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¿Creías que estarían

impresionados?

PECADO

MEIEFF
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Imagen de portada extraída de Pexels y editada por meieff

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La sala estaba repleta de personas con una larga túnica roja con capucha,
de material suave como el terciopelo y con algunos grabados en negro que
no llegaba a ver con claridad. Aunque yo no lo recuerdo debido a mi corta
edad, nací en el altar de la Iglesia de Lilith, la iglesia cainita más cercana a
donde vivían mis padres y donde vivo yo a día de hoy. Según cuentan, los
gritos de Judith llenaban toda la sala produciendo un eco espantoso que se
entremezclaba con los cánticos de las siluetas de túnica roja. Nada más
salir del cuerpo de Judith, alguien me cogió en brazos y me lió en una de
esas túnicas rojas, y otro alguien más bajito y rechoncho me dibujó una
cruz invertida de color rojo sangre en la frente. Probablemente no era sólo
el color lo que compartía con la sangre.

Pero bueno, eso es lo que cuenta Judith, y como mi padre había fallecido
antes de mi nacimiento es difícil pedir un segundo relato de lo ocurrido en
aquella iglesia ese 2 de noviembre de 2010. Cuando nací era de madrugada,
así que se tuvo que hacer una especie de misa express para mi llegada.
“¡Esta es Rebekah! ¡Como la madre de Esaú!” Gritó una de las rojas
siluetas, mientras los demás gritaban y aplaudían con desenfreno
mientras bebían de copas adornadas en mi honor, pero yo ni siquiera me
daba cuenta. Era una neonata.

Además, como nací el día de las ánimas, la iglesia creyó que yo era una
especie de reencarnación de una de las almas que estaban en el purgatorio,
que pudo volver y meterse en el cuerpo de Judith, y de ahí nací yo. Y
aunque si me preguntan siempre diré que la teoría de que soy especial era
real, en el fondo pienso que Judith se puso de acuerdo con mi padre para
tener relaciones sexuales 9 meses antes de alguna fecha señalada por la
iglesia, para así ser la protagonista.

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Pero no lo sé, a veces me gusta creer que realmente soy una elegida de
Caín, una persona que traiga la Tierra de Nod a este nuestro mundo y me
coronen reina junto a él. Pero sigo esperando.

Mi infancia no fue muy buena, aunque tampoco muy mala. De hecho, mi


infancia no fue. Judith quería que leyese mucho, que me leyese todo el
Antiguo Testamento en hebreo y arameo, el Evangelio de Judas, y otros
libros sagrados que eran muy importantes para el desarrollo de una buena
niña de la Iglesia de Caín. No me dejaba jugar con otros niños, escuchar
música que no fuese clásica, ni reírme. Aunque cuando ella no estaba —
que no solía estar — mis niñeras me llevaban al parque y me dejaban
olvidada allí mientras yo jugaba con alguna niña o niño que tuviera unos
juguetes que yo nunca vería.

Pero no puedo quejarme, ella me dio la educación que tenía que darme
para ser la muchacha decidida que soy hoy. Los niños son débiles y no
deberían serlo, yo no era una niña débil, yo nunca le tuve miedo a morir
porque se me enseñó que si moría iría a un lugar mejor junto a figuras
sagradas, y Abraxas me acogería en la Tierra de Nod. Pero al final nunca
era suficiente, y lo intentaba, de verdad que intentaba ser más fuerte, más
valiente, menos débil, pero Judith siempre me decía que era su “Pecado”,
porque era lo único que había hecho mal. “¿Es que no te he criado bien?”,
“¿Te voy a tener que volver a castigar?”, “Eres igual que tu padre”.

Y como no mostraba nada especial, ningún don infernal que me ayudara a


traer la Tierra de Nod al mundo terrenal, poco a poco pasé de ser la “niña
milagro” a una niña normalucha. Pero sólo era normal para los de la
Iglesia, para los de fuera de ésta yo era la “rara”, así que nunca me sentí
admitida en ningún sitio y por ninguna persona, excepto por ella. Hubo
una niña que me trató como a una igual en el parque, que ignoró nuestras

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diferencias y quiso jugar conmigo, pero aquello sólo duró unos cuantos
días.

Ya de pequeña, me empecé a obsesionar con el hecho de impresionar a


Judith y a los miembros de la Iglesia, de ser la cainita perfecta. Un ejemplo
para otros creyentes. Pero por mucho que lo intentase, que estudiase y que
me esforzarse día tras día… era imposible.

No recuerdo exactamente cuándo tuve la primera pesadilla, pero creo que


para entonces Judith no me dejaba salir a la calle nada más que para ir a
misa, así que tendría unos nueve años. No sé cuál fue el detonante para
aquellos terrores nocturnos que me atormentaban — y que me
atormentan — pero me acuerdo con claridad de que en la primera de todas
maté a Judith con una pistola invisible. La apunté con mis propios dedos
mientras disfrutaba de su quinto cigarrillo tumbada en el sofá de madera
adornada y leía una de sus estúpidas revistas sobre cotilleos, y luego
disparé emitiendo un sonido por mis labios. Una bala invisible salió
dirigida hacia su cabeza, haciendo que esbozase un leve gruñido y se
desangrase sobre el sofá y sus revistas.

Tampoco la odiaba tanto por ese entonces, pero imagino que el odio ya iba
germinando en mi interior, ramificándose y extendiéndose lentamente.

Los años fueron pasando, pero yo me seguía sintiendo de la misma forma,


así que seguí intentando hacer todo lo posible para convertirme en la
“niña milagro” que todos querían que fuera, esforzándome aún más.
Seguí uno a uno cada mandamiento, cada ley que la Iglesia de Caín
mandaba, estaba totalmente convencida de que en algún momento me
convertiría en La Elegida de Caín. Y seguí esforzándome mientras era
presa del sufrimiento al que me sometía Judith cada vez que no superaba
sus expectativas.

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Pero no me importaba. Me despertaba temprano para ayudar al Sumo
Sacerdote a preparar lo necesario para la misa de ese día y después de esta
me quedaba limpiando toda la Capilla para que nadie más tuviera que
hacerlo. También me interesé por el Grado universitario de Criminología y
comencé a estudiarlo a distancia para que no me quitase tiempo de mis
obligaciones cainitas. Y además, salía a correr por las noches para no
quedarme permanentemente encerrada en casa y mantenerme en forma.
A veces ni dormía para estudiar todos los Evangelios en varios idiomas.
Era la hija modelo, pero Judith seguía sin estar impresionada.

Y entonces llegó él.

Con su pelo engominado haciendo un extraño tupé que le hacía parecer


como de otra época, el olor a tabaco caro y el traje de una marca
reconocida. Al andar parecía que no le tenía miedo a nada, que siempre
vivía al límite. Mirarle te hacía sentir como la bajada de una montaña rusa
constante, como beber alcohol a hurtadillas o como cuando sales de casa
por la noche y fuera hace más frío de lo que esperabas. Era alto, serio y de
mirada fría, pero había algo en esa persona que te hacía no poder dejar de
mirarle, aunque sintieras que el sólo hecho de hacerlo estaba mal.

No sabría explicar lo mucho que cambió mi vida cuando Kai llegó a ella, o
bueno igual mi vida no cambió sustancialmente, pero sí mi visión de ella.
Es importante tener ilusión al despertarte por las mañanas y al acostarte
por las noches, porque de otra manera te olvidas de que hay que seguir
luchando y te dejas caer por un pozo sin fondo. Empiezas a vivir la vida en
automático mientras esperas a que termine.

Pero a partir de ese momento yo me sentía… ¿feliz? No sé si existe esa


palabra para describirme, pero si existiera creo que podría describir

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bastante bien esa sensación de ansia por vivir. A veces me da la sensación
de que, de alguna manera, Caín me lo envió para poner fin a mi infierno
personal.

Y la primera vez que me habló todo tuvo sentido dentro de mí.

— ¿Rebekah, verdad? Yo soy Malachai, pero puedes llamarme


Kai.

Me sonrió amablemente mientras salíamos de la iglesia, estaba lloviendo


fuera y los relámpagos iluminaban su rostro y sus ojos verdes de vez en
cuando, haciéndole parecer todavía más atractivo.

— Sí, pero puedes llamarme Bekah. – Respondí, intentando


que no se me notase el creciente enamoramiento de mi interior.

— Una mujer tan bella no merece que acorten su nombre,


pero si insistes yo puedo llamarte Bibi.

Después de ese encuentro me volví a casa tan feliz que por desgracia Judith
lo notó y decidió premiarme con unos azotes en la espalda por mi notable
felicidad.

Pero bueno, aunque este no sea un relato donde se cuenten hazañas tan
increíbles como mujeres que derrotan a monstruos, lloran la pérdida de su
amada o viajan por todo el mundo, este es el relato de mi vida. O de parte de
ella, pues espero llegar algún día a contar el presente y dejar de perderme en
el pasado.

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FIN

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Gracias por haber leído este relato

Este relato está basado en el universo de “Amor De Otro Mundo”, el


cual está creado por Reah (https://www.twitch.tv/reahofi) y puede
considerarse canon. En este relato la protagonista es Rebekah,
personaje de “Amor De Otro Mundo: Éxtasis”, que es creado e
interpretado por meieff.

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