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Tiempos de mujer
Esta señora, como la inmensa mayoría de las mujeres, está convencida de que el
trabajo doméstico no es un trabajo. En realidad no lo sería si se tuviesen en cuenta
las definiciones que intemacionalmente se han aceptado respecto del trabajar:
recuperación remunerada, interesa ejemplificar con lo que dice el Diccionario
ideológico de la lengua castellana, de Julio Casares (1984), quien caracteriza el trabajo
por tener una intencionalidad y producir riqueza. Se refiere a esfuerzo humano creador
de riqueza.
En los alrededores del siglo XV y del XVIII – por distin tas razones históricas y
políticas – se evidenció la existencia de dos ámbitos: el trabajo por un lado y otras
actividades conside radas de segundo orden y denominadas “ayuda”. Como dice
Susana Narotzky**, es “en torno de estos dos campos semán ticos donde se
agrupan las diferencias que se perciben entre el trabajo de la mujer y el hombre”. No
caben dudas de que las ocupaciones domésticas, a pesar de su peso y
responsabilidad, se consideran "ayudas” hasta que faltan. Entonces se
advierte que, en caso de ausencia de la mujer, habrá que contratar a alguien para
que se ocupe de la comida, lavado, planchado y atención de los chicos. O sea, habrá
que pagarle.
*Río Negro, 26 de enero de 1989. **S. Narotzky es antropóloga y máster en Ciencias Sociales y
Políticas por la New School for Social Research, Nueva York.
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Pues sí, lo es, y fue necesario que transcurriesen muchos años para que se
comprendiera y se politizaran estas tareas. Esta tarea se ocupa de la transformación
final de bienes para el consumo: el varón podrá traer el salario, pero la conversión
del mismo en comida es un trabajo a cargo de la mujer, porque el dinero en síes
incomible. Pero como se trata de actividades que se desarrollan en la privacidad del
hogar, en el mundo de lo privado, no se la llega a concebir como una tarea material
socialmente necesaria.
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La mujer que cumple tareas en su hogar en realidad rea liza un trabajo por el cual
no recibe remuneración; cuanto más comida y ropa, remedios, es decir, manutención.
Pero ésas no son las reglas del juego cuando se trabaja y se compromete fuer za de
trabajo. Sin embargo así sucede y muchas congéneres están satisfechas con
el sistema. Otras recién empiezan a darse cuenta de que algo no funciona de acuerdo
con las normas del respeto recíproco entre los seres humanos. El tema viene ocupando
miles de páginas a cargo de especialistas. Será bueno pensarlo.
DOBLE JORNADA: UNA MANERA ENCUBIERTA DE OPRESION Y UN
MODO DE ENFERMARSE*
“Me levanto a las seis, preparo el desayuno, levanto a los chicos, los mando a la escuela, doy
una repasada a la casa, volando, y me voy al trabajo. Llego siempre a las corridas,
trepándome a los subtes... Salgo media hora para almorzar, a veces ni tiempo tengo,
vuelvo a casa, hago las compras en el cami no, preparo la comida, ayudo a los chicos en los
deberes, pongo el lavarropas y preparo la cena."
Cuando se le pregunta:
“Entonces, ¿cuántas horas por día trabaja...?" ella responde: “Y... entro a las ocho,
salgo a las cinco o seis..."
Es que ha comenzado a darse cuenta de lo que le sucede: lo que no se le ocurre es
cómo enfrentar el cambio de posición del género femenino en el mundo. Esto implica
modificaciones en los papeles que ella cumple dentro de su casa, en la familia y en su
jorna da de trabajo. Cuando es profesional, artesana, artista, o tiene alguna
especialidad, se redimensiona la complicación. Porque estos cambios en las
prácticas y en las formaciones sociales no han sido acompañados de una clara
conciencia de pertenencia al género mujer por parte de ella ni tampoco por parte del
género masculino, salvando las excepciones.
Tener conciencia de género entraña saber, por ejemplo, que el 52% de la población del
mundo está constituido por mu jeres y que, históricamente, el femenino fue un
género oprimi do, violentado y subordinado. Esta última es una afirmación que es
preciso manejar con cautela para no transformarla en slogan agitativo, si bien en los
orígenes de los movimientos de liberación de la mujer se utilizó de ese modo. Ese fue
uno de sus ejes políticos. Actualmente, los Estudios de la Mujer – especia lidad que se
ha incorporado como curso de posgrado en varias universidades europeas,
latinoamericanas y estadounidenses, además de haberse inaugurado hace dos años
entre nosotros - se ocupa de analizar estos “fenómenos de opresión" desde una
perspectiva más abarcativa. Se trata de estudiar el momento his tórico particular, las
instituciones y prácticas a través de las cuales la categoría mujer es producida, es
decir, cómo nos construimos en tanto categoría que nos abarca a todas. Marcando las
diferencias, que no son pocas. El destacado corresponde a un texto de una
Repregunto:
“Cómo que entra a las ocho?... ¿No dice que se levanta a las seis...?"
Y la respuesta:
O sea, no adquirió conciencia de su doble jornada, por la cual sólo recibe el pago
de una. Y no se atreve a darse cuenta de que las tareas domésticas son un trabajo no
remunerado (o sea, no se considera trabajo) que por razones estrictamente cultura les están
a su cargo. Y que ella puede modificar esa dinámica.
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Síntesis: cuando de la salud del género femenino se trata... primero averigüemos cuál
es su estilo de vida. Y descubriremos muchas cosas acerca del enfermarse de las
mujeres.