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GLORIOSOS
Libros de los Cantares 3,6; 8,5. E Isaías 61, 10. «Quién es ésta que sube
del desierto, apoyada sobre su Amado, como columna de humo aromático,
como aroma de incienso y mirra?». «Desbordo de gozo con el Señor, y me
alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto
en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se
adorna con sus joyas».
Ya concluida la misión de María en la Tierra, Jesús vino por ella y la lleva
junto a El y desde allí, Ella nos sigue amando y cuidando a todos, sus
hijitos, como suele referirse hacia nosotros.
Madre Santa, te pedimos intercedas por todos nosotros para que al final de
nuestras vidas podamos alcanzar también la corona que no se marchita y
seas tu misma quien nos enseñe el camino para llegar a Tu Hijo, el camino
de la salvación y de la Vida Eterna. Amen
El Evangelio nos dice claramente que “la Madre de Jesus estaba allí”.
Si, la Madre de Jesus siempre esta alli, donde esta Jesus. Ella esta
velando por las necesidades de los demas y se preocupa por el
bienestar de sus hijos. Nuestra Virgen Maria, esta junto a Jesus para
decirle, “no tienen vino”, no tienen salud, no tienen trabajo, no tienen
vida, no tienen esperanza, no tiene fe, si, allí esta nuestra Madre
procurando colaborar en los asuntos de Jesus, y con sus palabras
humildes nos pide simplemente “Hagan, lo que El les diga”, nos dice
claramente confíen, no pierdan la esperanza, entreguense a El y
escuchenlo!
Santa Madre de Dios, dulce Virgen María, sabemos que siempre vigilas
nuestras necesidades y te adelantas a abogar por nuestras carencias. Y
Tu Señor, nos dejas ver claramente en este Evangelio el amor tan
grande que sientes por tu Madre y que eres debil a sus peticiones. Así
como Tu Señor, deseamos amar a María, y complacerla como Tu lo
haces, porque Ella tan solo quiere que hagamos, lo que Tu nos digas.
4. La Transfiguración
vangelio de San Mateo 17, 1-2: Seis días después, Jesús tomó
consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a
un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente: su
cara brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz.
En este Evangelio Jesus nos enseña que existe un lugar mucho mejor
que este lugar donde vivimos; donde muchas veces el sufrimiento nos
confunde, las desaveniencias nos llenan de desesperanza y nuestros
pobres sentimientos de envidia y egoismo nos hacen debiles a las
malas tentaciones. Las tribulaciones y el ruido humano disturba
nuestros sentidos. Y muchas veces las necesidades materiales vacian
nuestro espiritu y endurecen nuestro corazon.
Asi como los apostoles, Jesus desea que nos apartemos y en el silencio
encontremos al Padre porque asi lo hacia El. Nos invita a valorar la
oracion y a vivir el mandamiento que nos dejó: “Amense los unos a los
otros como Yo los he amado”, para que? Para que cuando nos
encontremos cara a cara con el Padre podamos decirle cuanto hemos
amado a nuestros hermanos.
Y en este ultimo misterio Jesus nos revela que se queda con nosotros en
el Pan Eucarístico y nos pide “coman y beban de el porque este es mi
Cuerpo”. Jesus nos dice claramente “Quien come mi carne y bebe mi
sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día”.
Pidamos al Señor que nos regale la virtud de la fe, para que creer
firmemente en la Santa Eucaristia, para disponer de un tiempo para
acompañar a Jesus en el Sagrario fuente de gracia que sacia nuestro
espiritu y lo fortalece. Para asistir a la celebracion de la Santa Eucaristia,
la Santa Misa. Para que con nuestras buenas acciones podamos día a
día construir el camino de nuestra salvación, para ser dignos de entrar
en su Reino y vivir junto a El por toda la eternidad.