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Kieran Behan es un gimnasta irlandés que ha superado grandes obstáculos para cumplir su sueño de competir en los Juegos Olímpicos. De niño, los médicos le dijeron que nunca volvería a caminar debido a lesiones graves, incluida una cirugía negligente que dañó un nervio en su pierna. Sin embargo, a través de años de intensa fisioterapia, logró recuperarse y continuar entrenando gimnasia. A pesar de sufrir múltiples lesiones a lo largo de su car
Kieran Behan es un gimnasta irlandés que ha superado grandes obstáculos para cumplir su sueño de competir en los Juegos Olímpicos. De niño, los médicos le dijeron que nunca volvería a caminar debido a lesiones graves, incluida una cirugía negligente que dañó un nervio en su pierna. Sin embargo, a través de años de intensa fisioterapia, logró recuperarse y continuar entrenando gimnasia. A pesar de sufrir múltiples lesiones a lo largo de su car
Kieran Behan es un gimnasta irlandés que ha superado grandes obstáculos para cumplir su sueño de competir en los Juegos Olímpicos. De niño, los médicos le dijeron que nunca volvería a caminar debido a lesiones graves, incluida una cirugía negligente que dañó un nervio en su pierna. Sin embargo, a través de años de intensa fisioterapia, logró recuperarse y continuar entrenando gimnasia. A pesar de sufrir múltiples lesiones a lo largo de su car
La República de Irlanda aún no se ha estrenado en el medallero olímpico (y eso
que sesenta delegaciones ya lo han hecho). Pero el protagonismo hoy se lo vamos a dar a Kieran Behan, un gimnasta cuyo triunfo consiste en poder competir en Londres. Hace años le dijeron que no volvería a caminar y, sin embargo, gracias a su fuerza de voluntad ha conseguido cumplir su sueño de participar en los Juegos Olímpicos. Nuestro amigo Miguel en su blog Otra pinta, please nos traduce y resume un artículo publicado la semana pasada en el New York Times Le dijeron una vez que no volvería a caminar y ahora es olímpico Antes de que la vida le golpease con más reveses de los que una persona pueda soportar, Kieran Behan le dijo a su madre que algún día se convertiría en gimnasta olímpico. Era aún muy joven, tal vez a los 6 años, cuando un día, al ver los Juegos Olímpicos por la televisión, Kieran se enamoró de la Gimnasia. Se entusiasmó con la idea de que él también podría dar piruetas en el aire y desafiar a la gravedad. Pero eso fue antes de que le ocurriesen una serie de lesiones, dos de ellas tan graves que los médicos le dijeron que no volvería a caminar: una negligente cirugía en una de sus piernas que le produjo daño neurológico y un traumatismo cerebral que le impedía realizar las tareas más simples como sentarse o comer. Aún así, Behan, un fénix de apenas 1,60 de altura, jamás se rindió. Kieran Behan comenzó la práctica de la gimnasia a los 8 años, probando que tenía talento para la disciplina, pero pronto se topó con el primero de muchos obstáculos: cuando cumplió 10 años le descubrieron un bulto en la pierna izquierda del tamaño de una pelota de golf. Durante la operación para extirpar lo que resultó ser un tumor benigno, los cirujanos le aplicaron un torniquete tan apretado y durante tanto tiempo que dañó el nervio y dejó a Behan con sensibilidad limitada en el miembro y el sufrimiento de dolores extremos a la más mínima contusión. Vivió momentos muy amargos: en el colegio los otros niños se burlaban llamándolo lisiado y, por otra parte, los médicos le avisaron de que el daño de los nervios podría no llegar a regenerarse nunca; un psiquiatra incluso le aconsejó que se preparase para llevar una vida en silla de ruedas. Se equivocaban. Tras 15 meses, Behan volvió a convertirse en un chico normal y regresó a la gimnasia. Sin embargo, unos 8 meses después de que se recuperara de esta lesión en la pierna, la adversidad le sacudió de nuevo. En lo que él denomina un suceso muy desafortunado, se golpeó la nuca con la barra de metal horizontal durante un ejercicio rutinario y cayó inconsciente al suelo. El accidente le produjo un traumatismo craneoencefálico y graves daños en el canal vestibular del oído interno, lo que afectó su equilibrio de forma que el más ligero movimiento provocaba que Behan se desmayase. Esto ocurrió cientos de veces, incluso miles, según su madre, que frustrada por el lento progreso de su hijo tras meses en el hospital, decidió llevárselo a casa en sus propios brazos porque los médicos no le daban el alta. Incluso abandonó su empleo para poder cuidar de él. Lágrimas, fatigas y sueños irreales, pero casi 2 años después de este accidente y tras una intensísima fisioterapia, Kieran Behan -el chico milagro, para los médicos- recobró la coordinación visual y motora y volvió a caminar. Y de nuevo regresó a la práctica de la gimnasia. Tuvo incluso que fregar los suelos del gimnasio para financiarse el entrenamiento y sus padres llegaron a vender chucherías y lavar coches para conseguir fondos. No obstante, aún quedaban más tragos amargos por los que atravesar: se rompió el brazo y se fracturó la muñeca. Era tal la frecuencia con la que visitaba el hospital de adolescente que algunos llegaron a sospechar que sufría abusos. En el 2009 se desgarró el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha y le llevó 6 meses de rehabilitación. Aún así, no abandonó. Ya en el 2010, seis semanas antes de su debut profesional en los Campeonatos de Europa, se rompió el ligamento cruzado en la otra rodilla. Después de todos sus sacrificios, esta lesión le dejó moralmente tan tocado que a punto estuvo de enterrar definitivamente su sueño. Pero se recompuso, y vaya que lo hizo… En el 2011, cosechó por fin los frutos a tanta constancia y ganó 3 medallas en la Challenge World Cup, incluyendo la primera medalla de oro para Irlanda en el ejercicio de suelo. En el 2012 Kieran Behan consiguió su tan anhelado sueño: la clasificación para los Juegos Olímpicos (la luz al final de un largo y tortuoso túnel). Cuando Kieran fue consciente de su logro, primero rió y luego estalló en lágrimas…”Dime que esto es real y no lo estoy soñando”. A la cuestión de cuál ha sido el secreto de su firmeza, a Kieran le cuesta encontrar una explicación: “creo que seguramente lo llevo en la sangre,… nací para ser gimnasta”.