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NEURO PLASTICIDAD EN EL HIPOCAMPO MATERNO: RELACIÓN CON LA COGNICIÓN Y

EFECTOS DEL ESTRÉS REPETIDO

Resumen

Cada vez está más claro que el cerebro femenino tiene una plasticidad inherente que se expresa durante la
reproducción. Los cambios que se producen benefician a la descendencia, que a su vez asegura la
supervivencia del legado genético de la madre. Así, el inicio de la motivación maternal implica mecanismos
básicos que van desde los perfiles de expresión genética hasta la liberación de hormonas, pasando por las
interacciones hormona-neurona, todo lo cual cambia fundamentalmente la arquitectura neuronal, y durante
un periodo de tiempo que se extiende, curiosamente, más allá de la vida reproductiva de la hembra. Aunque
se analizan múltiples áreas cerebrales implicadas en las respuestas maternas, esta revisión se centra
principalmente en la plasticidad del hipocampo materno durante el embarazo, el posparto y hasta bien
entrado el envejecimiento, en lo que respecta a los cambios en la cognición. Además, se consideran los
efectos del estrés prolongado y repetido en estas respuestas dinámicas. El cerebro materno es una maravilla
del cambio dirigido, que se extiende a comportamientos tanto obvios (dirigidos a los bebés) como menos
obvios (depredación, cognición). En resumen, los efectos de largo alcance de la reproducción sobre el
sistema nervioso de la hembra brindan la oportunidad de investigar la neuro plasticidad y la flexibilidad
conductual en un modelo natural de mamífero.

Introducción

El embarazo y la maternidad van acompañados de notables cambios neurobiológicos. En una madre sana,
los cambios fluctuantes en las hormonas esteroideas y peptídicas maternas durante el periodo periparto
desempeñan un papel importante en el inicio de los comportamientos maternos, que son necesarios para la
supervivencia de la descendencia (Bartels y Zeki, 2004; Bridges, 2014; Sheeman y Numan, 2002). Tras la
llegada de las crías, el aprendizaje por ensayo y error como estrategia para afinar el comportamiento
materno es demasiado poco y demasiado tarde. Aunque durante la gestación de la rata pueden observarse
atisbos de respuesta maternal, como llevar la cola, construir nidos y alterar las preferencias alimentarias
(Fleming, 2007; Lott y Rosenblatt, 1969; Rosenblatt, 1969, 1980), el comportamiento maternal hace una
aparición bastante brusca tras el parto. En una transición casi perfecta a la fase posparto, los mamíferos
maternales adoptan respuestas específicas que son esenciales para la supervivencia de las crías.

La transformación de un animal virgen, a menudo aversivo a la descendencia, en una madre que busca
descendencia representa uno de los ejemplos más dramáticos de flexibilidad conductual en todo el
comportamiento animal. Rosenblatt y Mayer (1995) propuso un modelo de aproximación-evitación para
explicar esta transición, sugiriendo que la motivación para evitar a las crías, particularmente en ratas, es
reemplazada por una motivación competidora para acercarse a las crías, después del parto (Rosenblatt y
Mayer, 1995). Curiosamente, la sensibilidad materna no es exclusiva de las ratas posparto, ya que, incluso
en las ratas vírgenes, un periodo de cohabitación con las crías estimula la sensibilidad materna tras una
semana de exposición. Estas hembras sensibilizadas con los cachorros construyen nidos, los acicalan y se
agachan sobre ellos, incluso en ausencia de lactancia (Rosenblatt, 1967). La exposición a los cachorros puede
reducir la timidez de las vírgenes, permitiéndoles superar los miedos sociales para interactuar con las crías
(Fleming y Luebke, 1981). Las ratas madres entrenadas para presionar barras para recibir crías, así como una
preferencia de lugar por las cámaras asociadas a las crías frente a las asociadas a la cocaína, proporcionan
pruebas inequívocas de la naturaleza gratificante de las crías en las hembras posparto (Lee et al., 1999a;
Mattson et al., 2003). Un ejemplo de esta motivación extrema hacia las crías se muestra en la Fig. 1, en la
que se fotografió a una mona capuchina adulta en semilibertad llevando un joven mapache. Sin machos en
la instalación, las hembras capuchinas no estaban preñadas ni amamantando, pero aun así demostraron
motivación para acceder a las crías, incluso a las crías contra-específicas. Esta inversión errónea de energía
en el cuidado de las crías de otra especie (o de competidores conespecíficos) sirve como recordatorio vívido
de la predisposición del circuito neural materno subyacente a la motivación maternal. Este "circuito
maternal" implica zonas del cerebro como el área preóptica medial, tanto el objetivo del tsunami endocrino
que acompaña al embarazo como la culminación de milenios de procesos selectivos naturales. El hecho de
que el cerebro materno esté moldeado por lo que podrían denominarse experiencias enriquecedoras, y que
la sensibilidad hacia las crías permanezca en la hembra parida mucho después de la producción y el cuidado
de las crías, sugiere que una consecuencia adicional de la reproducción pueden ser las mejoras cognitivas
hasta ahora sutiles que se acumulan en la madre.

Fig. 1. Motivación maternal contraspecífica. Hembra de


capuchino en semilibertad cargando un cachorro de
mapache tras arrebatárselo a su madre natural. Foto de
Alex Huhman.

En trabajos anteriores se ha descrito el entorno materno


como enriquecedor (Kinsley et al., 2012a; Kinsley y
Lambert, 2006; Kinsley et al.) Por ejemplo, los factores
que caracterizan los procesos de gestación, producción
de crías y, críticamente, el flujo de información sensorial
de las crías de vuelta a la madre es ricos, prolongados y
significativos (Fleming et al., 2002; Fleming et al., 1999).
Se creía que las señales de las crías eran más bien un
dispositivo de señalización, una forma de informar a la
madre de que había llegado el momento de alimentarlas,
calentarlas o recuperarlas. Las señales ciertamente lo
hacen, pero, como han argumentado Kinsley et al.
(2012a, 2012b), eso no es más que el principio.
Rosenblatt fue pionero en la noción, con su clásico
artículo de 1967, de que los estímulos de la cría por sí
solos -en ausencia de hormonas del embarazo- podían
hacer que una rata hembra respondiera maternalmente
simplemente con la exposición repetida a los estímulos de la cría. Tales fenómenos de sensibilización o
cóncavo fueron suficientes para provocar el cuidado maternal de las hembras adultas (Cohen y Bridges,
1981). Es probable que este efecto implique mecanismos como los descritos por Engert y Bonhoeffer (1999),
que implican la transducción de cantidades significativas de sensación en remodelación sináptica/neuronal a
través de la activación neuronal (Engert y Bonhoeffer, 1999). Por lo tanto, la cantidad de información
sensorial proporcionada por la cría -las vistas, los olores, los sonidos, los sabores, los estímulos
somatosensoriales y de succión- debe ser significativa y selectiva. Por un lado, ayuda a informar a la madre
sobre el estado de la cría, exigiendo la respuesta adecuada al estímulo (un llanto específico se corresponde
con un comportamiento específico; un olor particular con la cantidad adecuada de lamido). Por otro lado, el
cerebro de la madre responde a estos estímulos sensoriales complejos volviéndose estructural y
funcionalmente más complejo.
El área preóptica medial (mPOA) regula la motivación maternal en varias especies de mamíferos (Levy, 2008;
Numan et al., 2006; Perrin et al., 2007). Por ejemplo, en las ratas con lesiones en el mPOA disminuye la
presión sobre la barra para obtener crías, mientras que su estimulación promueve la preferencia por los
cachorros en las hembras maternas (Lee et al., 1999a; Morgan et al.,1999). Además, las células
inmunorreactivas c-Fos aumentan en la amígdala, el córtex prefrontal y el núcleo accumbans (Lee et al.,
1999b; Numan, 1988) (Fig. 2).

Fig. 2. Áreas cerebrales clave importantes para los comportamientos maternales en la rata. AMYG:
amígdala; BNST: núcleo del lecho de la estría terminal; MPOA: área preóptica medial del hipotálamo; NAc:
núcleo accumbens; OB: bulbo olfatorio; PAG: gris periacueductal; mPFC: córtex prefrontal medial; PVN:
núcleo paraventricular del hipotálamo; VTA: área tegmental ventral. Esquema cerebral adaptado de Paxinos
y Watson (5ª edición).

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