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MUSICA PROFANA EN LA EDAD MEDIA

La Música Profana en la Edad Media. La música culta litúrgica es la única que ha quedado
plasmada en los códices, como hemos visto.

Lamentablemente la música medieval profana y popular, la que divertía y disfrutaba el pueblo


prácticamente se ha perdido pues nunca se perpetuó por escrito. Sabemos que en la Edad
Media era habitual el canto y el baile entre la población, en muchos casos como herencia del
mundo pagano. Lo conocemos por numerosas fuentes eclesiásticas que los condenaban o
criticaban.

Tanta insistencia en el ataque a estas prácticas pone de manifiesto la habitualidad con la que
se producían.

La música profana de los nobles: troveros y trovadores

A partir del siglo XII, surge el movimiento trovadoresco. Nacen los llamados trovadores,
troveros y minnesänger. Son compositores y poetas que en ocasiones eran también cantores
de su propia obra. En sus obras se emplean lenguas romances autóctonas: dialectos franceses,
alemán, portugués, etc.

No hay que confundir la figura del trovador con la del juglar. Los trovadores formaban un
estamento entre los que se encontraban gentes de la más alta nobleza, mientras que los
juglares solían pertenecer a las clases más populares.

La música medieval profana se centra en los intereses humanos, sobre todo en el amor, la
guerra y la naturaleza. A diferencia del canto litúrgico, en las obras de los trovadores se
empleaban instrumentos musicales como acompañamiento.

En Francia se los llamó troveros o trovadores, según la zona y en Alemania eran los
Minnesinger. Minnesinger significa cantar de amor y fue acuñada en el siglo XII para
denominar a los cantantes que destacaban la nobleza y la caballerosidad. En ocasiones, se
acompañaban por un juglar que tocaba la viela, el laúd o el arpa. Algunos de sus creadores
fueron Dietmar von Aist, Friedrich von Husen y a Walter von der Vogelweide. Enrique de
Meissen, llamado Frauenlob (adulación de las damas), creó una escuela de poesía y canto en
Maguncia, que originaría a las de los maestros cantores. Las escuelas de maestros cantores
(Meistersinger) funcionaban con reglas muy estrictas y rutinarias. Este arte cayó a partir del
siglo XVII.

Entre los Minnesänger destacaron: Rudolf von Fenis, Raimar el Viejo y Walter von der
Vogelweide.

El primer trovador fue Guillermo IX de Aquitania (1070-1126), duque de Aquitania y conde de


Poitiers, pero es posible que hubiera otros anteriores de los que se desconoce registro alguno.
En el siglo XII encontramos a Marcabru, que actuó en la corte de Alfonso VIII de Castilla y de
Bernart de Ventadorn, famoso por su Canción de la alondra. Y siguieron Raimbaut de
Vaquieras, Aimeric de Peguilhan y el erudito Folquet de Marseille. Hacia el 1300 este arte
desaparece con Guiraut Roquier. Algunos troveros son Chrétrien de Troyes, el rey Ricardo
Corazón de León, Thibaut IV (rey de Navarra), y en especial Adam de la Halle (1237-1287),
autor del Jeu de Robin et de Marión entre otras obras.
En España tenemos las importantes figuras de Martín de Codax, Guillermo de Berguedá y
Berenguer de Palou y Alfonso X El Sabio, con sus famosas Cantigas.

Las melodías siguieron los patrones de los modos eclesiásticos, pero con un ritmo que se ajusta
a la declamación del texto. Estas canciones pueden clasificarse en cuatro categorías: letanías,
secuencias, himnos y rondeles. Más allá de los temas amorosos, abordaban asuntos de la
mitología o filosofía, así como de excusa para la danza popular, como el conocido Kalenda
Maya del catalán Raimbaut de Vaquieras del siglo XII.

La música profana popular: los juglares

Los juglares eran infatigables andariegos ambulantes que recorrían las villas y aldeas de la
Europa medieval.

Su profesión consistía en amenizar la vida de las gentes de la época a cambio de dinero,


comida y otros bienes.

No sólo se centraban en la música, sino que entretenían al público ejerciendo de


saltimbanquis, lanzadores de cuchillos, equilibristas, domadores, etc.

En su actividad musical, lo normal es que se limitaran a ser los intérpretes del canto y tocar
instrumentos, pero no eran compositores, como sí fueron los trovadores.

En general los juglares fueron muy criticados por las autoridades religiosas por considerarlos
viciosos y escandalosos.

Frecuentemente sus canciones abordarían temas obscenos y el baile de las danzarinas sería
deliberadamente voluptuoso.

Una iconografía muy repetida en la escultura románica y que obedece al hecho histórico es la
escena en que un trovador emplea un instrumento de cuerda o viento mientras una juglaresa
danzarina baila con los brazos levantados con castañuelas o contorsionándose y dejando caer
su cabellera.

Los instrumentos musicales en el mundo medieval

Uno de los aspectos más interesantes de la música medieval fueron los instrumentos musicales
empleados en la época.

Gracias a su representación en esculturas románicas y góticas y a los códices, en que son


destacables las Cantigas de Alfonso X, se han podido reproducir y actualmente existen
fabricantes especializados. Mediante su sonido, podemos acercarnos mejor a lo que fue la
música popular medieval.

Algunos de los instrumentos más utilizados en la Edad Media fueron:

Dulzaina: Se trata un instrumento de viento de madera de forma cónica y doble lengüeta.

Arpa: Es uno de los instrumentos más antiguos de la humanidad y que más aparece
representado. Los que aparecen en la iconografía española están relacionados con los modelos
irlandeses. En la iconografía del románico es muy frecuente representar no sólo hombres con
arpa sino incluso animales.

Salterio: una cítara pulsada, con un cuerpo que puede adoptar diferentes formas: trapezoidal,
cuadrada, triangular o de hocico de cerdo.
Zanfoña: También llamado organistrum o viella de rueda. Es un instrumento de gran tamaño
de cuerda frotada. Se caracteriza porque las cuerdas están en el interior y son frotadas por una
rueda de madera impregnada de resina accionada por una manivela del extremo opuesto al
clavijero. Las cuerdas se seleccionan gracias a unas teclas o clavijas. Dado su tamaño, era
necesaria la intervención de dos músicos, que lo sujetaban sobre sus piernas.

Rabel: Instrumento medieval cordófono de tres cuerdas, tocado con arco.

Su caja de resonancia tiene forma de pera y en ocasiones alargada. El mástil es corto y el


clavijero, a veces estaba inclinado hacia la derecha, hasta adoptar finalmente forma de hoz.

Se introdujo en Europa durante el siglo X desde el mundo árabe.

Dulzimer: Era un instrumento similar al salterio, cuyas cuerdas solían aparecer en órdenes de
dos a cuatro. Se tocaba percutiendo las cuerdas con unos macillos de madera.

Fídula: Instrumentos medievales de cuerda frotada con cuerpo oval o elíptico, tapa armónica
plana y clavijeros normalmente en forma de disco.

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