224.
6
Ante esta nueva situación, Japón se ve inmerso en una “crisis de identidad”5, donde se
ve obligado a tomar una serie de medidas de supervivencia como respuesta y forma de
hacer frente a la presión occidental. Una revolución política contra el viejo régimen,
sería la única salida para reposicionar a esta nación en el plano internacional,
completando así el proceso de modernización en el cual estaba inmersa.
La guerra del opio en 1839, fue un hito fundamental que pone en evidencia el gran
poderío de las potencias occidentales. Las noticias que llegan al Shogun desde China,
muestran las debilidades que su vecino presenta ante el ataque extranjero. Ante este
nuevo panorama, el gobierno Shogunal busca obtener mayor información sobre los
acontecimientos internacionales, así como también emprende un plan de modernización
del ejército. Dicha renovación estuvo a cargo del único país extranjero que establecía
contactos con Japón, Holanda, sin embargo esto género el descontento de los sectores
más conservadores del consejo shogunal, quienes desconfiaban de las técnicas y
tecnologías empleadas por los extranjeros. Sin embargo, hasta 1844 el sistema
shogunal, no se vio amenazado, cualquier presencia extranjera era repelida con fuego.
Ese mismo año se inauguro lo que se conoció como política de “misericordia”, donde
no se respondía directamente con fuego antes de saber el motivo de la visita de las
embarcaciones. Esta política escondía como trasfondo los temores del Bakufu a
desencadenar un enfrentamiento bélico al cual no podría hacer frente. A partir de ese
momento las expediciones se hacen más fuertes, en algunos casos reclamando la
apertura del comercio que sin dudas le fue denegada6. Los Estados Unidos, se
convirtieron en el país con mayores intereses por la apertura del Japón, ya sea por la
necesidad de abastecimiento, de disponer nuevos puertos y refugio para sus marineros,
así como también por negocios concernientes al comercio de ballenas. Dentro de este
contexto, el presidente Filmore, manda una escuadra de cuatro barcos de guerra
encabezadas por el comandante Perry, con la exclusiva tarea de romper con el
asilamiento del Japón. Ante la imposibilidad de hacer frente a un posible conflicto
armado, el Bakufu se ve obligado a firmar una serie de tratados, primero de paz y luego
ya de carácter netamente comercial. Las posiciones encontradas, con respecto a la
5
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. Pág. 225.
6
AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,
1977. pág. 89
7
apertura comercial, dentro de las mismas esferas gubernamentales del shogunato así
como también desde la nobleza de Kyoto y hasta del mismo emperador, provoco el
surgimiento de un sentimiento xenófobo en algunas esferas de la población de total
rechazo hacia lo extranjero.
La firma del primer tratado comercial con Estados Unidos, en 1858, desencadeno una
reacción en cadena, donde las demás potencias reclamaban el mismo trato
intensificando su presencia y presión diplomática y militar. Ante esta situación, el
Japón, en un periodo corto de meses, paso de ser un país totalmente aislado a una
apertura comercial plena hacia el extranjero. Sin ninguna duda, el shogunato Tokugawa
estaba condenado.
Ante la imposibilidad de dar una respuesta concreta ante la amenaza extranjera, se crea
un vacío de poder que intensifica aun más la crisis interna que atravesaba la sociedad
nipona. Todos los intentos del Bakufu por afrontar la crisis fracasaron, mostrando así
como, la antigua y formidable maquinaria de gobierno Tokugawa se había convertido
en una burocracia engorrosa, ineficiente y rutinaria. Las reformas introducidas en el
ejército, la marina y las defensas costeras no solo se implementaron de manera tardía,
sino que endeudaron de sobre manera las arcas del estado7.
El vacío de poder creado por esta situación dio origen a una dura lucha por el control de
la nación, el descontento de los distintos Daimyos y en algunos casos sus violentos
comportamientos xenófobos, se vuelve cada vez más notorios. En este contexto el
emperador vuelve a adquirir importancia política y a convertirse en un actor
determinante en las relaciones políticas. En vano se llevan adelante desesperados
intentos por acercar la figura del Bakufu a la del emperador y con los Daimyos.
7
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. pág. 235.
8
participación, poniéndolo en pie de igualdad con las potencias extranjeras. A este
acuerdo adhirieron también Choshu e Hiroshima, el 8 de noviembre se firma el acta en
la cual se entregaba el poder político al emperador8. Finalmente el 3 de enero de 1868,
la reforma se lleva a cabo, en presencia de todos los Daimyos se solicita la dimisión del
shogun y la entrega de todos su feudos al emperador, figura a la cual retornaba el poder
político.
Podríamos afirmar que el Japón experimento los más dramáticos cambios políticos y
culturales durante las décadas de 1860 y 187010. Durante el periodo, se rompe la
aislades que lo había mantenido ajeno de todo contacto con occidente y de los
importantes acontecimientos que allí se estaban dando, poniéndose en duda las bases
sobre las que se asentaba la sociedad nipona. Las respuestas surgidas como forma de
paliar la crisis que este contacto con occidente había introducido, permitirían el ingreso
de Japón a la modernidad, constituyendo así uno de los acontecimientos más
importantes de la historia japonesa.
8
AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,
1977. pág. 206.
9
AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,
1977. pág. 141.
10
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. pág. 244.
9
El movimiento reformista, se trato de una corriente desplegada desde arriba, por
miembros de la aristocracia imperial, la corte y los daimyos del sudoeste que daría
comienzo a un nuevo régimen suprimiendo él anterior. El Japón lleva adelante una
nueva unidad nacional, destruyendo el doble sistema de gobierno que había existido
desde los tiempos del shogunato Kamakura11. El termino restauración evoca un retorno
al pasado, tras la caída del shogunato Tokugawa, el gobierno vuelve a depender de la
suprema autoridad del emperador, quien se transforma en la nueva figura que debería
unificar y conciliar las distintas esferas sociales asi como también hacer frente al
impacto occidental.
Siguiendo los planteos de Hall12, considero de vital importancia, para evitar confundir
los conceptos, aclarar que al hablar de la restauración Meiji, no estamos hablando de un
movimiento revolucionario en su acepción más clásica ya que difieren en gran medida
en muchos de los aspectos fundamentales con las llamadas revoluciones modernas que
se desarrollan en Europa. Podemos destacar la falta de un movimiento popular
unificado, que promulgara lemas sociales o políticos que hayan trascendido a nivel
mundial, sino mas bien, los diversos levantamientos e insurrecciones que se dieron
fueron motivados en gran medida por fenómenos locales y estuvieron aislados entre sí.
En ningún momento se genero un sentimiento de clase, que generara entre los líderes de
la restauración, ideales surgidos con fines revolucionarios. También carece de los
elementos clásicos de una revolución burguesa, ya que gran parte de los comerciantes
habían encontrado un amplio campo de acción económica. Sin embargo no se puede
pensar en la Restauración Meiji como un simple reajuste de influencias políticas, el
impulso de este cambio, sumado a las profundas transformaciones sociales y
económicas, sobrepasa de sobremanera el simple echo de un reemplazo de distintos
regímenes de gobierno.
Uno de los cambios más radicales que intenta llevar adelante el nuevo gobierno es el de
la centralización. Una tarea por demás compleja, ya que el gobierno imperial se
encontraba ante la difícil tarea de unificar los dispersos dominios de los Daimyos, los
11
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. pág. 243.
12
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. pág. 244.
10
territorios de los Tokugawa y las propiedades imperiales. El 11 de diciembre de 1868,
los feudos fueron asociados a la administración regional del gobierno, sin embargo los
daimyos conservan su posición transformándose en gobernadores de provincias.
Mientras que los consejos señoriales son relegados a asambleas de administradores,
convirtiéndose así en funcionarios secundarios. Se buscaba con estas medidas erosionar
de manera profunda la antigua organización feudal13. Por otro lado, como un esfuerzo
por hacer más visible la figura del emperador y favorecer el desarrollo económico14, la
capital imperial se traslada a la ciudad de Edo, rebautizándola como Tokyo. Además de
la importancia economía y política de este acontecimiento, debemos resaltar el valor
simbólico que en el radicaba, ya que el gobierno imperial toma como base de su
administración la antigua capital shogunal, que aun se mantenía como la autentica
capital política del país.
Otro aspecto fundamental para la estabilidad del nuevo régimen, era lograr un equilibrio
financiero. Es importante destacar que en 1868, el gobierno central carecía de ingresos
independientes y se vio obligado a solicitar el apoyo de algunos Han y a recurrir a
diversos agentes de préstamos. Tras una serie de reformas monetarias, el gobierno logra
centralizar el sistema financiero, reorganizar la circulación de una moneda nacional, el
yen, y desarrollar un sistema bancario que serviría de base para sustentar las diversas
obligaciones del gobierno. Un hecho fundamental para alcanzar dicha estabilidad, fue
la reforma del impuesto sobre la tierra15. Las motivaciones de la reforma agraria, fueron
más bien económicas que sociales, la centralización y racionalización del impuesto
agrícola fue el incentivo más importante. Las tres principales reformas que se
implementan con respecto al régimen anterior fueron qué; desde ese momento, los
impuestos debían ser pagados por el individuo, sobre la base trabajada de la tierra y no
por su cosecha y que dichos impuestos no debían ser pagados a los daimyos sino al
gobierno central. Esta reforma permitió la verificación de las propiedades y la
13
AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,
1977. Pág. 227.
14
La cercanía de Edo con la ciudad de Yokohama, importante puerto comercial que había sido
escasamente afectado por la guerra civil, permitiría mantener una mayor continuidad del comercio
exterior.
15
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. Pág. 256.
11
derogación del antiguo veto de los Tokugawa a la venta de tierras, introduciendo nuevos
certificados de propiedad16. De esta forma, el gobierno logro un uso más eficiente de la
tierra, sin dejar vestigios de antiguas propiedad feudales y roturando también aquellas
que aún conservaban un carácter comunal. De esta manera, Japón se introduce en un
nuevo periodo de desarrollo nacional, con una base agrícola netamente modernizada17.
18
Weber, Max; “The Theory of Social and Economic Organization” ,(1964). Pág. 154.
19
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. Pág. 257.
20
AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,
1977. Pág. 227.
12
forma, se crea un sistema militar basado en el reclutamiento de los varones mayores de
23 años por un periodo de tres años, se divide al país en seis distritos militares,
proyectando así un ejército que en tiempos de paz rondaría los 46.000 hombres. Cifra
que se multiplicaría de forma exponencial en las décadas siguientes o en periodos de
guerra. Este nuevo aparato militar, le serviría a Japón como una herramienta
fundamental para desplegar su maquinaria imperialista sobre el resto del continente
asiático.
Si bien muchos de las medidas tomadas por los reformistas, afectaron a las políticas
sociales de forma secundaria e indirecta21 , el gobierno Meiji también impulsa de forma
consiente algunos cambios sociales de carácter revolucionario. El principal cambio que
podríamos mencionar es el fin del sistema de las cuatro clases. La moderna sociedad
japonesa comienza a tomar a la riqueza, la influencia política o los conocimientos como
nuevas medidas de prestigio.
21
Muchos de los avances hacia la igualdad social, se consiguen de forma indirecta, al aplicarse reformas
en otras áreas, en son de seguir el objetivo principal de fortalecer el Estado. Este es el caso por ejemplo
de la abolición de la clase samurái, como consecuencia de la creación del reclutamiento obligatorio para
el ejército. HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo
XXI, Madrid, 1973. pág. 259.
13
poderes políticos de iniciativa, subieron explotar su capacidad de debate y crítica hacia
las medidas tomadas por el gobierno22. Vemos así como la constitución fue proyectada
como un elemento que si bien, otorgaba ciertas concesiones, mantuviera el status quo
político de la sociedad nipona. Sin embargo, el hecho de promulgar un documento que
regulase de alguna manera el accionar del gobierno, abría la posibilidad de pensar la
existencia de una ley que actuara por encima del Emperador, la voluntad popular. La
creación de La Dieta y su mecanismo electoral, facilito el marco de acción de los
distintos partidos, que pronto tuvieron la capacidad para exigir al gobierno, suavizar el
régimen oligárquico que predomino en los últimos años del periodo.
Conclusiones.
22
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. pág. 273
23
HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973. pág. 274.
14
tradiciones netamente japonesas, permitiendo asi reposicionar al país como una potencia
mundial sin llegar a la dominación occidental de su territorio. La independencia política
y el desarrollo de una economía netamente capitalista, fueron los principales resultados
de la restauración. El Imperio Japonés se establecía en un plano de igualdad con las
grandes potencias occidentales y tras las victorias ante China y Rusia, se erguía como la
principal de Asia.
Bibliografía.
- AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,
1977.
-ANDERSON, Perry: “El Modo de Producción Asiático”, en El Estado Absolutista, Ed. Siglo XXI,
México, 1980, pp. 476-568.
- ANDERSON, Perry; “El Feudalismo Japonés”, en El Estado Absolutista, Ed. Siglo XXI, México,
1980, pp. 447-475.
-BEASLEY, W. G.; “Historia Moderna de Japón”, Ed. Sur, Buenos Aires, 1968, Capítulos VII-XVI
(pp. 125-333).
-HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI,
Madrid, 1973.
-TAKAHASHI, Hachiroemon Kohachiro: Capítulo II: “La Revolución Meiji dentro de la historia
agraria del Japón”, en Del feudalismo al capitalismo. Problemas de la transición, Ed. Crítica, Barcelona,
1986, pp. 60-115.
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