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Porque siendo Jesucristo nuestro verdadero héroe y campeón, ganando la gloria ante nuestro

Amado Padre, enviándonos al mejor entrenador y sustento vitamínico necesario para un espíritu
saludable, fuerte y sin deficiencias, (Espiritu Santo), el cual, nos enseña las estrategias de vivir la
carrera, de sentir la carrera de la fe, para que mediante el manual de los secretos de los obstáculos
y los premios de la carrera, la cual es la Palabra de Dios, seamos dirigidos, preparados, y
fortalecidos, para afrontar la carrera, teniendo sin dar caso omiso a nuestros rivales, que
gustosamente y afanosamente, han decidido luchar contra nosotros por los galardones
(Bendiciones)dadas en cada premio por mejorar cada tiempo, cada esfuerzo cada obstáculo

Michael Phelps

(Michael Fred Phelps; Baltimore, 1985) Nadador estadounidense. Considerado el mejor de


la historia de la especialidad, en 2004 fue la sensación de los Juegos Olímpicos de Atenas y
ya en los de Pekín 2008 superó el mítico récord de Mark Spitz, al obtener ocho medallas de
oro frente a las siete que su compatriota había conquistado en los Juegos Olímpicos de
Munich (1972). Tras ganar en 2012 otras seis medallas en los Juegos Olímpicos de
Londres, se convirtió en el deportista más laureado de la historia de los juegos.

Michael Phelps

Michael Phelps nació el 30 de junio de 1985 en Baltimore, Maryland, en el seno de una


familia de clase media muy deportista. Después de practicar desde muy pequeño algunos
deportes típicos de Estados Unidos (béisbol y fútbol americano), comenzó a nadar a los
siete años, espoleado por sus hermanas, Hilary y Whitney; esta última fue campeona de
Estados Unidos de los 200 metros mariposa en 1994, pero una lesión de espalda la obligó a
una retirada prematura. Aunque el pequeño Michael le tenía miedo al agua, en su biografía
explica que se refugió en las piscinas para no oír las discusiones entre sus padres, que poco
después se divorciarían.

Bow Bowman, el descubridor de un talento

A los once años se cruzó en su vida el técnico Bow Bowman, quien pronto se percató de
sus cualidades innatas para la natación. Con él empezó a entrenar en el North Baltimore
Aquatic Club. De hecho, el prestigioso técnico se convirtió en su segundo padre, ya que con
su padre biológico, un policía retirado, apenas mantuvo relación desde que se separó de su
madre, antigua maestra que desde 1999 trabajaba como administrativa del club al que
pertenecía Michael.

En 2000, apenas cumplidos los quince años, Phelps participó en los Juegos Olímpicos de
Sydney. Logró un meritorio diploma al ser quinto en los 200 metros mariposa. En 2001
ganó su primer título absoluto: la medalla de oro de los 200 metros mariposa en el Mundial
de Fukuoka (Japón), prueba en la que estableció, además, un nuevo récord del mundo (1
minuto 54,58 segundos), convirtiéndose en el plusmarquista más precoz de la historia. En
2002, en los Pan Pacific Games, ganó cuatro medallas de oro a título individual y una de
plata en los relevos 4 x 200 metros libres.

En 2003 batió ocho récords mundiales en cuarenta y un días, varios de ellos de calibre
insospechado. Aquel año, en el Mundial de Barcelona, se reveló al mundo como el nadador
con mayor proyección de la historia, al ganar, con apenas dieciocho años y a título
individual, tres medallas de oro: 200 metros mariposa, prueba en la que en semifinales batió
el récord del mundo (1 minuto 53,93 segundos), 200 metros estilos (1 minuto 56,04
segundos, récord del mundo) y 400 metros estilos (4 minutos 9,09 segundos, récord del
mundo).

A esos títulos sumó la medalla de plata en 100 metros mariposa; en las semifinales de esta
prueba había batido también el récord del mundo (51,10 segundos), pero en la final fue
superado por el mejor nadador de este estilo, su compatriota Ian Crocker. Conquistó
además la medalla de plata de 4 x 200 metros libres como integrante del cuarteto
estadounidense. A partir de entonces ya se hicieron familiares los apodos que le impusieron
los periodistas: «Bala de Baltimore», «Niño Prodigio» o «Tiburón de Baltimore».

Plusmarquista olímpico

En Atenas 2004 se adjudicó las medallas de oro de 100 metros mariposa (51,25 segundos),
200 metros mariposa (1 minuto 54,04 segundos), 200 metros estilos (1 minuto 57,14
segundos), 400 metros estilos (4 minutos 8,26 segundos, récord mundial), 4 x 200 metros
estilos y 4 x 100 metros estilos, prueba en cuya final no compitió, pero en la que se ganó el
derecho a la medalla por haber participado y vencido en las semifinales, como establecía el
nuevo reglamento. La por entonces joven promesa de la natación estadounidense ganó
además dos bronces: 200 metros estilos (1 minuto 45,32 segundos) y 4 x 100 metros libres.

Sólo un atleta en la historia de los Juegos Olímpicos había ganado ocho medallas en una
misma olimpiada: el soviético Alexander Dityatin en gimnasia (tres de oro, cuatro de plata
y una de bronce) en Moscú ’80. Con los seis oros, Phelps igualó la marca de la nadadora
Kristin Otto, y se quedó a una de las de Mark Spitz, quien no hay que olvidar que tuvo un
calendario menos complicado y compitió sólo en los estilos libre y mariposa, muy similares
técnicamente, y en los 100 y 200 metros, que son virtualmente lo mismo. Spitz ganó
además tres oros en los relevos, en una época en que los cuartetos estadounidenses eran
invencibles.

En cambio Phelps, en Atenas, alternó los cuatro estilos en distancias que iban de los 100 a
los 400 metros, y en relevos sólo se adjudicó dos medallas de oro. El proceso para alcanzar
la final también fue más intenso, pues Spitz sólo compitió en catorce carreras en ocho días,
mientras que Phelps tuvo que hacerlo en diecinueve. Un ejemplo de la presión que le tocó
soportar en Atenas ocurrió el 19 de agosto, fecha en la que, tras superar el récord de los 100
metros mariposa en las semifinales, ganó la final de los 200 metros combinados tan sólo 20
minutos después.

La personalidad de un campeón

Al acabar la secundaria, Michael Phelps interrumpió los estudios para dedicarse en


exclusiva a la natación. De hecho, era único componente del equipo estadounidense que
pasaba de amateur a profesional sin haber competido en los campeonatos universitarios. Su
físico no es imponente como el de otros campeones (Ian Thorpe, Johnny Weissmuller o el
citado Spitz), pero mide 1,95 y pesa 88 kilos; sus brazos abiertos tienen una envergadura de
2,04 metros y calza un 46. Todo ello hace que el agua sea casi su medio natural.

De carácter más bien serio (ni siquiera solía sonerír cuando acababa de ganar una prueba),
alcanzó la hegemonía en todos los estilos a base de esfuerzo: entre 1998 y 2004, por
ejemplo, sólo dejó de entrenar cinco días. Como norma nadaba 80 kilómetros por semana,
para lo que necesitaba cinco horas de entrenamiento diario. Cuando no entrenaba, solía
dormir, y antes tirarse a la piscina tenía la costumbre de escuchar música del rapero
Eminem o de 50 Cent. Su rutina diaria se reducía, pues, a dormir, entrenar y comer para
ganar peso. Necesitaba, según sus médicos, siete mil calorías diarias para abastecer su
organismo de las energías que gastaba en los entrenamientos. Sus desayunos eran
pantagruélicos: solía engullir ocho huevos fritos con sus correspondientes tostadas. El único
«capricho» que se permitía era jugar al baloncesto o al fútbol de vez en cuando. También
solía «tunear» su ranchera Cadillac Escalade, que se compró con sus primeros ingresos y a
la que ha dotó de pantallas de televisión en los reposacabezas, un equipo de sonido
estereofónico con tres reproductores de CD y unas llantas de medio metro de anchura.

Entre las razones que explican el excepcional rendimiento de este nadador, que iba pronto a
convertirse en leyenda de la historia mundial del deporte, se destacó la depuración de su
técnica de patada (patada de delfín), que le permitía ejecutar un número elevado de
movimientos de sus piernas antes de emerger a la superficie del agua y realizar la primera
brazada. Otra de sus virtudes radicaba en la eficacia de la brazada, con la que conseguía una
mayor longitud e impulso en un menor número de movimientos, en comparación con otros
nadadores. Su propia resistencia física, por último, era el fruto de un exigente y continuo
entrenamiento orientado a rentabilizar al máximo las reservas de oxígeno.

Después de los Juegos Olímpicos de Atenas se convirtió en uno de los deportistas mejor
pagados, tanto por la marca deportiva Speedo, con la que tenía una cláusula reservada,
como por los contratos publicitarios que le consiguió su agente, Peter Carlisle, quien
también le firmó acuerdos con Visa, la entidad crediticia Argent, AT&T, Wireless, Omega
y Power Bar, compañías que antes de los Juegos ya le proporcionaban unos ingresos extra
de unos cinco millones de dólares anuales. Su agente se ocupaba también del lanzamiento
de calendarios, de un libro sobre sus experiencias destinado a los niños y de la venta de los
derechos televisivos para un especial sobre la vida de ese ídolo universal. Phelps destinó
parte de sus emolumentos a obras benéficas, y se hizo voluntario de Child Life Center de la
Universidad Johns Hopkins. El impacto que había producido su eclosión en 2003, año en el
que eclipsó a otro fenómeno de la natación, el australiano Ian Thorpe, le valió el Premio
Sullivan, destinado al mejor deportista neoprofesional.

De Pekín a Londres
Curiosamente, los técnicos del equipo de Estados Unidos consideraron, tras la proeza del
nadador en los Juegos Olímpicos de Atenas, que no había estado en tan buena forma como
en el Mundial de Barcelona, disputado el año anterior. Bowman predijo que Phelps
alcanzaría su plenitud en los Juegos Olímpicos de 2012, y el mundo del deporte permaneció
expectante. Aunque quizá Bowman se equivocó de año, era evidente que a Phelps le
quedaba aún un largo recorrido, y pronto demostró de lo que era capaz. Para empezar,
consolidó su carrera de forma imparable en el Mundial de Quebec 2005, donde consiguió
cinco medallas de oro y una de plata, y en el de Melbourne 2007, en el que obtuvo siete
oros.

Pero su consagración como la mayor figura en la historia mundial de la natación y como el


deportista olímpico con mayor número de medallas de oro (14 en total) tuvo lugar en 2008,
en los Juegos Olímpicos de Pekín. Allí, el estadounidense pudo cumplir el reto que se había
propuesto sin éxito en Atenas 2004: superar el récord de medallas de oro de natación que
ostentaba hasta entonces su compatriota Mark Spitz. Phelps se hizo con la medalla de oro
en las ocho categorías en que participó (200 metros libres, 200 metros estilos, 400 metros
estilos, 100 metros mariposa, 200 metros mariposa, 4 x 100 metros estilos, 4 x 100 metros
libres y 4 x 200 metros libres), y en todas ellas batió la plusmarca mundial, excepto en 100
metros mariposa.

En febrero de 2009, Phelps se vio inmerso en un escándalo público al difundirse una


fotografía en la que el nadador aparecía consumiendo cannabis en una reunión de ámbito
privado. Como consecuencia de ese comportamiento fue suspendido durante tres meses por
la Federación de Natación de los Estados Unidos. El hecho sorprendió enormemente y
chocó con la imagen del nadador más divulgada entre el público, la de un deportista de alto
nivel entregado ascéticamente a los entrenamientos. Probablemente se había olvidado ya un
suceso similar: en noviembre de 2004 había sido arrestado por conducir en estado de
embriaguez.

Algunos empezaron a insinuar que el ídolo iniciaba su declive, pero, después de su triunfo
arrollador en Pekín, Phelps siguió mostrando un extraordinario estado de forma en los
mundiales de natación de Roma (2009), de los que se llevó cinco medallas de oro (dos en
mariposa y tres en relevos) y una de plata. La historia se repitió en 2011 en los mundiales
de Shangai: cuatro medallas de oro, dos de plata y una de bronce. Con todo, algo
importante estaba cambiando; no en su forma física, pero sí en su ánimo. Y en mayo de
2012 anunció públicamente que se retiraría de las competiciones después de los Juegos
Olímpicos de Londres. Como principal motivo adujo su cansancio tras años y años de
absorbentes entrenamientos, y la necesidad de abrir su vida a otras facetas más allá de la
natación.

Phelps llegó a Londres 2012 con las dieciséis medallas que había conseguido en Atenas y
Pekín, y parecía que ya no le quedaba nada por ganar. Pero faltaba un último reto:
convertirse en el deportista más laureado de la historia de los juegos olímpicos, título en
poder de la gimnasta soviética Larisa Latynina, que guardaba en sus vitrinas las dieciocho
medallas obtenidas en tres ediciones de los juegos. Tras un inicio decepcionante, Phelps se
hizo con la medalla de plata en los 4 x 100 metros libres, y el 31 de julio de 2012, en
presencia de la gimnasta soviética, batió su record al obtener la medalla de plata en los 200
metros mariposa y la de oro en los 4 x 200 metros libres. Coronó su última actuación
olímpica y profesional con otras tres medallas de oro en 100 metros mariposa, 200 metros
estilos y 4 x 100 metros estilos: en total, seis nuevas medallas. Todos los expertos
coinciden en que semejante palmarés (veintidós medallas en tres participaciones olímpicas)
está destinado a permanecer largamente imbatido.

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