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El documento describe cómo el presidente actual de Venezuela ha logrado mantener el apoyo de muchos seguidores a pesar de sus acciones reprochables debido a su capacidad de "encantar". Para que los líderes de la oposición tengan éxito en las próximas elecciones, deberán no solo presentar buenas credenciales y propuestas, sino también ganarse el amor del pueblo venezolano a través de la conexión emocional y el carisma, como lo ha hecho el presidente actual.
El documento describe cómo el presidente actual de Venezuela ha logrado mantener el apoyo de muchos seguidores a pesar de sus acciones reprochables debido a su capacidad de "encantar". Para que los líderes de la oposición tengan éxito en las próximas elecciones, deberán no solo presentar buenas credenciales y propuestas, sino también ganarse el amor del pueblo venezolano a través de la conexión emocional y el carisma, como lo ha hecho el presidente actual.
El documento describe cómo el presidente actual de Venezuela ha logrado mantener el apoyo de muchos seguidores a pesar de sus acciones reprochables debido a su capacidad de "encantar". Para que los líderes de la oposición tengan éxito en las próximas elecciones, deberán no solo presentar buenas credenciales y propuestas, sino también ganarse el amor del pueblo venezolano a través de la conexión emocional y el carisma, como lo ha hecho el presidente actual.
El presidente, jefe de gobierno y más importante aún jefe de Estado, siempre se ha de
considerar un hombre con facultades y cualidades extraordinarias para conducir y llevar las riendas del país; se le anexan al currículo político del presidente los títulos de estadista, diplomático, educador, comunicador, luchador, conciliador, gerente, justiciero, honesto, íntegro, trabajador, bondadoso y últimamente el de encantador, sí, ¡encantador! Bajo ningún concepto pretendo desvirtuar la relevancia de todas las cualidades que han de formar el perfil del presidente ideal, pero sí quiero realzar una en especial, la de ser “Encantador”, y es que en la Venezuela contemporánea, la de las dos últimas décadas, esa ha sido la mayor virtud de nuestro mandatario. Se pudiera decir que carece de cualquier atributo menos el del encanto; así como los ilusionistas de los circos quienes a todos impresionan y fascinan o tal cual protagonista de telenovela que capítulo a capítulo deja a la audiencia queriendo más de él. Sorprende de sobremanera el hecho de verle hacer las cosas más reprochables que se puedan imaginar y que tales actos generen aplausos y la admiración de multitudes de seguidores; por nombrar algunos ejemplos, recuerdo la intentona golpista de 1992, al personaje “pito en boca” anunciar el despido simultáneo de 20.000 trabajadores de PDVSA, verle declarar enajenado mental a Franklin Brito mientras moría de inanición por defender sus derechos, decretar con extrema felicidad la expropiación de empresas productivas, negar con gran descaro su responsabilidad por la pérdida de miles de toneladas de comida podrida o más recientemente defender con ferocidad los peores regímenes de los más brutales tiranos del mundo, pero inclusive con todo ello seguir contando con la simpatía de miles. No se puede negar que el presidente cuenta con el don del encanto; y eso es lo que justamente representa un reto para la alternativa democrática, para esos líderes que aspiran ganarse el favor de los venezolanos el 07 de octubre de 2012. Ellos, quienes creen ser la mejor opción para conducir los destinos de este país, y que sin lugar a duda, haciendo honor a la verdad presentan sobresalientes credenciales y méritos para hacerlo pero que deberán anexar a sus currículos además de méritos académicos, políticos y sociales, carisma, mucha carisma para seducir y convencer a ese grupo de personas que hoy día no los ven como opción. La conexión del actual mandatario con sus seguidores es casi religiosa, despierta una idolatría que pareciera acercarse mucho al amor, pues bien, nuestros líderes deben lograr el verdadero amor, no sólo se trata de amar a Venezuela, tendrán que lograr que los venezolanos les amemos. Un plan de gobierno, un proyecto país que deje de lado al corazón, los sentimientos, que no levante pasiones, nos bastará; deben conectarse con el alma de cada ciudadano, de lograrlo tendremos así un nuevo presidente, un presidente encantador.