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Mary Anning

paleontóloga, coleccionista y
comerciante de fósiles inglesa

Mary Anning (Lyme Regis, 21 de mayo de


1799-9 de marzo de 1847) fue la primera
paleontóloga reconocida como tal.
Además de ser paleontóloga, fue una
coleccionista y comerciante de fósiles
inglesa, conocida en todo el mundo por
sus importantes hallazgos de los lechos
marinos del período Jurásico en la
localidad inglesa Lyme Regis donde
vivía.[2] ​Su trabajo científico contribuyó a
que se dieran cambios fundamentales a
principios del siglo xix en la manera de
entender la vida prehistórica y la historia
de la Tierra.
Mary Anning

Información personal

Nacimiento 21 de mayo de 1799


o 1800
Lyme Regis (Reino
de Gran Bretaña)
Fallecimiento 9 de marzo de 1847
Lyme Regis (Reino
Unido de Gran
Bretaña e Irlanda)
Causa de muerte Cáncer de mama
Nacionalidad Británica
Religión Iglesia
congregacional y
anglicanismo
Familia

Padres Richard Anning


(c. 1766–1810)
Mary Moore
(c. 1764–1842)[1] ​
Familiares Joseph Anning
(hermano; 1796–
1849)[1] ​
Información profesional

Ocupación Paleontóloga
Área Paleontología
Obras notables descubrimiento

Sus hallazgos más destacados son el


primer esqueleto de ictiosauro en ser
identificado correctamente, los primeros
dos esqueletos de plesiosauros en ser
encontrados, el primer esqueleto de
pterosaurio encontrado fuera de
Alemania y algunos fósiles de peces
importantes. Sus observaciones tuvieron
un papel importante en el descubrimiento
de que los fósiles de belemnites
contienen sacos de tinta fosilizada y de
que los coprolitos, conocidos como
piedras bezoar en esa época, son heces
fosilizadas. Cuando el geólogo Henry de
la Beche pintó Duria Antiquior, la primera
escena sobre el tiempo profundo que
tuvo una difusión elevada, se basó en su
mayoría en los fósiles que Anning había
encontrado, y vendió copias en su
beneficio. Su obra fue fundamental en
los cambios que ocurrieron a principios
del siglo xix en las ideas científicas
sobre la vida prehistórica y la historia de
la Tierra.

El sexo y la clase social de Anning —sus


padres eran disidentes (protestantes no
anglicanos) de clase baja— fueron
razones por las que se le impidió
participar completamente en la
comunidad científica británica de
principios de siglo xix, dominada por
caballeros ricos anglicanos, y de que no
fuera citada en absoluto en sus
contribuciones.[3] ​Aunque llegó a ser
conocida en los círculos de geólogos de
Gran Bretaña, Europa y América, tuvo
dificultades financieras durante la mayor
parte de su vida.

Vida y carrera

Infancia

Ubicación de Lyme Regis


(Dorset, Reino Unido).
Placa azul situada en el lugar
donde Mary Anning nació, que
reza: «MARY ANNING. 1799-1847.
La famosa paleontóloga nació
aquí en una casa en este lugar,
hoy Museo de Lyme Regis. La
casa fue su hogar y tienda de
fósiles hasta 1826».

Ilustración de la casa de Mary Anning


en 1842.

Nació en la ciudad inglesa de Lyme Regis


situada en Dorset, Inglaterra.[4] ​Su padre,
Richard, era un ebanista que completaba
sus ingresos mediante la búsqueda de
fósiles en los yacimientos costeros
cerca de Lyme Regis y la venta de sus
hallazgos a los turistas.[3] ​Se trasladó a
Lyme desde Colyton en Devon y se casó
con María Moore, conocida como Molly,
el 8 de agosto de 1793 en Blandford.
Tras volver a Lyme, la pareja se radicó en
una casa construida en el puente de la
ciudad y asistía a la Iglesia
congregacional local, donde todos sus
hijos fueron bautizados. Como religiosos
disidentes, los Annings se enfrentaron a
la discriminación legal y social. Poco
después de su matrimonio nació una hija
a la que llamaron Mary. Fue seguida por
una segunda hija, Martha, que falleció al
poco tiempo, y luego por un hijo Joseph,
en 1796. En 1798 su segundo hijo, Henry,
murió en la infancia y la hija mayor, Mary,
accidentalmente murió quemada viva,
posiblemente al tratar de alimentar el
fuego con virutas de madera. Cuando
otra hija nació el mes de mayo siguiente,
se le dio el nombre de su hermana
muerta, Mary.[5] ​

En 1800, cuando tenía 15 meses de


edad, se produjo un acontecimiento
extraordinario. Anning se encontraba en
los brazos de una vecina, Elizabeth
Haskings, junto con dos amigas bajo un
olmo viendo un espectáculo al aire libre,
cuando un rayo cayó sobre el árbol. Las
tres mujeres fallecieron en el acto, pero
el resto de espectadores se dieron
cuenta de que la niña estaba aún con
vida y la llevaron rápidamente a casa. Un
médico local consideró su supervivencia
como milagrosa y durante años los
miembros de su comunidad atribuirían la
curiosidad, inteligencia y viva
personalidad de la niña con el
incidente.[5]

El matrimonio Anning tuvo por lo menos


cuatro hijos más: Henry, 1801; Percival,
1803; Elizabeth, 1804; y Richard, 1809.
Todos murieron durante la infancia,
sobreviviendo sólo Joseph y Mary.
Cuando Richard Anning murió en 1810 a
los 44 años, probablemente de
tuberculosis, la familia Anning se quedó
sin medio de subsistencia y tuvo que
solicitar ayuda a su parroquia. Tanto
Mary como su hermano Joseph
acompañaban a su padre en ocasiones
cuando iba en busca de fósiles en los
acantilados cercanos para venderlos, y
después de su muerte comenzaron a
recoger fósiles a tiempo completo para
ganarse la vida.[5]

Los fósiles como negocio familiar

Formación geológica de Blue Lias, en


Lyme Regis.
La costa jurásica en Charmouth,
Dorset, donde los Anning hicieron
algunos de sus descubrimientos.

El coleccionismo de fósiles se
encontraba en boga a finales del
siglo xviii y principios del XIX, primero
como un pasatiempo similar a la filatelia,
pero gradualmente se fue transformando
en una ciencia al irse comprendiendo la
importancia de los fósiles para la
geología y la biología. Al mismo tiempo,
un número mayor de turistas de las
clases altas y medias visitaban Lyme
Regis, que se había convertido en un
popular destino costero. Al igual que su
padre, Mary y Joseph Anning montaron
una mesa de curiosidades cerca de la
parada de la diligencia en una posada
local para vender su mercancía a los
turistas. Después de que Joseph
realizara un importante hallazgo de un
cráneo de ictiosauro en 1810 y Mary
encontrara su esqueleto al año siguiente,
forjaron relaciones con la comunidad
científica que cada vez se interesaba
más por los fósiles, convirtiéndose en la
principal fuente de ingresos de la
familia.[6]

En 1818 Anning captó la atención de


Thomas Birch, un acaudalado
coleccionista de fósiles, cuando le
vendió otro esqueleto de ictiosaurio. Un
año más tarde, preocupado por la
pobreza de la familia Anning (era tal que
se encontraban hasta el punto de tener
que vender sus muebles para saldar sus
deudas), Birch organizó una subasta
pública de su propia colección de fósiles
y dio lo recaudado (unas 400£) a los
Anning. Además de proporcionar el tan
necesitado dinero, la subasta aumentó la
reputación de la familia Anning dentro de
la comunidad geológica. Ahora en una
situación financiera segura (aunque aún
austera) por primera vez en una década,
Anning siguió con el coleccionismo y
venta de fósiles, aunque su hermano
dedicaba cada vez más tiempo a su
nueva carrera como un aprendiz tapicero,
dado que prefería trabajar en su sitio
cubierto y seco.[6] ​Sus existencias
principales a la venta eran fósiles
invertebrados como conchas de
ammonites y belemnites, los cuales eran
comunes en la zona y se vendían por
unos pocos chelines. Los fósiles
vertebrados eran mucho más difíciles de
encontrar y especímenes excepcionales
como un esqueleto de ictiosauro casi
completo podía alcanzar un precio de
varias libras.[7] ​La fuente de todos estos
fósiles eran los acantilados costeros que
rodeaban Lyme y que eran parte de la
formación geológica conocida como
Blue Lias. Esta formación consta de
sucesivas capas alternas de caliza y
pizarra, dispuestas como sedimentos en
el lecho marino poco profundo a
principios de lo que vendría a llamarse el
período Jurásico (unos 210-195 millones
de años atrás). Estos acantilados son
uno de los yacimientos más ricos de
fósiles de Gran Bretaña.[8] ​Estos
acantilados, no obstante, pueden ser
peligrosamente inestables, sobre todo en
invierno cuando la lluvia en ocasiones
ocasiona corrimientos de tierra que
dejaban a la vista nuevos fósiles, lo cual
a veces atraía a nuevos coleccionistas al
igual que a los Anning. En una ocasión,
Anning a duras penas logró evitar morir a
causa de un deslizamiento de tierras que
sí mató a su perro, Tray, su compañero
durante varios años mientras ella recogía
los fósiles.[7] ​En un artículos de 1823 del
Bristol Mirror sobre la compra de un
esqueleto de ictiosauro encontrado por
Anning para el Bristol Institute, que
pronto abriría sus puertas, incluía la
siguiente reseña sobre su obra:

Esta perseverante
mujer ha ido día sí día
también durante años
en busca de restos
fósiles de importancia
cada marea, durante
varios kilómetros
sobre los acantilados
de Lyme, que arroja
masas que son su
objetivo inmediato, ya
que sólo éstas
contienen las valiosas
reliquias de un mundo
antiguo, que debe ser
arrebatado en el
momento de su caída,
con el riesgo continuo
de ser aplastadas por
los fragmentos que
caían de vez en cuando
o ser destruidas por el
flujo de la marea: a su
esfuerzo debemos casi
todos los excelentes
especímenes de
ictiosauro de las
grandes
colecciones [...][9] ​
Tienda de fósiles y experiencia en
aumento

Ilustración de Mary Anning buscando


fósiles, por Henry de la Beche.

Conforme Mary Anning continuaba


realizando nuevos hallazgos de
importancia su reputación crecía. En
1826, a los 27 años, se las arregló para
ahorrar suficiente dinero con el fin de
comprar una casa con un gran ventanal
de cristal que daba a la calle a modo de
escaparate y fundar una tienda llamada
Almacén de fósiles Anning. Su anterior
negocio se había vuelto suficientemente
importante en los últimos años para que
este traslado fuese cubierto por la
prensa local, la cual citó que la tienda
tenía en aquel entonces un excelente
esqueleto de ictiosauro en exposición.
Varios geólogos y coleccionistas de
fósiles de Europa e incluso de América
visitaron a Anning en Lyme para adquirir
especímenes. Entre ellos cabe citar al
geólogo George William
Featherstonhaugh, que adquirió fósiles
para el recién inaugurado Liceo de
Historia Natural de Nueva York en
1827.[10] ​El Rey Federico Augusto II de
Sajonia visitó su tienda en 1844 y compró
un esqueleto de ictiosauro para su vasta
colección de historia natural. Cuando el
médico y asesor del Rey, Carl Gustav
Carus, le pidió a Anning que le escribiera
su nombre en su cuaderno, ésta además
añadió «soy famosa en toda Europa».
Carus anotó la siguiente descripción de
su tienda en su diario: «[...] una tienda
con las más sorprendentes
petrificaciones y restos fósiles: la cabeza
de un ictiosauro, bellos ammonites, etc.,
estaban expuestos tras el cristal.
Entramos y encontramos una pequeña
tienda y una habitación adjunta
completamente llena de los productos
fósiles de la costa».[11]
La educación de Anning era muy
limitada. Aprendió a leer durante los
domingos gracias a la iglesia
congregacional y los textos que leyó
durante su niñez eran en su mayor parte
escritos religiosos de los llamados
disidentes, es decir no anglicanos.[12] ​Sin
embargo, con el fin de aprender lo
máximo posible sobre fósiles, Mary leía
tanta literatura científica como era capaz
de obtener. A menudo copiaba a mano
laboriosamente artículos que tomaba
prestado de otros. Un historiador que
había examinado una copia que hizo de
un artículo de 1824 de William Conybeare
sobre fósiles de reptiles marinos subraya
que la copia incluía varias páginas de
detalladas ilustraciones técnicas que
eran difíciles de diferenciar del original.
También diseccionaba animales
modernos como peces y sepias para
entender mejor la anatomía de los
fósiles con los que trabajaba. Lady
Harriet Silvester visitó Lyme en 1824,[7] ​y
anotó lo siguiente en su diario:

[...] lo extraordinario de esta


joven es que se ha
familiarizado tanto con la
ciencia que en el momento que
encuentra algún hueso ya sabe
a qué tribu pertenece. Ella fija
los huesos en un marco con
pegamento y luego los dibuja y
encarga grabados. [...]
Ciertamente es un maravilloso
ejemplo de favor divino que
esta pobre muchacha
ignorante haya sido tan
bendita, porque, mediante la
lectura y la aplicación, ha
llegado a ese grado de
conocimiento como para llegar
a ese hábito de escribir y
hablar con profesores y otros
hombres inteligentes sobre este
tema, y todos ellos reconocen
que ella entiende más de esta
ciencia que nadie en el
reino.[13] ​

Conforme el tiempo pasaba, su


confianza sobre su conocimiento crecía y
en 1839 se tomó el tiempo de escribir al
Magazine of Natural History para poner
en duda la afirmación de que un fósil que
había sido encontrado recientemente del
tiburón prehistórico Hybodus
representaba un nuevo género, dado que
ella había descubierto muchos años
antes la existencia de tiburones fósiles
tanto con dientes rectos como con
forma de gancho.[14] [15] ​El extracto de la
carta que la revista imprimió sería el
único escrito que Anning vio publicado en
su vida.[9]

Interacciones con la comunidad


científica

Además de adquirir sus especímenes,


varios de los principales geólogos de la
época visitaron a Anning para trabajar
con ella en la recolección de fósiles y
para tratar cuestiones de anatomía y
clasificación. Henry de la Beche, quien se
convertiría en uno de los principales
geólogos británicos, recolectaba fósiles
con ella (y a veces también con su
hermano Joseph) cuando todavía eran
adolescentes.[16] ​William Buckland quien
daba clases de geología en Oxford a
menudo visitaba Lyme en sus vacaciones
de Navidad y frecuentemente
recolectaba junto con Anning.[17] ​En
1839, Buckland, Conybeare y Richard
Owen visitaron Lyme juntos para que
Anning los llevara de excursión en busca
de fósiles.[18] ​También a veces ayudaba
a Thomas Hawkins en sus esfuerzos por
buscar fósiles de ictiosauro en Lyme en
la década de 1830. Ella era consciente
de la inclinación de Hawkings de
«mejorar» los fósiles que recolectaba.
Escribió: «[...]es tan entusiasta que hace
las cosas como imagina que deberían
ser y no como realmente fueron
encontradas...».[19] ​Unos años más
tarde se produjo un escándalo público
cuando se descubrió que Hawkins había
insertado huesos falsos para hacer que
algunos de sus esqueletos de
ictiosauros parecieran más completos;
los fósiles habían sido adquiridos
después por una gran suma por el
gobierno para el Museo Británico, sin
saber los evaluadores de las
adiciones.[20] ​El paleontólogo suizo
Louis Agassiz visitó Lyme en 1834 y
trabajó con Anning para obtener y
estudiar los fósiles de peces de la
región. Quedó tan impresionado por el
conocimiento de Anning y su amiga
Elizabeth Philpot que escribió en su
diario: «La señorita Philpot y Mary Anning
han sido capaces de mostrarme con
certeza absoluta las aletas dorsales de
los tiburones ictiodorulites que
corresponden a diferentes tipos».
Agradeció a ambas por su ayuda en su
monumental libro, Estudios sobre peces
fósiles.[21]

Otro geólogo británico importante,


Roderick Murchison, hizo parte de su
primer trabajo de campo en el suroeste
de Inglaterra, incluyendo Lyme. A
Murchison le acompañaba por su esposa
Charlotte, que le ayudaba con su trabajo.
Murchison escribió que decidieron que
Charlotte debería quedarse en Lyme
durante unas pocas semanas para
«convertirse en una buena paleontóloga
en la práctica, trabajando con la célebre
Mary Anning de ese lugar [...]». Charlotte
Murchison y Anning se convirtieron en
amigas de toda la vida e intercambiaron
numerosas cartas. Charlotte, que viajó
mucho y conoció a muchos geólogos
prominentes a través de su trabajo con
su esposo, ayudó a construir a Anning
una red de clientes en toda Europa, y
Anning estuvo en la casa de la familia
Murchison en su visita a Londres en
1829. Entre los corresponsales de
Anning se incluyen Charles Lyell, quien le
escribió para pedirle opinión sobre cómo
el mar estaba afectando a los
acantilados costeros alrededor de Lyme,
y Adam Sedgwick, que enseñó geología
en la Universidad de Cambridge (Charles
Darwin siendo uno de sus alumnos) y
que fue uno de los primeros clientes de
Anning. Incluso Gideon Mantell,
descubridor del dinosaurio Iguanodon, la
visitó en su tienda.[22] ​

Considerada como una intrusa

Al ser una mujer de clase trabajadora,


Anning siempre sería considerada como
una intrusa para la comunidad científica.
En esa época a las mujeres de Gran
Bretaña no se les permitía votar (ni a los
hombres de clase obrera que eran
demasiado pobres para cumplir con el
requisito de tener propiedades), ocupar
cargos públicos o asistir a la universidad,
y la recientemente formada, pero cada
vez más influyente Sociedad Geológica
no permitía siquiera a las mujeres asistir
a las reuniones en calidad de invitados, y
mucho menos convertirse en
miembros.[23] ​También era esgrimido en
su contra el origen trabajador de Anning y
la situación de su familia como
disidentes religiosos, que casi con toda
seguridad puede afirmarse que Anning
fue sujeta a discriminación en una ciudad
conservadora como Lyme Regis. En la
mayoría de los casos, las únicas
ocupaciones que estaban abiertas a las
mujeres de clase baja en ese momento
eran los trabajos agrícolas, el servicio
doméstico, y (cada vez más) el trabajo
en las fábricas de reciente apertura.
Aunque Anning sabía más sobre fósiles y
geología que la mayoría de hombres
paleontólogos a los que vendía, eran
sólo estos señores los que publicaban la
descripción científica de los
especímenes que ella encontró, a
menudo negándose a mencionar su
nombre. Con el tiempo, esto provocaba
que se sintiera cada vez más
contrariada.[7] ​Más tarde, una joven que
a veces la acompañaba mientras ella
recogía, escribió: «Mary dice que el
mundo la ha utilizado hasta la
saciedad... estos hombres de ciencia
han chupado su cerebro, y han sacado un
gran partido publicando obras, de las
cuales ella elaboró los contenidos, sin
recibir nada a cambio».[24] ​

Dificultades financieras, conversión


religiosa

La litografía Duria Antiquior, realizada


por Scharf basada en la acuarela
original de De la Beche.

En 1830, debido a la crisis económica en


Gran Bretaña, que redujo la demanda de
fósiles, unido al largo tiempo que
transcurrió entre los principales
hallazgos, Anning estaba teniendo
dificultades financieras de nuevo. El
geólogo Henry de la Beche la ayudó
realizando un encargo a Georg Scharf
que consistía en hacer una impresión
litográfica a partir de su pintura en
acuarela Duria Antiquior, la cual retrata la
vida en un Dorset prehistórico basado en
gran medida en los fósiles que Anning
había encontrado. De la Beche vendió
copias de la litografía a colegas
geólogos y otros amigos ricos y le donó
a ella el dinero recaudado. Se convirtió
en la primera escena del tiempo
profundo en recibir una amplia
difusión.[25] [26] ​En diciembre de 1830
finalmente hizo otro gran hallazgo: el
esqueleto de un nuevo tipo de
plesiosaurio, que se vendió por £200.[27] ​
También por esta época, Anning cambió
su asistencia de la Iglesia
congregacional local, donde había sido
bautizada y en la que ella y su familia
siempre habían sido miembros activos, a
la iglesia anglicana. El cambio fue
motivado en parte por un fuerte
descenso en el número de personas que
asistían a la capilla local de la
Congregación, que comenzó en 1828
cuando su popular pastor, un
coleccionista de fósiles compañero y
amigo de Anning, se marchó a Estados
Unidos para hacer campaña contra la
esclavitud y fue sustituido por una
persona menos agradable. La mayor
respetabilidad social de la iglesia
establecida, en la que muchos de los
clientes de Anning, caballeros geólogos
como Buckland y Conybeare fueron
ordenados sacerdotes, también fue un
factor en su decisión. Anning, que era
muy devota, apoyó activamente a su
nueva iglesia conforme envejecía.[28] ​

Anning sufrió otro revés financiero grave


en 1835 cuando perdió la mayor parte de
sus ahorros de toda la vida, alrededor de
£300, en una mala inversión. Preocupado
por su situación financiera, su viejo
amigo William Buckland convenció a la
Asociación Británica para el Avance de la
Ciencia y el gobierno británico decidió
concederle una pensión anual, conocida
como Lista Civil, en reconocimiento de
sus muchas contribuciones a la ciencia
de la geología. La pensión de £25 al año
le confirió un cierto grado de seguridad
financiera.[29] ​

Enfermedad y fallecimiento

Tumba de Mary
Anning y su hermano
Joseph.

En marzo de 1847 Anning murió de


cáncer de mama, a los 47 años de edad.
Su trabajo se había reducido durante sus
últimos dos años de vida a causa de la
enfermedad. Como algunos vecinos
malinterpretaron los efectos de las dosis
crecientes de láudano que estaba
tomando para el dolor, se rumoreó en
Lyme que estaba bebiendo.[30] ​Tras su
muerte, su amigo Henry de la Beche,
presidente de la Sociedad Geológica de
Londres, escribió un panegírico publicado
en las actas trimestrales de la Sociedad.
Normalmente, tal honor solo era
concedido a los miembros fallecidos y
Anning fue, no solo la primera persona
que los recibió sin pertenecer a la
asociación, sino también la primera
mujer a quien fueron dedicados. No hay
que olvidar que la Sociedad Geológica de
Londres, hasta 1904, no admitió entre
sus miembros a ninguna persona del
sexo femenino. El panegírico comenzaba
así:

No puedo cerrar esta


noticia sobre nuestras
pérdidas por muerte
sin publicitar la de
alguien, que, aunque
no pertenecía a las
clases incluso más
acomodadas de la
sociedad, tenía que
ganarse su pan de
cada día con su
trabajo, contribuyó
con su talento e
incansables
investigaciones en no
poca medida a nuestro
conocimiento de los
grandes Enalio-
Saurios y otras formas
de vida orgánica
enterradas en las
cercanías de Lyme
Regis [...][31] ​

Vidriera dedicada a
Mary Anning en la
Iglesia de San Miguel
(S t Michael) en Lyme
Regis.

Algunos miembros de la sociedad


posteriormente contribuyeron a sufragar
una vidriera en su memoria que se
colocó en la iglesia parroquial de San
Miguel Arcángel en Lyme Regis. La
inscripción de la ventana reza: «esta
ventana está consagrada a la memoria
de Mary Anning, de esta parroquia, que
murió el 9 de marzo de 1847, erigida por
el vicario y algunos miembros de la
Sociedad Geológica de Londres en
conmemoración a su utilidad en el
avance de la ciencia de la geología, y
también a su bondad de corazón y su
integridad».[32] ​La vidriera representa las
obras de misericordia, es decir, dar de
comer al hambriento, dar de beber al
sediento, vestir al que está desnudo,
acoger al que no tiene casa, visitar a los
prisioneros y a los enfermos. Charles
Dickens escribió un artículo sobre su vida
en su revista literaria All the Year Round
que recalcaba las dificultades que tuvo
que superar, especialmente el
escepticismo de sus vecinos de
Lyme.[33] [34]
​ ​Dickens escribió: «la hija del
carpintero merecía conseguir la
reputación que ella misma se labró»
(«the carpenter's daughter has won a
name for herself, and deserved to win
it»).[35]
Hallazgos principales

Ictiosauros

Dibujo de un artículo de 1814 de


Everard Home para la Royal Society
mostrando el cráneo de un ictiosauro
encontrado por los Anning.

El primer descubrimiento importante de


Mary Anning tuvo lugar poco después de
la muerte de su padre cuando tenía sólo
doce años. En 1810 (algunas fuentes
citan 1811 o 1809) su hermano Joseph
encontró lo que él creía como un cráneo
de un cocodrilo, pero el resto del animal
no se sabía donde se hallaba.[9] [30]
Aunque Joseph cada vez disponía de
menos tiempo debido a su aprendizaje
como tapicero, Mary siguió buscando y
un año más tarde una tormenta provocó
un corrimiento de tierras en el acantilado
y puso a la vista parte del resto del
esqueleto. La larga criatura de 5,2
metros sólo pudo extraerse con la ayuda
de los canteros locales.[36] ​Otros restos
de ictiosauros habían sido descubiertos
en años anteriores en Lyme y otros
lugares, pero el espécimen encontrado
por los Anning fue el primero en llamar la
atención de los círculos científicos de
Londres. Fue adquirido por £27 en 1812
por el lord de una mansión local quien lo
dio a William Bullock para que lo
mostrara públicamente en Londres.[9] ​
Allí causó sensación e hizo que se
preguntaran los círculos científicos e
incluso religiosos acerca de lo que la
nueva ciencia de la geología estaba
revelando sobre la vida antigua y la
historia de la tierra.[36] ​Esta notoriedad
aumentó cuando Everard Home escribió
una serie de seis artículos, empezando
en 1814, describiéndolo para la Royal
Society.[30] [35]
​ ​Home estaba fascinado
por la criatura y siguió dándole vueltas
acerca de su clasificación, primero
pensaba que era un tipo de pez, luego
creyó que tendría algún tipo de afinidad
con el ornitorrinco (recientemente
descubierto por la ciencia); finalmente en
1819 razonó que sería una forma
intermedia entre salamandra y lagartijas,
lo que le llevó proponer que se llamara
Proteo-Sauro.[37] [38]
​ ​Los artículos de
Home nunca mencionaron quien
descubrió el fósil y en el primero de ellos
erróneamente atribuía la esmerada
limpieza y preparación del fósil que
Anning había llevado a cabo a la plantilla
del museo Bullock.[36] [39] ​Charles Konig,
en aquel entonces ayudante del curador
del British Museum, ya había sugerido el
nombre de ictiosauro (pez lagartija) para
el espécimen y ese es el nombre que
prevaleció. Konig compró el esqueleto
fósil para el Museo en 1819.[37] ​
Diagrama de la anatomía del
esqueleto de un ictiosauro de un
artículo de 1824 de Conybeare.

Anning encontró varios ictiosauros más


durante el período de 1815–1819,
incluyendo esqueletos casi completos
variando en tamaño desde una trucha
pequeña a una ballena. En 1821 William
Conybeare y el viejo amigo de Anning
Henry de la Beche, ambos miembros de
la Geological Society of London,
colaboraron en un artículo que analizaba
en detalle los especímenes encontrados
por Anning y otros. Concluyeron que los
ictiosauros eran un reptil marino no
conocido anteriormente y basándose en
las diferencias estructurales de los
dientes concluyeron que habría hasta
tres especies diferentes.[37] [40]
​ ​

Plesiosauros

Dibujo de un plesiosauro casi


completo encontrado por Anning en
1823.

Su siguiente hallazgo importante fue un


esqueleto de un nuevo tipo de reptil
marino en el invierno de 1820–1821, el
primero de este tipo en ser encontrado.
William Conybeare lo denominó
Plesiosaurus (casi lagarto) porque pensó
que se parecía más a los reptiles
modernos que el ictiosauro y lo describió
en el mismo artículo de 1821 en
coautoría con Henry de la Beche sobre la
anatomía del ictiosauro. El artículo
agradecía al hombre que trajo el
esqueleto de Anning para que Conybeare
pudiera examinarlo, pero no menciona a
la mujer que lo descubrió y preparó.[40] ​
[41]

El fósil fue posteriormente descrito


como Plesiosaurus dolichodeirus y es el
espécimen tipo (holotipo) de la especie,
que a su vez es la especie tipo del
género. En 1823 encontró un segundo
plesiosauro incluso más completo (en el
primero falta el cráneo). Cuando
Conybeare presentó su análisis de la
anatomía del plesiosauro en un
encuentro de la Geological Society en
1824, de nuevo evitó mencionar el
nombre de Mary Anning, a pesar de que
ella había recolectado ambos esqueletos
y había realizado el esbozo del segundo
esqueleto que él empleó en su
presentación. Dicha presentación fue
realizada en la misma reunión en la que
William Buckland describió el dinosaurio
Megalosaurus y la combinación causó
furor en los círculos científicos.[42] [43]
​ ​

Fósil de Plesiosaurus
macrocephalus
encontrado por Mary
Anning en 1830, Museo de
Historia Natural (Londres).

El mismo ejemplar según


un dibujo de William
Buckland.

La presentación de Conybeare causó la


resolución de la controversia acerca de
la originalidad de uno de los fósiles. El
cuello extremadamente largo del
plesiosauro con un total sin precedentes
de 35 vértebras había levantado
sospechas al eminente anatomista
francés Georges Cuvier cuando estudió
los dibujos de Anning del segundo
esqueleto y escribió a Conybeare
sugiriéndole la posibilidad de que el
hallazgo fuera una falsificación hecha
por la combinación de los huesos fósiles
de diferentes tipos de animales. El
fraude estaba lejos de ser desconocido
entre los primeros coleccionistas de
fósiles del siglo xix, y si la controversia
no se hubiera resuelto con prontitud la
acusación podría haber dañado
seriamente la capacidad de Anning de
vender fósiles a otros geólogos. La
acusación de Cuvier se había traducido
en una reunión especial de la Geological
Society a principios de 1824, que
después de algún debate concluyó que el
esqueleto era legítimo. Cuvier luego
admitió que había actuado con
precipitación y que estaba
equivocado.[44] ​

Anning descubrió otro importante y casi


completo esqueleto de plesiosauro en
1830. Fue llamado Plesiosaurus
macrocephalus por William Buckland y
descrito en un documento de 1840 por
Richard Owen.[9] ​Una vez más Owen
mencionó al acaudalado caballero que
había comprado el fósil y lo dispuso para
su examen, pero no a la mujer que lo
había descubierto.[27] ​
Peces fósiles y pterosaurio

Anning encontró un espécimen


incomparable de Dapedium politum, un
pez de aletas radiales descrito en 1828.
En diciembre de ese mismo año
descubrió un fósil importante, parte del
esqueleto de un pterosaurio. En 1829
William Buckland lo describió como
Pterodactylus macronyx (más tarde
llamado Dimorphodon macronyx por
Richard Owen), y, a diferencia de muchas
otras ocasiones, Buckland confirió a
Anning el título del hallazgo en su
artículo. Era el primer esqueleto de
pterosaurio encontrado fuera de
Alemania, y causó sensación cuando se
mostró en el Museo Británico. En
diciembre de 1829 encontró un pez fósil,
llamado Squaloraja, que atrajo la
atención porque tenía características
intermedias entre los tiburones y las
rayas.[9] ​

Invertebrados y restos fósiles

Los fósiles de vertebrados que Anning


encontró marcaron un hito en la historia,
pero ella siguió buscando durante el
resto de su vida y realizó numerosas
otras contribuciones a la paleontología
temprana. En 1826 descubrió lo que
parecía ser una cámara que contenía la
tinta seca de un fósil de belemnites. Ella
se lo mostró a su amiga Elizabeth Philpot
que fue capaz de revivir la tinta y usarla
para ilustrar algunos de sus ictiosauros,
y otros artistas locales no tardaron en
hacerlo también cuando encontraban
tales compartimentos de tinta en más
fósiles. Anning señaló cuán
estrechamente las cámaras de tinta
fosilizadas se parecían a los sacos de
tinta de los calamares y sepias
modernas, que había diseccionado para
entender mejor la anatomía de los
fósiles cefalópodos, y rápidamente esto
llevó a su amigo el geólogo William
Buckland a publicar la conclusión de que
los belemnites del Jurásico empleaban
su tinta para la defensa al igual que
muchos cefalópodos modernos.[45]
También fue Anning quien se percató de
que fósiles de forma extraña entonces
conocido como «piedras bezoar» se
encontraban a veces en la región
abdominal de los esqueletos de
ictiosauro. También señaló que si tales
piedras se rompían, en su interior a
menudo contenían huesos fosilizados de
peces y escamas, y a veces huesos de
pequeños ictiosauros. Anning
sospechaba que esas piedras eran heces
fosilizadas ya en 1824, y en 1829 William
Buckland publicó tal conclusión y los
nombró coprolitos. En contraste con los
hallazgos de esqueletos de plesiosauro
unos años antes, en los cuales no fue
mencionado su nombre, cuando
Buckland presentó sus conclusiones
sobre los coprolitos en la Sociedad
Geológica mencionó el nombre de
Anning y alabó su habilidad e ingenio
para ayudar a resolver el misterio.[9] [46]
​ ​

Impacto y legado

Considerados en conjunto, los hallazgos


de Mary Anning se convirtieron en piezas
clave para demostrar el fenómeno de la
extinción. Georges Cuvier había tratado
la realidad de la extinción a finales de la
década de 1790 sobre la base de su
análisis de fósiles de mamíferos como
mamuts. Sin embargo, hasta principios
de la década de 1820, muchos
científicos creían que los animales no se
extinguieron en parte porque creían que
la extinción supondría que la creación de
Dios habría resultado ser imperfecta,
cualquier rareza encontrada era
explicada como perteneciente a
animales que todavía vivirían en algún
lugar de una región inexplorada de la
Tierra. La extraña naturaleza de los
fósiles encontrados por Anning, algunos,
como el plesiosauro, tan diferente a
cualquier criatura viviente conocida,
supuso un punto importante en contra de
esta idea.[47]
El geólogo Henry de la Beche pintó la
influyente acuarela Duria Antiquior en 1830
en base principalmente a los fósiles
encontrados por Anning.[48] ​

Los ictiosauros, plesiosauros y


pterosaurios que ella encontró, junto con
los primeros fósiles de dinosaurio
descubiertos por Gideon Mantell y
William Buckland durante el mismo
periodo, evidenciaron que en eras
anteriores la Tierra estaba habitada por
criaturas muy distintas a las actuales y
supusieron bastante apoyo a la idea
bastante controvertida de Cuvier de que
había existido en el pasado una «edad de
reptiles» donde fueron la forma
dominante de vida animal. Estos
descubrimientos también jugaron un
papel clave en el desarrollo en la década
de 1820 de una nueva disciplina de
análisis geohistórico dentro de la
geología que trataba de entender la
historia de la tierra mediante el uso de
las pruebas fósiles para reconstruir
organismos extintos y los ambientes en
los que vivieron, disciplina que finalmente
llegó a ser llamada paleontología.[49] ​
Las ilustraciones de escenas del tiempo
profundo, como la impactante acuarela
de Henry de la Beche Duria Antiquior,
ayudaron a convencer a la gente de que
era posible reconstruir y comprender la
vida en el pasado distante. De la Beche
se inspiró para crear la célebre escena en
la viva descripción de la cadena
alimenticia del Jurásico inferior descrita
por William Buckland basándose en el
análisis de coprolitos. El estudio de los
coprolitos, cuyos pioneros fueron
Buckland y Anning, probaría ser una útil
herramienta para entender los
ecosistemas antiguos.[48]

Tras su muerte, la inusual vida de Anning


continuó llamando la atención. Es
conocido que se asocia a Mary Anning
con el antiguo trabalenguas, She sells
sea shells on the sea shore (trad. literal:
«Ella vende conchas en la orilla del
mar»).[50] ​Fue compuesto en 1908, más
de medio siglo después de su muerte,
por Terry Sullivan, inspirado en la historia
de su vida.[51] ​El texto original era:

She sells seashells on


the seashore

The shells she sells are


seashells, I'm sure
So if she sells seashells
on the seashore

Then I'm sure she sells


seashore shells.[51] ​

Ella vende conchas en


la costa

Las conchas que vende


son conchas marinas,
estoy seguro
Si vende conchas en la
costa

entonces estoy seguro


que vende conchas de
la costa.

La vida de Anning inspiró a varios


escritores a lo largo del siglo xx,
comenzando por The Heroine of Lyme
Regis: The Story of Mary Anning the
Celebrated Geologist (1925). La mayoría
de este material fue pensado como
literatura infantil, y tendía a centrarse en
su niñez y carrera temprana, dejando de
lado sus logros posteriores. La mayoría
estaba muy ficcionalizada y no siempre
era históricamente correcta. Anning
apareció como personaje en varias
novelas históricas,de las cuales quizás la
más conocida sea La mujer del teniente
francés (1969) de John Fowles, que se
adaptó en una película en 1981. Fowles
observó críticamente que ningún
científico inglés había dado nombre a
una especie en honor a Anning a lo largo
de su vida.[9] ​Como uno de sus
biógrafos ha señalado, esto contrasta
con el hecho de que algunos de los
caballeros geólogos prominentes que
habían utilizado sus hallazgos, como
Buckland y Roderick Murchison,
terminaron con múltiples especies
fósiles con su nombre. Sin embargo, en
la década de 1840, el experto en peces
fósiles Louis Agassiz nombró dos
especies de pez fósil, Acrodus anningiae
y Belenostomus anningiae, en su honor, y
otro en honor de su amiga Elizabeth
Philpot. Agassiz estaba agradecido por
la ayuda que las dos mujeres le habían
brindado en el examen y la comprensión
de especímenes fósiles de peces
durante su visita en 1834 a Lyme
Regis.[21]

En 1999, en el 200.º aniversario de su


nacimiento, tuvo lugar en Lyme Regis un
encuentro internacional de historiadores,
paleontólogos, coleccionistas de fósiles
e interesados en la vida de Mary
Anning.[52] ​En 2005, se añadió el
personaje de Mary Anning en el Museo
de Historia Natural de Londres a los
demás de una serie de personajes
notables de su galería interactiva.[53] ​Se
encuentra junto a otros destacados
naturalistas como Carlos Linneo,
Dorothea Bate y William Smith.[54] ​En
2009, Tracy Chevalier escribió una novela
histórica titulada Las huellas de la vida
(título original en inglés Remarkable
Creatures), que narra la vida de Anning y
sus descubrimientos, así como los de
Elizabeth Philpot.[55] [56]

Véase también

Costa Jurásica
Jurásico
Yacimientos paleontológicos del
mundo
Historia de la Paleontología

Referencias

1. Sharpe y McCartney, 1998, p. 150


2. Dennis Dean escribe que Anning
pronunciaba su nombre como
«Annin» (véase Dean, 1999, p. 58), y
cuando lo escribió para Carl Gustav
Carus, un ayuda de cámara del Rey
Federico Augusto II de Sajonia, lo
hizo bajo la forma de «Annins»
(véase Carus, 1846, p. 197).
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25 de mayo de 2021.

4. Placa azul que marca el lugar de


nacimiento de Mary Anning.

5. Emling, 2009, pp. 1-22


6. Emling, 2009, pp. 31–35
7. McGowan, 2001, pp. 14–21
8. McGowan, 2001, pp. 11–12
9. Torrens, 1995
10. Emling, 2009, pp. 97–103
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diciembre de 2009.

14. Emling, 2009, p. 172


15. Anning, Mary (1839). Extracto de una
carta de la señorita Anning (http://bo
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AcAAJ&lpg=PA605&ots=W2b1Hs9T
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The Magazine of natural history and
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3.

16. Emling, 2009, p. 35


17. McGowan, 2001, pp. 26–27
Emling, 2009, pp. 53–56

18. Emling, 2009, pp. 173–176


19. McGowan, 2001, p. 131
20. McGowan, 2001, pp. 133–148
21. Emling, 2009, pp. 169–170
22. Emling, 2009, pp. 99–101, 124–125,
171

23. Emling, 2009, p. 40


24. McGowan, 2001, pp. 203–204
25. Rudwick, 1992, pp. 42–47
26. Emling, 2009, pp. 139–143
27. Emling, 2009, p. 143
28. Emling, 2009, pp. 144–145
29. Emling, 2009, pp. 171–172
30. «Mary Anning» (https://web.archive.o
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anning.htm) . The Dorset Page.
Archivado desde el original (http://w
ww.thedorsetpage.com/people/mary
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Consultado el 1 de enero de 2010.

31. Emling, 2009, p. 199


32. Traducción de la parte inferior de la
vidriera en la que puede observarse
la siguiente descripción en inglés:
«This window is sacred to the
memory of Mary Anning of this
parish, who died 9 March AD 1847
and is erected by the vicar and some
members of the Geological Society
of London in commemoration of her
usefulness in furthering the science
of geology, as also of her
benevolence of heart and integrity of
life».

33. Emling, 2009, pp. 193–198


34. McGowan, 2001, pp. 200–201
35. «Mary Anning» (http://www.stranges
cience.net/anning.htm) . Strange
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Paleontology and Biology.
Consultado el 28 de diciembre de
2009.

36. Emling, 2009, pp. 33–41


37. Rudwick, 2008, pp. 26–30
38. Home, 1819
39. Home, 1814
40. De la Beche y Conybeare, 1821
41. McGowan, 2001, pp. 23–26
42. McGowan, 2001, p. 75
43. Conybeare, 1824
44. Emling, 2009, pp. 81–83
45. McGowen, 2001, p. 20
Emling, 2009, p. 109

46. Rudwick, 2008, pp. 154–155


47. Emling, 2009, pp. 48–50, 88
48. Rudwick, 2008, pp. 154–158
49. Rudwick, 2008, pp. 57–58, 72
50. Mary Anning (http://www.nhm.ac.uk/
nature-online/science-of-natural-hist
ory/biographies/mary-anning/index.h
tml) – Natural History Museum

51. Emling, 2009, pp. xi, 198


52. McGowan, 2001, p. 203
53. Mary Anning (http://www.nhm.ac.uk/
education/school-activities/gallery-c
haracters/mary-anning-) – Natural
History Museum

54. Russell, Miles. «Review of


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hindler.htm) . The Prehistoric
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55. Chevalier, Tracy. «Remarkable


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m/feature.do?featureid=378) (en
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de 2010.

56. «Mary Anning: Mujeres de la Ciencia»


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Enlaces externos

Wikimedia Commons alberga una


categoría multimedia sobre Mary
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Canción (http://www.skeptic.com/junio
r_skeptic/mixtape2009/downloads/Art
ichoke_Mary_Anning.mp3) Mary
Anning de Artichoke
Datos: Q230491
Multimedia: Mary Anning (https://co
mmons.wikimedia.org/wiki/Category:
Mary_Anning) / Q230491 (https://co
mmons.wikimedia.org/wiki/Special:M
ediaSearch?type=image&search=%22
Q230491%22)

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