Está en la página 1de 11

La Acción

La Acción.
Evolución Histórica de La Acción.
La Acción en el Derecho romano: En la etapa germinal del Derecho Romano la acción o actio está
ligada a la fuerza bruta, lo que se denomina la acción directa; sin embargo, casi desde la aparición
del proceso, concretamente lo que se denomino el procedimiento de las acciones de la ley, la acción
se refiere a un conjunto de ritos, formalidades, para iniciar y proseguir un proceso. Gayo cita un
caso que se ha hecho un ejemplo famoso que demuestra el excesivo formalismo de esta etapa: Una
persona demandó a su vecino por haber cortado la vides de su propiedad. Sin embargo al hacer
valer su derecho ante el magistrado, expresó que reclamaba las vides, cuando la ley de las XII tablas
concedía la acción respecto de la palabra árboles en sentido genérico. Este error motivó que
perdiera el juicio.
Durante el procedimiento formulario el derecho de acción pasa a ser el derecho material camino a
convertirse en una fórmula, en aquella época a cada derecho le correspondía una acción y una
formula específica; por ejemplo para la demanda sobre la propiedad de un bien se tenía la acción
reivindicatoria, para un conflicto de la posesión una acción posesoria; esta concepción impero
durante el siglo II a.c. hasta el siglo III a.c., que es contemporánea con la época de oro del derecho
civil romano.
Luego le sucedió el procedimiento ordinario, caracterizado por la concentración de la actividad en
el Juez y por la reducción e inclusive eliminación de ritos sagrados y las fórmulas, así tenemos la
definición de acción extraída de los Digestos de Celso, expresada siglos antes, según este la acción
es: "(...) el derecho de perseguir en juicio lo que a uno se le debe"(Actio autem nihil aliud, est, quan,
ius perseguemdi in iudicio quod sibi debetiur).
El derecho romano mas que sistema de derechos fue un sistema de acciones, le dio mas importancia
a la discusión judicial en relación a los derechos subjetivos, sin embargo pese a la considerable
trascendencia que tuvo la actividad jurisdiccional el concepto de acción del derecho romano es
irrelevante desde una perspectiva científica del proceso, puesto que tiene una óptica material de
esta.
Sin embargo ello no impide reconocer que esta concepción se encuentra vigente en algunos
ordenamientos jurídicos, verbigracia dentro del derecho nacional el Código Civil de manera
reiterada utiliza el derecho de acción como sinónimo de derecho material, también dentro del
ejercicio profesional en las cláusulas contractuales se incorporan como objeto la transferencia
"derechos y acciones", pese a que desde una perspectiva científica el derecho de acción es
inalienable, intransmisible, irrenunciable e indisponible; dentro del derecho societario el término
acción hace alusión a la parte alícuota en que se divide el capital social.
Según el Diccionario de Guillermo Cabanellas la Acción es:“Poder jurídico, distinto del derecho
y de la demanda en sentido formal, dirigido a lograr la actividad estatal, por medio de sus órganos
competentes, para la declaración coactiva de un derecho”.
Según El texto: “Tratado de derecho Procesal Civil Venezolano” del Dr. Arístides Rengel
Romberg, La Acción es: “El poder jurídico concedido a todo ciudadano, para solicitar del juez, la
composición de la litis, mediante la actuación de la pretensión que hace valer el demandante
contra el demandado”.
La presente definición destaca:
a)      La acción es un poder jurídico perteneciente a la categoría de los derechos subjetivos.  Frente al
poder del particular de ejercitar el derecho de acción, está el deber del juez de proveer sobre la
demanda en la cual la acción se ejercita, deber cuya omisión está penada como denegación de
justicia.
b)      Ese derecho subjetivo o poder jurídico en que consiste la acción, pertenece a todo ciudadano y es,
por tanto, un derecho subjetivo público o colectivo, porque tiene su origen en el interés colectivo y
publico en la solución jurisdiccional de los conflictos.
c)       Con la acción se pide también al juez que actúe la pretensión, porque la no satisfacción de esta o su
resistencia por parte del demandado, origina un conflicto cuya solución es un interés de la
colectividad, y su satisfacción un interés privado del demandante.  Por tanto, no se trata de un poder
jurídico desconectado de todo interés, sino fundado en el interés público en la solución
jurisdiccional de los conflictos y al servicio del interés privado en la decisión de sus pretensiones.
d)      El derecho de acción se ejercita en la demanda y ésta contiene también el ejercicio de la pretensión
que hace valer el demandante contra el demandado, cuyo examen hace el juez al proveer sobre la
demanda.
e)       Al lado del interés colectivo y público que mueve la acción, existe en todo  proceso, el interés
individual y privado en que se funda la pretensión.
La Acción como el segundo elemento del trinomio del Derecho Procesal
Aquí el fenómeno jurisdiccional se examina, no desde el punto de vista del Estado que
administra justicia, sino desde la posición del ciudadano que pide justicia.
            La acción es una realidad práctica con la cual tomamos contacto cada día en el mundo del
proceso civil.
En otras palabras, la trilogía del derecho procesal comprende los conceptos de:

1. Acción
2. Jurisdicción
3. Proceso
La unidad de la necesidad de estos elementos, es lo que da unidad al proceso, la necesidad de
acción, para provocar la necesidad de la jurisdicción y la necesidad de que este actúe en el proceso
y solo en éste, es lo que da la unidad, la teoría del proceso y su estructura orgánica sólo se
consolidará sobre base sólida, delineando un sistema científica en consideración a estos tres
elementos

1. Acción
Por lo que respecta a la acción, consideramos, que es el derecho, la potestad, la facultad o
actividad, mediante la cual un sujeto de derecho provoca la función jurisdiccional. Esto se interpreta
como la pretensión de que se tiene un derecho válido y en razón del cual se promueve la demanda
respectiva, de ahí que se hable de demanda fundada e infundada.

2. Jurisdicción
Se entiende como la función soberana del estado, realizada a través de una serie de actos que
están proyectados o encaminados a la solución de un litigio o controversia, mediante la controversia
de una ley general a ese caso concreto controvertido para solucionarlo o dirimirlo.
Es el estado el ente fáctico, creador e imponedor de un orden jurídico. La soberanía,
íntimamente ligada con el estado, consistente precisamente en el poder de creación y de imposición
del orden jurídico.

3. Proceso y juicio
El proceso es abstracto el procedimiento es la actualización concreta del proceso, por lo tanto,
la relación entre proceso y juicio es una relación de género a especie. El proceso puede ser
materialmente administrativo o materialmente jurisdiccional.
El concepto original de la denominación juicio proviene de la lógica aristotélica y se entiende
que es un mecanismo del razonamiento mediante el cual llegamos a la afirmación de una verdad.
JUICIO, proviene de la palabra latín iudicium, que originariamente significaba, en el derecho
romano, la segunda etapa del proceso, que se desarrolla ante el juez designado, pero meramente el
concepto de juicio es el acto en el que intervienen cuando menos tres personas; el acto que pretende,
el demandado que resiste y el juez que conoce y decide, según la definición Búlgara.
En España y la expresión juicio, la difundió en los países hispanoamericanos, que es la que
utilizamos hasta nuestros días.
Regla General de la Acción.
La regla general es que no se tiene jurisdicción sin acción; esto es, que la justicia no se mueve
si no hay quien la solicite.  Solo por excepción del juez puede proceder de oficio, sin ser requerido,
como ocurre en materia penal y en materia civil en los casos de interdicción, inhabilitación, quiebra,
entre otros.
Teorías de la Acción.
  Acción y Derecho Subjetivo
Celso decía que “La acción no es otra cosa que el derecho de perseguir en juicio lo que se
nos debe”.
                        Siguiendo esta definición romana, la escuela francesa de derecho civil sostenía que no hay
diferencia alguna entra la acción y el derecho subjetivo sustancial.
Una variante de esta posición civilista se debe a Savigny, quien considera la acción
como el aspecto particular que asume todo derecho como consecuencia de una lesión.
 “La violación de nuestro derecho dice Savigny nos hace entrar en una nueva relación jurídica
con el violador, la cual tiene por contenido la exigencia o pretensión de la reparación de la lesión.  
Esta pretensión contra una persona determinada y a un acto determinado, tiene la misma naturaleza
que la obligación.  El ofendido y el ofensor se encuentran en ella en la misma posición en que están
el acreedor y el deudor en la relación de obligación”.
Solo puede hablarse de acción en aquel primer sentido (sustancial) de derecho de obrar;
porque en el segundo sentido (formal), o sea, el acto por el cual se hace valer el derecho, con sus
condiciones y formas, corresponde a la teoría del procedimiento y se llama demanda.  De allí que
sean necesarias dos condiciones en cualquier acción:    Un derecho en si, y una lesión de él.
  Polémica Windscheid – Muther
Al momento de surgir la polémica era dominante el Alemania la concepción de Savigny.  Y la
doctrina se debatía también frente a una doble terminología:    La Actio romana y la Klage
germánica, entendida esta como derecho de querella (Klagrecht).  Ambos términos se hacían
coincidir en un solo concepto, dándole como característica determinante el elemento de la
perseguibilidad judicial del derecho.
Windscheid reacciono contra la concepción de Savigny en torno a la Actio romana y señalo el
peligro de introducir en el Derecho Romano una concepción de la Actio que más bien corresponde a
la actual conciencia jurídica.
“En el derecho moderno señala  Windscheid el ordenamiento jurídico es el ordenamiento de los
derechos; el derecho aparece como el prius y la acción como el posterius, esto es, el derecho es
aquello que produce y la acción aquello que es producido.  En el derecho moderno, derecho y
acción coinciden en cuanto que la acción no es más que la sombra del derecho.  La acción no tiene
una existencia autónoma.
 Por tanto, agrega Muther, en el Derecho Romano, lo mismo que en el derecho moderno, el
ordenamiento jurídico  era el ordenamiento de los derechos y no, como piensa Windscheid, el
ordenamiento de las pretensiones perseguibles judicialmente, pues solo los derechos subjetivos
podían ser perseguidos en juicio.
La lesión del derecho, dice Muther no es mas que una colisión de el Estado de hecho con el
Estado de derecho.  A causa de esto, el derecho no puede ser transformado.
  La Acción como Pretensión de la Tutela Jurídica
Siguiendo la dirección señalada por Muther, la doctrina alemana llego a distinguir la acción del
derecho subjetivo.
Se puso de manifiesto que si bien en la mayoría de los casos la acción presupone la violación de
un derecho subjetivo sustancial y puede aparecer como un aspecto secundario del originario
derecho de la prestación, esto no ocurre en todos los casos y se dan numerosas situaciones en que el
derecho del ciudadano de invocar la protección jurisdiccional del Estado no tiene como presupuesto
una violación de su derecho, como ocurre en la acción que trata de obtener una mera declaración
negativa de certeza (acción mero declarativa).
Esta posición la desarrolla fundamentalmente Adolfo Wach con su teoría que concibe la acción
como derecho del ciudadano a obtener del Estado la tutela jurídica.
La contraparte solo ha de sufrir la tutela jurídica, pero no la presta.
En esta concepción la acción aparece ahora dentro del campo del Derecho Público, como una
relación que se da entre el ciudadano y el Estado.
Calamandrei las resume al observar que el esquema utilizado por Wach de un titular del
derecho (ciudadano) y un obligado a la tutela jurídica (el Estado), no se presta a encuadrar la
situación en la que realmente se encuentra el ciudadano que pide justicia frente al Estado que la
administra.
    La Acción como Derecho Potestativo
Chiovenda, sostiene que el contenido del llamado derecho de acción es un puro poder
jurídico y no un deber ajeno.
“El lado prácticamente importante de estas figuras, dice Chiovenda es la sujeción de las
personas frente a las cuales el poder corresponde en cuanto no pueden querer que el efecto no se
produzca.  De modo que no son derechos subjetivos en el sentido tradicional de señorío de la
voluntad o interés jurídicamente defendido, sino un poder jurídico que se agota con su ejercicio”.
Son ejemplos de estos poderes los derechos de impugnación de actos jurídicos diversos,
como contratos, testamentos, reconocimiento de hijos; la revocación de un mandato, de una
donación, el derecho a la división, entre otros.
En esta categoría de derechos potestativos entra según Chiovenda, la acción, que el
concibe como el poder jurídico de determinar el nacimiento de la condición para la actuación de la
voluntad de la ley.
La jurisdicción del Estado depende de una condición:    La manifestación de voluntad de
un particular.
“Este derecho del particular, dice Chiovenda, de realizar la condición para la actuación de
la voluntad de la ley, es la acción.  Y es un verdadero derecho potestativo.  La acción se agota con
su ejercicio sin que el adversario pueda hacer nada para impedirla ni para satisfacerla”.
Por otra parte este derecho de acción es autónomo, distinto del derecho subjetivo
sustancial, aunque estén ambos conectados al mismo interés económico.
Finalmente, esta autonomía de la acción respecto del derecho subjetivo sustancial, se ve
mas clara todavía en aquellos casos en que la acción tiende a un bien que no puede ser dado
voluntariamente por ningún obligado, sino que puede conseguirse solamente en el proceso
(acciones mero declarativas y acciones constitutivas), o bien en aquellos casos en que no hay o no
se sabe si hay un derecho subjetivo en aquel que tiene la acción (medidas preventivas, denuncia de
obra nueva o daño temido, entre otros).
    La Acción como Derecho Abstracto de Obrar
Esta concepción de la acción, como derecho abstracto de obrar, fue inicialmente expuesta
por Degenkolb, quien definió la acción como un derecho subjetivo público correspondiente a
cualquiera que de buena fe crea tener razón para ser oído en juicio y constreñir al adversario a
entrar en el.
Los aspectos más importantes de esta teoría según Calamandrei son básicamente los
siguientes:
a)      Cuando el actor presenta al juez su demanda, no se sabe todavía si esta demanda es fundada o no, y
es precisamente para saber si la demanda es fundada o no para lo que es necesaria la decisión del
juez.
b)      Aun cuando la demanda sea infundada, el juez no puede eximirse de tomarla en examen y debe
igualmente pronunciar su sentencia; si se negare a ello, faltaría al deber de su cargo (denegación de
justicia).
c)       Al deber del juez de decidir en cuanto al merito de la demanda, cualquiera que sea su fundamento,
corresponde en la parte que ha propuesto la demanda, el derecho a obtener una decisión sobre la
misma aun cuando sea infundada.
d)      La acción puede corresponder, pues, también a quien no tiene razón en el merito, haciendo
abstracción (y por ello se habla de acción en sentido abstracto) del fundamento de la demanda.
e)       Esta acción en sentido abstracto es verdaderamente un derecho, porque esta  garantizado por la
responsabilidad civil y penal en que el juez incurriría si denegase injustamente un acto de oficio.
CRITICAS A ESTA TEORIA
1.-  Que el derecho del reclamante de ver acogida su demanda fundada presupone el deber del juez
de tomar en examen indistintamente todas las demandas para decidir cuales son fundadas y cuales
no.
2.-  Que la acción en sentido abstracto no basta para procurar aquella satisfacción del concreto
interés individual al cual el reclamante aspira cuando se dirige a la justicia por tener razón y por no
tenerla.
3.- Que en la acción en sentido abstracto concebida no ya como garantía de un concreto interés
sustancial, sino como poder correspondiente a cualquiera, uti civis, que se dirija al Estado para
provocar la jurisdicción, no existiría ya la coordinación de dos distintos intereses:    el individual y
el publico, convergentes al mismo fin, sino que se tendría una total disolución del interés individual
en el interés publico.
4.- Y que de este modo todos los puentes entre el derecho subjetivo, del cual en un tiempo la acción
aparecía como escolta vigilante y armada, quedaría, según esta teoría, apartado e inerme, puesto que
la acción no seria ya concebida como un instrumento al servicio de quien tiene razón y de quien no
la tiene, de forma que la misma mas bien que garantía del interés individual, se reduciría a ser “el
derecho de no tener  razón”, con lo cual el ciudadano podría darse el gusto, en realidad muy
platónico, de hacer constatar el derecho objetivo en contra suya.
  Acción como Forma Típica del Derecho de Petición
Si la acción es, a través del proceso histórico de su formación, dice Couture, un modo de
sustituir el ejercicio de los derechos por acto propio, mediante la tutela por acto de la autoridad; y si
esa sustitución solo se realiza a requerimiento de la parte interesada, ¿no cabe admitir que ese
requerimiento, o mas correctamente, ese poder de requerir forma parte del poder jurídico de que se
halla asistido todo individuo de acudir ante la autoridad a solicitar lo que considera justo?
El derecho de petición, añade Couture, configurado como garantía individual en la mayoría
de las constituciones escritas, se ejerce indistintamente ante todas y cualesquiera autoridades.
CRITICAS A ESTA TEORIA
En contra de esta teoría se dice fundamentalmente que ese derecho de petición no es la
acción, en el sentido en que esta figura tiene relevancia en el sistema del proceso, sino que su base,
su presupuesto de derecho constitucional, la vía siempre abierta sobre la cual el ciudadano puede
conducir sus acciones singulares en los diversos casos concretos en que desea dirigirse a la
autoridad judicial para la protección de su interés lesionado o amenazado.
Relatividad del Concepto de Acción
Calamandrei sostiene la relatividad del concepto de acción y observa que el problema no
puede plantearse en términos absolutos, preguntándose cual de las diversas  teorías expuestas es la
verdadera, como si no hubiera mas que una que pudiera considerarse absolutamente exacta frente a
todas las otras que habrían de considerarse equivocadas.
La polémica en torno a la acción observa Calamandrei tiene un fondo esencialmente
político y no constituye mas que un aspecto, históricamente paralelo, de la polémica mas vasta
sobre el problema del Estado.
Por ello, antes de preguntarse  ¿Cuál de las teorías es la verdadera?, la pregunta debe ser
mas bien: ¿Cuál de las varias teorías sobre la acción es la que mejor corresponde a la concepción
política sobre la cual se funda, en el presente momento histórico, el Estado?
También en la teoría de Wach, que concibe a la acción como derecho a la tutela jurídica del
Estado, en la cual el Estado aparece como obligado hacia el ciudadano a la prestación
jurisdiccional, se en
cuentra, observa Calamandrei, la expresión, acaso la mas perfecta, de aquella concepción
esencialmente liberal, según la el interés publico es considerado en función del interés privado y la
justicia aparece como un servicio que el Estado pone a disposición del ciudadano para ayudarle a
satisfacer el propio derecho subjetivo.
Esta teoría de la acción como derecho abstracto, de obrar seria valida, pues, y 
perfectamente aceptable, en un Estado autoritario y totalitario, en donde se consagra el absoluto
predominio del interés publico, y en donde la jurisdicción, antes que al servicio del particular está al
servicio de la legalidad estatal, y todo ciudadano, uti civis, aun sin estar directamente interesado,
puede ejercer la función publica de accionar para que el Estado confirme su autoridad en interés de
la ley.
            Entre la acción, entendida como sometimiento de la justicia al interés privado y la acción
entendida como sometimiento de la iniciativa privada al interés publico, la acción como derecho
potestativo, concluye Calamandrei, significa convergencia de dos intereses, en cuanto el particular,
que busca en el proceso la satisfacción de su interés privado, de así ocasión al Estado de satisfacer,
al administrar justicia, el interés colectivo.
                        No cabe duda de que la formulación del concepto de acción depende estrechamente
del momento histórico, político y jurídico existente al tiempo y en el espacio en que esa
formulación se hace.
Distinción entre los conceptos de Acción, Pretensión y Demanda.

        

ACCIÓN PRETENSIÓN DEMANDA


Es un acto y
La acción es el derecho subjetivo mas Es el acto procesal
procesal de las partes. propiamente una por excelencia del demandante
declaración de voluntad
La pretensión puede ser
Se distingue del derecho planteada por quien
 subjetivo material, tanto por su  tiene efectivamente el
La demanda contiene a
contenido como por el sujeto derecho que invoca,
 su vez la acción y la pretensión
pasivo de ellos  pero también por quien
 no lo tiene

En ella se hace valer la acción,


El interés que constituye el dirigida al juez para tutela del
contenido del derecho de acción interés colectivo en la composición
Subordinación de
es un interés colectivo común de la litis y se ejercita y hace valer
un interés de otro a un
a las la pretensión , dirigida a la
 interés propio
dos partes y a todos los demás contraparte pidiendo la
ciudadanos subordinación de su interés
al interés propio del reclamante

Este interés propio


 se manifiesta por medio
de la alegación de la
existencia de un
supuesto derecho La demanda tiene así pues un doble
Es un derecho cívico subjetivo material contenido
propio, el cual
 se dice vulnerado
Carencia de Acción.
Cuando se habla de carencia de acción se hace mención  al mismo en relación a los
requisitos constitutivos de la acción y al rechazo de la demanda no ya por razones de mérito
( demanda infundada), sino por defecto de legitimación o de interés procesal (demanda
improponible).

Clasificación de la Acciones.

                                                    

Tomando en cuenta que el derecho que se hace valer sea sobre una cosa mueble o inmueble,
sea principal o accesorio, se refiera al estado y capacidad de las personas, o a la posesión o la
propiedad, entre otros.

Estas clasificaciones arrancan desde el Derecho Romano, que distinguía las acciones en
reales (in rem) y personales (in personam) según que con ellas se pretendiese el señorío jurídico
sobre un objeto o el cumplimiento de una prestación a que esta obligado un sujeto.
                                                                 

 
La clasificación tradicional de los derechos y bienes en reales y personales, muebles e
inmuebles, es la tenida en cuenta por el nuevo (No tanto) Código de Procedimiento Civil para la
determinación de la competencia territorial del Juez.

Análisis Crítico de la Base legal, y decisiones jurisprudenciales que contemplan el Derecho de


acción en el Ordenamiento Jurídico Venezolano.
Desde el inicio del estudio del Derecho Procesal Civil Venezolano, se dice que la Acción es
un derecho al que tienen acceso todas las personas, es de rango constitucional. Consagrándose este
derecho en cada uno de los artículos Constitucionales referentes a ello e incluso en innumerables
jurisprudencias que mas adelante citaremos, en las cuales el interés del individuo esta por encima de
todo, y es deber del Estado velar por los derechos e intereses de los mismos.
Pienso que la acción es, mas que un derecho, un mecanismo de defensa que tiene una
persona en un momento determinado para hacer valer un derecho que crea vulnerado.
            Textualmente el Articulo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
expresa lo siguiente:
“Toda persona tienen derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para hacer
valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y
obtener con prontitud la decisión correspondiente.
El estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma,
independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o
reposiciones inútiles”.
Disposición que hoy en día no se respeta mucho sobre todo en su único aparte, ya que a mi
parecer vivimos en un país dividido tanto ideológica como políticamente y en algunos casos se
favorecen a unos pocos a pesar de decirse bien claro que se garantiza una JUSTICIA IMPARCIAL.
A pesar de esto se siguen aplicando, por lo menos en la teoría distintas disposiciones en las
que prevalece el interés de todas las personas.
De allí que entre las clasificaciones que se han elaborado de los derechos fundamentales,
tenga especial relevancia la que distingue unos de otros por su contenido, es decir, según el bien
jurídico protegido.
Así, pues, según su objeto, los derechos fundamentales pueden ser clasificados del siguiente
modo:
a)                           personalísimos ( derechos a la vida, a la integridad física y moral, libertad ideológica y religiosa,
derecho al honor y propia imagen y al de objeción de conciencia);
b)                           de sociedad, comunicación y participación (igualdad y no discriminación, libertad de culto,
inviolabilidad del domicilio, secreto de las comunicaciones, libertad de residencia y de circulación,
libertad de expresión y de información, derecho a la creación literaria, científica, artística y técnica,
libertad de cátedra, derecho de reunión y manifestación y derecho de asociación);
c)                            políticos (libertad de intervenir en asuntos públicos y acceder en condiciones de igualdad a las
funciones y cargos públicos);
d)                           de seguridad jurídica (derecho a la libertad y a la seguridad, las garantías en caso de detención,
asistencia de abogado); y e) derechos económicos, sociales y culturales (propiedad, trabajo, salud,
educación, vivienda, cultura).
Para proteger estos derechos fundamentales se han establecido una serie de garantías, las
cuales encuentran en la acción de amparo una expresión concreta.
En efecto, el amparo constitucional es una garantía judicial del ejercicio y disfrute de los
derechos fundamentales, es el medio más célere que dispone nuestro ordenamiento jurídico para
restablecer un derecho constitucional, el cual opera no sólo frente a violaciones de derechos
constitucionales ya ocurridas, sino frente a amenazas inminentes, es decir, aquellas que con certeza
se van a concretar.
          Ahora bien, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra una serie de
derechos  fundamentales procesales; ejemplo de ello es el artículo 49 eiusdem, en el cual se impone
el respeto al derecho a la defensa, a la asistencia jurídica, a ser notificado, a recurrir del fallo que
declare la culpabilidad y al juez imparcial predeterminado por la ley, entre otros; el artículo 26
eiusdem, que consagra el derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales; y el artículo 253
eiusdem, segundo párrafo que establece el derecho a la ejecución de las sentencias.
            Estos derechos fundamentales procesales aseguran el trámite de las causas conforme a
ciertas reglas y principios que responden al valor de la seguridad jurídica, es decir, al saber a que
atenerse de cara a la manera en que se tramitan las causas.
            Todos los bienes jurídicos procesales a que se ha hecho referencia, han sido agrupados por
la doctrina alemana y la española en el llamado derecho a la tutela judicial efectiva.
En él estarían garantizados tres aspectos del procedimiento:
a)      el acceso a la justicia: y al respecto se exige la constitucionalidad de los requisitos procesales y el
reconocimiento al derecho a la justicia gratuita para incoar cualquier proceso, entre otros;
b)      el proceso debido: en el se garantiza el derecho al juez imparcial predeterminado por la ley, el
derecho de asistencia de abogado, el derecho a la defensa (exigencia de emplazamiento a los
posibles interesados; exigencia de notificar a las partes, así como de informar sobre los recursos que
procedan; derecho a información de la acusación; derecho a formular alegaciones; derecho a probar;
presunción de inocencia; publicidad del proceso; y el derecho a la invariabilidad de las sentencias,
entre otros), y el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas;
c)       el derecho a la ejecución de la sentencia.
la valoración o interpretación forma parte de la autonomía e independencia de la que gozan
los jueces al decidir, quienes, si bien deben ajustarse a la Constitución y a las leyes al resolver una
controversia, disponen de un amplio margen de valoración del derecho aplicable a cada caso, por lo
cual pueden interpretarlo y ajustarlo a su entendimiento, como actividad propia de su función de
juzgar, sin que el juzgador de amparo pueda inmiscuirse dentro de esa autonomía del juez en el
estudio y resolución de la causa, salvo que tal criterio viole notoriamente derechos o principios
constitucionales
La justicia constituye uno de los fines propios del Estado Venezolano, conforme lo estatuye
el artículo 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, fin que realiza a través
del proceso, como un instrumento fundamental.
El propio Texto Constitucional se ha encargado de desarrollar las garantías y principios que
deben imperar en todo proceso, dentro de las cuales se encuentran la garantía de una justicia “sin
formalismos o reposiciones inútiles” o la del no sacrificio de la justicia por “la omisión de
formalidades no esenciales”, prevista expresamente en sus artículos 26 y 257.
El artículo 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela preceptúa que:
“Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que
propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la
libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en
general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (destacado de
este fallo). Por otra parte, el artículo 26 eiusdem consagra el derecho que tiene toda persona de
acceder a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses y a
la tutela efectiva de los mismos. E, igualmente, dispone la misma disposición normativa que el
Estado debe garantizar una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma,
independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o
reposiciones inútiles.
Pero también, el artículo 257 Constitucional establece:
‘El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la justicia. Las leyes
procesales establecerán la simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites y adoptarán un
procedimiento breve, oral y público. No se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no
esenciales’
En todas estas disposiciones citadas anteriormente se encuentra íntimamente vinculado el
derecho de acción, que no es otra cosa que el derecho subjetivo procesal de las partes que se busca
hacer valer en un momento determinado.

  Analizar sentencia del TSJ N° 389 de fecha 7 de marzo de 2002

Publicado por Profesor: Fernando Márquez. M

También podría gustarte