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Son personas el ser humano y determinadas organizaciones sociales a las que el ordenamiento
concede un protagonismo en las relaciones jurídicas similar al que corresponde el ser humano
(asociaciones, fundaciones...) Aquel se califica de persona FÍSICA, mientras que éstas, de
personas JURÍDICAS.
Diferencia:
Por nacimiento parece que hay que entenderse la ruptura del cordón umbilical una vez que el
niño sale con vida del seno materno, tal y como dispone el artículo 30 CC.
Si el parto es doble o múltiple, establece el art. 31 que «La prioridad del nacimiento… da al
primer nacido los derechos que la ley reconozca al primogénito».
Cuando el nacimiento tenga lugar en un hospital, éste deberá comunicar el nacimiento a través
de medios electrónicos al Registro Civil (y también al Instituto Nacional de Estadística) en el
plazo de setenta y dos horas (art. 46). Los demás obligados disponen de un plazo de diez días
(art. 47.1).
Durante la gestación, todos los derechos que le pertenecerían si fuera persona quedarán en
situación de pendencia hasta ver si el concebido llega a nacer o no.
Por su parte, en materia de donación, dispone el art. 627 que «Las donaciones hechas a los
concebidos y no nacidos podrán ser aceptadas por las personas que legítimamente los
representarían, si se hubiera verificado ya su nacimiento».
Una vez producido el nacimiento, los efectos se retrotraen al momento de la concepción. Como
éste no es completamente cierto, en caso de duda podría aplicarse por analogía el art. 116 Cc,
que presume hijos del marido los que tenga una mujer los 300 días siguientes al fallecimiento
de éste.
3.Extinción de la personalidad
Comoriencia. El art. 33 Cc dispone que «Si se duda, entre dos o más personas llamadas a
sucederse, quién de ellas ha muerto primero, el que sostenga la muerte anterior de una u de
otra, debe probarla; a falta de prueba, se presumen muertas al mismo tiempo y no tiene lugar
la transmisión de derechos de uno a otro».
De acuerdo con el art. 62.2, «La inscripción de la defunción se practicará en virtud de
declaración documentada en el formulario oficial, acompañada de certificado médico de la
defunción»
Según el art. 63, están obligados a promover la inscripción de fallecimiento: «1.º La dirección
de hospitales, clínicas y establecimientos sanitarios donde se produzca el fallecimiento».
Además, «2.º El personal médico que certifica el fallecimiento, cuando éste haya tenido lugar
fuera del establecimiento sanitario./ 3.º Los parientes del difunto (hay que entender que hasta
el cuarto grado) o persona a quien éstos autoricen./ 4.º El director del establecimiento,
cualquier habitante de la casa donde se hubiera producido el fallecimiento o, en su caso, la
autoridad que corresponda./ 5.º Cualquier persona que tenga conocimiento de un
fallecimiento lo comunicará a la autoridad competente, que vendrá obligada a promover la
inscripción de la defunción».
A diferencia del nombre, los apellidos derivan normalmente de la filiación. Según el art. 109 Cc,
modificado en 1999, permite que ambos progenitores, de común acuerdo, puedan alterar
antes de la inscripción registral el orden anteriormente señalado; «El orden de apellidos
inscrito para el mayor de los hijos regirá en las inscripciones de nacimiento posteriores de sus
hermanos del mismo vínculo».
En el caso de que no se conozca la filiación respecto de uno de los progenitores, el hijo llevará
los dos del conocido, en el orden que decida el progenitor. Si la filiación no ha sido
determinada respecto de ninguno de los progenitores, el Encargado del Registro impondrá al
niño unos apellidos, evitando los que se refieran a su origen desconocido. Por la adopción, el
adoptado adquiere el apellido de los adoptantes.
Los cambios se autorizan, según los casos, por el Juez Encargado del Registro, por el Ministerio
de Justicia (por delegación, la DGRN), por Decreto del Consejo de Ministros o por Orden del
Ministro de Justicia.
Nombre.
El Encargado del Registro Civil, mediante procedimiento registral, podrá autorizar el cambio de
nombre previa declaración del interesado, que deberá probar el uso habitual del nuevo
nombre, y siempre que concurran las demás circunstancias exigidas en la legislación del
Registro Civil.
Apellidos.
a) Que el apellido en la forma propuesta constituya una situación de hecho, siendo utilizado
habitualmente por el interesado.
c) Que los apellidos que resulten del cambio no provengan de la misma línea.
Pseudónimo.
Es un nombre elegido por la persona, distinto del suyo propio, con el que se hace designar en
cierto ambiente, normalmente artístico. Nuestro Derecho no regula concretamente el
pseudónimo, pero la doctrina opina que se le pueden aplicar por analogía algunas de las
normas referidas al nombre, sobre todo respecto de la utilización por un tercero del
pseudónimo de otra persona.
Títulos nobiliarios.
Podemos decir que los títulos nobiliarios son distinciones públicas y honoríficas concedidas
graciablemente por el Monarca y transmisibles a los sucesores. Desde el punto de vista civil,
podemos considerarlo un bien incorporal, que participa en algunos aspectos de la regulación
del derecho al nombre; aunque, desde luego, no es un derecho de la personalidad.
2. El domicilio.
Esa fijación espacial de la persona es muy importante para el Derecho civil en distintos
aspectos. Así, para determinar la competencia territorial de los tribunales según el domicilio
del demandado o del demandante, el lugar del cumplimiento de las obligaciones (art. 1171 Cc),
normas de Derecho internacional privado que determinan el estatuto personal de los
apátridas, determinación de la vecindad civil, etc.; y más aún si se tiene en cuenta que a veces
las personas intentan escapar a la acción de los acreedores o de la Administración ocultando el
lugar donde se encuentran.
Requisitos. La doctrina del Derecho Común exigía para la adquisición del domicilio la
concurrencia de un animus, o voluntad de establecerse definitiva y permanentemente, y un
corpus –habitar de hecho-. Frente a ello, la mayoría de la doctrina moderna considera,
conforme al art. 40 Cc, que basta la residencia habitual sin ningún otro requisito (así, el preso,
el enfermo en el manicomio, el emigrante que pretende volver a su país, etc.).
- domicilio real o voluntario, el del art. 40 Cc, o sea, el lugar de residencia habitual.
- domicilio legal, que es el fijado por la ley a ciertas personas, independientemente de
ésa sea o no su verdadera residencia habitual. Así, el art. 40 Cc señala el domicilio de
los diplomáticos en el extranjero.
- Pluralidad de domicilios. La doctrina suele admitir la posibilidad de que exista más de
un domicilio, ya que puede concebirse que una persona resida parte del año en un
lugar y otra parte en otro sitio distinto, y en ambos casos, con carácter de habitualidad.
- La simple residencia. El domicilio de una persona puede faltar por distintas causas; en
estos casos la ley acude, en defecto del domicilio, al criterio de la residencia o
paradero, es decir, al lugar en que se halla conocidamente la persona.
- Domicilio electivo. Se trata de un domicilio que nada tiene que ver con el domicilio
habitual. Es un domicilio convencional o pactado que los interesados establecen
libremente a los efectos procesales, pudiendo señalar el domicilio de cualquier
persona o incluso uno ficticio.
3. La ausencia.
La ausencia es el estado civil de una persona que ha desaparecido de su domicilio o del lugar
de su última residencia sin tener de ella más noticias, y que es declarado formalmente por el
LAJ.
Representación del desaparecido. Si una persona desaparece de su domicilio, sin noticias suyas,
pero tiene nombrado un apoderado con facultades de administración de todos sus bienes, a
este corresponderá velar por los bienes del desaparecido.
Si no tiene nombrado apoderado con facultades de administración de todos sus bienes, «podrá
el secretario judicial, nombrar un defensor que ampare y represente al desaparecido en juicio o
en los negocios que no admitan demora sin perjuicio grave» (art. 181.I Cc). También podrá
adoptar, según su prudente arbitrio, las medidas necesarias para la conservación del
patrimonio (art. 181.III).
De acuerdo al art. 181.II, «El cónyuge presente mayor de edad no separado legalmente será el
representante y defensor nato del desaparecido; y por su falta, el pariente más próximo hasta
el cuarto grado, también mayor de edad. En defecto de parientes, no presencia de los mismos
o urgencia notoria, el Secretario judicial nombrará persona solvente y de buenos antecedentes,
previa audiencia del MF».
Enajenación de bienes del ausente. «Los poseedores temporales de los bienes del ausente no
podrán venderlos, gravarlos, hipotecarlos o darlos en prenda, sino en caso de necesidad o
utilidad evidente reconocida y declarada por el Secretario judicial, quien, al autorizar dichos
actos, determinará el empleo de la cantidad obtenida»
Reaparición del ausente. «Si apareciese el ausente, deberá restituírsele su patrimonio, pero no
los productos percibidos, salvo mala fe interviniente, en cuyo caso la restitución comprenderá
también los frutos percibidos y los debidos percibir a contar del día en que aquélla se produjo,
según declaración del Secretario judicial» (art. 187.II).
4. Declaración de fallecimiento.
Para declarar a una persona fallecida es preciso el transcurso de ciertos plazos que la ley
señala teniendo en cuenta distintas circunstancias.
a. Diez años desde las últimas noticias habidas del ausente, o, a falta de éstas, desde su
desaparición (art. 193.I, 1.º inciso).
b. Cinco años desde las últimas noticias si al expirar este plazo el sujeto hubiere
cumplido setenta y cinco años (art. 193.I, 2.º inciso).
c. Dos años desde el fin de la guerra para los desaparecidos en operaciones de campaña
militar (art. 194, 1.º).
d. Un año, contado de fecha a fecha, de un riesgo inminente de muerte por causa de
violencia contra la vida, en que una persona se hubiese encontrado, sin haberse
tenido, con posterioridad a la violencia, noticias suyas (art. 193.II).
e. Un mes contado desde las últimas noticias o, en su defecto, desde la salida del puerto
inicial, en el caso de persona que se encuentre a bordo de una nave que se presuma
naufragada o desaparecida por inmersión en el mar, por no llegar a su destino, o si
careciendo de punto fijo de arribo, no retornase y haya evidencias racionales de
ausencia de supervivientes (art. 194.4.º).
f. Un mes desde las últimas noticias de la persona o de la aeronave en la que viajaba o,
en su defecto, desde la fecha de inicio del viaje, cuando se trate de aeronave que se
presuma siniestrada al realizar el viaje sobre mares, zonas desérticas o inhabitadas,
por no llegar a su destino, o si careciendo de punto fijo de arribo, no retornase y haya
evidencias racionales de ausencia de supervivientes (art. 194.5.º).
g. Ocho días cuando no se tuvieren noticias de la persona después de que resulte
acreditado que se encontraba a bordo de una nave cuyo naufragio o desaparición por
inmersión en el mar se haya comprobado o a bordo de una aeronave cuyo siniestro se
haya verificado, y sea razonable que existan supervivientes (art. 194. 3.º).
h. Desde el mismo momento del accidente, cuando se acredite que determinada
persona se encontraba a bordo de una nave cuyo naufragio o desaparición por
inmersión en el mar se haya comprobado, o a bordo de una aeronave cuyo siniestro
se haya verificado y haya evidencias racionales de ausencia de supervivientes (art.
194.2.º).
Momento de la muerte. Según el art. 195, «Por la declaración de fallecimiento cesa la situación
de ausencia legal, pero mientras dicha declaración no se produzca, se presume que el ausente
ha vivido hasta el momento en que deba reputársele fallecido, salvo investigaciones en
contrario. Toda declaración de fallecimiento expresará la fecha a partir de la cual se entienda
sucedida la muerte, con arreglo a lo preceptuado en los artículos anteriores, salvo prueba en
contrario».
La declaración de fallecimiento produce los efectos de la muerte (ej., disolución del vínculo
matrimonial, extinción de la patria potestad, extinción del contrato de trabajo, etc.) pero en
cuanto a la sucesión hereditaria existen ciertas limitaciones.
Reaparición del declarado fallecido. Dispone el art. 197 Cc que «Si después de la declaración de
fallecimiento se presentase el ausente o se probase su existencia, recobrará sus bienes en el
estado en que se encuentren y tendrá derecho al precio de los que se hubieran vendido, o a
los bienes que con este precio se hayan adquirido; pero no podrá reclamar de sus sucesores
rentas, frutos ni productos obtenidos con los bienes de su sucesión, sino desde el día de su
presencia o de la declaración de no haber muerto».
Conjunto de derechos y deberes que corresponde a los padres sobre la persona y el patrimonio
de cada uno de sus hijos no emancipados, como medio de realizar la función natural que les
incumbe de proteger y educar a la prole.
El Código prevé también que, siendo la titularidad conjunta, se atribuya sólo a uno de los
padres el ejercicio. Ello significa que sólo el ejerciente es el que toma las decisiones
concernientes al menor y lo representa. Se produce en las siguientes circunstancias:
En caso de pérdida o deterioro de los bienes por dolo o culpa grave, responderán los padres de
los daños y perjuicios sufridos.
Disposición (art.166).
- Los padres no podrán renunciar a los derechos de que los hijos sean titulares ni
enajenar o gravar sus bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales,
objetos preciosos y valores mobiliarios, salvo el derecho de suscripción preferente de
acciones, sino por causas justificadas de utilidad o necesidad y previa la autorización
del Juez del domicilio, con audiencia del Ministerio Fiscal.
- Repudiar herencia o legado: autorización judicial.
- No hace falta autorización: consentimiento del mayor de 16 años en documento
público
- Actos sin autorización judicial.
Son los padres los que actúan en nombre del hijo, no teniendo éste en principio más que un
derecho a ser oído (artículo 154.3º CC). Cuando se trata de actos patrimoniales hay que tener
en cuenta los límites impuestos por el artículo 166 CC, ya visto.
Además, señala el artículo 160.2º CC que “No podrán impedirse sin justa causa las relaciones
personales entre el hijo y otros parientes o allegados”.
El padre o la madre podrán ser privados total o parcialmente de su potestad por sentencia
fundada en el incumplimiento de los deberes inherentes a la misma o dictada en causa criminal
o matrimonial.
Los tribunales podrán, en beneficio e interés del hijo, acordar la recuperación de la patria
potestad cuando hubiere cesado la causa que motivó la privación.
La tutela.
Sujetos sobre los que se constituye. Según el artículo 199 CC están sometidos a tutela:
Además, estas designaciones vincularán a la autoridad judicial al constituir la tutela, salvo que
el interés superior del menor exija otra cosa, en cuyo caso dictará resolución motivada; y
cuando existieren disposiciones de los progenitores hechas en testamento o documento
público notarial de los progenitores, se aplicarán unas y otras conjuntamente, en cuanto fueran
compatibles. De no serlo, se adoptarán por la autoridad judicial, en decisión motivada, las que
considere más convenientes para el interés superior del menor.
Serán ineficaces las disposiciones hechas en testamento o documento público notarial sobre la
tutela si, en el momento de adoptarlas, el disponente hubiese sido privado de la patria
potestad.
Pero para que el Juez tenga noticia, también se habilita a determinadas personas para su
solicitud. Así, y aunque como hemos señalado están obligados a promover o iniciar el
procedimiento de constitución de la tutela el Ministerio Fiscal o el Juez también están sujetos
a promover la constitución de la tutela desde el momento que conocieran el hecho que la
motivare, (art.206 CC) “los parientes llamados a ella y la persona física o jurídica bajo cuya
guarda se encuentre el menor y si no lo hicieren, serán responsables solidarios de la
indemnización de los daños y perjuicios causados”, como además,(art 207CC) “cualquier
persona podrá poner en conocimiento del Ministerio Fiscal o de la autoridad judicial el hecho
determinante de la tutela a fin de que se dé inicio al expediente de jurisdicción voluntaria a
que se refiere el art.”.
Nombramiento del tutor. Es competencia del Juez que constituye la tutela, pero no podrá
nombrar tutor a su arbitrio, sino que el Código establece una serie de reglas a las que el Juez ha
de someterse, artículo 213 CC. El precepto marca un orden de preferencia del nombramiento
que el Juez sólo podrá alterar si estima que es lo conveniente, esto es si el interés del menor así
lo exigiere. Se considerará beneficiosa para el menor la integración en la vida de familia del
tutor. (Artículo 213.2º CC).
Capacidad para ser tutor. Según el artículo 211 Y 212 CC podrán ser tutores todas las personas
que se encuentren en pleno ejercicio de sus derechos civiles y que, a juicio de la autoridad
judicial, cumplan las condiciones de aptitud suficientes para el adecuado desempeño de su
función y en quienes no concurra ninguna causa de inhabilidad. (personas físicas, jurídicas,
públicas o privadas)
Causas de inhabilidad. (artículos 216 y 217 CC). Se enumeran numerosas causas que derivan,
principalmente, de las relaciones del eventual tutor con el tutelado o sus padres, que de sus
antecedentes se piense que desempeñará mal su función, o también que se considere así por
razones de hecho.
Remoción del tutor. (artículo 233 CC) La autoridad judicial podrá decretar la remoción a
solicitud de la persona menor de edad si tuviere suficiente madurez. En todo caso será tenida
en cuenta su opinión y se le dará audiencia si fuere mayor de doce años.
Del ejercicio de la tutela. Según el art. 218 y ss CC, la tutela se ejercerá por un solo tutor salvo:
2.º Si se designa a alguna persona tutor de los hijos de su hermano y se considera conveniente
que ejerza también la tutela el cónyuge del tutor o la persona que se halle en análoga relación
de afectividad.
3.º Cuando los progenitores del tutelado hayan designado en testamento o documento público
notarial más de un tutor para que ejerzan la tutela conjuntamente.
A velar por él y a procurarle alimentos, a educar al menor y procurarle una formación integral a
promover su mejor inserción en la sociedad, a administrar el patrimonio del menor con la
diligencia debida, a informar a la autoridad judicial anualmente sobre la situación del menor y
a rendirle cuenta anual de su administración y a oír al menor antes de adoptar decisiones que
le afecten.
En cuanto a sus derechos, corresponde al tutor:
a) Retribución. Art. 229 CC El tutor tiene derecho a una retribución, siempre que el patrimonio
del menor lo permita, así como al reembolso de los gastos justificados, cantidades que serán
satisfechas con cargo a dicho patrimonio.
Salvo que los progenitores hubieran establecido otra cosa, y sin perjuicio de que dichas
previsiones puedan modificarse por la autoridad judicial si lo estimase conveniente para el
interés del menor, corresponde a la autoridad judicial fijar su importe y el modo de percibirla,
para lo cual tendrá en cuenta el trabajo a realizar y el valor y la rentabilidad de los bienes.
b) Los frutos por alimentos. Consiste en el derecho de apropiarse de los frutos del patrimonio
del pupilo a cambio de alimentarle. Sólo tienen derecho los tutores testamentarios a los que
expresamente se les haya concedido por los padres del menor (artículo 229.2 CC). Los padres
pueden graduar esta retribución, de forma que no se perciban todos los frutos. En cualquier
caso, el Juez puede decidir motivadamente otra cosa si lo estimase conveniente para el interés
del menor.
Igualmente, según el tenor del art. 230CC, la persona que en el ejercicio de una función tutelar
sufra daños y perjuicios, sin culpa por su parte, tendrá derecho a la indemnización de estos con
cargo a los bienes del tutelado, de no poder obtener por otro medio su resarcimiento.
Extinción de la tutela.
El efecto fundamental de la extinción de la tutela es que el tutor está obligado a rendir la
cuenta general y justificada de su administración (artículo 232 CC).
La acción para exigir la rendición de la cuenta general prescribe a los cinco años desde la
terminación del plazo establecido para efectuarlo.
1. Cuando en algún asunto exista conflicto de intereses entre los menores y sus
representantes legales, salvo en los casos en que la ley prevea otra forma de salvarlo.
2. Cuando, por cualquier causa, el tutor no desempeñare sus funciones, hasta que cese
la causa determinante o se designe otra persona.
3. Cuando el menor emancipado requiera el complemento de capacidad previsto en los
artículos 247 y 248 y a quienes corresponda prestarlo no puedan hacerlo o exista con
ellos conflicto de intereses.
Serán aplicables al defensor judicial del menor las normas del defensor judicial de las personas
con discapacidad que veremos en la lección siguiente. El defensor judicial del menor ejercerá
su cargo en interés del menor, de acuerdo con su personalidad y con respeto a sus derechos.
La guarda de hecho. Es una situación de hecho en la que una persona voluntariamente se hace
cargo de un menor sin haber sido nombrado para ello por el Juez.
Cuando la autoridad judicial tenga conocimiento de la existencia de un guardador de hecho
podrá requerirle para que informe de la situación de la persona y los bienes del menor y de su
actuación en relación con los mismos, pudiendo establecer las medidas de control y vigilancia
que considere oportunas.
Situaciones de riesgo del menor. (artículo 17 de la Ley modificado por la Ley 26/2015), según
el cual se considera que existe esta situación de riesgo cuando “a causa de circunstancias,
carencias o conflictos familiares, sociales o educativos, el menor se vea perjudicado en su
desarrollo personal, familiar, social o educativo, en su bienestar o en sus derechos de forma
que, sin alcanzar la entidad, intensidad o persistencia que fundamentarían su declaración de
situación de desamparo y la asunción de la tutela por ministerio de la ley, sea precisa la
intervención de la administración pública competente, para eliminar, reducir o compensar las
dificultades o inadaptación que le afectan y evitar su desamparo y exclusión social, sin tener
que ser separado de su entorno familiar”. En estos supuestos “la intervención de la
administración pública competente deberá garantizar, en todo caso, los derechos del menor y
se orientará a disminuir los indicadores de riesgo y dificultad que incidan en la situación
personal, familiar y social en que se encuentra, y a promover medidas para su protección y
preservación del entorno familiar”.
Situaciones del menor en desamparo. El artículo 18 de la Ley de 1996 señala que “de acuerdo
con lo establecido en el artículo 172 y siguientes del código Civil, se considerará situación de
desamparo la que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o
inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de
los menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material”.
Además de la guarda y tutela ejercida por la Administración, se prevén otros mecanismos para
llevarla a cabo, así, por acogimiento familiar, que es la preferente, o la residencial. La primera
se ejercerá por la persona o personas que determine la entidad pública, mientras que la
segunda será ejercida por el Director del centro de acogida del menor.
El acogimiento familiar tiende a la plena integración del menor en la vida de familia e impone a
quien lo recibe, las obligaciones de velar por él, tenerlo en su compañía, alimentarlo, educarlo
y procurarle una formación integral. Es preciso el consentimiento que deberá formalizarse por
escrito, debiendo consentir la entidad pública, los acogedores, y el menor acogido si tuviere la
suficiente madurez y en todo caso, si fuere mayor de doce años. Si se conocen a los padres y no
están privados de la patria potestad o el tutor, será necesario que se les notifique.
En todo caso, como medidas de protección de menores, se buscará siempre el interés del
menor y se procurará, cuando no sea contrario a ese interés, su reinserción en la propia familia,
así como que de la guarda de los hermanos se encargue una misma institución o persona.
Si surgieren graves problemas de convivencia entre el menor y el acogedor o acogedores, el
menor o cualquier persona interesada podrá solicitar la remoción de la guarda.
Finalmente, la Ley Orgánica de 1996, modificada por las Leyes antes mencionadas, incluye un
nuevo Capítulo (IV), en el que se regula el acogimiento residencial en centros de protección
específicos de menores con problemas de conducta. No podrán ser ingresados en estos centros
los menores que presenten enfermedades o trastornos mentales que requieran un tratamiento
específico por parte de los servicios competentes en materia de salud mental o de atención a
las personas con discapacidad.
Tema 7. Medidas de apoyo a las personas con discapacidad para el
ejercicio de su capacidad jurídica
1.De la incapacitación en grado absoluto a la provisión de apoyos: Ley 8/2021, de 2 de junio,
por la que se reforma la legislación civil y procesal para el apoyo a las personas con
discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica.
Se reconoce la plena capacidad jurídica de todas las personas con discapacidad en igualdad de
condiciones con los demás en todos los ámbitos de la vida. Eliminación del procedimiento de
modificación de la capacidad (antigua incapacitación)
Se implantan mecanismos para la adopción de decisiones con apoyos que respeten la dignidad,
la autonomía, el deseo y las preferencias de las personas con discapacidad. Y ello sea cual fuere
su capacidad mental, que nunca podrá utilizarse para fundamentar la privación de su capacidad
jurídica.
Las formas de apoyo en el ejercicio de la capacidad jurídica, incluidas las formas más intensas,
deben estar basadas en la voluntad y las preferencias de la persona, no en lo que se suponga
que es su interés superior objetivo.
FINALIDAD:
Las formas de apoyo en el ejercicio de la capacidad jurídica, incluidas las formas más intensas,
deben estar basadas en la voluntad y las preferencias de la persona, no en lo que se suponga
que es su interés superior objetivo.
Las medidas de apoyo para el ejercicio de la capacidad jurídica de las personas que lo precisen
son, además de las de naturaleza voluntaria, la guarda de hecho, la curatela y el defensor
judicial. Las de origen legal o judicial sólo procederán en defecto o insuficiencia de la voluntad
de la persona de que se trate. Todas ellas deberán ajustarse a los principios de necesidad y
proporcionalidad.
- No podrán ejercer ninguna de las medidas de apoyo quienes, en virtud de una
relación contractual, presten servicios asistenciales, residenciales o de
naturaleza análoga a la persona que precisa el apoyo.
Las personas que presten apoyo deberán actuar atendiendo a la voluntad, deseos y
preferencias de quien lo requiera. Igualmente procurarán que la persona con discapacidad
pueda desarrollar su propio proceso de toma de decisiones, informándola, ayudándola en su
comprensión y razonamiento y facilitando que pueda expresar sus preferencias. Asimismo,
fomentarán que la persona con discapacidad pueda ejercer su capacidad jurídica con menos
apoyo en el futuro.
Cuando una persona se encuentre en una situación que exija apoyo para el ejercicio de su
capacidad jurídica de modo urgente y carezca de un guardador de hecho, el apoyo se prestará
de modo provisional por la entidad pública que en el respectivo territorio tenga encomendada
esta función. La entidad dará conocimiento de la situación al Ministerio Fiscal en el plazo de
veinticuatro horas.
A los tutores de las personas con discapacidad se les aplicarán las normas establecidas para los
curadores representativos, a los curadores de los emancipados cuyos progenitores hubieran
fallecido o estuvieran impedidos para el ejercicio de la asistencia prevenida por la ley y de los
menores que hubieran obtenido el beneficio de la mayor edad se les aplicarán las normas
establecidas para el defensor judicial del menor.
Quienes vinieran actuando como GUARDADORES DE HECHO sujetarán su actuación a las
disposiciones de esta Ley.
CURATELA
La autoridad judicial determinará los actos para los que la persona requiere asistencia del
curador en el ejercicio de su capacidad jurídica atendiendo a sus concretas necesidades de
apoyo.
Sólo en los casos excepcionales en los que resulte imprescindible por las circunstancias de la
persona con discapacidad, la autoridad judicial determinará en resolución motivada los actos
concretos en los que el curador habrá de asumir la representación de la persona con
discapacidad.
Los actos en los que el curador deba prestar el apoyo deberán fijarse de manera precisa,
indicando, en su caso, cuáles son aquellos donde debe ejercer la representación. El curador
actuará bajo los criterios fijados en el artículo 249.
Sin perjuicio de las revisiones periódicas de estas resoluciones, el MINISTERIO FISCAL podrá
recabar en cualquier momento la información que considere necesaria a fin de garantizar el
buen funcionamiento de la curatela.
Podrán ser curadores las personas mayores de edad que, a juicio de la autoridad judicial,
cumplan las condiciones de aptitud suficientes para el adecuado desempeño de su función.
Podrán ser curadores las fundaciones y demás personas jurídicas sin ánimo de lucro, públicas o
privadas, entre cuyos fines figure la promoción de la autonomía y asistencia a las personas con
discapacidad.
La autoridad judicial nombrará curador a quien haya sido propuesto para su nombramiento por
el necesitado de apoyo o por la persona en quien éste hubiera delegado.
A quien haya sido condenado por cualquier delito que haga suponer fundadamente
que no desempeñará bien la curatela.
A quien tenga conflicto de intereses con la persona que precise apoyo.
Al administrador que hubiese sido sustituido en sus facultades de administración
durante la tramitación del procedimiento concursal.
A quien le sea imputable la declaración como culpable de un concurso, salvo que la
curatela lo sea solamente de la persona.
La autoridad judicial PODRÁ ALTERAR EL ORDEN, una vez oída la persona que precise apoyo.
Cuando, una vez oída, no resultare clara su voluntad, la autoridad judicial podrá alterar el
orden legal, nombrando a la persona más idónea para comprender e interpretar su voluntad,
deseos y preferencias.
Serán removidos de la curatela los que, después del nombramiento, incurran en una causa
legal de inhabilidad, o se conduzcan mal en su desempeño por incumplimiento de los deberes
propios del cargo, por notoria ineptitud de su ejercicio o cuando, en su caso, surgieran
problemas de convivencia graves y continuados con la persona a la que prestan apoyo.
Si resulta excesivamente gravoso o entraña grave dificultad para la persona nombrada para el
ejercicio del cargo. También podrá excusarse el curador de continuar ejerciendo la curatela
cuando durante su desempeño le sobrevengan los motivos de excusa.
Las personas jurídicas privadas podrán excusarse cuando carezcan de medios suficientes para
el adecuado desempeño de la curatela o las condiciones de ejercicio de la curatela no sean
acordes con sus fines estatutarios.
No concurrirá causa de excusa cuando el desempeño de los apoyos haya sido encomendado a
entidad pública.
El interesado que alegue causa de excusa deberá hacerlo dentro del plazo de quince días a
contar desde que tuviera conocimiento del nombramiento. Si la causa fuera sobrevenida podrá
hacerlo en cualquier momento.
El curador tiene derecho a una retribución, siempre que el patrimonio de la persona con
discapacidad lo permita.
Derecho a la indemnización de los daños sufridos sin culpa por su parte en el ejercicio de su
función, cantidades que serán satisfechas con cargo a dicho patrimonio.
Ejercicio de la tutela
El curador estará obligado a mantener contacto personal con la persona a la que va a prestar
apoyo y a desempeñar las funciones encomendadas con la diligencia debida.
El curador procurará que la persona con discapacidad pueda desarrollar su propio proceso de
toma de decisiones.
El curador procurará fomentar las aptitudes de la persona a la que preste apoyo, de modo que
pueda ejercer su capacidad con menos apoyo en el futuro.
Cuando la autoridad judicial lo considere necesario por concurrir razones excepcionales, podrá
exigir al curador la constitución de fianza que asegure el cumplimiento de sus obligaciones y
determinará la modalidad y cuantía de la misma. Una vez constituida, la fianza será objeto de
aprobación judicial.
En cualquier momento la autoridad judicial podrá modificar o dejar sin efecto la garantía que
se hubiese prestado.
Autorización judicial
3º Disponer a título gratuito de bienes o derechos de la persona con medidas de apoyo, salvo
los que tengan escasa relevancia económica y carezcan de especial significado personal o
familiar.
4º Renunciar derechos, así como transigir o someter a arbitraje cuestiones relativas a los
intereses de la persona cuya curatela ostenta, salvo que sean de escasa relevancia económica.
No se precisará la autorización judicial para el arbitraje de consumo.
5º Aceptar sin beneficio de inventario cualquier herencia o repudiar ésta o las liberalidades.
7º Interponer demanda en nombre de la persona a la que presta apoyo, salvo en los asuntos
urgentes o de escasa cuantía. No será precisa la autorización judicial cuando la persona con
discapacidad inste la revisión de la resolución judicial en que previamente se le hubiesen
determinado los apoyos.
9º Celebrar contratos de seguro de vida, renta vitalicia y otros análogos, cuando estos
requieran de inversiones o aportaciones de cuantía extraordinaria.
Extinción de la curatela
La acción para exigir la rendición de esta cuenta prescribe a los cinco años, contados desde la
terminación del plazo establecido para efectuarla.
- El curador responderá de los daños que hubiese causado por su culpa o negligencia a
la persona a la que preste apoyo.
La acción para reclamar esta responsabilidad prescribe a los tres años contados desde la
rendición final de cuentas.
Defensor judicial
1º Cuando, por cualquier causa, quien haya de prestar apoyo no pueda hacerlo, hasta que cese
la causa determinante o se designe a otra persona.
2º Cuando exista conflicto de intereses entre la persona con discapacidad y la que haya de
prestarle apoyo.
Una vez oída la persona con discapacidad, la autoridad judicial nombrará defensor judicial a
quien sea más idóneo para respetar, comprender e interpretar la voluntad, deseos y
preferencias de aquella.
Serán aplicables al defensor judicial las causas de inhabilidad, excusa y remoción del curador,
así como las obligaciones que a este se atribuyen de conocer y respetar la voluntad, deseos y
preferencias de la persona a la que se preste apoyo.
El defensor judicial, una vez realizada su gestión, deberá rendir cuentas de ella.
En todo caso, quien ejerza la guarda de hecho deberá recabar autorización judicial conforme a
lo indicado en el párrafo anterior para prestar consentimiento en los actos enumerados en el
art. 287.
NO necesitará autorización judicial… No será necesaria autorización judicial cuando el
guardador solicite una prestación económica a favor de la persona con discapacidad, siempre
que esta no suponga un cambio significativo en la forma de vida de la persona, o realice actos
jurídicos sobre bienes de esta que tengan escasa relevancia económica y carezcan de especial
significado personal o familiar.
Asimismo, podrá exigir que el guardador rinda cuentas de su actuación en cualquier momento.
El guardador tiene derecho al reembolso de los gastos justificados y a la indemnización por los
daños derivados de la guarda, a cargo de los bienes de la persona a la que presta apoyo.
1. Cuando la persona a quien se preste apoyo solicite que este se organice de otro modo.
2. Cuando desaparezcan las causas que la motivaron.
3. Cuando el guardador desista de su actuación, en cuyo caso deberá ponerlo
previamente en conocimiento de la entidad pública que en el respectivo territorio
tenga encomendada las funciones de promoción de la autonomía y asistencia a las
personas con discapacidad.
4. Cuando, a solicitud del Ministerio Fiscal o de quien se interese por ejercer el apoyo de
la persona bajo guarda, la autoridad judicial lo considere conveniente.
Las personas con discapacidad toman sus propias decisiones, por sí o debidamente asistidas.
Solo cuando pese a haberse hecho un esfuerzo considerable, no sea posible determinar la
voluntad, deseos y preferencias de la persona, las instituciones de apoyo podrán asumir
funciones representativas.
La persona es soberana para decidir si quiere que actúen las medidas de apoyo previstas en la
ley o, por el contrario, prefiere organizar ella misma la forma en que haya de ejercer su
capacidad jurídica.
Las medidas de apoyo de naturaleza voluntaria son las establecidas por la persona con
discapacidad, en las que designa quién debe prestarle apoyo y con qué alcance. Cualquier
medida de apoyo voluntaria podrá ir acompañada de las salvaguardas necesarias para
garantizar en todo momento y ante cualquier circunstancia el respeto a la voluntad, deseos y
preferencias de la persona.
- Autocuratela, los poderes preventivos, acuerdos de apoyo y los documentos de las
voluntades anticipadas.
Poderes preventivos
Los poderes preventivos son aquellos poderes otorgados con la finalidad de que en el caso de
sobrevenir a quien los otorga una situación de discapacidad, su apoderado pueda actuar o
seguir actuando por él.
Clases
Poder CON CLÁUSULA DE SUBSISTENCIA para el caso de que en el futuro el poderdante se vea
necesitado de apoyo en el ejercicio de su capacidad.
El poderdante podrá establecer las MEDIDAS DE CONTROL que considere oportunas, así como
determinar formas específicas de extinción del poder.
Régimen jurídico
Los poderes mantendrán su vigencia pese a la constitución de otras medidas de apoyo en favor
del poderdante, tanto si éstas han sido establecidas judicialmente como si han sido previstas
por el propio interesado.
Acuerdos de apoyo