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Edición actualizada

Maternidad y Sexo Biblioteca de psicología profunda


Estudio Psicoanalítico y Psicosomático Volumen 22
Marie Langer
41 edición. 1976

(C) de todas las ediciones en castellano


Editorial Paidós
Defensa 599, 3r piso
Buenos Aires

Esta edición se terminó de imprimir en los talleres gráfi-


cos Colorprint, Mario Bravo 1144. Buenos Aires en el mes de
junio de 1976
Queda hecho el depósito que previene la ley N.o 11.723
atrás. En cambio, las circunstancias culturales y económicas
imponen graves restricciones a la maternidad. Como conse-
cuencia de esta situación disminuyen los cuadros neuróticos
Capítulo I típicos y ya no se encuentra más la "grande hyst\rie", pero
aumentan en forma alarmante los trastornos psicosomáticos
La mujer y su conflicto actual mencionados. O bien, para hablar en términos más sencillos
e imágenes más concretas: nuestras abuelas, a la vista de un
ratón, se subían a una silla y recogían las faldas pidiendo au-
xilio a gritos, pero generalmente no tenían dificultades en
El conflicto de la mujer actual y sus derivaciones. Su his- amamantar a sus hijos; mientras que actualmente las jóvenes
toria. El prejuicio de la inferioridad de la mujer, sus causas y saben manejar autos, ambulancias y hasta aviones, pero fre-
funciones psicológicas. Su posición en otras sociedades. En cuentemente no saben alimentar a sus criaturas o renuncian
nuestra sociedad. de antemano a esta tarea. Serán, pues, objeto de nuestra in-
vestigación las dificultades en las funciones femeninas, es
decir, en la menstruación, la concepción, la fertilidad, la lac-
Este libro es un libro más sobre la mujer. Uno entre mu- tancia, etc. Treinta años atrás este enfoque hubiera sido tema
chos. Por eso me veo obligada a justificar su publicación. Pre- únicamente para un tratado de ginecología y obstetricia. A
tendo en él describir y analizar los trastornos más frecuentes casi nadie se le hubiera ocurrido encararlo desde el punto de
de las funciones procreativas de la mujer. El incremento de vista psicopatológico. Es cierto que Freud (1)1, ya a fines del
estos trastornos, evidente a pesar de los grandes adelantos siglo pasado, trató a una joven madre, incapaz de alimentar a
de la medicina en las últimas décadas, obliga a enfocarlos su hijo, mediante la hipnosis, es decir, la curó por medios psi-
desde otro punto de vista, utilizando como medio de investi- cológicos; que el primer estudio psicosomático sobre trastor-
gación, a menudo también de terapia, el método psicoanalíti- nos menstruales y del trabajo del parto, fue publicado por Jo-
co. La tesis básica de este libro es la siguiente: antaño la so- sef Eisler en el año 1923 (véase Ind.
ciedad imponía a la mujer severas restricciones en el terreno Bibl.); pero de todos modos, sólo un pequeño grupo de
sexual (tomando el término en su sentido más estricto) y so- médicos estaba dispuesto a enfrentar así el problema científi-
cial, pero favorecía el desarrollo de sus actividades y funcio- co y terapéutico de estos trastornos. La gran mayoría ni vis-
nes maternales. Las consecuencias de estas restricciones lumbraba tal enfoque de las enfermedades "orgánicas". Ac-
fueron la gran frecuencia de la histeria y otras manifestacio- tualmente esos conceptos científicos están cambiando.
nes psiconeuróticas en la mujer.
Vamos comprendiendo que la mayor parte de los tras-
Sin embargo, parece haber sufrido relativamente poco tornos de la vida procreativa femenina proviene de conflictos
de trastornos psicosomáticos en sus funciones procreativas. neuróticos y que ello ocurre en mujeres que en su vida diaria
Actualmente el cuadro ha cambiado. En este último siglo la
mujer de nuestra civilización ha adquirido una libertad sexual 1
Las notas correspondientes a los distintos capítulos figuran al final de los
y social totalmente desconocida apenas tres generaciones mismos.

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no demuestran signos de enfermedades nerviosas. También hasta los niños se emplearon para que la familia pudiera sub-
la mayoría de las pacientes cuyos trastornos describiré en es- sistir. Como consecuencia de luchas sociales a través de las
te libro, no son tales en un sentido estricto ni recurrieron al cuales se logró una legislación del trabajo, los niños quedaron
tratamiento psicoanalítico para ser curadas de cuadros típicos eliminados de la fábrica, pero su suerte y la vida familiar ha-
de neurosis, pero estaban en conflicto con su femineidad. bían sufrido un cambio fundamental. Mientras que los hijos
Para poder entender mejor los conflictos de la mujer mo- anteriormente se convertían muy pronto en una ayuda en el
derna necesitamos conocer su evolución histórica y compa- hogar y en el trabajo casero, ahora se transformaron en una
rar, además nuestra sociedad actual con otras diferentes. carga para la mujer que, volviendo cansada del trabajo, tenía
que dedicarse en sus pocas horas libres a la atención de la
El cambio de la posición actual de la mujer en nuestra casa y de los niños.
sociedad pareció brusco e inesperado, pero era el resultado
de un largo proceso en el cual intervinieron muchos factores Hasta ahí el cambio de la mujer de la clase obrera. En el
en interacción. campo los cambios ocurrieron mucho más tardíamente y de
dos maneras: primero, la migración de la población campesi-
En nuestra sociedad occidental y patriarcal (falocéntrica na a los grandes centros urbanos, que sigue también en la
la denominó Zilboorg) durante muchos siglos la mujer estaba actualidad. Ésta trae consigo para el grupo familiar todo el
totalmente supeditada al hombre. Fue la Revolución francesa problema del desarraigo, de las villas miseria, de la prostitu-
la que, con su lema de igualdad, puso por primera vez en du- ción, de los hijos ilegítimos, etc. Y, segundo, principalmente
da que esta supeditación fuese natural e inalterable. en los países de mayor industrialización, también el trabajo
Sin embargo, en la clase media y alta no se produjo nin- rural se industrializa siempre más y más, asemejando la si-
gún cambio inmediato al respecto, mientras que en la clase tuación de la familia del campesino a la del obrero.
baja el papel de la mujer nunca había diferido tanto de aquel. Mientras que el cambio de la mujer de la clase obrera se
Tanto en la familia del campesino, como del artesano, mujer e produjo a lo largo del siglo pasado, éste no afectó a la mujer
hijos habían compartido el trabajo del hombre y todos esta- de la clase media y alta hasta la primera Guerra Mundial.
ban muy limitados en sus derechos. La mujer estaba incluida
en el proceso de producción casera, pero alternó sin límites Pero entonces, de pronto, las mujeres de los diversos
definidos con este trabajo la atención de la familia y la crianza países beligerantes, cuyo único campo de acción había sido
y educación de los niños. el hogar y su núcleo social, y cuya única función era tener hi-
jos y educarlos, y que vivían en dependencia económico-
Los lemas de la Revolución francesa, impuestos por Na- social, primeramente de sus padres y después de sus espo-
poleón a toda Europa, sólo se volvieron instrumentales a tra- sos, se vieron incitadas a ocupar en todos los terrenos el lu-
vés de la revolución industrial. Con los descubrimientos técni- gar del hombre. Realizaron exitosamente tareas que, hasta
cos y la transformación del trabajo que inevitablemente lleva- entonces, se habían considerado irrealizables para ellas y ob-
ba a la concentración de los obreros en la fábrica, el hombre tuvieron, junto con su inclusión en el proceso del trabajo, ple-
abandonó la industria casera, y la mujer le siguió pronto, no na independencia y responsabilidad. Una vez terminada la
impulsada por rivalidad con él, sino por mera necesidad. Y guerra, el cambio ya se había hecho irreversible.

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La mujer de la clase media de 1914 respondió con tanto resentimiento del niño contra su madre por su dependencia
entusiasmo al llamado de las autoridades a abandonar su ho- total de ella, sus celos y su envidia. El niño envidia a la ma-
gar y empezar a trabajar, no únicamente por patriotismo, sino dre, porque tiene un vientre en el cual crecen sus hermanos,
por estar disponible psicológica y materialmente. Su madre, y pechos que los alimentan. La envidia también por el placer
en su época, ocupada por numerosos embarazos y la crianza y los hijos que el padre proporciona. Todos estos sentimien-
difícil de muchos hijos, no habría sido así. Pero ella, la mujer tos tempranos permanecen activos en el inconsciente. Sirvie-
de principios de siglo, tenía un número reducido de hijos y se ron de base psicológica para mantener a la mujer en un sta-
sentía desperdiciada en su hogar vacío. Los progresos de la tus de inferioridad, que ella misma aceptaba resignadamente,
medicina habían causado esta situación. Habían disminuido y desprovistos ahora de una forma de descarga socialmente
la mortalidad infantil y ponían a disposición de la pareja mé- aceptable, son causa de múltiples conflictos dentro y fuera de
todos anticoncepcionales eficaces y hasta el aborto realizable la pareja.
ya sin mayores riesgos físicos y legales. La declinación de la Este perjuicio servía de apoyo a la estabilidad de la so-
influencia religiosa, característica de las primeras décadas de ciedad. Delimitaba los campos de acción de ambos sexos, y
nuestro siglo, facilitaba este proceso, como también el auge aunque perjudicaba la mujer, también facilitaba a cada sexo
del marxismo, heredero del lema de igualdad de la Revolu- sentirse seguro dentro de su papel estrictamente definido. De
ción francesa. esta manera, p.e., era posible que Krafft-Ebbing, el gran
Terminó la guerra. Volvieron los hombres y se encontra- sexólogo del siglo pasado, describiera como característica de
ron con una mujer independiente económicamente, conscien- la mujer virilizada su capacidad de silbar o su gusto por la
te de sus valores, de pelo cortado a la "gar&onne" y con una cerveza y el cigarrillo. Pero ahora que se había comprobado
libertad sexual comparable a la del hombre. Al no implicar ya que la inferioridad de la mujer era nada más que un prejuicio,
consecuencias biológicas para ella, el acto sexual corría el tanto el hombre como la mujer empezaron a sentirse insegu-
riesgo de convertirse en mera fuente de placer, de haber per- ros, a dudar de sus derechos y deberes en el status de nues-
dido trascendencia y haber adquirido autonomía. tra sociedad cambiante.
Los logros concretos de la mujer terminan con el prejui- La mujer de postguerra actuaba en rebeldía contra su
cio arraigado desde el principio de nuestra historia, de su infe- madre, su padre y su compañero. Había logrado mucho, pero
rioridad intelectual y emotiva. Había demostrado y seguía en una sociedad falocéntrica sus logros lo eran también. Se
demostrando siempre más durante los años siguientes que sentía hombre por su libertad sexual y sus sublimaciones. Por
podía competir con el hombre. eso mismo el hombre se sentía despojado por ella y en la
Pero este cambio no trajo únicamente dificultades eco- medida en la cual la mujer se sentía menos femenina, el
nómicas y sociales, sino toda una confusión de conceptos, ya hombre temía por su virilidad. Paulatinamente cambió la si-
que el antiguo prejuicio de la inferioridad de la mujer desem- tuación. Mientras que los logros de la mujer ya no estaban
peña muchas funciones y está sostenido sólidamente por basados en su rebeldía contra la sociedad, su trabajo y su pe-
causas sociales y psicológicas. La más profunda, en este úl- lo corto perdieron el carácter de reto. Los padres de la gene-
timo terreno, proviene de nuestra primera infancia. Surge del ración siguiente ya aceptaban que sus hijas estudiasen y tra-

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bajasen. En términos psicoanalíticos el interrogante se plan- funciones biológicas de la mujer y en su influencia psicológica
tea actualmente de esta manera: ¿la mujer que trabaja sin consecutiva.
necesidad económica estricta lo hace por rivalidad con el Tomemos, por ejemplo, a los Arapesh, pueblo primitivo
hombre, por envidia del pene o por una auténtica vocación y de Nueva Guinea, cuya vida social y cuyo carácter han sido
sublimación de sus instintos maternales? Este interrogantes descritos magistralmente por Margaret Mead en "Sexo y tem-
tiene su contestación concreta según cada caso individual y peramento" (ver Ind. Bibl.). Los Arapesh viven en una socie-
cada núcleo social. La relatividad de nuestros conceptos y va- dad patriarcal que conserva todavía algunos rasgos de orga-
lores impide una contestación general y de validez absoluta. nización matriarcal.
Esta misma relatividad induce a la comparación con otras so-
ciedades para descubrir lo que es característica intrínseca de Son gente pobre, suave, trabajadora.
la mujer y lo que pertenece a variables culturales. Para ellos no existen diferencias temperamentales o in-
Si quisiéramos remontarnos hasta las etapas prehistóri- telectuales entre hombre y mujer. Sin embargo, son los hom-
cas, forzosamente tropezaríamos con distintas teorías. bres quienes asumen las responsabilidades y se dedican a
ciertas actividades, como el culto religioso y el arte, que que-
Está casi universalmente aceptado que existía en una dan vedadas a la mujer.
época el matriarcado, del cual todavía quedan vestigios en
civilizaciones primitivas. Matriarcado significa cierto predomi- Sostienen que la mujer podría resultar perjudicada en
nio social de la mujer y el desconocimiento práctico de la pa- sus capacidades procreativas si se dedicara a algo sobrena-
ternidad, con la consecuencia de que tanto el parentesco co- tural. La cuidan mucho en este sentido. Pero, evidentemente,
mo la herencia se rigen únicamente por línea materna. Mien- esta explicación no basta para comprender por qué el hombre
tras que existen pocas dudas sobre el hecho de que haya asume la responsabilidad frente a su esposa. Ahí interviene
existido tal época, hay teorías muy diversas sobre las conse- otro hecho interesante. Entre los Arapesh, la niña, cuando
cuencias prácticas que tenía el matriarcado sobre la vida so- llega a los seis o siete años, es prometida a su futuro esposo,
cial y la forma en que el hombre logró obtener para sí la su- quien le lleva unos ocho años. Se traslada a la casa de su
premacía social e iniciar la era del patriarcado, bajo el cual prometido, quien trabaja junto con su familia para mantenerla.
seguimos viviendo actualmente. Según Engels (v. Ind. Bibl.), Cuando ella llega a la madurez sexual, se realizan diversos
p.e., la primera división del trabajo surge entre hombre y mu- ritos de iniciación, que culminan en un ayuno. Mientras que la
jer para la procreación de los hijos, y el primer antagonismo joven novia está ayunando, recluida en la choza de la primera
de clase y de opresión de una por la otra, aparece con el ad- menstruación, el propio novio le prepara una sopa compuesta
venimiento del patriarcado al someter los hombres a las muje- por distintas hojas de valor ritual. Al final de las ceremonias el
res. Desde entonces la mujer queda confinada a un papel so- novia le da una cuchara envuelta en una hoja, y es él mismo
cial bien restringido. Las investigaciones antropológicas de quien como una madre le ayuda a comer y le sostiene la ma-
diversas sociedades primitivas demostraron claramente que no, llevándosela a la boca, como si alimentara a una criatura.
la supremacía social femenina primitiva estaba basada en las Después de la segunda cucharada ella sigue comiendo sola,
como si ya hubiera adquirido bastante fuerza para hacerlo, y
desde ese momento la colectividad los considera como mari-

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do y mujer, dejándolos en libertad de consumar el matrimonio Una situación totalmente distinta a la existente entre los
cuando quieran. Arapesh fue observada por Kardiner entre los habitantes de
Analizando este tipo de noviazgo se llega a la conclusión las islas Marquesas (ver Ind. Bibl.). Estos isleños pertenecen
de que el hombre adquiere derecho sobre la mujer por asumir a un pueblo en extinción. Es gente fuerte, alta, de carácter
el papel de madre. Él la lleva a su casa cuando todavía es jo- violento y orgulloso. Los hombres son antropófagos. Viven en
ven. una región donde generalmente hay abundancia de alimen-
tos, pero a consecuencia de sequías, que se producen a in-
Margaret Mead cuenta que si surge algún disgusto entre tervalos irregulares, tienen que soportar épocas de hambre.
cónyuges, el marido nunca se apoya en su derecho de hom- Lo que llama la atención a primera vista es la desproporción
bre para obligarla a obedecer, sino que le dice: "Yo trabajé el numérica entre hombres y mujeres. Hay dos veces y media
sagú, cultivé el ñame, maté el canguro e hice tu cuerpo. Yo te más varones que hembras, y según lo que dicen los habitan-
hice crecer. tes, esta proporción es normal entre ellos, aunque no practi-
¿Por qué no traes tú la leña cuando te lo pido?" Es decir, can el infanticidio de las niñas, como otros primitivos. La con-
que el hombre tiene derecho sobre la mujer porque la hizo secuencia de esta situación es la poliandria. En una comuni-
crecer mediante sacrificios, como el feto crece dentro de la dad doméstica conviven un jefe de familia con su mujer y dos
madre alimentándose de ella. o tres maridos secundarios. En comunidades más adineradas
Vemos, pues, que en esta sociedad, que todavía no se pueden convivir el jefe, su esposa principal, dos esposas más
ha alejado mayormente del matriarcado, los hombres funda- y unos once o doce hombres. Todos los hombres tienen de-
mentan precisamente su autoridad, adquirida hace relativa- recho sexual sobre las mujeres. No existen celos, sino, por el
mente poco, asumiendo un papel maternal frente a la esposa. contrario, el jefe trata de tener una mujer hermosa para que le
Lo mismo ocurre también frente a los hijos. Durante las pri- atraiga muchos hombres como colaboradores de su comuni-
meras semanas del embarazo de la mujer, el marido está dad. Las mujeres mismas trabajan muy poco. Reinan en el
obligado a realizar el coito con la mayor frecuencia posible, hogar, porque mediante la distribución de sus favores sexua-
porque creen que el semen puede alimentar al feto dentro de les dominan no sólo al jefe de familia sino también a los mari-
la matriz. dos segundones. Cuando quedan encinta, el embarazo les da
más poder y prestigio. El hijo primogénito es el futuro herede-
Lo hace crecer, como antes hizo crecer a su novia. Des- ro o sustituye, por lo menos en teoría, ya desde su nacimien-
pués se identifica en lo posible con su mujer embarazada, to, al jefe de familia. La niña que nace primogénita puede te-
observando durante su embarazo, alumbramiento y época ner la misma posición. En general, las mujeres pueden des-
"post partum" los mismos tabús y restricciones que ella (2). empeñar las mismas funciones sociales que los hombres.
Es decir, intenta compartir con ella, en lo posible, su capaci-
dad de procreación. Debemos deducir de estos hechos que Lo único que les está vedado es el puesto de sacerdote
siente envidia por la capacidad de su mujer y sabe, además, oficiante. Pero pueden llegar a ser jefes de la tribu.
que es su papel de madre lo que le da influencia, autoridad y
amor en la sociedad.

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Vemos, pues, una situación social totalmente distinta de giénicas. Otra consecuencia más es un fenómeno histérico
las que ya conocemos. A primera vista se podría suponer que interesante, que no se encuentra, que sepamos, entre otras
la mujer goza de una vida mucho más fácil que la del hombre. mujeres primitivas y que es sumamente frecuente entre ellas;
Sin embargo, la misma estructura familiar trae muchas la gravidez inconscientemente simulada, la seudociesis. El
desventajas para la mujer. En el fondo, ella sirve al hombre contenido de los conflictos íntimos de las isleñas se expresa
únicamente de objeto sexual, apreciado y odiado, por su en sus supersticiones. Debido a que han sido frustradas por
misma dependencia de ella. Para satisfacerlo debe renunciar sus madres desde su primera infancia y a que, ya adultas,
a sus instintos maternales. Efectivamente, las mujeres ama- ellas mismas se ven privadas por los hombres de sus funcio-
mantan a sus hijos un máximo de cuatro meses. Después el nes maternales, y se transforman en madres malas a su vez,
niño queda al cuidado de los maridos segundones. crearon dos clases de seres sobrenaturales: los "fanauas" y
las "vehinihai". Los fanauas son espíritus de hombres muertos
Además existe la costumbre que priva a la mujer de sus al servicio de determinada mujer.
derechos maternos.
Si ésta quiere mal a una rival, le manda a su fanaua para
La adopción es muy frecuente y se practica en esta for- que le destruya el feto en la matriz (explicación de la desapa-
ma: cuando un jefe de familia poderoso tiene interés en adop- rición misteriosa del fruto del embarazo en caso de seudocie-
tar un niño, lo puede pedir a cualquier otra comunidad domés- sis) o para que la mate en trabajo de parto.
tica donde hay una mujer encinta. Rehusar este pedido y no
entregar el niño a los dos o cuatro meses, significa ofender Las vehinihai, o mujeres salvajes, también destruyen fe-
gravemente al solicitante y atraer sobre la comunidad que se tos y roban a los niños pequeños para comérselos. Salta,
niega una venganza cruel. Por eso, generalmente, los niños pues, a la vista que la mujer de las Marquesas teme sufrir los
son entregados a los padres adoptivos y la madre debe re- mayores males por sus propias compañeras de sexo.
nunciar totalmente a su hijo. Veamos, ahora, la situación del hombre. De niño sufre,
En resumen: la mujer está en una situación de privilegio igualmente que la niña, por la negación de su madre de darle
frente al hombre en el aspecto sexual; en plano de igualdad leche y cariño. De hombre se ve coartado en sus deseos de
casi absoluta en lo social y privada del goce de la maternidad amar y poseer íntegramente a una mujer. Está, en el aspecto
por perder prácticamente a sus hijos pocos meses después sexual, en una situación penosa de dependencia respecto de
de su nacimiento. No puede ni amarlos ni recibir el cariño de ella, sabiendo que si no logra satisfacerla dará sus favores a
ellos. Las consecuencias de esa constelación psicológica y otro.
social son: rechazo del embarazo por parte de la mujer, que Por eso la trata muy bien, pero la odia en el fondo e in-
se expresa en las prácticas anticoncepcionales y de aborto, y tenta en lo posible quitarle su poder, basado en sus faculta-
la baja natalidad, situación poco frecuente entre los primitivos. des biológicas. La imagen inconsciente que tiene ella surge
El embarazo y el parto son considerados como algo muy peli- en los cuentos folklóricos. Ahí reaparecen las ogresas, las
groso, y con toda razón, porque la mortalidad entre las emba- vehinihai, disfrazadas de jovenes hermosas. Si logran seducir
razadas y parturientas de las Marquesas es mucho más ele- a un hombre, lo amenazan con comérselo a menos que les
vada de lo que podría explicarse por las circunstancias antihi- dé satisfacción sexual continua. Entre sí los hombres se lle-

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van muy bien. Sus celos surgen únicamente durante una bo- para el futuro. La mujer parece contenta de su situación, go-
rrachera. Es decir, que para unirse contra la mujer reprimen zando de sus privilegios sociales y sexuales, pero se somete
los celos. al hombre, cediéndole gran parte de sus funciones materna-
Tienen prácticas homosexuales orales. les y rechazando la maternidad.
Practican entre ellos el "fellatio". Como es la madre la que frustra tanto a la niña como al
varón, es la figura de ella la que ocupa el lugar del ogro caní-
Interpretando esta perversión, se comprende que uno de bal y siempre exigente en las creencias religiosas.
los compañeros toma el papel de madre, pero de una madre
más buena que la que ha tenido, una madre que da leche (el Las dos estructuras sociales que acabo de describir son
semen tiene este significado para el inconsciente) y cariño. El tan distintas a nuestra sociedad que no caben comparacio-
otro compañero ocupa el lugar del niño y satisface así sus nes. Pero he descrito aquí la cultura de los Arapesh para de-
anhelos infantiles frustrados. Se pueden observar otras mani- mostrar cómo primitivamente el hombre adquiere su poder
festaciones más del deseo del hombre de desempeñar el pa- asumiendo el papel de madre frente a su mujer y sus hijos;
pel materno. Es él quien cuida a los niños. Un hombre ad- cómo estima la maternidad y -a través de su conducta de
quiere mucho prestigio si derrocha gran cantidad de alimen- identificación con la mujer embarazada- a la parturienta y la
tos en los festines. Los hombres son artesanos muy hábiles, y madre que amamanta; cómo parece envidiar las funciones
Kardiner interpreta el gran valor que dan a los objetos crea- maternales de la mujer e intenta sustituirla en ese papel.
dos por ellos como símbolo de su estima por el acto de pro- Es una sociedad que no conoce el suicidio, mal tan fre-
creación. cuente de nuestra civilización. Donde un niño es bien recibi-
La interpretación de todos estos hechos sería la siguien- do, más tarde no recurrirá a este rechazo extremo de la vida
te: los hombres viven una situación de dependencia penosa y que su madre le dio, aunque se encuentre en situaciones pe-
de inseguridad frente a la mujer, basada, por lo menos par- nosas. Como entre los Arapesh el hijo es esperado con mu-
cialmente, en el desequilibrio numérico entre los dos sexos. cho cariño maternal por ambos padres, no existe el suicidio
Intentan adaptarse a esta situación otorgando muchos privile- entre ellos. Describí e interpreté, por otra parte, la situación
gios a la mujer, para mantenerla dispuesta a proporcionarles social de los habitantes de las islas Marquesas. Allí la mujer
la satisfacción sexual anhelada. El poder de la mujer, en ge- tiene que pagar, como precio de su igualdad social y posición
neral, reside en dos factores: su capacidad de dar satisfac- sexual privilegiada, con su renuncia a toda satisfacción afecti-
ción sexual y de ser madre. Los hombres, en tanto fomentan va que pueda brindar la maternidad y debe, como lo demues-
su sexualidad, intentan coartarla en sus facultades maternas tra la baja natalidad entre ellos, reducir afectivamente, por di-
para que no adquiera demasiado poder. Quitándole a menu- versos medios, sus funciones procreativas.
do el fruto de su embarazo, al niño, a través de la adopción; y Veremos más adelante la similitud que puede existir en-
sustituyéndola, por ser ellos quienes educan al niño adoptivo, tre esta situación y la de nuestra cultura actual. Al respecto,
disminuyen sus deseos naturales de embarazarse. Pero tam- quiero anticipar los siguientes hechos. He planteado como te-
bién cuando no ocurre la adopción privan a la madre del pla- sis central de este libro que la mujer moderna, al adquirir más
cer de dar y recibir amor del hijo y asegurarse así su cariño libertad sexual y social, ya no sufre tanto de cuadros neuróti-

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cos típicos, como la gran histeria; restringida, empero, en sus razo como la educación de los hijos son considerados como
funciones maternales, padece, en cambio, de trastornos psi- una molestia grande.
cosomáticos en sus funciones procreativas. Entre las mujeres Durante su estada entre los Mundugumor la doctora
de las islas Marquesas, en un marco cultural totalmente dis- Mead pudo observar una sola mujer de temperamento mater-
tinto, observamos el mismo fenómeno con las mismas conse- nal, que hubo de calificar de inadaptada y fracasada dentro
cuencias. Mientras que, generalmente, entre los primitivos no de las normas de su sociedad y cuyo destino era la neurosis.
existen trastornos con relación al embarazo, y la mortalidad En la misma situación se encontraba un hombre, bueno, sua-
durante el parto es escasa si tomamos en cuenta las pésimas ve y dócil, que ostentaba también rasgos maternales. Entre
condiciones higiénicas, entre las Marquesas existe frecuen- los Arapesh también había observado algunos individuos in-
temente el fenómeno de la seudociesis o embarazo histérico, adaptados entre ambos sexos, de carácter violento, que les
y el embarazo y el parto son temidos por la elevada mortali- hubiera permitido una adaptación corriente entre los Mundu-
dad. Asimismo, entre los habitantes de las Marquesas - gumor.
donde, si bien (a causa de la baja natalidad) se estima mucho
al niño recién nacido, se lo trata con suma frialdad y le falta Como Margaret Mead había emprendido su viaje de ex-
todo el cariño maternal- el suicidio es un fenómeno neurótico ploración para estudiar las diferencias psicosexuales entre
conocido y común. culturas distintas de la nuestra, sintió cierta desilusión al tro-
pezar con pueblos que no reconocían ni ostentaban diferen-
Margaret Mead había estudiado a los Arapesh y otros cia alguna. Las encontró finalmente en una tercera tribu, los
pueblos primitivos para determinar hasta qué punto lo que Tschambuli. Se trata de una tribu pequeña, que vive en las
comprendemos actualmente como masculino o femenino es orillas de un hermoso lago, al cual el contraste de colores da
tal por razones biológicas, o hasta dónde confundimos con- un aspecto totalmente irreal. La estructura formal de esta so-
secuencias culturales con algo innato a los sexos. (l.c.) Ya di- ciedad también es patriarcal o, por lo menos, patrilineal (3).
jimos que los Arapesh eran un pueblo suave y humilde, sin Sin embargo, las mujeres son las cabezas de familia. Mien-
diferencias psicológicas manifiesta entre los sexos, sino que tras que los hombres se dedican casi exclusivamente a acti-
tanto hombre como mujer tenían un carácter pasivo, mater- vidades artísticas, como ser la confección de artículos rica-
nal, y concordante con lo que estamos acostumbrados a de- mente adornados, el estudio de bailes ceremoniales, repre-
nominar como femenino. La segunda cultura que estudió la sentaciones teatrales, etc., las mujeres hacen todo el trabajo
autora fue la de los Mundugumor, pueblo salvaje y arrogante, que forma la base económica de la sociedad. De ellas es de
que era, hasta unos pocos años atrás, caníbal y cazador de quienes se espera que tengan necesidades sexuales indo-
cabezas. Allí tampoco reconocen distinción psicológica entre mables, en contraste con los hombres.
los sexos. Tanto hombres como mujeres demuestran coraje,
independencia, temperamento, y un rechazo violento de las Ellas eligen maridos, no se arreglan, se afeitan la cabe-
criaturas. Es decir, los dos sexos tienen carácter "viril". Esta za, etc. Los hombres cuidan su físico y especialmente sus
cultura es patriarcal; sin embargo, frecuentemente matan a complicados peinados con gran dedicación. Allí los inadapta-
los hijos varones recién nacidos porque al padre no le inter- dos socialmente entre los hombres corresponden a caracte-
esa criar y educar futuros rivales. En general, tanto el emba-

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res que nosotros llamaríamos masculinos, e igualmente son titud y en forma igualmente contrastante a condiciones cultu-
las mujeres femeninas las que contrastan con su ambiente. rales distintas y opuestas".
En sus conclusiones, la autora nos dice qué había des- Sin embargo, esta maleabilidad tiene sus límites. La mu-
pertado su interés para una investigación de este tipo. jer actual que se adapta totalmente a una sociedad antiinstin-
La confusión reinante frente al papel de los sexos en los tiva y antimaternal -como demostraremos a lo largo de este
Estados Unidos, la llevó a averiguar en sociedades primitivas libro- sufrirá, de alguna manera, las consecuencias, siempre
qué era lo auténticamente masculino y femenino en el ser que no sepa integrar su logro profesional con su vida amoro-
humano. sa y de madre. Y esta integración a menudo no será fácil de
alcanzar.
La confusión en los Estados Unidos proviene de que la
forma de vida real ha entrado en discrepancia con las normas Antes sabía que la finalidad de su vida era casarse y te-
que todavía rigen los conceptos e ideales sobre lo que tendría ner hijos. Actualmente la maternidad ya no es tan deseada.
que ser la forma de vida de los sexos. Frente al hecho de la Dada nuestra organización social -con el trabajo femenino, la
igualdad en todos los terrenos, los hombres se sienten humi- crisis de la vivienda, el elevado costo de la educación de un
llados, temiendo perder su virilidad si pierden su predominio niño- el nacimiento de un hijo es sentido a menudo más bien
social sobre la mujer. Ésta, a su vez, se siente virilizada y como un estorbo económico y social, que como una alegría.
usurpadora en su nuevo papel de mujer independiente que se La mujer, para dar valor a su vida, tiende a buscar nuevos
gana la vida, rivaliza en muchos terrenos con el hombre y a contenidos. El ideal de la maternidad -a la cual toda mujer
menudo sostiene su hogar. aspiraba, acorde, al propio tiempo, con sus impulsos instinti-
vos- se ha sustituido actualmente por múltiples ideales, distin-
La doctora Mead fue a Nueva Guinea con el propósito tos en cada capa social, en cada ambiente, y muy frecuente-
de llegar, a través del estudio de tres sociedades totalmente mente en pugna con la maternidad. Antaño las niñas leían
distintas de la nuestra, a reconocer lo auténticamente mascu- novelas que terminaban con un casamiento, y toda su fanta-
lino y femenino. Llegó a la conclusión, desconcertante para sía se concentraba en la futura vida matrimonial y la educa-
ella misma, de que nuestro concepto al respecto es la resul- ción de sus hijos. Actualmente las jóvenes sueñan con ser es-
tante de nuestra propia cultura, y que, para citarla literalmen- trella de cine como Sofía Loren, o sabias ilustres, como Marie
te: "Muchos, si no todos, de los rasgos de la personalidad que Curie, o cosmonautas, como Valentina. Hay muchos caminos
llamamos femeninos o masculinos, se hallan débilmente uni- abiertos, pero ellas, a menudo, no saben cuál tomar. La niña
dos al sexo, como lo está la vestimenta, las maneras, y la de nuestra época, no forzada por razones económicas a tra-
forma del peinado que se asigna a cada sexo según la socie- bajar inmediatamente en lo que más le rinda, está frente a un
dad y la época". Margaret Mead es optimista respecto al futu- dilema vocacional: el de vivir la vida de antaño o elegir la ca-
ro de nuestra sociedad, porque ve la posibilidad de que va- rrera adecuada. Ya no se presume, como al principio de
yamos adaptándonos poco a poco a las nuevas condiciones nuestro siglo, que una profesión implique para la mujer la re-
que nos impone el desarrollo cultural actual. Dice al respecto: nuncia al casamiento y a la posibilidad de fundar una familia.
"Estamos obligados a deducir que la naturaleza humana es Pero las normas de vida de una mujer casada de clase media
maleable de una manera casi increíble, y responde con exac-

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no están bien establecidas y se ve abocada a muchos pro- de mecerlo, de levantarlo en brazos y cantarle canciones de
blemas de orden práctico en su intento de aunar su vida de cuna. Pero para que las madres modernas puedan aceptar
mujer con su profesión. Debe afrontar exigencias del medio estas enseñanzas, en plena oposición con la rigidez de la
ambiente mayores de las que se piden al hombre. puericultura actual, la autora las incluye en el horario del be-
Debe atender bien su casa y a su marido, con quien de- bé. No argumenta sencillamente que lo natural para madre e
be saber lograr el orgasmo (últimamente la sociedad exige a hijo es quererse, sino que se funda tanto en la teoría como en
la mujer capacidad orgásmica con el mismo énfasis, como su numerosa práctica hospitalaria para justificar que los niños
exigía desde siempre potencia al hombre). Tiene que dedi- necesitan amor para lograr un buen desarrollo psicofísico.
carse a la crianza y educación de sus hijos. Pero simultá- Las madres de hoy en día, sometidas a una sociedad alta-
neamente debe cumplir fuera de su casa con un horario de mente civilizada, con su excesivo temor al contagio y al des-
trabajo igual al del hombre. orden, se han resignado a reprimir su ternura maternal y a
dudar de sus impulsos y únicamente con autorización médica
Al propio tiempo se espera de ella que dedique parte de se animan a manifestarlos, en la misma forma seudorracional
su tiempo, ya tan escaso, a su arreglo corporal. Ella intenta como dan, p.e., vitaminas a su hijo.
coordinar todas estas tareas, sin que le sea posible cumplir
con todo. Lo percibe, sufre por su supuesta incapacidad y se Además, la mujer que se dedica totalmente a su marido
siente culpable frente a su marido, a sus hijos, a su jefe de e hijos se enfrenta con otros problemas, desconocidos ante-
oficina: se reprocha a sí misma por no rendir todo lo necesa- riormente. Pronto aparece como poco atractiva e interesante
rio. a los demás. Todos le dan a entender que ella no trabaja, o
que la labor que realiza es de poco valor. Se siente con me-
Esto en lo que concierne a la mujer que necesita o des- nos derechos que sus amigas o su marido, por no ganar dine-
ea trabajar. La mujer que prefiere ser ama de casa y cuyo ro y aportar así al sostén de la casa. Siente desperdiciada la
marido gana lo suficiente para la manutención del hogar, po- formación que recibió.
drá vivir una vida estrictamente "femenina", pero limitada ya,
generalmente, al restringir el número de los hijos. Además, A la larga se aburrirá en su hogar y buscará estadios va-
también debido a las tendencias mecanicistas de nuestra cíos para llenar sus horas libres y sentirse más importante.
época, muchas veces ni ella ni la mujer que trabaja sabrán Sus pocos hijos crecen y se independizan rápidamente. Una
gozar bien su maternidad. Teme que su cariño pueda dañar a vez casados, ya no vivirán, como antes ocurría a menudo, en
su hijo. el hogar paterno.
Ocurre esto a tal punto que la función principal del pedia- Las hijas y nueras prefieren educar a sus niños solas, sin
tra de orientación psicoanalítica consiste, a menudo, en auto- la ayuda de la abuela. Queda sola, en su hogar vacío, a me-
rizarla a querer a su hijo. Margaret Ribble dedicó un libro im- nudo precisamente a una edad -la menopausia- que desvalo-
portante a este tema "Los derechos del niño" (véase Ind. rizará lo que antes le había interesado y dado seguridad.
Bibl.), en el cual reenseña a las madres actuales lo que sus Todo lo dicho hasta ahora se refiere a la mujer que, a
abuelas sabían instintivamente, desde siempre. Defiende en pesar de todas las dificultades externas e internas, logró su
su exposición la necesidad de querer al lactante, de mimarlo, maternidad. Pero muchas no alcanzan esta realización. En

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los Estados Unidos actualmente un 20% de las mujeres llega mucosa de la matriz se prepara continuamente para recibir el
a la menopausia sin haber tenido un hijo. Y quedan frustradas óvulo fecundado y albergar al feto.
así y truncadas, por no haberse realizado en una parte tras- Por ejemplo, los trabajos de Benedek y Rubenstein, so-
cendental de su ser. bre el ciclo sexual de la mujer, (véase Ind. Bibl.) no dejan lu-
La mujer que está en conflicto consigo misma como tal, gar a dudas de que esta preparación biológica se manifiesta
puede expresar, sin tener conciencia de ello, este conflicto en en los cambios psicológicos correspondientes.
diferentes terrenos. Observaron estos autores un incremento del deseo
Puede tener dificultades con sus hijos, puede sufrir de sexual en la época anterior a la ovulación, es decir, de posibi-
distintos trastornos en su vida procreativa o puede, si el con- lidad máxima de fecundación. En esta época las mujeres es-
flicto es demasiado grande, esquivar del todo la maternidad. tudiadas por ellos experimentaban conscientemente senti-
De las tres maneras expresa su rechazo de ser madre. Y este mientos de amor y deseaban recibir al compañero, mientras
rechazo implica un hecho de suma importancia, porque signi- que la tendencia a la impregnación, aunque permanecía habi-
fica que está en desacuerdo con su propio sexo y, por lo tan- tualmente inconsciente, se expresaba con toda claridad en
to, con su propia existencia. Se podría objetar a esto que co- sueños.
mo ser humano puede ser mujer y estar satisfecha de su vida Parece, pues, existir en la mujer un deseo instintivo de
sexual sin llegar a ser madre. ¿Es ello realmente posible? ser fecundada y concebir un niño. Es un hecho bien conocido
¿La maternidad es realmente parte fundamental de su vida por los ginecólogos que la mayoría de las mujeres que sufren
instintiva? Veamos primeramente la situación correspondiente de neoplasmas de la matriz nunca han tenido hijos y se están
en el hombre. Evidentemente, en ambos sexos la sexualidad acercando a la menopausia. La interpretación de este fenó-
aparece supeditada a los fines de la procreación. Pero el meno psicosomático parece obvia.
hombre, como individuo, generalmente no lo siente así. Sien-
te amor, excitación, necesidad del acto sexual, en el cual se Son mujeres frustradas en su maternidad que se acer-
condensa su participación biológica en el proceso de la pro- can a la renuncia definitiva. Entonces su matriz se llena de
creación: puede sentir el afán psicológico de ser padre, pero tejidos, creando autoplásticamente un pobre sustituto del niño
generalmente no establece una relación directa entre su de- anhelado.
seo genital y una posible paternidad. Sus sentimientos pater- Habrá entre ellas muchas mujeres que conscientemente
nales no pueden ser interpretados como manifestaciones de nunca desearon un embarazo, pero su inconsciente experi-
un instinto de paternidad, sino que corresponden a causas y menta la situación en forma opuesta.
necesidades meramente psicológicas. En general se puede decir que la mujer, aunque utilice
Pero en la mujer existe una interrelación constante entre medios anticonceptivos y descarte conscientemente durante
procesos biológicos y psicológicos. Desde la menarquía hasta el coito las posibles consecuencias, percibe en su inconscien-
la menopausia, es decir durante la parte más importante de te una relación constante entre la aceptación del placer que le
su vida, se desarrollan en ella procesos biológicos destinados ofrece su compañero y la fantasía de un embarazo, de un
a la maternidad. Por la actuación endocrina de los ovarios, la parto. Se puede ir todavía más lejos en esta afirmación. La

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postergación de la menarquía, los estados de amenorrea y
dismenorrea, etc., están en el fondo siempre relacionados Notas
con conflictos respecto a la maternidad. Se podría objetar que
muchas mujeres parecen felices y capaces de una vida se-
xual satisfactoria sin haber sido nunca madres. Pero, como ya
se dijo antes, esta felicidad está, a menudo, basada en una (1) Freud: "Un caso de curación hipnótica" (véase Ind.
represión del conflicto y sucumbe a la depresión meno- Bibl.).
páusica cuando la mujer comprueba haber perdido definiti-
vamente su posibilidad de ser madre. (2) Esta última costumbre, de que el marido se acueste
después del parto de la mujer, observando régimen y exi-
En otros casos la mujer sin hijos logra ser feliz siempre giendo diversas clases de atenciones, como si él hubiera pa-
que encuentre una forma de vida que le permita una sublima- rido un hijo, es frecuente entre los pueblos primitivos y fue
ción satisfactoria de su instinto maternal. Psicológicamente, a designada por los antropólogos con el término de "couvade".
menudo no importa tanto la realización de la maternidad, sino Se han intentado varias interpretaciones, en parte contradic-
su aceptación relativamente libre de conflictos. torias, de esta costumbre extraña a nuestra forma de pensar.
Sin embargo, aun sublimando al máximo su instinto ma- Me parece la más acertada la de que el marido, compren-
ternal, la mujer que no logró realizarse como madre sentirá, diendo el poder que la maternidad da a la mujer sobre sus
en el fondo de su ser, haber desperdiciado parte de sí misma. hijos, le envidia su capacidad de dar a luz y se apropia de és-
Para la mujer de hoy en día es válido el viejo proverbio ta mágicamente a través de la imitación del estado físico de la
chino: Para poder enfrentar tranquilamente la vejez y la muer- parturienta.
te, hay que haber tenido un hijo, plantado un árbol y escrito
un libro. Solamente así siente haber trascendido en todos los T. Reik, en su libro "Probleme der Religionspsychologie"
planos. (v. Ind. Bibl.) ofrece un valioso material y un resumen de las
Pero si la mujer queda limitada, por no poder integrarse distintas opiniones al respecto, llegando a la conclusión de
plenamente, si se siente frustrada en sus aspiraciones instin- que tanto la "couvade" como los ritos de iniciación, tienen
tivas y culpable lo serán con ella también su marido y sus como fin la anulación del ligamen entre la madre e hijo y su
hijos. Unicamente una mujer frente a su conciencia, se volve- sustitución por uno nuevo en que el hombre reemplaza a la
rá neurótica y desgraciada. Y si es madre, feliz y en paz con- madre.
sigo misma está capacitada para criar y educar hijos felices. (3) Es decir, que tanto el apellido como los bienes se
Sabrá darles la seguridad básica que se necesita y ad- trasmiten del padre a los hijos varones.
quiere en la primera infancia y que es tan importante para
ellos, para que, el día de mañana, sepan desempeñarse en
este mundo tan inseguro.

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