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“En las últimas semanas, se han registrado fuertes precipitaciones en la zona norte del Perú; básicamente son
precipitaciones estacionales y que son parte de la variabilidad climática de la zona norte del Perú, sin embargo
estas lluvias han sido exacerbadas debido a un calentamiento anómalo de la temperatura del mar frente a la
zona norte del Perú
El calentamiento del mar y el paso de una onda tropical conocida como oscilación Madden Julian han
provocado el desarrollo e intensificación del “ciclón” (baja atmosférica), denominado Yaku (agua, en lengua
kichwa), que apareció frente a las costas de Perú y Ecuador hace unos días y que intensificó las lluvias en
ambos países. Así lo informó hace unos días (8 de marzo) el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología de
Ecuador en un comunicado: “la estructura y formación de este sistema se ha visto fortalecido por el
calentamiento de la temperatura de superficie de mar y la presencia de la Zona de Convergencia Intertropical”,
dice el Instituto.
Así que para entender por qué está lloviendo tanto en Perú parece necesario comprender la relación entre las
precipitaciones y la temperatura del mar. Y uno de los conceptos que justamente explican esa conexión es el
fenómeno conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).
De manera que las lluvias de los últimos días se deben, en parte, a que el episodio de tres años de La Niña está
llegando a su fase final para dar paso a un periodo de neutralidad, pero al mismo tiempo otros fenómenos como
el debilitamiento de los vientos del este y el paso de la oscilación Madden Julian están propiciando mayores
precipitaciones.
Para llegar a las lluvias, hay que explicar, primero, la causa de que el mar se caliente. El origen de este
fenómeno está en el Océano Pacífico Occidental Ecuatorial (que se encuentra entre Asia y América del Sur,
más hacia el norte de Australia). En esa zona, que es donde los rayos solares pegan directamente, se ubica lo
que se conoce oficialmente como la Piscina Cálida del Pacífico Occidental, que no es más que una masa de
agua caliente y muy extensa, de más de 40 millones de kilómetros cuadrados. Por eso se le considera el mar
más caliente de la Tierra.
Esta masa de agua caliente se mantendría fija si no hubiera cambios en los vientos, pero los hay. Los vientos
alisios (como se les conoce a los vientos que soplan constantemente hacia el Ecuador en verano y un poco
menos en invierno) mantienen esta piscina en el oeste, entre Indonesia y el norte de Australia durante el verano,
mientras que en el invierno estos vientos se debilitan e incluso soplan hacia el lado opuesto, lo cual hace que la
piscina de agua cálida se mueva hacia el este y llegue a las costas de Ecuador y Perú.
Así que cuando esa piscina de agua caliente avanza hacia Sudamérica, de oeste a este, impulsada por los
vientos, surge El Niño. Y en contraste, cuando la masa de agua caliente vuelve al oeste, hacia el norte de
Australia, y las aguas frías emergen a las costas ecuatoriales de nuestro continente, surge La Niña. Hay, entre
ellos, lapsos en los que las aguas se mantienen con temperatura neutra, que es lo que debería ocurrir en los
siguientes meses. Sin embargo, hay otros fenómenos oscilatorios que calientan el mar, sin que eso se convierta
en un episodio de El Niño.
“Es como si pusiéramos a calentar agua en una tetera y ponemos un vidrio encima, si aumentamos el fuego, el
agua va a estar más caliente, por lo que va a producir evaporación y esa evaporación se va a condensar y van a
caer gotas. Esto es lo que pasa también con el calentamiento del mar”, dice Juan Carlos Bazo. Es decir, que
entre más caliente esté el agua del mar, más formación de nubes convectivas (las que se forman cuando el aire
caliente superficial asciende) y más posibilidades de que haya lluvias torrenciales.
Eso es lo que parece estar pasando en estos momentos en Perú: el episodio de La Niña está cediendo, mientras
que las aguas de las costas de Perú se están calentando. Esto explica el origen de las lluvias, pero hay otros
factores que intervienen en que sus consecuencias sean fatales.
Otro elemento importante es la deforestación, pues cuando se retiran los árboles y sus raíces no hay nada en el
suelo que puede detener el flujo del agua y esos deslizamientos avanzan sin obstáculos. Además, muchos de los
caudales de los ríos del país son irregulares, lo que significa que suelen ser abundantes de diciembre a mayo
(justo en la época de lluvias) y se secan el resto del año; así que cuando llegan las lluvias extremas muchos de
estos ríos se desbordan, aumentando la posibilidad de que ocurran deslizamientos. Cuando estos deslizamientos
se convierten en flujos rápidos de lodo cuesta abajo, se les llama huaicos, que se definen como avalanchas de
barro y escombros que destruyen a su paso viviendas, carreteras y cultivos, y en muchas ocasiones causan que
muchas personas salgan heridas, desaparezcan o mueran.
De manera que más allá de la variabilidad climática, hay situaciones causadas por el ser humano que agravan
las consecuencias de las lluvias, como instalar viviendas cerca de ríos que se pueden desbordar o deforestar
extensas zonas en los cerros y eliminar así sustratos que podrían detener esas avalanchas.
“La vulnerabilidad básicamente se da porque la costa norte es un área seca y árida y no está preparada para
recibir lluvias extremas. La vulnerabilidad está más asociada a la infraestructura y planificación urbana.
Después de varios El Niño, no se han mejorado las condiciones para un buen drenaje de las lluvias”, explica
Bazo.