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RESILIENCIA

Tendemos a idealizar la niñez como una época sin problemas, pero la tierna edad por sí sola
no ofrece ninguna protección contra los daños emocionales y los traumas que pueden enfrentar
los niños. Se les puede pedir a los niños que enfrenten problemas, como adaptarse a una
nueva clase, ser intimidados por sus compañeros o incluso al abuso en el hogar. Si sumamos a
eso la incertidumbre que forma parte del crecimiento, la infancia puede ser cualquier cosa
menos una época sin problemas. La aptitud para desarrollarse pese a estos desafíos surge de
la capacidad de resiliencia.
La buena noticia es que la resiliencia es una capacidad que puede aprenderse.
Desarrollar resiliencia, es la capacidad para afrontar con éxito la adversidad, el trauma, la
tragedia, las amenazas o incluso fuentes importantes de estrés, puede ayudar a manejar el
estrés y los sentimientos de ansiedad e incertidumbre. Sin embargo, que los niños sean
resilientes no significa que no experimentarán dificultades o angustia. El dolor emocional y la
tristeza son comunes cuando tenemos un trauma de importancia o una pérdida personal, o
incluso cuando nos enteramos de la pérdida o trauma de otra persona.

10 CONSEJOS PARA DESARROLLAR LA RESILIENCIA


Todos podemos desarrollar resiliencia y ayudar a que nuestros hijos la desarrollen también.
Implica conductas, pensamientos y acciones que pueden aprenderse con el paso del tiempo. A
continuación, presentamos consejos para desarrollar la resiliencia.
1. Establezca relaciones
Enséñele a su hijo cómo hacer amigos, inclusive la capacidad de sentir empatía, o de sentir
el dolor del otro. Anime a su hijo a ser amigo para poder tener amigos. Desarrolle una red
familiar fuerte para respaldar a su hijo ante las desilusiones y heridas inevitables. En la
escuela, hay que estar atento al hecho de que ningún niño esté aislado. Relacionarse con
las personas brinda apoyo social y fortalece la resiliencia. Algunos encuentran consuelo
recurriendo a un poder supremo, mientras que otros lo hacen a través de una religión
organizada o en forma privada y tal vez usted desee introducir sus tradiciones religiosas a su
hijo.
2. Ayude a su hijo haciendo que ayude a otros
Ayudar a otros puede permitirle a los niños superar la sensación de que no pueden hacer
nada. Anime a su hijo a realizar trabajos voluntarios apropiados para su edad, o pídale
ayuda con alguna tarea que él pueda realizar. En la escuela, realice una sesión creativa con
los niños buscando maneras de ayudar a los demás.
3. Mantenga una rutina diaria
Respetar una rutina puede ser reconfortante para los niños, en especial para los más
pequeños que anhelan estructuras en su vida. Anime a su hijo a desarrollar sus propias
rutinas.
4. Tómese un descanso
Si bien es importante seguir las rutinas, preocuparse incesantemente puede resultar
contraproducente. Enséñele a su hijo cómo concentrarse en algo distinto a lo que le
preocupa. Dese cuenta de las cosas a las que su hijo está expuesto y que puedan ser
inquietantes; sean noticias, Internet o conversaciones que oyen por casualidad y asegúrese
de que su hijo tome un descanso de esas cosas si le causan inquietud. Si bien las escuelas
son responsables del rendimiento en exámenes estandarizados, destine un tiempo no
estructurado durante el día escolar para que los niños desarrollen su creatividad.
5. Enseñe a su hijo a cuidar de sí mismo
Dé un buen ejemplo y enséñele a su hijo la importancia de darse tiempo para comer como
es debido, hacer ejercicios y descansar. Asegúrese de que su hijo tenga tiempo para
divertirse y de que no tenga programado cada minuto de su vida sin ningún momento para
relajarse. Cuidarse e incluso divertirse ayudará a su hijo a mantener el equilibrio y enfrentar
mejor los momentos estresantes.
6. Avance hacia sus metas
Enséñele a su hijo a fijarse metas razonables y luego a avanzar dando un solo paso a la vez
para lograr alcanzarlas. Avanzar hacia esa meta, incluso con un paso muy pequeño, y recibir
elogios por hacerlo hará que su hijo se concentre en su logro en lugar de fijarse en lo que no
logró y puede ayudarle a desarrollar resiliencia para salir adelante ante los desafíos. En la
escuela, divida las tareas grandes en pequeñas metas alcanzables por los niños más
pequeños, y para los más grandes, reconozca los logros a medida que avanzan hacia las
metas mayores.
7. Alimente una autoestima positiva
Ayude a su hijo a recordar cómo pudo lidiar satisfactoriamente con dificultades en el pasado
y luego ayúdelo a entender que esos desafíos pasados lo ayudan a desarrollar la fortaleza
para manejar desafíos futuros. Ayude a su hijo a que aprenda a confiar en sí mismo para
resolver los problemas y tomar las decisiones adecuadas. Enséñele a su hijo a tomar la vida
con humor y la capacidad de reírse de sí mismo. En la escuela, ayude a los niños a ver cómo
los logros individuales contribuyen al bienestar de la clase como un todo.
8. Mantenga las cosas en perspectiva y una actitud positiva
Incluso cuando su hijo esté enfrentando sucesos dolorosos, ayúdelo a ver la situación en un
contexto más amplio y a mantener una visión de largo plazo. Si bien su hijo puede ser
demasiado joven para ver las cosas a largo plazo por sí mismo, ayúdelo a ver que existe un
futuro más allá de la situación actual y que el futuro puede ser bueno. Una actitud optimista y
positiva le permite a su hijo darse cuenta de las cosas buenas de la vida y seguir adelante
incluso en los momentos más difíciles. En la escuela, utilice la historia para mostrar que la
vida sigue después de las adversidades.
9. Busque oportunidades para el autodescubrimiento
Los momentos difíciles suelen ser los momentos en los que los niños aprenden más sobre sí
mismos. Ayude a que su hijo vea cómo lo que está enfrentando puede enseñarle a entender
de qué está hecho. En la escuela, considere conversaciones sobre lo qué ha aprendido cada
estudiante después de enfrentar una situación difícil.
10. Aceptar que el cambio es parte de la vida
Los cambios pueden a menudo ser terribles para los niños y adolescentes. Ayude a su hijo a
ver que el cambio forma parte de la vida y que se puede reemplazar con nuevas metas a
aquéllas que puedan haberse convertido en inalcanzables. En la escuela, señale cómo los
estudiantes cambiaron a medida que avanzaban al siguiente grado y analice cómo ese
cambio ha tenido un impacto sobre ellos.

LA RESILIENCIA Y LOS ESTUDIANTES EN SECUNDARIA

Si bien sus hijos adolescentes pueden haberle superado en estatura, siguen siendo muy
jóvenes y pueden sentir intensamente el miedo y la ansiedad de las tensiones propias de la
adolescencia así como de los sucesos en su alrededor. Las emociones pueden ser volátiles y
superficiales durante la adolescencia y puede resultar difícil para usted hallar la mejor forma de
identificarse con su hijo adolescente.
Converse con sus hijos siempre que pueda, incluso si parece que no quisieran hablar con
usted. A veces el mejor momento para hablar puede ser cuando van juntos en el auto; otras
veces puede ser cuando hacen los quehaceres juntos, permitiendo que su hijo adolescente
tenga la mirada puesta en otra cosa mientras conversan. Cuando sus hijos adolescentes le
hagan preguntas, respóndales francamente pero en tono tranquilizador. Pídales su opinión
sobre lo que está sucediendo y escuche sus respuestas.
Haga de su hogar un lugar emocionalmente seguro para sus hijos adolescentes. En la
secundaria, las provocaciones e intimidaciones pueden intensificarse, el hogar debe ser un
refugio, en especial a medida que sus hijos adolescentes adquieren más libertades y opciones
y consideran al hogar como una constante en su vida. Sus hijos pueden preferir estar con
amigos en lugar de compartir tiempo con usted, pero prepárese para brindarle mucho tiempo
en familia cuando lo necesiten y reserve tiempo en familia que incluya a sus amigos.
Cuando sucedan cosas estresantes en el mundo, aliente a su hijo adolescente a tomarse
descansos de las noticias, ya sea que las obtenga de la televisión, revistas, diarios o Internet.
Use las noticias como un medio para iniciar conversaciones. Los adolescentes pueden actuar
como si se sintieran inmortales, pero aun así quieren saber que estarán bien. Las pláticas
francas sobre sus temores y expectativas pueden ayudar a que su hijo, que está en la escuela
secundaria, aprenda a expresar sus propios temores. Si su hijo adolescente habla con
dificultad, anímelo a escribir un diario o a recurrir al arte para expresar sus emociones.
Muchos adolescentes sienten altas y bajas emocionales extremas debido a los niveles
hormonales en sus cuerpos; esto sumado al estrés o el trauma puede hacer que estos cambios
parezcan más extremos aún. Sea comprensivo pero firme cuando los adolescentes reaccionen
al estrés con hosquedad o enojo. Tranquilícelos diciéndoles que sólo espera que hagan el
mejor esfuerzo posible.

Esta nueva situación de cuarentena y cambios radicales de hábitos y rutinas puede generar
estrés, ansiedad e incluso llevarnos al límite de nuestras capacidades. Por ello, fomentar la
resiliencia nos permite desarrollarnos a partir de la adversidad. Partir de situaciones
negativas para llegar al bienestar y al crecimiento tanto a nivel personal como en la sociedad.
El fin es mejorar nuestra autoestima y percepción del mundo, generar una actitud positiva ante
lo que ocurre, favorecer la conexión con los demás, dar refuerzo positivo y evitar focalizar
continuamente nuestra atención en lo negativo
Intentemos ante todo mantener la mayor serenidad posible, meditar al final del día, mirar a
largo plazo y pensar cómo nos gustaría recordar estos momentos dentro de unos años, si
queremos vivirlos como una crisis o una oportunidad, y todas las lecciones aprendidas que
podemos sacar de esta experiencia que nos toca vivir.
¿Cómo quiero ser durante el covid-19: zona de miedo, zona
de aprendizaje y zona de crecimiento 
Resiliencia en tiempos de crisis:

Resilience  es una palabra inglesa, de difícil


traducción al castellano, que se viene utilizando con creciente profusión. Su significado es algo
así como resistencia o elasticidad. Se utiliza en ingeniería para referirse a la resistencia o
elasticidad de los metales. 
En su sentido actual, la resiliencia  es la capacidad que tiene una persona para
enfrentarse con éxito a unas condiciones de vida sumamente adversas (pobreza,
guerras, orfandad, crisis, etc.). 
La resiliencia como realidad humana se remonta a los orígenes de la humanidad. Desde los
albores de la civilización, la resistencia a la adversidad ha sido un factor que ha impulsado a
las personas a seguir adelante a pesar de los obstáculos y dificultades, posibilitando el
desarrollo y devenir histórico. 
Los que trabajan con niños saben que algunos tienen  resiliencia  y otros no. Lo cual ha dado
lugar a líneas de investigación sobre la resiliencia infantil y sus repercusiones en la vida
adulta. 
La diferencia entre una persona que tiene un alto nivel de tolerancia a la frustración y la que lo
tiene bajo puede depender de cómo responde a esta pregunta: ¿lo voy a poder soportar? La
persona con un nivel bajo piensa: “Esto no hay quien lo aguante. No lo puedo soportar”. Y se
hunde. La persona con un nivel alto piensa: “Esto no me gusta ni lo he buscado. Pero creo que
si me lo propongo voy a poder superarlo”. Y encaja el golpe y sigue adelante. 
En tiempos de crisis se impone formar (o entrenar) personas para que sean más resilientes. Lo
cual significa educar en competencias emocionales que permitan reconvertir la adversidad en
perspectivas de futuro caracterizadas por la esperanza, ilusión, optimismo, compasión y amor,
… a pesar de todo. 

Todos a lo largo de nuestra vida pasamos


por situaciones que nos generan estrés, ansiedad, que nos llevan al límite de nuestras
capacidades, que nos resultan dolorosas…  
Es muy probable que esta cuarentena sea una de estas situaciones; la incertidumbre, el miedo,
el desconocimiento, la sobreinformación pueden llegar a generar en nosotros sentimientos de
miedo, ansiedad, dolor… que a menudo no sabemos cómo afrontar. Es indudable que no
podemos tener el control de todo lo que está ocurriendo, ya que esto terminará
desgastándonos y sumiéndonos en la rigidez y la infelicidad. Los eventos suceden, incluso
aquellos que consideramos negativos. Pero la decisión de tomarlos como un fracaso o
como un reto es solo nuestra. 
Esta cuarentena puede ser una oportunidad para desarrollarnos a partir de la adversidad,
convertirnos en personas más resilientes, partir del dolor y el miedo para llegar al bienestar y al
crecimiento. 
Se trata de desarrollar la capacidad de hacer frente a las experiencias traumáticas, e incluso
obtener beneficios de ellas, permite sacar lo mejor de uno mismo en los momentos adversos.
No solo tenemos la oportunidad como familias de hacernos más fuertes y superar esta crisis
aprendiendo de la experiencia y de la adversidad sino de poder trabajar con
nuestros hijos esas emociones negativas para que a partir de ellas puedan desarrollarse
como personas más fuertes y aprender a vivir de la mejor manera posible, desde el bienestar a
pesar de las adversidades. Es una buena oportunidad para trabajar emociones como la
frustración, pérdida, miedo, estrés, rechazo… aprender de estas emociones y que sirva para
fortalecer los momentos de éxito, de cooperación, de satisfacción, con el objetivo final de
enseñarles a gestionar sus emociones de un modo que puedan sacar beneficio de cualquier
situación adversa.  
 

Pero, ¿Qué es o qué posee una persona resilientes?


A continuación, os dejamos algunas de las características más comunes de las personas que
desarrollan y trabajan la resiliencia. 
   Tienen capacidad para enfrentar adversidades 
   Poseen autocontrol y autonomía  
 Enfrentan de manera optimista el futuro. Manifiestan abiertamente sus
sentimientos  
  Desarrollan y usan su empatía 
   Mantienen buen humor  
   Son persistentes al fracaso 
   Poseen habilidad para manejar de manera constructiva el dolor, el enojo, la
frustración y otros aspectos perturbadores 
Para trabajar la resiliencia con los más pequeños de la casa es necesario
tener en cuenta cuatro categorías o factores (propuestos en el modelo
de Grotberg, 1995):  

Son momentos para fomentar el sentido del humor, la creatividad, la capacidad de


juego, las fortalezas de cada uno, el optimismo o la esperanza para crecer y aprender a
manejar situaciones límites. La familia y la escuela son lugares ideales para ello. Se trata de
dotar a nuestros alumnos e hijos de habilidades que les lleven a adaptarse, recuperarse y
acceder a una vida plena y significativa.  
Algunas recomendaciones iniciales para fomentar esta resiliencia son:  
Se trata de que el entorno familiar cercano sea un grupo de apoyo para desarrollar esas
fortalezas dentro de la situación negativa que estamos viviendo, cada familia tiene unas
circunstancias distintas y unas vivencias distintas de esta situación y, por tanto, podrá
desarrollar unos objetivos distintos y fortalezas distintas en función de las vivencias del
momento.
Algunos de los objetivos a nivel general que os proponemos son:  
 Avanzar hacia la independencia y autonomía. Ya os hemos hablado sobre la
importancia de aprovechar estos momentos para dejar que los más pequeños sean los
protagonistas de sus propios aprendizajes en autonomía y autocuidado. 
 Ampliar las posibilidades para conectar y establecer relaciones positivas con su
entorno más cercano y seguir manteniendo el contacto a través de las redes de
comunicación con sus iguales. Esta red de contacto es un grupo de apoyo para el
menor favoreciendo las actitudes positivas ante la adversidad. 
 Mantener la capacidad de jugar, como método para incrementar la creatividad,
activar el positivismo y el sentido del humor. 
 Educar en el desarrollo del sentido crítico. Es un buen momento para educar en la
filtración de la información, distinguir la información veraz y funcional de la
sobreinformación y el bombardeo continuo de noticias y contenidos. También es un
momento ideal para aprender a reelaborar los discursos negativos intentando sacar
algo positivo de toda esta situación negativa.  
 Enseñar habilidades para la vida, como la solidaridad, cooperación, la
importancia de la ayuda a los demás, estrategias de resolución de conflictos y
asertividad, habilidades de comunicación... Es inevitable que durante este periodo
surjan conflictos; por ello podemos aprovechar estos conflictos para aprender a
expresarnos con asertividad, escuchar activamente a los demás y practicar estrategias
de resolución de conflictos.  
 Brindar afecto y apoyo. Esto implica que en estos momentos de adversidad el apoyo
y el clima de confianza tienen que ser incondicionales, es importante respetar las
emociones de los demás apoyándonos en los más cercanos y compartiendo con ellos
nuestras emociones y percepciones. No es necesario que estas emociones o
percepciones sean solo referidas a estas circunstancias; nuestros hijos o adolescentes
pueden tener otros pensamientos o preocupaciones muy alejadas de esta
situación, debemos normalizarlo y darle también el derecho a expresarse sin restarle
importancia.  
 Establecer y transmitir expectativas adecuadas. Las expectativas y los retos son
necesarios, siempre adecuados a su nivel. Esto fomenta la capacidad en sí mismos y
les permitirá generar confianza.  
¿Cómo trabajamos esto? 

Sabemos de sobra que tanta


información abstracta abruma, y que en ocasiones es muy difícil intentar sacar lo positivo de
situaciones tan negativas y desconocidas como la actual; por ello os facilitamos
algunos recursos sencillos o actividades para realizar en familia con el fin de mejorar
nuestras fortalezas y poder salir más fuertes, más flexibles.  En definitiva, más resilientes de
esta situación.  
 

1. Historia de vida. Recoger en un papel momentos de la vida de cada uno en los que hayan
tenido dificultad y hayan logrado superarlo. Qué momento fue, qué pensamientos surgieron,
cuáles eran los sentimientos ante esta situación, cómo resolvieron esa situación…  
2. Identificar situaciones y las emociones que nos provocan. Una misma situación puede
ser interpretada de modo distinto en cada uno de los protagonistas de la misma. Analizando
con detalle las circunstancias se comprenderá mejor por qué se siente una emoción concreta.
Le podemos pedir a los más pequeños que pongan en común situaciones habituales o
actuales y cómo se sienten cuando ocurren. Por ejemplo: 
 Si ayudas a un compañero me siento…  
 Cuando ayudo en las tareas de casa me siento…  
 Cuando no puedo salir de casa me siento… 
 Cuando jugamos todos juntos me siento…  
 Cuando hablo con mis amigos me siento…
3.  Identificando nuestras fortalezas. El objetivo es detectar, conocer y entender las
fortalezas que están presentes en nosotros, analizar si nos ayudan o si podemos poner en
marcha otras… Para ello todos los miembros escribiremos en un post-it nuestras fortalezas
haciendo un árbol para ver globalmente las fortalezas de la familia.  
4. Automotivarse:  significa darse ánimos para la realización de tareas de cualquier índole.
Estos ánimos deben manifestarse mediante expresiones alusivas a los motivos e intereses que
conducen al sujeto a actuar, así como al grado de dificultad o facilidad de las tareas, mostrando
entusiasmo para afrontarlas y superarlas como reto personal.  
 Realizar dos listas, una con actividades que nos gustan y otra con actividades que no,
posteriormente combinarlas para que la realización de las tareas que no nos agradan
sean más llevaderas.  
 Otra opción es presentarle al niño una actividad que le suponga un reto o que no le
motive y preguntarse cómo la resolvería su personaje de ficción favorito (superhéroe,
dibujo animado, personaje de película…) Por ejemplo: Imagina
que (personaje elegido) tiene que hacer las tareas de casa y los deberes…. ¿cómo lo
haría? 
5. Caricias por escrito. Escoger un listado de cualidades y cada miembro de la
familia  otorgará a los otros miembros las cualidades que creen que poseen y el porqué lo cree.
6. Agradecemos.  Cada miembro de la familia elaborará una carta para sí mismo en la que se
da las gracias por su actuación durante esta situación. Recogerá todo aquello que cree que
hace bien y siente como positivo desde que comenzó la cuarentena y qué cambios
ha supuesto en su vida. Se comparte con la familia y se hacen apreciaciones. 
 
Vivimos tiempos difíciles para centrarnos en las cosas positivas, pero toda crisis trae una
oportunidad y es el momento de aprender a sobreponernos a la adversidad y buscar todo lo
positivo que existe en las situaciones difíciles. 

Debemos enseñar a los niños  y niñas a pensar  críticamente,  a  mejorar y aprender de sus
errores,  a  aceptar sus emociones y saber  gestionarlas de un modo funcional aprendiendo  de
este modo a ser más empáticos y conocer su mundo emocional.

A continuación os dejamos un artículo


de conmishijos.com  interesante para explicar la resiliencia desde el núcleo familiar a través
de la  fábula  de la recompensa del esfuerzo
“Un hombre encontró un capullo de una mariposa y lo llevó a su casa para observar a la
mariposa cuando saliera del capullo.
Un día notó un pequeño orificio en el capullo, y entonces se sentó a observar por varias horas,
viendo que la mariposa luchaba por poder salir. El hombre la vio que forcejeaba duramente
para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el
que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento.
Parecía como que se había atascado.
Entonces el hombre, sintiendo lástima, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera
corto al lado del agujero para hacerlo más grande, y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir
del capullo.
Sin embargo, al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y
dobladas.
El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante, las alas se
desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo
hinchado que estaba.
Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en
círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Jamás logró volar.
Lo que el hombre, en su bondad y apuro, no entendió fue que la restricción de la apertura del
capullo y el esfuerzo de la mariposa por salir por el diminuto agujero, eran parte natural del
proceso que forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que alcanzasen el
tamaño y fortaleza requeridos para volar. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue
privado su desarrollo normal.
Moraleja: Si se nos permitiese progresar en todo sin obstáculos, nos convertiríamos en
inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podríamos haberlo sido a través del
esfuerzo y la constancia.
Cuántas veces hemos querido tomar el camino fácil para salir de dificultades, tomando esas
tijeras y recortando el esfuerzo para encontrarnos al final un resultado insatisfactorio, y a veces
desastroso.
¡Sí, luchemos y esforcémonos por alcanzar metas!”
Con la enseñanza en la resiliencia no se trata de evitar que los niños caigan, sino de
enseñarles a

Pero qué es la resiliencia exactamente?


La resiliencia es la capacidad que tenemos para  afrontar y superar de manera positiva  los
problemas que nos van surgiendo en la vida. Una persona resilientes es aquella que no evita o se derrumba ante una situación
estresante o adversa. Al contrario, se crece ante la vicisitud y convierte una  experiencia negativa en una
oportunidad para mejorar y desarrollar sus potenciales. 

Alcanzar esta capacidad conlleva un entrenamiento, un aprendizaje que comienza ya en la infancia, donde  la escuela
y el educador tienen un papel fundamental para que el niño adquiera y desarrolle esta cualidad.
Los alumnos con buena resiliencia se sienten más seguros consigo mismos y en el entorno escolar.
emociones positivas hacia el aprendizaje y los retos que supone
Desarrollan 
aprender (el componente emocional está estrechamente relacionado con la motivación y rendimiento en el estudio).

A nivel de grupo, los beneficios también son muchos. Cuando se trabaja la resiliencia,  mejora el clima dentro
del aula. Los alumnos adquieren buenas habilidades para resolver conflictos, se muestran más colaborativos y
participativos. También la resiliencia fortalece a los niños más vulnerables hacia el acoso o la discriminación,
por lo tanto, educar en la resiliencia es educar en la inclusión: enseñar valores sociales tan importantes como la empatía y el
respeto.

¿Qué factores se deben potenciar para trabajar la resiliencia?


 – La autoestima e introspección: se anima al alumno a explorar sus fortalezas.

 – La interacción y cooperación: se le enseña a pedir apoyo cuando lo necesita u ofrecerlo siempre que pueda. Y
cuando un alumno ayuda a otro se siente importante, capaz. Por lo tanto, mejora también su autoestima.

 – El control de sus acciones: se conciencia al alumno que para superar una adversidad y mejorar una situación
conflictiva el cambio debe comenzar en uno mismo.

 – Mostrarse positivo ante los problemas nos encamina al éxito.

 – La confrontación ante un problema, educando en técnicas para la resolución de conflictos y habilidades de


comunicación.

Docentes resilientes para alumnos resilientes


No tendría sentido educar en la resiliencia si los propios maestros y profesores no muestran dichas capacidades. Gran parte de
nuestro aprendizaje es por observación. Por lo tanto, el docente debe convertirse en ese ejemplo de fortaleza y superación
para sus alumnos. En este sentido, el equipo de  Psicopedagogía  del centro tiene doble labor: la de establecer las
bases para promover la resiliencia entre el alumnado a través de programas, actividades y tutorías; y la de instruir a los
maestros en la resiliencia.

Rasgos del  maestro resilientes:

 – Se muestra asertivo con sus alumnos y seguro de sí mismo cuando surgen problemas y conflictos en el aula.
 – Es paciente y positivo.
 – Apoya emocionalmente a sus alumnos: se preocupa por crear un clima en clase que ofrezca seguridad a todos.
 – Fomenta la participación, escucha las opiniones y promueve la actitud autocrítica. Anima a la reflexión e
introspección cuando se exponen los contenidos y tareas en clase.
 – Refuerza los logros y guía a los estudiantes para el éxito.
 – Cree en el poder del diálogo.
 – Promueve las actitudes creativas y artísticas, el ingenio de sus alumnos.

En conclusión
Un alumno que aprende desde niño a ser fuerte, a mirar desde una perspectiva positiva los problemas, tiene altas
probabilidades de convertirse en un adulto con buenas habilidades psicológicas para  afrontar las futuras
adversidades que se crucen en su vida. Por lo tanto, trabajar la resiliencia en el aula tiene un carácter claramente
preventivo. Una enseñanza que asegura el desarrollo integral del niño y su bienestar futuro.

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