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CAUSAS Y AZARES -Editorial-

Las posturas críticas

El editorial realiza un balance de las décadas anteriores (60/70/80), de las cuales rescata
algunas cuestiones y crítica otras para luego hablar sobre el panorama del campo de la
comunicación en la década de los 90 (el texto fue escrito en 1994), desde una postura
fuertemente crítica. Al respecto dice: el saldo actual nos entrega una versión un tanto
acrítica de las teorías de recepción en el momento de una hegemonía massmediática que
colabora en la construcción de la legitimidad política. Quizás la temática en donde se
expresen mejor estos reparos sea en la de las actuales reflexiones sobre el papel de la tv y
los televidentes.

Criticar la cultura masiva, revisar los efectos de los medios, no significa convertirse
automáticamente en apocalíptico ¿quién defiende hoy los juicios lapidarios de Adorno sobre
la tv? Pero la crítica social cultural y política de la cultura de masas no puede invalidarse
como se lo hace, con dos procedimientos de manipulación argumentativa: uno es hacer
existir lo que no existe; la otra es deslizar de vez en cuando, entre doscientas páginas,
apenas una línea acerca de que no todo lo que reluce es oro y que la cultura de masas, la
tv, no son tan inocuas como se plantea. A veces en los intelectuales de los massmedia la
descripción huele a positividad objetiva. De allí que algunos juicios podrían adjudicarse a la
vorágine triunfalista de la hegemonía televisiva y a la posibilidad de abstraerse de su efecto
integrados (intelectual integrado).
Y es poco probable y poco creíble que desde dentro de la industria se pueda estructurar
una tarea crítica eficaz. Más bien lo que puede advertirse es la potencia integradora que la
propia industria tiene de la capacidad crítica de los intelectuales para legitimar sus objetivos
históricos y naturalizar, en una nueva mitología, su lógica comercial y la dominación
ideológica.

No hay cuestionamiento. Y, el cuestionamiento acerca del lugar en donde se forma cultural


e ideológicamente ese receptor que hoy puede aparentemente gozar de tantas
oportunidades de elección y de representación (a veces justificado abusivamente con la
metáfora del zapping) no es poco importante si advertimos que transitamos las primeras
épocas en que los usuarios de la televisión fueron formados en el clima de su hegemonía y
en medio de la decadencia de la escuela.
La falta de distancia crítica para afrontar el juicio a los productos de los medios masivos, la
poca disposición a observar las contradicciones del sistema de concentración
multimediática, son posturas que dejan de lado una actitud tradicional del intelectual
inconformista; su relación traumática con el poder. Si hay algo que parecen haber olvidado
los estudios de la comunicación es la cuestión del poder. Ya no aparece desplazado sino
prácticamente ausente. Allí, en la cuestión del poder, se puede advertir la despolitización de
la práctica de los intelectuales que progresivamente se van incorporando a la política
cultural de los medios, pues lo que define a una práctica como política es la tematización del
poder. No se trata de volver a estudiar el poder desde una perspectiva manipulatoria o en
clave conspirativa, pero sería bueno tener en cuenta que la política siempre tuvo ambas
cuotas en dosis importantes.

Esta nueva ubicación de los intelectuales se relaciona estrechamente con el estado de las
instituciones universitarias que ratifican tanto la ausencia de los debates necesarios como el
ninguneo de la crisis como problema.

En este marco se inscribe la propuesta de Causas y Azares: tratar de recuperar dinamismo


de la crítica cultural, dentro y fuera de las instituciones; apelar a la reconstrucción de la
historia del campo sin una nostalgia inmovilizante, rescatar prácticas culturales y
comunicacionales que se vuelven atemporales en su búsqueda transformadora. No perder
de vista el horizonte de una nueva sociedad y una nueva cultura que no se disuelva en la
aceptación resignada de una hegemonía massmediática que lejos de ser tecnológica,
discursiva o estética, es esencialmente política. Lo que busca básicamente Causas y azares
siguiendo su editorial, es recuperar la figura del intelectual crítico, figura que está en crisis.

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