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Libro: DOLOR ODONTO ESTOMATOLÓGICO. CARLOS GARCÍA FAJARDO, 2007.

CAPTÍULO 6: ELEMENTOS PSICOLÓGICOS EN DOLOR OROFACIAL. TETS


PSICOLÓGICOS.

Desde el momento en que distintos individuos que experimentan una estimulación


nociva idéntica, procesen el dolor cerebralmente de manera diferente y reaccionen con
un nivel de sufrimiento distinto, toda la sistemática diagnóstica se convierte en un
laberinto donde el clínico ha de saber desenvolverse con la suficiente habilidad como
para sortear las vías erróneas que nos alejan del verdadero diagnóstico final. La
esencia del dolor es que es un síntoma y, como tal, es subjetivo, con lo que le
corresponde al clínico su interpretación en función de la personalidad del paciente y
de su umbral biológico del dolor. De todos es sabido que hay personas que se
acostumbran a convivir con un dolor crónico y lo afrontan con una templanza
sorprendente, mientras que otras se atiborran de pastillas por un simple dolor de
cabeza.

Desde el punto de vista bioquímico y fisiológico, el procesamiento del dolor comienza


con un estímulo nocivo que a través del tronco cerebral llega al tálamo y es allí donde
confluyen influencias que parten de estructuras límbicas, la corteza cerebral y el
hipotálamo, con lo cual el dolor se racionaliza de manera variable por cada individuo.
Es decir, que la influencia de estas tres estructuras condicionan la percepción del dolor.
Las estructuras límbicas aportan las emociones y los instintos de cada uno. La corteza
cerebral informa del entorno y las condiciones externas, así como del recuerdo de
experiencias pasadas. Y por último, el hipotálamo prepara al organismo con las
señales de alarma en forma de cambios de presión, ritmo cardíaco, etc.
Los receptores, las neuronas, las sinapsis, las cargas eléctricas y los
neurotransmisores subyacen en todas las actividades psicológicas, por tanto el
sufrimiento es un término que define, precisamente, la individualidad en la forma de
percibir el dolor y donde confluyen las estructuras y elementos cerebrales que se han
citado. En síntesis, el sufrimiento puede o no estar relacionado de forma proporcionada
con la nocicepción del dolor con lo que el médico se enfrenta a la tarea de calibrar
unos datos subjetivos que pueden estar alterados, de forma consciente o no, por el
propio paciente y en función de otras variables. Y es que el especialista en dolor
orofacial o cualquier dolor en general, por encima de todo ha de ser un excelente
psicólogo.

Según la International Asociation for the Stufy of Pain “el dolor es una experiencia
sensorial y emocional desagradable, asociada con una lesión hística presente o
potencial y descrita en términos de la misma” con lo que se reafirma el factor afectivo
en el concepto del dolor.

Por todo ello, es importante determinar los posibles factores emocionales que van a
modular la respuesta por parte del paciente ante el estímulo doloroso. Y estos son
fundamentalmente ocho:

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FACTORES MODULADORES DEL DOLOR

1. INTENSIDAD
La intensidad del estímulo doloroso, como todo médico conoce, no está siempre en
relación proporcional con la gravedad del cuadro, por ello hay que considerar sobre
todo los dolores leves y débiles que el paciente puede no considerarlos relevantes y
sin embargo tener trascendencia clínica, al igual que puede suceder al contrario.
Aunque aquí lo difícil es, precisamente, cuantificar en la medida exacta, la intensidad
del dolor que el paciente va a tener porque a veces hay tendencia a incrementar un
punto el dolor moderado-intenso y restar, sin embargo, otro al dolor leve.

2. TIPO DE DOLOR
Es clave en este apartado calificar el carácter temporal del dolor. Es un asunto que se
trata en distintos capítulos del libro porque su importancia clínica, diagnóstica y
terapéutica es determinante. Un dolor de más de seis meses se hace crónico y ello
supone el tránsito de un síntoma a una enfermedad en sí misma, y hay que tratarlo de
forma independiente aparte de la causa que ha originado primariamente el dolor. Pero
lo realmente relevante en la cronificación del dolor, es la connotación psiquiátrica que
conlleva el soportar un bombardeo continuo de estímulos nocivos durante meses y
meses y que alteran de manera enorme el diagnóstico y el tratamiento.

También el tipo de dolor que describe el paciente es importante en la trascendencia


que él le va a dar, confundiendo la intensidad con el tipo de dolor.

3. SIGNIFICADO
La importancia del dolor para el paciente es otro aspecto a valorar en la subjetividad
de la información. No es lo mismo un dolor incapacitante como puede ser una migraña,
que un dolor de cuello al flexionar la cabeza.
De la misma manera, el dolor desconocido tiene un significado especial para la gente.
Por ejemplo un dolor súbito en una persona fumadora en el pecho, cuando nunca antes
lo había tenido, conlleva un componente de incertidumbre y ansiedad, ante lo que
puede ser un cuadro de gravedad inminente, y esto lo hace más vulnerable a la
objetividad, que si se trata de un dolor de cabeza corriente y habitual.

4. PERSONALIDAD Y PSICOLOGÍA
No es lo mismo afrontar una sensación dolorosa para una persona hipocondríaca,
ansiosa, obsesiva o histérica que para otra mas despreocupada y tranquila. Esa
personalidad diferente entre los distintos sujetos implica un relato de los síntomas de
manera sesgada que hay que centrar en el punto correcto para valorar en la justa
medida la intensidad y localización del dolor.

5. FACTOR AMBIENTAL
Es muy significativo observar como se afronta el dolor en función del ambiente y
entorno que rodea al paciente. Un alto ejecutivo donde priman su rendimiento laboral
por incentivos no responde de igual manera ante el dolor que un funcionario de correos
que puede lograr una baja laboral y cobrar lo mismo al final del mes.
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6. FACTOR FAMILIAR Y SOCIAL
Igualmente, el entorno familiar y social, condicionan en gran medida la reacción del
individuo ante el dolor, de tal manera que si se obtiene una compensación afectiva
familiar en el transcurso del proceso doloroso, al paciente puede no interesarle de
forma subconsciente la resolución del cuadro. También laboralmente puede tener unos
privilegios que de otra manera no tendría o bien disponer de una mayor atención en
su entorno social.

7. FACTOR CULTURAL Y EDUCACIONAL


La educación y la cultura tienen también un papel preponderante en la percepción del
dolor por parte del paciente. Hay culturas que asumen el dolor de forma más fisiológica
y natural y otras que lo implican irremediablemente con algo fatalista. También la
educación que se establece en la infancia con niños hiperprotegidos y con un
desmesurado cuidado, se manifiesta en edades adultas en forma de personalidades
más débiles ante las agresiones externas.

8. LITIGIOS PENDIENTES
Muchas veces, en torno a la enfermedad que estamos tratando, pueden existir asuntos
legales que enmascaren una resolución del cuadro doloroso, pero que al paciente no
le interese trasmitir porque eso le puede reportar indemnizaciones o incapacidades
laborales de diversa índole como puede ser un “whiplash” (“lesión en cuello por
latigazo” o hiperextensión cervical) por accidente de circulación.

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