Está en la página 1de 2

Teología de la Liberación vista por Ratzinger

Dll, 27/10/2014
Sacro y profano

“Falsificación de la fe cristiana”. No tiene dudas Benedicto XVI. En su momento la


ideología marxista actuó de “madrina” a la Teología de la Liberación y era
necesario oponerse a ella. “La fe era usada como motor de un movimiento
revolucionario” y eso era injusto, ante todo, para los mismos pobres a los cuales se
pretendía ayudar. Eso lo tenía claro también el Papa Juan Pablo II, quien avaló dos
documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el tema.

Por si quedaba alguna duda sobre la verdad histórica respecto de los problemas
graves implícitos en la Teología de la Liberación, el Papa emérito se encargó de
dar una versión definitiva. Lo hizo rompiendo el silencio en el cual se mantiene
desde su renuncia al pontificado, más de un año atrás.

Este y otros asuntos han sido abordados en un largo coloquio entre Joseph
Ratzinger y el periodista Wlodzimierz Redzioch incluido en el libro “Junto a Juan
Pablo II. Los amigos y colaboradores cuentan” que recopila 21 entrevistas con 21
personas cercanas al beato Karol Wojtyla, que será declarado santo el 27 de abril
próximo. Algunos extractos de la conversación con Benedicto XVI fueron
anticipados este día. Aquí compartimos aquellos que corresponden a la Teología de
la Liberación.

Ratzinger: mi vida con el santo Wojtyla

El primer gran desafío que afrontamos fue la Teología de la Liberación que se


estaba difundiendo en América Latina. Tanto en Europa como en América del
Norte era opinión común que se trataba de un apoyo a los pobres y que por tanto
de una causa que se debía aprobar sin duda. Pero era un error. La pobreza y los
pobres eran sin duda tema de la Teología de la Liberación y sin embargo en una
prospectiva muy específica.

Las formas de ayuda inmediata a los pobres y las reformas que mejoraban las
condiciones eran condenadas como reformismo que tiene el efecto de consolidar el
sistema: ayudaban, se afirmaba, la rabia y la indignación que sin embargo eran
necesarias para la transformación revolucionaria del sistema. No era cuestión de
ayudas y de reformas, se decía, sino de la gran conmoción de la cual debía surgir
un mundo nuevo.

La fe cristiana era usada como motor por este movimiento revolucionario,


transformándola así en una fuerza de tipo político. Las tradiciones religiosas de la
fe eran puestas al servicio de la acción política. De tal manera la fe era
profundamente distanciada de sí misma y se debilitaba así también el verdadero
amor por los pobres.

Naturalmente estas ideas se presentaban con diversas variantes y no siempre se


asomaban con absoluta claridad pero, en el conjunto, esta era la dirección. A una
similar falsificación de la fe cristiana se requería oponerse también justamente por
amor a los pobres y en pro del servicio que debe ser brindado a ellos. Sobre la
base de las experiencias en su patria polaca, el Papa Juan Pablo II nos ofreció
precisiones esenciales. Por un lado él había vivido la esclavización actuada por

1
aquella ideología marxista que fungía de madrina a la Teología de la Liberación.
Sobre la base de su dolorosa experiencia, le resultaba claro que era necesario
combatir ese tipo de “liberación”. Por otra parte, justo la situación de su patria, le
había mostrado que la Iglesia debe verdaderamente actuar por la libertad y la
liberación.

El Papa nos guió a tratar ambos aspectos: por una lado a desenmascarar una falsa
idea de liberación, por otro a exponer la auténtica vocación de la Iglesia a la
liberación del hombre. Es lo que intentamos decir en las dos Instrucciones sobre la
Teología de la Liberación que están en el inicio de mi trabajo en la Congregación
para la Doctrina de la Fe.

También podría gustarte