Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
i. ¿Qué es el arrepentimiento?
No es un pesar de haber hecho una cosa, sino un cambio de actitud y una vida transformada
La mayoría piensan que el arrepentimiento es: “el pesar de haber hecho algo malo”. ¿Es éste el
significado bíblico del arrepentimiento? Cuando Juan el Bautista mandó a los israelitas, diciendo:
“Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2), ¿qué quiso decir? El judaísmo
de aquel entonces se había degenerado a tal punto que sólo practicaba una religión de ritos externos y
observancia de leyes y tradiciones. Juan no llamaba a la gente para que sintiera pesar por su pecado, sino
para que cambiara de actitud en cuanto a su pecado y se volviera al Señor con todo su corazón, porque el
mismo Rey se iba a manifestar y cumplir Su misión entre ellos (Mt. 3:5-12):
“Entonces Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán acudían a él; y
confesando sus pecados, eran bautizados por Juan en el río Jordán. Pero cuando vio que
muchos de los Fariseos y Saduceos venían para el bautismo, les dijo: ‘¡Camada de víboras!
¿Quién les enseñó a huir de la ira que está al venir? Por tanto, den frutos dignos de
arrepentimiento; y no piensen que pueden decirse a sí mismos: “Tenemos a Abraham por
padre”, porque les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. El hacha
ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y
echado al fuego. Yo, en verdad, les bautizo a ustedes con agua para arrepentimiento, pero
Aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitar las
sandalias; Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. El bieldo está en Su mano y
limpiará completamente Su era; y recogerá Su trigo en el granero, pero quemará la paja en
un fuego que no se apaga.’ ”
El Señor Jesús también predicaba el arrepentimiento del pecado en Juan el Bautista y el Señor
preparación para el reino de Dios, y criticaba la religión de Su día por ser Jesús predicaron el
hipócrita y hueca. Añadió a Su mensaje de arrepentimiento la necesidad de arrepentimiento, esto es un
creer las Buenas Nuevas, el testimonio de Dios acerca de Su Hijo, el Mesías cambio de actitud en cuanto
(Mr. 1:15): al pecado que produce una
“ ‘El tiempo se ha cumplido,’ decía, ‘y el reino de Dios se ha vida transformada.
acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio.’ ”
Los fariseos y escribas no se consideraban “pecadores” y no veían su necesidad de arrepentirse (Lc.
18:11-12):
“El Fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy
como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de
impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano. ’ ”
Creían que sus actitudes en cuanto a la fe judía eran correctas, y en su orgullo no podían comprender
la razón de cambiarlas.
A diferencia de ellos hubo quienes recibieron el mensaje del arrepentimiento con gozo porque
sabían que eran pecadores y que necesitaban la ayuda de Cristo para reconciliarse con Dios (Mr. 2:13-15):
32 LA CARTA DE PABLO A LOS CREYENTES EN ROMA
“Jesús salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba. Al
pasar, vio a Leví (Mateo), hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo:
‘Sígueme.’ Y levantándose, Lo siguió. Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa
de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y Sus
discípulos; porque había muchos de ellos que Lo seguían.”
Cuando los fariseos y escribas vieron cómo respondieron los “pecadores” al mensaje de
arrepentimiento, en vez de estar contentos por el cambio hecho en esas personas, criticaron al Señor Jesús
por haberse asociado con ellas (Mr. 2:16):
“Cuando los escribas de los Fariseos vieron que Él comía con pecadores y recaudadores de
impuestos, decían a Sus discípulos: ‘¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos
y pecadores?’ ”
Él les respondió diciendo que las personas sanas, o las que se consideran sanas, no van a los
médicos, mientras que las personas que saben que tienen una enfermedad buscan su ayuda. De la misma
manera, el Señor no vino aquí a este mundo para salvar a personas justas, o personas que se consideren
justas, sino a pecadores que saben que lo son y quieren encontrar una solución para su pecado (Mr. 2:17):
“Al oír esto, Jesús les dijo: ‘Los que están
sanos no tienen necesidad de médico, sino El Señor Jesús no vino a salvar personas que se creen justas,
los que están enfermos; no he venido a sino a aquellos que reconocen que son pecadores perdidos.
llamar a justos, sino a pecadores.’ ”
Los fariseos y escribas se descalificaron a sí mismos para tomar parte en el plan de salvación porque
se estimaban aceptables a Dios por la justicia que supuestamente tenían. No podían recibir la justicia que
Cristo vino a traerles porque estaban demasiado ocupados estableciendo la suya (Ro. 10:3):
“Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se
sometieron a la justicia de Dios.”
Al contrario de aquellos que estaban tratando de justificarse a sí mismos, tenemos el ejemplo de
otras personas que reconocieron su pecado y necesidad de la justicia que únicamente Dios puede dar: La
mujer “pecadora” que lavó los pies del Señor con sus lágrimas (Lc. 7:37-38, 47-48, 50b):
“Había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba
sentado a la mesa en casa del Fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y
poniéndose detrás de Él a Sus pies, llorando, comenzó a regar Sus pies con lágrimas y los
secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume… ‘Por lo
cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero
a quien poco se le perdona, poco ama.’ Entonces Jesús le dijo a la mujer: ‘Tus pecados han
sido perdonados… Tu fe te ha salvado, vete en paz.’ ”
Zaqueo (Lc. 19:2, 8b-10):
“Y un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los recaudadores de impuestos y era rico…
dijo a Jesús: ‘Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a
alguien, se lo restituiré cuadruplicado.’ ‘Hoy ha venido la salvación a esta casa,’ le dijo
Jesús, ‘ya que él también es hijo de Abraham; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar
y a salvar lo que se había perdido.’ ”
La mujer samaritana (Jn. 4:6-7, 17-18, 28-29, 39-42):
“…y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al
pozo. Era cerca del mediodía. Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo:
2:1-16 / LA CONDENACIÓN DEL HOMBRE MORALISTA 33
‘Dame de beber.’… ‘No tengo marido,’ respondió la mujer. Jesús le dijo: ‘Bien has dicho:
“No tengo marido”, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido;
en eso has dicho la verdad’… Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los
hombres: ‘Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será éste
el Cristo?’… Y de aquella ciudad, muchos de los Samaritanos creyeron en Él por la palabra
de la mujer que daba testimonio, diciendo: ‘Él me dijo todo lo que yo he hecho’. De modo
que cuando los Samaritanos vinieron, rogaban a Jesús que se quedara con ellos; y Él se
quedó allí dos días. Muchos más creyeron por Su palabra, y decían a la mujer: ‘Ya no
creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos Le hemos oído, y sabemos que Éste
es en verdad el Salvador del mundo.’ ”
Lo que Jesús quería no era únicamente un sentimiento de pesar por el pecado, sino vidas
transformadas (Lc. 5:8-10):
“Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ‘¡Apártate de mí, Señor, pues
soy hombre pecador!’ Porque el asombro se había apoderado de él y de todos sus
compañeros, por la grande pesca que habían hecho; y lo mismo les sucedió también a Jacobo
y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y Jesús dijo a Simón: ‘No temas; desde
ahora serás pescador de hombres.’ ”
Habiendo escuchado el mensaje de Pedro en el Día de Pentecostés, que
El verdadero
terminó con la siguiente afirmación: “a este Jesús a quien ustedes crucificaron,
arrepentimiento empieza
Dios Lo ha hecho Señor y Cristo”, los judíos que le escucharon fueron
con un cambio de
profundamente conmovidos y dijeron: “Hermanos, ¿qué haremos?” Pedro no actitud en cuanto al
les dijo que tenían que afligirse o tener un gran pesar, más bien les dijo, Señor Jesús, llegando a
“Arrepiéntanse” (Hch. 2:36-38). Debían tener un cambio de actitud en cuanto a reconocerle como Dios
Jesús. Le habían crucificado como impostor y blasfemador. Ahora debían quien vino en forma
cambiar de actitud reconociéndole como el Mesías e Hijo de Dios y creyendo que humana para salvarle.
murió en la Cruz como el Cordero de Dios para quitar sus pecados.
El hecho de que algunas personas lloren al sentir convicción de pecados, mientras que otras no lo
hacen, no es indicio de que quienes lloran hayan tenido una convicción más creíble. Nunca debemos
medir la sinceridad de la salvación de una persona por la cantidad de lágrimas que derrame. Nuestra
salvación depende de lo que Cristo hizo por nosotros, no de la intensidad del dolor de corazón
experimentado. La pesadumbre no puede aplacar la ira de Dios, ya que el Señor Jesucristo satisfizo las
demandas de Su justicia en contra de nosotros (1 Jn. 2:2; 4:10):
“Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo
El arrepentimiento no es un pesar por
por los nuestros, sino también por los del mundo entero… En el pecado. No tenemos que aplacar la
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a ira de Dios con nuestro pesar, ya que
Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo esto lo hizo el Señor Jesús en la cruz.
como propiciación por nuestros pecados.”
Alguien dirá: “¿No dice en 2 Co. 7:10 que ‘la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios
produce un arrepentimiento que conduce a la salvación’?” Es cierto, pero, ¿qué quiere decir esta frase en
su contexto? Hay que leer los versículos 8 y 9a para poder entenderlo:
“Si bien los entristecí con mi carta, no me pesa. Es verdad que antes me pesó, porque me di
cuenta de que por un tiempo mi carta los había entristecido. Sin embargo, ahora me alegro,
no porque se hayan entristecido sino porque su tristeza los llevó al arrepentimiento” (NVI).
La primera carta de Pablo a esta iglesia (1 a Corintios), les había contristado porque Pablo tuvo que
reprenderles fuertemente en cuanto a varios asuntos. Aunque le dio pesar escribirles de esa manera, no lo
34 LA CARTA DE PABLO A LOS CREYENTES EN ROMA
lamentaba, porque por medio de la carta el Espíritu Santo les convenció de su pecado. La tristeza que
sintieron al ser convencidos por Él les condujo al arrepentimiento, motivándoles a confesarlo —un cambio
de actitud en cuanto a su pecado— y restaurar su comunión con Dios.
Tomando en cuenta el contexto de esta manera, vemos que la “salvación” de que se trata en 2 Co.
7:10 no es la salvación del alma, sino la restauración de la comunión del creyente con el Padre. El
arrepentimiento no se limita a la salvación eterna de una persona, sino que también incluye el cambio que
cada uno de nosotros, como creyentes, debemos tener al ser convencidos de pecado en nuestra vida por el
Espíritu (2 Ti. 2:25):
“Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento
que conduce al pleno conocimiento de la verdad,”
(Ap. 2:5, 16; 3:3a, 19): “Recuerda, por tanto, de dónde has caído y Al ser convencido de su
arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio. Si no, vendré a ti pecado, por el Espíritu
y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes… Por tanto, Santo, el creyente, triste,
arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la por haberle ofendido, tiene
espada de Mi boca… Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; un cambio de actitud por su
guárdalo y arrepiéntete… Yo reprendo y disciplino a todos los que pecado y lo confiesa a Dios.
amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete.”
El pecado.
El inconverso se deleita en su pecado (Ef. 2:1-3, NVI):
“En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los cuales
andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las
tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia.
En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos
pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás
éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios.”
Por medio del arrepentimiento el pecador acepta la evaluación divina de su pecado, rechazando la
suya. Cuando Zaqueo recibió al Señor Jesús en su casa, él también aceptó el mensaje del Señor, creyendo
en Él. Además, su perspectiva de pecado tuvo un cambio diametralmente opuesto a la que tenía. En vez
de estafar a la gente como solía, decidió devolver por cuadruplicado todo lo que había procurado
deshonestamente (Lc. 19:8, DHH):
“
Zaqueo se levantó entonces y le dijo al Señor: ‘Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad
de todo lo que tengo; y si le he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.’ ”
Zaqueo no fue salvo por haber cambiado de deshonesto a honesto, sino por El arrepentido ha
haber creído en el Señor Jesús. El dejó su pecado debido a que era una nueva cambiado lo que
criatura por la fe en Cristo. Parte de su arrepentimiento tenía que ver con dejar el pensaba acerca de
pecado y actuar de una manera completamente distinta. Sin embargo, esto fue el su pecado y lo ve
resultado de haber creído y no un paso anterior al creer. como Dios lo ve.
38 LA CARTA DE PABLO A LOS CREYENTES EN ROMA
El arrepentimiento es un proceso
Estos cambios de actitud no tienen lugar de un momento a otro, sino que se producen a través de un
proceso. Empieza cuando el incrédulo en marcha hacia el infierno oye el Evangelio. El Espíritu Santo
usa la Palabra de Dios para convencerle de su pecado de no creer en Cristo; de la justicia de Dios revelada
en la muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesús; del juicio de Satanás y el pecado en la Cruz; y del
juicio de todos los que no creen (Jn. 16:8-11):
“Y cuando Él [Espíritu Santo] venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio;
de pecado, porque no creen en Mí; de justicia, porque Yo voy al Padre y no me verán más; y
de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado.”
El incrédulo deja de correr con tanto entusiasmo hacia el infierno, y presta más atención al
Evangelio. Sus opiniones en cuanto a su pecado empiezan a cambiar y está más de acuerdo con la
Verdad. Claro, en cualquier momento antes de creer, él puede decidir rechazar la luz que ha recibido y
seguir su carrera hacia el infierno. Pero si sigue prestando atención al Mensaje divino, el Espíritu Santo le
conducirá hacia Cristo, produciendo en él la fe para aceptar el Evangelio. Al creer en el Señor Jesús como
su Salvador, da media vuelta y emprende su caminar hacia el Cielo. Sus actitudes y opiniones en cuanto a
su pecado y al Señor Jesús habrán experimentado un cambio completo.
¿Dónde, en este proceso, podemos colocar el arrepentimiento? ¿Antes de creer? Es verdad que el
arrepentimiento se inicia antes de creer, pero si lo dejamos únicamente allí, estaríamos diciendo que el
incrédulo tiene que realizar un cambio de actitud y dirección antes de creer, lo que le es imposible.
¿Qué tal si lo colocamos después del creer? La media vuelta se completa al creer el Evangelio y la
persona emprende su caminar hacia el Cielo, pero no podemos decir que esto es todo lo que hay en el
arrepentimiento, porque es indispensable que tenga en parte un cambio de mente en cuanto a su pecado y
al Señor Jesús aun antes de creer. Al considerar todo lo que hemos estudiado, podemos ver que el
arrepentimiento se inicia cuando el incrédulo en camino al infierno escucha el Evangelio y el Espíritu
Santo lo usa en su corazón para convencerle de su pecado, de Su justicia, y de Su juicio divino contra
Satanás y los incrédulos. El arrepentimiento se completa cuando el pecador ha creído en Cristo y ha dado
media vuelta en cuanto a sus actitudes y la dirección de su vida, y ya está en camino al Cielo.
2:1-16 / LA CONDENACIÓN DEL HOMBRE MORALISTA 39
El arrepentimiento es un proceso en el cual el pecador que está en el camino al infierno es convencido de
pecado por medio de la Palabra de Dios y la consecuente intervención del Espíritu Santo. Éste hace que
el pecador reconozca su condición de hombre perdido y que ponga su fe en la obra de Cristo para su
salvación. Ya que al creer, el pecador se devuelve de su camino al infierno y toma el camino en dirección
opuesta al cielo.
El arrepentimiento en relación con el v. 4
v. 4: ¿O tienes en poco las riquezas de Su bondad y tolerancia y paciencia, ignorando que la
bondad de Dios te guía al arrepentimiento?
¿Dónde encaja esta descripción del arrepentimiento con Ro. 2:4? El pasaje (2:1-16) trata de la
condenación del moralista que se considera mejor que los demás. Esta clase de personas son como los
fariseos que se oponían al Señor Jesús cuando Él estaba aquí en la tierra. Este “moralista” puede ver las
fallas de los demás y está de acuerdo en que Dios debe castigar a los paganos y pecadores, pero no puede
ni quiere ver sus propias fallas.
Es como el hijo mayor en la parábola del hijo pródigo que no quiso entrar a la fiesta que su padre
hacía para celebrar la llegada de su hermano que había malgastado su herencia viviendo perversamente.
Aunque su padre le imploraba que entrara, rehusó hacerlo (Lc. 15:25-32):
“Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y
danzas. Llamando a uno de los criados, le preguntó qué era todo aquello. Y él le dijo: ‘Tu
hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro engordado porque lo ha recibido sano y
salvo.’
Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba que entrara. Pero él le
dijo al padre: ‘Mira, por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden
tuya, y sin embargo, nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos; pero
cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el
becerro engordado.’
Y su padre le dijo: ‘Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque éste, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la
vida; estaba perdido y ha sido hallado.’ ”
Los fariseos eran como este hijo mayor y criticaban al Señor Jesús por asociarse con “pecadores” y
no aceptaron el arrepentimiento de personas como Leví, Zaqueo y las prostitutas.
Hoy en día hay personas que rehúsan aceptar el Evangelio porque no La persona moralista no
se consideran “pecadoras”. Aunque Dios les implora pacientemente a través acepta que Dios tiene que
de la proclamación del Evangelio, ellos rechazan Su amor y perdón. salvarle, porque no se
Obstinadamente rehúsan reconocer que Dios está siendo longánimo y considera pecador y, por lo
bondadoso con ellos. Como los fariseos en el tiempo de Jesús se quedan tanto, rechaza el Evangelio y
afuera, y nunca entran a gozar de la salvación que Dios ofrece a todo aquel el sacrificio de Cristo por él.
que cree.
c. Condenado por el juicio de Dios según sus obras a la luz de la Ley, vv. 6-11
v. 6: “ÉL PAGARÁ A CADA UNO CONFORME A SUS OBRAS:” Sal.62:12b
Bajo el acuerdo de la Ley, Dios dijo que juzgaría a todos los pecadores, judíos y gentiles, según sus
hechos, no solamente el acto externo, sino también el motivo del corazón (Ec. 12:14):
“Porque Dios traerá toda obra a juicio,
junto con todo lo oculto,
sea bueno o sea malo.”
v. 7: “…a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad:
vida eterna;”
Según el acuerdo de la Ley quien obedeciera perfectamente a todas las leyes de Dios en su corazón
y en sus hechos, sería recompensado con la vida eterna (Lv. 18:5):
“Por tanto, guardarán Mis estatutos y Mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los
cumple; Yo soy el SEÑOR.”
(Lc. 10:25-28): “Cierto intérprete de la ley se levantó, y para poner a prueba a Jesús dijo:
‘Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?’
Y Jesús le dijo: ‘¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?’
Respondiendo él, dijo: ‘AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU
ALMA, Y CON TODA TU FUERZA, Y CON TODA TU MENTE; Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.’ Dt. 6:5; Lv.
19:18b
Entonces Jesús le dijo: ‘Has respondido correctamente; HAZ ESTO Y VIVIRÁS.’ Lv. 18:5”
Pero si una persona fallara en un solo punto llegaría a ser transgresor de toda la Ley (Stg. 2:10-11):
“Porque cualquiera que guarda toda la Ley, pero falla en un punto, se ha hecho culpable de
todos. Pues el que dijo: ‘NO COMETAS ADULTERIO’ Ex. 20:14, también dijo: ‘NO MATES’ Ex. 20:13.
Ahora bien, si tú no cometes adulterio, pero matas, te has convertido en transgresor de la
Ley.”
O si no matas pero mientes una sola vez, te has convertido Una persona podría ser salva si guardara
igualmente en transgresor de la Ley. Según este acuerdo nadie toda la Ley sin pecar, pero en el
podía ser salvo, porque todos han transgredido la Ley de Dios (Ec. momento que peque sea de hecho,
7:20): palabra o aun en pensamiento, es
“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra condenada como transgresor de la misma.
que haga el bien y nunca peque.”
Pero Dios en Su gracia proveyó una manera por la cual el hombre pecador, transgresor de la Ley,
todavía puede ser salvo.
2:1-16 / LA CONDENACIÓN DEL HOMBRE MORALISTA 41
¿Recuerdan la historia de Caín y Abel? Ambos trajeron una
ofrenda al Señor. La ofrenda de Abel fue aceptada, mientras que la
de Caín fue rechazada. Cuando Caín se desanimó por no haber sido
aceptada su ofrenda, Dios le dijo: “Si haces bien, ¿no serás
aceptado?” (Gn. 4:7ª). ¿Cuál fue el bien que hizo Abel? Verdad,
trajo un cordero y lo inmoló, derramando su sangre delante del
Señor, porque “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
de pecado (He. 9:22). Caín confiaba en las obras de sus manos,
mientras que Abel confiaba en la provisión divina. Para hacer el
bien hay que aprovecharse de esta provisión divina, el sacrificio
perfecto (Jn. 6:28-29):
“Entonces Le preguntaron [a Jesús]: ‘¿Qué debemos hacer para
poner en práctica las obras de Dios?’ Jesús les respondió: ‘Esta es
la obra de Dios: que crean en El que Él ha enviado.’ ”
Que “hacer el bien” es creer el Evangelio, se ve en el contraste entre los
versículos siete y ocho. El no hacer el bien es ser contencioso y no obedecer la
Verdad, no creyéndola. El “hacer el bien” tiene que ser lo opuesto al no hacer
el bien, entonces “hacer el bien” es estar de acuerdo con la Verdad que dice
acerca del sacrificio de Jesucristo por su pecado.
v. 8: “pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad,
sino que obedecen a la injusticia: ira e indignación.”
El hombre inconverso no es neutral en cuanto
a la Verdad, es “contencioso” (RV60), palabra que
tiene la idea de alguien que por su ambición egoísta se alza en contra de la
Verdad, creyendo que su propia manera de pensar es mejor y forma facciones
en contra de la Verdad. A menudo las personas que se jactan de su cultura, su
buena crianza y su religiosidad, son los que se oponen más a la Verdad. No
están dispuestos a reconocer su propia insuficiencia y su necesidad de la
justicia que sólo Dios puede dar. Fueron los fariseos, los más estrictos en
cuanto a la religión judía, los que se opusieron fanáticamente al ministerio del
Señor Jesús.
La persona que desobedeciera la Ley de Dios y rechazara aprovechar la
provisión divina del sacrificio por los pecados, sufriría la “ira y enojo” de
Dios. “‘Ira’ (thumos), se tiene que distinguir de ‘enojo’ (orgé) en que
‘thumos’ indica una condición más agitada de los sentimientos, una explosión de ira debida a la
indignación interna, en tanto que ‘orgé’ sugiere una condición más fija o permanente de la mente,
frecuentemente con vistas a tomar venganza. ‘Thumos’ y ‘orgé’ están emparejados en dos lugares en el
Apocalipsis: en 16:19: ‘del ardor [thumos] de Su ira [orgé]’; y 19:15: ‘del furor [thumos] y la ira [orgé]
del Dios Todopoderoso’ ” (Vine). No sufrirá la ira de Dios por un momento sino por toda la eternidad sin
reposo (Ap. 14:10-11):
“…él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado No estar a favor de la Verdad
puro en la copa de su ira. Será atormentado con fuego y azufre es estar en contra de ella y de
delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero. El humo la persona que la dijo. Por
de su tormento asciende por los siglos de los siglos. No tienen eso sufrirán el ardor de la ira
reposo, ni de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su de Dios por toda la eternidad.
imagen, y cualquiera que reciba la marca de su nombre.”
42 LA CARTA DE PABLO A LOS CREYENTES EN ROMA
vv. 9-11: “Habrá tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo, del Judío
primeramente y también del Griego; pero gloria y honor y paz para todo el que hace lo
bueno, al Judío primeramente, y también al Griego. Porque en Dios no hay acepción de
personas.”
Dios no tiene favoritos. Las bases de Su juicio son supremamente justas. Raza, familia, trasfondo
religioso, el cumplimiento de ritos como el bautismo o la circuncisión, la membresía en una iglesia, sus
obras de caridad, etc., no impresionan en lo más mínimo a Dios. Él que hace lo malo, rechazando la
Palabra de Verdad, e ignorando la provisión que Dios ha hecho para nuestra salvación sufrirá tribulación
cuando la ira de Dios le caiga encima, y sentirá indescriptible angustia sin fin. Los primeros en ser
juzgados serán los judíos, ya que son ellos que han recibido más luz, y después, a pesar de haber tenido
menos luz, los gentiles. Nadie se escapará.
Nadie, esto es, nadie fuera de los que hacen lo bueno. “Lo bueno” no se refiere a las buenas obras,
o ritos religiosos, sino a la fe en la Palabra de Dios, y en la obra de Dios: Su provisión para el pecador, el
cual consiste en un sacrificio perfecto para el perdón del pecado. Dios tampoco tiene predilectos en este
aspecto. Todos los que creen, sin importar su raza, color, clase social, educación, trasfondo cultural y
religioso o sus buenas obras, serán premiados con “gloria, honra y paz” Dios juzga sin acepción de
eternamente en la presencia del Señor. Serán salvos de la ira de Dios personas en base al rechazo
únicamente porque esa ira cayó sobre el Cordero de Dios, el Señor Jesucristo. de éstas a la Verdad —“lo
Los judíos creyentes serán premiados primero, los gentiles salvos después, malo”—, o a la fe que
pero igualmente serán premiados con la vida, gloria, honra y paz eternas, tienen en ella —“lo bueno”.
“porque en Dios no hay acepción de personas”.