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El Reino Unido era ya en aquella época una monarquía constitucional establecida, en la

que el soberano tenía relativamente pocos poderes políticos directos. En privado, Victoria
intentó influir en el gobierno y en el nombramiento de ministros. En público, se convirtió en
un icono nacional y en la figura que encarnaba el modelo de valores férreos y de moral
personal típico de la época.
Se casó con su primo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha en 1840. Sus nueve
hijos y 26 de sus 42 nietos se casaron con otros miembros de la realeza o de la nobleza de
Europa, uniendo a estas entre sí, lo que le valió el apodo de «Abuela de Europa».
Tras la muerte de Alberto en 1861, Victoria comenzó un luto riguroso durante el cual evitó
aparecer en público. Como resultado de su aislamiento, el republicanismo ganó fuerza
durante algún tiempo, pero en la segunda mitad de su reinado, su popularidad volvió a
aumentar. Sus jubileos de oro y de diamante fueron muy celebrados.

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