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EL EDUCADOR COMO PROTAGONISTA O ESPECTADOR EN EL

PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE DE UNA SEGUNDA


LENGUA EN LA PRIMERA INFANCIA

Yehimy Carolina Lizarazo Vargas ID: 770867

Introducción

Es urgente definir con claridad que rol deben asumir los docentes (Richards y Lockhart, 1996),

cuando se trata de implementar una segunda lengua en la educación inicial. En nuestro caso

nos ocupa el contexto latinoamericano y en particular la enseñanza y aprendizaje del inglés

como idioma extranjero. Para tal fin, debemos entender ¿Por qué el afán de los gobiernos de

implementar una segunda lengua? ¿Qué ventajas se tiene al adquirir una segunda lengua?

Además, sobre la praxis, exponer algunas limitantes del sistema educativo, el contexto social

y profesional donde se desenvuelve el docente, que entorpecer su papel de educador. Para

finalmente recoger una serie de observaciones dirigidas al educador, -eso sí, sin ser muy

pretensiosa- que le permitan llevar a buen puerto la tarea de establecer el rol del docente, no

como espectador en el proceso de enseñanza aprendizaje de una lengua extranjera en la

primera infancia, si no como facilitador y protagonista en este proceso.


Estudiante de Lic. En educación Infantil. Lugar de trabajo: Liceo Ernesto Cardenal. Correo electrónico e-mail:
yehimy.lizarazo@uniminuto.edu.co
Es claro que todo sistema educativo está ligado a unas políticas públicas [4] que los gobiernos

tratan de cumplir, ya sea por una serie de compromisos con otras naciones, u organizaciones

de carácter internacional como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), o simplemente

por pertenecer a lo que han denominado “aldea global”. Es en esta última observación que,

para el caso de América Latina, el inglés ha ganado terreno en los currículos, producto de

políticas que tienen como objetivo desarrollar capital humano capaz de comunicarse en una

economía global. Es por eso que los países latinoamericanos tienen el afán de crear programas

de aprendizaje del idioma inglés en la primera infancia ( Cronquist y Fiszbein, 2017).

Además cabe agregar, que según un estudio (Education First, 2017) se muestra que en las

naciones con mayor apropiación de una lengua extranjera, existe una correlación que muestra

una reducción de la desigualdad social, fortalecimiento de la democracia y una distribución

del poder más equitativa.

Pero además de ser una necesidad de los Estados, el aprendizaje de una segunda lengua

fortalece: (1) la capacidad de los distintos actores de la sociedad para lograr una cohesión

social exitosa (Philominraj et al., 2017). (2) Contribuye desde lo cultural a la formación de

sociedades organizadas (Lomas et al., 2003). (3) Aporta tanto a nivel profesional como

personal (Weatherford, 2006). (4) Mejora el pensamiento numérico y de razonamiento lógico

(Bathia y Ritche, 2004) y (6) mejora las capacidades analíticas e interpretativas (Bruck, 2007).

Es pertinente en este punto y más que obvio, afirmar que se justifica, la implementación de

una segunda lengua en la escuela, con más exactitud en la primera infancia, ver [2]. Cabe

preguntarse ahora mismo por el docente encargado de mediar el aprendizaje y enseñanza de

una segunda lengua. Sería para mí enriquecedor poder aportar desde mi práctica pedagógica

sobre el rol del docente a este respecto. Sin embargo, no se me ha dado tal oportunidad al día
de hoy, de tener una experiencia de tal naturaleza. Para subsanar esta carencia podemos

remitirnos a la investigación [3], focalizada en Medellín- Colombia sobre este rol del docente

en el proceso educativo.

Los roles de los educadores pueden ser considerados desde el interior del aula o fuera de ella

como un elemento esencial del sistema educativo en general (Richards y Lockhart, 1996). En

cuanto a su rol en el aula, es interesante ver como en primer lugar los docentes no tienen ni la

capacitación adecuada, ni el acompañamiento necesario para afrontar el proceso de la

enseñanza-aprendizaje de la segunda lengua (en este caso el idioma inglés). Tanto el colegio,

como directivos, secretarias de educación y el mismo Ministerio de Educación del país han

dejado a sus maestros solos en esta ardua tarea, reconocen eso si la importancia de que

nuestra infancia pueda apropiar una segunda lengua e incluso se puede avizorar intentos de

estructurar un currículo para tal fin, pero no han promovido el desarrollo y la formalización de

directrices claras. Por ejemplo, no regulan el sobre cupo en las aulas que puede llegar hasta

los 50 estudiantes por docente. No hay definido un plan institucional a corto mediano y largo

plazo de capacitaciones que permitan a los docentes apropiar un papel dinámico, que permita

el diseño de planes de estudios acertados, de implementación de materiales didácticos

adecuados o actividades que sean significativas para el aprendizaje de los estudiantes en el

aula. Los rectores de las instituciones educativas han dado a los maestros la autonomía para

tomar todas las decisiones sobre cómo enseñar el inglés en sus aulas de clases, es decir

tienen la libertad de hacer lo que consideren mejor, lo que termina en una especie de anarquía,

que obviamente no apunta a ningún plan general o unos objetivos por alcanzar. Lo que resulta

en un docente incapaz de hacer un buen trabajo por la falta de acompañamiento y en una

precaria enseñanza del inglés que se reduce a repetir en coro, a recitar frases y palabras que
no logran, ejemplo: articular información de mayor valor semántico o gramático en la segunda

lengua, por señalar alguno de los problemas.

En vista de la alarmante situación de nuestros maestros en el país, se hace perentorio que nos

enfoquemos en definir un rol del profesor muy distinto, un rol no de espectador si no de

protagonista, en el proceso de adquisición de una segunda lengua. Para ello abordaremos y

expondremos el rol del docente desde una propuesta [1] que creo más que adecuada, para la

implementación en el aula de una segunda lengua en la primera infancia.

Desde este enfoque se entiende el aprendizaje de una segunda lengua como un proceso que

debe ser seguido por el docente durante varias etapas, las cuales asumen el supuesto de que

el individuo aprende mejor una lengua extranjera en los primeros años de su vida. El docente

en ese orden debe planificar y programar como va hacer ese proceso de enseñanza –

aprendizaje. La planificación debe estar en armonía con las características de sus estudiantes,

con las diferentes líneas pedagógicas y el proyecto institucional. Por otra parte la programación

además, debe apuntar a la globalidad, la generalidad, las rutinas concretas y al aspecto lúdico

de la enseñanza.

El docente se considera como un mediador, como un modelo a seguir para los estudiantes de

primera infancia, puesto que él presentará “estructuras lingüísticas correctas y al hablar, lo

hará con precisión y de la manera correcta. Se propone en este modelo que el docente

domine la lengua inglesa y conozca la cultura relacionada. Además, deberá atender a una

correcta clasificación de las actividades o contenidos centrados en la lengua extranjera y de

otras actividades que se realicen dentro de la programación en el aula.


.

Conclusiones

El docente va a ser una figura fundamental en el proceso de enseñanza y aprendizaje de una

lengua extranjera. Si se trata del profesor de que se habla en [3], que solo hace un mero

acompañamiento a los niños, el cual no propone problemáticas que enriquezcan el proceso,

no habrá una relación prospera entre la programación de aula y la programación para la

enseñanza de la lengua extranjera. Pero si, por el contrario, el profesor de lengua extranjera

es otro docente, el que se propone en [1], deberá establecerse procesos de coordinación

amplios y enriquecidos, entre los contenidos estandarizados y los que se vayan a desarrollar

en la enseñanza de esta nueva lengua. Además, si existe la posibilidad de contar con un

profesor nativo, capacitado, sería fundamental, porque de lo que se trata es de conseguir una

experiencia para los estudiantes lo más genuina posible.

Referencias

[1] Eva María Barreira Cerqueiras, “La enseñanza del inglés en el primer ciclo de la
Educación Infantil como práctica en escuelas y centros educativos. Propuesta de un
modelo de actuación,” Vol. 4 (1),pp. 211-243, Abril 2015.
[2] Lidia A. Fuentealba*, Andrew P. Philominraj, Bruno E. Ramirez-Muñoz y Nicol A.
Quinteros, “Inglés para Preescolares: Una Tarea Pendiente en la Formación Inicial
Docente,” , Vol. 30, Nº 3,pp 249-256,Junio 2019.
[3] Cadavid Múnera, I, McNulty, M y Quinchía Ortiz, D. (2004). Elementary english language
instruction: colombian teachers’ classroom practices. Universidad Nacional de
Colombia, Facultad de Ciencias Humanas.
[4] www.un.org/es/impacto-acad%C3%A9mico/educaci%C3%B3n-para-todos.

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