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Mary anning ,primer paleontóloga

cuando pensamos en algunos de los grandes reptiles marinos que nadaron


en los mares de la Tierra hace millones de años, o en los que surcaron los
cielos de nuestro planeta en el principio de los tiempos, nos vienen a la
mente bestias tan impresionantes como el ictiosaurio, el plesiosaurio o el
pterodáctilo, animales que nos resultan a la vez fascinantes y aterradores.
Pero lo que sin embargo no tenemos tan claro es quién descubrió para la
ciencia a estos colosos desaparecidos en los abismos del tiempo. De hecho,
ese mérito debemos atribuirlo a una singular mujer que vivió en en el siglo
XIX y cuyo nombre es Mary Anning.

Nacida el 21 de mayo de 1799 en la localidad costera de Lyme Regis, situada


al oeste de Dorset, en Inglaterra, Mary pertenecía a una familia
protestante pobre. Nada hacía sospechar entonces que la niña estaría
destinada a convertirse en una prolífica buscadora de fósiles. De hecho,
su búsqueda empezó muy pronto, cuando acompañaba a su padre Richard
durante sus largos recorridos por los escarpados acantilados de Lyme Regis,
donde recolectaba fósiles para venderlos a los turistas.

LOS PRIMEROS FÓSILES

Tras la muerte de Richard Anning en 1810, la familia tuvo que subsistir


gracias a la caridad lo que, añadido al rechazo social que provocaba la
opción religiosa escogida por los Anning, hizo que Mary y su hermano
Joseph no recibieran una educación adecuada. Tal como hiciera su padre,
Mary y Joseph montaron una especie de puesto en el que vendían al público
las curiosidades que habían ido recolectando. Aquel mismo año, su hermano
Joseph hizo un gran hallazgo: el cráneo de un ictiosauro. Pero sería la
propia Mary la que descubriría el resto del esqueleto un año después.
Tras el hallazgo, por el pueblo donde vivían los Anning empezó a correr el
rumor de que la joven había encontrado el esqueleto de un monstruo. Y es
que dicho fósil tenía la apariencia de un pez enorme y de un cocodrilo,
de ahí el nombre de ictiosaurio,"pez lagarto".

LA COMUNIDAD CIENTÍFICA
Sería en 1818 cuando Mary captó el interés de un acaudalado coleccionista
de fósiles llamado Thomas Birch, al que vendió otro esqueleto completo de
un ictiosaurio. Birch organizó una subasta de fósiles cuyas ganancias entregó
a la familia Anning. Esto permitió a Mary ganar algún crédito entre la
comunidad geológica y poder dedicarse con más tranquilidad económica a la
búsqueda de fósiles. Pero muchos científicos ignoraron totalmente la
contribución de Mary a estos hallazgos. Fue el caso del cirujano Everard
Home, el cual, obviando por completo el nombre de la descubridora, en
varios artículos en los que hablaba sobre el descubrimiento del primer
esqueleto de ictiosaurio no mencionaba en absoluto el nombre de Mary. Es
más, atribuyó la minuciosa limpieza y preparación del fósil al personal
del museo creado por el naturalista, viajero y anticuario William
Bullock, cuando en realidad fue obra de Mary. De aquella manera, la joven
quedaba apartada por completo del mundo académico a pesar de haber sido
ella la descubridora del fósil, un fósil que sería vendido por tan solo veintitrés
libras. Más tarde el ejemplar llegaría al Museo de Historia Natural de
Londres, donde actualmente tan solo puede verse el cráneo.

Mary siguió incansable con la búsqueda de nuevos fósiles, y algunos de


los más importantes llegarían en el año 1823. Según una biografía
publicada por el Museo de Historia Natural, Mary descubrió entonces el
esqueleto completo de un enorme reptil marino: un plesiosaurio. El
espécimen era tan grande y estaba en tan buen estado de conservación que
muy pronto llamó la atención del zoólogo francés Georges Cuvier, el cual al
principio dudó del hallazgo hasta que vio los dibujos del ejemplar en un
artículo del geólogo y paleontólogo William Daniel Conybeare.

obre el trabajo de Mary, en 1823 el Bristol Mirror llegó a publicar lo siguiente:


"Esta perseverante mujer ha ido día sí día también durante años en busca de
restos fósiles de importancia cada marea, durante varios kilómetros sobre
los acantilados de Lyme, que arroja masas que son su objetivo inmediato, ya
que sólo éstas contienen las valiosas reliquias de un mundo antiguo, que
debe ser arrebatado en el momento de su caída, con el riesgo continuo de
ser aplastadas por los fragmentos que caían de vez en cuando o ser
destruidas por el flujo de la marea: a su esfuerzo debemos casi todos los
excelentes especímenes de ictiosauro de las grandes colecciones".

En 1826, Mary obtuvo el dinero suficiente para comprar una casa y abrir una
tienda de fósiles que llamó "Almacén de fósiles Anning". Poco después, en
1828, Mary descubriría un magnífico espécimen de pterosaurio, un
reptil volador que vivió durante casi todo el mesozoico (hace 251
millones de años) y posteriormente descubrió otras especies de peces
extintas. Junto al paleontólogo William Buckland, uno de los pocos
científicos que nombraría a Mary como su descubridora, sería pionera en el
estudio de los coprolitos: las heces fosilizadas, conocidas en aquel entonces
como "piedras bezoar".

DESAGRAVIOS CONTINUADOS
A medida que pasaba el tiempo, la confianza de Mary en sí misma iba en
aumento, tanto que en 1839 escribió una carta al Magazine of Natural
History para poner en duda algunas afirmaciones vertidas en la
publicación acerca de que el fósil que se había descubierto de un
tiburón prehistórico llamado Hybodus era una especie nueva. Mary
afirmaba en su escrito que ella misma había descubierto ese mismo tiburón
muchos años antes y que, por lo tanto, no representaba ninguna novedad.

A pesar de todos sus hallazgos, su curiosidad científica y su


perseverancia, Mary siempre fue considerada una intrusa por la
comunidad científica. Contra ella jugaba el hecho de ser una mujer,
pobre y de clase trabajadora. Las mujeres de su clase social normalmente
solo podían dedicarse al servicio doméstico, a trabajar en las fábricas o a las
duras tareas del campo. A pesar de que Mary sabía tanto o más sobre
fósiles que la mayoría de paleontólogos masculinos de su época, solo
ellos podían publicar la descripción científica de los especímenes que
Mary encontraba. Y ni siquiera estaban obligados a mencionar su nombre.
Una joven que acostumbraba a acompañar a a menudo a Mary en sus
búsquedas de fósiles dijo sobre ello: "Mary dice que el mundo la ha utilizado
hasta la saciedad, estos hombres de ciencia han chupado su cerebro, y han
sacado un gran partido publicando obras, de las cuales ella elaboró los
contenidos, sin recibir nada a cambio".

UN ADIÓS TEMPRANO
A pesar de su poca formación científica, los descubrimientos, conocimientos
sobre el terreno y habilidad de Mary Anning para la clasificación de los
fósiles, le granjearon cierta reputación entre algunos paleontólogos que en
algunas ocasiones compartían con ella sus viajes en búsqueda de nuevos
fósiles. Entre ellos se encontraba el geólogo William Buckland y el
anatomista y paleontólogo Richard Owen, el cual acuñaría el término
"dinosaurio" (lagarto terrible) en 1842. También mantuvo correspondencia
y vendió fósiles a otros científicos destacados, como el geólogo Adam
Sedgwick.

A pesar de la poca formación científica de Mary, sus


descubrimientos, conocimientos sobre el terreno y su habilidad
para la clasificación de los fósiles, le granjearon cierta
reputación entre algunos paleontólogos.
Con los años, la salud de Mary se vio muy afectada y su trabajo se fue
ralentizando. En marzo de 1847, un cáncer de mama acabó con su vida.
Henry de la Beche, presidente de la Sociedad Geológica de Londres y amigo
personal de Mary, escribió un obituario que fue publicado en las actas de la
Sociedad, un honor solo reservado a los miembros masculinos. En la
actualidad, la mayoría de especialistas reconocen el valor científico de los
descubrimientos de Mary Anning y los subrayan como una de las
contribuciones más importantes a los inicios de la Paleontología. En el año
2010, Mary Anning fue reconocida por la Royal Society como una de las
diez científicas británicas más influyentes de la historia y su legado
incluso ha hecho fortuna en un popular trabalenguas que todos los niños
ingleses aprenden en la escuela: "She Sells Sea Shells on the Sea Shore" (Ella
vende conchas marinas en la orilla del mar).

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