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Maria, Modelo de Consagración

A JESÚS NOS PRESENTAMOS Y CON MARÍA NOS CONSAGRAMOS

PREPAREMOS
Un altar en el lugar donde nos congregamos y en él,
vamos a colocar la imagen de la Nuestra Señora de
Lourdes y un signo que represente los enfermos.

Recomendamos unas velas, que nos representarán a


cada uno de nosotros y hacer una lista con los enfer-
mos por los que vayamos a orar en nuestra celebración.

INVOCACIÓN INICIAL

Cuando decimos con gran devoción, la Santísima Vir-


gen María, lo hacemos porque ella es nuestra primera
y gran santa y tenemos necesidad de contemplarla; a
través de ella, y de forma muy auténtica, nos acerca-
mos más a Jesucristo; ella es iluminación en el camino
a su Hijo. Seguir los pasos de María, es llegar a Jesucris-
to y a través de Él al Padre.

Por eso, iniciemos nuestra celebración: en el nombre


del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
V/ Somos la Iglesia que ora con María
R/ y la recibimos como Madre.
Canto.
PIDAMOS PERDÓN

Hagamos un momento de silencio y con espíritu de


arrepentimiento, reconozcamos delante de Dios nues-
tras faltas, y con la humildad de María pidamos perdón.

Hija predilecta del Padre, alcánzanos el perdón


porque no hemos logrado amar a Dios sobre
todas las cosas.
R/ Señor, ten piedad

Madre amorosa del Hijo unigénito de Dios,


somos frágiles y pecadores, pero confiamos en
la Misericordia de Jesucristo. FEBRERO

R/ Cristo, ten piedad.
2023
Esposa fiel del Espíritu Santo, intercede por nosotros para que
tengamos un corazón capaz de vivir en cada momento el amor.

R/ Señor, ten piedad.

ESCUCHEMOS LA PALABRA

Lc 2, 27-35 “a ti una espada te traspasará el alma”.

Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo. Y cuando los padres del
niño Jesús entraban para cumplir con lo dispuesto por la ley, Simeón lo tomó
en brazos, y alabó a Dios diciendo: “Ahora, Señor, tu promesa está cumpli-
da: ya puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque he visto la salvación
que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones, la luz que
alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel.” El padre y la
madre de Jesús estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño.
Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús: Mira, este niño
está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten.
Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de
muchos corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te
atraviese el alma.

Palabra del Señor

MEDITEMOS

Una espada atraviesa el alma de María, nuestra madre, de un modo especial;


esta espada cambió la vida de María. Pero ¿quién cambio la vida de María?
Fue un niño, su Hijo; el mismo que ha cambiado la nuestra, el mismo que fue
puesto para poner ruina a nuestra antigua vida y
hacernos resurgir a otra nueva en la cruz.

María es aquella que, desde su concepción in-


maculada, refleja más perfectamente la belleza
divina. “Toda hermosa” es el título con el que la
Iglesia la invoca. “La relación que todo fiel, como
consecuencia de su unión con Cristo, mantie-
ne con María Santísima, se acentúa por nuestra
consagración bautismal, ya que la presencia de
María tiene una importancia fundamental tanto
para la vida espiritual de cada alma consagrada
como para la consistencia, la unidad y el progre-
so de toda la comunidad.
En efecto, María es el ejemplo sublime de perfecta consagración, por su per-
tenencia plena y entrega total a Dios. Elegida por el Señor, que quiso realizar
en ella el Misterio de la Encarnación, recuerdo a los consagrados la primacía
de la iniciativa de Dios. Al mismo tiempo, habiendo dado su consentimiento
a la Palabra divina, que se hizo carne en ella, María aparece como modelo de
acogida de la gracia por parte de la criatura humana.

Cercana a Cristo, con José, en la vida oculta de Nazaret, presente al lado del
Hijo en los momentos cruciales de su vida pública, la Virgen es maestra de
seguimiento incondicional y de servicio asiduo. Por eso, estamos llamados a
asumir el tipo de vida de María.

NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

En el año 1992 el Papa Juan Pablo II decidió que cada 11 de


febrero se celebrara la Jornada Mundial del Enfermo, debi-
do a que este mismo día se corresponde con la festividad
católica de la Virgen de Lourdes, a quién se le ha acreditado
una amplia variedad de milagros en la cura de muchas per-
sonas enfermas. Durante esta jornada se busca que toda
persona se solidarice con los enfermos de su comunidad,
llevándoles no solo medicinas, sino también sosiego y ca-
ridad cristiana.

SUPLIQUEMOS
Elevemos nuestra humilde y confiada oración por intercesión de María,
Madre de la Iglesia, mujer pobre y humilde, mujer de entera disponibilidad
a Dios, modelo para todos los que han consagrado su vida al servicio del
pueblo de Dios.

- Por los pastores de la Iglesia, para que, formados en la escuela de


María, Reina de los Apóstoles, sean fieles mensajeros de la Palabra
de Dios y dispensadores incansables de su misericordia, roguemos
al Señor. Oremos

- Por todos los cristianos, para que, encontrando en María la fuente


de la alegría, vivan con autenticidad su propia vocación, dando
testimonio de fidelidad radical al mandato del amor, roguemos al
Señor. Oremos
- Por los jóvenes, para que, a ejemplo de María, busquen la verdad con
corazón libre y puro, asumiendo sus dificultades y sacrificios inherentes a la
fidelidad radical al Evangelio, roguemos al Señor. Oremos

- Por las personas que han dedicado sus vidas al seguimiento de Cristo,
para que, mirando a María, sepan ofrecer a todos el testimonio de una en-
trega generosa y serena, roguemos al Señor. Oremos

- Por esta comunidad, congregada para alabar a Dios y pedir obreros para
su mies. Para que María sea nuestra compañera en la vida y acudamos a
ella en los momentos de dificultad. Oremos

- Por los enfermos, para que María le regale el consuelo de su Hijo médico
de los cuerpos y las almas. Oremos.

Dirigimos nuestras peticiones particulares.

Señor, Dios nuestro, en María encontraste a la mujer perfecta, seguidora de


Jesús y fiel a sí misma: concédenos, como ella, poner todas nuestras cuali-
dades al servicio de la expansión de tu Reino. Te lo pedimos a ti, que viven y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Elevemos al Padre eterno, sustento de toda vocación, la oración que su Hijo,


Jesucristo, nos enseñó: Padre nuestro… Ave María.

MARÍA NUESTRA MADRE,


INTERCEDE POR NUESTRA SALUD

Oh Virgen María, Salud de los enfermos, que has acompañado a Jesús en el


camino del Calvario y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores. Madre misericordiosa,
con fe nos volvemos hacia Ti.

Alcánzanos de tu Hijo la salud de todos los enfermos, para que puedan volver
pronto, plenamente restablecidos, a sus quehaceres cotidianos.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y
ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro “sí”, seguros de que Dios
sabe sacar de todo mal un bien más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos de este año en particular,


sean para nosotros y para nuestros seres queridos, prenda de un renovado
empuje en la vida cristiana, para que en la contemplación del Rostro de Cristo
Resucitado encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo. ¡Amén!

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