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3.

La formación de la Monarquía Hispánica y su expansión mundial (1474- 1700)

DESGLOSES
3.1. Los Reyes Católicos: unión dinástica e instituciones de gobierno.
La unión dinástica lograda por el matrimonio de de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón  se
conformó mediante la Concordia de Segovia (1475), por la que cada monarca tenía el papel
de consorte en los reinos del otro y cada territorio conservó sus fronteras, leyes e instituciones,
aunque en muchas ocasiones tomaron decisiones y actuaron conjuntamente.
Respecto a la Corona de Castilla, los años de guerra civil habían favorecido el crecimiento del
poder y la ambición de los nobles. Para acabar con esto, los Reyes restauraron la Santa
Hermandad, con el objetivo de mantener el orden público, utilizándola en muchos casos para
castigar la desobediencia nobiliaria. En 1480, organizaron el Consejo Real de Castilla,
encargado de las labores administrativas y el asesoramiento de los Reyes, creando comités
específicos que acabarían dando lugar a nuevos consejos independientes. También ampliaron
la red de tribunales reales mediante Audiencias y Chancillerías y consolidaron la figura del
corregidor en las principales ciudades. En cuanto a las Cortes, su capacidad de control sobre
la monarquía era mínima.
En la Corona de Aragón, Fernando combinó una doble política autoritaria y pactista. En la
Constitució de l'Observança, las Cortes de Cataluña fijaron la obligación del monarca de
gobernar según las leyes del país, pero reconocieron el principio de autoridad real. El rey dictó
la Sentencia Arbitral de Guadalupe, por la que se suprimieron los malos usos a cambio de
indemnizaciones a los señores. Creó el Consejo de Aragón para toda la Corona y se
consolidó la figura de los virreyes, que actuaban como representantes del rey en los distintos
reinos, recaudaban impuestos en las ciudades del realengo, defendían el territorio y presidían
la Real Audiencia.
También en el aspecto religioso se notó la tendencia autoritaria de la monarquía, con la
expulsión de los judíos que se negaran a convertirse al cristianismo, la conversión forzosa de
los musulmanes (moriscos) y la creación del Tribunal de la Inquisición (1478), encargado de
perseguir la disidencia religiosa, especialmente a los falsos conversos.

3.2. El significado de 1492. La guerra de Granada y el descubrimiento de América.


Los Reyes Católicos tuvieron una clara voluntad de expansión, tanto interior como exterior. En
la península Ibérica, uno de sus objetivos fue la conquista de Granada, con lo que se
completaría la Reconquista frente al islam. La guerra fue larga (1482-1492),  se centró más en
el desgaste del enemigo que en batallas campales, aprovechando las luchas internas del
sultanato nazarí. En 1492, el último rey musulmán de Granada, Boabdil, negoció la rendición
de su capital. Las capitulaciones, inicialmente generosas, no tardaron en incumplirse y, tras las
revueltas mudéjares de 1499-1502, se obligó a la población musulmana a convertirse
forzosamente al cristianismo, pasando a ser denominados moriscos. Las élites nativas, o bien
se asimilaron a los conquistadores (como las familias Belvis o Venegas) o bien emigraron
(como Boabdil y su familia)
Dentro del mismo espíritu de unificación religiosa y de difusión del cristianismo, los Reyes
Católicos  firmaron en 1492 el decreto de expulsión de todos los judíos que se negaran a
convertirse al cristianismo, con lo que se cerraba el círculo de la intolerancia religiosa propia de
muchos estados de la época.
El otro gran hito de ese año, relacionado tanto con la difusión del cristianismo como con la
expansión exterior, fue el descubrimiento de América en 1492, en el contexto de la pugna
con Portugal por el control de las rutas oceánicas. Completada la Reconquista, las dos grandes
monarquías ibéricas habían orientado sus energías a la exploración de la costa africana, en
busca de riquezas (oro, esclavos, marfil) y buscando una ruta directa hacia Asia oriental y sus
valiosas especias, una vez que la expansión otomana había dificultado las rutas tradicionales.
A finales del siglo XV los portugueses llevaban una amplia ventaja, reconocida en el Tratado
de Alcaçovas (1479) y por ello, mediante las Capitulaciones de Santa Fe (1492), los Reyes
Católicos patrocinaron el proyecto del genovés Cristóbal Colón, que se comprometía a
encontrar una ruta hacia Asia navegando hacia el oeste. Fue así como la pequeña expedición
patrocinada por la Corona castellana arribó a las islas del Caribe el 12 de octubre de ese
mismo año. Colón realizó tres viajes más y murió creyendo que había llegado a la India, por
eso los territorios del Nuevo Mundo se llamaron “las Indias”. Los reyes asumieron el control
político, religioso y económico de las nuevas tierras, y consideraron a los indígenas como
vasallos. Las pretensiones portuguesas sobre los nuevos territorios fueron resueltas mediante
el Tratado de Tordesillas (1494), que delimitó las esferas de influencia de cada corona.

3.3. El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I. Política interior y conflictos
europeos.
La herencia dinástica de los Reyes Católicos recayó, en 1516, en su nieto Carlos de
Habsburgo, quien reunió las Coronas de Castilla y Aragón y poco después heredó también los
territorios de sus abuelos paternos y acabó siendo proclamado emperador en  Alemania. Así
sus dominios se extendían por la mayor parte de la península Ibérica (con sus colonias
americanas) y los Países Bajos, y partes de Borgoña, Italia y el imperio alemán. Semejante
herencia le convertía en el soberano teóricamente más poderoso de Europa, pero la enorme
extensión y dispersión de su imperio acarreaba enormes dificultades para administrarlo y
defenderlo. Su reinado empezó con una doble crisis, ya que el joven desconocía las
costumbres hispánicas, nombró a sus consejeros flamencos para cargos en Castilla y pidió
dinero a las Cortes para su política alemana. En 1520 se produjo el levantamiento de las
Comunidades en Castilla (revuelta antiautoritaria de las oligarquías urbanas, que defendían
sus intereses económicos y el papel de las Cortes como contrapeso al poder real), y por las
mismas fechas tuvo lugar el levantamiento de las Germanías en Valencia y Mallorca (revuelta
de carácter antinobiliario, llevada a cabo por los gremios urbanos y el campesinado). En ambos
casos, la alianza de la alta nobleza con el rey aplastó los levantamientos, reforzando el poder
político de la monarquía y el predominio socioeconómico de la alta aristocracia, a costa de las
libertades e intereses de las ciudades.
Carlos I tenía una política exterior de gran envergadura, en defensa de su herencia territorial,
de su visión autoritaria de la monarquía y de su pretensión de ser el líder de la Cristiandad, lo
que le llevó a hacer frente a tres conflictos principalmente:
La rivalidad con Francia por la hegemonía europea y el control de Milán, que llevó a varias
guerras con un resultado final en general favorable a Carlos.
Tuvo que frenar la expansión del imperio turco en dos zonas tanto por tierra, defendiendo las
tierras de su familia en Hungría y Austria, como en el Mediterráneo, donde Carlos lanzó una
ofensiva en la costa norteafricana y ocupó Túnez, pero la amenaza turca siguió presente.
Frente a la incipiente reforma protestante en Alemania, Carlos V defendía un imperio católico
en el conflicto con Martín Lutero y los príncipes protestantes. Inicialmente pretendió que
católicos y protestantes acercaran posiciones, y se esforzó por mantener la unidad del Imperio.
Cuando las negociaciones fracasaron, se llegó al enfrentamiento bélico, que no terminó hasta
la Paz de Augsburgo (1555), que al reconocer la libertad religiosa para los protestantes,
suponía un fracaso para las pretensiones autoritarias del emperador. 
Carlos abdicó al año siguiente y repartió sus posesiones entre su hermano Fernando y su hijo
Felipe.

3.4. La Monarquía Hispánica de Felipe II. Gobierno y administración. Los problemas


internos. Guerras y sublevación en Europa.
Con la abdicación de Carlos I (1556), su hijo Felipe II heredó los territorios hispánicos y
borgoñones, quedando los territorios austriacos y alemanes para su tío Fernando. En 1580
añadió a estos Portugal y su extenso imperio colonial, por la muerte sin descendencia del
monarca luso. La monarquía hispánica alcanzó entonces su máxima extensión, además de
lograr el viejo sueño de la unidad ibérica.
A partir de 1561, todos estos territorios se gobernaban desde Madrid, dando fin al carácter
itinerante heredado de la Edad Media. En ésta época se da forma definitiva al sistema
polisinodial de gobierno, caracterizado por la multiplicidad de consejos para gobernar los
distintos territorios (como el de Indias o el de Castilla), tratar aspectos técnicos (como el de la
Inquisición o el de Órdenes Militares) y encabezados todos ellos por el de Estado (que trataba
asuntos de política exterior para toda la monarquía). Los consejos, tras deliberar sobre los
asuntos que les competían, elevaban a través de los secretarios, consultas o informes al
monarca para que éste tomara la decisión oportuna. En la administración territorial, los
virreyes ejercían como delegados del rey en los distintos territorios no castellanos (desde
Nápoles hasta América), se mantuvieron también las Cortes de los distintos reinos, aunque se
convocaron escasas veces. Las Audiencias, repartidas también por los distintos reinos,
ejercían la justicia en nombre del rey.
La política interior filipina se caracterizó por las pretensiones absolutistas y la intolerancia
religiosa. Ésta última llevó a perseguir cualquier rastro de protestantismo en sus territorios,
usando a la Inquisición como eficaz instrumento represor y procurando aislarse de las
influencias ideológicas del exterior, lo que a la larga tendría consecuencias negativas para el
desarrollo cultural y científico. También, la presión sobre la población morisca provocó un
levantamiento en las Alpujarras (1568-1570) que fue duramente reprimido y seguido de una
dispersión de los moriscos por toda Castilla. En cuanto a la tendencia a acrecentar el control
real sobre el gobierno de todos los territorios, la tensión acabó estallando en un enfrentamiento
con las autoridades del reino de Aragón (1590-1592), al hilo del turbio asunto del secretario
real Antonio Pérez.
La política exterior siguió los mismos principios que en el reinado anterior (hegemonía en
Europa, lucha contra los turcos y defensa del catolicismo), aunque con algunas diferencias,
como el hecho de que ni Francia ni Alemania plantearan ya problemas a la monarquía
española. Pero sí se produjeron enfrentamientos importantes con otras potencias. La amenaza
de los turcos en el Mediterráneo fue contenida tras la victoria naval cristiana de Lepanto
(1571), aunque continuaron las actividades de los corsarios musulmanes. Por otro lado, la
política centralista y antiprotestante filipina provocó una importante rebelión en los Países
Bajos (1568-1648), que representó una auténtica sangría para la monarquía y que no se
resolvería hasta mucho más tarde, cuando se reconoció la independencia de las Provincias
Unidas del norte. Por último, las relaciones con Inglaterra, gobernada por Isabel I, empeoraron
tanto por el apoyo dado por ésta a los rebeldes holandeses como por los ataques ingleses a los
intereses coloniales hispano-portugueses. Declarada la guerra, Felipe II proyectó invadir Gran
Bretaña e instalar allí un gobierno pro-español, pero fracasos como el de la Gran Armada
(1588), le hicieron desistir.

3.5. Exploración y colonización de América. Consecuencias de los descubrimientos en


España, Europa y América.
La exploración y conquista del nuevo mundo se produjo en apenas cincuenta años,
especialmente durante el reinado de Carlos I. Desde los primeros establecimientos en las
Antillas, donde mediante iniciativas privadas bajo el amparo de la Corona (capitulaciones) se
fundaron ciudades, enclaves comerciales y explotaciones mineras y agrícolas, los
conquistadores fueron expandiéndose por el continente hacia el norte y fundamentalmente
hacia el sur. Así se conquistaron los imperios azteca por Hernán Cortés (1521) e inca por
Francisco Pizarro (1533), se exploraron los ríos Amazonas, Mississipi o de la Plata, se
descubrió el istmo de Panamá y el océano Pacífico o se realizó la primera vuelta al mundo (que
inició Fernando de Magallanes y completó Juan Sebastián Elcano en 1522), etc.
Los conquistadores, muchos de los cuales huían de situaciones de miseria, inferioridad social o
de problemas con la Justicia en la Península, recibían una encomienda, es decir, un lote de
tierras y un grupo de indígenas para trabajarlas a cambio de protegerlos, evangelizarlos y
educarlos en las costumbres castellanas (aculturación), lo que en la práctica derivó en una
situación cercana a la esclavitud. Los indígenas fueron explotados en las minas (sistema de la
mita, heredado de los incas) y las plantaciones agrícolas, y los abusos generaron protestas,
fundamentalmente de religiosos como Bartolomé de las Casas, que acabaron llevando a la
Corona a dictar las Leyes Nuevas de Indias, con las que se pretendía proteger a los nativos.
Pero su escaso cumplimiento propició que se mantuviera la explotación, lo que, junto con las
enfermedades llevadas por los europeos, provocó un gran descenso de población autóctona.
América fue una gran fuente de ingresos para Castilla, que monopolizó el comercio a través de
la Casa de Contratación. Los españoles llevaron a Europa productos nuevos, como el maíz,
cacao, tabaco o la patata, y a América llegaron productos desconocidos allí, como el trigo o la
caña de azúcar; pero el máximo interés de los colonizadores era la extracción de metales
preciosos. Su llegada a Castilla financió el papel de gran potencia europea de la monarquía
hispánica, pero también provocó la revolución de los precios, una importante subida de los
precios de los productos que acabó afectando a toda Europa, debido a la circulación masiva de
los metales preciosos. Esto produjo una balanza comercial deficitaria de Castilla, en especial
en relación con Europa.
La creciente llegada de esclavos africanos para sustituir a los diezmados indígenas en algunas
zonas y trabajos dio lugar a un mestizaje en la población, que supuso una sociedad
jerarquizada y desigual basada en criterios raciales, asemejándose a un sistema de castas.
3.6. Los Austrias del siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640.
Durante el siglo XVII, en varias monarquías, como la española, adquirió una gran relevancia la
figura de los validos, altos aristócratas de la corte que se acercaron a la persona del rey y
obtuvieron su entera confianza, llegando a intervenir directamente en el gobierno. Aunque éste
siguió encomendado a los Consejos, se crearon las juntas temporales para asuntos especiales,
por medio de las cuales los validos se aseguraban el control sobre las grandes decisiones del
Estado y con frecuencia utilizaban el poder en beneficio propio. El ejemplo paradigmático fue el
duque de Lerma, valido de Felipe III, que orientó sus esfuerzos principalmente a la acumulación
de honores y riqueza para sí y para su círculo de confianza, más que al buen gobierno de la
monarquía, con lo que la corrupción se generalizó. Lo más destacado de su gobierno fueron los
tratados de paz y treguas firmados con antiguos enemigos como Inglaterra o los rebeldes
holandeses. La relativa imagen de debilidad que esto entrañaba se intentó compensar en parte
con la expulsión de los moriscos, completando la política de intransigencia religiosa iniciada
con los Reyes Católicos. El caso del conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, fue algo
distinto. Empeñado sinceramente en el restablecimiento del prestigio de la monarquía, planeó
una serie de reformas políticas, económicas y militares para conseguirlo, como la Unión de
Armas, reflejadas en el Gran Memorial. Pero las necesidades financieras provocadas por los
nuevos compromisos militares (participación en la guerra de los Treinta Años) obligaron a
sustituirlas por medidas de urgencia (nuevos impuestos, venta de cargos públicos y tierras de
realengo...), que agravaron la situación. Esto propició descontento y oposición generalizada: los
reinos periféricos rechazaban sus pretensiones unitarias y centralistas; la alta nobleza se
quejaba de su escaso protagonismo y del autoritarismo del valido; y las clases populares
rechazaban la presión fiscal. Todo ello dio lugar a varias revueltas en diversos territorios, las
más graves de las cuales fueron las que se iniciaron en 1640 en Cataluña y Portugal.
En Cataluña, el conflicto se inició como protesta contra el alojamiento forzoso de tropas para la
guerra contra Francia (consecuencia de la negativa a contribuir a la Unión de Armas). Los
enfrentamientos aumentaron hasta culminar en los hechos del Corpus de Sangre, cuando un
grupo de segadores saquearon las instituciones monárquicas y asesinaron al virrey. La
Diputación, molesta con las pretensiones centralistas de Olivares, se puso al frente de los
rebeldes y pidió ayuda a Francia, llegando a reconocer a Luis XIII como soberano. La presión
castellana, una epidemia de peste y el descubrimiento de que el centralismo francés era aún
más pesado minaron la resistencia catalana, que se rindió en 1652, a cambio de que se
mantuvieran sus fueros.
En Portugal, el descontento por la política centralista y por las escasas ventajas de la unión de
1580 estalló con el asesinato del secretario del Estado y la proclamación del Duque de
Braganza como Juan IV de Portugal. La monarquía española, con varios frentes abiertos, no
pudo centrar sus esfuerzos en este conflicto, lo que permitió la consolidación de la
independencia portuguesa, finalmente reconocida en la paz de Lisboa (1668).

3.7. La guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española en Europa.


El comienzo de la guerra de los Treinta Años (1618) en el imperio alemán y el final de la
Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas coincidieron con la muerte de Felipe III,
sucedido por Felipe IV, lo que supuso el final de la etapa pacificadora. El conflicto se
caracterizó por la rivalidad religiosa en Alemania, las pretensiones de la Casa de Austria por
restaurar la autoridad imperial y la política exterior francesa dirigida a acabar con la hegemonía
de los Austrias. Iniciado a finales del reinado de Felipe III, ocupó la mayor parte del de Felipe
IV, complicado con revueltas internas como la crisis de 1640.
Tras muchos años de guerra, con predominio alternativo de los Habsburgo y de sus enemigos,
la entrada de Francia en la guerra obligó a la monarquía española un sobreesfuerzo para
conservar sus posiciones que acabó agotando sus recursos. Las batalla de Dunas y Rocroi
marcaron el final de la hegemonía militar hispánica.
En la Paz de Westfalia (1648) la corona española reconoció la independencia de los Países
Bajos. El conflicto con Francia siguió hasta el Tratado de los Pirineos (1659). Además, se
firmó el acuerdo matrimonial entre Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, que abrió
puertas del trono a los Borbones. Durante el reinado de Carlos II, la postración de la monarquía
española, que tuvo que reconocer la independencia definitiva de Portugal en 1668, contrastaba
con la pujante y agresiva Francia de Luis XIV, que fue arrancando territorios fronterizos a su
rival en una serie de guerras. Sin embargo, en la paz de Rijswijk (1697) Luis XIV devolvió a
España todas las posesiones que tenía en los Países Bajos desde la Paz de Nimega, con la
intención de llevar a su nieto Felipe de Anjou hasta el trono español, como así ocurrió en 1700.

3.8. Principales factores de la crisis demográfica y económica del siglo XVII y sus
consecuencias.
El siglo XVII se caracterizó por una prolongada crisis económica en la mayor parte de Europa.
En el caso español se combinaron una importante caída de la población con el agotamiento
económico provocado por las constantes guerras. La crisis demográfica tuvo diversas causas,
como las todavía frecuentes epidemias, la expulsión de los moriscos y las dificultades
económicas, que favorecieron la emigración o la escasez de matrimonios, además de la
elevada mortandad de hombres jóvenes en las guerras europeas.
La crisis económica, patente en la caída de la producción agraria, la disminución de la
ganadería la ruina de la industria textil castellana y el acaparamiento por extranjeros del
comercio con América, estaba mayormente provocada por las dificultades de la Hacienda
real. Las crecientes deudas generadas por las guerras provocaron sucesivas bancarrotas y la
contratación de préstamos cada vez más usurarios a banqueros extranjeros. En su búsqueda
desesperada de nuevas fuentes de ingresos, la monarquía recurrió a las alteraciones
monetarias, la creación de nuevos impuestos, la exigencia de “donativos voluntarios” a nobleza
e Iglesia, la venta de cargos públicos (extendiendo la corrupción administrativa), y la venta de
vasallos, privilegios de villazgo y títulos nobiliarios.
Todas estas medidas significaban una continua presión sobre las clases más productivas
(campesinos y burgueses), que acabaron arruinándose o abandonando sus actividades a favor
de la marginalidad (mendicidad, bandolerismo), de las actividades improductivas (eclesiásticos,
rentistas), de la emigración a las colonias o alistándose en el ejército, contribuyendo así a la
caída de la demografía y de la producción. Mientras, crecía el número de los nobles (por la
venta de títulos y señoríos), aunque muchos de ellos tenían serios problemas para mantener el
nivel de vida que se les suponía, y de los clérigos, no todos con la vocación y la formación
adecuadas.
A finales de siglo, en parte gracias a las reformas promovidas por los validos de Carlos II
(devaluación del vellón, Junta de Comercio) se empiezan a ver en las regiones litorales
signos de recuperación, tanto de la natalidad, como de la producción y el comercio, mientras
la España interior pierde progresivamente peso demográfico y económico.

3.9. Crisis y decadencia de la Monarquía Hispánica: el reinado de Carlos II y el problema


sucesorio.
Carlos II (1665-1700) tenía cuatro años cuando sucedió a su padre. Fue una persona
enfermiza, de voluntad débil y poco dotado física y mentalmente. Esto favoreció las luchas
entre facciones de la corte por controlar el poder. En un bando se alineaba su madre, Mariana
de Austria, que elevó a la categoría de valido a su confesor, el jesuita Nithard, y más tarde a
Fernando de Valenzuela, de oscuro origen. En el otro, la alta nobleza castellana, que forzó a
Mariana a renunciar a la regencia y ceder el poder a don Juan José de Austria, bastardo de
Felipe IV. Todo ello se produce en un contexto de grave crisis económica y derrotas militares
frente a la agresiva política de Luis XIV de Francia, especialmente en los Países Bajos.
De todas formas, los sucesivos validos (incluyendo a Medinaceli y luego Oropesa, tras la
muerte de don Juan José), fueron tomando medidas que sentarían las bases de la
recuperación económica. Y el propio Luis XIV siguió una estrategia distinta a partir de la paz de
Ryswick (1697), en la que devolvió territorios arrebatados a la monarquía española. Su plan era
sentar en el trono de Madrid a su nieto Felipe, duque de Anjou, aprovechando la falta de
herederos de Carlos II. Éste se casó dos veces, con María Luisa de Orleans y Mariana de
Neoburgo, pero murió sin descendencia. La falta de un heredero para la monarquía española
provocó intensas maniobras diplomáticas entre las potencias europeas, cada una apoyando al
candidato que más le convenía. Carlos II designó en su testamento como sucesor a Felipe de
Anjou, algo que no aceptó el archiduque Carlos de Habsburgo, el otro candidato principal. El
hecho de que otras potencias apoyaran sus pretensiones, y de que algunos territorios
españoles también lo hicieran, desencadenó la guerra de Sucesión española. 

VOCABULARIO
Tratado de Alcaçovas
Tratado firmado en 1479 que puso fin a la guerra de Sucesión castellana (1475-1479). Por él,
Alfonso V de Portugal renunciaba a la corona castellana por la que había luchado en nombre
de su prometida, Juana la Beltraneja. Por su parte, los Reyes Católicos cedían a Portugal la
exploración y conquista de la costa atlántica africana, a excepción de las islas Canarias y un
pequeño territorio enfrente de las mismas.

Santa Hermandad
Institución  que  centralizó  las  diversas  milicias  locales de  Castilla,  bajo  el control  de  los 
Reyes  Católicos.  Estas  milicias,  pagadas  por  las  ciudades,  tenían  competencias  de
mantenimiento  del  orden  (como  fuerza  policial  y  judicial)  y a  veces  fueron  utilizadas  por 
la monarquía  en  sus  guerras.  La Junta general fue  disuelta  en  1498,  permaneciendo  las 
hermandades  locales como cuerpo de seguridad interna, aunque con eficacia decreciente
hasta su extinción en el siglo XIX.

Sentencia Arbitral de Guadalupe


Decreto dictado por el rey Fernando el Católico en 1486, con el fin de acabar con los conflictos
que enfrentaban a señores y campesinos remensa, por el que se suprimían los malos usos a
cambio de indemnizaciones pecuniarias a los señores.

Capitulaciones de Santa Fe
Acuerdo  firmado  por  los  Reyes  Católicos  con  Cristóbal  Colón en 1492  por  el  que 
patrocinaron  su  expedición  hacia  las  Indias  por  el  oeste.  Además,  se  le  prometían los 
títulos  de  almirante,  virrey  y  gobernador  general  de  los  territorios  que  descubriese  y  el 
10%  de las  riquezas  que  se  obtuviese.

Tratado de Tordesillas
Acuerdo  firmado  entre  Castilla  y  Portugal  en  1494,  por  el  que  se establecían  nuevos 
límites  para  la  futura  expansión  de  ambas  monarquías,  situando  la  línea  divisoria 370 
leguas  al  oeste  de  Cabo  Verde,  lo  que  permitió  a  los  portugueses  colonizar  Brasil.

Regencia
Gobierno de un reino durante la minoría de edad, la incapacidad por enfermedad o la ausencia
del legítimo monarca. Puede ser unipersonal (en cuyo caso suele ejercerla un pariente
próximo) o colegiada.

Casa de Contratación
Institución establecida en 1503 para fomentar y regular el comercio y la navegación con los
territorios españoles en Ultramar.

Humanismo
Movimiento intelectual desarrollado en Europa durante los siglos XIV y XV que, rompiendo las
tradiciones escolásticas medievales y exaltando en su totalidad las cualidades propias de la
naturaleza humana, pretendía descubrir al hombre y dar un sentido racional a la vida tomando
como maestros a los clásicos griegos y latinos, cuyas obras redescubrió y estudió.

Comunidades (de Castilla)


Levantamiento armado de los denominados comuneros, acaecido en la Corona de Castilla
desde el año 1520 hasta 1522, a comienzos del reinado de Carlos I. Sus  reivindicaciones 
básicas  eran  que volviera  el  rey  a  Castilla,  la  sustitución  en  el  gobierno de  los 
extranjeros  por  castellanos,  la  disminución de  los  impuestos  y  de  los  gastos  de  la  corte 
y  la  limitación  de  las  exportaciones  de  lana  (para  favorecer  el desarrollo  de  la  industria 
textil  de  algunas  ciudades  castellanas). Protagonizado por burgueses y baja nobleza de las
ciudades, fue aplastado gracias a la alianza de la alta nobleza castellana con la monarquía.
Germanías
Conflicto que se produjo en los reinos de Mallorca y Valencia a comienzos del reinado de
Carlos I, entre 1520 y 1522. Constituyeron  desde  el  principio  un movimiento  antiseñorial, 
encabezado  por  los  gremios  de  artesanos  de  las más importantes  ciudades  del  Levante, 
que usaron  las  milicias  o  hermandades  (germanías) urbanas de autodefensa para  acabar
con  los  privilegios de la  alta  nobleza.  También  en  este  caso, la  nobleza  se  alió  con  la 
monarquía  para  mantener  el  orden social  y  político  existente,  lo  que  significó  el
aplastamiento  del  movimiento.

Unión de Armas
Proyecto de reforma del conde-duque de Olivares, consistente en la creación de un ejército
permanente de 140.000 hombres, al que los distintos reinos de la monarquía hispánica
aportarían en función de su riqueza y población. El objetivo era doble: aliviar la carga que sufría
Castilla para sostener los esfuerzos militares de los Habsburgo y contribuir al sentimiento de
unidad entre los territorios y los súbditos de Felipe IV. La oposición de los reinos de la Corona
de Aragón, especialmente Cataluña, que se negó en redondo a contribuir, llevaron al fracaso
del proyecto.

Paz de Augsburgo
Paz religiosa firmada por el emperador Carlos V y los príncipes protestantes alemanes en
1555. Se concedió a los príncipes el derecho de seguir la confesión religiosa que quisieran y se
reconocieron sus derechos sobre las incautaciones a la Iglesia.

Contrarreforma (con Concilio  de  Trento y Compañía  de  Jesús)


Proceso  de  adaptación  y renovación  de  la  Iglesia  católica  a  la  amenaza  representada 
por  la  Reforma  protestante, reafirmando el papel central del papado y reforzando también los
aspectos doctrinales.  Su momento  culminante  fue  el Concilio  de  Trento (1545-1563)  y 
su  principal  instrumento  de difusión,  mediante  la  predicación  y  la  enseñanza,  la
Compañía  de  Jesús fundada  por Ignacio  de  Loyola  (1534).

Bancarrota
Situación en la que un deudor no puede hacer frente a los pagos que tiene pendientes. La
Hacienda real española la tuvo que declarar varias veces entre los siglos XVI y XVII, al haber
una desproporción entre los crecientes gastos militares y los menguantes ingresos fiscales,
especialmente si se retrasaba la llegada de la flota de Indias con las remesas de metales
preciosos americanos. A corto plazo, la situación se resolvía renegociando los préstamos, y
después se aumentaban los impuestos y la demanda de créditos a banqueros extranjeros,
agravando el problema a largo plazo.

Consejos
Organismos encargados de asesorar al monarca en la Edad Media, se diversificaron a partir de
los Reyes Católicos, hasta configurar un sistema polisinodial característico de la monarquía
española en la Edad Moderna. Los consejos territoriales se ocupaban de la administración
(leyes, nombramientos, etc) de los distintos reinos (Castilla, Italia, etc), mientras que los
consejos técnicos lo hacían de temas específicos (Hacienda, Inquisición, etc). El papel de los
secretarios reales y las consultas e informes era vital para la coordinación del sistema.

Audiencias
Órganos que ejercían las funciones judiciales. Existían varias en el territorio de Castilla y sobre
estas estaba el Consejo de Castilla, que actuaba como tribunal de justicia. Con el tiempo, se
extendieron por todos los reinos de la monarquía española, adquiriendo en algunos casos
también competencias administrativas.

Revolución de los precios


Proceso de alza continuada de los precios en el siglo XVI inicialmente en Castilla y después
contagiado a gran parte de Europa. Sus causas fueron el crecimiento demográfico, el
consecuente aumento de la demanda de todo tipo de productos y la llegada de metales
preciosos procedentes de América, que aumentaron la masa monetaria en circulación.

Leyes Nuevas de Indias


Dictadas entre 1542 y 1543, constituyeron una especie de constitución política del Nuevo
Mundo, que en cuarenta capítulos establece las normas básicas de la organización del Consejo
de Indias y del gobierno de América. Entre otras cosas, prohibían los abusos contra la
población indígena, aunque su cumplimiento fue muy relativo en este caso.

Junta de comercio
Organismo creado por Carlos II que pretendía estimular el desarrollo de la industria para frenar
la invasión de productos del exterior, reajustando la moneda y eliminando el vellón (moneda
con un valor de cambio superior al del valor del metal con el que estaba fabricada). Dio lugar a
la pérdida de valor oficial de la moneda, disparándose así la inflación, pero frenando el
desajuste de los precios y sentando las bases de la recuperación económica.

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