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EL BUEN

VIVIR

UN PARADIGMA PARA LA VIDA,


EL EQUILIBRIO ENTRE LOS
PUEBLOS Y LA MADRE TIERRA

35%

por Elisa Loncon Antileo 8 marzo, 2022


El küme mogen es una forma de vivir y estar en el mundo, cultivado por los pueblos
desde sus orígenes, y se manifiesta en una ética de cuidado de la naturaleza, de la vida
comunitaria y colectiva, como práctica diaria, en la siembra, cosecha; en la convivencia
familiar. Ha convertido a los pueblos en los verdaderos guardianes de la tierra, por eso,
donde existen los pueblos indígenas hay naturaleza y vida; aunque hoy el territorio ha
sido devastado por la explotación extractivista, por los monocultivos, rompiendo el Buen
vivir.
El Proceso Constituyente que vive Chile ha movilizado los saberes de los pueblos para
aportar al país un modelo de sociedad que permita la justicia económica, el cuidado de la
Madre Tierra, la dignidad de las personas en una convivencia sin hegemonía de ninguna
cultura, persona, sin racismos ni discriminación; se trata del paradigma del küme mogen,
Suma kawsay o Buen vivir.
A la fecha, los escaños reservados de los pueblos indígenas, en acuerdo con diferentes
sectores políticos presentes en la Convención Constitucional, han instalado la Plurinacional
en el proyecto de nueva Constitución. Ello no es un mero reconocimiento constitucional a los
pueblos, como fue la promesa de los anteriores gobiernos de Chile, posdictadura, sino la
incorporación de los derechos de la autonomía y libre determinación de los pueblos, el
reconocimiento de los derechos territoriales, de las culturas, lenguas y de toda las demandas
sentidas en las comunidades. Más allá de los derecho contenidos en tratados

internacionales y sobre lo cual ha girado la discusión de las normas, los pueblos han
incorporado en el debate constitucional sus paradigmas, el pensamiento originario, que por
cierto es muy distinto al de la cultura europea, occidental. Así, hoy se debaten conceptos
nunca antes valorados en el diálogo político, me refiero al concepto de suma kawsay o küme
mogen, el Buen vivir, entre otros, como el pluralismo jurídico.
El küme mogen proviene de la filosofía de los pueblos, de cómo piensan su sociedad en
vínculo con la tierra, con el itrofill mogen, la biodiversidad. Según la filosofía mapuche del az
mapu, la tierra es la madre “mapu ñuke”, es dadora de la vida, agua, alimentos, protección;
todos los que habitamos en ella tenemos gen, “dueño”, newen, ‘fuerza’, incluyendo el ser
humano. Nadie es más, nadie es menos y estas fuerzas deben estar en equilibrio para que
pueda haber küme mogen. El küme mogen es un principio de interdependencia, el estar
bien individual depende del bienestar del colectivo y viceversa.
El Buen vivir además es un principio muy importante por su integralidad, articula como un
todo lo ecológico, como el cuidado de la tierra; lo económico, economías de reciprocidad y
de complementariedad entre la comunidad y la naturaleza; lo social, cultural y espiritual que
implica el respeto entre los seres humanos independientemente de su género, clase,
pertenencia cultural; todo ello para dar paso al equilibro, la armonía entre las personas, la
familia y comunidad, los pueblos, la armonía con la naturaleza.
El küme mogen es una forma de vivir y estar en el mundo, cultivado por los pueblos desde
sus orígenes, y se manifiesta en una ética de cuidado de la naturaleza, de la vida comunitaria
y colectiva, como práctica diaria, en la siembra, cosecha; en la convivencia familiar. Ha
convertido a los pueblos en los verdaderos guardianes de la tierra, por eso, donde existen
los pueblos indígenas hay naturaleza y vida; aunque hoy el territorio ha sido devastado por la
explotación extractivista, por los monocultivos, rompiendo el Buen vivir.

Tal como lo dice Nina Pacari (2021), hermana indígena exministra de Relaciones Exteriores del
Ecuador, “el paradigma del sumak kawsay tiene algo importante que decir en el debate sobre el
cambio climático, y es el daño que se está causando a la naturaleza, a la Pachamama”. Si los
Estados latinoamericanos hubieran valorado el pensamiento indígena, el cambio climático no
habría golpeado la vida de los pueblos y de la naturaleza a tal extremo de mantener amenazada
la existencia de la biodiversidad y la vida del ser humano.

Al constitucionalizar este principio, los proyectos de vida o de desarrollo, de explotación de la


tierra, deben considerar la vida de la naturaleza y los derechos de las personas y comunidades.
Toda acción humana que se ejecute sobre los bienes naturales debe considerar la mantención y
equilibrio de la naturaleza. El consumismo, la acumulación de bienes, la explotación desmedida
de la tierra, el maltrato a las personas son prácticas que no tienen sustentos en el küme mogen,
son prácticas que imposibilitan el Buen vivir.
La práctica del Buen vivir busca que toda la sociedad viva su bienestar, porque el estar bien
individual depende de que todos estén bien, por eso no solo los pueblos indígenas deben
buscar el Buen vivir sino todos los pueblos, las naciones.
En la Comisión de Principios Constitucionales de la Convención Constitucional se ha votado a
favor una norma de Buen vivir y que pronto pasará al Pleno; esta dice: “El Estado asume y
promueve el principio de Buen vivir, fundamento de la vida y aporte de los pueblos originarios,
denominado küme mogen en lengua mapuche, lo que comprende el principio del itrofill mogen
biodversidad, suma qamaña en aimara, sumak kawsay en quechua, ckaya Ckausatur en ckunsa,
Mo ora riva riva en rapa nui. El principio del Buen vivir comprende la valoración y respeto de
todas las formas de vida de manera interdependiente y en equilibrio. En virtud de este principio,
el Estado promueve y garantiza la igual dignidad y derechos de las personas, los pueblos y la
naturaleza, y su convivencia en armonía; el derecho de los pueblos al control de sus formas de
vida y desarrollo económico, social y cultural, y la economía de reciprocidad y
complementariedad”.

El principio del Buen vivir se instaló hace 15 años en la Constitución de Ecuador y hace 14 años
en Bolivia, con ello los pueblos indígenas muestran la relevancia de sus prácticas y filosofía, y las
ponen a disposición de toda la sociedad y de los pueblos para proyectar la vida de la Madre
Tierra, de nosotros, respondiendo con sabiduría a los siglos de exclusión y de colonialismos.
Es el tiempo del diálogo y de la inteligibilidad entre los pueblos, sus culturas, sus prácticas, sus
lenguas, para construir juntos una sociedad más justa, libre de explotación y de autoexplotación
y que también respete a la Madre Tierra, a las mujeres y las diversidades.

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