Está en la página 1de 4

Piedra del encanto

Todo iba bastante tranquilo. Miyo estaba despierta desde temprano, sin
novedades ni tareas, vivir se volvía algo sencillo.
Lista para empezar su día, salió de su casa hacia el tren, iba a buen ritmo, con
suerte llegaría temprano al colegio.
Ya en la estación, compró su boleto y esperó alrededor de 10 minutos a que el
tren llegara.
- En el tren -
- Que bonito se ve el lago desde aquí… tan reluciente y tranquilo…
Esa fue la última frase que oímos de Miyo. El tren que venía del lado contrario se
desvió, provocando que ambos trenes perdieran el equilibrio y se cayeran al lago.
Miyo, aturdida por lo que acababa de pasar, buscó la forma de salir del tren lo más
rápido posible, un minuto más ahí adentro significaba la muerte misma.
Salir por la ventana fue la opción más factible. El tren se hundía rápido, así que
tuvo que luchar para llegar a la orilla del lago.
Cuando salió, se tomó 5 minutos para descansar y tomar aire. Conforme iba
recuperando la respiración, notó el lugar en el que estaba, un poco extraño: el
ambiente olía a dulce y el pasto era de un tono rosa.
Observó su alrededor: los árboles eran altos, casi gigantes, y el tronco y la copa
eran como una paleta dulce, las flores eran como bastones y las nubes parecían
de algodón de azúcar. Estar ahí era como estar en un mundo de caramelo.
Un mundo que, en definitiva, no era el suyo.
A lo lejos pudo ver como un hombre alto y misterioso se acercaba a ella a pasos
agigantados, como sí intentara atrapar a su presa. Su figura era extraña: era alto,
casi gigante, como los árboles a su alrededor; cabello largo, blanco; mirada
desafiante; pecho descubierto; guantes que parecían ser hecho con piel de lobo y
un arma enorme en la espalda.
- Hola, pequeña coneja. ¿Te perdiste?
Miyo ignoró la situación, solo quedando en su mente que la habían llamado
“coneja”.
- ¿Acaso no escuchas? Jajaja, coneja tonta.
Otra vez la habían llamado “coneja”.
Miyo se asomó al lago, para poder ver su reflejo y, efectivamente, era una coneja.
El cazador, al ver que Miyo no le prestaba atención, se enfureció, logrando que
esta saliera del estado de shock en el que se encontraba.
- Me presento, soy Zarek bloodfang, mejor conocido como "el cazador". Te
encuentras en el “reino de caramelo”. Soy el gobernador de esta tierra. Este es el
“lago del encanto”, un portal que une a dos mundos diferentes, si quieres regresar
a tu mundo, tendrás que cumplir con una condición.
- ¿Qué condición?...
- Tráeme la piedra del encanto. Para ello tendrás que enfrentarte a 6 retos
diferentes que encontrarás al final de cada reino. Al conseguir la victoria, podrás
pasar al siguiente reino.
- ¿Y qué pasará si no logro cumplir con alguno?
- Te quedarás aquí para siempre.
Miyo quedó atónita, aceptar requería mucha responsabilidad y sacrificio, pero
negarse significaba abandonar su vida…
- Acepto.
- Tienes 3 días para traerme esa piedra. Sí al anochecer del 3er. día no estás
aquí, cerraré el portal y nunca más podrás volver.
Zarek abandonó el lugar, dejando a Miyo sola.

Luego de un rato de caminar, notó una pequeña división, si daba un paso más
entraría a un lugar totalmente diferente a donde había estado, este nuevo mundo
tenía colores amarillentos y anaranjosos, las copas de los árboles parecían bolas
de estambre y el suelo era de una textura suave y esponjosa.
Había entrado a un nuevo reino.
Mientras caminaba observó cada detalle del lugar, sorprendiéndose a su vez de la
enorme diferencia que había entre un reino y el otro. Por ratos sentía un pequeño
sentimiento de incomodidad, como si alguien la estuviera siguiendo, pero, por más
que volteara hacia atrás y hacia los lados, no encontraba la razón de su
incomodidad.
- Jijiji…
Risas.
- Jijijijijijijiji…
¿Risas?
- JAJAJAJA
- ¿Quién… quién anda ahí?
- ¿Tú crees que enserio voy? – Se oyó mencionar en un tono gracioso y
sarcástico.
Una voz… por más que buscó a su alrededor, no encontró al dueño de la voz.
- ¿Có… cómo?...
- Tal vez voy
Miyo se sentía confundida y asustada.
- Tranquila, solo estoy jugando contigo.
Al fin lo vio, detrás suyo apareció un gato colorido, de un tamaño estándar.
- Hola, soy el gato Zeta. Es un gusto conocerte.
- Hola, yo soy Miyo, la coneja Miyo.
- ¿Y qué te trae por aquí?
- Debo cumplir una misión. Ahora mismo me dirijo hacia el siguiente reino.
- Ohh, mira que coincidencia, yo también voy para allá, ¿Te acompaño?
- Ay sii, por favor, me caería bien algo de compañía.
Zeta y Miyo caminaron hasta el final del reino, dónde se toparían con el primer
reto.
- (Insertar voz de misterio) ¡Bienvenidos! Bienvenidos al reino de estambre.
El reto consiste en sobrevivir al ataque de bombas y muros. Las bombas
reconocen el movimiento, el objetivo es lograr pasar la prueba sin que los
detecten, deberán escalar los muros de una manera silenciosa. Aquel que
logre superar el reto tendrá derecho a pasar al siguiente reto. Que la fuerza
los acompañe.
Zeta empezó a reír de forma burlona.
- No entiendo, ¿Qué es tan gracioso?
- ERES UNA TOONTAA.
- ¿Disculpa?
- ¿Enserio creíste que te iba a ayudar?
- Eh…
- Ya no me sirves, te usé para lograr llegar hasta aquí, mira cómo te las arreglas
para que no te vean.
- ¡Espera!, ¿Por qué haces esto?
- Yo no pertenezco aquí, este no es mi mundo, quiero regresar a mi vida normal.
Intenté por horas salir de aquí, pero ahora, gracias a tu ingenuidad, seré libre.
- Yo tampoco pertenezco a este mundo…
- ¿Tu… tu ibas en el tren?
- Si… trabajemos juntos, únete a mí, así podremos salir de aquí lo antes posible,
nos necesitamos.
- … No… ¡NO! No caeré en tu trampa. Perdí a mis amigos por culpa del accidente,
debo lograr salir de aquí solo…
Zeta desapareció, quedando Miyo nuevamente sola.
Se adentró al lugar dónde se llevaría a cabo el reto, tendría que trabajar sola para
lograr salir de ahí y pasar al siguiente reto.
Del suelo surgieron muros, tapando el paso, alrededor habían árboles y montes en
los cuales ella se podía esconder.
Empezó escalando el 1er. muro; logró superarlo sin ninguna dificultad.
El 2do. Superado, 3ero. también, 4to… 5to…
Mientras subía el 6to. muro, no se percató que una bomba iba hacia ella a toda
velocidad. Sintió como si algo la hubiese jalado hacia abajo, cayendo al suelo de
espaldas. Mientras caía, vio como la bomba explotaba contra el muro. Frente a
ella apareció Zeta.
- Tengo el poder de la invisibilidad y la flexibilidad, me necesitas para cumplir con
el reto.
- Creí que me abandonarías…
- ¿Estás segura de que podrás sacarnos de aquí?
- Si, no tengo ninguna duda de ello.
- Está bien… te ayudaré. Agárrate de mí, cuándo me vuelvo invisible, todo aquel
que esté cerca de mí también desaparece.
Y así, Zeta y Miyo lograron superar el 1er. reto.
- (Insertar voz misteriosa otra vez) ¡Felicidades! Han superado el reto del reino de
estambre. Han ganado el derecho de pasar al siguiente reino.

También podría gustarte