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INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO

Sergio Armstrong Cox

Esquema de subtítulos

1. Jesús de Nazaret, centro del Nuevo Testamento


1.1. El contexto histórico de Jesús y la espera mesiánica
1.2. El anuncio de Jesús
1.2.1. El Reinado de Dios
1.2.2. Los signos de la presencia actual del Reinado
1.2.3. Presente y futuro del Reinado de Dios
1.2.4. Fe y conversión
1.3. La Pascua de Jesús
1.3.1. La muerte de Jesús
1.3.1.1. Causas históricas de la muerte de Jesús
1.3.1.2. La condena
1.3.1.3. ¿Qué sentido dio Jesús a su muerte?
1.3.2. La resurrección de Jesús
1.3.2.1. Introducción
1.3.2.2. Los textos más antiguos
1.3.2.3. Las apariciones del Resucitado en los evangelios
1.3.2.4. ¿Qué es la resurrección?
1.3.2.5. Consecuencias de la resurrección

2. Breve historia de la Iglesia del Nuevo Testamento


2.1. El origen de la Iglesia
2.2. La Comunidad Primitiva de Jerusalén
2.3. La propagación del cristianismo
2.4. La caída de Jerusalén y la ruptura con el Judaísmo
2.5. La persecución romana

3. Descripción del Nuevo Testamento


3.1. Los Evangelios Sinópticos
3.2. El Evangelio de Juan
3.3. Los Hechos de los Apóstoles
3.4. Las Cartas de Pablo
3.5. Las Epístolas Católicas
3.6. El Apocalipsis

4. San Pablo y sus cartas


4.1. La figura de Pablo
a) Orígenes de Pablo
b) La llamada de Cristo
c) Las comunidades paulinas
4.2. Las cartas paulinas
2

a) El género literario
b) Clasificación de las cartas paulinas
4.3. Las grandes temáticas de Pablo
4.4. La justificación es por la fe y no por las obras de la Ley: la Carta a los Gálatas
4.4.1.Datos generales sobre la carta
a) Pablo y las comunidades cristianas de Galacia
b) Género literario y estructura de la carta
4.4.2. Contenido teológico fundamental
a) La justificación
b) La Ley no justifica
c) Jesús justifica por la fe
d) La libertad de los hijos de Dios

5. Los evangelios sinópticos


5.1. La tradición oral
5.2. La formación de los evangelios
5.3. El problema sinóptico
5.4. El evangelio de Marcos
a) Datos generales
b) Estructura
c) Cristología
5.5. El evangelio de Mateo
a) Datos generales
b) Estructura
c) Cristología
5.6. El evangelio de Lucas
a) Datos generales
b) Estructura
c) Cristología
5.7. Breve comentario de las bienaventuranzas

6. El evangelio de Juan
6.1. Peculiaridades literarias de Jn
a) Un escrito catequético
b) Vocabulario e incoherencias
c) Grandes unidades: signos, controversias y diálogos
6.2. Autor y composición del Cuarto Evangelio
a) El discípulo amado
b) Forma de composición
6.3. La cristología joánica
a) Jesús como rey
b) Jesús, revelador del Padre
c) Jesús y el envío del Espíritu Santo
6.4. Breve comentario de “Las bodas de Caná”
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1. JESÚS DE NAZARET, CENTRO DEL NUEVO TESTAMENTO

Este curso versa sobre el conjunto de libros de la Biblia, que llamamos Nuevo
Testamento (NT), nombre que designa a la Nueva Alianza celebrada por Dios con su
Pueblo mediante Jesucristo.

La persona de Jesús, es el núcleo del NT. En efecto, su vida, muerte y resurrección


son relatadas en los evangelios. Tanto ellos como el resto de los libros dan testimonio no
sólo de Él sino de cómo fue asumido y vivido por las comunidades cristianas que están
detrás de los textos.

1.1. El contexto histórico de Jesús y la espera mesiánica

a) Introducción

Jesucristo constituye la presencia de Dios para cada hombre en todo tiempo y


lugar. Sólo entrando en relación con Él podemos conocer a Dios y acceder a la plenitud que
nos ofrece. Sin embargo, no es posible reconocer a Jesucristo hoy si no nos adentramos en
el Jesús del siglo I, el que anduvo por los polvorientos caminos de Palestina.

Dios se revela en la historia humana mediante hechos y palabras humanos. Esa


revelación llega a su culmen con Jesús. Al asumir Dios la naturaleza humana en Cristo tuvo
que acoger todas las limitaciones propias de nuestra condición y, a través de ellas,
comunicarnos la plenitud eterna de Dios (ver Concilio Vaticano II, Dei Verbum n° 2-4).
Por ello, no es posible entender las palabras y las actitudes de Jesús sin salir por un
momento de nuestro presente y realizar un viaje al pasado. Es necesario introducirse,
aunque sea brevemente, en las condiciones (económicas, religiosas, políticas, culturales)
del pueblo al que pertenecieron tanto Él como sus discípulos, sus seguidores y detractores.

b) La época de Jesús: el Judaísmo

Para comprender la época de Jesús hay que remontarse al exilio de los judíos en
Babilonia. El Imperio había destruido Jerusalén y el Templo y había trasladado a los
hombres más influyentes del Pueblo a la ciudad de Babilonia.

En el año 539, éste es derrotado por el Imperio Persa. Ciro, rey del nuevo imperio,
conquista la ciudad de Babilonia. Se trata de un hombre respetuoso de los pueblos que va
conquistando, de sus costumbres y tradiciones. En virtud de esta política, permite a los
judíos exiliados retornar a Palestina y reconstruir el Templo de Jerusalén. Aún más,
les devuelve los objetos de culto que habían sido llevados a Babilonia (el Arca de la
Alianza, sin embargo, se pierde totalmente) y les da una cierta ayuda económica para su
reconstrucción.

Se llama Judaísmo al período comprendido entre los años 538 a.C. al 135 d.C. En
esta época, Israel no tendrá autonomía política ni territorio propio; se agrupará en
pequeñas comunidades en torno a sinagogas (casas de oración). La mayoría de los judíos
vive fuera de Palestina (formando lo que se ha llamado la “diáspora”, que significa
4

“dispersión”). Los que están en ella son un pequeño grupo en torno a Jerusalén y al lago
de Galilea. El Pueblo pasa a estar dominado por los grandes imperios de la época: persa,
griego, romano.

La diáspora y la dominación imperial plantean la necesidad de encontrar elementos


que cohesionen a Israel (en su modo de ser y en su fe) de tal manera que éste no se diluya
en medio de los grandes imperios. El primer elemento que surge es el Templo: de ahora en
adelante judío será quien acuda al Templo a realizar sacrificios 1. Israel será una comunidad
congregada en torno al Santuario.

Sin embargo, con el tiempo, se ve que este factor cohesionador es insuficiente. La


mayoría de los judíos sigue viviendo fuera de Palestina, y en el mejor de los casos,
peregrinará a Jerusalén unas pocas veces en su vida. De ahí que se proclame un segundo
elemento aglutinador: la Ley.

Durante esta época ésta se termina de sistematizar pasando a estar compuesta ahora
por el Pentateuco, es decir, los 5 primeros libros de nuestra Biblia. La Ley se lee todos los
sábados en la Sinagoga y es comentada por los maestros de la Ley o escribas. A partir de
ahora, un judío se distingue del que no lo es por su riguroso cumplimiento de la Torah.

Si bien, en general, en este período el pueblo judío puede vivir en paz, sin embargo,
existe una cierta desilución. Se piensa que la opresión de los grandes imperios y la
dispersión no puede ser la última palabra de Yahveh respecto de su Pueblo. Por ello se
espera la llegada del “reinado de Dios” es decir de un día en que Dios realmente asuma el
gobierno sobre la tierra que donó a su pueblo y sobre la humanidad entera. El cómo y el
cuando de ese gobierno difiere bastante de un grupo judío a otro. La mayoría espera la
llegada de un “Mesías”, es decir, de un salvador del pueblo. La imagen más frecuente que
se tiene de éste es la de un libertador al estido del rey David cuya función sea derrotar a
los enemigos del Pueblo, hacer justicia al interior de éste y convertir a Israel en una gran
nación. Esta esperanza está bien representada en Isaías (11,1-9).

Junto a esta esperanza existe otra de tipo más espiritualista, la “apocalíptica” (cuyo
mejor ejemplo probablemente es Daniel 7). Ésta concibe la realidad como dividida en dos
planos: el celeste y el terreno. En el primero suceden en forma anticipada los grandes
acontecimientos (“misterios”) que tienen en la tierra una especie de reflejo tardío. Así por
ejemplo, la lucha celestial entre el ejército de Dios (compuesto de ángeles) en contra del
demonio y sus seguidores se traduce en la tierra en el auge y caída de grandes imperios; sin
embargo, en un tiempo próximo, la victoria celestial se traducirá en la tierra en una victoria
completa de Dios.

Para los hombres no es posible saber lo que ocurre en el cielo ya que existe un
“velo” que lo impide. Sólo al “vidente apocalíptico” le es dado contemplar el mundo
celestial por algunos momentos, se le “quita el velo” (=apocalípsis) que lo cubre. Esto

1
Es decir, a quemar un animal y pasarlo al “mundo” de Dios (el humo sube al “cielo”) ya sea como acción de
gracias, petición por algo, o simplemente como alabanza.
5

permite entonces al vidente que contempla los “misterios” pronosticar con certeza lo que va
a ocurrir en el futuro 2.

En los “ultimos tiempos” (los apocalípticos siempre creen estar en ese momento) la
victoria final de Dios no se refleja aún en la tierra. Dios reina arriba (“reino de Dios”) pero
en la tierra los injustos (los gentiles y los que no cumplen la Torah) oprimen a los justos. El
momento presente es el más duro; pronto sobrevendrán todo tipo de catástrofes cósmicas.
Sin embargo, todo ello es signo de que vendrá la lucha final de los “hijos de la luz” contra
los “hijos de las tinieblas”. Los primeros triunfarán con ayuda del Mesías; tendrá lugar el
juicio y el descenso del Reino de Dios (el mundo celestial sustituirá al terrenal).

Es típico de los apocalípsis perderse en grandes cálculos numéricos sobre el


momento del fin. Esos cálculos permiten soportar mejor un presente que se ha hecho muy
duro o desilucionante.

A menudo ambas perspectivas se combinan. Los fariseos creían en una era de


400 o mil años de gobierno temporal del Mesías (al estilo del texto leído de Isaías) en el
cual Israel gobernaría el mundo. Después vendría el fin del mundo y la muerte de todos los
hombres. Entonces, el reino de Dios celestial, descendería y sustituiría al mundo terreno,
tendría lugar la resurrección de los muertos y el juicio universal. El dominio de Dios sería
pleno y definitivo

1.2. El anuncio de Jesús

1.2.1. El Reinado de Dios

Prácticamente todos los especialistas afirman que el anuncio de Jesús se encuentra


magistralmente sintetizado en un breve resumen del evangelio de Marcos:

“El tiempo (kairós) se ha cumplido; el reinado de Dios está cerca;


conviértanse (ustedes) y crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15)

Un primer análisis de estos versículos permite distinguir entre lo que Dios está
donando al hombre, según Jesús, y la respuesta que se requiere para acoger ese don.

Lo que Dios ofrece es caracterizado como “evangelio” (ver Mc 1,14), es decir


“buena noticia”. Esta buena nueva consiste en que el tiempo (kairós) se ha cumplido y por
lo tanto el reino de Dios está “cerca”. Por otra parte, el evangelio requiere para ser acogido
la fe y la conversión.

En un análisis detallado podemos observar los siguiente:

“El tiempo (kairós) se ha cumplido”. “Kairós” es una palabra que no tiene


equivalente en nuestro idioma. Significa “momento clave”, “oportunidad salvadora”. La
2
Los apocalipsis solían estar escritos en una fecha mucho más tardía de la que presentaban. Eso les permitía
“acertar” en muchas de sus “predicciones”, y, sobre todo, dar garantías de que la última de esas predicciones -
la de la victoria final de los justos- se realizaría de todas formas.
6

concepción que está detrás de ella es la de que Dios no actúa en la historia del hombre de
una manera “plana”, uniforme, sin relieves, sino que la acción divina conoce momentos de
mayor intensidad que otros. Por ejemplo, el gran “kairós” de Israel fue el éxodo, es decir, el
momento en que Dios lo sacó de Egipto, formó con él una alianza y lo condujo a la tierra
prometida. Todo kairós exige una respuesta del hombre, una capacidad de “aprovechar la
oportunidad” que se presenta.

En este caso se nos dice que ahora está teniendo lugar la gran oportunidad de
salvación (“se ha cumplido”). ¿En que consiste esa oportunidad?

En que “el reinado de Dios está cerca”. La palabra “basileia” puede traducirse
como “reinado” o “reino”; apunta más al poder de Dios que al ámbito (reino) sobre el
cual ese poder se ejerce 3. La palabra “énguiken” (“cerca”) debería traducirse mejor como
“se ha acercado”,“ha sido puesto cerca” o “está al alcance de la mano”. La idea es que el
reinado de Dios no ha estado siempre cerca sino que sólo a partir de ahora ha sido puesto
a nuestro alcance.

De modo que la gran oportunidad salvadora, la “Buena Noticia”, es que el reinado


de Dios se ha acercado. ¿Qué significa esto?

Significa que el Reino esperado por los judíos no es sólo una realidad futura, algo a
esperar en el fin de los tiempos, sino algo que está teniendo lugar en el presente. Tampoco,
que es sólo un reinado existente actualmente pero “arriba”, en el mundo celeste, como creía
la apocalíptica. Aquí, en este mundo, y ahora está comenzando a reinar Dios. Con la
llegada de Jesús se está dando cumplimiento a lo anunciado por los profetas

¿Cómo esta teniendo lugar esto? De una forma modesta, sigilosa, respetuosa de
las personas, perdonadora. El reino de Dios, sin dejar de ser futuro, está teniendo una
presencia anticipada en las palabras y acciones de Jesús.

Se trata de una presencia y de una actuación a menudo incomprendida. Los


contemporáneos de Jesús esperaban un Reinado de Dios marcado fundamentalmente por su
omnipotencia. Dios aplastaría a los enemigos de Israel, y a los infieles al interior del
pueblo, de una forma invencible. Traería primero el castigo, el exterminio de los malos, y
después una era de grandeza para Israel y para toda la humanidad (que estaría, por
supuesto, sometida al nuevo Imperio de Israel).

Veamos cuáles son los principales signos de la presencia actual del reinado de Dios.

1.2.2. Los signos de la presencia actual del Reinado

a) La buena noticia a los enfermos

Los evangelios contienen abundantes relatos como el que sigue:

3
El evangelista Mateo usa la expresión “reino de los Cielos” para evitar nombrar a Dios; se trata de una
expresión absolutamente equivalente a “reinado de Dios”.
7

Mc 9,14-29:

Según la mentalidad de los contemporáneos de Jesús, los espíritus impuros estaban


en el origen de las enfermedades y desgracias 4. Detrás de ellos existe un ser maléfico que
quiere sabotear la creación de Dios: Satanás o el Demonio. Este es, por tanto, la causa de
todo mal físico y moral. Cuando la presencia del mal es muy llamativa, como en el caso de
un pecador empedernido o de una crisis nerviosa que produce manifestaciones aparatosas,
el judío tendía a ver en ello una presencia especial de Satanás o de un demonio. Es el caso
de los llamados "endemoniados".

En estos relatos se nos muestra a Jesús venciendo a Satanás; lo que significa que,
con la presencia del Reino, ya no hay ningún mal que se pueda considerar definitivamente
inevitable e irresistible; no hay motivo entonces para el fatalismo.

Particularmente, las curaciones de leprosos (por ejemplo, Mc 1,40-45) son signos de


la victoria de Dios sobre la muerte, ya que a estos enfermos se los consideraba en aquella
época como muertos en vida.

En otras curaciones, lo que está en juego es la condición de persona, es decir, de la


capacidad de disponer de la propia vida y actos. Es el caso de las curaciones de endemonia-
dos (Mc 9,14-29), a los que Jesús les devuelve la posibilidad de decidir por sí mismos. En
otros casos está en juego la posibilidad de comunicación interpersonal, por ejemplo en los
mudos, sordos y ciegos curados por Jesús (Mc 7,31-37; Mc 8,22-26).

Se puede percibir aquí la precupación de Dios por todo el hombre. El Reinado de


Dios no se reduce a una "salvación del alma" sino que es promoción de todo el hombre con
todas sus dimensiones y relaciones.

Los milagros de Jesús son ante todo “signos” que presuponen la fe o que la
despiertan. No son “pruebas” de la acción de Dios. De hecho, los fariseos los consideraron
signos del poder demoníaco que actuaba en Jesús (Mc 3,22-30) o al menos una acción
francamente desilusionante ya que no transformó las condiciones fundamentales de pobreza
y opresión que vivía el pueblo (ver Mc 8,11-13).

b) La Buena Noticia a los pobres

"Felices los pobres,


porque de ustedes es el reino de Dios.
Felices ustedes, los que ahora tienen hambre.
porque Dios los saciará.
Felices ustedes los que ahora lloran,
porque reirán"
(Lc 6,20-21)

4
En esta época se está todavía bastante lejos de saber que las enfermedades se deben a virus o microbios.
Estamos ante una concepción muy diferente a la de la medicina moderna.
8

La palabra “pobre” en griego (“ptojós”) tiene el significado de indigente. Por lo


tanto estamos ante "los que, como consecuencia del "orden" reinante en el mundo
presente, carecen de los bienes más necesarios y llevan por eso una vida disminuída" 5.

En esta “definición” se puede distinguir tres elementos: a) La pobreza no es una


mirada como una realidad casual o natural en la Biblia, sino como el producto de un orden
social injusto 6. b) La pobreza es “carencia de los bienes más básicos”, o sea, es no poder
satisfacer una o varias de esas necesidades más fundamentales. c) La pobreza afecta a toda
la persona. Ésta se siente “disminuída”, “poco valiosa” ante sus ojos y a los de los demás.
Se siente “dependiente” de los demás (y de hecho lo es para su subsistencia).

Este último rasgo es particularmente importante. De acuerdo a la doctrina


tradicional de la retribución, se cree que Dios castiga con mala salud, corta vida, esterilidad,
fracaso, etc. a aquellos que han violado la Alianza. Por ello se considera a los pobres como
culpables ante Dios, como pecadores.

¿Por qué motivo Dios, a través de Jesús, dirige su acción preferentemente a


ellos? Desde luego, no porque sean más “justos” o más solidarios que todos los demás,
tampoco porque constituyan un posible agente de cambio social. Es su situación de
aflicción, de necesidad, de marginación injusta lo que mueve al corazón de Dios. Jesús no
mira en forma romántica la pobreza y la marginación. La miseria es una realidad que Dios
rechaza porque deshumaniza al hombre.

¿Por qué deben estar “felices”? Porque Dios ha decidido poner término a la
miseria. La marginación y el desamparo no son la última palabra de la realidad. El destino
final de los pobres está en manos de Dios como “Padre”, y con ello su dignidad
fundamental queda asegurada y a salvo del arbitrio de los poderosos.

c) La Buena Noticia a los pecadores.

En una teocracia en la que la Torah rige todos los aspectos de la vida social, la
condición de pecador es fundamentalmente “pública”; esto es, es posible saber con
claridad quienes tienen esa condición y por qué. Grupos como los fariseos y zelotas, que
tenían gran arrastre popular, evitaban todo contacto con ellos.

Del mesías se esperaba que reconociera como tales a los que cumplían la Ley y
castigara a los transgresores. Por supuesto que era posible dejar de ser pecador y llegar a ser
justo, pero eso suponía hacer un camino de “penitencia” si se quería alcanzar el perdón
divino y la plena integración social.

Por lo mismo, extraña profundamente a los hombres piadosos el que Jesús acoja a
conocidos pecadores sin ningún tipo de exigencia previa. Por ejemplo, el gesto de comer
con pecadores y publicanos (cf. Mc 2,15-17) escandaliza a principales grupos judíos y le
5
VILLEGAS,B "Evangelizar a los pobres". En VVAA. "El Evangelio, los pobres y la Iglesia". Arzobispado
de Santiago. Vicaría de la Solidaridad, Stgo, 1978, p.13.
6
Este tema es desarrollado por VILLEGAS,B. “Evangelizar a los pobres”, op cit.
9

vale la despreciativa burla: “Ahí tienen ustedes a un comilón y borracho, amigo de


publicanos y pecadores” (Mt 11,19). Este escándalo se entiende si consideramos lo que
significaba en la época el comer juntos. Se trataba de la más clara expresión de comunidad;
ligada al honor y a la consideración. Así, era importante saber a quién se invitaba y por lo
tanto a quién se concedía este honor y cómo se coloca a los invitados en la mesa (cf Lc
14,7-14). Hay que tomar en cuenta también que en la literatura rabínica a menudo se
presenta al reino de Dios como un banquete. Jesús sabe esto, por eso su gesto implica la
acogida de los pecadores en el Reino.

¿Significa el gesto de Jesús una indiferencia ante las normas y los valores?, ¿un
rechazo de las fronteras entre el bien y el mal, que disculparía la falta y haría de la justicia
una caricatura? De ninguna manera, en la conocida parábola, el “hijo pródigo” no es
idealizado y la conducta del mayor no se pone en discusión: “Hace tantos años que te sirvo,
y jamás dejé de cumplir una orden tuya” (Lc 15,29). La frase que justifica su conducta es
mucho más sencilla y válida: “No necesitan médico los sanos, sino los que están mal; no
he venido a llamar a los justos sino a los pecadores” (Mc 2,17).

Este ofrecimiento gratuito del reinado de Dios a todos, a fariseos y


publicanos, a justos y pecadores, produce, de hecho, una paradoja: a menudo los
pecadores aceptan el mensaje de Jesús e “ingresan al reino”, en cambio los justos se quedan
fuera. Esta realidad se refleja en muchas palabras del propio Jesús: “Los últimos serán los
primeros y los primeros los últimos” (Mt 20,16). “En verdad les digo que los publicanos y
las prostitutas llegan antes que ustedes al reino de Dios” (Mt 21,31).

d) La comunidad de la Buena Noticia.

Jesús funda como signo del Reino una comunidad se seguidores que lo ayuda en su
tarea. Se trata de personas convocadas por la iniciativa gratuita de Jesús, que deben vivir
con él y colaborar en el anuncio del Reino. Deben vivir compartiendo los bienes y en una
actitud de servicio. Jesús, en ciertos momentos les da el poder de hacer milagros.

Sin embargo, los evangelios nos muestran que a esta comunidad le costó mucho
entender a Jesús porque predominaban en ella otros valores. Esperaban un mesías similar al
resto del pueblo (ver arriba). En el momento crítico abandonan a Jesús quien finalmente
muere solo en la cruz. Sólo la resurrección de Jesús les dará la lucidez y valentía necesaria
para continuar su misión. Una característica fundamental de la Iglesia -continuadora de la
comunidad de los discípulos- es la de ser una comunidad de pecadores-perdonados, que se
sostiene en el amor de Dios y no en los propios méritos.

1.2.3. Presente y futuro del Reinado de Dios.

"¿Con qué compararemos el reino de Dios -dice Jesús- o con qué parábola lo
expondremos? Sucede con él lo que con un grano de mostaza. Cuando se siembra en tierra,
es la más pequeña de todas las semillas. Pero, una vez sembrada, crece, se hace mayor que
cualquier hortaliza y echa ramas tan grandes que las aves del cielo pueden anidar en su
sombra" (Mc 4,30-32).
10

El reino es una realidad presente y futura. Está "ya" presente pero "todavía no"
se ha realizado en plenitud 7. El Antigüo Testamento fue el tiempo de la promesa del Reino
de Dios; con Jesús ha comenzado el cumplimiento, en la pobreza y debilidad. La plenitud
de ese cumplimiento la esperamos para la “Parusía” o “Segunda Venida” de Cristo 8.

Ese futuro, es presentado por Jesús con imágenes vivas, que decían mucho a los
hombres de su época. La Parusía de Jesús traerá "el banquete del vino nuevo" (14,25) en el
que se sentarán a la mesa todos los que han acogido el Reino de Dios (Mc 13,22-30). Es
también "vida eterna" (Mc. 10,17.30) y "herencia" (Mc 10,17).

El Reino de Dios no es otro mundo sino este mundo transformado en todas sus
dimensiones. Se trata de una renovación profunda que sólo puede realizar Dios ya que se
trata de una verdadera "nueva creación", pero a partir de la creación actual. Todo lo
que en este mundo hay de verdadero y noble, todo lo que ha sido construido con amor,
será recogido y restaurado por la acción creadora de nuestro Dios 9. Esta restauración
es para nosotros inimaginable; del mismo modo como es inimaginable para el ser humano
que está en el vientre materno el mundo exterior y la nueva vida que recién emprende 10.
Por ese motivo sólo se puede hablar del futuro del Reino por medio de imágenes o de
analogías.

1.2.4. Fe y conversión

Al analizar la síntesis propuesta por Mc sobre el mensaje de Jesús constatábamos


que ella apuntaba al don de Dios (el Reinado de Dios) y a la respuesta humana requerida
para acoger ese don. Esta última era la fe y la conversión.

Por conversión (metánoia) se entiende un cambio del modo de pensar y de actuar


propio por el que Dios quiere. Es un cambio de rumbo, de mentalidad.

Este concepto general es común a los maestros de la Ley y Jesús. Los primeros
hablaban frecuentemente de la conversión a la que todos están obligados, incluso los justos,
especialmente a la hora de la muerte. Ella consiste en apartarse de las faltas pasadas y
reparar el mal que se ha cometido.

Sin embargo, el concepto de Jesús va más lejos: la llamada a la conversión se sitúa


en una perspectiva completamente nueva: resuena en el momento de la llegada del
Reinado de Dios; eso es lo que le da su fundamento y su carácter de urgencia. Convertirse
significa ahora: aprovechar la salvación presente y darlo todo por ella:

“El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo
un hombre, lo vuelve a esconder y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y
7
Este vocabulario es común en la predicación de la Iglesia: se habla del "ya" y del "todavía no" del Reino
aludiéndo a esta doble dimensión.
8
Que más bien es una manifestación plena de Jesús, ya que Él nunca se ha ido de nuestro mundo.
9
Ver Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n° 39.
10
Por eso los niños se toman tanto tiempo para reconocer formas, texturas, sonidos y colores. Los niños de
pocos meses no se cansan de mirar el mundo con admiración.
11

compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que
anda buscando perlas finas, y al encontrar una de gran valor, va, vende todo lo que tiene y
la compra” (Mt 13,44-46).

Como se ve, ahora la conversión es un cambio que hay que hacer como
consecuencia de haber recibido el don del Reino gratuitamente. En efecto, es la aceptación
previa del hombre por parte de Dios, en el estado en que éste se encuentra, la que hace
posible la transformación personal requerida por la conversión. Y no al revés: el convertirse
primero para después ser aceptado por Dios.

¿Qué es, por su parte, la fe (pístis)? En el AT la palabra “fe” debe ser entendida
en vinculación con la Alianza. El término castellano, traduce la palabra hebrea “emet”, que
significa “seguridad”, “firmeza” “confianza” en el cumplimiento de los deberes que
corresponde a las partes en un pacto. En lo relativo a Dios, se trata de sus acciones
salvadoras; al hombre, de la actitud por la cual se confía en Él como un aliado que es
firme porque no engaña ni defrauda sino que cumple su promesa de salvación. Por
eso, la fe está muy vinculada a la “esperanza”, esto es, al ponerse en camino en dirección a
la meta de la promesa del Señor, tal como se aprecia en la figura de Abraham.

En el anuncio de Jesús, se trata de la aceptación del Reinado de Dios, tal como Él


lo anuncia. Jesús exige que se ponga en Él la confianza que corresponde sólo a Dios,
debido a que se considera su enviado, su representante, el que hace presente en el mundo la
acción divina.

Como se ve, en Jesús, fe y conversión son casi sinónimos. Ambos significan


acoger a Dios que comienza a reinar, aprovechar la oportunidad que ofrece, dejarse salvar
por Él, cambiar la propia vida de acuerdo al don del Reino.

La fe y la conversión llevan a ponerse a disposición de Dios para hacer su


voluntad, estar al servivio de su proyecto, vivir la vida como una misión
encomendada. Responder a la invitación de Dios significa estar dispuesto a que su querer
abarque toda nuestra existencia, sin reservar aspectos de ésta en los que Él esté ausente 11.
Jesús advierte: “El que quiera conservar su vida la perderá y el que la pierda la encontrará”
(Lc 17,33) 12.

Jesús no da ninguna fórmula mágica para descubrir la voluntad de Dios. A la


pregunta por la voluntad de Dios nos remite al doble mandato del amor, ya “descubierto”
por los maestros de la Ley de la época:

11
Lo que no es incompatible con el hecho de que en el descubrir y hacer la voluntad de Dios existe un
proceso. Dios nos acepta tal como somos y nos ayuda a cambiar y crecer, pero ¡por etapas!, que pueden ser
muy distintas de una persona a otra.
12
No se trata de una renuncia masoquista a la propia personalidad, sino de proyectar la propia existencia en
términos de donación y no de posesión; y ello porque sólo una vida entregada y solidaria conduce a la
felicidad (la “vida”, en sentido bíblico).
12

“Se levantó un legista, y dijo para ponerlo a prueba: ‘Maestro, ¿qué he de hacer para
tener en herencia la vida eterna? Él le dijo: ‘¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?’
Respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda
tu mente 13; y al prójimo como a tí mismo 14 ” (Lc 10,25-28).

Si bien la presentación de estos dos mandatos juntos como lo fundamental de la Ley


no es original de Jesús, sí lo es el modo de entender esa centralidad y unión. Ésta puede
sintetizarse en 3 afirmaciones:

- El amor a Dios y al prójimo no están en el mismo nivel. El primero tiene una


primacía que nada puede reemplazar, ni siquiera el amor al prójimo (“Nadie puede servir a
dos señores”: Mt 6,24).

- Por otra parte, el amor al prójimo debe ser al hermano por sí mismo. No
puede ser el otro un medio para amar a Dios (o para mi salvación personal 15). En la
“parábola del juicio final”, los de la derecha no se han dado cuenta de que lo hecho al
menor de los hermanos estaba dirigido a Dios (Mt 25,31-46).

- El amor a Dios funda el amor al hermano, ya que sólo un corazón centrado en


Dios y no en los ídolos es capaz de amar al prójimo; pero también

- el amor al que está cerca es un “test” de que se está amando de verdad a Dios y
no a una imagen falsificada de él.

Hacer la voluntad de Dios significa ponerse al servicio de las necesidades de los


demás, tanto de las imprevistas (como en la “parábola del buen samaritano”: Lc 10,25-37)
como de las previstas 16.

13
Dt 6,5.
14
Lv 19,18.
15
Hay ciertas visiones de la santidad del cristiano que van en la línea de “hacer carrera”, en la que el prójimo
es utilizado como un medio para la propia santificación. Observaciones acertadas al respecto se encuentran en
VILLEGAS,B. “Santos despreocupados de serlo”, en Revista Mensaje, Marzo-Abril, 1989.
16
“Cuando se trata de necesidades permanentes del prójimo la pregunta es: ¿A qué necesidades de mi entorno
me corresponde responder, de acuerdo a mis “carismas” (es decir, a esos dones que el Espíritu ha puesto en
mí)? La respuesta a esta pregunta es fundamental a la hora de querer descubrir la propia “vocación”
(=llamado de Dios)”. La fidelidad a ésta acarrea vitalidad, unidad interior y paz.
13

1.3. La Pascua de Jesús

Por “pascua” entendemos aquí el “paso” de la muerte a la vida que se da en Jesús.


Estamos ante el acontecimiento central de su existencia. Él no sólo anuncia el reino de Dios
a través de palabras y signos milagrosos sino que lo hace presente fundamentalmente a
través de la entrega de su propia vida. Por eso la Pascua pasará a ser el principal signo del
reino de Dios. No es extraño, entonces, que los primeros cristianos y sobre todo Pablo,
vieran en la muerte y resurrección de Jesús (y en toda su persona) lo central del
“evangelio”.

1.3.1. La muerte de Jesús

1.3.1.1. Causas históricas de la muerte de Jesús

¿Por qué murió Jesús? ¿Qué motivo tuvieron sus acusadores para pedir su
condena a una muerte tan horrenda? El punto central está en el modo distinto de concebir
el Reinado de Dios y, sobre todo, al Dios del Reino. Jesús anunció a un Dios que es
“Padre” y por tanto, Jesús combatió con tenacidad y valentía actitudes, relaciones y
estructuras que de hecho negaban esa paternidad.

a) Jesús combatió la religiosidad legalista de tipo farisaico

Si Dios es realmente un Padre, entonces el modo legalista de relacionarse con Él no


reconoce esa paternidad. Cuando esa religiosidad se impone a los demás, se consigue
hombres que viven en el miedo, cansados y oprimidos por el yugo de la Ley (cf. Mt
11,28-30).

Es muy esclarecedor al respecto el episodio de la curación del hombre con la


mano paralizada: Mc 3,1-6: Jesús lo cura en sábado dejando en claro que este día está en
función de la plenitud humana, se entristece por la “dureza de corazón” de los fariseos y
éstos últimos conspiran con los del partido de Herodes para matarlo.

Evidentemente esta práctica era una proposición de cambiar todo un modo de ser,
de relacionarse, de estructurar la sociedad, que terminaba con los privilegios de aquellos
considerados sabios y justos en Israel: los escribas y fariseos.

b) Jesús se opuso a la división entre “pureza e impureza”.

Es muy importante en este tema el texto de Mc 7,1-23, que hemos visto antes.
Recordemos que, Jesús critica aquí la distinción misma entre lo “puro e impuro”,
distinción que tenía su origen en el culto (puro era lo que era apto para el culto e impuro lo
que no) y que se había ido -por influencia de los escribas y fariseos- aplicando a todos los
aspectos de la vida cotidiana. Esta distinción -además de ser esclavizante en sí misma-
establecía una fuerte discriminación.

Tenemos varios ejemplos en los evangelios en los cuales Jesús transgrede esta
norma:
14

En Mc 1,40-42: Jesús cura a un leproso, “le toca”, haciéndose impuro también él.
En el caso de la mujer con derrame de sangre (Mc 5,25-34) sucede algo parecido: esta vez
es una impura quien toca a Jesús contagiándolo de su impureza. Pero no por ello Jesús se
autolimita. Dice a la mujer: “Vete en paz: tu fe te ha salvado”.

Jesús entra en contacto también con algunos paganos (impuros por excelencia),
como en el caso de la mujer cananea cuya hija cura (Mt 15,21-28) y a la que alaba su fe,
contraponiéndola a la debilidad o escasez de la de su pueblo (Mt 15,28; 8,10; 13,58).

c) Jesús purificó el Templo

Con el tiempo, el Templo de Jerusalén había ido perdiendo su sentido original de ser
lugar de la presencia de Dios en medio de su pueblo y símbolo de liberación para
convertirse en lugar de esclavitud y de discriminación.

El Templo estaba gestionado por las familias de los sumos sacerdotes. Ellos lo
habían convertido en un instrumento de explotación de la gente, exigiendo los diezmos y
los demás tributos. Además existía un ruidoso comercio de animales para el sacrificio en el
patio “de los gentiles”.

Según los cuatro evangelios (Mt 21,12-16; Mc 11,15-18; Lc 19,45-46; Jn 2,13-16)


Jesús atacó abiertamente este sistema que constituía un insulto a Dios y a su reinado. En el
Templo, Dios aparecía como un dios de opresión y de muerte en vez de ser el Dios de la
libertad y de la vida.

La reacción a la acción de Jesús no se hizo esperar: Mc 11,18: los sumos


sacerdotes y los escribas buscan el modo de hacer morir a Jesús. (Se puede advertir
también que en el proceso en su contra se acusa a Jesús de haber hablado en contra del
Templo: Mt 26,60-61; Mc 14,58).

d) Crítica a la idolatría a la riqueza y al poder.

No sabemos cuánto deben haber influído en las motivaciones de los acusadores de


Jesús sus críticas a la riqueza y al poder cuando éstas ocupan el lugar de Dios.

En cuanto a la riqueza baste citar Mt 6,24 (no se puede servir a dos señores) y Lc
16,19-31 (parábola de Lázaro). En cuanto al poder: Mc 10,41-45 (los “jefes de las
naciones...”).

Recordemos que los ricos y poderosos de tiempos de Jesús son -principalmente- los
sumos sacerdotes (y sus familias) y los ancianos (grandes terratenientes que representaban
las principales familias de Israel), ambos grupos representados en el Sanedrín.
15

e) La desilución del pueblo.

El pueblo -y entre ellos los zelotas- esperaban un mesías político- militar. Un


mesías al estilo de David que inaugurara el reino de Dios entendido como imperio judío
sobre las demás naciones.

Jesús anuncia el reino de Dios y realiza algunos gestos propios del Mesías (curar
enfermos); sin embargo, nunca se proclama Mesías o Cristo.

El hecho de que Jesús no aproveche la festividad de Pascua para armar una revuelta
y el que se dejara detener, debió ser desilucionante para muchos. No pocos exégetas
piensan que eso puede haber sido una razón de peso en la mente de Judas para traicionar a
Jesús.

1.3.1.2. La condena

Es muy probable que Jesús haya sido acusado de falso profeta y blasfemo, para lo
cual existía la pena de muerte (Lev 24,16; Dt 13, 5ss; 18,20). Apoyan esta afirmación las
dos escenas de burlas (Mc 14,65 y 15,16-20). En la época, las burlas al delincuente
parodian el delito por el cual es condenado: ellas señalan a Jesús como “rey de los judíos” y
como falso profeta (“adivina quién te pegó”). Deben haber influido las profesías de Jesús
sobre el Templo (Mc 13,1) y la expulsión de los mercaderes de ese lugar.

La acusación ante Pilatos es distinta a la del Sanedrín. En efecto, el Sanedrín no


podía condenar a muerte, y un gobernador romano jamás iba a condenar a alguien a la pena
máxima por “cosas de la religión judía”, que por lo demás no entendía. Por eso se le acusa
de pretender ser “rey de los judíos” (o sea, mesías), desconociendo el gobierno de Roma.
La inscripción en la cruz (Mc 15,26) es suficiente prueba de ello. La muerte en la cruz es la
que corresponde a los esclavos y subversivos.

1.3.1.3. ¿Qué sentido dio Jesús a su muerte?

Esta pregunta es muy difícil de contestar ya que la reflexión post-pascual está


demasiado presente en los textos. En efecto, las tres célebres profesías de la pasión (Mc
8,31; 9,31;10,33) son post-pascuales y constituyen explicaciones tardías de la muerte de
Jesús. Ellas nos muestran a un Jesús que conoce de antemano lo que le espera y lo enfrenta
con total libertad. El sufrimiento de Jesús se presenta como una necesidad impuesta por
Dios. Hemos dicho ya que si Jesús hubiera anunciado así su muerte y resurrección, sería
incomprensible la huida de los discípulos, su decepción y su incredulidad inicial frente al
testimonio de la resurrección.

Los relatos de la pasión propiamente dichos en los cuatro evangelios muestran


una concordancia muy grande. Sin embargo si se los estudia en detalle se ve que están
llenos de motivos apologéticos, doctrinales y exhortativos. No son sólo narraciones sino
que pretenden ser también predicación. Explican la pasión a la luz de la resurrección. Se
narra la pasión recurriendo a motivos del AT y del Judaísmo.
16

¿Previó Jesús su muerte? Prescindiendo de las profesías de la pasión


mencionadas, existen una serie de factores que deben haber hecho pensar a Jesús en un
final violento: el destino del Bautista, el aviso de que Herodes quería matarle (Lc
13,31-33), la agudeza que iba adquiriendo el conflicto. No en vano exigió de sus discípulos
un seguimiento total, incluso romper con los vínculos familiares (Mc 8,21ss; Lc9,59ss) y
aceptar que decidirse por Él no trae la paz sino la ruptura con el ambiente (Mc 10,34; Lc
12,1).
A lo anterior se suma la entrada a Jerusalén, en la que hubieron manifestaciones
mesiánicas de sus partidarios, y la expulsión de los mercaderes del Templo,

En los textos de la “última cena” (Mc 14,17-25 y paralelos; 1 Cor 11,23-25) Jesús
no sólo anuncia su muerte sino que le da a ella un significado salvador en la línea del
Siervo de Yahveh de Isaías. Este profeta presenta a este misterioso personaje 17 que carga
con los pecados del pueblo al modo que lo hacía el carnero al cual el sumo sacerdote
imponía las manos en el “día de la expiación”:

“No tenía atractivo ni belleza...


despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores...
Mas, ciertamente, llevó nuestra enfermedad y cargó con nuestros dolores...
Fue traspasado por nuestros pecados, molido por nuestras maldades;
Cargó el castigo sobre él para paz nuestra,
Habiendo sido curado nosotros por sus heridas...
Ofreció su vida como sacrificio por el pecado,
Verá descendencia que vivirá largamente...
Porque se entregó a la muerte, contándose entre los malhechores,
Porque llevó los pecados de muchos e intercedió por los pecadores”
(Is 53,1-12)

Jesús es el que viene a servir (Lc 22,27) y su servicio máximo es la entrega de la


propia vida. Jesús es el “hombre-para-los-demás” en su vida y en su muerte. Es el amor de
Dios derramado a los hombres 18.

Finalmente, la frase final de Jesús: “¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?” (Mc 15,34; Mt 27,46), es ciertamente auténtica. Estas palabras
constituyeron un problema desde el principio para las primeras comunidades cristianas; de
hecho, Lc la sustituye por “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (23,46) y Jn
presenta la muerte de Jesús como grito de victoria (19,30). Sin embargo, la exégesis puede
demostrar que la frase original es cita del salmo 22.

El salmo 22 es la súplica de un enfermo grave a su Dios, al cual sus enemigos


culpan de haber pecado y por tanto de estar siendo castigado y abandonado por Yahveh 19.
El salmo termina con una acción de gracias anticipada en el cual el salmista expresa su
confianza en la salvación de Dios.
17
Hasta el día de hoy hay discusión entre los especialistas acerca de quién se refiere en concreto Isaías
18
En ese sentido se puede hablar de la “muerte sacrificial” de Jesús. Dios no castiga, pero el pecado sí. El mal
en todas sus formas siempre hace “víctimas”; Jesús ha aceptado ser una de ellas.
19
En buena parte del AT la enfermedad se considera castigo de Dios por un pecado concreto.
17

Al citar el comienzo del salmo, Jesús está recitando el salmo entero. Se trata de
una lamentación que termina en una acción de gracias. El sufrimiento del justo se
experimenta como abandono de Dios, pero en la angustia, él siente que Dios es Señor desde
el principio y que lo salva para una vida nueva. No se trata, entonces de una manifestación
de desesperación sino de una esperanza firme aún en esta tribulación extrema 20.

Este sentido de donación en el martirio que anuncia Jesús, ¿no es contradictorio


con su predicación del reinado de Dios? ¿No es una especie de desmentido a la
“paternidad” de Dios? De ningún modo. En la muerte de Jesús, Dios se revela como
20
Como este punto ha sido causa frecuente de malos entendidos, me tomo la libertad de citar el texto
ampliamente:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


Mis gemidos están lejos de ti, mi Salvador.
Dios mío, de día clamo y no contestas;
de noche, y no me haces caso.

Tú estás en el Santuario, donde te alaba Israel.


En ti confiaron nuestros antepasados,
en ti confiaron y tú los libraste;
a ti clamaron y fueron salvados,
en ti confiaron, y nunca quedaron defraudados.
Pero yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza de la humanidad, desprecio de la gente;
todos los que me ven se ríen de mí,
hacen muecas, menean la cabeza:
‘Se encomendó al Señor, ¡pues que él lo libre,
que lo salve, si es que lo ama!’
(...)

Me acorralan muchos novillos,


me acosan toros de Basán,
abren contra mí sus fauces
como leones que rugen y destrozan.
Estoy como agua derramada,
todos mis huesos están dislocados,
mi corazón, como cera, se derrite en mi interior.
(...)
Pero tú, Señor, no te quedes lejos,
fuerza mía, date prisa en socorrerme.
(...)
Anunciaré tu nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
‘los que respetan al Señor, alábenlo;
glorifíquenlo, descendientes de Jacob,
témanlo, descendientes de Israel.

Porque no miró con desprecio


ni sintió repugnancia por el humilde;
no le ocultó su rostro, y cuando le pedía auxilio lo atendió.
Él será mi alabanza en la gran asamblea,
cumpliré mis votos en presencia de quienes lo respetan.
18

aquel que ama en toda circunstancia y que en virtud de ese amor respeta la voluntad del
pueblo judío de dar muerte a Jesús. Hasta ese punto llega su amor y respeto. La muerte de
Jesús no es la voluntad primera de Dios: lo que Dios quería era que Israel aceptara su
reinado. Ante el rechazo judío pasa a ser la cruz voluntad suya. Dios no quiere la cruz,
pero la prefiere a violar la libertad y la autonomía de la creatura que Él hizo 21.

¿Cómo vive Jesús esta hora final? Jesús lleva su servicio a Dios y a los hombres
hasta el final. La muerte obediente de Jesús es, pues, resumen y concreción de toda su
vida. También es claro el ocultamiento de su proyecto, el reinado de Dios. Éste se va a
realizar en la pobreza e impotencia humanas. Si la actividad de Jesús no ha de ser un
fracaso, eso es algo que corresponde a Dios responder. Al final, Jesús deja al Padre el
modo y manera de la llegada del Reino en medio de la soledad y abandono. Será la
resurrección la que muestre que no estamos ante un fracaso definitivo sino ante la
revelación suprema del amor de Dios hacia los hombres en medio del horror de la
cruz.

Comerán los humildes y se saciarán,


alabarán al Señor los que lo buscan:
‘¡Viva su corazón por siempre!’

Al recordarlo retornará al Señor la tierra entera,


todas las naciones se postrarán ante él.
Porque sólo el Señor reina, él gobierna las naciones.
Sólo ante él se postrarán los grandes de la tierra,
ante él se inclinarán todos los mortales.

Yo viviré para el Señor,


mi descendencia le rendirá culto,
hablarán de él a la generación venidera,
narrarán su salvación a los que nacerán después,
diciendo: ‘Esto hizo el Señor’”.
21
Este respeto nos obliga a revisar el concepto que tenemos del “plan de Dios”: ¿será verdad que Dios conoce
de antemano todo lo que va a pasar? Ya los profetas del AT nos presentan la relación Dios-Pueblo como
relación de “Alianza”, en la que el futuro depende de las decisiones que tomen ambos aliados. Dios ofrece al
hombre una meta final de plenitud, sin embargo, el cómo y el cuando, no están ya trazados. Me parece que
sería hora de concebir a Dios no sólo como un gran “planificador” sino también como un maravilloso
“improvisador” en su amor y respeto por su creación.
19

1.3.2. La resurrección de Jesús

1.3.2.1. Introducción

Jesús se presentó como quien anuncia el reinado del Padre. Con Él venía una
transformación global de la vida humana que acabaría con el dolor, la muerte, la exclusión
y la falta de sentido.

Sin embargo, contrariamente a lo que cabría esperarse de Él, murió exclamando:


“¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15,34), condenado por los
representantes oficiales de Dios y en su nombre, en una muerte que, para los judíos era
una verdadera prueba de la maldición divina (Dt 21,23). Dios parece dar la razón a los
fariseos, y sumos sacerdotes, en su afirmación de que Jesús es un blasfemo y falso
profeta.

Su muerte parece haber acabado con la fe de los discípulos, que huyeron y no


parecen haber esperado algo más que ella 22, lo que no es extraño, dada la profunda
vinculación que existía entre Reino de Dios y Jesús: sin Jesús no viene el Reino. No puede
existir una “causa de Jesús” sin Jesús.

Sin embargo, los discípulos vuelven a congregarse, y forman en un tiempo


brevísimo un movimiento numeroso. La razón que aducen para hacerlo es que Jesús ha
resucitado y se les ha aparecido. Veamos como presentan el hecho de la resurrección -o
mejor dicho, el de las apariciones- los principales textos del Nuevo Testamento.

1.3.2.2. Los textos más antiguos

Los textos más antiguos que hablan de la resurrección son los del “kerigma”; esto
es, el primer anuncio que hizo la Comunidad Primitiva de la Buena Noticia.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles vemos varios ejemplos del kerigma.
Presentamos el del cap. 2 (vv. 22-24.32-36):

- Ese Jesús, que paso haciendo el bien, acreditado por Dios por sus prodigios y
señales,...(vida de Jesús) (Hch 2,22)
-... ustedes lo mataron clavándolo en una cruz...(H.2,23)
-... Dios lo resucitó, (anástasis) (2,32)
- ... y exaltado, ha recibido el Espíritu Santo prometido...(2,33)
- ... siendo constituido Señor y Cristo (2,36)
-... y todo esto de acuerdo a las Escrituras, como cumpliendo de éstas (H. 2,23a).

22
Contrariamente a lo que presenta el evangelio de Lucas (y Hechos de los Apóstoles, que es obra suya) los
discípulos no parecen haberse quedado en Jerusalén. La existencia de apariciones de Jesús resucitado en
Galilea (Mc 14,28; Mt 28,16) da a entender que hubo discípulos que volvieron a su lugar de origen porque no
vieron ningún sentido en continuar el movimiento sin Jesús. Sólo la aparición -completamente inesperada- del
Maestro en ese lugar los animó a volver a Jerusalén.
20

1.3.2.3. Las apariciones del Resucitado en los evangelios

A diferencia de los textos del kerigma, los evangelios contienen largos relatos sobre
las apariciones de Jesús resucitado 23 (que se pueden ubicar con facilidad al final de cada
uno de ellos). Se trata de relatos que pretenden más bien darnos a conocer el significado de
la resurrección para nosotros que hacer una descripción del modo exacto de esas
apariciones. Por ello discrepan bastante en detalles secundarios (lugar, orden, número, etc)
24
. Veamos sus características fundamentales (comunes a todos ellos):

a) Iniciativa de Jesús

El resucitado es incognoscible para los hombres. Si llega a ser conocido es debido a


una decisión suya de manifestarse, de hacerse captable por los sentidos humanos. Esto se
expresa en los evangelios en el hecho de que Jesús está allí pero no lo reconocen, hace falta
que Jesús diga o haga algo para que “se les abran los ojos” (Jn 20,14-16).

b) Reconocimiento

Los discípulos renococen que Jesús está distinto y sin embargo es Él mismo. Esto lo
señalan los evangelios de muchas maneras: Jesús atraviesa murallas y se hace presente en
forma imprevista (Jn 20,19.26; Lc 24,36) y, sin embargo, conserva las llagas de la
crucificción (Jn 20,27; Lc 24,39) y come (Jn 21; Lc 24,41-42). Jesús no es un ángel o un
espíritu. Se presenta corporalmente, aunque su cuerpo esté a la vez transformado.

c) Misión

Siempre que Jesús se aparece insiste en el envío a continuar su misión (Jn 20,21-23;
Mt 28,16-20). Para esto les transmite el Espíritu Santo 25. Lo que está sucediendo en la
resurrección es algo para ser comunicado a todos.

1.3.2.4. ¿Qué es la resurrección?

Llama la atención la poca relevancia que tiene la fe en la resurrección en la vida del


cristiano. La fe en ella ha sido reemplazada completamente por la creencia en la
inmortalidad del alma. Se supone que esta última, al morir el hombre, se encuentra con
Dios y en ese encuentro se define su destino final: el cielo o el infierno. Si el alma accede al
cielo y allí vive en plena comunión con Dios y los santos, ¿de que sirve la resurrección?,
¿qué le agrega el cuerpo a esa plenitud? Y, -lo que ya está completamente olvidado- ¿qué le
añade una inserción en este mundo completamente renovado por Dios (Nueva Creación)?

Como una primera aproximación al concepto de resurrección, podemos decir


que la resurrección en Jesús es la salida de una condición marcada por el dominio del
23
Y nunca sobre la resurrección misma, de la que nadie fue testigo.
24
En todo caso hasta los exégetas más críticos concuerdan en que se trata de “apariciones” y no de “visiones”.
Lo que propio de la aparición es que se impone “desde fuera” (a diferencia de la visión en que estamos ante
una “construcción subjetiva”) como algo inesperado.
25
Según Juan 20,22-23 el envío del Espíritu es inmediato.
21

pecado (aunque Jesús no es pecador), la limitación y la muerte a una condición (corporal y


espiritual) de plenitud y victoria. Y todo esto por una intervención de Dios Padre a través
del Espíritu.

El significado de la resurrección no es representable por nuestras categorías


humanas porque éstas están radicalmente marcadas por nuestra condición actual no-
resucitada. Se puede apuntar a la resurrección mediante analogías de nuestra experiencia;
en ellas se resalta más la distancia con lo que es la resurrección que la semejanza con ella.

Esta limitación la tuvieron los primeros destinarios de las apariciones de Jesús


resucitado. Ellos tuvieron que echar mano a conceptos del Antiguo Testamento para
hablar de la resurrección; y les fue necesario recurrir a varios conceptos del mismo para
suplir las insuficiencias que cada uno de ellos tenía. Los exégetas sostienen que
originalmente la Iglesia Primitiva recurrió a dos tipos de lenguaje para hablar de la
resurrección: el lenguaje de exaltación y el de resurrección.

El lenguaje de exaltación se puede encontrar en Hch 2,32-36 y en Flp 2,6-11. En


estos textos se muestra que Jesús ha sido exaltado, elevado y sentado a la diestra del Padre,
constituído Señor (del universo) y Cristo (Mesías) 26. La cita del salmo 110 pone en igual
nivel a Dios Padre y a Jesús. En este lenguaje se destaca el aspecto de reivindicación que
tiene la resurrección: Dios Padre no le ha dado la razón al Sanedrín en su actuación sino a
Jesús; este último era su auténtico representante.

El lenguaje de resurrección insiste en que Jesús ha sido levantado o despertado del


sueño de la muerte Nuestras bíblias traducen por “resurrección” o “resucitar” al verbo
“anístemi” y al sustantivo “anástasis” (que significan levantar, poner de pie a alguien); así
como al verbo “egéiro” y el sustantivo “égersis” (despertar, llamar). Ambos tipos de
palabras se utilizan en el NT como sinónimos para indicar el paso de la muerte a la vida en
Jesús.

Ambos lenguajes deben ser complementados con la reflexión que realiza el resto
del Nuevo Testamento sobre la resurrección. Para Pablo, la resurrección es liberación de
la ley , del pecado y de la muerte; esto es, de la limitación radical del ser humano (tan bien
ejemplificada en la necesidad humana de tener una legislación que regule las relaciones
siempre tan costosas entre individuo y colectividad), de su raíz egoísta, y de la fuente del
ese egoísmo: el temor a la desaparición total.

La res. es paso de la muerte a la vida, pero a una vida nueva que no puede
entenderse a partir de la actual. Como analogía puede servir aludir a la experiencia del
embrión en el seno materno: es incapaz de imaginar la vida que tendrá una vez ocurrido el
nacimiento (colores, sonidos, encuentro con los padres, etc). Es como entrar en una nueva
dimensión, inobjetable, irrepresentable, impensable. No puede ser captada por nuestras
categorías. La resurrección es entrada a la dimensión de Dios y por ello se convierte en
un hecho que sólo puede ser efectuado por Dios mismo. Se trata de un acto tan
exclusivamente divino como el de la Creación. Por eso mismo, Pablo identificaba al “Dios

26
Al poner al mismo nivel a Jesús y a Dios, se está afirmado la divinidad de Jesús.
22

que llama al ser lo que no es” con el “Dios que ha resucitado a Jesús de entre los muertos”
(Rm 4,17-24). Esto lleva a descubrir -como veremos- la divinidad de Jesús.

Por eso -en analogía con lo que ocurre con la creación- la resurrección es un
suceso meta-histórico. Por hecho histórico se entiende aquel que, por su misma naturaleza,
es decir, por haber ocurrido en un lugar y tiempo determinado y por pertenecer al pasado de
nuestra historia, es de suyo accesible al conocimiento y a la investigación histórica. En
cambio, la resurrección sucede en nuestra historia (en el siglo I de nuestra era) pero la
supera, ya que el Resucitado entra en una dimensión nueva que no es la de este tiempo y
espacio: no asciende localmente, no existen los días para Él, etc.

En todo caso, la resurrección atañe a Alguien que es de nuestra historia y ha


tenido efectos positivos en ella. Los testigos del Resucitado la concebían como un suceso
real e independiente de nuestra propia conciencia.

Si la resurrección significa el ingreso a otra dimensión y por lo tanto no es


perceptible a nuestros sentidos, ¿cómo se accede a ella? El NT nos presenta dos vías de
acceso: las apariciones del Resucitado y las manifestaciones del Espíritu Santo.

Por las primeras, Jesús se hace presente a los que vivieron con Él. Como hemos
visto se trata de encuentros (“apariciones”) en los que Jesús se adapta a los sentidos de los
testigos pero en que se manifiesta como “distinto” a su vida anterior.

Por las manifestaciones del Espíritu, Jesús se hace presente en forma invisible
-pero muy real- en toda la Comunidad Cristiana a través de su vida interna y misión. El
Espíritu dota a la comunidad de “carismas” (1 Cor 12) y le da claridad y valentía para
anunciar el evangelio a todas las naciones.

Jesús esperaba que todo Israel aceptara el Reinado de Dios; sin embargo, ello no
ocurrió. Ante este rechazo, Dios lo realizó en la persona de su Hijo. Jesús es el Hombre
Nuevo 27, en el que se concentra la “Nueva Creación”. El final pleno de la historia se ha
anticipado en Jesús resucitado.

1.3.2.5. Consecuencias de la resurrección

a) La muerte de Jesús, ¿voluntad de Dios?

Mediante el gesto de resucitar a Jesús, Dios Padre hace fecunda la cruz de Jesús
pero no la “justifica”. El Padre “ha sacado” de la cruz la resurrección de Jesús, la vida de
la muerte, y la Iglesia del rechazo de Israel. Él es capaz de convertir los peores
acontecimientos en fuente de plenitud. Sin embargo, esto no justifica la cruz. Ella es fruto y
signo de la maldad humana y como tal no es querida por Dios. Es permitida por Él
unicamente por respeto a la libertad del hombre; en este caso, la de los que condenaron a
Jesús. Sólo en este último sentido se puede hablar de voluntad divina. Me parece que puede
ser de ayuda distinguir entre una voluntad de Dios “originaria” y otra “derivada”. Lo

27
1 Cor 15,21-22.45.
23

que Dios quería era que los hombres aceptaran su Reinado, esta fue su voluntad originaria;
dado eso no sucedió, entonces el Reino debió hacerse presente en la cruz de Jesús (voluntad
derivada) 28 .

La realización del Reinado de Dios en Jesús tiene consecuencias para nosotros.


Como dice Pablo: “Creemos que Jesús murió y resucitó, y que, por lo tanto, Dios llevará
consigo a los que han muerto unidos a Jesús” (1 Tes 4,14) La resurrección del Señor es
anticipo y garantía de la nuestra. Es un futuro ofrecido a todo hombre que quiera unirse a Él
29
.

b) Carácter pascual de la existencia cristiana

A modo de reflexión final presento un tema que es recurrente en el Nuevo


Testamento: el de la actualidad de la Pascua de Jesús en la vida presente del cristiano.

De entre muchos textos posibles, cito uno: “Llevamos siempre en nuestras personas
30
por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra persona. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte
por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra condición
humana frágil 31. De modo que la muerte actúa en nosotros, mas en ustedes (también) la
vida” (2 Cor 4,10-12).

Todos sabemos que tarde o temprano el dolor y la muerte golpean nuestra vida.
Nuestro mundo a diario vive situaciones de verdadera catástrofe. Es muy importante no
atribuir el mal a Dios (¡No lo envía Dios!). Éste proviene de la libertad humana (que en sí
misma es un gran don, pero que se puede usar mal) y de la autonomía relativa de un mundo
no terminado, que Dios respeta en su funcionamiento 32. El mal en sí mismo no es
justificable (es “pecado”, si brota de nuestra voluntad libre; es “catástrofe”, si viene de la
naturaleza) y debe ser visto y denunciado como tal.

Sin embargo, Dios ofrece la oportunidad de vivir ese mal en conexión con la muerte
de Jesús, y, así, transformarlo en fuente de vida nueva. Nada nos puede separar del amor de
Cristo y de su capacidad transformadora: ni la enfermedad, ni el dolor, ni la persecución, ni
la misma muerte (Rm 8,35-39). Todo ello puede ser convertido en fuente de alegría y
plenitud...hasta el día en que no va a ser necesario asumir el mal porque éste va a haber
dejado de existir. En ese día -el de la venida del Reinado de Dios en plenitud - “ya no habrá
muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo habrá desaparecido” porque Dios va
a haber “instalado su morada en medio de los hombres” (Ap. 21,3-4).

28
Derivada del rechazo humano.
29
Para lo cual, lo decisivo es amar como Jesús amó.
30
Literalmente, “cuerpo” (en sentido hebreo).
31
Idem.
32
Las enfermedades, los accidentes y las catástrofes naturales son propias de un mundo, de una naturaleza,
que aún está lejos de haber llegado a su plenitud. Dios respeta el funcionamiento regular de la misma como
condición de la libertad del hombre. Un mundo que cambiara continuamente haría imposible toda actuación
humana.
24

2. BREVE HISTORIA DE LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO

2.1. El origen de la Iglesia

La Iglesia se origina en las apariciones de Jesús resucitado y en el envío del Espíritu


en Pentecostés. Es ahí en donde Jesús reitera la misión confiada a los discípulos,
amenazada por su huida y desesperación. Antes de estos acontecimientos existen gestos
preparatorios de la Iglesia, como por ejemplo, el llamado de los Doce.

2.2. La Comunidad Primitiva de Jerusalén

a) Características generales

En poco tiempo, gracias a la predicación de los apóstoles, se forma una comunidad


numerosa en Jerusalén. La proclamación de Jesús como Mesías va destinada en primer
lugar a Israel. Incluso, la Comunidad espera un pronto retorno de Jesús para llevar a
plenitud el Reinado de Dios (la Parusía), lo que dinamiza la vida y misión eclesial.

La comunidad cristiana sigue perteneciendo a Israel. De hecho, se mantuvo


obediente a la Ley de Moisés y al Templo, de forma que, externamente, no se percibe
diferencia alguna.

Por otra parte, afirma tajantemente que sólo en Jesús de Nazaret hay salvación
para el hombre (Hch 4,12). Concuerda con esto la descripción que se hace de la primera
comunidad en los Hechos de los Apóstoles. Se dice en este libro que los creyentes “se
mantenían constantes en la enseñanzas de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del
pan y en las oraciones” (Hch 2,42).

Los elementos del culto cristiano primitivo, son el bautismo (de adultos: Hch 2,38;
Mc 16,16) y la eucaristía, que se celebra en las casas después de una comida común.

La comunión (koinonía) se practica en el conjunto de la vida de la comunidad.


Lucas (autor de Hechos de los Apóstoles) nos cuenta que:

“Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus
bienes, y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2,44ss.).

Existe consenso en los especialistas en que esta visión corresponde mucho más al
ideal lucano que a la realidad de la comunidad. Sin embargo, el crecimiento aceleradísmo
del cristianismo se debió en gran parte a la unidad, cariño y solidaridad que tuvieron los
cristianos al interior de sus comunidades. Probablemente había grupos que tenían todo en
común.

Muy pronto la comunidad aumenta de tamaño por la integración de judíos


provenientes de Galilea.
25

¿Cómo se organizó la comunidad? Llamados por el Señor mismo, los Doce, con
Pedro a la cabeza, ejercieron la dirección de la Comunidad. Como primer testigo del
acontecimiento pascual, Pedro aparecía como el responsable entre los hermanos, por
ejemplo en la elección de Matías (Hch 1,15-26). De él partió la iniciativa de emprender la
misión entre los judíos de Palestina (Gal 2,8) y también entre los gentiles (Hch 10,1 –
11,18), una evolución que probablemente intranquilizó a las autoridades judías y llevó a
éstas a tomas las primeras medidas de persecución en contra de los apóstoles (Hch 4,1-22;
5,17-42). Pedro era considerado como la autoridad suprema de la primitiva comunidad de
Jerusalén. Según Gal 1,18, también Pablo reconocía esa autoridad. La actividad de Pedro en
Jerusalén se desarrolló durante unos 12 años. La conducta de Herodes Agripa I (37-44),
favorito de Roma, quién hizo decapitar a Santiago, de los Doce, el año 41, trajo consigo
también la detención de Pedro, quien, liberado de forma milagrosa de la cárcel, se dirigió a
“otro lugar” (Hch 12,17).

La dirección de la comunidad de Jerusalén pasó, entonces, a ser responsabilidad de


Santiago, el “hermano 33 del Señor”, quien gozó de gran prestigio desde un principio por
su parentezco con la familia de Jesús. Su fidelidad a la Ley de Moisés evitó quizás que las
autoridades judías lanzaran un ataque definitivo a la comunidad de los creyentes. A Pedro,
Santiago y Juan (llamados por Pablo “columnas en Gal 2,9) asistía en la dirección de la
comunidad de Jerusalén un colegio de presbíteros (= ancianos) (Hch 11,30; 15,2; 20,17),
siguiendo el ejemplo de la estructuración de las sinagogas. Competía a los ancianos tareas
de organización que incluían la preocupación por los que se encontraban en apuros (1 Pe
5,1-4; Sant 5,14). A menudo, toda la comunidad participaba en la toma de decisiones. Así
se actuó por ejemplo, en la “elección de los Siete” (Hch 6,2-5) o en la disputa sobre la
misión entre los gentiles (Hch 15,22; Gal 2,9).

b) “Hebreos” y “helenistas”

En Hechos se nos habla de un conflicto entre dos grupos de la comunidad: los


“hebreos” y los “helenistas”. Todos son judíos, pero los primeros viven en Palestina y
hablan arameo y los segundos en la diáspora (fuera de Palestina) y hablan griego. Según
Hch, un motivo secundario, la menor asistencia a sus viudas en las atenciones de cada día
(Hch 6,1), dio pie a una serie de quejas que se solucionaron con la designación de 7
varones (llamados, inadecuadamente, “diáconos”) (Hch 6,1-6).

Sin embargo, si se lee con atención los textos siguientes, puede contatarse
discrepancias más hondas. Los “helenistas” pretenden que la misión desborde los límites de
Israel. Su líder, Esteban, deja de reconocer el Templo como lugar de salvación (Hch
6,13ss.) y es asesinado por orden del Sanedrín.

Es por ello que los 7 nombrados constituyen una directiva aparte; sometida a los
apóstoles pero no a los “presbíteros” de la comunidad de Jerusalén. La persecución que
arreció tras el martirio de Esteban obligó a este grupo a escapar de Jerusalén y fundar
una nueva comunidad en Antioquía (Hch 8,1-4; 11,19-26). Esta comunidad jugaría un
papel clave en la difusión del Evangelio por el mundo greco-romano.

33
En el sentido bíblico de “pariente” (ver, por ejemplo, Gen 13,8 y Lev 10,4).
26

2.3. La propagación del cristianismo

a) La actividad misionera de Pablo

De entre los proclamadores del Evangelio, llevado a través de las provincias del
Imperio Romano por misioneros de nombre desconocido, sobresale Pablo, judío de la
diáspora, quien tras su conversión (Hch 9,3-18), fue ganado por Bernabé para la tarea de
colaborar a la misión evangelizadora de la comunidad de Antioquía (Hch 11,25ss.).
Precisamente en esta gran ciudad helenística se comienza a bautizar a los gentiles sin la
exigencia de la circuncisión, dando lugar a una “comunidad mixta”, es decir, de judíos y
gentiles.

De esta comunidad nació la iniciativa de que Pablo y Bernabé se dedicaran a la


misión. La convicción de la inminencia del fin del mundo incrementó la urgencia de la
proclamación universal de la fe. El primer viaje misionero (Hch 13,1 – 14,28) llevó a
ambos, entre los años 44 y 48, a Asia Menor, pasando por Chipre, desde Panfilia hasta el
sur de Galacia. Siguiendo la instrucción según la cual había que predicar la palabra de Dios
primero a los judíos (Hch 13,46ss), Pablo y Bernabé se presentaban en las sinagogas de las
ciudades respectivas, pero eran escuchados sobre todo por los gentiles (Hch 14,27).

Sin embargo, con la renuncia a la circuncisión se fraguaba un conflicto grave


relacionado con la validez de la Ley (Hch 15,1-5). El asunto es tratado por el llamado
“Concilio de Jerusalén”, en el año 48/49. Los apóstoles y presbíteros y la asamblea de la
comunidad le dan la razón a Pablo y Bernabé: no se debe exigir a los cristianos de la
gentilidad la adhesión a la Ley de Moisés. Sin embargo, Santiago exigió el cumplimiento
de ciertas cláusulas que eran particularmente importantes para los judeo-cristianos: la
abstención de consumir las carnes sacrificadas a los ídolos (idolotitos), de la indecencia
sexual (pornéia), de los animales estrangulados y de la sangre (Hch 15; Gal 2,1-10). En su
“segundo viaje misionero”, Pablo visitó de nuevo a las comunidades de Asia Menor, hasta
que, inspirado por una visión, pasó a Macedonia y Grecia (Hch 15,36 – 18,22).

Tras una breve estadía en Palestina, Éfeso terminó por convertirse en el centro de su
misión desde el año 53 al 57 (tercer viaje misionero). Éfeso era la ciudad de la diosa
Artemisa, y el cristianismo de tipo judaizante había echado raíces ya allí. A pesar de
algunas dificultades, por ejemplo con los orfebres (Hch 19,21-40), Pablo consiguió abrirse
paso en ese ambiente religioso y cuidó con sus cartas el crecimiento espiritual de las
comunidades existentes. Se adentró más en Grecia y confió a la comunidad de Roma su
intención de viajar a Occidente, concretamente hasta España, puesto que ya no tenía trabajo
en Oriente (Rm 15,23ss) 34.

Sin embargo, Pablo volvió primero a Jerusalén para llevar una colecta (Gal 2,10;
Rm 15,26) a la comunidad de aquella ciudad. Entonces se produjeron confrontaciones con
los judíos. Como consecuencia de todo aquel revuelo, Pablo fue encarcelado. Tras dos años
de prisión, fue trasladado a Roma (“viaje de la cautividad”: año 61). La libertad de
34
La estrategia misionera de Pablo consistía en fundar comunidades en las grandes ciudades del Imperio
Romano. Cuando eso se lograba, Pablo consideraba que su trabajo en esa zona estaba concluído.
27

movimiento de que gozaba en la capital del Imperio permitieron a Pablo proseguir su


trabajo misionero, pero no pudo viajar a sus comunidades. Finalmente, según una antigua
tradición cristiana, padeció el martirio durante la persecución que tuvo lugar en tiempos
del emperador Nerón (hacia el año 64).

b) La actividad misionera de Pedro

Como principal testigo de la fe pascual, Pedro tuvo al principio a su cargo la


dirección de la comunidad primitiva de Jerusalén. Sin duda comenzó muy pronto a
misionar entre los judíos. En todo caso, Pablo justificaba su propio envío mediante la
comparación con Pedro, al que se le había confiado la evangelización de los “circuncisos”
(Gal 2,7). Pero, según el relato de la conversión del centurión Cornelio (Hch 10,1 – 11,18),
el llamamiento del primer apóstol a predicar entre los gentiles rompió aquella primera
delimitación y lo abrió a los griegos. Con su conducta se expuso a la crítica de los judeo-
cristianos (Hch 11,3) y a las protestas de Pablo (Gal 2,11-21).

Tenemos escasos puntos de apoyo para hablar de la actividad misionera de Pedro


fuera de Palestina. Tal vez la enumeración de 1 Pe 1,1: Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y
Bitinia, refleja su actividad apostólica.

Sin embargo, la comunidad cristiana de Roma desarrolló una clara conciencia de


una estrecha vinculación a Pedro. Es curioso que no existan testimonios directos acerca de
una estadía del apóstol en Roma. Una escueta noticia de Suetonio 35, según la cual algunos
judíos fueron expulsados de Roma a causa de tumultos permanentes por instigación de un
tal Cresto, alude muy probablemente a discuciones sobre la mesianidad de Jesús, de forma
que es posible pensar que, en el año 49, fecha del edicto, existía ya una comunidad judeo-
cristiana que se había abierto a los gentiles. Quizás la importancia de Roma como capital
del Imperio fue lo que atrajo a Pedro. De cualquier manera, numerosos testimonios
indirectos excluyen toda duda razonable sobre una estadía y matirio en Roma 36.

2.4. La caída de Jerusalén y la ruptura con el Judaísmo

Bajo la dirección de Santiago, el hermano del Señor, los cristianos de Jerusalén (y


de otros lugares de Palestina) permanecieron fieles a la tradición judía, al cumplimiento de
la Ley. Estos creyentes de observancia judía llevaron el mensaje de Cristo al Oriente de
habla aramea, y nacieron allí comunidades con estructura propia, que perduraron durante
mucho tiempo a pesar de la influencias de corrientes sincretistas. Pero el prestigio de que
gozaba Santiago no pudo evitar el conflicto con la autoridad religiosa del Judaísmo. Las
maquinaciones del sumo sacerdote Anás consiguieron que, el año 62, Santiago fuera
arrojado del pináculo del Templo por dar testimonio de la mesianidad de Jesús.

Esta experiencia tuvo mucho que ver con la actitud que adoptó la comunidad
cristiana de Jerusalén respecto de la sublevación judía en contra de la ocupación romana
del año 66. Pensó que no le afectaba, y emigró casi por completo a la región situada al este
35
Historiador latino (¿69 al 125?).
36
Ver detalles en STOCKMEIER,P. “Edad Antigua”, en LENZENWEGER - STOCKMEIER –AMON –
ZINNHOBLER, “Historia de la Iglesia Católica”, Herder, Barcelona, 1989, pp. 40-41.
28

del Jordán. Una parte de la comunidad consideró la toma de Jerusalén por los romanos
del año 70 (que culminó con la destrucción de la ciudad y del Templo) como juicio
(castigo) de Dios, y retornó de nuevo a su ciudad desolada.

Las tensiones con el Judaísmo se agudizan en el período siguiente, como lo


demuestra la inclusión de los “nazarenos” en la fórmula de maldición sobre los “minim”
(herejes) en la oración sinagogal y las excomuniones en la década del 80. Por primera vez
estamos ante una ruptura completa entre Judaísmo y cristianismo.

Para el cristianismo judío, Jerusalén perdió toda su importancia cuando, como


consecuencia del aplastamiento de la sublevación de Bar-Kochba (132-135), la ciudad se
convirtió en una colonia romana, la “Aelia Capitolina”. Se prohibió, bajo pena de muerte,
que los judíos residieran en ella; aunque tal prohibición no alcanzaba a los cristiano-
gentiles, quienes fundaron ahí inmediatamente una nueva comunidad. Sin embargo, ello no
impidió que el judeo-cristianismo se terminara, producto del aislamiento respecto de las
comunidades gentiles y a la aparición en su interior de corrientes sectarias de tipo
sincretista (de las que surgiría más tarde el “gnosticismo”).

2.5. La persecución romana

Las alusiones que hemos hecho a la muerte martirial de Pedro y Pablo en Roma, y
las alusiones del Apocalipsis a la persecución imperial, nos obligan a tratar aquí este tema;
a diferencia de lo que es la práctica común de los historiadores eclesiásticos 37.

¿Por qué razón el Imperio Romano persiguió a los cristianos? No es fácil


responder a esta pregunta. Las fuentes de que disponemos son, en casi su totalidad,
cristianas. Ellas ven en el Imperio a un brutal perseguidor o bien resaltan la fe y heroísmo
de los mártires. Autores cristianos como Lactancio y Eusebio relatan las persecuciones
siguiendo el modelo de la narración bíblica de “las plagas de Egipto” (Ex 7,8 – 11,10).
Actualmente se busca una visión más objetiva del asunto.

La razón fundamental parece haber sido el hecho de que los cristianos no rendían
culto a los dioses del Imperio. Desde antiguo se creía que existía un vínculo muy estrecho
entre el culto a los dioses tradicionales y el bienestar general de la población del Imperio.
Un texto del poeta romano Horacio refleja bien esta creencia: “Por los pecados de los
padres tienes que pagar tú, romano, a pesar de tu inocencia, hasta que hayas renovado los
amenazados templos y recintos de los dioses, así como las imágenes de los dioses
ensuciadas por el negro humo. Posees la soberanía sólo porque te sometes a los dioses. De
ahí arranca todo; calcula según eso el final. Los desdeñados dioses han amontonado
abundantes desgracias sobre Occidente”. Como se ve, se consideraba el culto de los dioses
como condición indispensable para la supervivencia del Imperio y para el bien público.
Toda esta concepción tenía que llevar necesariamente al conflicto entre los cristianos y el
estado.

Semejante explicación debe hacer frente a dos objeciones: a) ¿Por qué el Imperio

37
Que dejan este tema de las persecuciones para el estudio de la vida eclesial de los siglos II y III.
29

no persiguió a los judíos, que tampoco reconocían ni daban culto a los dioses
romanos? b) ¿Por qué el Imperio fue tolerante con los nuevos cultos venidos de
Oriente, que hacían numerosos adeptos?

La respuesta a la primera pregunta (a) parece ser el que los judíos no hacían
“prosélitos” 38 en cantidad importante. A la segunda cuestión (b) la respuesta perece
estar en la “pretención de absolutez” del cristianismo: por primera vez aparecía en el
Imperio Romano un movimiento que no consideraba a su Dios como un dios particular,
sino como el único verdadero y realmente salvador del mundo, cuyo culto era incompatible
con cualquier otro.

Acerca del modo de la persecución, es importante tener en cuenta que ésta provino
primeramente de la población romana. Toda la vida del Imperio estaba plagada de
manifestaciones religiosas; de las cuales se apartaban los cristianos. Debido a ello se los
consideró “ateos” y enemigos de la civilización antigua. El aislamiento de los cristianos dio
pie a rumores, que les atribuían acciones inmorales en sus reuniones nocturnas. Muy pronto
fueron considerados criminales, que tenían buenos motivos para temer a la publicidad.
Bastaba luego cualquier pretexto para que la población romana descargara su desconfianza
y rencor, y se tomara justicia por su mano sobre los partidarios de la nueva fe, o los
arrastrara ante las autoridades civiles exigiendo su castigo 39.

La persecución por parte de las autoridades romanas fue muy diferente de acuerdo
a lugares y momentos. Los principios de la política religiosa de Roma impedían intervenir
con medios oficiales en contra de los seguidores de un movimiento religioso por el solo
motivo de su credo. Sólo a partir del siglo III se vio en el cristianismo a un movimiento que
amenazaba la existencia del Imperio como tal.

Dos persecuciones son importantes en la época del NT, la de Nerón y la de


Domiciano. La primera fue desencadenada por el incendio de Roma el año 64. El
historiador romano y anticristiano, Tácito nos relata el suceso. Con sorprendente tenacidad
se mantenía en la población romana el rumor de que había sido Nerón mismo el culpable
del gigantezco incendio que destruyó totalmente varios barrios de la ciudad. A fin de
arrancar de raíz esta sospecha, cuenta Tácito que el emperador la desvió hacia los
cristianos, “que eran aborrecidos por sus torpes acciones”. Nerón empezó interrogando a
detenidos, a quienes hizo que denunciaran a los cristianos como autores del incendio.
Seguidamente fue detenida una enorme muchedumbre, a la que se ejecutó según los
métodos acostumbrados con los incendiarios; esto es, se los hizo arder como antorchas
vivas, en los jardines de Nerón, que éste había cedido para el espectáculo 40.
38
El “prosélito” es un pagano que ingresaba al Judaísmo mediante el rito de la circuncisión.
39
En esto último contribuyeron a menudo los judíos de la “diáspora”, que no perdonaban a los cristianos su
apartamiento de la Ley de Moises.
40
El testimonio de Tácito es bien impresionante: “Todos los esfuerzos y munificiencia del emperador fueron
insuficientes para desvanecer el rumor siniestro de que él había ordenado el incendio. Para disipar esta
creencia y culpar a otros, martirizándolos, Nerón acusó a los cristianos, que el pueblo odiaba por sus
abominaciones. El Cristo, del que ellos tomaban el nombre, había sido ejecutado durante el reinado de
Tiberio, bajo la procuradoría de Poncio Pilato. Esta maligna superstición, reprimida por algún tiempo, se
reavivó de nuevo, y no sólo en la Judea, donde se originó el mal, sino hasta en Roma, donde encuentra refugio
todo lo que es malsano y corrompido. En consecuencia, algunos cristianos, conducidos ante el tribunal, fueron
30

Clemente Romano 41 afirma que murieron de muerte violenta no sólo Pedro y


Pablo sino que “una gran muchedumbre de escogidos”, entre ellos también mujeres, a las
que se sometió a crueles tormentos. Sin duda se refiere a los mismos hechos anteriores. Sin
embargo, la observación sobre Pedro y Pablo carece de precisión cronológica y deja abierta
la cuestión de si su muerte ha de ponerse antes o después del 64.

La segunda persecución importante fue la de Domiciano. Según el historiador


romano Dión Casio, bajo el emperador Domiciano fueron acusados y condenados por
“ateísmo” (o “impiedad”) el cónsul Flavio Clemente y su mujer Domitila, y con ellos
“muchos otros inclinados a las costumbres judías”. Todo indica que el conflicto se originó
en el “culto al emperador” 42, que, aunque es anterior a Domiciano, éste comenzó a exigirlo
en forma desmedida sobre todo en Asia Menor. Dentro de este contexto cabe situar algunas
alusiones del Apocalipsis (ver Ap. 12 – 19) cuya composición debe situarse en los en
últimos años del siglo I.

convictos, no tanto de haber causado el incendio como de odio al género humano. Envueltos en pieles de
animales fueron despedazados por los perros, crucificados o quemados vivos, y algunos sirvieron de
antorchas encendidas durante la noche. Nerón ofreció sus jardines para este espectáculo, y hubo carreras de
carros, en las que el emperador se mezcló con la gente vestido de auriga. Y he aquí que estos criminales, que
merecían castigos ejemplares, despertaron un sentimiento de compasión, porque pareció que no eran
sacrificados por el bien común, sino para satisfacer la crueldad del tirano”.
41
En su “Carta a los Corintios”, de fines del siglo I.
42
Es decir, el culto al emperador (y por lo tanto al Imperio) como a un dios. Obviamente dicha pretención
entraba en conflicto con lo más fundamental de la fe cristiana.
31

3. DESCRIPCIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

¿Qué libros constituyen el NT? La presentación que haré a continuación no


pretende ser completa. Pretendo explicar, sobre todo, los grandes conjuntos, siendo
inevitable por razones de espacio detenerse en cada uno de los libros.

3.1. Los Evangelios Sinópticos

Se conocen con este nombre los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, a causa de
su idéntico esquema para presentar la vida de Jesús que permite ponerlos en tres columnas
y darles una “mirada de conjunto” (=sinópsis).

Los evangelios son obras tardías. Antes de ellos, las acciones y palabras de Jesús se
transmitieron, primero, oralmente y después en pequeñas colecciones escritas. El evangelio
más antiguo, Marcos, fue compuesto poco antes del año 70; por lo que, entre la Pascua de
Jesús y él, hay un lapsus de unos 30 años.

- Mateo. Su autor no es Mateo-Leví de los Doce, como se ha creído tradicionalmente, sino


un judeo-cristiano desconocido que se dirige a una comunidad cristiana judía. Presenta a
Jesús en estrecha conexión con el AT. Es escrito entre los años 70 a 90, probablemente en
Antioquía.

- Marcos. Escrito entre el 60 y 70 por Juan Marcos, ayudante primero de Pablo y después
de Pedro. Los destinatarios son cristianos gentiles, probablemente de Roma. Este evangelio
fue conocido por los autores de Mateo y Lucas.

- Lucas. Ayudante de Pablo y de origen gentil, escribe su evangelio para una comunidad
griega entre los años 70 y 90. Este evangelio continúa en el libro de “Hechos de los
Apóstoles”, del mismo autor.

3.2. El Evangelio de Juan

Fue compuesto en sucesivas redacciones en un largo período de tiempo que va


desde unos años antes del 70 hasta aproximadamente el año 90. Su autoría se atribuye a un
misterioso “discípulo amado”, que a partir del siglo II se ha identificado con Juan, el de los
Doce. Sin embargo, esta identificación hoy ha sido puesta en duda. Existen 3 tipos de
posuras:
- los que afirman que fue compuesto por un personaje histórico concreto (Juan u
otros),
- los que sostienen que el “discípulo amado” no es alguien histórico sino que se
alude con la denominación a un prototipo de discípulo ideal de Jesús,
- los que afirman que fue compuesto por un discípulo directo de Jesús, distinto de
los Doce.

En todo caso, el ambiente vital en que se escribió el evangelio es el de una


comunidad originalmente palestinense y que en un segundo momento se trasladó a la
diáspora.
32

3.3. Los Hechos de los Apóstoles

Se trata de una historia de la difusión del cristianismo a partir de la ascensión de


Jesús y Pentecostés hasta la llegada de Pablo a Roma, capital del Imperio. Escrita por el
evangelista Lucas, es una especie de “segunda parte” del evangelio. Fue escrito poco
después de éste.

3.4. Las Cartas de Pablo

Se trata de la correspondencia que el apóstol Pablo mantiene con las comunidades


fundadas por él. A partir de preguntas o problemas concretos planteados por ellas, el
apóstol comunica su pensamiento en numerosos asuntos de la vida cristiana. El punto de
partida de Pablo es la muerte y resurrección de Jesucristo del cual saca sus consecuencias
para la vida del cristiano.

Estas cartas son los escritos más antiguos del NT. Su ordenación no es cronológica
sino por tamaño (de más larga a más corta). Sabemos que la carta más antigua (la 1
Tesalonicenses) fue escrita en el año 51, la última que se puede datar con seguridad es
Romanos, escrita el 58.

No todas las cartas que se atribuyen al apóstol son suyas. Se consideran con
seguridad de él: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses, Filemón.
No son de él: Efesios, 1 y 2 Timoteo, Tito, Hebreos. Se discute si son de Pablo: Colosenses
y 2 Tesalonicenses.

Las cartas van en el siguiente orden: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios,


Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos.

3.5. Las Epístolas Católicas

Se trata de 7 cartas que van dirigidas por varios autores a todos los cristianos (de ahí
su nombre de “católicas”, que significa “universales”).

- Santiago. Esta carta es un escrito de carácter sapiencial, en el cual se combate


fuertemente a una fe que no se traduzca en solidaridad con los pobres. Probablemente la
escribió Santiago, el “hermano del Señor” (que no es el de los Doce), quien gobernó la
comunidad de Jerusalen entre el 41 y el 62. Se debate mucho la fecha de composición de
esta carta. Algunos la ubican en los años 60 y otros en los 80.

- 1 Pedro. Se discute si fue escrita por Pedro o por un cristiano anónimo que usa de su
autoridad. En el primer caso, estaría escrita antes de la muerte del apóstol el año 64; en el
segundo sería de la década del 70. Busca animar a comunidades rurales de Asia Menor que
comenzaban a sufrir persecuciones.

- 2 Pedro. Escrito tardío (probablemente de fines del siglo I), que no pertenece al apóstol,
33

y que busca responder al problema del retraso de la Parusía (o Segunda Venida de Cristo).

- 1, 2 y 3 Juan. Probablemente fueron escritas por un autor anónimo perteneciente al


mismo círculo del Evangelio de Juan. Su datación se estima en torno al año 100. Ante un
cisma que remece a la comunidad, el autor insiste en la realidad humana de Jesús y en el
mandamiento del amor.

- Judas. Carta escrita a fines del siglo I por un judeo-cristiano que pone su obra bajo la
autoridad de Judas Tadeo, de los Doce. Utilizando un lenguaje apocalíptico, advierte a los
cristianos que no se dejen seducir por unos “falsos maestros”, que están actuando al interior
de la comunidad sembrando confusión.

3.6. El Apocalipsis

Esta obra fue escrita durante la persecución que sufrió la Iglesia en tiempos del
emperador Domiciano, a fines del siglo I. Su autor perteneció a al círculo donde se gestó el
Cuarto Evagelio y, probablemente, por eso el escrito es puesto en boca del apóstol Juan.
Mediante un lenguaje recargado de símbolos tomados del AT, la obra busca animar a los
cristianos perseguidos presentando una visión cristiana de la historia. Aparentemente el
Imperio opresor, y las fuerzas del mal que están detrás, están consiguiendo una victoria
definitiva frente a la Iglesia perseguida; sin embargo, ello no es así. Quién mueve los hilos
de la historia es Cristo y de Él es la triunfo final que ocurrirá en la Parusía. En ella Jesús
derrotará no sólo al Imperio sino a todas las fuerzas del mal.
34

4. LAS CARTAS PAULINAS

4.1. La figura de Pablo

San Pablo es una de las figuras más fascinantes del NT. Es también el personaje del
cristianismo primitivo del que poseemos más datos históricos. Sus cartas constituyen la
correspondencia más célebre de todas las épocas. Son, además, cronológicamente hablando,
los primeros escritos del NT y, por lo mismo, nos suministran los primeros datos sobre el
origen, estructura y desenvolvimiento de una serie de comunidades cristianas a 20 o 25
años de haberse iniciado la Iglesia.

Hemos visto, en líneas fundamentales, su actuación. Corresponde ahora profundizar


en algunos aspectos específicos.

a) Orígenes de Pablo

Pablo nace en Tarso, Asia Menor, en el seno de una familia judía. Se trata, entonces,
de un judío de la “diáspora”, de ideología farisea. Sin embargo, Pablo tiene doble
nacionalidad, judía y romana, esto último debido probablemente a que pertenecía a una
familia importante de la localidad 43. En consecuencia, Pablo llegará a ser alguien que
pertenece a dos mundos: el judío y el greco-romano. Este rasgo va a ser importante en su
labor evangelizadora.

En el campo judío, ¿tuvo Pablo estudios especiales de la Torah siguiendo a un


maestro? Así lo afirma Hch 22,5. Sin embargo, este dato es rechazado por la inmensa
mayoría de los especialistas debido a que Pablo utiliza siempre la traducción griega del AT
(los LXX), impensable en alguien que hubiera sabido hebreo. Sin embargo, la formación de
Pablo es buena. De hecho utiliza con soltura los métodos rabínicos de interpretación
bíblica.

Por parte del mundo greco-romano, Pablo pasó su infancia y adolescencia en su


ciudad natal, Tarso, que era la capital de la provincia romana de Cilicia y un célebre centro
de cultura. Sus escuelas de artes, ciencias y filosofía competían con la de Atenas y
Alejandría, las principales ciudades de la parte oriental del Imperio. Probablemente, Pablo
no asistió, al menos sistemáticamente, a centros de formación filosófica, pero hablaba y
escribía el griego con fluidez, corrección y hasta elegancia y muestra “estar al día” respecto
de las principales corrientes de pensamiento de su tiempo.

b) La llamada de Cristo

En un determinado momento de su vida (que puede fecharse alrededor del año 35


d.C.) la existencia religiosa de Pablo sufre un vuelco total. Tiene un misterioso encuentro

43
Una manera que tenían los romanos de asegurarse el dominio de los pueblos sometidos fue otorgar la
ciudadanía romana a las familias más importantes. También era posible comprar la ciudadanía romana; pero
no es el caso de Pablo.
35

con Jesús (Hch 9,1-9; Gal 1,15), y el que entonces había sido un encarnizado perseguidor
de los cristianos 44, se transforma de pronto en ardiente propagador de Jesús.

Después de un período de casi 10 años sobre el que apenas tenemos noticias, y en el


que Pablo consolidó su experiencia y su formación cristiana, el fariseo convertido al
cristianismo inicia una incansable actividad viajera y misionera que no cesará hasta su
muerte.

En el transcurso de esta actividad misionera, Pablo experimentó innumerables


peripecias y adversidades 45. Hay que destacar sobre todo sus prisiones. Las más
prolongadas fueron, sin duda, las de Cesarea y Roma (Hch 28,16); pero estuvo también
encarcelado en Filipos 46, en Jerusalén 47, muy probablemente en Éfeso, y quizás en otro
lugar.

c) Las comunidades paulinas

La actividad misionera de Pablo tuvo como objetivo principal la fundación de


comunidades cristianas. Precisamente algunas de estas comunidades, establecidas en
importantes ciudades del Imperio (Corinto, Tesalónica, Filipos), son las destinatarias de
casi todas sus cartas. Resulta muy provechoso para entender las cartas paulinas conocer las
características, circunstancias y problemas de dichas comunidades. Ellas poseen unos
rasgos comunes, que pueden resumirse así:

- Son comunidades integradas en el mundo griego. Es un nuevo mundo que ofrece a


los seguidores de Jesús múltiples ventajas, pero que no está exento de inconvenientes. En
este ambiente, en efecto, las pequeñas comunidades fundadas por Pablo viven la
permanente amenaza de un paganismo hedonista, de atractivos y fáciles cultos religiosos,
de múltiples costumbres contrarias al Evangelio. Se comprenden perfectamente las
advertencias continuas, recomendaciones, llamadas de atención e incluso duras
recriminaciones que Pablo hace en sus cartas.

- La mayoría de ellas estaban situadas en las regiones costeras del norte del
Mediterráneo, dentro, por lo tanto, del Imperio Romano. Tanto Pablo como sus
colaboradores procuraron establecer las comunidades cristianas en centros estratégicos, en
ciudades unidas entre sí por una fuerte red de comunicaciones. Así se favorecía el contacto
y el diálogo entre las comunidades cristianas. Dicho contacto y diálogo contribuyó a
fortalecer y enriquecer la fe recién adquirida.

- Son comunidades establecidas en núcleos urbanos en contraste con las


comunidades rurales palestinenses. Pablo no es, ciertamente, el fundador del cristianismo,
pero sí es el creador del cristianismo urbano, con todo lo que este acontecimiento iba a
suponer para la evolución de la Iglesia.

44
Gal 1,13-14.
45
Magníficamente evocadas en 2 Cor 11,23-27.
46
Hch 16,23.
47
Hch 21,33 – 23,30.
36

- Dentro de las ciudades en las que se establecen las comunidades cristianas, el lugar
común de encuentro es la casa. Son comunidades domésticas que se reunen en las casas
para celebrar su fe y alimentarla 48, y que posiblemente adoptaron la estructura social de la
casa en su organización.

- Son comunidades formadas por cristianos de procedencia tanto judía como pagana
y de una composición sociológica muy variada. Este hecho da razón de muchos de los
problemas concretos a los que Pablo tiene que hacer frente en sus cartas. Y explica
también, al menos en parte, el hecho de que las exigencias radicales formuladas por Jesús y
las comunidades palestinenses hayan sido sustituidas por un seguimiento del Señor que
aceptaba las desigualdades existentes de hecho en las comunidades e intentaba penetrarlas
de amor cristiano.

- Finalmente, son comunidades en las que está presente el pecado. No son


comunidades perfectas. Es verdad que en ellas se experimenta una nueva fraternidad, el
gozo del Espíritu que transforma los corazones, la proliferación de carismas, el amor
cristiano que supera las barreras sociales y económicas. Pero también se dan cita una gama
de dificultades, tensiones, discordias, celos, rivalidades, problemas prácticos, egoísmo. Se
puede percibir esa Iglesia “santa y pecadora” de que hablan los Padres.

4.2. Las cartas paulinas

a) El género literario

En líneas generales, las cartas de Pablo se ajustaban al esquema de la carta antigua


que constaba de un largo y complejo encabezamiento, el cuerpo de ella o mensaje y, una
despedida final. Sin embargo, en el desarrollo de este esquema, Pablo es casi siempre
profundamente original. La novedad las penetra del principio al final.

Habitualmente no escribía el materialmente la carta sino que la dictaba a un


secretario. En el caso de Rm, por ejemplo, el escriba de la carta, Tercio, no quiere quedar
en el anonimato y aprovecha la oportunidad de enviar saludos (Rm. 16,22). El hecho de que
Pablo dicte sus cartas y el carácter pastoral de ellas hace que Pablo vaya “sobre la marcha”
desarrollando su pensamiento. No es raro que Pablo corrija en el versículo siguiente lo que
ha dicho en el anterior (como en 1 Cor 1,12-16).

b) Clasificación

Como se ha visto más arriba, la tradición cristiana ha colocado 14 cartas bajo el


nombre y autoridad de San Pablo. Recordamos aquí que la opinión general de los
especialistas distingue tres tipos de cartas:
49
- Las ciertamente auténticas : Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1
48
Rm 16,5.11.
49
La palabra autenticidad no se refiere a la verdad del contenido de la carta, ni siquiera a su carácter de
Palabra de Dios. Sólo apunta a si la atribución tradicional es correcta o no. Para nuestra fe son tan válidas e
importantes las auténticas como la que no lo son.
37

Tesalonicenses, Filemón.
- Las ciertamente no auténticas: Hebreos, 1 y 2 Timoteo, Tito y Efesios.
- Las que están aún sujetas a discusión: 2 Tesalonicenses y Colocenses.

El orden en que van en la Biblia las cartas no corresponde a la cronología de su


composición sino que van primero las dirigidas a comunidades y después a individuos, el
criterio en ambos casos es el tamaño; o sea, la ordenación de más grande a más pequeña.
Hay que poner aparte la carta a los Hebreos, de la cual, desde muy antiguo existió la duda
de que fuera de Pablo.

Se va imponiendo entre los especialistas la siguiente clasificación, atendiendo a la


cronología y autenticidad:

- Cartas “protopaulinas”: son escritas antes del 60 y tienen como autor al propio Pablo;
son: 1 Tes.; 1-2 Cor.; Gál.; Rm.; Flp.; Flm.

- Cartas “deuteropaulinas”: escritas por discípulos de Pablo después de la muerte del


mismo (en algunas hay discusión respecto de su autenticidad); son: Col.; Flm.; 1-2 Tim.;
Tit.; 2 Tes.

- Carta a los Hebreos.

4.3. Las grandes temáticas de Pablo

Conscientes, por lo dicho hasta aquí, de que cualquier estructuración de la teología


paulina puede resultar imperfecta e incompleta, podemos señalar 4 núcleos principales de
contenido teológico en las cartas:

- Contenido escatológico: es decir, lo relativo a la meta de plenitud de la Historia


de la Salvación (Parusía). Está presente sobre todo en 1 y 2 Tes., y 1 Cor. 15.

- Contenido soteriológico: lo relativo al papel de Dios y del hombre en el proceso


de salvación. Gal y Rm son las más significativas en este tema.

- Contenido cristológico: qué lugar ocupa Cristo en los planes salvadores de Dios y
cómo ha intervenido en la realización concreta de esos planes. Está presente en todas las
cartas; sin embargo, en Flp y en Col la figura de Cristo adquiere perfiles realmente
esplendorosos.

- Contenido eclesiológico: cuál es el papel que Dios, por medio de Cristo, ha


confiado a la Iglesia en este empeño de llevar a término la salvación integral del hombre.
En 1 y 2 Cor, Ef. y la “cartas pastorales” se encuentra abundante material con relación a
este tema.

En todos estos núcleos temáticos, Pablo desarrolla siempre las consecuencias para la
vida cristiana (que se vive en comunidad). Lo que anima a Pablo no es la pura curiosidad
intelectual, sino iluminar la vida concreta de los cristianos.
38

4.4. La justificación es por la fe y no por las obras de la Ley: la Carta a los Gálatas

4.4.1. Datos generales sobre la carta

Estamos ante una de las cartas más directas, personales y apasionadas de Pablo.
Tuvo que escribirla para salir al paso de una situación de crisis en las comunidades de
Galacia. Pero su alcance va mucho más allá de lo que puede suponer la solución de un
problema local. En realidad estaba en juego la esencia y el futuro del cristianismo; era un
asunto de fidelidad o infidelidad al Evangelio; se trataba de que el cristianismo no se
convirtiera en una simple secta judía.

a) Pablo y las comunidades cristianas de Galacia

Los gálatas eran un pueblo que, procedente de Europa, se instaló en el centro de


Asia Menor y fueron sometidos por los romanos en el año 180 a.C. La provincia romana de
Galacia abarcaba una amplia franja de norte a sur en el centro de la península del Asia
Menor, que corresponde a la actual Turquía.

Pablo evangelizó los territorios y ciudades del sur (Iconio, Derbe, Listra, Antioquía
de Pisidia) en el curso de su primer viaje apostólico, durante los años 45 al 48 d.C. 50. En
cuanto a los territorios y ciudades del norte (Ancyra, Pesinonte, Tavio), que constituían las
región gala propiamente dicha, debieron ser evangelizados durante su segundo viaje
misionero (Hch 16,6). Es a estas últimas comunidades a las que Pablo se dirige en la carta.

Hacia el año 55, cuando Pablo se encontraba probablemente en Éfeso, le llegan


noticias de que sus comunidades de Galacia se hallan sumidas en una grave crisis de
identidad cristiana. Ésta ha sido provocada desde fuera por unos predicadores del Evangelio
que ponen en entredicho la validez y legitimidad del anuncio hecho por Pablo. El apóstol es
acusado de predicar un evangelio mutilado, de ser un “mini-apóstol”. Los agitadores en
cuestión proclaman que el auténtico evangelio es el de los apóstoles de Jerusalén (todos
judíos), esto es, el que manda observar fielmente la Ley de Moisés, incluido el rito de la
circuncisión. A estos cristianos, originarios con toda probabilidad de las comunidades
judeo-cristianas de Palestina, se les conoce en la historia del cristianismo primitivo con el
nombre de “judaizantes”.

El problema que estuvo en el fondo de esta crisis no fue algo exclusivo de las
comunidades cristianas de Galacia. En realidad, se trata de un problema que afectó al
cristianismo desde sus mismos orígenes y provocó diversos intentos de solución. La “crisis
gálata” constituye, sin duda, un momento clave en el desarrollo de la cuestión.

b) Género literario y estructura de la carta

No hay duda de que Gálatas es una verdadera carta, con unos destinatarios
suficientemente delimitados, pero se trata de una carta totalmente polémica. Con un estilo

50
Hch 13,13 – 14,24.
39

tremendamente agresivo, Pablo expone todo tipo de argumentos: referencias históricas,


evocaciones personales, citas de la Escritura, procedimientos exegéticos de las escuelas
rabínicas, interpelaciones personales, observaciones irónicas, etc. Sin embargo, aún le
queda sitio en su corazón para expresiones de profunda ternura (Gal 4,19).

Precisamente por todo esto la carta tiene una aparente falta de estructura. Aún así
pueden distinguirse 3 grandes secciones:

- 1,11 – 2,14: Defensa personal de Pablo

Se trata de una sección histórico-apologética en la que Pablo reivindica la absoluta


legitimidad de su condición de apóstol como fundamento de la autenticidad de su anuncio
evangélico.

- 2,15 – 4,31: La salvación viene por la fe

Estamos ante una parte fundamentalmente doctrinal, en la que Pablo demuestra que
la verdadera salvación viene de Dios a través de Cristo, aceptado por la fe.

- 5,1 – 6,10: La libertad según el Espíritu

Es una sección exhortativa, es decir que invita a algo. En este caso a tener la actitud
del hombre liberado por Cristo, animado por el Espíritu y no por la “carne”.

4.4.2. Contenido teológico fundamental

Pablo comienza planteando el tema de la carta en Gal 2,15-16:

“(15) Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, (16)
conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en
Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la
justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley
nadie será justificado.”(2,15-16).

En este breve resumen están presente todos los elementos doctrinales de la carta
(justificación, Ley, pascua de Jesús, fe en Jesús, promesa divina) que desarrollaremos
ahora.

a) La justificación

¿Que es la justificación? Se trata de un concepto vinculado a la Alianza, más


precisamente a los deberes que corresponde a los aliados: de parte de Dios, salvar a Israel,
de parte del hombre, hacer la voluntad de Dios.

En esta carta se utiliza en dos sentidos complementarios:

- Como sinónimo de salvación (este parece ser el caso aquí),


40

- como equivalente a recibir una sentencia favorable de parte de Dios en el


juicio final.

La pregunta que recorre toda la carta es: ¿cómo se alcanza la justificación?,


¿mediante el cumplimiento de la Ley o basta la fe en Jesucristo? Pregunta importante
porque la justificación es lo que conduce a la “vida” (vida eterna, cielo).

b) La Ley no justifica

Para los judíos de tiempos de Pablo la respuesta a la pregunta sobre la justificación


era clara: ella se alcanza como recompensa otorgada por Dios a un cumplimiento estricto de
la Torah. Las acciones buenas van formando una especie de “capital” que se exhibe ante
Dios.

En el fondo se trata de una auténtica “autosalvación” gestionada por el hombre


mismo, que acumula méritos. Este modo preciso de cumplir la Ley es lo que Pablo llama
las “obras de la Ley”.

Ante esta concepción la posición de Pablo es que la Ley es incapaz de salvar o,


dicho en términos paulinos, de “conferir justicia”. Y esto por 2 razones:

- La Ley da el conocimiento del pecado, pero no la fuerza para superarlo,


- El egoísmo se sirve de la Ley para agravar el pecado.

¿Para qué Dios ha entregado, entonces, la Ley? Para expresar las exigencias de la
voluntad de Dios y poner al descubierto el pecado. Tiene entonces una función pedagógica
provisional pero no es capaz de conferir “vida”.

Pablo argumenta sirviéndose de la figura de Abraham, padre de los creyentes, que


fue justificado por la fe y no por las “obras de la Ley” (ya que todavía no había Ley). La
descendencia prometida a él son todas las naciones, o sea, judíos y gentiles.

¿Qué actualidad tiene este planteamiento? Mucha. El equivalente actual de la ley


es la moral, al menos en el sentido común del término, que la comprende como aquella
doctrina normativa que nos dice “lo que hay que hacer”.

Los problemas que afectan hoy a la moral son los mismos que en la época de Pablo
a la Ley. El retorno a la moral en un mundo en donde impera la ley del más fuerte es algo
muy positivo; sin embargo, la sola moral no es capaz de cambiar el corazón del hombre y
de llevarlo a una vida plena; es incapaz de salvar. En cambio suscita 2 tipos de actitudes:

- la de los agobiados por el sentimiento de culpa de no estar haciendo lo suficiente,


- los cumplidores soberbios, que se sienten autorizados para condenar a los demás
(en la línea de la conocidad parábola del fariseo y el publicano).
41

c) Jesús justifica por la fe

“(23) Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley,
en espera de la fe que debía manifestarse. (24) De manera que la ley ha sido nuestro
pedagogo 51 hasta Cristo, para ser justificados por la fe. (25) Mas, una vez llegada la fe, ya
no estamos bajo el pedagogo. (26) Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo
Jesús. (27) En efecto, todos los bautizados 52 en Cristo se han (ustedes) revestido de Cristo:
(28) ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos
ustedes son uno en Cristo Jesús. (29) Y si son de Cristo, ya son descendencia de Abraham,
herederos según la Promesa.” (3,23-29).

“(4) Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la ley, (5) para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que
recibiéramos la condición de hijos. (6) Y, como ustedes son hijos, Dios envió a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! (7) De modo que ya no eres
esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.” (4,4-7).

Lo que verdaderamente salva es el amor gratuito de Dios manifestado en la


pascua de Jesús. En comunión con Jesús (“sumergidos en Cristo, dice Pablo) es posible
tener a Dios como Padre. Pero no como un niño que se mantiene en una permanente
infancia sino como hijos adultos, capaces de una auténtica libertad y de heredar lo mejor
que Dios tiene: la vida eterna.

d) La libertad de los hijos de Dios

“(13) Porque, hermanos, ustedes han sido llamados a la libertad; sólo que no tomen esa
libertad como pretexto para la carne; al contrario, sírvanse por amor los unos a los otros.
(14) Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: ‘Amarás a tu prójimo como
a ti mismo’.” (5,13-14).

En este apretado texto, Pablo saca las consecuencias de la salvación en Cristo. El


vivir “inserto” en Cristo hace posible cumplir las exigencias de la voluntad de Dios (¡la
moral!), y de un modo no agobiante sino con la libertad de los hijos de Dios. Ser libres
significa la capacidad de discernir la voluntad de Dios y de poner la propia libertad al
servicio de los que la necesitan para vivir como seres humanos.

Para ello, Pablo no da recetas sino que remite al mandamiento del amor al prójimo.
Corresponde a un hijo adulto de Dios ver cómo pone los propios carismas donados por el
Espíritu al servicio de sus hermanos.

Pablo pone ante el cristiano dos alternativas: “vivir según la carne” o “vivir
según el espíritu (¡con minúscula!)”. “Carne” y “espíritu” no equivalen al cuerpo y al
51
El pedagogo era el esclavo que llevaba al niño de buena familia donde el maestro. Solía ser bastante bruto.
52
Ser bautizado es lo mismo que ser sumergido. Hay que tener presente que el bautismo en esta época era por
inmersión. El que bautizaba sumergía al bautizado en nombre de Cristo; significando con ello que compartía
su muerte. La salida de las aguas simbolizaba la resurrección.
42

alma, respectivamente. No se trata de una lucha entre la materia mala y el espíritu bueno,
en la línea de Platón.

“Carne” y “espíritu” se refieren al hombre entero (cuerpo y alma) en cuanto


dominado por el egoísmo o conducido por el amor gratuito a los demás. En este
sentido, al estar unido a Cristo y habitado por el Espíritu Santo, el cristiano ha salido del
dominio del pecado y ahora puede y debe actuar conforme a su nueva condición de
salvado.

“(16) Por mi parte les digo: Si ustedes viven según el espíritu, no darán satisfacción a las
anhelos de la carne. (17) Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu
contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacen ustedes lo
que quisieran. (18) Pero, si ustedes son conducidos por el Espíritu, no están bajo la ley.

(19) Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje,
(20) idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones,
(21) envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales les prevengo,
como ya les previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. (22) En
cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
(23) mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. (24) Pues los que son de
Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y tendencias”.

“(25) Si vivimos por el Espíritu, sigamos también al Espíritu” (5,16-25).

Se trata de la alternativa de dejarse conducir por el Espíritu Santo, que es amor


gratuito, o de dejarse llevar por el pecado, que es egoísmo. Es interesante notar en la lista
de acciones que “las obras de la carne” no son sólo cosas vinculadas a lo corporal, sino
que incluyen acciones como odios, peleas, celos, idolatrías, soberbia, que uno
espontáneamente vincularía más al alma. Por eso es tan desafortunado traducir “carne” por
“bajos instintos”. A menudo los “altos instintos” son muchos más destructivos que los
“altos”.

Es aquí en donde Pablo recupera la función de la Ley (y de la moral 53). Ella no


salva, pero orienta respecto de lo que está en la línea del amor de Dios y de lo que no lo
está. El cristiano puede complir lo fundamental de la Ley porque está habitado por el
Espíritu; sin embargo, debe estar atento a las nuevas formas de egoísmo que envía la
“carne”.

Finalmente, debe tomarse en cuenta que el pensamiento de Pablo está muy marcado
por la antítesis y por ello deja de lado los matices y el carácter de proceso de toda vida
cristiana. La participación en la vida de Cristo es algo progresivo y lo es también el “vivir
según el espíritu”. Se trata de ir gradualmente haciéndose más generoso, más gratuito y
menos apegado a los deseos del propio egoísmo.
53
La renovación de la moral católica, ocurrida en la segunda parte del siglo XX, ha recuperado el fundamento
bíblico y particularmente el paulino que toda ética que se lleme cristiana debe tener. Sin embargo, el cristiano
común (y el hombre común) sigue identificando la moral con un conjunto de normas que dice “lo que hay que
hacer”. Cuando identifico la moral con la Ley, me estoy refiriendo a este último sentido.
43

5. LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS

5.1. La tradición oral.

Aunque muy probablemente Jesús sabía leer y escribir no dejó nada por escrito. Su
enseñanza está pensada para ser retenida oralmente, al modo de los grandes maestros
(escribas) de Israel. Jesús pretende que sus palabras se graben en la memoria de sus oyentes,
por eso recurre a un lenguaje poético, a veces chocante, lleno de imágenes vivas muy difíciles
de olvidar. Las palabras de Jesús se expresan en parábolas y sentencias (frases breves o
refranes). Casi todas las parábolas y refranes de los evangelios provienen del mismo Jesús y
las modificaciones que ha hecho la comunidad en ellas son mínimas.

Las comunidades primitivas transmitieron también las palabras y los hechos de


la vida de Jesús en forma oral. Los apóstoles y discípulos de Jesús transmitieron así su
mensaje y vida. A excepción del Cuarto Evangelio, los evangelios no son escritos por
apóstoles y son muy posteriores a los hechos que narran. Entre ellos y Jesús se interpone una
tradición oral que es necesario conocer más a fondo.

La tradición oral es una "memoria comunitaria" que funciona en forma diferente a la


"reminiscencia" (=memoria individual). La tradición oral recuerda a propósito y en medio de
actividades recurrentes. Me refiero a actividades que la comunidad realiza en forma
constante y que responden a necesidades permanentes de ella (“Sitz im Leben”). ¿Cuáles
son estas actividades?

- El anuncio del evangelio a los de afuera ("kerigma" o "proclamación"). Un buen


ejemplo de la predicación más antigua de la comunidad está en Hch 2,22-24.32-36. En esta
proclamación a los no-creyentes surge la necesidad de explicar más quién es este Jesús que
"Dios acreditó mediante milagros prodigios y señales". Esto da lugar a que se recuerden los
milagros de Jesús y los principales hechos de su vida (bautismo, confesión de Pedro, etc)

- La liturgia. Es otra actividad permanente de la comunidad. Hoy se cree que el relato


de la pasión tomó su forma definitiva en una gran liturgia que recordaba la muerte de Jesús
(una especie de "vía crucis") en la ciudad de Jerusalén y que recorría los mismos lugares por
los que Jesús pasó cargando su cruz.

- La catequesis. Muchas parábolas de Jesús son recordadas en la enseñanza a los


nuevos cristianos al igual que muchas sentencias cortas.

- La controversia o polémica. Tanto los predicadores como toda la comunidad entran


en conflicto con los judíos que tienen sinagogas por todo el Mediterráneo. Se recuerdan
entonces muchas de las palabras pronunciadas por Jesús en contra de los fariseos y maestros
de la Ley.
Inconscientemente, al realizar estas actividades, la comunidad va realizando una
selección de todo lo que Jesús dijo e hizo. Se recuerda sobre todo lo que "sirve" para estas
actividades. Por ello la tradición oral se caracteriza por dos leyes (de aplicación más o
menos insconsciente):la autonomía y la economía.
44

En virtud de la ley de la autonomía, el dicho o hecho de Jesús tiende a desligarse de


todo contexto histórico preciso, de tal forma que puede evocarse en forma aislada, sin hacer
presente todas los elementos de las circunstancias históricas originales que lo
individualizaron.

En virtud de la ley de la economía, se sacrifican las circunstancias que no son


funcionales para destacar el centro de interés del dicho o hecho.

Estas dos leyes dejan carácterísticas muy claras en el material que ha sido formado
en una tradición oral. Se reconoce en la formación de pequeñas unidades independientes
(“perícopas”). Éstas resultan compresibles en sí mismas fuera de todo contexto textual o
histórico (Los “enlaces” que las conectan en nuestros evangelios son de carácter
“redaccional”, o sea, obra del evangelista).

Estas perícopas pueden ser clasificadas en géneros literarios: parábolas, sentencias (o


refranes), relatos de milagro, etc. Por razones de tiempo no podremos detenernos en la
explicación de cada uno de ellos.

5.2. La formación de los evangelios

a) Primeras recopilaciones

Se cree que muy pronto surgieron las primeras recopilaciones de perícopas en las
comunidades cristianas. Probablemente eran "ayuda-memorias" de predicadores y catequistas.
Hoy sólo tenemos constancia y podemos reconstruir una de ellas con cierta seguridad: la
"Fuente Q". ¿Qué es?

Se trata de una colección de palabras de Jesús con algo de material narrativo (relatos
de hechos de su vida). No contiene el relato de la Pasión y por eso no puede ser considerado
un "evangelio"; sin embargo, es más que una simple recopilación ya que presenta una cierta
"unidad de conjunto" en sus líneas teológicas y en su desarrollo global. Se puede reconstruir
comparando Mt y Lc que la utilizan como fuente.

¿De qué época es? Habría sido escrita entre los años 50 a 66. Su nombre se lo pusieron
los exégetas alemanes del siglo pasado ("Quelle" significa fuente en alemán).

Probablemente Mt y Lc utilizaron otras fuentes escritas pero su reconstrucción es


muy hipotética al faltar otros elementos de comparación.

b) Los evangelios

A partir de los años sesenta ya no basta la existencia de pequeñas unidades o de


recopilaciones de éstas para mantener viva la memoria de Jesús. Es necesario otro tipo de
obras. Hoy se discute que es lo que motivó a Marcos a escribir el primer "evangelio",
dando origen con ello a un nuevo "género literario". Es muy probable que haya sido el riesgo
que existía en las primeras comunidades de quedarse con un Jesús resucitado "exaltado a la
45

diestra del Padre" olvidando al Jesús de la "muerte vergonzosa de cruz", a ese Jesús tan
humano que caminaba por las calles polvorientas de Cafarnaúm 54.

Marcos pasa a ser, entonces, el precursor en un trabajo (el de los "evangelistas") que
va a consistir en lo siguiente:

- Seleccionar datos de la tradición oral y escrita. Los evangelistas seleccionan


aquellas palabras y acciones de Jesús que más interesan en función de los objetivos que se
proponen al escribir en sus comunidades. No hay que olvidar que los evangelistas escriben en
y para una comunidad concreta con determinados desafíos y necesidades: se trata de una
presentación de Jesús "para esa comunidad" (ver Jn 20,30-31; 21,15; Lc 1,1-4)

- Realizar una síntesis. Los evangelistas no son simples recopiladores: recogen las
perícopas de tal manera que van formando una obra unitaria que va desde el ministerio de
Jesús en Galilea hasta las apariciones del Resucitado. El relato de la Pasión ayuda a articular el
conjunto. Esta síntesis presenta una determinada "imagen" de Jesús que enfatiza determinados
rasgos de Jesús dejando de lado -inevitablemente- otros.

- Adaptar la tradición recibida a las necesidades de sus respectivas iglesias. Por


ejemplo: Mt 18,12-14 = Lc 15,4-7. En estos textos se puede percibir que no se trata de la
misma "oveja perdida": en un caso se trata de los pecadores al interior del pueblo de Israel
(publicanos y otros), en otro, de los miembros débiles de la Comunidad Cristiana (="los
pequeños"). Mt ha realizado toda una adaptación de las palabras de Jesús a su comunidad.

Es importante tener en cuenta que los evangelistas no pretenden escribir una biografía
de Jesús a la manera de un historiador moderno: es decir, un relato propio de un observador
imparcial que se limita a reproducir hechos y conectarlos entre sí. Los evangelios son
"narraciones teológicas": pretenden, por lo tanto, dos cosas: 1) recordar la historia pasada
de Jesús, de tal manera de que ella no pase al olvido, en este sentido existe en los evangelios
una preocupación por la "fidelidad histórica". 2) Actualizar para el presente la tradición
recibida: expresar el significado y presencia actual de Jesús en la Comunidad. Jesús es el
Señor Resucitado presente en la Comunidad Cristiana. Al recordar, por ejemplo, la actuación
de Jesús en Galilea, los evangelistas nos recuerdan a cada rato que se trata del Hijo de Dios,
del Resucitado presente en medio de los hombres. Los hechos de la vida de Jesús son mirados
a la luz de la resurrección.

54
Es interesante e importante hacer un breve recorrido de la evolución del término "evangelio" en la Iglesia
Primitiva:
- En un primer momento el término proviene del propio Jesús y designa la cercanía del Reino de Dios: la
Buena Noticia (=evangelio) es que el reinado de Dios está cerca.
- Para los primeros cristianos Jesús es el evangelio. La Buena Nueva es ahora Jesús muerto y
resucitado presente en la Comunidad. Ese sentido se mantiene en los títulos que se pone a los evangelios a fines
del siglo I: "el evangelio según ...". Evangelio es aquí no el escrito sino Jesús (por eso es uno solo) relatado por tal
o cual evangelista.
- Recien a mediados del siglo II evangelio designa al escrito que relata la vida de Jesús. Por primera vez
se usa el témino en plural y se habla de cuatro evangelios.
46

Este último aspecto es más fácil de detectar en el Cuarto Evangelio que en los
Sinópticos. Sin embargo, está presente en todos ellos. Veamos un ejemplo: Jn 1,29-34: los
discípulos descubren a Jesús como el Cordero Pascual, como el auténtico poseedor del
Espíritu y como Hijo de Dios sólo a partir de la resurrección. Sin embargo, el evangelista lo
pone en boca de Juan Bautista desde el primer momento del ministerio de Jesús.

5.3. El problema sinóptico

Una mirada atenta a los tres primeros evangelios permite tomar conciencia del
enorme parecido que existe entre ellos. Este parecido es tal que permite ponerlos en
columnas paralelas y echarles una mirada de conjunto (esta "mirada de conjunto se llama
"sinopsis"). No basta para explicar este parecido recurrir a la tradición oral ya que existen
semejanzas demasiado estrechas de vocabulario, orden y sintaxis.

Después de varios intentos de explicación, los investigadores han adoptado casi


unánimemente la teoría de las dos fuentes: Lc y Mt habrían utilizado a Mc y a Q como base.
El esquema que resulta es el siguiente:

Mt
Mc

Q
Lc

No se puede establecer con seguridad si el material propio de Mt y Lc (es decir, el que


no proviene de Mc o Q) proviene de una o varias fuentes estritas o simplemente de la tradición
oral.

5.4. El evangelio de Marcos

a) Datos generales

Originalmente los evangelios no tenían título. Los que ahora llevan fueron puestos a
fines del siglo I, lo cual plantea el problema de saber si son correctos o no.

El evangelio más antiguo (66-70 d.C.) es atribuído a fines del siglo I a Juan Marcos
ayudante de Pablo y finalmente de Pedro (Hch 12,12.25; 15,37.39; Flm 24; Col 4;10; 2 Tim
4,11; 1 Pe 5,13). Se cree que esta atribución es correcta ya que no es habitual que la
47

Comunidad atribuya un escrito tan importante a alguien que no es apóstol (a menos que sea
realmente el autor).

Se trata de un evangelio escrito probablemente en Roma por un judío acostumbrado a


vivir entre gentiles y para una comunidad gentil (probablemente Roma)

b) Estructura de Marcos

Es en la estructuración de Mc en donde cabe esperar que se exprese mejor la visión


cristológica del autor. Se han propuesto, sobre todo, dos principios de estructuración de
Mc:

- el geográfico: importante por su significado teológico y porque Lc lo utilizó para


redactar su evangelio; y
- el cristofánico: importante porque es utilizado por Mt y porque expresa la
cristología de Mc.

b.1) Estructuración geográfica

Es un hecho manifiesto que, geográficamente, Me se divide en tres partes:

- En los caps. 1-9 se describe la actividad de Jesús en Galilea, con algunas


incursiones a Fenicia y Siria.

- En el cap. 10 se narra su viaje a Jerusalén.

- En los caps, 11-16 se describen su entrada a Jerusalén, los conflictos que allí
tiene y que culminan con su Pasión. Se deja consignado que Galilea será el lugar de
reencuentro (no narrado) de los discípulos con Jesús (14,28; 16,7).

El sentido de esta distribución se percibe cuando se cae en la cuenta de que este


esquema NO corresponde a la realidad (como lo sabemos por la tradición histórica de
Jn), y cuando se descubre que, para Mc, Galilea y Jerusalen tienen un sentido teológico,
como se ve por los siguientes indicios:

- Galilea (región perisférica, situada en las fronteras con el mundo pagano) es el lugar de la
actividad salvífica de Jesús (¡de todos sus exorcismos y curaciones!), de la constitución del
grupo misionero 55, del comienzo de la misión entre los Gentiles 56 y, por último, de la
revelación escatológica de Jesús 57.

55
Ver 1,16-20; 3,13-19; 6,7-13.30-31.
56
Ver 3,8; 5,1-20; 7,24.28.37.
57
cf. 14,28; 16,7.
48

- Jerusalén, en cambio, centro del Judaísmo, es el lugar de origen de la oposición contra


Jesús 58. En ella no se sitúa ninguna actividad salvífica de Jesús 59 y, en cambio, ahí Él
anuncia el "traspaso” de la causa de Dios a los Gentiles (12,1-12) y el Juicio de Dios contra
Jerusalén (13,1-33). Finalmente, en esa ciudad muere ajusticiado.

Parece claro, en conclusión, que con el esquema geográfico de Mc se quiere


justificar cristológicamente el traspaso de la causa de Jesús de los judíos a los gentiles.

b.2) Estructuración cristofánica


60
La base de esta estructuración es el reconocimiento de 8,27-30 como la 'bisagra
cristológica" de la narración marcana:

“Salió Jesús con sus discípulos a los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta
pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que soy yo?’. Ellos le dijeron: ‘Unos,
que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas’. Y Él les preguntaba:
‘Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?’. Pedro le contesta: ‘Tú eres el Cristo’. Y les mandó
enérgicamente que a nadie hablaran acerca de Él”.

Y que realmente la bisagra, se puede apreciar por la siguiente constatación:

Antes de este texto:

- Los diferentes actores visibles de la historia van expresando una gran pregunta que
surge de la actuación y de la enseñanza de Jesús, y que es: ¿Quién es este Jesús?, pregunta
que jalona toda esta primera parte a la manera de un estribillo 61 y que desemboca en la
doble pregunta del mismo Jesús en 8,27.29.

- Pero los agentes trascendentes (esto es, Dios y los demonios), y el mismo Jesús
también, saben quién es Él 62.

- Jesús impone a todos la orden de no divulgar lo que podría revelar su identidad 63.

Después de ese texto:

- Desaparece la pregunta por la identidad de Jesús. Aparece, en cambio, como


nuevo estribillo, el anuncio incesante de la Pasión de Jesús, particularmente en 8,31;
9,30-32 y 10,32-34 64, muy similares entre sí. Citamos el primero:

58
3,22; 7,1; 10,33; 11,18.
59
¡El único milagro que él hace en Jerusalén es la maldición de la higuera estéril que se seca!, en 11,12-14.
60
Por “bisagra” entendemos ese tipo de textos que sirven tanto de división de partes en un libro como de
conexión entre ellas
61
1,27; 2,16; 3,21.22; 4,41; 6,2-3.14-16.49-52; 8,17-21.
62
1,11.24.34; 3,11;5,7.
63
1,25.34.44; 3,12; 5,43; 7,36; 8,26.30.
64
Se puede ver también en 9,9.12; 10,38-39.45; 12,7-8; 14,8.18.21.22-24.27-28.33-34.41-42.
49

“Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por
los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días”
(8,31).

- Se debe notar se comienza a usar 'Hijo del Hombre", con alcance doloroso o
glorioso (escatológico) 65.

- Comienza a “emerger" la filiación trascendente (su carácter de “Hijo de Dios”) de


Jesús 66 y su rol escatológico 67.

- Se destaca la incomprensión de los discípulos ante los anuncios de la Pasión 68.

Revelación de Jesús en dos etapas

La conclusión que tales hechos sugieren es que el propósito de Mc es presentarnos


una “revelación de Jesús" en dos etapas:

- En la primera, a través de sus obras, llega a hacerse visible a la fe de los discípulos


que él es el Mesías: es decir, uno que supera a todos los que tuvieron un mero papel
preparatorio (Juan Bautista, Elías, un profeta). Debe notarse que "Jristós" sólo se usa dos
veces en esta sección: en 1,1 y en 8,29, formando una cIarísima "inclusion” 69.

- En la segunda etapa, los discípulos son iniciados” 70, por Jesús y por su Padre, en las
dimensiones paradójicas de su mesianidad:

- la misión de sufrir (en los textos de anuncio de su muerte),


- la filiación divina (9,7);

Ambas dimensiones están tan íntimamente ligadas, que la filiación divina sólo viene a
ser confesada en el instante de la muerte de Jesús:

“El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: ‘¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?’. Y
dijo Jesús: ‘Sí, yo soy, y verán ustedes al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y
venir entre las nubes del cielo’” (14,61-62).

Una vez muerto, Mc pone en boca de un soldado romano:

“Al ver el centurión, que estaba frente a Él, que había expirado de esa manera, dijo:
‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (15,39).
65
Aparece 11 veces en esta sección, mientras que en la primera sólo aparece dos y con otro alcance (2,10.28).
66
9,7; 12,35-37; 14,36.61-62; 15,39.
67
8,38; 13,26; 14,62
68
8,32-34; 9,10.32; 10,32.38.
69
La inclusión es una especie de “sandwich literario”, o sea, una palabra o frase comienza una sección y
también la cierra.
70
Por “iniciación” se entiende aquí una “enseñanza más profunda” (que la hecha a la gente) otorgada a los
discípulos.
50

Si el texto largo de Mc 1,1, (“Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de


Dios”) es auténtico 71 (como parece serlo), este versículo se nos presenta como
programático, pues destaca los dos títulos (Cristo, e Hijo de Dios) en torno a los cuales va
a girar la revelación del misterio de la persona de Jesús.

c) Cristología

Algo importante de señalar es que no se trata de una cristología expositiva o


sistemática, sino de una "cristología narrativa”: la visión de Jesús que se propone es la
que emerge del impacto del relato. Esta visión es, simplificando al máximo, la de un
“Mesías oculto o secreto”; es decir, de un Mesías cuyas dimensiones verdaderas son de
tal índole que resultan ajenas a (e "inaceptables" para) las expectativas ordinarias, incluso
de los discípulos, lo que hace que su actuación sea constantemente mal interpretada
(incluso los milagros).

Esas dimensiones son sobre todo dos, aparentemente contradictorias por lo demás:

- la dimensión dolorosa de su rechazo y de su muerte, y


- la dimensión trascendente de su filiación divina y de su rol de Juez
escatológico.

Para Mc, la clave de la comprensión de Jesús es su muerte en la cruz: tres veces


objeto de un anuncio no comprendido, 72 sólo una vez consumada se descubre
retrospectivamente la identidad de Jesús (15,39). Y ello porque sólo la Cruz excluye en
forma definitiva una interpretación de la “mesianidad” y de la "filiación divina" de Jesús
que podría hacer de ellas los atributos “normales” de un “theios aner” (“hombre-divino”, a
la menera de algunos filósofo-curanderos griegos). Para Mc el título de “Hijo del
Hombre” es portador tanto de la dimensión dolorosa 73 como de la dimensión
escatológica 74 y le sirve para corregir las identificaciones ambiguas de Jesús 75.

Mc subraya muy fuertemente que esta cristología de la Cruz define


existencialmente la actitud y el comportamiento de los seguidores de Jesús (cfr. 8,32-38;
9,33-37; 10,35-45; debe observarse que estos tres párrafos se encuentran inmediatamente
después de los tres anuncios de la Pasión).

71
Algunos manuscritos omiten: “Hijo de Dios”.
72
8,31-33; 9,31-32; 10,32-34.
73
8,31; 9,12.31; 10,33.45; 14,21.
74
8,38; 14,62.
75
8,29-31; 14,61-62.
51

5.5. El evangelio de Mateo

a) Datos generales

Se estima que este evangelio fue escrito entre el año 70 y 100 de nuestra era. Se
atribuye su autoría a Mateo, el publicano, a quién Jesús llamó para formar parte del grupo
de los Doce (Mt 9,9-13). Casi todos los autores opinan que esa atribución es errada ya que no
tiene sentido el que un testigo directo de la vida de Jesús se apoye en dos escritos que no son
de apóstoles y que además están escritos en griego (Mc y la fuente Q, ver arriba). ¿Por qué se
llegó a esa creencia?

Papías (un autor cristiano que escribe entre el año 100 y 120) nos dice lo siguiente:
"Mateo puso por orden las palabras de Jesús en lengua hebrea y cada uno los interpretó (o
tradujo) como pudo". Como puede verse, aquí se afirma que Mateo escribió sobre Jesús (¿qué
textos? ¿en arameo? ¿habrán sido utilizados por alguno de los autores de los cuatro evangelios
que conservamos hoy?) pero no que sea el autor del Primer Evangelio.

De modo que no sabemos quien lo escribió. Podemos afirmar, en todo caso, que se
trata de un judeo-cristiano que probablemente escribe en Siria (lo utiliza ya San Ignacio de
Antioquía) y que se dirige a una comunidad de judíos convertidos al cristianismo de esa
zona.

b) Estructura

Mateo sigue la estructura teofánica de Mc, agregando una presentación de Jesús que
incluye el relato de la infancia:

Presentación de Jesús: 1,1 – 4,12


1) Proclamación del Reino de los Cielos: 4,12 – 16,20
2) El camino de Jesús: 16,21 – 28,20

Otro modo de estructurar Mt es el que toma como base sus discursos:

- Sermón de la montaña: 5,1 - 7,27 (fórmula: 7,28)


- Discurso de envío de los Doce: 10,1-42; (fórmula: 11,1)
(“Discurso apostólico”)
- Discurso en Parábolas: 13,1 - 13,52 (fórmula: 13, 53)
("Discurso Parabólico")
- Discurso sobre la vida en comunidad: 18,1-35 (fórmula: 19, 1)
("Discurso Eclesiástico").
- Discurso anti-farisaico: 23,1-39 (sin fórmula).
- Discurso Escatológico: 24,1 - 25,46 (fórmula: 26, 1).
52

c) Cristología

c.1) Cristo, cumplidor del AT

En Mt es visible el afán por demostrar que Jesús, por ser el Cristo, da


cumplimiento al AT.

Algunos hechos literarios ayudan a ver esto de manera concreta:

- Mt comienza con una genealogía de Jesús, “hijo de David, hijo de Abraham”;


- Mt usa a menudo la fórmula: “esto aconteció para que se cumpliera lo dicho por el
Señor por medio del profeta...”, como vimos más arriba.
- Mt hace un uso mayor que Mc y Lc del término “Cristo” (Mt: 17 veces; Mc: 8; Lc:
12) y sobre todo del verbo “cumplir” (Mt: 16 veces; Mc: 3; Lc: 9).

Es obvio que esto supone una visión de la “Historia de la Salvación”. Mt la divide


en 3 períodos: el AT, Jesús, la Iglesia. Esto se deja ver en que el relato sobre Jesús queda
vinculado por la genealogía al pasado de Israel y, por la misión confiada por el Resucitado
a sus discípulos, al futuro de todas las naciones.

Pero se debe precisar más que significa la idea de Cristo cumplidor del AT. Esta
idea implica al menos 3 conceptos:

- Que hay continuidad entre Jesús y el AT.

- Que el evidente rompimiento entre Jesús y los fariseos 76 se debe a que ellos
habían roto con el AT (con “la Ley y los Profetas”); y así se nos presenta a Jesús como
entroncándose con lo más genuino del AT:

“Vayan, pues, a aprender qué significa ‘misericordia quiero, que no sacrificio’ (Os 6,6)”
(Mt 9,13 y 12,7; de entre los Sinópticos, sólo cita a Oseas Mateo).

Y también, se nos presenta a Jesús corrigiendo y radicalizando la misma Ley:

“Han oído ustedes que se dijo a los antepasados ... pero yo les digo” 77.
“Moisés, teniendo en cuenta la dureza de los corazones de ustedes, les permitió repudiar a
sus mujeres, pero al principio no fue así” (19,8).

- Que, sin embargo, hay algo más que aporta Jesús: el Reino de los Cielos (Mt: 51
veces; en Mc: 14, y en Lc 39) y su universalismo:

76
Recordar el “discurso anti-farisaico” de Mt 23.
77
5,21-48. Se trata de un “pasivo divino” que equivale a decir: “Dios le dijo a sus antepasados...pero yo les
digo..”. ¡Jesús aparece corrigiendo al mismo Yahveh!
53

“Y les digo que vendrán muchos, de oriente y occidente y se pondran a la mesa con
Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán
echados a las tinieblas de afuera” (8,11-12) 78.

c.2.) El mesianismo de Jesús

El mesianismo de Jesús según Mt se desprende, más que de los “títulos” que se le


dan a Jesús (que son los mismos que encontramos en Mc: Hijo de David, Cristo, Hijo del
Hombre, Señor, Hijo de Dios), de ciertos rasgos originales:

- Él es el “Emmanuel”, es decir, “Dios-con-nosotros”, con el énfasis sobre el “estar


con”

“Todo esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el Señor por medio del profeta:
‘Vean que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel’ (Is
7,14), que traducido significa: ‘Dios con nosotros’” (1,23).

“Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (28,20) 79.

- Es el “Salvador de su pueblo” (“Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre


Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”:1,21).

- Es el “Señor” investido de todo poder en su resurrección:

“Jesús se acercó a ellos (los discípulos) y les habló así: ‘Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...” (28,18).

- Es el Juez escatológico, siendo lo más novedoso que lo es en cuanto identificado


con los marginados de este mundo:

“No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga
la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘¡Jamás los conocí, apártenmse de mí,
agentes de iniquidad!’ (7,21-23) 80

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles,
entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas ante él todas las naciones
(...)’Vengan, benditos de mi Padre (...) porque tuve hambre y me diste de comer...”
(25,31-46).

- Es el “Nuevo Moisés”, como lo insinúan algunos textos (en especial, 2,16-20, en


el que el niño Jesús debe hacer todo el recorrido del Éxodo) y sobre todo dos hechos: el
78
También en 13,38; 24,14; 28,19.
79
También en 2,4; 16,16; 18,20.
80
También en 3,11-12; 10,14-15; 26,64.
54

situar el Sermón inaugural en la “Montaña” (Lc lo sitúa en una llanura) y el poner en boca
de Jesús 5 discursos destacados mediante una fórmula que remite a Moisés (ver arriba).
Esta voluntad de presentar a Jesús como “Nuevo Moisés” es tanto más notable si se tiene en
cuenta que no existía en el Judaísmo ninguna espera de un nuevo Moisés.

De este apartado y del anterior se desprende que Mt es un escrito apologético, en


controversia anti-judía. Su cristología es más “apologética” que “kerigmática”.

5.6. El Evangelio según San Lucas

a) Datos generales

Es necesario poner este evangelio en relación con el libro de los Hechos de los
Apóstoles, ya que se trata de una misma obra en dos partes (ver el "prólogo" de ambos
libros: Lc 1,1-4; Hch 1,1-2). Según la mayoría de los teólogos actuales el autor de ella sería
Lucas, ayudante de Pablo (Col 4,14; Flm 24; 2 Tim 4,11). Esta opinión estaría corroborada
por San Ireneo (hacia el 180).

Estaríamos -según los textos citados y según lo que puede observarse de la lectura de
estas dos obras- ante un cristiano de origen "griego" 81 que se dirige a una comunidad de la
gentilidad 82. La fecha de composición se estima entre los años 70 y 90, más probablemente
entre el 80 y 90.

b) Estructura

0. TEXTOS INTRODUCTORIOS: 1,1 – 4,13


0.1. Prólogo literario: 1,1-4
0.2. Relatos sobre la infancia de Jesús: 1,5 – 2,52
0.3. Díptico introductorio: 3,1 – 4,13
- Actividad de Juan Bautista: 3,1-20
- Unción de Jesús como profeta: 3,21 – 4,13

1. ACTIVIDAD DE JESÚS EN GALILEA: 4,14 – 9,50


1.1. Presentación: 4,14 – 5,16
1.2. Material polémico: 5,17 – 6,11
1.3. Sermón de la llanura: 6,12-49
1.4. Signos: 7,1-50
1.5. Parábolas: 8,1-21
1.6. Nuevos signos: 8,22-56
1.7. Actividad final en Galilea: 9,1-50

2. CAMINO DE JESÚS A JERUSALÉN: 9,51 – 19,28


2.1. Introducción: 9,51-56
81
Es decir, habitante de la parte oriental del Imperio Romano
82
Esto es, no judía
55

2.2. Primera etapa: 9,57 – 10,37


2.3. Segunda etapa: 10,38 – 13,21
2.4. Tercera etapa: 13,22 14,24
2.5. Cuarta etapa: 14,25 17,10
2.6. Quinta etapa: 17,11 – 18,30
2.7. Sexta etapa: 18,31 – 19,28

3. ACTIVIDAD DE JESÚS EN JERUSALÉN: 19,29 – 24,53


3.1. Llegada y actividad en el Templo: 19,29 –21,38
3.2. El Día de los Ázimos: la Eucaristía: 22,1-38
3.3. Pasión y muerte de Jesús: 22,39 – 23,56
3.4. Apariciones y ascensión de Jesús: 24

c) Cristologia: Jesús, Señor, profeta y salvador

El evangelio de Lucas nos transmite a veces la cristología de sus fuentes (Mc y Q),
pero si estamos atentos a los cambios que introduce en ellas o a sus relatos propios,
podemos obtener una visión de Jesús más específicamente lucana.

- Señor

El título que con mayor frecuencia atribuye a Jesús es el de “Kyrios” (Señor), que
apunta al dominio que tiene sobre el mundo, semejante al de Dios 83. Mientras que en la
predicación cristiana primitiva (por ejemplo, el kerigma) este título estaba vinculado a la
resurrección (Hch 2,36) o a su presencia en la Iglesia y en el mundo (por ejemplo, en la
teología paulina), en Lucas se aplica a Jesús durante su ministerio público. Lo que no
existía en Marcos (salvo Mc 11,3), se hace en Lc algo normal 84. Incluso cuando hay
personas que se refieren a Él como “Kyrios”, que a veces puede ser una simple expresión
de cortesía, se transforma muchas veces en Lc en un apelativo religioso. Hay, además, que
notar que Lc emplea la palabra “Kyrios” en los orígenes mismos de la existencia de Jesús.
Así, aparece en el mensaje celeste de los pastores de Belén o en el saludo de Isabel a María
(2,11; 1,43). Un apelativo propio de la resurrección de Jesús, en la cristología más antigua,
incide así sobre su vida pública e incluso descifra el significado del niño que va a nacer.
Todo lo que supuso la fe en la glorificación de Jesús se halla ya presente en su vida. Sin
olvidar que la trascendencia del título (los LXX usa “Kyrios” para traducir Yahveh) ayuda
también a proclamar su dimensión divina.

- Profeta

Otro rasgo de su cristología es el de describir a Jesús como profeta. Es verdad que


en el evangelio de Mc ya aparecía este título (Mc 6,4.15), pero Lucas lo prolonga en
coherencia con su visión de la historia de la salvación. Así Jesús inicia su misión en
Nazaret revelándose como el profeta elegido por Dios para llevar la Buena Noticia a los
pobres:
83
Por lo que constituye un modo indirecto de expresar su divinidad.
84
Lc 7,13.19; 10,1.39.41; 11,39; 12,42; etc.
56

“(16) Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el
día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.
(17) Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el
pasaje donde estaba escrito:
(18) ‘El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
(19) y proclamar un año de gracia del Señor.’

(20) Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los


ojos estaban fijos en él. (21) Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acaban
ustedes de oír, se ha cumplido hoy.» (22) Y todos daban testimonio de él y estaban
admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste
el hijo de José?» El les dijo: (23) «Seguramente ustedes me van a decir el refrán: Médico,
cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también
aquí en tu patria.» (24) Y añadió: (25) «En verdad les digo que ningún profeta es bien
recibido en su patria.» «Les digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de
Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el
país; (26) y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de
Sidón. (27)Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de
ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.» (28) Oyendo estas cosas, todos los de la
sinagoga se llenaron de ira; (29) y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le
llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para
despeñarle. (30) Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó” (Lc 4,18-30).

Puede apreciarse aquí que Lc presenta a Jesús como el profeta escatológico, ungido
por el Espíritu de Yahveh para llevar a cabo y proclamar la liberación de los pobres y
oprimidos. Para construir este texto, el evangelista ha tomado de Mc el texto de la visita de
Jesús a Nazaret (6,1-6) y de Q la pregunta de Juan Bautista encarcelado (QMt 11,2-6). De
modo sutil presenta Lc aquí una especie de resumen del ministerio de Jesús: su anuncio
(vv.18-21), el rechazo judío (22-24), la aceptación de los gentiles (25-27), la muerte de
Jesús fuera de la ciudad (28-29) y su resurrección (30).

Por otra parte, Lc ha tenido en cuenta para describir a Jesús la figura de Elías, cuyo
regreso se esperaba al final de los tiempos 85. Y así lo utiliza, al menos como modelo
literario, al servicio de sus narraciones (Lc 7,11-17; 9,38-42; 9,58). Un modelo que a veces
funciona más como contraste que como afinidad (Lc 9,54; 9,61ss y 2 Re 1,10-12; 1 Re
19,19-21).

En la caracterización de Jesús como profeta ocupa un lugar importante la


dimensión de su rechazo y martirio 86. Es en su muerte en donde él lleva a la máxima
85
Mal 3,23; Eclo 48,1-11.
86
Lc 4,24; 6,23; 11,50; 13,33-34.
57

expresión su actitud de servicio humilde, inherente a su profetismo situado en la línea del


Servidor 87. Esta muerte ocurre en Jerusalén porque “es impensable que un profeta muera
fuera de Jerusalén” (Lc 13,32-34).

- Salvador

Quizás la perspectiva cristológica más específicamente lucana es su comprensión de


Jesús como salvador. “Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el
que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4,12). Lucas es el único evangelio sinóptico que
utiliza este título para referirse a Jesús 88. Pero además usa con frecuencia los términos
“salvación” y “salvar” en contextos claramente referidos a Jesús.

Sin olvidar sus raíces del AT (en donde Dios aparece como el salvador de Israel), la
influencia más fuerte que Lc ha tenido en este tema proviene del ambiente helenístico. En
ese mundo, los dioses, reyes u “hombres divinos” eran venerados como salvadores o
bienechores (Lc 22,25).

Pero, más allá del título “salvador”, hay que ver las acciones y palabras de Jesús
para descubrir la salvación que nos aporta. Si, por una parte, trae la liberación de los
pobres, presos y oprimidos (Lc 4,18ss), por otra, nos da el don de la resurrección (Lc 7,16)
y de la paz mesiánica (Lc 1,79; 2,14; 19,38.42). La salvación es, pues, para Lc un concepto
de totalidad que engloba toda la vida de la persona en su múltiple red de relaciones, de la
que no puede eliminar su relación con Dios. Se trata de una realidad “espiritual” (o sea,
obra del Espíritu Santo) pero no “espiritualista” (que concierne sólo al alma o a la vida
espiritual) como queda claro en el texto programático de Lc 4,16-30.

Debe tenerse en cuenta que la salvación en el contexto helenístico de Lucas, tenía


dos vertientes características. Por una parte, el culto imperial, que intentaba fundamentar
un imperialismo socioeconómico. Por otra, las religiones mistéricas, que buscaban una
huida de la angustia y del miedo mediante una ilusión pseudo-religiosa.

Es quizás en su cercanía a los más necesitados, pobres y pecadores, en donde se


muestra el carácter concreto de esta salvación. La misericordia y la proximidad de Jesús a
estos hombres y mujeres, que los “justos” de Israel habían excluido del pueblo de Dios, nos
revelan al auténtico Salvador y nos trazan, además, el camino de su seguimiento.

Este interés de Jesús por los marginados de su tiempo tiene una manifestación
peculiar en Lc con respecto a la mujer, como se ha visto más arriba (7.1.1.5 b).

87
Para ello inserta en la “última cena” la discusión de los discípulos sobre quién es el más importante y la
respuesta de Jesús: Lc 22,24-27.
88
Lc 1,47; 2,11; Hch 5,31; 13,23; etc.
58

6. EL EVANGELIO SEGUN SAN JUAN

6.1. Peculiaridades literarias de Jn

a) Un escrito catequético

"El evangelio de Juan es un escrito doctrinal en forma de evangelio. Su intención


primera es la enseñanza, no la narración. Esta se halla en función de aquella; es su vehículo, el
vestido del cuerpo doctrinal. Esto significa que el interés principal de la obra es el teológico no
el histórico. En él los milagros son signos; los discursos, más que discursos de Jesús, son
discursos sobre Jesús.Su interés es siempre cristológico: las discusiones no versan sobre los
problemas del tiempo de Jesús: la ley, el sábado, los alimentos puros e impuros..., sino sobre
las pretenciones de Jesús de ser el enviado del Padre..., son discusiones sobre Jesús "89.

Estas afirmaciones de Ramos nos ponen en el centro del problema. Estamos ante un
escrito catequético. Ya no tenemos las pequeñas unidades de los Sinópticos ni su
preocupación por narrar la vida de Jesús (aunque se trate de una "narración teológica", como
ya vimos). Estamos ante un escrito doctrinal que se sirve de 4 recursos para enseñar: los
relatos de milagros (signos), los diálogos y controversias 90, y el relato de la Pasión.

b) El vocabulario e incoherencias

Una primera mirada a este evangelio nos muestra que existen entre él y los
sinópticos enormes diferencias. Una de ellas es el vocabulario.

Las palabras centrales de los sinópticos son: Reinado, evangelio, fuerzas (así se les
llama a los milagros de Jesús), llamar, limpiar, proclamar, conversión, parábola. Todas ellas
están al servicio de lo que es considerado hoy como lo central del anuncio de Jesús : la
cercanía del reinado de Dios, resumida por Mc (1,15):

“El tiempo (kairós) se ha cumplido; el reinado de Dios está cerca;


conviértanse (ustedes) y crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15).

En cambio en Juan las palabras claves son: verdad, conocer, vida, judío, mundo,
testificar, testimonio, enviar, luz. Todo el vocabulario de los sinópticos está ausente (salvo
Reinado, que aparece sólo 5 veces). El anuncio de Jesús es completamente diferente.

c) Incoherencias

El texto de este evangelio presenta numerosas incoherencias, como si la obra no


hubiera sido acabada, como si no se hubiera hecho la corrección final:

89
RAMOS,F. "El Evangelio según San Juan. Introducción”, en CASA DE LA BIBLIA, “Comentario al Nuevo
Testamento”, Verbo Divino, Estella (Navarra), 1995, pp. 266-267.
90
Algunos autores prefieren hablar de discursos. En realidad, tanto los diálogos como las controversias son
verdaderos discursos, ya que en ellos casi el único que habla es Jesús. Esto se debe precisamente aque
estamos ante una catequesis y no ante una reproducción histórica.
59

- Diferencias de estilo: el prólogo tiene un estilo y un vocabulario que no vuelven a


darse en el resto del evangelio, el cap. 21 tiene también un estilo muy diferente.

- Hay cortes y fallas en la continuidad. Aún sin intentar imponer al evangelista


nuestra moderna pasión por la cronología, hay aparentes contradicciones en el orden actual
del libro. Algunos ejemplos:

♣ En 14,31 Jesús concluye sus observaciones de la última cena y da la orden


de ponerse en marcha, a la que, sin embargo, siguen otros 3 capítulos ocupados por un
discurso y la partida no parece tener lugar hasta 18,1.

♣ En 20,30-31 tenemos una clara conclusión del Evangelio, sin embargo,


sigue otro capítulo, al parecer independiente, con otra conclusión.

♣ Los discípulos de Juan Bautista que se hallaban presentes cuando aquél


identificó a Jesús y explicó su propia misión en 1,29-34 parecen no saber nada acerca de
éste en 3,26-30.

- En los discursos hay repeticiones, que claramente no tienen un fin pedagógico


sino que son como dos versiones de un mismo discurso 91.

- Hay partes de discursos que no están en su correspondiente contexto 92.

c) Grandes unidades: signos, controversias y diálogos

Finalmente, no tenemos las perícopas de los sinópticos; por el contrario, hay aquí
unidades extensas, que se pueden clasificar en 3 géneros literarios: relatos de “signos”
(milagros), controversias y diálogos. A éstos hay que agregar el relato de la Pasión, que es
muy especial y que no se puede clasificar en un determinado género. Veamos cada uno.

91
- Las palabras de 5,19-25, en que se carga el acento sobre la escatología realizada, vuelven a aparecer, en
parte casi al pie de la letra, en 5,26-30, pero insistiendo en la escatología final.
- Lo dicho y sucedido en 6,35-50, en donde Jesús presenta su revelación como pan de vida, es casi lo mismo
que se dice y sucede en 6,51-58, en donde Jesús presenta su cuerpo como pan de vida.
- Las palabras del último discurso (en 14,1-31) vuelve a repetirse en gran parte(16,4-33).

92
- ¿Quién habla en 3,31-36, Juan Bautista o Jesús? Por el contexto se diría que Juan, pero las palabras son
más propias de Jesús.
- 12,44-50: Aquí Jesús hace unas manifestaciones en público cuando se nos acaba de decir que se retiró a un
lugar oculto (12,36).
60

- Los signos

Se trata de los relatos de milagro. Jn selecciona sólo 7 (número de la perfección).


Son muy similares a los de los sinópticos. Su sentido, sin embargo, se explica en los
diálogos y controversias que acompañan estos relatos.

En los sinópticos, los milagros eran signos del reinado de Dios, hechos poderosos
que iban derrotando el mal implantado en las distintas dimensiones de la vida humana. En
Jn el sentido es distinto: ellos manifiestan la gloria de Dios en Jesús, es decir, la presencia
majestuosa de Yahveh que ofrece la plenitud y la vida. En último término, lo fundamental
aquí es de dónde viene Jesús: Él es el único enviado del Padre, la Palabra que se ha hecho
“carne” (o sea humanidad frágil).

- Las controversias 93

Son diálogos en que predomina un tono de polémica, de conflicto. Sus principales


características son:

- Se dan con motivo de alguna fiesta judía;


- Sus interlocutores son “los judíos”, denominación que en Jn corresponde a los
sumos sacerdotes, los escribas y los fariseos;
- casi todos tienen lugar en Jerusalén;
- se centran en temas doctrinales de cierta importancia para el Judaísmo: el Templo,
el sábado, la Escritura, la Ley, la circuncisión, el origen del Mesías, etc. Lo central aquí es
la pregunta: ¿qué significa Jesús para el Judaísmo? En las controversias se refleja una época
que ya no es la de Jesús sino la de los años ochenta: en que los cristianos están rompiendo
en forma definitiva con el Judaísmo.
- Se ocupa como recurso pedagógico el “malentendido” Éste consiste en que Jesús
hace una declaración y los interlocutores la entienden mal, lo que da pie a una aclaración
posterior de Jesús 94.

- Los diálogos

Distintos de las controversias son los diálogos propiamente tales. Son: el diálogo
con Nicodemo (2,23 – 3,21), la samaritana (4,7-42), la gente de Cafarnaúm (6,24-59) y las
hermanas de Lázaro (11,17-44). Estableceremos un paralelo con el tratamiento de las
controversias, a fin de constatar la diferencia entre controversia y diálogo propiamente tal.

- las indicaciones de tiempo son vagas (“de noche”, en el caso de Nicodemo);


- los interlocutores son creyentes o personas que están en proceso de serlo;
- siempre se dan fuera de Jerusalén;
- sus temas son específicamente cristianos: el Bautismo (Nicodemo), el culto
93
Se encuentran en 2,13-22; 5,16-47; 7,14-24; 7,25-31; 7,32-39; 8,12-20; 8,21-30; 8,31-59; 10,22-39.

94
Dos ejemplos: a) 2,20: “46 años se ha tardado en construir este Santuario ¿y tú lo vas a levantar en 3 días?”.
b) 7,35: “¿Adónde irá éste que nosotros no le podamos encontrar? ¿Se irá a los que viven dispersos entre los
griegos?”
61

(samaritana), la Eucaristía (Cafarnaúm) y la resurrección (hermanas de Lázaro).


- también se ocupa el malentendido como recurso pedagógico.

En general tienen un tono más bien catequético y de instrucción. Pretenden


responder a la pregunta de quién es Jesús.

Correspondería continuar esta explicación con el relato de la Pasión; por razones de


espacio, me parece mejor tratarlo en la parte teológica.

6.2. Autor y composición del Cuarto Evangelio

a) El “discípulo amado”

El evangelio afirma la existencia de un testigo ocular junto a la cruz (19,35), quien


es el “discípulo al que amaba Jesús” (19,26). Jn 21,20.24 afirma que ese discípulo amado
95
anónimo da testimonio y “ha escrito estas cosas” 96.

95
Que abreviaremos como DA.
96
En Jn tres tipos de referencias a discípulos anónimos:

a) En 1,37-42, dos discípulos de Juan Bautista siguen a Jesús; de uno se da el nombre: Andrés, mientras
que se calla el del otro. En el contexto inmediato aparecen otros discípulos: Simón Pedro, Felipe y
Natanael.

b) Hay dos pasajes en que se alude a “otro discípulo” o “el otro discípulo”:

-18, 15-16: Pedro y otro discípulo siguen a Jesús que acaba de ser detenido y es llevado al palacio
del sumo sacerdote. El otro discípulo es conocido del sumo sacerdote e introduce a Pedro en el palacio.
-20,2-10: María Magdalena acude corriendo a Pedro y al otro discípulo (aquel al que Jesús
“quería”) para comunicarles que el cuerpo de Jesús no está en el sepulcro. El otro discípulo se adelanta a
Pedro camino de la tumba, Pedro entra el primero; luego, el otro discípulo entra a su vez, ve y cree.

c) Hay seis pasajes que mencionan el discípulo al que Jesús amaba (el verbo “amar” es “agapáo” en todos
los casos, excepto en 20,2 en que se usa “filéo”, querer):

-13,23-26: el discípulo al que Jesús amaba se reclina sobre el pecho de Jesús durante la última cena
y Pedro le indica que pregunte quién es el traidor.
- 19,25-27: el discípulo al que Jesús amaba permanece cerca de la cruz, y Jesús le recomienda que
reciba por madre a María.

-20,2-10: el “otro discípulo”, al que antes hemos mencionado en el apartado b), es identificado en
un paréntesis como “aquél al que Jesús quería”.
-21,7: el discípulo al que Jesús amaba se encuentra pescando en una barca junto con Simón
Pedro y los otros discípulos; reconoce a Jesús resucitado que se encuentra de pie en la orilla y se lo dice a
Pedro.
-21,20-23: el discípulo al que Jesús amaba sigue a Pedro y a Jesús. El escritor nos recuerda en un
paréntesis que se trata del mismo discípulo del que se habló en 13,23-26. Pedro se vuelve, ve al discípulo y
pregunta a Jesús acerca de él. Jesús dice que este discípulo podría vivir hasta su regreso. El escritor afirma
que estas palabras de Jesús crearon cierta confusión entre los cristianos, que empezaron a creer que aquél
discípulo no moriría nunca. Leyendo entre líneas, podemos pensar que el discípulo, efectivamente, había
muerto, lo que hizo necesaria la explicación.
-21,24: el escritor nos dice que aquél discípulo es la fuente de las cosas que han sido narradas.
62

San Ireneo (hacia el 180) identificó al DA como Juan (el de los Doce), que vivió
en Éfeso 97 hasta la época del emperador Trajano (hacia el 98). La identificación del DA
con el evangelista y con Juan recibió posteriormente el apoyo de la Iglesia. Sin embargo,
esta identificación obedece al propósito de defender la autoridad (inspiración y
canonicidad) de este evengelio ante quienes la cuestionaban 98.

Sobre la identidad del DA exiten actualmente 3 tipos de posiciones:

- Los que proponen una figura conocida del NT:

- Juan. Las razones que apoyan esta identificación son:

- es uno de los Doce (lo que explica su presencia, por ejemplo, en la


última cena).
- Junto con Pedro y Santiago, fue uno de los discípulos elegidos por
Jesús constantemente para que lo acompañara. La estrecha relación con Pedro que tiene el
DA a ningún otro personaje del NT cuadraría mejor que a Juan hijo de Zebedeo. En los
Sinópticos, Juan aparece junto a Pedro con más frecuencia que cualquier otro discípulo.
Además en Hechos, Juan y Pedro aparecen como compañeros en Jerusalén (cap. 3-4) y en
la misión de Samaría (8,14). Esta última misión parece corroborarse con Juan 4.

- Lázaro. Dado que en el evangelio se dice que Jesús lo amaba (11,5). En


dos oportunidades se aplica a él el verbo “querer” (“filéo”): 11,3.11.36.

- Marcos, el evangelista. Las razones son:


- Es de Jerusalén, y sabemos que el evangelio de Jn se centra en esa
ciudad y además presenta datos muy exactos sobre su geografía.
- Parece tener parientes en la clase sacerdotal 99.
- Por Pablo sabemos que Mc tenía relación con Lucas (Flm 24) lo que
explicaría las influencias mutuas entre la tradición lucana y la joánica.
-Parece haber mantenido contactos con Pedro (Hch 12,12; 1 Pe 5,13)
y el DA aparece muy asociado con Pedro.

- Los que piensan que el DA es un puro símbolo, un modelo del perfecto


discípulo. El que nunca se le otorgue un nombre y el que aparezca junto con Pedro en
escenas en cuyos paralelos sinópticos no hay nadie 100 ha sido invocado como prueba de su
no-historicidad.

97
“Después Juan, el discípulo del Señor, el que se había recostado sobre su pecho, publicó también él el
evangelio, viviendo en Éfeso de Asia” (Adversus Haereses”, III, 1,1).
98
Debido al aprecio que existía por este evangelio en círculos gnósticos y montanistas.
99
Su primo Bernabé era levita (Col 4,10; Hch.4,36). El DA era conocido del Sumo Sacerdote (18,15). El
Cuarto Evangelio muestra gran interés por las fiestas judías.
100
Comparar Jn 13,23-26 con Mc 14,18-21; Jn 18,15 con Mc 14,54; Jn 20,1-10 con Mc 16,1-4.
63

- Los que piensan que no era ni de los Doce ni era apóstol. Estos autores piensan
que el DA fue un discípulo directo de Jesús, pero que no era importante y que por eso no
aparece en la tradición más oficial de los sinópticos. Pero, puesto que este personaje llegó a
ser importante en la historia de la comunidad joánica (quizás como su fundador), se
tranformó en la figura ideal de su evangelio, capaz de ser comparado con Pedro por su
mayor cercanía con Jesús en el amor. La presencia del DA al pie de la cruz cuando los
Doce habían huido indicaría que no era uno de ellos, ni tampoco un apóstol (término nunca
usado en Jn).

¿Fué el DA el evangelista? Es bueno aclarar, primer lugar, que tanto la identidad


del DA como la autoría y forma de composición del cuarto evangelio son aspectos que no
afectan su inspiración y canonicidad. Ya han pasado los tiempos en que había que defender
el carácter de evangelio canónico de Jn. Por eso, identidad del DA, del evangelista, y forma
de composición son temas verdaderamente distintos que se pueden tratar en forma
independiente.

El cap. 21 (vv. 20 y 24) afirma que el DA es el evangelista: “Este es el discípulo


que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio
es verdadero”. Pero esto podría ser una simplificación del redactor final de la afirmación
de 19,35: “El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad,
para que tambien ustedes crean”. Este pasaje del cap. 19 podría significar que el DA no
fue el evangelista, sino un testigo de Jesús y, por ello, la fuente de la tradición que se ha
concretizado en el cuarto evangelio. El evangelista que escribió el texto pudo haber sido un
discípulo o seguidor del DA (al que describe en tercera persona), y por lo tanto, no un
testigo ocular del ministerio de Jesús. Si se postula al autor de las cartas joánicas como
diferente al del evangelio y se afirma la existencia de un redactor final del mismo,
entonces estaríamos ante la existencia de una “escuela joánica”; es decir, de varios
discípulos (del DA) que emplean un mismo estilo y material tradicional en la comunidad.

Esta tesis explicaría por qué algunas características del evangelio de Jn reflejan
plausiblemente un origen en la vida de Jesús, mientras que otras parecen muy lejos de
ese ministerio:

Como ejemplo de lo primero está la familiaridad con la Palestina de Jesús. Juan


conoce el emplazamiento de Betania (11,18), el huerto más allá del torrente Cedrón (18,1),
el pórtico de Salomón en el Templo (10,23), las piscinas de Betesda (5,2) y Siloé (9,7) y el
litóstrotos 101 (19,13). Estos lugares no están mencionados en los otros evangelios, y a veces
los testimonios externos apoyan la exactitud joánica.

También está la familiaridad con el mundo judío. No sólo se mencionan las fiestas
judías sino que las controversias muestran que un conocimiento de las ceremonias de estas
festividades y de su teología.

Como expresión de la lejanía del ministerio de Jesús podemos apreciar la

101
El patio de baldosas del palacio de Pilatos.
64

expulsión de los cristianos de la Sinagoga (9,22; 12,43), y el asesinato de cristianos por


judíos (16,2), el uso joánico de “los judíos”, el que Jesús hable explícitamente de su
divinidad y pre-existencia, etc.

b) Forma de composición

b.1) Tres tipos de explicaciones

Hay una serie de problemas que hemos visto al tratar la dimensión literaria de Jn
(falta de plan definido, aporías del texto, el cap. 21, el desarrollo de los de diálogos y
controversias,etc.) que indican que el Cuarto Evangelio tiene una redacción bastante
compleja. Dicha complejidad han hecho que los exégetas abandonaran la imagen
tradicional de la composición de este evangelio por un solo individuo que consignaba sus
recuerdos. Las explicaciones modernas han ido en 3 líneas:

- La existencia de desplazamientos accidentales. Las dificultades se explican por


el desplazamiento accidental de determinados pasajes, creándose de esta forma el desorden
que encontramos ahora en Juan. Como en los testimonios textuales (copias del texto) que
poseemos actualmente no hay ni una sola prueba de un orden distinto del que conocemos,
es necesario suponer que el desplazamiento accidental se produjo antes de que empezara a
difundirse este evangelio. Generalmente se supone que ello ocurrió después de la muerte o
en ausencia del evangelista.

- La existencia de fuentes escritas que el evangelista utilizó. Según Bultmann,


estaríamos ante 3 fuentes:
- una colección de relatos de milagro,
- una fuente de discursos de revelación para los diálogos y controversias, y
- un relato de pasión y resurrección.

- La existencia de redacciones múltiples, en diversos períodos y por diversas


personas.

Actualmente se tiende a descartar la primera línea, a aceptar por lo menos una


fuente de milagros previa y a concebir la redacción del Ev en varias etapas. Un conjunto
básico de materiales evangélicos habría sufrido diversas redacciones hasta alcanzar la
forma actual.

b.2) Teoría de Raymond Brown

A pesar de las diferencias entre unos autores y otros sigue teniendo mucha
influencia la teoría expuesta por Raymond Brown en su libro “La comunidad del discípulo
amado” 102. La base de su exposición es el hecho de que los evangelistas siempre
102
BROWN,R. “La comunidad del discípulo amado”, Sígueme, Salamanca, 1991 (original de 1979). Aquí
sigo su libro más reciente: “Introducción al NT”, Trotta, Madrid, 2002 (original 1997), tomo 1, pp. 491-495.
El pensamiento de este autor aquí es muy distinto al de su comentario “El Evangelio según Juan” (2 vols.,
Cristiandad, Madrid, 1979, original de 1966), en el que se inclinaba por identificar al DA con Juan, de los
Doce.
65

proporcionan información (aunque indirectamente) de la comunidad a la cual dirigen su


obra.

En este caso, Brown nos advierte que toda su reconstrucción es muy hipotética y
que probablemente habría que añadir un “quizás” en cada frase. Esta reconstrucción no sólo
abarca el evangelio sino también las 3 cartas joánicas.

Brown distingue 4 etapas:

- La primera que precede al evangelio escrito, pero en la que se va moldeando su


pensamiento (desde los 50 hasta los años 70 u 80). El punto de partida fue lo que Jesús hizo
y dijo, pero no los mismos recuerdos conservados en los sinópticos 103. Luego los recuerdos
sufrieron la influencia de la experiencia vital de la comunidad joánica, que los conservó y
de los misioneros que los explicaron. La experiencia comunitaria y la predicación fueron
transformando la pequeñas unidades orales en los relatos de signos, controversias y
diálogos, típicos de este evangelio.

La comunidad joánica comenzó en Palestina conformada por judíos de creencias


más o menos comunes (en el judaísmo), algunos de los cuales habían sido seguidores de
Juan Bautista. Estos cristianos aceptaron a Jesús como el mesías davídico en quien se
habían cumplido las profecías y al que confirmaban sus milagros.

Entre ellos, con una importancia insignificante al principio, había un hombre que
había conocido a Jesús y había sido su discípulo durante su vida pública y que con el
tiempo sería el DA.

A estos primeros seguidores se añadieron otros judíos con una actitud de reserva
frente al Templo, quienes hicieron algunos conversos en Samaría (Jn 4). Éstos
interpretaron a Jesús en principio de acuerdo con un trasfondo mosaico 104 (en cuanto
distinto al davídico): Jesús había estado con Dios, al que había visto y cuya palabra había
traído a este mundo. La aceptación de este segundo grupo sirvió de catalizador para el
desarrollo de una cristología elevada de la pre-existencia (contemplada a la luz del
trasfondo de la Sabiduría personificada de la tradición sapiencial 105); esto condujo a
debates con los judíos, quienes pensaron que los cristianos joánicos estaban abandonando
el monoteísmo judío haciendo de Jesús un segundo Dios (5,18). Finalmente, los dirigentes
de esos judíos expulsaron de la Sinagoga a los cristianos joánicos (9,22; 16,2). Estos
últimos, al sentirse abandonados por los suyos, adoptaron una actitud muy hostil hacia “los
judíos”, a quienes consideraron “hijos del Diablo” (8,44).

Estos cristianos hicieron muchos incapié en la realización actual de las promesas


escatológicas de Jesús para compensar lo que habían perdido en el Judaísmo (de ahí el tema
103
Por eso, este evangelio no depende de la tradición oral de los sinópticos, sino que tiene su propia tradición
oral. En su etapa escrita no tampoco fue un complemento de los sinópticos como se pensó en los comienzos
de la exégesis crítica.
104
En la línea del nuevo Moisés prometido en Dt 18,18.
105
Pensamos especialmente en los poemas de: Job 28; Prov. 1-9; Baruc 3,9 – 4,4; Eclo 1; 4,11-19; 6,18-31;
14,20 – 15,10; 24; Sab 6 -10.
66

de la sustitución de instituciones judías por Jesús, tan notable en este evangelio). Al mismo
tiempo, los cristianos joánicos despreciaron a los creyentes en Jesús que no rompieron
abiertamente con la Sinagoga como ellos (cuyo modelo fueron los padres del ciego de
nacimiento de 9,21-23). El discípulo mencionado más arriba habría promovido esta
transición y habría a ayudado a otros a hacerla, llegando a ser así el DA.

- La segunda etapa fue durante la cual el evangelista (distinto del DA) escribió el
el evangelio (probablemente en varias redacciones). Puesto que estos cristianos (joánicos)
consideraban a “los judíos” ciegos e incrédulos (12,37-40), la llegada de los griegos a la
fe fue considerada como el cumplimiento del plan de Dios (12,20-23). La comunidad, o
parte de ella, se había trasladado de Palestina a la diáspora para enseñar a los griegos
(7,35), quizás a la zona de Éfeso. Este traslado arroja luz sobre la atmósfera helenística de
este evangelio y sobre la necesidad de explicar los nombres y títulos semíticos (por
ejemplo, Rabí, Mesías). Este contexto abrió al pensamiento joánico posibilidades
universalistas, al intentar dirigirse a un público más amplio. El rechazo y la persecución,
sin embargo, convencieron a los cristianos joánicos de que “el mundo” se oponía a Jesús.
Se consideraron a sí mismos como no de este mundo, el cual está bajo el poder de Satán, el
Príncipe de este mundo (17,15-16; 14,30; 16,33).

Al relacionarse con otros cristianos rechazaron a algunos porque tenían una


cristología tan inadecuada que eran realmente incrédulos (6,60-69). Otros, simbolizados
por Simón Pedro, creyeron verdaderamente en Jesús (6,67-69), pero se pensaba de ellos
que no tenían tanta penetración espiritual como los cristianos joánicos, simbolizados por el
DA (20,6-9). Albergaban, sin embargo, la esperanza de que las divisiones y la comunidad
joánica se subsanaran y fueran uno (10,16; 17,11). Sin embargo, el acento unilateral en la
divinidad de Jesús (generado en las luchas en contra de los dirigentes de las sinagogas) y en
la necesidad del amor como mandamiento único (13,34; 15,12.17) abrió el camino para que
algunos en la generación siguiente, cuyo único conocimiento de Jesús procedía de este
evangelio, defendieran puntos de vista exagerados.

- La tercera etapa es aquella en que se escribieron las dos primeras cartas


joánicas (hacia el 100). La comunidad se dividió en dos:

- Unos siguieron siguieron las ideas expresadas por el autor de 1 y 2 Jn


(otro autor joánico distinto del evangelista). Este “redactor” complementó el evangelio
insistiendo en la humanidad de Jesús (venido en “carne”: Jn 1,14) y en el
comportamiento ético (cumplir los mandamientos).

- Otros muchos se apartaron (al menos según la opinión del autor de 1 Jn


2,18-19) y se hicieron “anticristos e hijos del Diablo”, porque habían exagerado de tal
modo la divinidad de Jesús que no daban importancia alguna a su vida humana o a su
propio comportamiento (aparte del simple hecho de creer en Jesús). Sin embargo, en la
comunidad joánica no había una estructura suficientemente autoritaria como para
permitir al autor imponer la disciplina a los cismáticos, quienes buscaban activamente más
partidarios; ante quienes se encontraban perplejos sobre la verdad sólo podía urgir que
sometieran a prueba los espíritus (1 Jn 4,1-6).
67

- Finalmente, en la cuarta etapa se escribió 3 Jn y el “redactor” (el mismo de la


tercera etapa) añadió el cap. 21 (hacia el 100 a 110) al evangelio y otros cambios menores.
La desintegración de la comunidad joánica condujo al desarrollo de una estructura pastoral
e hizo que los que sentían simpatía por la cristología descrita arriba (real humanidad de
Jesús e insistencia en los mandamientos) se acercaran a la Gran Iglesia “católica” (es
decir, la dirigida por continuadores de los Doce). En la 3 Jn, incluso, aunque al autor no le
gustara porque se había tranformado en una autoridad, Diotrefes representaba
probablemente esta nueva tendencia, ajena a la precedente confianza joánica en el Espíritu
como único maestro. Semejantemente, en Jn 21,15-17 Jesús impone a Simón Pedro la
tarea de pastorear sus ovejas, con lo que el redactor reconoce la existencia de pastores
humanos al lado de Jesús, el pastor ideal. Esta evolución habría de llevar finalmente a
algunos cristianos cristianos joánicos a la Gran Iglesia, lo que haría que la herencia joánica
se conservara en ella. Por otra parte, los que simpatizaban con la cristología contraria a
1 y 2 Jn llevaron su interpretación hasta el docetismo (según el cual Jesús no es
verdaderamente humano) y el gnosticismo (en el que este mundo se concibe como tan
distorsionado que no puede haber sido una creación de Dios), y finalmente hacia el
montanismo (en el que Montano era la representación corpórea del Paráclito para guiar a la
Iglesia).

b.3) Los puntos de consenso

En esta presentación de Brown, ¿qué puntos son mayoritariamente aceptados por


otros autores? La investigación ha producido por lo menos un cierto grado de consenso en
los siguientes puntos:

- redacción progresiva de Jn;


- núcleo narrativo inicial;
- fuerte interacción con la Sinagoga farisea;
- ampliación del núcleo inicial a través de la labor catequética y homilética de la
comunidad;
- una última redacción que, ordinariamente, no introduce aspectos especialmente
relevantes.

Lo más sobresaliente en este tema es la correlación que se ha ido produciendo entre


la composición de Jn y la historia de la comunidad.

c) Fecha y lugar del Cuarto Evangelio

Cuando se pregunta sobre la fecha y lugar de composición del cuarto evangelio hay
que tener en cuenta que éste tuvo un largo y complejo proceso de composición. Parece
posible situar sólo la primera y última etapa.

La primera etapa parece haber tenido lugar en Palestina, y si adoptamos la


posición de Brown, entre los años 50 a 70 (u 80). Debe tenerse presente lo dicho más
arriba sobre la familiaridad del evangelio con la Palestina de la época de Jesús.

Respecto de la fecha de la redacción final, se la suele fijar entre el año 90 y 110.


68

La primera cifra debido a la alusiones a la excomunión de las Sinagogas 106, a la muerte de


Pedro 107 y del DA 108; la segunda, debido al descubrimiento de fragmentos de papiros del
evangelio encontrados en Egipto y datados entre el 140 y 200 109.

¿En qué lugar se compuso la redacción final? Se ha postulado como lugares


Alejandría, Antioquía y Éfeso. Veamos brevemente los argumentos.

La hipótesis que postula a Alejandría como lugar se apoya en la amplia circulación


de Juan en Egipto, como lo prueban los papiros. Sin embargo, hay que ir con cautela, ya
que la razón de que existan papiros egipcios de cualquier obra consiste en el hecho de que
aquel clima era más favorable que el de los restantes centros cristianos para la conservación
de los papiros. El que Alejandría fuera el centro donde realizan su obra Filón, los autores
del “corpus hermético” y el gnóstico Valentín ha pesado decisivamente en el pensamiento
de los investigadores para quienes el evangelio estaba influido por una u otra de estas
escuelas de pensamiento.

Respecto de Antioquía de Siria, un primer argumento es la posibilidad de que


Ignacio de Antioquía dependiera de Juan. Existe en efecto una gran semejanza teológica
entre ambos. Entre los escritores latinos circuló la tradición de que Ignacio fue discípulo de
Juan.

El lugar de composición más probable sigue siendo Éfeso. Además de la casi


unanimidad de las obras antiguas que tratan de este tema, tenemos un argumento en el
paralelismo entre Juan y el Apocalipsis, ya que esta última obra pertenece claramente al
área de Efeso. El motivo de la oposición a la Sinagoga, característico de este evangelio,
tiene sentido en la región de Éfeso, ya que Ap 2,9 y 3,9 son testimonio de una violenta
polémica contra la Sinagoga en aquella zona del Asia Menor. Finalmente, si en el evangelio
se refleja la polémica con los discípulos de Juan Bautista, resulta que el NT sólo menciona
un lugar fuera de Palestina en que hubo discípulos que sólo habían recibido el bautismo de
Juan: Efeso (Hch. 19,1-7).

106
La duodécima bendición de la oración sinagogal del Shemoneh Esreh (que maldecía a los “herejes” y que
se insertó en el culto sinagogal) y la aplicación de las excomuniones formales corresponde al período entre el
80 y 90.
107
En 21,18-19 tenemos un testimonio simbólico, pero relativamente claro de que Pedro murió crucificado,
acontecimiento que tuvo lugar a fines de la década del 60.
108

Según lo que insinúa 21,20-23, bastante después de la muerte de Pedro murió también el DA a una edad muy
avanzada, lo que hace verosímil una fecha en torno al 80 y más bien hacia el 90.
109
La teoría de que Juan se compuso en Egipto cuenta con escaso apoyo. Si, como se acepta generalmente,
fue compuesto en Asia Menor (o incluso en Siria), hemos de suponer que transcurriría cierto tiempo para
llegar hasta Egipto y adquirir allí una amplia circulación.
69

6.3. La cristología joánica

a) Jesús como Rey

El anuncio de la cercanía del reinado de Dios de los sinópticos ha sido sustituido en


Jn por el tema de Jesús como rey. Los textos en donde aparece esta realeza son, sobre todo,
los de la Pasión.

Ella es presentada por Jn como una marcha triunfal de Jesús hacia la cruz. La
muerte de Jesús es más bien una victoria que una derrota. La cruz es más un trono que un
patíbulo.

Esto se pone de manifiesto en que Jesús conoce todo lo que iba a suceder 110. Por eso
en el relato se subraya su libertad de varias maneras: Jesús es quien sale al encuentro de
quienes lo van a detener 111, lleva la cruz él solo 112, antes de morir dice que todo se ha
cumplido 113, muere entregando su Espíritu 114. Es Jesús quien da su vida, nadie se la quita
115
. El tema de la “hora” de Jesús marca esta libertad que es a la vez obediencia 116.

Jn no se detiene en aquellos elementos que podrían subrayar la humillación y el


sufrimiento de Jesús: no hay violencia física en la detención, ni insultos ni burlas por parte
de los que le rodean en la cruz, no se indica que los crucificados junto a Jesús sean
ladrones, Simón de Cirene no tiene que ayudar a Jesús a llevar la cruz.

La larga conversación de Jesús con Pilatos tiene como centro el tema de la realeza
(18,33-38):
“(33) Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: ‘¿Eres tú el Rey
de los judíos?’ (34) Respondió Jesús: ‘¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han
dicho de mí’. (35) Pilato respondió: ‘¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos
sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?’(36) Respondió Jesús: ‘Mi Reino no es
de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mi gente habría combatido para que no
fuera entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.’ (37) Entonces Pilato le dijo:
‘¿Luego tú eres Rey?’ Respondió Jesús: ‘Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y
para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la
verdad, escucha mi voz.’ (38) Le dice Pilato: ‘¿Qué es la verdad?’ Y, dicho esto, volvió a
salir...”

Como puede apreciarse, este diálogo está repleto de temas joánicos: venir a este
mundo, dar testimonio, ser de la verdad, no ser de este mundo, escuchar la voz de Jesús.
110
18,4; 19,28
111
18,1-4.11. En el arresto de Jesús los que lo van a aprehender caen en tierra (actitud de quienes se
encuentran en la presencia de un monarca: 18,6). Además, aquí Jesús se presenta como “el que es” (v.5)
aludiendo al nombre divino “Yahveh”.
112
19,17
113
19,30b
114
19,30c
115
Cf. 10,18
116
10,18
70

Jesús se declara Rey y como tal ha venido al mundo. Por eso la declaración de
Pilatos: “Aquí tienen ustedes a su rey” (19,14) constituye un punto central del relato. Por
otra parte, el evangelio concede una gran importancia al letrero puesto en la cruz
(19,12-22).

Todo el relato de la Pasión es una verdadera entronización de Jesús: la conversación


con Pilatos prepara esta revelación, de modo que podamos encontrar en el relato los actos
fundamentales de dicha entronización: la auto-revelación del rey (18,33-38), su coronación
(19,2-3), la aclamación (19,13-15), y la entronización propiamente tal (19,19-22).

La ironía joánica aparece una estas escenas. Cuando los judíos creen haberse librado
de Jesús, cuando Pilatos entrega a Jesús para que lo crucifiquen y los soldados se reparten
sus vestidos, es entonces precisamente cuando Jesús es elevado y glorificado. La victoria de
Jesús se da donde y como menos se esperaba.

b) Jesús, revelador del Padre

La pregunta por la identidad de Jesús recorre todo el Evangelio de Jn. Existe en él


un cristocentrismo mucho más radical que en los sinópticos. Puede verse esto en que
Jesús es el tema central del Ev (en los Sinópticos hay otros temas fundamentales; por ej., el
del Reino de Dios). En Jn, Jesús se predica a sí mismo. El predicador pasa a ser el
predicado, pero ¡por sí mismo! Y no sólo se predica al Jesús terreno, sino al Resucitado
presente en la comunidad joánica.

En esta línea hay que situar la utilización por Jesús del pronombre personal “yo”.
No sólo para afirmar su identidad con los diversos símbolos o imágenes mesiánicas del AT
(maná, luz, pastor, etc.) sino sin predicado alguno (“Yo Soy”), con clara connotación de
estarse apropiando del nombre divino (Yahveh).

Jesús es alguien que tiene la función de revelador mediante un testimonio (por ej.:
3,32) como se aprecia en la siguiente frase: “el que viene del cielo da testimonio de los que
ha visto y oído, pero su testimonio nadie lo acepta” (3,31-32) 117. Es un testimonio sobre el
mundo divino, el mundo “de arriba”; testimonio que se da en “mundo de abajo”, la
“carne” (1,14) 118.

¿Qué revela Jesús? El contenido de la revelación es Él mismo en cuanto que


conduce al Padre. Jesús afirma: “el Padre y yo somos una misma cosa” (10,30). Esta
enigmática frase alude a una figura que pertenece al derecho judío: la del enviado con
plenos poderes. A pesar de que el que envía a un agente para que lo represente conserva
una estricta superioridad sobre el enviado, el que envía es uno con el enviado. Este último
debe llevar a cabo su tarea con estricta fidelidad y obediencia. Ante los destinatarios tiene
los mismos derechos y se le debe el mismo honor y respeto que al que envía. Al acabar el
agente su tarea, ha de dar cuenta de todo lo que ha realizado, volviendo a aquel que lo ha
117
También en 3,11 y 18,37
118
Es decir, en la condición caduca y mortal del hombre.
71

enviado.

Toda la actuación de Jesús es cumplimiento de lo que se le ha mandado. Jesús tiene


un mandamiento 119; la razón de su actuación es la obediencia a Aquel que lo ha enviado:
“mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” 120. Por
eso, el que ha enviado a Jesús le ha conferido el papel de juzgar 121 y ha puesto todo en sus
manos 122.

c) Jesús envía el Espíritu Santo

Es en los discursos de despedida, en que encontramos con una amplia presentación


de la figura del ES 123. Se utiliza aquí la palabra griega “Paráclito” para designarlo. Ella
tiene el significado de: “el que ha sido llamado para ayudar, acompañar y aconsejar”. En
este sentido, algunos lo han traducido como "abogado”. Pero la acción judicial no agota el
sentido del término, que también podría significar “intercesor”. Además, existe la
traducción de “consolador”. Sin embargo, habría que agregar a esos aspectos el del
estímulo y la exhortación, al estilo del maestro y guía.

El ES es enviado por Jesús, o, en algunos textos, por el Padre, pero a través de


Jesús. Volvemos a encontrar aquí la figura jurídica de la representación. Sin embargo, se
debe añadir algo: el enviado con plenos poderes tenía la posibilidad de dejar un
representante cuando finalizaba su tarea y regresaba a aquel que lo había
comisionado. Este segundo agente era, por lo tanto, representante de un enviado que tenía
que volver después de cumplir su tarea.
Nos interesa aquí especialmente la vinculación que existe entre ES y la fe en
Jesús.

Jn tiene muchas expresiones que son equivalentes a “creer”:

- recibir a Jesús, sus palabras, su testimonio (3,11-12; etc.);


- escuchar a Jesús, escuchar su voz, su palabra (5,24.37-38; etc.);
- perseverar en su palabra, tener su palabra, permanecer en Él (8,31-32; etc.).

La importancia de “creer” en Jn se subraya también a través de las promesas que se


hacen a los creyentes. El que cree:

- no tendrá nunca más sed (6,35);


- tiene vida eterna (5,24);
- aunque muera, vivirá (11,25);
- no permanecerá en las tinieblas (14,12);
- hará las obras que hace Jesús e incluso más grandes (14,12).

119
12,49; 14,31; 15,10
120
4,34; 5,30; 6,38-40
121
5,22-23
122
3,35; 13,3
123
Más exactamente en: 14,15-17; 14,26; 15,26; 16,7-10; 16,13.15.
72

Llama la atención en Jn que, a pesar de que hace referencia a la fe de los


interlocutores de Jesús 124, sin embargo, nadie llega verdaderamente a creer. Ni siquiera
los discípulos 125. Y es que la fe no es posible más que después de que el misterio de Jesús
ha llegado a su plenitud. Sólo el ES da una comprensión profunda de Jesús 126. La
exhortación y el envío del E que da lugar a la fe coinciden 127. El creer, según Jn, es
posesión plena de la vida de Dios, que nos llega a través de Jesús 128; sin embargo, esa
plenitud sólo llega después de la exaltación (pasión).

Lo contrario a la fe es la incredulidad. Sin embargo, Jn no se refiere aquí a los


ateos (que casi no existen en la Antiguedad), ni a los miembros de las otras religiones, ni
menos a los que no han podido conocer a Jesús. La incredulidad (sinonimo de pecado) es la
actitud propia de “los judíos” y “el mundo”. Ambas palabras son de difícil comprensión en
Jn.

Dejando de lado algunas excepciones, el Cuarto Evangelio utiliza “los judíos”


como un término técnico para designar a las autoridades religiosas (sumos sacerdores y
fariseos), sobre todo las de Jerusalén, que se muestran hostiles a Jesús.

Este término tan extraño (ya que casi todos en los evangelios son judíos) se debe a
que después del año 70 en que son destruidos la ciudad de Jerusalén y el Templo, todos los
distintos grupos desaparecen, con la excepción de los fariseos. Las últimas redacciones del
Ev. pertencen en a una época (años 80) en que se ha acabado la misión cristiana entre los
judíos. Aquellos que han aceptado a Jesús ahora son simplemente “cristianos” y la
designación de “judíos” se reserva a los que lo rechazan.

El pecado es lo propio de los judíos, y consiste en matar a Jesús, y ello porque no


han querido hacer la voluntad de Dios. Es una actitud de suficiencia y cerrazón que impide
a los judíos un verdadero conocimiento de Dios.

La realidad del pecado es anterior a la venida de Jesús (Jesús ha venido para “quitar
el pecado del mundo”: 1,29.36). Pero la revelación de Jesús es como un imán que atrae y
cataliza la agresividad mentirosa y homicida de los judíos. El pecado, entonces, pasa a ser
el rechazo de Jesús que busca hacerle desaparecer. Es “no conocer” (=aceptar) a Jesús
(1,10).

Ahora bien, el pecado es también más grande y más poderoso que el rechazo de los
judíos, detrás de ellos está “el mundo”. Este tiene una actitud que caracteriza la vida de los
hombres: “la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque
sus obras eran malas” (3,19). “Malas” quiere decir aquí contrarias a la voluntad de Dios y a
su acción salvadora. Por eso Jn habla del “pecado del mundo”. Jn termina asimilando los
judíos al mundo.

124
Por ejemplo, la fe del empleado real en 4,54.
125
Ver 16,29-33
126
14,26; 8,28
127
13,32-33; 16,7
128
17,3
73

En Jn la palabra “mundo” es compleja. Tiene varios sentidos:

- el mundo físico, el universo 129, la tierra, lugar donde habita la humanidad 130;
- la humanidad que habita el mundo 131;
- la humanidad en cuanto estructurada en un orden socio-religioso enemigo de Dios
132
, que es el uso más frecuente.

129
17,5.24
130
11,9; 21,25
131
1,9.10.29; 3,16.17.19; 4,42; 6,14.33.51; 8,12; etc.
132
Aparece en 7,4.7; 8,23.26; 9,39; 12,25.31; 14,17.19.22.30.31; etc.

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