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7.

9 Billones de Personas
150000 mueren cada día

Los cuatro evangelios nos hablan de José de Arimatea, todos ellos en el contexto
de la sepultura de Jesús. Cada uno de ellos aporta algún detalle que ayudan a
caracterizarlo. Solo Juan nos da noticias del fariseo Nicodemo: en el conocido
diálogo nocturno con Jesús (Jn 3, 1-21), cuando salió en su defensa ante los
demás fariseos (Jn 7, 50-51) y en el descendimiento y sepultura del cuerpo del
Señor (Jn 19, 39). También dentro del sector más influyente de la sociedad de
Israel hubo discípulos y testigos de Jesús.

José de Arimatea

La cualidad más destacada de José, apuntada por los cuatro evangelistas, es


precisamente la de ser seguidor de Jesús. Mateo y Juan nos dicen expresamente
que era “discípulo de Jesús” (Mt 27, 57 y Jn 19, 38). Marcos, junto con Lucas,
dice que “esperaba el Reino de Dios” (Mc 15, 43 y Lc 23, 51). Juan en cambio
matiza que era discípulo pero “a escondidas, por temor a los judíos” (Jn 19, 38).
Lucas indica que no estaba de acuerdo con las decisiones y acciones del
Consejo (cfr. Lc 23, 51). Todo indica que llevaba su disconformidad con cierta
discreción, pero ante la máxima autoridad civil, demostró “audacia” al pedir el
cuerpo del Señor (Mc 15, 43). En fin, como apunta Lucas, un “varón bueno y
justo” (Lc 23, 50).

Nicodemo

Todos estos detalles hacen del de Arimatea un personaje muy parecido a


Nicodemo. De él conocemos mejor su adhesión al Señor, por el diálogo que se
relata en Jn 3.

Podemos decir que fue un proceso, más que la respuesta inmediata a una
llamada. De algún modo, como en el caso de José, también Nicodemo “se hizo”
discípulo: de noche, para evitar señalarse entre los principales de los judíos,
buscó a Jesús para saber más acerca de Él; más adelante lo encontraremos en
otros dos momentos, tomando claro partido por el Señor. En el primero de ellos,
Juan lo presenta en una discusión con los fariseos, en la que se desmarcó de la
opinión generalizada hostil a Jesús, saliendo en su defensa: “¿Es que nuestra
Ley juzga a un hombre sin haberle oído antes y conocer lo que ha hecho?” (Jn
7, 51). Era también “de los principales de los judíos” (Jn 3, 1). Eso lo hace ser
muy probablemente miembro del Sanedrín, como José, pero de entre el grupo
de escribas o doctores de la Ley, pertenecientes en su mayoría al grupo de los
fariseos.

El detalle de la enorme cantidad de la mixtura de mirra y áloe que llevó Nicodemo


para la sepultura de Jesús (“unas cien libras”, Jn 19, 39, lo que equivaldría
aproximadamente a ¡32 kg!) nos indica que era también de buena posición.
1 juan 1:8-10
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad
no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no
hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Mateo 10:32-33
32 Acualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también
le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y a cualquiera
que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi
Padre que está en los cielos.

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