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La 

violencia en la adolescencia está constituida por manifestaciones de


agresividad que se dirigen hacia iguales, familiares o figuras de autoridad.

En primer lugar, debemos diferenciar esta violencia de la rebeldía adolescente, la


cual se concibe como una etapa transitoria en la que los niños están modificando
sus roles en la sociedad, por lo que en la mayoría de los casos no debe ser motivo
de alarma.

En la sociedad actual se está observando un aumento de conductas violentas por


parte de la población adolescente, en diferentes contextos y en todos los grupos
sociales –familias de clase alta, media y baja-.

¿Dónde se da la violencia entre adolescentes?

Con respecto a los escenarios en los que se produce violencia entre población
adolescente, encontramos que se suelen dar en:

– Violencia en casa

Es frecuente que las familias en las que hay uno o más hijos adolescentes se
produzcan situaciones conflictivas, debido a la modificación de normas, a las
exigencias de los hijos, etc.

La situación se agrava si se producen peleas físicas entre dos o más miembros de la


familia.

– Violencia entre parejas adolescentes

Los datos recogidos de investigaciones sobre violencia entre parejas de novios


adolescentes son alarmantes.

Sorprendentemente, este tipo de violencia sigue aumentando, y lo llevan a cabo


tanto los chicos como las chicas.

Muchas de las conductas que no suelen percibirse son: control sobre el otro, gestos
de humillación, obligar a tener relaciones sexuales, etc.

– Violencia en el colegio

Desgraciadamente, los datos recogidos en nuestro país ponen de manifiesto que se


producen muchos casos de bullying entre jóvenes y adolescentes.

Estas conductas violentas han sido ampliamente estudiadas, y son muchas las
causas de que se siga produciendo, como por ejemplo:

 papel mantenedor de los compañeros que actúan como espectadores,


 víctimas que no comunican su situación de acoso,
 las conductas violentas hacen que el agresor consiga salirse con la suya.
Además, es necesario resaltar las manifestaciones de violencia que algunos
alumnos llevan a cabo sobre sus profesores.

En este sentido, deberían tomarse más medidas para evitar que se produzcan estos
comportamientos violentos en el ámbito escolar.

– Violencia callejera

Algunos grupos de adolescentes se unen para formar pandillas o bandas callejeras,


con el propósito de agredir a personas o para cometer actos delictivos –como robos
a personas aisladas o en establecimientos-.

También es motivo de alarma que unos adolescentes disfruten y se diviertan


haciendo daño a animales callejeros.

No son pocos los vídeos que se han recogido de palizas a animales indefensos,
llegando a producir daños irreparables e, incluso, la muerte.

Este comportamiento con animales no debe percibirse en ningún momento como


una conducta normal, ligada a la etapa adolescente.

Se trata de una razón de peso para llevar a cabo un estudio psicológico del
adolescente y, si es necesario, realizar una intervención concreta.

– Ciberbullying

Este es un problema al que deben enfrentarse los jóvenes actualmente, puesto que
la acción de sus agresores no termina cuando acaba el horario escolar.

Se puede producir acoso mediante mensajes amenazantes, publicación de fotos o


vídeos denigrantes, burlas e insultos públicos en las redes sociales, etc.

Además, en los últimos años se han producido casos en los que han salido a la luz
vídeos de chicas manteniendo relaciones sexuales.

Esta es otra forma de violencia, puesto que se atenta contra la privacidad e


integridad de la adolescente en cuestión.

Formas de manifestar la violencia en la adolescencia

A continuación, pasamos a diferenciar las distintas manifestaciones de violencia que


se pueden encontrar entre población adolescente –algunas de las cuales pueden
pasar desapercibidas-.

Algunas de ellas son:

– Violencia verbal
La violencia verbal se está normalizando en nuestra sociedad, especialmente
cuando se percibe entre jóvenes que tienen enfrentamientos aparentemente sin
importancia.

Algunos ejemplos de violencia verbal pueden ser insultos, gritos, etc., y pueden
llegar a causar tanto daño psicológico como la violencia física –especialmente
cuando se produce de forma frecuente-.

– Violencia física

La violencia física es más alarmante puesto que puede causar serios daños en el
organismo.

Suelen conllevar mayores castigos y, a veces, los agresores tienen que rendir
cuenta con la justicia.

Golpes, bofetadas y empujones constituyen algunos ejemplos de este tipo de


violencia entre población adolescente.

– Violencia/maltrato psicológico

Aunque se trate de un tipo de violencia más sutil, llega a provocar serios problemas
en la víctima, como baja autoestima, falta de autonomía, miedo a su pareja, etc.

Algunos ejemplos de violencia psicológica son los siguientes:

 Humillación. Esta forma de violencia es muy común. Se refiere al hecho


de que algunas personas ofende a la otra persona, especialmente cuando
lo hace públicamente.
 Desprecios. Se refiere a la conducta de indiferencia que hace sentir mal
a la persona víctima de este maltrato.
 Amenazas. Un adolescente puede llegar a coaccionar a otra persona, de
forma que termine consiguiendo lo que quiere. Esta actitud provocará
sentimiento de triunfo en el agresor, que optará por utilizar este método
repetidamente.

Causas de la violencia adolescente

Las causas de que se produzca violencia en la población joven son numerosas. En


los estudios sobre el tema, se ha centrado la atención en el tipo de familia de
procedencia, especialmente.

Así, encontramos que los aspectos familiares que más promueven la violencia
adolescente son:

 Ausencia parental –abandono del padre o de la madre- total o


parcialmente.
 Familia desestructurada.
 Estilos educativos autoritarios –en el que el adolescente no puede
negociar las normas- o demasiado permisivo –en el que hay ausencia
total de normas-.
Otros aspectos que potencian la manifestación de conductas agresivas son los
siguientes:

 Consumo de sustancias. El alcohol y drogas ilegales suelen provocar


que se produzcan conductas violentas, como enfrentamientos, peleas y
agresiones.
 Falta de atención individualizada en los colegios. A veces sucede que
los profesores no alertan sobre comportamientos inaceptables que se
producen dentro del colegio, por lo que no puede llevarse a cabo una
intervención específica.
 Deseos de aceptación del grupo de iguales. El reconocimiento social
aporta ciertas ventajas en el adolescente, como sentimiento de
pertenencia a un grupo, aumento de su autoestima e incremento de su
satisfacción vital.

Por todo ello, muchos jóvenes no tienen reparos en llevar a cabo conductas
violentas hacia los más débiles, con el fin de buscar la aprobación de su grupo de
iguales.

Consecuencias de la violencia en la
adolescencia
Como puedes imaginar, todo lo comentado hasta ahora repercute de
forma negativa entre los adolescentes que sufren la violencia en primera
persona.

En relación a las víctimas, se han observado numerosos indicadores de


desajuste psicológico, como por ejemplo:

 Aislamiento social.
 Bajo rendimiento escolar.
 Problemas de ansiedad.
 Depresión.
 Ideas o tentativas de suicidio.
 Mayor insatisfacción con su vida.
 Problemas dentro de su propia familia.

Las víctimas no suelen pedir ayuda a sus familiares ni conocidos, por lo


que debes estar atento si tienes sospechas de que tu hijo se encuentre
en esta situación.

Cómo prevenir la agresividad adolescente


En los adolescentes resulta especialmente difícil que intervengas para
ayudar a corregir algún comportamiento desadaptativo, debido al
desapego parental que los jóvenes intentan llevar a cabo.
Sin embargo, hay muchas cosas que están en tu mano para evitar
consecuencias derivadas de la violencia juvenil.

Lo recomendable es que empieces a observar las conductas violentas


que manifiesta tu hijo desde que es pequeño, dándole especial
importancia a partir de los 10 años de edad.

Es importante que trabajes su desarrollo emocional, que le expliques las


situaciones en las que ha actuado mal y enseñarle a ponerse en el lugar
del otro.

Todo ello le ayudará a desarrollar su empatía, y esta habilidad le


ayudará a manifestar menos comportamientos violentos hacia otras
personas.

Por otro lado, en relación a la problemática de la violencia entre parejas,


hasta hace unos años se había centrado la atención en la intervención
con el agresor, únicamente.

Sin embargo, parece que el trabajo debe realizarse de igual modo con la
persona que ha recibido maltrato –físico, psicológico, etc.-.

Esto se debe a que, como se ha venido demostrando, las mujeres que


reciben maltrato tienen que mejorar sus habilidades sociales, entre
otras, para poder tener una relación sentimental adecuada.

Por tanto, si tu hijo/a tiene problemas en relación a su pareja, deberías


procurar que, con la ayuda de un especialista, desarrolle las habilidades
necesarias para tener relaciones satisfactorias.

En cuanto al acoso escolar, tanto si lo lleva a cabo como si lo recibe,


necesitará apoyo y ayuda de su familia para que pueda poner fin a esta
situación.

Si tu hijo es víctima de bullying, pon medios para evitar que corra


peligro, avisa a los profesores, implícate en su educación y asegúrate de
que esta situación no se vuelve a repetir.

En algunos casos, el bullying va dirigido a chicos/as con algún tipo de


discapacidad física o psicológica, por lo que deberías indagar más si tu
hijo presenta estas características.

Si se trata de un acoso que lleva instaurado mucho tiempo, puedes


plantearte que el adolescente cambie de colegio, para que no esté
etiquetado como el “raro”, el “cobarde”, etc.
Otro factor importante que debes tener en cuenta es el control del
consumo de alcohol y drogas.

Además de otros efectos secundarios, podrás evitar que tu hijo se vea


involucrado en situaciones de violencia.

Y tú, ¿qué métodos emplearías para combatir la violencia  en la


adolescencia?

Referencias
1. Alvarez-Solís, R.; Vargas-Vallejo, M. Violencia en la adolescencia.
Salud en Tabasco (2002).

2. Andrés Montero Gómez. Adolescencia y comportamiento de género.


Revista de Estudios de Juventud (2006).

3. D. Moreno, E. Estévez, S. Murgui y G. Musitu. Reputación social y


violencia relacional en adolescentes: el rol de la soledad, la autoestima y
la satisfacción vital. Psicothema 2009. Vol. 21, nº 4, pp. 537-542.

4. Isabel Menéndez Benavente. Adolescencia y Violencia: ¿Crisis o


Patología? (2006).

5. J. Cáceres Carrasco. Violencia física, psicológica y sexual en el ámbito


de la pareja: papel del contexto Clínica y Salud. Vol. 15, núm. 1, 2004,
pp. 33-54 Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

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