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PREPAREMOS
Un altar en el lugar donde nos congregamos y en él,
vamos a colocar la imagen de la Nuestra Señora de
Lourdes y un signo que represente los enfermos.
INVOCACIÓN INICIAL
ESCUCHEMOS LA PALABRA
Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo. Y cuando los padres del
niño Jesús entraban para cumplir con lo dispuesto por la ley, Simeón lo tomó
en brazos, y alabó a Dios diciendo: “Ahora, Señor, tu promesa está cumpli-
da: ya puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque he visto la salvación
que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones, la luz que
alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel.” El padre y la
madre de Jesús estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño.
Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús: Mira, este niño
está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten.
Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de
muchos corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te
atraviese el alma.
MEDITEMOS
Cercana a Cristo, con José, en la vida oculta de Nazaret, presente al lado del
Hijo en los momentos cruciales de su vida pública, la Virgen es maestra de
seguimiento incondicional y de servicio asiduo. Por eso, estamos llamados a
asumir el tipo de vida de María.
SUPLIQUEMOS
Elevemos nuestra humilde y confiada oración por intercesión de María,
Madre de la Iglesia, mujer pobre y humilde, mujer de entera disponibilidad
a Dios, modelo para todos los que han consagrado su vida al servicio del
pueblo de Dios.
- Por las personas que han dedicado sus vidas al seguimiento de Cristo,
para que, mirando a María, sepan ofrecer a todos el testimonio de una en-
trega generosa y serena, roguemos al Señor. Oremos
- Por esta comunidad, congregada para alabar a Dios y pedir obreros para
su mies. Para que María sea nuestra compañera en la vida y acudamos a
ella en los momentos de dificultad. Oremos
- Por los enfermos, para que María le regale el consuelo de su Hijo médico
de los cuerpos y las almas. Oremos.
Alcánzanos de tu Hijo la salud de todos los enfermos, para que puedan volver
pronto, plenamente restablecidos, a sus quehaceres cotidianos.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y
ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro “sí”, seguros de que Dios
sabe sacar de todo mal un bien más grande.