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RESPONSABILIDAD CIVIL
Modelos, elementos y relaciones básicas
Según su actitud frente al riesgo, los sujetos pueden ser: 1. adversos al riesgo;
2. amantes del riesgo; 3. neutrales al riesgo.
1
La teoría económica (formalizada) de la elección entre opciones que carecen de certeza se debe,
de modo fundamental, a von Neumann y Morgenstern.1 Su análisis parte de suponer que es
posible representar las preferencias de un individuo a través de una función de utilidad esperada,
que permite ordenar “loterías”. En este contexto, una “lotería” consiste en una probabilidad de
ocurrencia de un evento asociada a un premio; es decir, no es más que una probabilidad y un
valor; VON NEUMANN, J. y MORGENSTERN, O. (1990), Theory of Games and
Economic Behaviour, Princeton University Press.
2 La probabilidad de ocurrencia de un evento asociada a un premio o una ganancia, se
denomina, en este contexto, una “lotería”. Es decir, una “lotería” no es más que una
probabilidad y un valor. Por ejemplo, la lotería (0,1; $100) indica que el agente se enfrenta a una
probabilidad del 10% (0,1= un décimo) de obtener cien unidades monetarias. Según su premisa
básica, los individuos eligen la alternativa que les brinda la máxima utilidad esperada. Y pueden
ordenar o “rankear” una serie de posibilidades, desde la que prefieren en primer lugar, hasta la
que prefieren en el último.
cien. Para exponerlo simplemente, ese sujeto, encontraría utilidad en la certeza.
Luego, un individuo adverso al riesgo estará dispuesto a pagar para evitar la
incertidumbre de enfrentar un resultado incierto (por ejemplo, sufrir un daño o
pagar una indemnización), y de esta manera incrementará su utilidad. Si se
supone, por ejemplo, que enfrenta una probabilidad del 50% de pagar una
indemnización de $80.000, estaría dispuesto a pagar el valor esperado (o más),
es decir, $40.000 seguros, para eliminar el riesgo. 3
Por último, un agente neutral al riesgo sólo se guiará por el valor esperado en
sus decisiones; y preferirá siempre la opción que represente el mayor valor
esperado. Siguiendo con el ejemplo anterior, elegirá el billete de lotería pues en
ese caso es la opción que representa el mayor valor esperado.
Asimismo, el modelo básico parte del supuesto de que existe un sólo tipo de
riesgo para los dañadores-asegurados; riesgo que, se asume, no se modificará
durante la vigencia de la cobertura. 5
6
Esta expresión suele traducirse como “azar moral” o “riesgo moral”.
7
SHAVELL, S., “On Moral Hazard and Insurance”, The Quarterly Journal of Economics,
volumen 93, número 4, 1979; SHAVELL, S. (1987), cit., cap. 9; GRUBEL, H., “Risk, Uncertainty
and Moral Hazard”, The Journal of Risk and Insurance, volumen 38, número 1, 1971, pp. 99-106.
asumido en caso de no haberse contratado el seguro y el costo que se deja de
asumir por haberlo hecho. 8
Por otro lado, las limitaciones de cobertura. Este es el caso, por ejemplo, de la
franquicia: un instituto que puede pactarse en el contrato de seguro o ser
impuesto legalmente, por el cual la obligación de resarcir el daño por parte del
asegurador tiene un límite adicional, más allá del que surge de la cobertura
pactada. En virtud de este instituto, ciertos daños o cierta magnitud del daño
queda a cargo del asegurado, porque el asegurador sólo responde a partir de un
monto mínimo que puede resultar del establecimiento de una suma fija, de un
porcentaje o de una combinación de ambos. La idea es que como el asegurado
soportará parte del daño causado o todo – según la modalidad de la franquicia
que se adopte-, tendrá incentivos para tomar precauciones a los efectos de
minimizar las probabilidades de que el daño efectivamente ocurra.
responsabilidad civil; y en el artículo 70, que referido a la exclusión de cobertura por dolo o
culpa grave del asegurado en los seguros por daños patrimoniales en general.
compañía de seguros no tiene información perfecta para distinguir, antes de
celebrar el contrato de seguros, el tipo de riesgo del asegurado. Es razonable
suponer que existen sujetos de distintos tipos de riesgos: por ejemplo, en el caso
del seguro de automotores contra terceros, puede pensarse que algunos
conductores serán más cuidadosos para conducir y otros más arriesgados. Pero
la aseguradora no cuenta con esa información al momento de celebrar el
contrato, y esto es un obstáculo. La consecuencia de este problema es la
reducción del mercado: es decir, se ofrecen menos seguros que lo deseable
socialmente.
A los efectos de su tratamiento teórico, resulta muy sencillo intuir por qué la
subestimación de riesgos atenta contra la cantidad de vehículos asegurados. La
definición estándar de aversión al riesgo asegura solamente que el agente
prefiere la certeza de un seguro justo a verse sometido al riesgo de disminuir su
riqueza a causa de pagar una indemnización, pero no hay motivos para que
prefiera -obviamente-, asegurarse a cualquier precio y precisamente si el
potencial asegurado percibiera su riesgo como menor al real, estimaría el precio
del seguro relativamente alto. Su utilidad es una función del precio a pagar por
ese seguro y por lo tanto, esa diferencia puede ser crucial en su decisión de
aceptar o rechazar el contrato de seguro.
Por último resulta evidente que la insolvencia afecta de forma negativa a uno
de los objetivos tradicionales del derecho de daños, como lo es la compensación
de las víctimas. Este efecto suele ser el más destacado por la doctrina jurídica
como fundamento de la obligatoriedad del seguro de responsabilidad civil
contra terceros.
12 En la literatura del análisis económico del derecho, el seguro que pueden contratar las
víctimas contra accidentes se conoce como “first party”, y el seguro de responsabilidad civil que
pueden contratar los dañadores se denomina “third party”. Luego, mandatory tirad party es el
equivalente a nuestro seguro contra terceros obligatorio.
No obstante, existen ciertas condiciones del mundo real que pueden hacer
variar esta sencilla conclusión. Una de ellas, es la dificultad práctica de
distinguir entre los varios empleos posibles de un mismo bien o variantes de
una misma actividad. Se puede conducir el mismo automóvil para ir de paseo o
para transportar documentos valiosos, y ambas actividades pueden llevarse a
cabo con el mismo vehículo durante lapsos variables e irregulares. No obstante
no parece claro que sea empíricamente posible discriminar con una precisión tal
que permita obtener el efecto que se preveía en teoría. 13
mejor” solución en este campo. Su propuesta parte de una póliza que cubra sólo la diferencia
entre el valor de los bienes del asegurado y el límite de su solvencia. Bajo estas condiciones, el
asegurado mantendría sus incentivos de prevenir. POLBORN, M. (1998) “Mandatory Insurance
and the Judgment-Proof Problem”, International Review of Law and Economics, 18:141–146,1998.
15 Resulta obvio que prohibir una actividad (deber ser) no determina que la misma no se lleve a
cabo (ser). Son menos evidentes, en cambio, los costos de evitar actividades diferentes y sus
determinantes. Sin embargo, es bien conocido que en ciertas áreas el derecho tiene una baja tasa
4. El seguro obligatorio, la oportunidad de la compensación y el agravamiento
de los daños
de acatamiento. En Argentina, por ejemplo, aunque existe un sistema MTP vigente para todas
las jurisdicciones casi la mitad de los automóviles circula sin seguro. Esa tasa se incrementó en
los últimos años y pasó del 38 % en 1999 al 47% en 2004. Ese último porcentaje implica que
cerca de 3.400.000 circulaban por las calles de un país de cuarenta millones de habitantes, sin
seguro (fuente diario La Nación y Registro Nacional de la Propiedad del Automotor de Argentina).
16 CALABRESI; G. (1970), The Costs of Accidents. A legal and economic analysis, Yale University
Press, p. 39 y ss.
17 Podría sostenerse que la intervención de una compañía aseguradora constituye una garantía
Del mismo modo que la mera existencia de un deber legal de asegurarse puede
no surtir influencia en el número de autos asegurados, por ejemplo, la mera
vigencia de un contrato de seguro puede tener una incidencia nula en las
demoras usuales para que las víctimas reciban las correspondientes
indemnizaciones.
Aunque podría considerarse plausible esta argumentación, persisten, sin embargo, importantes
factores que determinan fuertes incentivos -aún para la aseguradora- a demorar.
18 La mera imposición de intereses judiciales, del modo en que acostumbran hacerlo los
tribunales argentinos, difícilmente genere incentivos para no demorar un juicio, que suele durar
largos años hasta llegar a hacer efectiva una indemnización, tanto en caso de que intervenga
una aseguradora, cuanto en aquel en el cual sólo resulte demandado un responsable no
asegurado.
En síntesis, la preferibilidad de los seguros obligatorios es extremadamente
dependiente de ciertas relaciones que vinculan el conjunto de elementos que
integran el diseño particular de la institución, con el conjunto de relaciones
empíricas relevantes del contexto social al que se la pretenda aplicar. Esa
complejidad hace que ninguna de las relaciones teóricas que deriven de uno de
sus elementos pueda definir (por sí, aisladamente) el valor de un sistema de
seguro obligatorio real.