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VIACRUCIS VIVIENTE

PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS SENTENCIADO A MUERTE.


Lector: Jerusalén comenzaba a despertarse lentamente en la mañana de ese día viernes, ignorando aun lo
que había ocurrido en la casa del sumo sacerdote aquella madrugada donde Jesús fue condenado
injustamente.
Para poder aplicarle la pena de muerte que querían para Jesús, lo llevaron rápidamente ante el gobernador
romano, Poncio Pilatos para que firme la sentencia.
Pilato: ¿De qué acusan a este hombre?
Judío: ¡Si no fuera un malhechor no lo habríamos traído ante Ti!
Pilato: ¡Llévenselo y júzguenlo según su Ley, no me meto en cosas de ustedes!
Judío: ¡No tenemos autorización para aplicar pena de muerte!
Pilato: ¡Y qué ha hecho este hombre para merecer tal castigo!
Judío: ¡Hemos comprobado que es un agitador!
Lector: entonces Pilato sonríe fuertemente.
Pilato: ¡Un agitador!; a mí me parece un pobre diablo! ¿Cómo pueden tener miedo a alguien como Él?
Judío: Señor gobernador, reúne a un montón de gente de mala muerte, no quiere que paguen los impuestos
al Cesar y que se revelen contra Roma.
Otro Judío: Además se hace pasar por nuestro rey, ¡enviado por Dios!
Lector: entonces Pilatos se dirige a Jesús.
Pilato: ¿Eres tú el rey de los Judíos?
Jesús: ¿Esta pregunta viene de ti o repites lo que otros han dicho de mí?
Pilato: Los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí ¿No sabes que está en mis manos condenarte o
dejarte en libertad? así que si aprecias tu vida colabora conmigo y respóndeme ¿Qué has hecho?
Jesús: Mi realeza no procede de este mundo; si fuera rey como los de este mundo, mi guardia habría
luchado para que no cayera en manos de los judíos, pero mi reinado no es de acá.
Pilato: ¿Entonces eres rey?
Jesús: tú lo has dicho...
Pilato: ¡Yo no veo delito en este hombre!, parece ser que es un pobre delirante; ¡como tantos!
Judío: Pero está alborotando al pueblo y difunde su doctrina por todo el país de los judíos.
Otro Judío: ¡si!, comenzó por Galilea y ha llegado hasta aquí.
Lector: enseguida Pilato, muestra sentimientos de preocupación.
Pilato: ¿Qué es todo esto que declaran en contra tuya, no tienes nada que decir?
Lector: Jesús no responde nada. Pilatos se encontraba verdaderamente en una encrucijada, A pesar de su
crueldad, no tenía intenciones de condenar a Jesús, para no satisfacer a los sacerdotes judíos, a quienes
detestaba, además su esposa le ha dado una terrible advertencia, la noche anterior había tenido un sueño con
este santo.
Y para Pilatos, que era supersticioso lo ponía aún más en aprietos, pero debía cuidar su puesto y quedar bien
con el pueblo.
Pilato: ustedes me presentaron a este hombre acusándolo de agitador, lo interrogué personalmente delante
de ustedes, pero no lo hallé culpable de ninguno de los crímenes de que lo acusan. Como ven, en todo lo que
hizo no hay ningún crimen que merezca la muerte. Así es que quiero terminar lo más pronto posible con este
fastidioso problema y luego de castigarlo y lo dejaré en libertad.
Lector: los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a la guardia alrededor de él,
para burlarse. La condena ha llegado a la violencia física y el rostro e Jesús se va desfigurando por la sangre
que brota de las espinas, los golpes y las escupidas.
Enseguida lo amarran para azotarlo.

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Soldado: ¡Salud rey de los judíos!
Otro Soldado: Pero a su majestad le hace falta una capa real! Ja, Ja! Ja, Ja! (colocan la capa roja).
Soldado: ¡Compañeros! Esperen ¡un rey sin corona no es rey! Ja, Ja, Ja!
Lector: Y así torturaron a Jesús, se burlaban de Él haciendo reverencias y diciendo, ¡salud rey de los Judíos!
Sacerdote: los obispos latinoamericanos nos dijeron “la situación de extrema pobreza generalizada adquiere
en la vida real, rostros muy concretos, en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de cristo el
Señor, que nos cuestiona y nos pide ayuda”
 Rostros de niños golpeados por la pobreza.
 Rostros de jóvenes desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad...
 Rostros de indígenas que pueden ser considerados los pobre entre los pobres...
 Rostros de campesinos a veces privados de tierras sometidos a sistemas de comercialización que
explotan...
 Rostros de obreros con bajos salarios y con dificultades para organizarse y defender sus derechos...
 Rostros de desempleados, despedidos por duras exigencias económicas...
 Rostros de marginado de los ancianos, cada día más numerosos.
Lector: avanzamos hacia la segunda estación.

SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ.


Lector: nuevamente en el tribunal, esta vez con todo el pueblo, Barrabás a la izquierda y Jesús a la derecha.
Entonces hacen callar al Pueblo.
Pilato: como estamos en vísperas a la fiesta de la Pascua, he decidido dejar en libertad a un reo, el que el
pueblo elija...
Lector: entonces hacen pasar a Jesús: diciendo ¡Aquí tienen a su rey!
Pueblo: ¡Que muera, que muera!
Pilato: ¿Debo matar yo a su rey?
Pueblo: No tenemos más rey que el Cesar.
Pilato: pero ¿Qué mal ha hecho este hombre? No encontré nada en su asunto que mereciera la muerte... por
eso...
Lector: pero la multitud no lo deja hablar, pidiendo de diferentes formas la muerte de Jesús, hasta que
logran hacerlos calmar.
Pueblo: Si lo dejas en libertad no eres amigo del Cesar, porque todo el que se proclama rey está en contra
del Cesar.
Todos: ¡Sí!... sí (cuando los hacen callar).
Pilato: a quién quieren que ponga en libertad a Barrabás o a quién ustedes llaman rey de los judíos
Pueblo: ¡a Barrabás!, !a Barrabás!
Pilato: ¿Y qué hago con este?
Todos: ¡crucifícalo, crucifícalo!
Lector: entonces Pilato se lava las manos y firma la sentencia de muerte.
Pilato: Yo no me hago responsable de la sangre que se va a derramar, ¡que recaiga sobre ustedes y los hijos
de ustedes! hagan con Él lo que quieran.
Todos: ¡bien!
Lector: el pueblo invade el tribunal y toma a Jesús para cargar con la cruz, comienza la caminata.
Jesús lleva sobre sí la cruz. Salió de la ciudad para dirigirse a una loma llamada “de la calavera” que en
hebreo se dice Gólgota. Y con Él a otros dos ladrones.
Sacerdote: Jesús entrega su vida libremente y carga con la pesada cruz en donde va a morir.
Hoy todo hombre puede entregar su vida en cualquier trabajo para el servicio de sus hermanos.
La invitación claramente resonó en la boca de Jesús: “Quién quiera venir conmigo, que cargue su cruz y me
siga”. Pero la carga de la cruz se hace más liviana si la llevamos entre todos; y en nuestra parroquia hay

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tantas formas de hacerlo, colaborando con la catequesis familiar, como matrimonios guía o con los niños
como animadores.
Ayudando a llevar buenas noticias si queremos participar como mensajeros conociendo mejor a nuestros
propios vecinos, acercándonos en el abrazo fraterno.
Todos estamos invitados, jóvenes, adultos, niños, hombres y mujeres a ser parte de la Civilización del Amor,
de nuestra decisión depende
Lector: avanzamos hacia la tercera estación.
TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE, POR PRIMERA VEZ.
Lector: Jesús cae, el peso de la cruz es demasiado para Él, pero se levanta. Se levanta y sigue adelante, no
se deja vencer fácilmente, ¡Qué fuerza la de Jesús! Pero esa fuerza de cumplir la voluntad de Dios para
salvarnos.
Lector: Jesús llama a toda la gente y les dijo:
Jesús: el que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga, pues el que quiere
asegurarse su vida la perderá, pero el que sacrifique su vida por mí y por el evangelio la salvara.
Lector: acompañemos el suplicio de Jesús, en completo silencio. Meditando esta escena del Vía Crucis.
Se retoma la marcha. Los soldados que acompañan a Jesús lo levantan a punta de espadas.
Lector: avanzamos hacia la cuarta estación.
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE.
Lector: María siempre está presente en la vida de Jesús, desde un segundo plano, silenciosa pero fiel,
animando siempre animando; también estaban allí algunas mujeres que desde Galilea lo habían seguido.
María: Hijo mío, carne de mi carne, sangre de mi sangre yo estoy contigo. Pero que ingrata es la
humanidad, hasta donde te ha llevado tu amor.
Jesús: madre ha llegado mi hora, es la voluntad de mi Padre.
María: no quiero que mueras hijo mío, pero si es la voluntad de Dios que sea lo que Él quiera.
Lector: avanzamos hacia la quinta estación.

QUINTA ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA AL SEÑOR A LLEVAR LA CRUZ.


Lector: cuando llevaban a Jesús a crucificarlo, echaron mano de un hombre de Sirene.
Soldado: ¡he tú, ven!
Simón de Sirene: ¿Yo señor?
Soldado: ¿Cuál es tu nombre?
Simón de Sirene: Simón señor.
Soldado: ¿De dónde eres?
Simón de Sirene: de Sirene.
Soldado: ayuda a este hombre a cargar su cruz
Simón de Sirene: no puedo señor, estoy cansado, además ni lo conozco.
Soldado: ¿No tienes compasión de Él? ¡Míralo!
Sacerdote: Cada hombre, cada familia, cada país tiene su cruz. El dolor se escucha dañino durante la
enfermedad; la muerte asecha en cada vuelta de la vida; muchas veces los desencuentros familiares se tornan
cotidianos; se multiplican las dificultades en el trabajo, los problemas económicos, las tensiones entre los
amigos. Cada vez que alguien se hace presente acompañando, consolando, participando, entonces ayuda a
llevar la cruz.
A cada oración respondemos: “Escúchanos Señor”.
 Por los enfermos y moribundos...
 Por los que sufren tensiones familiares o sociales...
 Por los que ayudan a llevar la cruz de sus hermanos…
Lector: avanzamos hacia la sexta estación.
SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS.

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Lector: así muchos quedaron espantados al verlo, pues estaba tan desfigurado que ya no parecía un ser
humano, despreciado por los hombre y marginado por los dolores y familiarizado con el sufrimiento
semejante a aquellos que se les vuelve la cara, sin embargo era nuestras dolencias lo que Él llevaba, eran
nuestros pecados los que Él cargaba.
Se aproxima una mujer con un lienzo para limpiar el rostro de Jesús.
Una de las mujeres quiere ayudar a Jesús, por más pequeña que sea, y se encuentra con el rostro sufriente de
Jesús.
No le importa el qué dirán de la gente ni sus reacciones ni sus insultos, compadecida por el dolor se acerca y
lo limpia.
Verónica: señor que te han hecho, ten piedad de nosotros y perdónanos por lo que nosotros te hacemos.
Lector: avanzamos hacia la séptima estación.

SÉPTIMA ESTACIÓN: SEGUNDA CAÍDA EN EL CAMINO DE LA CRUZ.


Lector: Jesús cae por segunda vez. Esta caída no debe tomarse como un fracaso, sino como el paso del
triunfo de la vida sobre la muerte, en acto de verdadero amor hacia el prójimo, de entrega total a tal punto de
entregar su propia vida por sus hermanos.
Eran nuestras faltas por las que era destruido, nuestros pecados por los que era aplastado, Él soporto el
castigo para que nos traiga la paz y por llagas hemos sido sanados.
Jesús nos muestra que el amor al Padre es mayor que cualquier sufrimiento.
Lector: avanzamos hacia la octava estación.

OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN.


Lector: seguían a Jesús muchos vecinos del pueblo y buen número de mujeres con sus hijos, que se
golpeaban el pecho y se lamentaban por Él.
Pero Jesús, dirigiéndose a ellas, les dijo.
Mujeres: lloran.
Jesús: hijas de Jerusalén no lloren por mí, lloren más bien por ustedes y sus hijos. Porque llegará el día en
que se dirá. Felices los hombres y las mujeres sin hijos, las que no dieron a luz ni amamantaron; entonces se
dirá ¡ojalá los cerros y las lomas caigan sobre nosotros y nos oculten porque si hacen esto con el árbol verde!
¡Qué harán con el seco!
Mujeres: lloran.
Lector: aquí va Jesús. Nuestro salvador. El Hijo de Dios. Quien había sido presentado como un poderoso,
camina como un malhechor rumbo a la muerte más humillante ante los ojos de todo el pueblo, que se
dirigían a las afueras de la ciudad, simbolizando así la expulsión y marginación de la comunidad.
Las instituciones políticas, religiosas y económicas lo arrojaron fuera de su seno. En ese excomulgado
creemos los cristianos, nuestro Mesías es despreciado por las autoridades, y por eso, el poder injusto siempre
despreciará al verdadero cristiano y lo arrojará fuera, como a Jesús.
Lector: avanzamos hacia la novena estación.

NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.


Lector: Jesús cae por tercera vez. Sus fuerzas físicas no le permiten seguir cargando con el pesado madero.
Pero su fidelidad es mayor que el dolor y una vez más se repone y prosigue, los últimos pasos son terribles
pero se mantiene fiel a sus palabras.
El buen pastor da la vida por sus ovejas, mantiene viva la esperanza.
Señor perdónanos por hacer con nuestros pecados más pesada aún tu carga.
Lector: avanzamos hacia la décima estación.

DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.


Lector: llegaron al calvario, Jesús agotado y exhausto es desnudado delante de la multitud, ni el mínimo
derecho a la intimidad es respetado; Jesús desnudo, herido, desolado al pie de la cruz se hace solidario con
tantos hombres y mujeres despojados de sus derechos a lo largo de la historia, su túnica tejida de una sola
pieza de arriba abajo sin costura alguna se dijeron:

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Soldado: ¿Quién quiere quedarse con el traje real de su majestad? El Rey de los Judíos
Otro Soldado: ¡Yo quiero tener su manto!
Soldado: ¿Por qué no lo echamos a la suerte?
Otro Soldado: ¡Eso!, tiremos los dados.
Lector: juegan y se reparten las túnicas, los judíos comienzan a insultarlos.

DÉCIMA PRIMARA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ.


Lector: crucifican a Jesús en el Gólgota y a dos ladrones uno a su izquierda y el otro a su derecha.
Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz, en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los
judíos”. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Judío: Ya que salvó a otros, que se salve a sí mismo, para ver si es el Cristo de Dios, el elegido.
Soldado: Si tú dices ser el rey de los judíos, sálvate a ti mismo (se ríen de Él).
Lector: se ríen, y dicen varios insultos mientras que Jesús decía:
Jesús: Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Judío: Si bajas de la cruz, creeremos en ti.
Caifás: salvó a otros y el mismo no puede salvarse, ha puesto su confianza en Dios, pues que Dios lo salve
ahora si deberás le quiere, no decía que era Hijo de Dios, que baje de la cruz ese Mesías.
Ladrón malo: si tú, eres e Mesías sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros.
Ladrón bueno: ¿No tienes temor de Dios? tu que estas en el mismo castigo, nosotros estamos sufriendo con
toda razón por lo que hemos hecho, pero este hombre no ha hecho nada malo. Jesús acuérdate de mí cuando
llegues a tu reino.
Jesús: en verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso
Lector: justo a la cruz estaba su madre, la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás y María la
Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella al discípulo que quería mucho; dijo:
Jesús: Mujer allí tienes a tu hijo, hijo allí tienes a tu madre.
Lector: desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ.


Lector: desde el mediodía hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedo a oscuras, a esa hora Jesús grito con
más fuerza:
Jesús: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
Lector: después de esto, consiente que ya todo iba quedando terminado y para que así se realice todo aquel
pasaje de la Escritura dijo:
Jesús: ¡Tengo sed!
Lector: había allí un jarro de vinagre, empaparon en una esponja, lo ataron a una rama de hisopo y se lo
acercaron a la boca. Jesús bebió de ese vinagre y dijo.
Jesús: Todo está cumplido.
Lector: el sol dejo de brillar y el velo del templo se rasgó por la mitad, Jesús grito con fuerza y dijo.
Jesús: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu.
Lector: y al decir esto exhalo su espíritu. El capitán romano que estaba frente a Jesús al ver que había
muerto dijo.
Soldado: este hombre verdaderamente era Hijo de Dios.
Lector: entonces los soldados fueron y le quebraron las piernas al primero y también al otro que estaba
junto a Jesús, pero a Él no porque estaba muerto, sin embargo uno de los soldados le traspasaron el costado
con una lanza y al momento salió agua y sangre.

DÉCIMA TERCERA ESTACIÓN: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE.

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Lector: José de Arimatéa pidió permiso a Pilato para llevar el cuerpo de Jesús.
José de Arimatéa: Tengo una orden firmada por el gobernador Poncio Pilatos, para retirar el cuerpo de
Jesús y enterrarlo en un sepulcro que pertenece a mi familia...
Soldado: Déjame ver, trae aquí eso que tú dices!... ¿Para qué preocupas por este hombre? ¿Qué acaso no
eres uno de esos maestros judíos?
José de Arimatéa: lo soy pero trataré de hacer algo por Él, por más que sea a último momento yo soy uno
de los tantos que estamos aquí que tenemos un cargo público pero no hacemos nada por ayudar a los que
están abajo, espero que en mi caso no sea tarde para arrepentirme.

DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN: EL CADÁVER DE JESÚS PUESTO EN EL SEPULCRO.


Lector: después llego Nicodemo con treinta quilos de perfume, mescla de mirra y aloe; así José de Arimatéa
y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con lienzos empapados con aquel perfume, según
la costumbre que tenían los judíos para enterrar a los muertos.
Allí cerca había un sepulcro nuevo, allí pusieron el cuerpo de Jesús porque estaba cerca y porque ya iba a
empezar el día de reposo de los judíos.

INTEGRANTES
Personajes Representantes
Jesús
María
Pedro
Lector
Juan
Pilato
Sumo sacerdote - Caifás
Judas
Soldado
Otro Soldado:
Simón de Cirene
José de Arimatéa
Mujeres
Verónica
Pueblo

Judío
Sirvienta
Testigo
Ladrón Bueno
Ladrón Bueno
María Magdalena

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