Está en la página 1de 1

Mientras los griegos consideraban a Crono una fuerza cruel y tempestuosa de caos y

desorden, creyendo que los dioses olímpicos habían traído una época de paz y orden
al arrebatar el poder a los groseros y maliciosos Titanes, los romanos adoptaron
una visión más positiva e inocua de esta deidad, al refundirla con su dios indígena
Saturno. Consecuentemente, mientras los griegos consideraban a Crono una mera etapa
intermedia entre Urano y Zeus, fue un aspecto mucho más importante de la mitología
y religión romanas: la Saturnalia fue una fiesta celebrada en su honor, y existió
al menos un templo a él dedicado ya en la antigua monarquía romana.

Su asociación con la edad dorada terminó haciendo que se convirtiera en el dios del
«tiempo humano», es decir, los calendarios, las estaciones y las cosechas (aunque
no debe ser confundido con Chronos, la personificación sin relación alguna del
tiempo en general, como sucedió con frecuencia entre los investigadores
alejandrinos y durante el Renacimiento). Como resultado de la importancia de Crono
para los griegos, su variante romana, Saturno, ha tenido una gran influencia en la
cultura occidental. El séptimo día de la semana judeocristiana se llamaba en latín
Dies Saturni (‘Día de Saturno’), en lo que supone la fuente del nombre de este día
en idiomas como el inglés (Saturday). En astronomía, el planeta Saturno recibe su
nombre del dios romano, siendo el más externo de los objetos celestes visibles sin
ayuda.

En ocasiones, se emplea la idea de Cronos para hacer referencia a la forma en la


que ciertas condiciones impiden el desarrollo de algo. Es pues una metáfora que
compara el impedimento de iniciar un proyecto con la manera en la que Cronos
devoraba a sus hijos

También podría gustarte